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Sin foto porque te enamoras: Parte 2

Continuamos con la Técnica Briper para describir el aspecto físico de los personajes.

Este artículo se complementa con el anterior. Si ya aprendieron a redactar oraciones describiendo los rasgos del personaje, ahora vamos a trabajar en cómo y en qué cantidades incluirlas en la historia.


DAR TODO EN LA PRIMERA CITA

Este es un error bastante común cuando somos novatos: mostrar todo en la primera aparición.

Apenas un nuevo personaje entra en escena, conviene limitarse a señalar uno o dos rasgos. Nada más. Después, a lo largo de la historia, pueden ir agregando su altura, complexión, marcas, etc. En dosis pequeñas.

Piensen que, apenas conocemos a alguien, no memorizamos todo su aspecto físico. Solo captamos un detalle estilo «Oh, qué alto es» o «Qué bonitas sandalias, tiene excelente gusto en calzado» y días después nos damos cuenta de que tenía un cabello muy brillante y cuidado.

Después de meses de amistad, mi compa notó que tengo tres lunares en el cuello. Yo misma descubrí que un familiar cercano tenía ojos verdes casi quince años después de conocernos. En mi cerebro siempre pensé que eran marrones y ni le prestaba atención.

¿Necesito aclarar que jamás se limiten a decir «En fin, así era su aspecto» y clavar la foto de un actor sin dar ni siquiera una descripción narrada?


FÓRMULAS PARA INTRODUCIRLO (AL PERSONAJE)

Ya tienen todas las herramientas para definir el físico. Ahora es momento de ordenar esas ideas. ¿Qué mencionar primero? Vamos con mis alternativas favoritas:

a. De los bordes al centro

Una alternativa es empezar con la postura o acción que esté haciendo el personaje al momento de su entrada en escena. Luego, ir de lo más notable y grande (ropa, altura, complexión) a lo más pequeño (cabello, ojos, boca) hasta los detalles (marcas de nacimiento, lunares).

Ej. 1:

Justo en ese momento, un joven entró por la puerta. Lucía una chaqueta de cuero y jeans desgastados. Era delgado, de hombros anchos y caderas estrechas. Destacaba su sonrisa serena de labios gruesos y un lunar en su mejilla.

Ej. 2:

Levantó la mirada. Ella se encontraba inclinada hacia adelante con los codos sobre la mesa y la barbilla descansando en sus manos. Las fresas de su vestido veraniego hacían juego con el rubor sutil de sus mejillas y sus rizos sueltos. Esas hebras lucían tan suaves y curvadas que tuvo el impulso de capturar una entre sus dedos.

b. Desde ojos ajenos

Otra alternativa que me encanta, y elijo casi siempre, es usar los ojos del protagonista para saber por dónde empezar a describir.

¿Han escuchado el debate de Qué es lo primero que las mujeres ven en un hombre, y viceversa? Pues no interesa aquí. Importa qué es lo primero que el protagonista nota.

Si acaban de chocar, observará sus zapatillas o piernas y de ahí irá subiendo.

Si le ofrece algo, lo primero en ver será su mano extendida sujetando el objeto, después su brazo, hombros y finalmente su rostro.

Si hubo un pequeño accidente y cayeron uno arriba del otro, rostros a centímetros de distancia, en una conveniente escena fanservice, lo primero en notar podrían ser los ojos. Luego la nariz y la boca. A continuación, la forma general del rostro y el cabello. Y mientras se levantan, el resto del cuerpo.

Ej. 1:

Lo primero que reveló la pantalla fueron las botas. Negras, altas hasta los tobillos, sus cordones color naranja fluorescente. Venían acompañados de unos pantalones militares cuyo estampado podría haber sido camuflado si no fuera negro, blanco y naranja cual gato calicó.

Ej. 2:

Aitana cambió el peso de un pie a otro, los brazos ocultos tras su espalda. Una sonrisa traviesa curvaba sus labios carmín. El humo de sus párpados destacaba la forma felina de sus ojos.

Se encontraba descalza. Unas pantimedias negras con efecto traslúcido abrazaban sus largas piernas hasta perderse en sus muslos, bajo una falda de volantes tan corta que bastaría inclinarse para revelar su apellido.

Un corsé negro con un corazón blanco en el pecho destacaba cada una de sus curvas. Sus rizos salvajes eran una explosión de color enmarcando su rostro.

Levantó una mano enguantada para acomodar los pequeños auriculares, movimiento que inclinó las orejas de gato sobresaliendo de su cabeza. Una cola larga caía por detrás, desde la parte superior de la falda hasta sus tobillos.

(Nota: No soy parte del fandom de furros. Ella estaba disfrazada en esa escena porque debía cumplir una misión).

c. En medio de la acción

Este recurso me gusta mucho por su fluidez y sutileza. Consiste en describir el físico del personaje un momento después de que ha aparecido, mientras está haciendo algo más importante.

Básicamente llega, se pone manos a la obra o inicia una conversación con el protagonista, y ahí en medio de todo eso se van mencionando de forma casual algunos de sus rasgos físicos y vestimenta.

Ej. 1:

Su acompañante, que había cerrado los ojos al recibir el golpe, los abrió lentamente, revelando unos iris grises desconcertados. Las pecas de su rostro resaltaban ante el color de la salsa.

Ej. 2:

Con frustración, la muchacha sopló un rizo rubio de sus propios ojos. Temblaba de ira. Sus manos en puños caían a sus costados, aferrando la falda de su vestido. El estampado de corazones flotando sobre tacitas de té también fue víctima de la pizza voladora.

Ej. 3:

Se dispersaron en un parpadeo. El tercer guía levantó una mano para unificar a su grupo.

—Candelaria no es una adolescente caprichosa que escapó por unas horas —explicó con una voz mucho más serena de lo esperado, poseía esa cadencia lenta de alguien nacido y criado en estas tierras verdes—, algo grave le ocurrió, debemos darnos prisa. Formen parejas o grupos de cuatro personas. Nadie se internará solo en el bosque esta noche. ¿Cada oficial cuenta con una radio?

—Sí —respondieron todos los policías que podían verse entre los civiles.

—No —replicó la joven que se había acercado por detrás.

Este se volvió hacia ella con una gracilidad felina, sus ojos almendrados la recorrieron desde la punta lustrosa de sus botas hasta las raíces de su cabello caoba recogido en una cola alta. Pareció detenerse más tiempo del necesario en el rostro, en las pestañas oscuras que enmarcaban una profunda tristeza cuyo origen nunca había revelado en voz alta.

—¿Me entregaría un radio? —insistió ella con frialdad, su mano extendida.


VENGAN DE A UNO

Llegamos a la sección de ¿Cómo presentar más de un personaje en la misma escena sin que el lector quede más perdido que Adán el Día de las Madres?

¡Cuidado con los desfiles de desconocidos! No presenten más de tres en un mismo instante. Den un respiro o el lector no sabrá reconocer quién es quién.

Si aparece uno, que tenga una conversación breve con el protagonista, un intercambio útil donde se evidencie cómo es su personalidad. Un minuto después, o el próximo capítulo, pueden mostrar al siguiente.

Otro truco consiste seguir estos pasos:

1. Agruparlos. Describir cómo son los miembros en general y qué están haciendo. Son un grupo de trabajadores almorzando, unos doctores bailando, el trío de badboys en el patio de la escuela, cinco vagabundos mirando a la nada, un grupo de ángeles coqueteando con demonios en el parque, etc.

2. Luego, poner el foco en uno. El más cercano o llamativo. Señalar sus rasgos físicos y/o hacer que diga algo.

Es importante que su primer diálogo y acciones ya manifiesten su personalidad. Si es tímido, no hablará con desenvoltura frente al desconocido protagonista. Si es un sargento frente al detective en plena misión, no empezará lanzando piropos.

3. Entonces, pasar el foco al siguiente. También contar qué está haciendo o diciendo, mientras van insertando una descripción muy breve de su apariencia. Un solo rasgo o tres, pero no más. Recuerden que eso se irá mostrando a lo largo de la historia.

4. Pasar la atención al próximo y repetir el ciclo. Que haga algo diferente al resto. Cada uno debe destacar a su modo y causar una impresión (buena o mala) en su primera entrada.

Todas estas apariciones pueden estar enmarcadas en una acción más grande, como el protagonista presentando a sus amigos, o todos corriendo por sus vidas cuando se cruzan en el bosque. No necesitan estar completamente quietos, y la observación del físico de cada uno puede durar apenas tres segundos.

No recomiendo presentar más de cinco personajes importantes en el mismo momento. Los demás pueden aparecer en la escena como extras, pero nunca poner el foco ni hacerlos hablar o dar sus nombres. Mejor esperar al siguiente capítulo.

¿Cuándo se presentan por el nombre?

En lo personal, prefiero que sea después de esa primera intervención. Durante un instante son desconocidos que se observan, en silencio o intercambiando unas palabras. Luego, ellos mismos u otro personaje los llama por sus nombres.

¿Por qué me gusta esta técnica? Porque ayuda a la memoria del lector. Si lo primero que dicen son los nombres, no hay nada con qué asociarlos y acaban olvidándolos a los cinco segundos.


Ej. 1 (extraído de «El bosque de la fortuna roja»):

En ese momento regresaba del almuerzo con los oficiales cuando encontró a dos adolescentes haciendo guardia en su puerta. Ellos no la habían visto llegar, susurraban entre sí, sentados en los peldaños superiores con las piernas colgando al aire.

—¿Buscan a alguien?

Los dos volvieron los rostros hacia ella y se levantaron con torpeza, ansiosos como corderos ante la llegada del pastor. Debían tener entre dieciséis y dieciocho años, casi jóvenes adultos.

—Hola —La muchacha de rizos cobrizos se mordía la uña del pulgar. Aunque nunca antes la había visto, la detective sintió que reconocía esos ojos del color de los bosques—. Estamos esperando a Leya Hunter, nos dijeron que vivía aquí.

—Somos amigos de Blaise —agregó el joven alto de sonrisa amigable que la acompañaba. Él sí le resultaba demasiado familiar.


Ej. 2 (extraído de «La montaña de las cenizas azules»):

Escuchó un chisporroteo suave. Descubrió que venía de la chimenea. Atraído por la promesa de calor, se acercó hasta sentarse en uno de los sillones.

No estaba solo. Una muchacha permanecía sentada sobre la alfombra, su cuerpo envuelto en una manta azul de la que apenas escapaba su cabeza. Volvió el rostro hacia él para dirigirle una efímera sonrisa a modo de saludo. Luego, regresó su atención al fuego.

Gene contempló el perfil femenino. No era el rostro de muñequita de porcelana lo más inusual de su presencia. Si bien alguien podría perderse en el trigal que poseía por cabello, lo que había capturado su atención era la pareja que la rodeaba.

Los dos jóvenes estudiaban los leños que ardían, concentrados como si buscaran los secretos del universo.

Una muchacha y un hombre joven. Cuando este último giró el rostro, Gene descubrió una mirada aturdida de ojos abiertos, desenfocados. Como un niño perdido, cualquiera habría adivinado que no tenía noción de la realidad. Reconoció la misma expresión en la mujer.

Ambos estaban descalzos.

—¡Buenos días, mis bellas flores! —Un torbellino de energía empujó una puerta que debía ser la cocina y se acercó a ellos.

Kalah sostenía un tazón en cada mano, y una sonrisa inmensa en su boca. Moviendo las caderas al ritmo de una melodía en su cabeza, se acercó hasta ponerse en cuclillas ante la primera muchacha.

—Espero que hayas dormido bien, Cellín.


Ej. 3 (improvisado a pedido del público):

Ya quería irme. A mis diecisiete añitos, estaba vieja para las fiestas. Prefería quedarme en mi casa viendo memes.

Cuando estuve a punto de escapar disimuladamente hacia la puerta, lo vi. Acercándose. Lo acompañaba un grupo de ebrios que sería la fantasía de cualquier mujer de sangre caliente.

«Ay, no, voy a tener que saludarlos con un beso en la mejilla. ¡La ventana! ¡La ventana!», pensé. «Espera. Estamos en pandemia. Puedo simplemente chocar puños».

—Hola, badboy promedio que apostó mi virginidad —dije con un suspiro enamorado.

—Nena, quiero presentarte a mis amigos —soltó Bady, señalando a su séquito. Empujó hacia mí al que tenía más cerca—. Este es Godboy, el genio que nos pasa las tareas.

Observé al joven de sonrisa tímida y ojos cafés. Se llevó una mano a la parte posterior del cuello. Lucía una camisa a botones, pantalones formales y zapatos de vestir. ¿Un poco fuera de lugar?

Avanzó y me estrechó su mano temblorosa.

—No soy su amigo —susurró—. Me han secuestrado. Ayuda.

—Me caes bien —respondí al mismo volumen, desinteresada.

—Este es Softboy —Bady señaló al joven a su derecha—. El próximo año irá a la universidad de arte. Estamos orgullosos de tener un mamador literario entre nosotros.

Levanté la vista para encontrar sus ojos, ya que era una cabeza más alto. Su tez poseía una palidez enfermiza, digno heredero de los poetas depresivos.

—Quiero escapar de Latinoamérica —fue su saludo.

—Queremos —corregí.

Mi atención se volvió hacia otro joven de sombrero y collar tejidos con los colores del orgullo LGBT. Sujetaba una botella de cerveza en su mano. La extendió hacia mí en un brindis silencioso.

—Ah, este es InclusiónForzada —aclaró mi amorcito—. Le decimos Info de cariño. Cuando salió del clóset, le advertí que no se fuera a enamorar de mí. Me mandó al diablo, alegando que no le gustaban pendejos —Se encogió de hombros—. Somos amigos desde entonces.

Asentí, pensando que no deberían darle alcohol a menores.

—Hola —saludé al último miembro del clan.

Permanecía al fondo, mirándome fijamente como si quisiera asesinarme. Sus ojos eran tan oscuros como su chaqueta de cuero. Cadenas colgaban de sus jeans rasgados. Extendió una mano tatuada con patrones celtas.

Me entregó una tarjeta antes de dar media vuelta y perderse en dirección a la piscina.

Al bajar la vista, pude leer en el papel: Únete al club catlover, beibi.

—Otaku no habla mucho —advirtió Softboy—. Mejor mantente alejada de él. Sospechamos que es furro. ¿Dónde están los gemelos?

Una canción de señora dolida empezó a sonar en los altavoces. Dos jóvenes idénticos de cabello rubio y ojos cafés luchaban por el mouse de una computadora.

Cuando descubrieron mi mirada, el de la izquierda levantó una mano en señal de saludo, su sonrisa llena de confianza.

—¡Soy Diyei, pero por ti sería Batman, nena! —gritó en mi dirección.

—Matanga dijo la changa. —Su copia aprovechó para hacerse con el mouse y puso una canción en inglés que ninguno entendía pero igual nos gustaba.

—Esos son Diyei y su hermano menor Diyocker —explicó Bady—. Ya conociste a todos mis amigos, nena. ¿Qué te parecen?

—Los emparejaría con mis amigas —sonreí—, si tuviera amigas.


ACLARACIONES TÉCNICAS

¿Qué tan necesarias son las descripciones físicas?

A veces, no necesitamos decir los colores y medidas exactas. Puede haber personajes importantes que apenas se representan con frases estilo «un muchacho de ojos soñadores», «el hombre de ojos almendrados», «una anciana más alta que el promedio», «esa artista de cabello oscuro», «el de los rizos salvajes», «la mujer de labios sonrientes», «el niño de complexión pequeña», «la persona de tez suave y saludable», «un vagabundo de piel enfermiza», etc.

La mayoría de las veces, ni siquiera es necesario describir el aspecto físico. Dejar todo a la imaginación y centrarse en la personalidad es una opción válida.

Depende mucho del género y la intención del autor. Por ponerles algunos ejemplos:

En mi historia «Dos gotas carmesí», que literalmente trata de una niña y su obsesión enfermiza por ser idéntica a su amiga, no hay ni una sola descripción física. Tampoco hay nombres más allá de la antagonista.

En «El bosque de la fortuna roja» solo digo que la protagonista es esbelta, tiene cabello caoba, ojos fríos y tristes. Su coprotagonista solo tiene ojos almendrados y sonrisa gentil. La víctima Candelaria, en cambio, sí necesitó una descripción completa para que la policía pudiera encontrarla.

En «Agentes del desastre» sí describo con más detalles a ambos protagonistas porque, como mencioné antes, lo considero necesario. Al ser una comedia romántica donde ambos son actores, se preocupan muchísimo por sus apariencias. Trabajan con ella. Y me gusta incluir escenas donde uno se pierde admirando el cuerpo del otro.

Si nombro rasgos físicos, suele ser porque aportarán algo a la trama. A veces los agrego por capricho, pero en general trato de darle una función.


¿Son necesarios los defectos físicos?

En mi humilde opinión, no. No veo necesidad de describir el sobrepeso, acné o celulitis si no aportarán a la trama.

Además, está comprobado que a los lectores les desagradan esos detalles y prefieren idealizar a los protagonistas. ¿Para qué privarlos de ese placer?

Sí, el autor debe escribir para sí mismo primero. Así que si desea incluir defectos físicos, adelante. Pero no es obligatorio.

Bueno, hay excepciones. Si es necesario un defecto para explicar tal rasgo de su personalidad o una acción que sucederá más adelante, obviamente ahí sí deberían incluirlo.

Por darles algunos ejemplos: Un personaje tiene muy baja autoestima porque sufre sobrepeso. Otro apenas habla para no mostrar sus brackets. Este es albino y muy sensible al sol, por lo que solo se encuentra con el protagonista de noche. Este último tiene una pierna más corta que otra y por eso tendrá dificultades para correr lejos del asesino, etc.


¿Por qué terminamos creando un mundo de supermodelos?

Además de que nos gusta hacer personajes atractivos porque esto es ficción y el ser humano siempre disfruta de contemplar cosas bellas, a veces es accidental.

Si uno se limita a describir poco o nada, sin enfatizar en los defectos, el lector automáticamente rellena los huecos con una imagen acorde a la personalidad. Si el protagonista tiene carisma, pasa a ser sexy aunque no hayamos mencionado una sola característica física.

De la misma forma, si es desagradable, el lector tiende a visualizarlo con una apariencia repulsiva. Excepto los que tienen fetiches sadomasoquistas que imaginan sexys hasta a los asesinos seriales.

Otro factor a tener en cuenta es cómo lo percibe el narrador. Si es un romance y quien describe al galán es su interés amoroso, obviamente a sus ojos será una belleza. No significa que el autor haga siempre personajes perfectos, sino que así lucen desde la perspectiva de quien narra la historia.

Tengan en cuenta esto último al momento de describir. Quedaría incómodo que un jefe hablara de los músculos y ojazos de su joven empleado. Pero, si es su pretendiente, puede hasta exagerar sin culpa.


¿Demasiado superficial?

Bueno, ya advertí que estos artículos se limitarían a lo físico. Ya saben dónde encontrar el tutorial en el que hablo del interior.

Igual les dejo un último tip que me gusta mucho: Suelo conectar el aspecto a su pasado y personalidad.

Por ej.:

Si es una persona muy atractiva, puede tener el ego por las nubes.

Sus ojos son grandes porque tiene mucha curiosidad.

Su cuerpo luce frágil y enfermizo, pero es una tapadera para su trabajo como sicaria.

Es grandote, alto, tatuado, de hombros anchos y brazos musculosos porque su personalidad es más buena que el pan.

Mientras más bajo sea de estatura, más picante y peligroso su temperamento. Como los Chihuahuas.

Y eso es todo lo que recuerdo haber aprendido sobre descripciones físicas. Es irónico cómo siempre digo que apenas sé del tema y solo podré dar unos consejitos breves... pero termino haciendo dos artículos largos que me toman como tres días.



¿Qué les pareció? ¿Se entienden las instrucciones?

Esta vez incluí varios ejemplos de mis propias novelas. ¡Fue divertido sentir que eran útiles!

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