Tres son multitud
Continuando con la línea de los diálogos, en esta oportunidad les traigo un tutorial para escribir conversaciones cuando hay muchos personajes interviniendo.
Ya saben, cuando deseamos incluir almuerzos familiares, salidas entre colegas, reuniones de trabajo o si un grupo de desconocidos termina acorralado por el mismo peligro. ¿Quién no se marea cuando hablan varios personajes a la vez?
¿Cómo hacemos una conversación múltiple realista?
Esto no:
—¿Podemos hablar de los terrenos de la abuela?
—¡Tengo privilegios por ser el primogénito! —gritó el tío.
—Mi familia merece esos terrenos —gritó el nieto más joven.
—Lo único que sabes de construcción es jugar al Minecraft —escupió la tía.
—Al menos ha construido algo más que una red de chismes —replicó la nieta.
—Niña maleducada —replicó su tía.
—Los terrenos son míos —repitió el tío.
—¡Hagan silencio!
—¿Quién eres para hacerme callar?
—¡Les voy a comprar su parte así me dejan comer en paz!
—Todavía no me he muerto —dijo la abuela, harta de todos.
Está de más decir que la escena y lo que digan los personajes debe tener relevancia para la trama, sino sería relleno.
Aquí les presento consejos para darle más naturalidad a esas escenas:
1) Personalidades
Definir bien las personalidades de cada uno de modo que se note quién está hablando. Si las emociones, objetivos y formas de ver la vida de cada uno están bien marcados, se reflejará en sus palabras y se distinguirán del resto:
—¡Al menos yo puedo mantener un hombre!
—¡Y yo puedo mantener una dieta!
—No se peleen en la mesa, por favor. Amor y paz, hermanos míos.
—¿Por qué mis últimos años tienen que ser tan duros? Esta puede ser la última reunión familiar que disfrutaré...
2) Si la historia lo permite, algunos podrían tener un nivel de formalidad, dialecto o vocativos diferentes, o usar palabras extranjeras. Es decir, podrían agregarle particularidades a su habla, alguna frase o palabra que repita mucho.
—Mis estimados, les solicito que me permitan expresar mi perspectiva...
—Che, ya que de todas formas nos vamos a bardear, ¿podemos hablar de la implicancia política de la iglesia en el fútbol?
—Ostia, tío. ¿Otra vez queriendo armar jaleo?
—¡Calm down o los calmo con este martillo!
3) Variar los verbos de habla
Para no incluir tantas aclaraciones iguales de quién está hablando («dijo el nieto», «replicó la tía»), podemos usar otros verbos sinónimos de decir. Que algunos griten, otros gruñan, otros murmuren con ironía.
—Familia de locos. Por esta razón prefiero a los gatos —murmuró Juli.
—Los perros son mejores —la provocó su hermano.
4) Nombrar a través de otros
De vez en cuando, para indicar quién hablará o acaba de hablar, en vez de hacerlo con una acotación («—dijo Cindy», «—dijo Nero»), podemos usar el recurso de hacer que otro personaje lo nombre en su parlamento:
—Mamá, el gusano está otra vez con su celular.
—No le digas así a tu hermano, Juli. Pipo, deja el teléfono.
—¡Yo no quería venir!
(También podemos usar los parlamentos para dar información sobre la relación entre los personajes que están hablando).
5) Acotaciones con acciones o descripciones
Que no aparezca un verbo de habla en cada diálogo. Por momentos podemos insertar incisos mencionando acciones o descripciones que indiquen qué personaje está hablando:
—Qué bonito centro de mesa —insinuó Vivi.
—No te atrevas a robarlo. —Su tía lo alejó de su alcance—. Yo lo vi primero.
—Debí haber puesto piñas de pino mugrosas para decorar. —Si no eran los terrenos, eran los floreros. Su hija y su primera nieta siempre encontrarían excusas para pelear—. Estoy pensando en donar mi casa a la caridad.
6) No es necesario individualizar ni nombrar a los extras:
Si un personaje es extremadamente secundario pero tiene un par de diálogos coloridos en medio de la conversación, no es necesario darle nombre. Con una breve descripción que indique su rol o asociación ya es suficiente.
—¿Por qué tienen que hacer esto justo cuando invito a mi novia? —Uno de los nietos mayores se derretía en la silla, muerto de vergüenza.
—Yo solo quiero saber a qué hora sirven el vino —expresó la chica en cuestión.
7) El personaje podría referirse a sí mismo en su propio diálogo:
Para ahorrarnos la acotación, que algunos se nombren o expliquen quiénes son en su propio parlamento. Bastante egocéntrico pero realista de su parte.
—¡Tengo privilegios por ser el primogénito!
—Yo soy el menor, pero fui el primero en terminar la universidad. Por algo me dicen el Licenciado Garca.
—¡Mi familia merece esos terrenos! ¡Mi mamá cuida más a la abuela que cualquiera de ustedes!
8) Conversaciones apartes
Para darle más realismo, que en medio del caos se armen breves conversaciones entre dos personajes, tiempo durante el cual no habrá necesidad de aclarar quién está hablando.
—¡Niñita caprichosa, suelta el centro de mesa! —Entre chillidos, tía y sobrina forcejeaban por el florero.
—Ya deja de gritar, loca —disparó el tío soltero, exasperado.
—¡No le hables así a mi esposa! —intervino su cuñado.
—Entonces vacúnala contra la rabia porque es un peligro suelto.
—Repítelo si tienes las pelotas.
—Hablando de eso, ¿sale partido el domingo?
—Estoy libre a eso de las ocho.
—¡Gané! —Vivi levantó su trofeo florido con orgullo.
También se pueden armar conversaciones o discusiones largas entre dos personajes, pero mostrarlas de a fragmentos a lo largo de todo el capítulo (como el ejemplo de la sobrina Vivi y la tía Bora). Todos conocemos a alguien que no sabe soltar los temas y los trae una y otra vez a lo largo del día.
9) Partes con narración
Incluir párrafos dedicados exclusivamente a narrar las acciones que suceden, describir el escenario o dónde están ubicados los implicados. También podrían mencionar brevemente la historia del personaje que acaba de hacer su intervención o que entrará en escena a continuación. De esa forma darán un respiro a los diálogos y aumentarán la comprensión de la escena:
—¡El abogado me lo dijo! —insistía el mayor.
Al otro extremo de la mesa, el tío Walter, acostumbrado a ser invisible como todo hijo del medio, y su esposa se servían un segundo plato.
—¿Me pasan la sal?
—No, querido, recuerda que debes cuidarte del colesterol.
En sus lugares cerca de la cabecera, Vivi y Bora continuaban enseñando los dientes como dos gatos a punto de sacarse los ojos con las uñas. Eran una bomba de tiempo imposible de evitar.
—No se peleen en la mesa, por favor —rogó el abuelo.
El resultado
Y esos son todos los recursos que se me ocurren. A ver cómo unimos ese caos:
—Familia —comenzó la matriarca, de pie ante la cabecera de la enorme mesa—, quiero anunciar la decisión que he tomado sobre las tierras que me tomó toda mi vida...
—¡Tengo privilegios por ser el primogénito! —gritó el tío que, a sus cincuenta años y con dos divorcios encima, había vuelto a la casa de sus padres.
A su lado, su hermano estrelló el puño contra la mesa para atraer la atención de los cincuenta comensales.
—Yo seré el menor pero fui el primero en terminar la universidad. Por algo me dicen el Licenciado Garca.
—¡Mi familia merece esos terrenos! ¡Mi mamá cuida más a la abuela que cualquiera de ustedes!
—Calla, niño. Todavía eres menor. —Como siempre, la tía Bora no iba a perder su oportunidad de meter cizaña—. Lo único que sabes de construcción es jugar al Minecraft.
—Al menos ha construido algo más que una red de chismes —replicó Vivi en su rol de nieta ya adulta.
—Niña maleducada.
—¡Los terrenos son míos! —repitió el tío—. Me lo confirmó el abogado encargado del testamento.
—Todavía no me he muerto, bastardos. —La anciana levantó la vista al cielo, deseando que se la llevaran de una vez.
—¿Por qué tienen que hacer esto justo cuando invito a mi novia? —Uno de los nietos mayores se derretía en su silla, muerto de vergüenza.
—Yo solo quiero saber a qué hora sirven el vino —expresó la chica en cuestión.
—Che, ya que de todas formas nos vamos a bardear, ¿podemos hablar de la implicancia política de la iglesia en el fútbol?
—¿Qué significa bardear, mamá?
—No escuches a tu tío Juan, cielo. Es adicto a las telenovelas argentinas.
—Qué bonito centro de mesa —insinuó Vivi.
—No te atrevas a robarlo. —Su tía lo alejó de su alcance—. Yo lo vi primero.
—Debí haber puesto piñas de pino mugrosas para decorar. —Si no eran los terrenos, eran los floreros. Ese par siempre encontraba excusas para pelear—. En cuanto a mis terrenos, quiero decirles...
—¡El abogado me lo dijo! ¡Son mi herencia!
Al otro extremo de la mesa, el tío Walter, acostumbrado a ser invisible como todo hijo del medio, y su esposa se servían un segundo plato.
—¿Me pasan la sal?
—No, querido, recuerda que debes cuidarte del colesterol.
En sus lugares cerca de la cabecera, Vivi y Bora continuaban enseñando los dientes como dos gatos a punto de sacarse los ojos con las uñas.
—No se peleen en la mesa, por favor. ¿Por qué mis últimos años tienen que ser tan duros? Ya estoy viejo, esta puede ser la última reunión familiar que disfrutaré.
Su esposa puso los ojos en blanco, acostumbrada a ese victimismo después de setenta años a su lado.
De repente, estalló la bomba de tiempo que ya se venía vislumbrando.
—¡Niñita caprichosa, suelta el centro de mesa! —Entre chillidos, tía y sobrina forcejeaban por el florero.
—¿Quién te crees para darme órdenes?
Los platos se sacudieron cuando Vivi golpeó con su cadera el tablón. El codo de Bora se enterró en la mayonesa, salpicando el mantel. Tenedores aterrizaron en el suelo con tintineos aturdidores.
Walter y su esposa lucharon por salvar la comida. Para alejarla de la batalla campal, la guardaron en un lugar seguro... en tuppers al fondo de sus mochilas.
—Sé más que tú. ¡Al menos yo puedo mantener un hombre!
—¡Y yo puedo mantener una dieta!
—¡No vas a escapar de los genes, niña! ¡Los muslos grandes —le señaló las piernas— te perseguirán hasta la tumba!
—Ya deja de gritar, loca —disparó el único tío soltero, exasperado.
—¡No le hables así a mi esposa!
—Entonces vacúnala contra la rabia porque es un peligro suelto.
—Repítelo si tienes las pelotas.
—Hablando de eso, ¿sale partido el domingo?
—Estoy libre a eso de las ocho.
—¡Gané! —Vivi levantó su trofeo florido con orgullo.
Bora cayó en su propia silla, derrotada e impotente ante esta generación experta en memes.
—Familia de locos. Por esta razón prefiero a los gatos —murmuró la pequeña Juli.
—Los perros son mejores —la provocó su hermano.
La niña entrecerró los ojos con furia.
—Mamá, el gusano está otra vez con su celular en la mesa.
—No le digas así a tu hermano. Pipo, deja el teléfono.
—... que perdí los terrenos en el casino —anunció finalmente la matriarca.
El silencio cayó sobre el mesón, tan pesado que nadie se atrevió a respirar.
«Al fin podremos cenar tranquilos», pensó la anciana, sirviéndose una pata de pollo.
Estos consejos también sirven para hacer escenas más tranquilas o serias, aunque siento que un poco de caos es inevitable cuando hay una multitud reunida y todos gritan al mismo tiempo sin respetar los turnos de habla. Igual aquí exageré un montón para ejemplificar los consejos, amo el humor absurdo.
Podrían usar estos recursos cuando solo hay tres personajes. Obviamente elijan, no es necesario aplicar todos en la misma conversación... a menos que quieran hacer un circo como el ejemplo de arriba.
¿Qué les pareció este artículo? ¿Lo necesitaban?
¿Conocían estos recursos?
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