
Capítulo veintiocho
La semana transcurrió, y yo regresé a mi antiguo vivir, es decir, antes de la creación de aquél blog.
Todos los días caminaba por los pasillos, todos chocaban conmigo y yo continuaba escuchando rumores de otras personas en los pasillos.
Solo hablaba con Mel y Hoween, y muy pocas veces con los amigos de Justin.
Sí, amigos.
Me enteré que ellos hablaron y pudieron arreglar las cosas. Aunque no sé con exactitud de lo que charlaron, sin embargo, todo está bien entre ellos.
Cómo dije, todo volvió a ser cómo antes.
¿Intenté hablar con Justin? Muchísimas veces, más de lo que creí.
Al principio, comencé con las llamadas y mensajes, cada una de ellas fueron ignoradas.
Luego intenté encontrarme con él en algún lugar, en simples palabras, lo seguí. Y aún así, él continuaba ignorándome.
¡Obviamente él sabía que yo estaba siguiéndolo!
La palabra cuidadosamente, no está en mi diccionario.
La primera vez, realmente fue un asco, él iba caminando por el patio trasero, mientras observaba su celular, y yo, bueno, caminaba a tres metros o tal vez más alejado de Justin.
En fin, me distraje observándolo, o más bien, su trasero me distrajo y terminé chocando con un árbol, dejándo mi nariz hinchada y roja.
¿Lo peor? Justin me observó, y solo sé mantuvo allí, por unos segundos, para luego retirarse. Pero luego llegó mi nostalgia, porque reconocí aquél árbol, fue donde ambos subimos y nos mantuvimos allí por largas horas, él con su disfraz de dinosaurio.
Y así, muchas cosas más ocurrieron, no obstante, él seguía con la ley del hielo. Magnífico.
—Arizona, sí te mantienes allí, estoy segura que el sofá tendrá la forma de tu trasero —habló Mel, mientras bebía de su soda y sé sentaba a mi lado.
—No tengo trasero.
—Te daría un poco, pero tampoco tengo —sacó su labio inferior.
—Mel, ¿vienes a ver mi ridícula y triste vida? —pregunté, rodando mis ojos.
—Sí —contestó, pero al ver mi rostro sin rastro de gracia, cambió de opinión—. Bueno, no, más bien, quiero sacarte de tu ridícula y triste vida.
—No quieres hacer eso.
—No, la verdad es que no, solo vine porque pedí pizza y pronto llegará —se encogió de hombros.
—Te detesto —reí, chocando mi hombro con el de ella.
—Me amas.
—Sí, lo hago —sonreí levemente.
Ella sonrió y sé acercó a mi, abrazándome.
—No me gusta verte así, Ari —susurró y de inmediato cerré mis ojos.
—Lo sé —respondí en voz baja.
—¿Sabes lo que pienso? —negué lentamente—. Bien, tú tal vez cometiste un error, pero él también lo hizo y lo sabes. Él debería de estar mal por todos los corazones que rompió. Sin embargo, tú estás aquí, lamentando tu vida —soltó un suspiro y acarició mi cabello—. Lo que quiero decir, es que intentaste retomar su amistad, pero ya no funcionó. Él sé pierde a la enorme chica que eres. Además de la belleza que posees.
—¿Sabes qué tus palabras no me animan?
—Lo sé.
—De igual modo, gracias por admitir que soy hermosa, aunque ya lo sabía, pero gracias —reí, separándome de ella.
En aquél instante, el timbre sonó, Melanie saltó en su sitio y alzó sus brazos.
—Paso, tú pagas —dijo, acomodándose en el sofá.
—¿Qué? Pero es tú pizza.
—Sí, pero serás tú quién termine discutiendo por quién se quedará con el último pedazo de pizza —respondió.
Sin responder, me levanté de mi sofá, donde había permanecido las últimas tres horas, fui hasta mi cuarto y tomé mi dinero para luego volver y abrir la puerta.
Lo que me sorprendió fue quién se encontraba tras de ella.
July estaba allí, a solo centímetros de mi.
—¿Hoy está lloviendo? —abrí mis ojos—. ¿Habrán relámpagos y yo no me enteré? Rayos. Ay no, rayos no.
July rodó sus ojos y cruzó sus largos y finos brazos bajo su pecho.
—No y no —habló—. Necesito hablar contigo.
—¿Conmigo? ¿Yo? ¿Arizona?
—Sí —suspiró—. Será algo corto.
—¿Está bien? —dudé por unos segundos, pero de igual modo guardé silencio—. ¿Ya terminaste?
Ella nuevamente rodeó los ojos, pero ahora comenzó a jugar con su brillante y rubio cabello.
—¿Puedo ingresar? —preguntó, apuntando hacia mi habitación.
—Por el bien tuyo, no. Está Melanie adentro y de aseguro que sacará alguno de tus implantes.
—Ignoraré lo último —suspiró—. Sólo quiero decirte que, ya eliminé el blog. Todo que tenga que ver con él, está completamente borrado.
Enarqué mi ceja y la observé dudosamente. ¡Por supuesto qué iba a dudar! Estamos hablando de July, quién quería que mi blog saliera a la luz.
—¿Por qué hiciste eso? —pregunté.
—Me di cuenta del error que cometí. Bueno, de muchos errores que llegué a cometer. El principal, intentar conquistar a alguien quién ya tiene una chica para sus ojos.
—Yo no era la chica de Justin —murmuré, bajando mi mirada.
—No, pero él lo sentía así. Solo fue un maldito capricho por mi parte. Cómo no obtuve mi atención necesaria, debía de hacer algo para recuperar a Justin. Vi aquél blog y me obligé a buscar el creador —se encogió de hombros—. También lo siento por meterme en su relación y que terminara así.
—Aún no creo que estés aquí y menos creeré tus palabras —dije, porque sí, nadie creería que July en estos instantes está aquí, pidiéndome perdón.
—Está bien, te entiendo. Pero, deseaba que escucharas mis disculpas —se alejó de la puerta, soltando un suspiro—. Una última cosa.
—Dime.
—No pierdas las esperanzas y sigue intentándolo con Justin.
—Él me ignora —la hice saber.
—Solo sigue, o tal vez, él llegará a ti.
Luego de decir aquello, comenzó a alejarse, pero antes de desaparecer por los pasillos, la detuve, debía de aclarar mi duda.
—¿Cómo te enteraste de la contraseña del blog? —pregunté y vi cómo ella se detuvo.
—Vamos, Ari, es fácil adivinar —rió—. Sólo tú pones de contraseña JUSTINVIH.
—Diablos —exclamé, sacando mi labio inferior.
—Espero que cambies tus contraseña de tus redes sociales, alguien podría hackearlos.
—¿Uhm?
—Solo bromeaba.
Ella se alejó y yo ingresé nuevamente. Melanie estaba a centímetros de mi, a la nada de rozar nuestras narices.
—¿Por qué July estaba aquí y por qué mi pizza aún no llega?
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Solo quedan dos capítulos:(
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