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Septiembre, 2019.

El taxi en que viajábamos  se detuvo en un semáforo en rojo. Fuera caía una leve llovizna y casi hubiera preferido estar allí, empapada y hecha un Cristo, antes que el interior de aquel vehículo. En un muy desafortunado giro de las circunstancias el TBYAQIRLH había terminado sentado junto a mí. De hecho, nuestros hombros se tocaban con cada movimiento del auto. Lena y Faith charlaban distendidamente, ajenas al remolino de destrucción que estremecía mis pensamientos. Todavía no entendía por qué el TBYAQIRLH no había contado lo ocurrido entre los dos; cuando lo ví aparecer estaba segura de que montaría un espectáculo e intentaría dejarme como la mala del cuento, pero no, él había actuado como si fuésemos completos desconocidos.

Aquello me inquietaba de sobremanera, tenía la sensación de que jugaba con desventaja, de que el TBYAQIRLH me tenía en la palma de su mano. Y no me gustaba en lo absoluto esa posibilidad.

—¿Puedes creerlo? —me preguntó Lena emocionada— La discoteca a la que vamos tiene siete pisos, cada uno dedicado a un género musical. Además hay otra planta de karaoke, si convencemos a Faith de que se nos una podríamos hacer una impresionante versión de "Lady Mermelade" o "Bang Bang".

—Estaría bien —repliqué con sequedad, incapaz de ocultar la mala leche que me carcomía por dentro.

La que se suponía iba a ser una noche de chicas, baile y dioserío, había sido arruinada antes de siquiera comenzar. Y todo gracias a ese tipo altísimo, delgado y de ojos azules que parecía tener una alarma que sonaba cada vez que estaba feliz.

—¿Te gusta cantar? —le preguntó a Lena el aludido.

Resoplé, cualquier hubiera pensado que aquel chico de aspecto noble y voz grave era inofensivo, pero, por suerte, a mí no lograba engañarme con su pantomima.

—Me gusta todo lo relacionado con ser una estrella del pop. Eso incluye bailar, cantar y componer. —Su voz adquirió ese brillo especial que sólo aparecía cuando hablaba de música— ¡Mi sueño es ser la próxima Madonna!

—Ese es un gran sueño. —concordó el TBYAQIRLH— Me encantaría leer algo de lo que has compuesto un día de estos.

Abrí la boca, indignada ante lo que estaba presenciando. Si es que lo había calado desde el principio; bajo el aparente buen carácter se escondía una persona fría y calculadora, que lo estaba haciendo todo aquello para ganarse a Lena y ponerla en mi contra.

—Me encantaría —respondió mi mejor amiga. La pobre no era consciente del tipo de gentuza a la que se enfrentaba.

—¡No puedes enseñarle tus composiciones a un desconocido! —protesté, no podía permanecer en silencio mientras la veía caer en sus redes— ¿Y si él es un embaucador de chicas jóvenes con talento artístico? ¡Podría robar tu material y publicarlo como suyo!

—No digas estupideces —me regañó mi amiga mientras tanto Faith se deshacía de la risa—. No conoces al chico de nada.

—Precisamente por eso te digo que no confíes en él. Además, tengo un mal presentimiento... ¿Acaso no confías en mi criterio?

—Lo cierto es que no.

El TBYAQIRLH dejó escapar una sonora carcajada al escuchar la contestación de la que se suponía era mi mejor amiga. Por un instante me quedé ensimismada escuchándolo reir. ¡Por la suprema Cinder! No debería ser moralmente aceptable tener una risa como aquella: aniñada pero con el punto justo de madurez, efervescente hasta el punto de tentarte a reír con él. Era una risa digna del héroe de un clásico de Aventura. Me recriminé al percatarme de lo que estaba haciendo. No era posible, aquel  esperpento se estaba burlando de mí en mis narices y yo... ¿me ponía a pensar en lo bonita que era su risa? No obstante, lo importante era que con risa o sin ella, el TBYAQIRLH volvía a estar en mi punto de mira.

Estuve de morros el resto del camino. Estaba enfadada con Lena por su vil puñalada trapera, con el TBYAQIRLH por su mera presencia y conmigo misma por no ser capaz de hacer o decir nada sin delatarme. Me bajé del taxi la primera y me apresuré a alejarme. El bar al que Faith nos llevó era francamente impresionante, incluso yo tuve que reconocerlo en medio de mi enfado. Un alto edificio repleto de pantallas iluminadas con luces de neón rojas y azules que hacían imposible no admirarlo. Había una amplia cola para entrar, pero gracias a que Faith conocía al tipo de seguridad pudimos entrar de inmediato. No me pasó desapercibida la mirada amenazante que el TBYAQIRLH le dirigió al pasar.

Ya en el interior, las chicas comenzaron una acalorada discusión sobre a qué piso ir primero. Me mantuve al margen de su conversación; mi humor era negro, y se oscurecía otro poco cada vez que le veía el rostro al TBYAQIRLH. De repente, Lena interrumpió su charla con Faith y se volvió hacía mí.

—Disculpadme, necesito hablar a solas con mi amiga —Ella me tomó de la mano y me arrastró a una esquina apartada— ¿Qué pasa contigo?

—Absolutamente nada, estoy teniendo una divertida y agradable noche. ¿No es evidente en lo risueño de mi expresión?

—Ahórrate el sarcasmo y la mala leche. Y si este numerito es por la presencia del hermano de Faith, que sepas que estás siendo una exagerada. Tampoco esperaba verlo aquí, pero no voy a permitir que un detalle como ese arruine mi noche. No puedes amargarte cada vez que te toque compartir con alguien que te de malos pensamientos.

Me disponía a protestar, pero lo cierto es que Lena tenía la mayor parte de la razón. Bajo su punto de vista no había ninguna razón para que la presencia del TBYAQIRLH me resultara intolerable, y aunque en ese sentido estaba justificada, no era menos cierto que la mejor forma de vengarme era pasándolo mejor que nunca, bailar como la reina que era y pasar de él como de la mierda seca.

—Tienes toda la razón —reconocí—. ¿Aún estoy a tiempo de apuntarme a vuestro numerazo de Lady Mermelade? Sería una Christina Aguilera fabulosa.

—Y una mierda, Cristina Aguilera es mía. Puedes ser P!Nk si quieres.

Regresamos con los demás, y finalmente decidimos comenzar la noche en el piso dedicado a la música pop. Nuestra entrada, como no podía ser de otra forma, fue apoteósica; las tres bajamos las escaleras caminando como diosas desterradas a la tierra, pisando con decisión; el viento ondeó nuestros cabellos como en cualquier presentación eurovisiva con una diva potente. Un poco más de perfección, y los pobres que habitaban la discoteca hubieran quedado traumados de por vida. Sonaba "4 Minutes" de Madonna y Justin Timberlake, y Lena se lanzó al piso en una coreografía digna de película de baile callejero. Daba vueltas y ejecutaba piruetas como si aquello fuera coser y cantar, mientras los demás la observábamos con la peluca en Marte. Faith y yo le seguimos el ritmo en la medida de nuestras personalidades, pero disfrutamos al máximo. En la siguiente media hora lo dimos absolutamente todo, mi cuerpo se cubrió de una fina capa de sudor y mi corazón se aceleró. Cuando creí que la noche no podía mejorar más, comenzaron los primeros acordes de "Power" de Little Mix, unas maravillas absolutas por cierto. Una chica baja y de facciones asiáticas se nos unió, y las cinco movimos como fieras escénicas motivadas por la poderosa melodía.

Ya le hubiera gustado a Beyoncé tener un ápice de nuestro diverío.

Mientras nosotras bailábamos, el TBYAQIRLH se dedicó simple y sencillamente a observarnos. El tío llegó con un par de narices, compró una docena de latas de Coca Cola, y se sentó en una mesa vacía con vistas a la pista de baile. Una que otra chica se le acercó en el rato, pero ninguna tardó más de un minuto en huir con cara de espanto. A saber lo que ese impresentable les decía. En más de una ocasión me detuve, incómoda por el peso de su mirada. Lo más raro fue que siempre lo pillaba mirándome, no a Lena o a su hermana, sino directamente a mí. Consideré la posibilidad de que fuesen simples imaginaciones mías, a lo mejor mi suficiencia había llegado a tal punto que creía que el resto del mundo giraba en torno mío.

Pero no, sentía sus ojos azules sobre cada uno de mis movimientos. Puse cara de asco. ¿Qué plopus le pasaba? ¿Qué tenía en mi contra? Y la cuestión más importante: ¿Cómo se las arreglaba para beber tanto sin ir al baño? Dispuesta a responder aquellas incógnitas, y aprovechando que Lena y Faith estaban distraídas bailando, caminé hasta la mesa del TBYAQIRLH.  Él me miró por encima del hombro, con suficiencia; lo ignoré y me abrí un sitio a su lado casi a la fuerza. Nos analizamos mutuamente y, contrario a mis pronósticos, él no parecía enfadado por mi presencia. Su rostro dejaba entrever curiosidad y otra emoción desconocida.

—¿Por que no le has contado a las chicas lo ocurrido entre los dos? —pregunté.

—Porque no me apetece volver a estar en tu punto de mira —replicó él con naturalidad—. No te conozco de mucho, pero nuestras interacciones me han bastado para saber que eres alguien a quien no conviene tener como enemiga. Si de mí depende quiero llevar la fiesta en paz.

—Una decisión inteligente —apunté con desconfianza—. Yo también espero lo mismo, aunque preferiría que no volviéramos a cruzarnos después de esta noche. No sé puede decir que tu presencia me sea agradable, vamos, que me caes mal.

—El sentimiento es mutuo —apostilló el con los ojos encendidos de la rabia.

Lo miré con superioridad, era consciente de que estábamos a punto de comenzar una nueva discusión y, si era honesta, me importaba tres pepinos . El TBYAQIRLH dejó escapar una sonora exhalación.

—¿Por qué no regresas con los demás y continúas con esos movimientos arrítmicos a los que  llamas bailar? —preguntó el muy impertinente.

—Ya te gustaría, querido —Solté una airada carcajada y me fui dando un golpe de melena.

Lena se había marchado al baño cuando regresé, y Faith hablaba entre risas con un chico alto y de pelo negro. Era bastante atractivo, debía reconocer. Ella me lo presentó como Xender, e intercambiamos un cordial apretón de manos aunque él nunca despegó los ojos de Faith. Y, o mi lado cotilla estaba nublándome el juicio, o a esos dos les faltaban tres telediarios para comerse los morros. Hablaban a susurros y se tocaban por cualquier motivo, yo, como la chismosa que era, lo observaba todo minuciosamente. Al cabo de un rato Faith se excusó para hablar conmigo a solas.

—Necesito que te encargues de mi hermano —me pidió—. No dejará de darme la lata si no tiene nada en lo que concentrarse.

—Ya, y supongo que yo tengo que ser ese algo. —adiviné—. No te apetece pedirme algo más complicado, un riñón o algo parecido.

—No, me conformo con que lo mantengas ocupado por una horita —Puso ojos de carnero degollado— Por favor...

Al final terminé cediendo, en parte por la insistencia de Faith y en parte porque la puteria me dominaba. Busqué a Lena por toda la estancia, pero ella aún no había vuelto. No puede ser tan difícil, me dije. Charlaría con él de un tema banal hasta que mi mejor se dignase a aparecer. Faith me agradeció con una rápida sonrisa antes de tomar al tal Xender de la mano y arrastrarlo fuera de la estancia. No pasó ni un minuto antes de que el TBYAQIRLH los siguiera a grandes zancadas. Me coloqué en la puerta de salida, interponiéndome entre él y su hermana.

—Quítate de en medio. —espetó él entre dientes.

—No me da la gana. —Me crucé de brazos con suficiencia—. ¿No eres consciente de lo ridículo de tu actitud?

—No sabes nada de nosotros, si lo hicieran entenderías que es mi deber protegerla.

—Puede que no sepa nada de vosotros, pero tampoco lo necesito para ver las cosas con claridad. Lo único que lograrás con esta actitud es que Faith pierda la confianza en ti y te vea como a un juez, como a alguien incapaz de entenderla. —Él intentó decir algo, pero le hice callar con un ademán— Tu hermana es mayor de edad y puede hacer lo que ella considere pertinente; tú único papel en su vida debe ser el de aconsejarla y ayudarla madurar. Y da gracias al sagrado Harry Potter por que Faith sea tan comprensiva contigo, porque si de mí se tratara te hubiera mandado a la mierda hace rato.

El TBYAQIRLH se quedó en silencio, parecía estar considerando mis palabras. No me dio la razón, pero regresó a su mesa sin replicar. Eso lo consideré una victoria personal. Lo seguí, dispuesta a cumplir mi misión a cualquier precio. Me observó minuciosamente mientras me sentaba a su lado.

—¿No es un poco hipócrita de tu parte? —preguntó— Acaba de soltarme una charla sobre no ser controlador ni sobreprotector, y sin embargo tú estás aquí, actuando como una madre.

—¿Acaso tu madre es tan exhuberante y regia como yo? —bromeé.

La cara del TBYAQIRLH reflejó cualquier cosa menos diversión. Había que ver el poco sentido del humor que tenían algunos. No me extrañaba que las chicas lo dejaran en cuestión de minutos si era tan antipático.

—Que te quede claro. Si estoy aquí es porque tú hermana me pidió que te hiciera compañía; le daba pena que estuviesen aquí más sólo que la una. —lo provoqué.

Yo había intentado mantener una charla cordial y bien orientada, pero si él quería ir por las malas entonces le respondería de la misma forma.

—Si es el caso puedes irte por dónde has venido —me espetó—. Si quisiera compañía podría conseguirla chasqueando los dedos.

—¡Cuanto daño le ha hecho al mundo la saga "Cincuenta Sombras De Grey"! —exclamé, poniendo los ojos en blanco. Y no se fue mi idea, pero un asomo de sonrisa se dibujó en los labios del TBYAQIRLH— Todas las chicas que se te acercan corren despavoridas en cuestión de segundos.

—Veo que me has prestado bastante atención —Ahí me había dado—. Y si las chicas se van es porque les digo claramente que no me interesan. Eso de ligar con desconocidas no es lo mío.

—Tenemos eso en común—Me encogí de hombros—, soy bastante reservada, aunque no lo parezca.

Nos quedamos en silencio. "So What" de P!nk era el tema que estremecía la estancia. Amaba esa canción, sobre todo por la letra y actitud con la que P!Nk la interpretaba. Hubiera sido un sacrilegio no darlo todo a su ritmo, así que tomé a mi acompañante de la mano y lo arrastré a trompicones hacía la pista de baile.

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