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Octubre, 2019.

Lena y yo habíamos adquirido una nueva obsesión. La noticia tampoco era para lazar cohetes, en el transcurso de nuestra larga amistad las dos habíamos transitado por los más diversos estadíos de fanatismo compulsivo: a los doce años nos aficionamos a las series juveniles de Disney, con sus protagonistas guapos y bandas sonoras pegajosas; a los quince le llegó el turno a la animación japonesa, mis libretas de secundaria con garabatos de personajes de Naruto lo confirmaban; a los diecisiete caímos bajo las garras del K-POP, pasamos madrugadas enteras memorizando nombres de idols y jalándonos los pelos sobre quién era mejor entre Blackpink o BTS. Eso por sólo mencionar los ejemplos más importantes.

Pues bien, en esa ocasión nos habíamos vuelto adictas a los Doramas. Ni siquiera estaba segura de qué significaba la palabra exactamente, pero eso no me impidió pasar la última semana devorando uno tras otro. Todo comenzó debido a una compañera de clase de Lena que le recomendó una serie llamada "The Legend Of The Blue Sea". Mi mejor amiga puso el primero capítulo en la tele del salón y yo me uní a ella. En un comienzo estaba un tanto reacia a sumergirme en una cultura completamente desconocida para mí, pero mis reservas se esfumaron casi de inmediato.

La trama resultó ser mucho más divertida e interesante de lo que jamás consideré. Aquella noche nos quedamos despiertas hasta las cinco de la mañana, a pesar de que teníamos clases al día siguiente. Los siguientes días siguieron la misma temática. Apenas me detuve para asistir a la universidad, mi trabajo con María o atender mis proyectos personales. Y esa era la breve historia de cómo habíamos acabo un viernes a las dos de la mañana, vestidas con ropa de andar por casa, con unos cuántos cuencos de sopa instantánea coreana y babeando por un actor que estaba más apetecible que un libro de Stephanie Perkins en una tarde de otoño.

—¿Cuándo conoceré yo a uno así? —preguntó Lena poniendo cara de pena— Y una aquí sufriendo con sapos disfrazados de príncipes. Que cruel es el destino.

—No ofendas a los pobres sapos comparándolos con según que alimaña —Señalé la pantalla con la punta del dedo—, y no permitas que te laven el cerebro. Los chicos así no existen en el mundo real, o si existen están reservados en Corea. ¿Has considerado ir a pasar allá una temporada?

—Lo dirás en broma, yo me voy a Seúl a buscar mi historia de amor. Beberemos té, comeremos ramen y tendremos citas en la cima del .

—Buena suerte con ello.

Volví a prestarle atención a la televisión. Estábamos en el penúltimo episodio y los protagonistas acababan de romper debido a un malentendido. Todo obra de una amiga de la infancia del protagonista masculino que estaba loca por sus huesos. Encima la protagonista femenina, con el orgullo herido, había comprado un boleto de avión para irse a vivir al exterior. Como guinda del pastel resultaba que el chico tenía traumas múltiples debido a una infancia traumática, así que estaba convencido de que la chica sería más feliz sin él.

—¡Pero ve tras ella y aclara las cosas! —Le di un manotazo a la superficie del sofá— Verás tú que la chica se va a ir y él no le confesará que estuvo a punto de pedirle matrimonio. Si es que lo que tiene de buenorro lo tiene de soso.

—¡No te atrevas a ofender a mi niño! Él está actuando así porque piensa que ella será más feliz sin él. La culpa es de la tipeja ésa que lo está envenenado.

El sonido del microondas me interrumpió cuando estaba a punto de responderle. Fui a la cocina y regresé rápidamente con dos recipientes llenos de humeante sopa, el complemento perfecto para disfrutar de una serie coreana. Me senté en el suelo y coloqué el recipiente sobre una pequeña mesa que había frente al televisor. Lena a mi lado hizo lo mismo y las dos disfrutamos en silencio de uno de los mayores placeres de la existencia humana: los fideos picantes.

—¿Cómo es que nunca había probado esto antes? —Lena gimió del gusto— Benditos sean los doramas que me han descubierto la comida más deliciosa del mundo.

Asentí con la boca llena. No podía estar más de acuerdo con sus palabras. Mi teléfono sonó cuando daba el último bocado, el nombre de Faith iluminó la pantalla. Me extrañó que estuviese llamándome en medio de la madrugada, así que me apresuré a contestar.

—¿TDLTRDI? —pregunté— ¿Está todo bien?

Ella no me respondió de inmediato, y cuando lo hizo su voz sonó grave y temblorosa.— Estoy bien, no te preocupes. Aunque necesito que vengas por mí.

—¿Dónde estas? ¿Está el TBYAQIRLH contigo? —Algo respecto a aquello no me daba buena espina.

—No, y no quiero que él tenga constancia de esta llamada. —Hizo una pausa y escuché el pesado sonido de su respiración—. No sé dónde estoy ahora mismo. Vine a una fiesta a casa de un amigo de Xender; algo pasó y necesito irme sin él.

—¿¡Algo pasó!? Ese tipo no habrá intentado nada raro. —El silencio al otro lado de la línea me dio la respuesta que buscaba— ¿No te...?

—Antes de que te hagas ideas raras, déjame aclararte que no me hizo nada, pero la cosa es que lo intentó. Bebió un poco más de la cuenta y me llevó a un cuarto aparte; el quería que tuviésemos relaciones sexuales. Me negué y se puso histérico; comenzó a ofenderme e intentó agarrarme por el codo. Le golpeé la entrepierna con la rodilla y aproveché la oportunidad para irme.

—¿Y dónde estás ahora mismo? Sal de esa fiesta en este momento. —Corrí hasta mi cuarto y arrojé sobre la cama la primera muda de ropa que encontré. Lena me siguió con el rostro fruncido de la preocupación. Me separé del celular antes de dirigirme a ella— Vístete, tenemos una emergencia.

—Estoy en la calle. Hay una especie de parada de autobuses y estoy sentada allí. En la acera del frente hay un Mcdonald's, y hay un cartel que dice Avenida A56. Nunca he estado en esta zona de la ciudad antes, así que me pone un poco nerviosa regresar a casa sola.

—Estaremos allí en un momento. —la tranquilicé, al tiempo que me calzaba un par de deportivas— ¿No crees que lo más prudente sería llamar también a tu hermano?

—No lo conoces como yo. Me trata como si tuviese doce años y fuese una niñita ingenua. Últimamente las cosas han sido diferentes, pero sé que si se entera de lo que ocurrió volverá a como era antes.

Nos despedimos después de que le prometí que no llamaría al TBYAQIRLH. Tomé mi bolso, teléfono y llaves y salí al salón, donde Lena esperaba perfectamente vestida. Bajamos las escaleras prácticamente corriendo mientras le explicaba en rasgos generales mi conversación con Faith.

—¿A quién llamas? —preguntó Lena mientras salíamos del rellano del edificio.

—Al TBYAQIRLH —respondí buscando su número en la lista de contactos. Me alegré de haber intercambiado teléfonos después de nuestra "actividad" en el cine.

—¿Pero no te pidió Faith explícitamente que no lo hicieras?

—¿Y cuando he hecho yo lo que la gente me pide? —Me encogí de hombros— Estamos tú y yo como para ir a buscar a nadie. Ten cuidado que no acabemos perdidas intentando encontrar a Faith y los geos tengan que rescatarnos usando los perros esos.

—¿Y desde cuando tú tienes el número del TBYAQIRLH? —Ignoré su pregunta y me acerqué el móvil intentando escuchar si estaba dando timbre.

Sonaron varios de ellos antes de que respondiera.

—¿Quién habla? —Su voz grave resonó al otro lado de la línea.

—Soy Aurah. Nos vemos en diez minutos en el centro comercial donde nos conocimos. Más te vale estar ahí o te arrepentirás.

—¿Por qué...? —Corté la llamada antes de escuchar el resto de su réplica.

Me precipité en la oscuridad de la noche seguida de cercana por mi mejor amiga. Había luna llena así que la noche era clara, casi daba la impresión de que estaba a punto de amanecer en cualquier momento. La temperatura era cálida, aunque la corriente de viento hizo que me arrepintiera de no haber salido con nada más que una camiseta de tirantes y unos vaqueros. Con el apuro ni siquiera me había detenido a organizarme el cabello, que seguía recogido de cualquier manera en una coleta.

—¿A dónde vamos exactamente? —Lena corrió unos pasos para situarse a mi lado— ¿Y a qué te refieres con el supermercado donde nos conocimos? Hay algo que no me estás contando.

—Es una larga historia que te contaré cuando hayamos encontrado a Faith.

Ella asintió y en unos minutos estuvimos en la calle del supermercado. El TBYAQIRLH esperaba en la acera del frente, apoyado en una pick up negra. Se separó de ella al vernos y se acercó a nosotras con las manos metidas en los bolsillos. Llevaba unos vaqueros rasgados en las rodillas y una sudadera con el logo de los juegos olímpicos. Saludó a mi mejor amiga con cordialidad antes de encararme con su exultante cara de estar oliendo mierda.

—¿Por qué diantres...? —comenzó a decir pero lo hice callar con un gesto de manos.

—No tenemos tiempo para una de nuestras discusiones típicas. Faith nos necesita.

Le expliqué lo mejor que pude el mensaje recibido de Faith, aunque emitieo los detalles que podían preocuparlo de forma excesiva. Lo que básicamente incluía toda la conversación. Sentía la inesperada necesidad de protegerlo. Él rápidamente nos pidió que montáramos en el auto y se dirigió a la dichosa avenida A54. No resultó nada fácil encontrar a nuestra amiga, puesto que nuestra única pista consistía en una parada de autobuses y un Mcdonald's.

El estado de ánimo del TBYAQIRLH fue oscureciéndose con el paso de los minutos. Si cuando le expliqué la situación de Faith su rostro adquirió la palidez de un fantasma, en ese instante parecía un alma en pena. Su cuerpo al completo temblaba al volante y el azul de sus ojos parecía congelado. Hasta Lena pareció darse cuenta de ello, porque pasó todo el camino intentando tranquilizarlo. Yo también estaba preocupada, tanto por la TDLTRDI como por ese chico que tenía al lado y del que no sabía que pensar.

En un gesto inconsciente extendí mi mano y acaricié la suya con dulzura. Sentí un cosquilleo en el punto en que nuestras pieles estaban en contacto, como si el simple roce bastara para crear electricidad. Me alejé bruscamente al darme cuenta de lo que hacía. El TBYAQIRLH clavó su mirada en mí y permaneció allí por un rato, hasta que se vio obligado a prestar atención a la carretera. Durante el resto del trayecto mantuve la mirada en la clara noche, intentando buscar a Faith en algún punto de la oscuridad.

Encontramos a nuestra amiga en una malograda parada de autobuses. Sentí una punzada de alivio al observarla ponerse de pie cuando las luces del auto la iluminaron. El TBYAQIRLH, Lena y yo bajamos del auto; el primero se acercó a su hermana a grandes zancadas. Fui tras él, dispuesta a intervenir si la discusión se volvía demasiado acalorada. Sin embargo no fue necesario. Él envolvió a Faith en un apretado abrazo que únicamente reflejó amor.

—Me alegra que estés bien —dijo con una amplia sonrisa al soltarla.

Ella lo miró con los ojos abiertos como platos. No supe decidir si estaba más sorprendida por la presencia del TBYAQIRLH o por su repentino cambio de actitud— Lamento haberte preocupado —dijo con la cabeza gacha, entonces nos miró a Lena y a mí—, y haberos hecho venir a estas horas.

—Tranquila, estábamos despiertas de todas formas —habló mi mejor amiga.

Los cuatros caminamos en dirección a la pick up— ¿Qué ocurrió exactamente? —le preguntó el TBYAQIRLH a su hermana.

—¿No te lo explicó Aurah? —Su acusadora mirada se centró en mí. Me limité a negar con la cabeza, en un gesto que significaba un claro "¡Allá tú con tu maletín!".

—Vine a una fiesta con un amigo —explicó Faith en tono vacilante—. Discutimos y tuve que marcharme antes de lo previsto. No estaba segura del camino de vuelta así que llamé a Aurah. Esa es toda la historia.

—¿Estás segura de que esa es toda la historia? —El TBYAQIRLH se cruzó de brazos—¿De qué amigo estás hablando? ¿Lo conozco?

—No, no lo conoces. No tienes porque conocer a cada de uno de mis amigos.

—Entonces no era tu amigo. —Lena y yo nos miramos alarmadas. No me gustó nada el rumbo que estaba tomando la conversación— ¿Hace cuánto que lo conoces? No deberías irte con gente a la que acabas de conocer, o puedes acabar en situaciones incluso peores que a estas.

—Soy consciente de ello, ¿vale? Así que no es necesario que uses ese tono.

—¿Y qué tono esperas que utilice? —inquirió él a la defensiva— Te fuiste a una fiesta con un tipo al que apenas conoces. Ni tus amigas y yo teníamos la mejor idea de donde o con quién estabas. ¿Qué habrías hecho si él hubiera intentando herirte de alguna forma?

—No entiendo porque tienes esa manía de ver a todo el mundo como un peligro mortal. Y si llegara a ocurrir sería perfectamente capaz de defenderme por mi misma, no necesito de un príncipe de brillante armaduras que venga a salvarme.

—Eso no es lo que dije. —argumentó el TBYAQIRLH con la voz teñida de frustración.

—No, pero es lo que en el fondo quieres decir. —La brusca voz de Faith hizo eco en la quietud de la noche. — Piensas que soy una estúpida que será engañada por todos y que no es capaz de hacer nada bien por si misma. Ha sido así desde siempre.

—Yo no pienso que...

—Pero estás muy equivocado, y no necesito que estés ahí para señalarme con el dedo cada vez que cometa un error. —escupió las palabras como si fueran ácido, mientras su hermano la escuchaba con expresión indescifrable—. Está noche me equivoqué. ¿Crees que no soy consciente de ello? Aún así me las arreglé sola y al final todo salió bien.

Se dió la vuelta y caminó en dirección al auto. El TBYAQIRLH se quedó paralizado: su mirada estaba perdida en algún punto lejano, como si estuviese en una realidad paralela a la nuestra. Ni siquiera miró en mi dirección cuando puse una mano en su hombro y lo obligué a caminar. Era como un robot limitado a movimientos metálicos y automáticos.

Una agria tensión se instaló en el auto durante el viaje de vuelta. Faith nos ignoraba a los demás de forma deliberada. Se sentó en un asiento trasero con cara de circunstancias y mantuvo la mirada en la ventanilla. No dije nada, pero su actitud me resultó infantil y bastante injusta. El TBYAQIRLH actúo como cualquier otro hermano responsable hubiera actuado en esa situación, así que la desmedida defensa de mi amiga estuvo fuera de lugar. No era de extrañar que el TBYAQIRLH estuviese hecho polvo. Una de sus manos temblaba nerviosamente a su costado, y cada vez que lo miraba a los ojos me daba la impresión de que estaba a punto de comenzar a llorar.

Estaba hecha un lío de emociones, por un lado me daban ganas de lanzarle un ejemplar de Juegode Tronos a la TDLTRDI por la cabeza por ser tan despiadada, y por otro quería acostar al TBYAQIRLH sobre mi regazo y pasarle las manos por el cabello hasta que se quedara dormido. Intenté llamar su atención en varios momentos, pero él estaba en otro lugar. Por tanto tuve que conformarme con intercambiar unas cuantas miradas incómodas con Lena.

Al cabo de un rato nos detuvimos en un antiguo edificio situado en una zona de la ciudad que no conocía. La construcción parecía sacada de una película de época, con sus respectivos adornos barrocos en la fachada y los amplios ventanales de madera. Supuse que aquella era la casa de Faith y el TBYAQIRLH. La primera se bajó del auto dando un portazo y caminó dentro del edificio como alma que lleva el el diablo. Su hermano por primera vez dio señales del vida al volverse hacía nosotras.

—Las llevaré a casa —anunció en un críptico tono de voz.

Lena y yo nos limitamos a asentir al tiempo que el auto se puso en marcha. Nada relevante pasó en el viaje de regreso; fue otra sucesión de instantes tensos y silencios cargados de reproches aunque la ausencia de Faith aligeraba un poco el ambiente. El TBYAQIRLH le pidió indicaciones a Lena sobre cómo llegar a nuestra casa usando la misma voz impersonal de antes. No pensé que diría algo semejante, pero lo prefería siendo un imbécil prepotente que me contradecía en todo momento. La calle de mi apartamento apareció ante mí tras lo que sentí como una eternidad.

El auto se detuvo en el rellano de nuestro edificio y Lena fue la primera en bajar. Pensé en hacer lo mismo aunque una rara punzada en el estómago. Maldije en voz baja. No entendía porque plopus me preocupaba tanto el TBYAQIRLH y lo que pudiera estar sintiendo en aquel momento. Siguiendo un impulso le pedí a mi amiga que se adelantara. Ella alzó las cejas de forma sugerente y asintió. La observé desaparecer en la luz del rellano. Podía sentir un par de ojos azules analizarme con detenimiento.

—¿Estás bien? —Esa fue la predecible pregunta que escapó de mis labios.

Era curioso, porque usualmente aborrecía las preguntas banales e irreverentes. Pero era innegable que resultaban muy útiles en situaciones como aquellas, en las que una no sabe que decir exactamente.

—Estoy bien, no es la primera vez que Faith me dice algo semejante. —No me pasó desapercibida la resignación en su voz— Supongo que lo merezco.

—Claro que no lo mereces —afirmé categóricamente—. Al menos esta vez tuviste razón en todo lo que dijiste.

—¿Estás de mi lado ahora? —cuestionó sorprendido.

—No estoy del lado de nadie, pero no veo nada de malo en un hermano preocupado porque su hermana salga de fiesta con desconocidos. Si Faith me hubiera consultado le hubiera dicho lo mismo que tú.

Le puse la mano en el hombro en un gesto tranquilizador. El dejó escapar una larga bocanada de aire.

—Gracias por esto. Estoy tan confundido sobre cómo tratar a mi hermana que me da la impresión de que todo lo que hago es un error.

—La familia es un tema complicado.

—¿También tienes una hermana menor? —inquirió él.

—Nop, pero tengo unos padres un pelín complicados. —confesé— Nuestra relación es buena la mayor parte del tiempo, excepto cuando me salgo del estricto esquema de la "hija perfecta" que tienen trazado para mí.

—Entonces no deben vivir para disgustos. —dijo con una suave sonrisa. Sentí una punzada de alivio al verlo más animado— No tienes pinta de ser de las que viven bajo las reglas de nadie.

—En eso tienes razón, pero nada, que ellos no terminan de captar el mensaje de que su hija es una rebelde sin causa y siguen intentándolo —Me detuve, dudando sobre si continuar. Entonces miré los ojos azules del TBYAQIRLH y ellos me resplandeciente de vuelta—. No he hablado con ellos desde que me mudé a la ciudad. Cuando les dije que me iría de Barcelona para estudiar Periodismo se negaron a darme su apoyo. Pensé que con el tiempo cambiarían de opinión, pero no ha sido así.

—Hiciste lo correcto. —replicó el TBYAQIRLH al instante— El Amor nunca impide a un hombre seguir su Leyenda Personal. Cuando esto sucede es porque no era el verdadero Amor, aquel que habla el Lenguaje del Mundo. Creo que también se aplica al amor que sentimos por la familia.

No pude evitar que una deslumbrante sonrisa se instalara en mis labios. Sentí un vuelco en el corazón. Era la primera vez en mucho tiempo en que sentí que otra persona y yo hablábamos el mismo idioma, que veíamos la vida desde la misma ventana del enorme edificio de la vida. Resultaba contraproducente que hubiese experimentado ese sentimiento con el TBYAQIRLH, alguien que en teoría era todo lo opuesto a mí. Aunque quizás no éramos tan diferente como creí
Cada segundo me convencía más de ello.

—Si lo dice Pablo Cohelo entonces no puede ser falso —Esa vez los dos sonreímos al mismo tiempo— Tienes la razón de un santo. Sé que mis padres me aman y que muy pronto se darán cuenta de su error.

—Es increíble que tuvieras la seguridad de marcharte a pesar de no contar con el apoyo de nadie —me eligió.

—Tampoco exageres, tuve el apoyo de mi divina mejor amiga Lena. Ella vino conmigo dede Barcelona, así que está experiencia fue mucho más llevadera.

—Tienes suerte de contar con un amigo así.

—Lo sé. ¿Qué piensas hacer con Faith?

—Haré lo mismo que tú, esperaré a que se de cuenta de su error. —dijo aunque no parecía muy convencido de ello— Creo que la he sobreprotegido tantas veces que ya salta ante la menor provocación. Es como una copa que lleva horas bajo un hilo de agua, basta una simple gota para que se desborde.

—Que forma tan poética de decir que la TDLTRDI está hasta el expeliarmus de ti. —lo chinché.

—No preguntaré quien es la TDLTRDI porque me hago una vaga idea. Voy conociéndote. —Se pasó una mano por el pelo— ¿Tienes algo que hacer el domingo?

—¿Estás pidiéndome otra cita? —Fingí un desvanecimiento— Sé que es difícil resistirse a mi imbatibles encantados, despampanante personalidad y privilegiado sentido de humor. Pero no puedo corresponder a tus sentimientos.

—Te pasaré a buscar a pesar de ello.

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