—Jimin-ah, ¿Estás bien?

Preguntó un compañero bartender al rubio, ya que lo notó decaído, algo poco común en el sonriente chico.

—Si, solo que estoy...cansado, de nuevo...

Susurró lo último sin dejar de limpiar las copas de la cava de vino principal.

—No te preocupes, hyung, tu turno ya mismo termina.

Sonrió a lo que Jimin le devolvió una sonrisa, le encantaba que su compañero fuera tan hogareño con el, lo hacía sentir como en casa, aunque esté trabajando.

—A ustedes los buscaba.

El dueño del enorme bar sonrío al ver a ambos bartenders.

—Seré breve, hay dos vacantes para meseros en una boda en la cual me pidieron personalmente que lleve a mis mejores bartenders, y ustedes son los que quisiera, completen el grupo elegido. ¿Qué dicen?

Ambos bartenders se miraron entre si con una cara de sorpresa, y es que el bar solo asistía a eventos muy exclusivos, y al ser personalmente pedidos como bartenders por el jefe, era un completo honor.

—¡Por supuesto!

—¡Claro!

El jefe de ambos sonrío y extendió un itinerario para cada uno, en donde contenía la información que debían saber para ese día.

—Será en una semana, así que pueden tranquilamente leer el itinerario, al final está el acuerdo del pago extra por este servicio.

Ambos asintieron con una sonrisa y dieron una que otra reverencia a su jefe, quien se despedía de ambos.

Avanzaron directamente a la última hoja de la carpeta, y sus ojos se abrieron por la gran cifra que se encontraba escrita en aquella hoja.

—S-son 100 mil por hora.

Su voz sonó entrecortada por la cantidad total en el día.

—¡Son casi 700 mil por nuestros servicios!

Jimin sonrió ante la emoción de su amigo, y no iba a negar que el no estaba muy feliz también, pues con 500 dólares podía cubrir algunas deudas pendientes por su pequeña casa, y tal vez, reparar algunas cosas de ella.

—Y hay un pago aparte por la noche, en la cena.

—Dios, ¡ganaremos casi un millón de wones en un solo día, hyung!

El rubio sonrió al igual que su lindo compañero, ese que siempre lo ha animado y ayudado en todo lo que estaba a su alcance. El chico saltaba de felicidad, y Jimin estaba muy contento leyendo el itinerario.

Caminó hacia la salida de aquel bar con sus cosas en su pequeña mochila negra, pues su turno había concluido a la perfección.

Abrió la puerta y pudo ver como gotas caían de cielo sin parar.

—Maldición.

No tenía una sombrilla a la mano, traía documentos importantes en su mochila y además no podía arriesgarse a pescar un resfriado.

Pasó su pequeña mano por su frente con algo de frustración, y volvió a entrar al bar. Pensó por unos segundos mientras daba pequeños pasos hacia la barra y un el foco de su cabeza se encendió.

Objetos perdidos.

Caminó por el pasillo hasta llegar a la sala del conserje, abrió la puerta y ahí pudo ver la caja de objetos perdidos, esos que dejaban los borrachos cuando se iban olvidando aquellos objetos.

Rebuscó por las cajas hasta que halló una sombrilla transparente en un excelente estado.

Vaya que tuvo suerte.

—Gracias Dios.

Salió de la sala del conserje con una gran sonrisa dispuesto, ahora si, a irse a casa. La mirada de Jimin se posó en aquel rincón donde las cosas habían iniciado.

Sacudió su cabeza sacando todos esos recuerdos y a paso rápido salió de aquel gran bar.

Los recuerdos lo atormentaban, y aunque fue menos de un mes, las cosas que pasaron en esas semanas fueron un golpe para Jimin.

Y aunque la culpa no era solo de Jimin, el se sentía frustrado, y no faltaba las veces en las que el se sentía usado, todavía.

Se regañaba mentalmente sin parar por no olvidar todo lo que le hacía mal, se regañaba mentalmente por no haber pensado mejor.

Se regañaba mentalmente por haber agarrado esa bendita guitarra.

Muy malo, lo se, pero
se viene el drama
lsjdksjs

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