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✧part one✧

Baekhyun observaba pacíficamente a su amigo correr de aquí para allá, abriendo armarios y puertas de aquella extraña oficina en busca de algún lugar seguro donde poder esconderse.

Era pan de cada día ver al pobre ciervo entrar en pánico una vez que cierta persona le enviara un mensaje con un "ya salió, va en camino" todos los jodidos días a la misma hora.

Se llevó lentamente la taza de té verde a los labios y bebió lo poco y nada que restaba, en seguida levantándose del cómodo sofá y mirando con una expresión tan serena que ponía de los nervios al otro.

Era fiel a su creencia de que las cosas sucedían por algo y que, tristemente, el rubio ansioso frente a él discrepaba totalmente con ello. Aunque no es como si fuese algo que se pudiese evitar y pasar de largo, ya que, para él, de una u otra manera el destino ya estaba escrito y predicho.

— ¿Por qué no aceptas salir con él y probar qué tal? Parece gustarte tanto como tú le gustas a él, Lu, sal con él y si en realidad no estás interesado simplemente díselo.

La pequeña colita le tembló al oír las sabias palabras de su amigo, mas lograron hacerle llegar a la histeria máxima.

—Es fácil decirlo cuando eres un híbrido gato.

— ¿Qué tiene que sea un lindo y adorable gatito? Tanto tú como yo somos híbridos pasivos —dijo Baekhyun con un tono cantarín—, así que no veo por qué es diferente.

—Soy un  ciervo, Baek —intentó hacerle razonar, demasiado frustrado consigo mismo al no poder explicarse con palabras claras—, lo único fuerte de mi personalidad son los impulsos de huir cuando hay una amenaza latente.

—Y que un híbrido lobo esté interesado en ti es una amenaza latente. —murmuró con falsa preocupación, sonriendo cuando el otro bufó exasperado.

—No estamos hablando de un híbrido lobo cualquiera, Baek. ¡Es Oh Sehun!

Baekhyun rodó los ojos y se limitó a asentir con la cabeza mientras se dirigía a la puerta, sintiendo casi imperceptiblemente los murmullos de las personas fuera de la oficina.

—Es mejor que te apresures porque Oh Sehun ya bajó del ascensor.

Una vez fuera de la oficina, rió bajito ante el grito frustrado de Luhan, divisando al híbrido lobo que venía en su dirección con un aura tan atrayente que todos los que se encontraban en sus puestos de trabajo se le quedaban mirando con deseo puro.

—Vaya —murmuró, divertido con la situación—, creo que se acerca la temporada de celo.

Mientras tanto, Luhan intentaba esconderse en el armario de los documentos, casi lográndolo de no ser por sus no-tan-grandes astas.

—Maldición —puchereó, sintiendo los pasos de cierto individuo cada vez más cerca de su oficina—, soy ciervo muerto.

Con todo el pesar del mundo, salió del armario y ordenó su traje, el cual se había descolocado en su intento de huida, mientras esperaba a que la puerta fuese abierta y el dichoso personaje entrara de una vez por todas.

¿Por qué debía ser tan complicado? Sólo deseaba una vida tranquila y sin mayores percances. Sin embargo, ahí estaba: sufriendo un tipo de taquicardia a instantes antes de ver al condenado y guapísimo lobo acechador.

Y cuando finalmente una silueta imponente se asoma por su puerta, además de una penetrante mirada posándose sobre su pequeño cuerpo, sus rodillas le fallan y comienzan a temblar, dando por hecho que en cualquier momento cederían y le harían caer al suelo. Porque el híbrido lobo que acababa de entrar a su oficina, poniéndole el cerrojo a la puerta y observándole como la cosa más preciosa del mundo, era nada más ni nada menos que Oh Sehun, no sólo el híbrido más codiciado por todos, sino el dueño de toda su pequeña existencia.

Su corazón golpeteaba con fuerza y sentía sus mejillas arder gracias a la forma en la que le apreciaba y lentamente se acercaba, rompiendo su burbuja de espacio personal.

—N-no debe e-estar aquí —intentó sonar severo, claramente fallando—, lo prometió.

El más alto sonrió con ternura, dando unos cuantos pasos hasta que terminó a escasos centímetros de un tembloroso Luhan, el cual estaba batallando con sus propios pensamientos con tal de retroceder y poner distancia entre ellos.

—Escuché que hoy almorzaste con Zhang Yixing —su voz sonó seria, frunciendo los labios con molestia—. ¿Es verdad?

—No tengo por qué decirle si es verdad o no.

—Deja de hablarme formal.

—No.

—Luhan.

Y toda su seguridad se fue a la mierda.

Sehun miraba sin expresión al más bajo, a sabiendas de lo que aquello provocaba en éste.

Por su parte, Luhan forma inconscientemente un mohín en sus labios, cruzándose de brazos con una mirada fulminante hacia el más alto.

—No hagas eso.

Le fue inevitable no sonreír divertido.

— ¿Por qué?

—No puedo leerte y saber en qué piensas.

Una linda sensación acechó el estómago del híbrido lobo, impulsándole a tomar por la cintura a Luhan y atraerlo hacia su cuerpo mientras ignoraba olímpicamente sus quejas.

— ¡Prometiste no volver a hacer esto! —con sus manos puestas sobre el pecho contrario ejercía presión, fracasando con el objetivo de alejarse— ¡Deja de sonreír, estúpido!

Cuando ya lo tuvo a su merced, se inclinó un poco hasta llegar a su oreja y sutilmente lamió su lóbulo, encantado por cómo su ciervo temblaba entre sus brazos.

—Pienso en ti, Luhan, siempre lo hago.

¿Por qué debía ser tan débil y dejar que ese hombre le convirtiera en una auténtica jalea? Era malditamente apuesto, un pecado andante, sí; sin embargo, al menos para Luhan, aquello no le era tan relevante, sino su personalidad.

Su condenadamente encantadora y pegajosa personalidad. En definitiva aquello sería su ruina un día de estos.

—Sehun-ah —dijo con un tono lastimero, sin las suficientes fuerzas como para seguir luchando en vano y alejarse de su gratificante tacto—, ¿Por qué eres tan insistente?

Sehun se quedó en silencio, contemplando la preciosidad que tenía frente a sus ojos y desconectándose cada cierto rato por sus ansias de besar aquellos labios rojizos que desde el primer día lo tentaron.

Los minutos pasaron, minutos en donde ambos se analizaban el uno al otro con calma y detenimientos. No obstante, cuando el castaño sonrió ladino, Luhan evitó su mirada, cohibiéndose por lo guapo que era el lobo haciéndolo ese gesto.

—Porque se trata de ti, hyung.

Las mejillas del rubio se tiñeron de un suave carmesí y de sus labios escapó un jadeo, todo a la vista del más alto que comenzó con una batalla interna entre lo que quería su corazón versus su razonamiento.

No podía joder las cosas siendo tan osado, pero le resultaba malditamente difícil tratándose de Luhan.

El corazón del ciervo latía desbocado y lo hizo con más fuerza cuando, de pronto, se vio siendo estrechado entre los brazos de Sehun, quien escondió el rostro en su cuello e, inconscientemente, suspiró sobre la blanquecina piel.

Un pequeño acto que desencadenó una tormenta de sensaciones en el más bajo.

— ¿Por qué no me dejas estar a tu lado? —murmuró, encantado con el calor que emanaba el cuerpo foráneo.

Algodones de azúcar y pétalos de flores. Así es como Luhan ve su alrededor cuando Sehun le abraza con fuerza, reventando la burbuja de su espacio personal e ignorando cada una de sus protestas. Es tan molesto y hermoso a la vez que incluso se pondría a llorar.

—Entré a trabajar aquí para cumplir mis sueños, Sehun-ah, no para ser acechado por un terco lobo.

—Soy tu más preciosa serendipia.

—Terco y con ego, ¿Eh?

La risa del menor fue amortiguada cuando sus labios se posaron sobre la suave piel del cuello, a sabiendas que estaba traspasando los límites de una manera peligrosa.

Tal y como lo había pensado Baekhyun, la época de celo estaba a la vuelta de la esquina y los impulsos naturales para un alfa como Sehun eran incontrolables, sobre todo cuando estaba cerca de los híbridos que atravesaban aquella pasional —o peligrosa en algunos casos— etapa.

Y estar cerca de Luhan, la especie de ciervo sumiso por naturaleza, era una total odisea. Incluso ahora, mientras compartían un dulce momento, podía sentir como sus entrañas clamaban por enterrase en él.

—Hyung.

—Debo volver al trabajo. —intentó cambiar el tema, sabiendo lo que el menor le diría luego de ese "hyung".

—Soy tu jefe. —salió de su cálido escondite y miró con el ceño fruncido al rubio.

—Por lo mismo.

Sehun simplemente no lo entendía.

A sus veinticuatro años ya era uno de los híbridos más poderosos del país, sus raíces en una familia muy influyente y de élite. Además de su origen, en sí ser un híbrido lobo traía el éxito inminente, sea cual sea la condición social de cualquier individuo.

Hace mil años que la revolución se llevó a cabo, donde todos los híbridos creados en ese entonces lucharon por sus derechos y ganaron una batalla que creyeron jamás poder ganar. De allí salieron los primeros presidentes híbridos en todas las naciones del mundo, todos lobos; los expertos en liderazgo, los más feroces y fuertes, y los que más le brindaron la sensación de seguridad al mundo entero.

Desde aquél entonces los lobos se convirtieron en seres de éxito, fama y millonarias cantidades de dinero, velando por el bienestar de cada nación y que los derechos de todas las especies fueran igualitarios.

En el actual año 3105, el mundo era un lugar próspero y lleno de paz, habitado en su mayoría por variadas razas de híbridos que debido a la naturaleza animal de procrear, independiente del sexo, llevó a mucho trabajo científico que finamente culminó en especies de machos que podían concebir vida.

Gracias a ello la época de celo era muy arriesgada para aquellos que no tienen en sus planes tener crías, ya que las pulsaciones y las hormonas logran un efecto tan cegador que todo se prioriza en la necesidad de saciar el deseo carnal.

Sehun es consciente de que muchos individuos de diferentes especies, no sólo las omegas del linaje lobuno, tiene los ojos puestos en él, esperando la época del celo para seducirlo y conseguir llevar a cabo el acto más placentero en sus vidas: el sexo.

Y allí está lo desconcertante: Luhan es un ciervo que tiene el celo y, al contrario de todos, le repele como si fuese la mismísima peste.

¿Por qué su encanto natural no le afecta? ¿Por qué huye de él?

Tantas preguntas que se arremolinan en su mente que siente que en cualquier momento ésta explotará.

No obstante, al contrario de lo que muchos alfas como él pensarían, la evasiva del mayor lo atrae mucho más de lo normal y de cierta manera le encanta que él sea diferente, que sea especial.

Podría estar rotundamente equivocado, pero sentía que Luhan era su verdadera pareja, el otro lado de su hilo rojo, el amor de su vida y alma gemela a la vez.














Llegó a casa exhausto, dejándose caer en su cama como peso muerto a la vez que múltiples suspiros salían de sus labios.

Llevaba poco más de un año trabajando en esa agencia de modelaje y, por ende, llevaba la misma cantidad de tiempo siendo acosado por Oh Sehun.

Más de un año repitiendo la misma rutina, más de un año siendo víctima de la gran personalidad del otro híbrido, más de un año sintiendo ese molesto cosquilleo en su estómago que le robaba las fuerzas.

Sabía lo que significaba, no era tonto, sin embargo, estar con tal hombre cómo lo era Sehun no estaba en sus planes.

El día después de año nuevo, su madre comenzó a hostigarle para que consiguiese un buen ciervo y le diera nietos, usando sus muy queridos veintiséis años como pretexto.

«Es la hora, Hannie. Luego serás todo un viejo y todo será más difícil» Le intentaba hacer razonar una vez por semana, recordándole una y otra vez que sus años de juventud ya eran historia.

Era un adulto que estaba cerca de sus tres décadas de existencia. ¿Por qué siquiera aún no tenía una pareja estable? A su edad, la mayoría de los híbridos ciervos ya estaban emparejados y cuidando a sus crías. La minoría, en la cual estaba él, era comúnmente vista como los híbridos solitarios, donde nueve de cada diez terminaba muriendo solo y olvidado por sus pares.

Él no era solitario, ¡Siempre estaba rodeado de gente! El único problema era su indecisión con respecto a lo que quería para su futuro: ¿Seguir lo que decía su corazón o lo que era correcto para su especie?

Las relaciones entre distintos tipos de híbrido no era mal vista, incluso era algo normal. No obstante, aquellas parejas no siempre tenían un futuro próspero. A veces el temperamento era más importante que el amor, destruyendo toda esa confianza y cariño con tal de demostrar quién de los dos es más fuerte.

Si bien él no era alguien muy caracterizado por la palabra fuerza, tenía una personalidad contraria a la mayoría y eso más de alguna vez le causó serios problemas.

¿Cómo iba a estar con alguien de otra especie si apenas lograba congeniar con los suyos?

Allí la cuna de sus miedos y de su rechazo al amor que Sehun deseaba darle, aparte de que éste merecía algo mejor, como una hermosa loba que le pudiera dar cachorros manteniendo el linaje.

Rodó por la cama, frustrado consigo mismo y con la vida.

Era mejor así: Sehun con alguien que valiera la pena y le prometiese un buen futuro mientras él se resignaba a salir con alguien de su especie, empezando por el carismático Zhang Yixing.

«Es lo correcto para todos, es lo correcto para todos, es lo correcto para todos...»









mañana subo la segunda parte ( ͡° ͜ʖ ͡°)

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