Capítulo catorce
Cuándo un líquido impactó con mi rostro, de inmediato abrí mis ojos viendo el rostro de satisfacción de Melanie.
—Ya son las una de la madrugada, levántate —dijo, girándose y caminando hacia el espejo, para arreglar su maquillaje.
—¿Qué? —me quejé, volviendo a apoyar mi cabeza en la almohada húmeda.
—Hoy tenemos fiesta, nena —me recordó—. Y es la hora perfecta para ir.
—Pero yo quiero dormir —bufé, cerrando mis ojos.
—¡No! Nena, por favor, vamos —sacó su labio inferior—. Hoween me invitó especialmente, tenemos que ir.
—¿Tan rápido? —pregunté extrañada.
—Cuándo dos personas sexys se juntan, no hay tiempo que perder —habló completamente emocionada, para luego aplaudir—. ¡Arriba, Ari!
[...]
La música se escuchaba desde que habíamos salido de nuestro cuarto. Sí, estoy exagerando.
Cuándo ingresé a la gran mansión de Bianca, rápidamente quise salir de allí al oler el tabaco, junto al alcohol y la música al punto de rebentar mis oídos.
Sí, estoy de mal humor porque yo en estos instantes debería de estar durmiendo.
—¡Allá está Hoween! —apuntó, chillando—. Bien, sí estás teniendo sexo con alguien, me llamas, quiero ser la primera en felicitarte.
—Cállate —escupí.
—¡Te amo, mi amor! —se despidió y literalmente corrió hacia Hoween.
Bien, es ahora cuando estaré sola hasta las cinco de la mañana. Perfecto.
Caminé hasta la pista de baile, bueno, toda la casa lucía cómo pista de baile. Tuve que pasar por allí, chocar con pechos o amigos abultados, llegar al punto de oler axilas y también algunos piropos de borrachos.
Cuándo salí de allí, caminé hasta algún sofá desocupado, suspiré al ver cómo todos ellos lo estaban, ahora me sentaré y cerraré mis ojos, para luego despertar e ir a mi cuarto.
Les explicaré un poco sobre mi hospedaje en la universidad. Allí me dieron la opción de literalmente vivir ahí, obviamente para las vacaciones debía de ir a mi casa, pero los fin de semana, podía quedarme. ¿La razón?
Vivo algo lejos de acá, y la verdad es que le acostumbré a la ciudad y no tengo problema con el tema de; familia lejos.
En fin, cuándo mis ojos estaban a punto de cerrarse, un fuerte golpe a mi lado hizo que despertara.
Observé a mi lado y estuve a punto de vomitar, no exagero.
Una pareja completamente desconocida, literalmente estaban teniendo sexo con ropa a mi lado.
Iugh, creo que vi una lengua.
No puedo tener más mala suerte en el día de hoy.
—Sí quieres podemos hacerlo también, eso sí, quiero en una habitación —rieron a mi lado.
Olvídenlo, sí puedo tener aún más mala suerte.
—¿No me puede dejar tranquila?
—Que bella eres —dijo, riendo nuevamente.
Fue allí cuándo comprendí, Justin estaba borracho.
—No me digas qué te tendré que soportar toda la noche —me quejé, sentándome recta y masajeándo mi nuca.
—Sí quieres podemos hacer otra cosa, bebé —volvió a reír.
Sentí cómo sé levantó, para luego tropezar con algo y volver a reír. Lo observé, fruncí mi ceño cuándo lo vi acercarse.
Él me sonrió a lo grande, seguido de aquello, se sentó en mis piernas.
Jesús, una ballena está encima de mi cuerpo.
—¿Qué haces, maldito idiota? —chillé, intentando alejarlo de mi.
—Mhm —ronroneó, moviendo su nariz a mi cuello—. Hueles a césped?
¿Es posible oler a césped? No lo sé, pero él volvió a reír.
—Vamos, no eres gato —sacudí mis manos, ya estoy desesperándome.
—Me gustan las vaquitas —murmuró, cómo un nene pequeño.
—Por tu peso, tú luces cómo una —rodeé mis ojos y me quejé al ya no sentir mis piernas.
—América —diablos, volvemos al punto en el que no recuerda mi nombre—. Gracias por aparecer en mi vida —sollozó—. Eres tan dulce, siento que te amo. Pero luego me golpeas y sé me pasa.
Reí al ver cómo pequeñas lágrimas caían de sus ojos.
Utilicé todas mis fuerzas y lo empujé de mis piernas, no sé cómo hice, pero él cayó de mis piernas para luego impactar en el suelo.
Hasta a mi me dolió escuchar el golpe.
—¿Te sientes bien? —pregunté, esperándo a que mis piernas volvieran a la normalidad.
—En estos momentos no te amo.
Solté una carcajada y me levanté para ayudarlo. Él lo hizo y rápidamente rodeó mi cuello, acercándome a su cuerpo.
—Tampoco es necesario que estémos tan juntos —bufé, nuevamente intentando alejarlo.
—Ahora es cuándo nos besamos —susurró, tomando mi rostro con ambas manos.
—¿Qué estupidez harás, Bieber? —mascullé.
Pero él no respondió, tenía sus labios extendidos y mi rostro estaba cogelado en sus manos.
Para mi suerte, él besó mi frente y sé alejó sonriendo orgulloso.
—Ahora podré decir que besé a Arizona —noté cómo sé sonrojó—. Tus labios son muy suaves, dulzura.
Reí al escuchar sus palabras y ver su sonrojo. Nunca pensé ver la parte tierna de Justin en su estado borracho.
Debo de admitir que me agrada más éste Justin.
—Lo mismo digo, Justin —mentí, y reí aún más al ver su rostro completamente rojo.
Él apoyó su mano en mi hombro y tomó su cabeza, cerrando sus ojos.
—Creo que estoy algo mareado —susurró.
Lo observé por unos largos segundos, de la nada, él se acercó a la esquina de un sofá y vomitó todo lo bebido.
Vamos, no soy de esas personas que sé acercan y le brindan ayuda. Porque la que terminará vomitando, seré yo.
Así que, me quedo aquí, observando su trasero levemente levantado.
¿Qué? Hay que admitir que el chico tiene un buen trasero y hay que admirar las bellezas humanas.
Luego de unos cinco minutos o menos él se levantó.
Su rostro ya no estaba rojizo, más bien éste se encontraba pálido.
—Haré mi obra de caridad del día —avisé, acercándome a él—. Te llevaré a tu habitación.
—¿Y qué haremos allí? —rió ronco, moviendo sus cejas de arriba hacia abajo.
—Golpearte sí sigues coqueteándome.
Él no respondió, así que hice que su brazo rodeara mi cuello y yo pasé mi brazo por su cincura, así comenzamos a caminar.
De pronto, él comenzó a acariciar mi cabeza, y gimió levemente.
—Nunca en mi vida había tocado un pecho tan grande.
Alejé su mano de su cabeza y la golpeé, para luego continuar caminando.
📍📍📍
No tardé tanto en subir, me siento orgullosa🌚💖.
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