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23

Habían pasado unos cuantos días desde que Jimin había recibido aquella carta de su padre, y no había parado de pensar en ella.

¿Cómo puede dejar de pensar en eso? Odiaba realmente siquiera considerar si ir a la reunion.

En fin.

Estaba en su turno nocturno en el bar haciendo tranquilamente unos cuántos cócteles que habían pedido, pues esa noche había sido serena y no había mucha gente.

En la pantalla se mostraban canales que estaban siendo constantemente cambiados por un grupo de tres chicas sentadas en una mesa para cuatro.

—¿Viste al bartender?¡Es el de los rumores con Jungkook!

Murmuró una de las chicas para su grupo de amigas.

—Debo de admitir que está extremadamente guapo, ¡Mírenlo, parece un ángel!

Comentó otra de las chicas.

—Creo que lo vi en la pantalla de World Editorial, pero no se si es el mismo.

Una pelinegra habló mientras seguía cambiando los canales sin parar.

—¡Oh dios mío, si es!

Chilló la rubia al recordar la foto de World editorial.

—¡Shhhh!

Dijeron en conjunto su grupo de amigas.

—Lo siento.

Susurró.

Jimin se acercó con los tres cócteles en una bandeja y los sirvió con delicadeza.

—Que disfruten.

Les regaló una leve sonrisa antes de regresar a su puesto a seguir trabajando.

—¿Por qué un bartender saldría en la pantalla de una editorial tan prestigiosa como esa? No creo que Jungkook haya influido en eso.

La castaña del grupo opinó mientras tomaba su mojito con lima que había ordenado.

—Si sí es el de la editorial, creo que es por su familia, mi tío trabaja ahí y como me dijo, parece ser de una familia acomodada.

La pelinegra volvió a hablar antes de darle una probada a su martini sucio que había estado esperando con ansias.

—Vaya, aparte de guapo, rico.

La rubia sonrió mientras tomaba su margarita imaginado si alguien pudiera ser más perfecto y conveniente.

—¿Pero si es rico, porqué trabaja de bartender?

—¿Pasatiempo, tal vez?

La peli castaña respondió.

—Si yo tuviera familia rica, no trabajaría, ni siquiera por diversión, ¿por qué no se dedica a ser modelo? Claramente tiene las conexiones para triunfar en ese mundo.

La pelinegra habló antes se sonreír con diversión.

—Nunca lo sabremos.

La castaña intentó llamar a Jimin, intentando que ese sea el bartender que las atienda, el cual, al ver que lo llamaban, se acercó enseguida.

—¿Desean alguna otra cosa?

Preguntó con educación.

—Si, podría traernos un mojito de fresa, una margarita de piña y un Miami beach, por favor.

—Por supuesto.

El rubio dio una leve reverencia y se retiró para realizar los pedidos correspondientes.

Jimin en toda la noche se había extraño, la idea de ir o no ir a la casa de su padre lo estaba matando internamente, no dejaba de pensar en que pasaría si fuese y que pasaría si no.

No quería parecer un completo cobarde a los ojos de su "padre", ya había logrado tanto que no ir sería aceptar que el ganó de alguna manera.

Pero ¿Qué ganó? Ni el mismo Jimin tenía la respuesta a esa pregunta, pero de alguna manera sentía que su padre ganaba de alguna forma si no iba, y el aborrecía esa idea.

Terminó de preparar el último cóctel de la mesa siete, y puso los tres cócteles en una bandeja.

Dejó los tres pedidos en la mesa y se dispuso a regresar a su lugar pero la voz de la misma chica que había pedido los cócteles lo detuvo.

—Disculpa, ¿Hay cerveza?

Preguntó y Jimin asintió.

—¿Podría traernos tres, por favor?

Y el rubio volvió a asentir.

Y así estuvo el resto de lo que quedaba de la noche y madrugada, y lo curioso es que ese mismo grupo de chicas los llamaban muy a menudo para pedirle los mismos cócteles u otros similares.

No las juzgaba, pues ese era su trabajo y no podía no hacerlo, pero se sentía extrañamente incómodo al ir a esa mesa, sentía las miradas algo intensas al ir allí, pero solo se enfocó en hacer los cócteles correctamente.

Las horas pasaban y su turno había acabado, se dirigió a la sala en la que los empleados guardaban su pertenencias para agarrar las suyas e irse.

—¡Hasta mañana, Jimin-ah!

Se despidió su compañero con una cálida sonrisa algo agotada,a lo que el se la devolvió.

—Hasta mañana.

Salió de la sala mientras veía su celular, Jungkook le había enviado un mensaje diciendo que pasaría por el cuando acabara su turno para ir con el a casa.

Jimin sonrió levemente antes de acercarse a la puerta para abrirla, curiosamente, el grupo de chicas estaba acabando de pagar la cuenta y dos de ellas se dirigían hacia la puerta.

Jimin salió del bar y empezó a caminar un poco hasta llegar a la esquina de la calle, pues ahí Jungkook solía estar las pocas veces que había ido por el al trabajo.

Sintió unas miradas pero cuando volteó solo eran las tres chicas mirando hacia su celular, suspuso que pidiendo un Uber.

Regresó la mirada hacia el frente y se encontró con la gran camioneta de Jungkook llegando hacia el lugar en donde el estaba parado.

Sonrió y agitó la mano levemente en forma de saludo, a lo cual la ventana del copiloto fue abierta.

—Sube, cariño.

Jimin sonrió y abrió la puerta, Jungkook había empezado a llamarlo de ciertas formas y eso le causaba algo de felicidad, pues la última vez que alguien lo había llamado de una manera similar fue su madre, y eso había sido hace demasiado tiempo.

Cerró la puerta feliz y Jungkook empezó a manejar.

Todo estuvo perfecto para ellos, pero solo hubo un problema.

Una cámara de cierto celular había captado aquella escena.

Me disculpo si hay faltas de
ortografía o fallos en algún
guión, jsjsj estoy con sueño xd

Espero les haya gustado <3

[♤♡]

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