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Ω 01 Ω

En la entrada de su cuarto se encontraba una bolsa.

Parpadeó un par de veces antes de apresurarse a tomarla. Eso era obra de su roomie, y Jungkook no podía sentirse más encantado.

La bolsa de papel grueso y color plata tenía un ligero aroma otoñal, reafirmando el emisor de dicho regalo. Su lobo meneó la cola. Adoraba que, cuando abría su puerta, en el piso se encontraran pequeñas bolsitas, no por el contenido de ellas; qué más daba si eran labiales, collares o perfumes. A él lo único que le importaba era que llegaban impregnadas de esa encantadora esencia que lo obsesionaba.

Debía confesar que, muy en contra de su lado humano, se veía adicto a esa manzana dulce y cedro seco. Nunca antes le había pasado, solía preferir fragancias más intensas, pero, desde que conoció al mayor cuando este le alquiló uno de sus cuartos, su omega no ha permitido que esas feromonas se alejen de él. Es tanta la necesidad de vivir envuelto en estas, que en algún punto dejó de ser suficiente encontrarlas sutil en cada esquina de la casa.

La sutileza servía para recordarle la distancia natural que existía entre ellos. Su lobo empezó a enloquecer, deseaba tenerlo cerca, poder inhalar el otoño directo desde donde nacía, poder probarlo, saborearlo entre sus diminutos colmillos. No obstante, Jungkook se lo impedía, ¡son dos omegas!

Era inaudito, seguramente lo asemejaba a algún olor familiar de su infancia, o tal vez al de su primer amor, el cual no recordaba, pero pudo haber quedado grabado en su inconsciente. Él qué sabía, alguna explicación más racional debía existir. Sin embargo, luchar contra su instinto fue casi imposible; eran discusiones internas de no acabar, por lo que, sin más remedio, llegaron a un acuerdo:

Su lobo no se lanzaría al cuello de Taehyung y, a cambio, Jungkook le robaría algunas prendas al pelirrojo para que pudiera olerlas y revolcarse a su gusto.

No recordaba cuándo empezó eso, ¿un mes? ¿Un año? Pero sí sabía por qué, así que con eso bastaba.

Justo en ese momento, aun cuando ya se había bañado, vestido e incluso peinado, no se dignó a salir hasta que su lobo calmó su impulsividad. Dos camisas, que robó de la ropa sucia, y una falda del omega, se encontraban extendidas en su cama, arrugadas y maltratadas por él.

Por lo que, al salir y encontrar la bolsa, volvió a desear tirarse en su cama, sacar el contenido y seguir olfateando como animal hasta que desapareciera cada rastro de otoño y tuviera que ir en busca de más ropa.

Meneó sus caderas con emoción, dejando la caja en su escritorio y yendo a la cocina por un poco de comida. Luego la abriría y cumpliría lo que se planteó; primero necesitaba un corto desayuno. Al menos el hambre obligaba a su instinto a calmarse.

Sus pasos eran saltarines, creando un mini baile con cada puntapié que daba. Adoraba recibir regalos de Taehyung sin importarle que no fueran entregados de frente ni hablaran del tema. Él también le dejaba detalles de vez en cuando, aunque no eran nada en comparación con los del mayor, quien se los traía de las ciudades y países que visitaba.

Los suyos eran más de cosas que veía en la calle que parecían ser del gusto ajeno y, como nunca había encontrado ninguno en la basura, asumía que así eran.

Se trataba, algo así, de una especie de muestra tácita de aprecio mutuo que tenían.

Cuando llegó a la cocina, sintiendo que en cualquier momento empezaría a cantar de gozo, sus pasos se detuvieron abruptamente al conectar su mirada con la del omega pelirrojo que lo traía moviendo el culo de forma tan vergonzosa.

—¡Hyung!, creí que no estabas —chilló con un leve tartamudeo.

¿No debía acaso estar en un vuelo?, ¿al menos llegando al aeropuerto?

El moreno le dejaba las bolsas antes de salir a su trabajo, así como él, no era típico en ellos hacerlo cuando se encontraban en casa, por eso asumió que no se encontraba.

—Me tomé el día libre —dijo risueño desde el sofá de dos piezas frente al televisor—. El último viaje fue muy agotador. Mañana tomaré el más largo —finalmente aclaró, como si se estuviera justificando.

Quiso hacer alguna pataleta. ¿Por qué no le había avisado antes?, no es que tuviera, pero era algo que hacía. Además, llegaba hasta ser injusto que se quedara en uno de los días donde estaba más sensible y con su omega necesitándolo.

La suerte no estaba de su lado.

—Comprendo —asintió estancado en su puesto. Para ese momento ya había olvidado la razón de estar ahí, solo quería volver a su cuarto.

Taehyung bajo su mirada, escaneando su cuerpo, con un descaro típico de la seguridad omega del que era dueño. Lo hizo temblar, aun si notó que no se trataba de una mirada de deseo, más bien parecía... ¿Burlona?, ¿perspicaz?

—¿Vas a salir?

El tono con el que le preguntó lo hizo mirar lo que llevaba puesto: su falda diminuta, con encaje en el borde, acentuaba sus piernas, o al menos eso quiso creer. La camisa verde con estampado le daba un toque irreverente que amaba lucir en sus días libres; se sentía inalcanzable para cualquier alfa. Pero ahora, ya no estaba tan seguro de eso.

¿Se veía mal así, acaso?

—Pensaba hacerlo —asistió aún torpe, tomando entre sus puños la tela blanca.

Yoongi lo había invitado a salir y, conociendo a su amigo alfa, estaba segurísimo de que lo buscaba para algún tipo de favor inofensivo, lo cual no le molestaba porque se lo repondría con comida. Él amaba la comida.

—Oh, yo te iba a proponer ver una película —alzando el control remoto, lo meneó y llevó a reproducir lo que tenía pausado en el televisor para seguir viendo.

La propuesta lo tomó por sorpresa.

Boqueó. Ver películas con el omega, teniendo el otoño penetrándole las narices tan de cerca, era, sin duda, una oferta que no podía dejar pasar. Yoongi podría esperar a la semana siguiente.

—Bueno, yo, la verdad no pensaba salir justo ahora —titubeó—, tal vez más tarde, o en la noche —mintió. Si no lo hacía en esas primeras horas del día, no podría hacerlo después, pero que más daba.

Por un instante, creyó que el hilo de voz no había sido escuchado por Taehyung, quien no se giró a verlo. La vergüenza lo invadió, así como el impulso de huir. Y le iba a dar gusto a su deseo de no ser porque su roomie se deslizó a la esquina del sofá y palmeó la zona que acababa de dejar libre.

Jungkook sonrió emocionado, apresurándose hasta el lugar y cayendo directo a recostar su mejilla en el hombro ajeno. Aprovecharía que Taehyung era un omega de naturaleza cariñosa para tenerlo cerca. En parte le gustaba ese detalle de su personalidad, así recibía mimos sin tener que buscar una excusa o justificación; y, en otra, lo odiaba porque lo mismo se repetía con otros omegas.

Como con Jin y Hoseok, dos amigos cercanos que, de vez en cuando, llegaban al apartamento haciendo que Taehyung adoptara un comportamiento más meloso que con él. Aunque no quisiera, los celos y territorialidad se adueñaban de su ser, por lo que prefería encerrarse en su cuarto o ir con sus amigos con tal de no presenciar la escena.

Al menos Taehyung no había traído ni a un solo alfa al apartamento, pues, aunque esté en todo su derecho, su lobo enloquecería y haría más de un estrago.

Tan sumido estaba en esos malos pensamientos que no notó que, por el brusco movimiento al sentarse, su falda se había alzado, dejando parte de su ropa interior en exhibición. No se asomaba mucho, solo lo suficiente para que se viera el color de esta y... para llamar la atención de cierto omega.

No fue intencional; sin embargo, le encantó lo causado.

Taehyung miraba el color rosa asomándose, sin mucho o nada de disimulo, y eso debió darle alguna señal al omega pelinegro. Más, a pesar de que sí, no fue capaz sino de acurrucarse en el costado del cuerpo ajeno. No tenía idea de cómo se conquistaba a un omega, ¿sería igual que con un alfa o debía comportarse como uno? No lo sabía, en su cabeza solo estaba el ruego por llamar la atención de Taehyung, pero sin un manual paso a paso que le explicara el proceso.

Sus miradas hicieron contacto luego de la acción. Enmudeció, completamente hipnotizado por el profundo marrón oscuro que no mostraba intención de desviarse. El color, tan intenso, tenía un poder magnético que lo envolvía, mientras las pobladas pestañas, que se meneaban con cada parpadeo, conseguían que no le importara más que verlas moverse. Taehyung era un omega precioso a sus ojos, con su silueta delgada y curvilínea que en ese momento era cubierta en su totalidad por una camiseta deportiva de tonos azul, mostaza y blanco; con esa cabellera rojiza bien cuidada y ese rostro de labios largados, nariz prolija y ojos felinos. Si tenía defectos, no se los notaba.

Hubiera podido seguir apreciándolo de no ser porque algo en su hombro llamó la atención del contrario, rompiendo la ensoñación en la que se encontraba.

—¿Tu celo se aproxima? —preguntó, volviendo a sonreír. Jungkook sintió el calor iniciar en el cuello y estallar en su rostro.

¿Cómo le preguntaba algo tan fuera de lugar y así de cerca? ¿Acaso ignoraba la tensión que había en el ambiente? La bruma era palpable, tanto que lo único capaz de disiparla sería un beso. Uno que lo volviera loco e hiciera vibrar en las partes correctas de su cuerpo, que dejara sus labios rojos y el cabello desordenado.

No pensaba responder a eso; sin embargo, cuando, sin aviso alguno, entrometió su índice en la tira del sujetador que se asomaba por el cuello largo de su camiseta y la estiró, no le dejó muchas alternativas, sobre todo porque el dueño de la prenda era él. Esperaba que no notara ese detalle. ¡En su defensa!, su lobo no lo dejaría salir en ese estado sin tener de cerca el olor contrario.

Además, como era usual con los omegas, en cada víspera de celo, los pechos —y otras partes—, se ponían sensibles; necesitaba un sostén para mantener controlada la incomodidad.

—Oh, sí, duelen un poco —se carcajeó de forma postiza.

Maldita sea, Taehyung tenía un poder de hacerlo actuar como un puberto, nada grata para su persona. Él no era así, de hecho, podía asegurar que su personalidad se caracteriza por una coquetería atrevida. Así fue con cada alfa que le gustaba; era él quien se lanzaba, no necesitaba esperar a que dieran el paso, para nada. Cosa opuesta a lo que sucedía en esta situación, con el omega se volvía un manojo de nervios, quizás debido a su imperturbable calma, que le gustaba e intimidaba en partes iguales.

A diferencia de su impulsividad, sus risas fuertes y ronroneos sin ninguna moderación, Taehyung gozaba de una serenidad envidiable. Pocas veces lo veía cambiar de actitud; era coqueto como cualquiera de su casta, pero maduro y muy centrado. Su elocuencia para refutar lo que no le agradaba o tan solo para molestarlo era impecable, y sus impulsos vivían al margen, a tal punto que Jungkook juraba jamás haberlo escuchado siquiera gruñir bajo.

—Recuerda avisarme, no queremos que pase lo de la última vez —soltó la tira, dándole un latigazo a su piel que no dolió, sino que incendió otra parte de su cuerpo, diferente a su cara. Mucho, mucho más abajo de su cara—. Eres muy territorial.

¡Oh, no, por la luna, no otra vez!

Su agradable hormigueo en el vientre, se esfumó, dándole paso a una tensión que lastimaba sus músculos.

Odiaba recordar ese momento. Por él, fingía demencia.

No trató de atacarlo... intentó marcarlo.

O, mejor dicho, lo hizo su omega. Su plan había sido quedarse encerrado mientras pasaba el celo, con sus supresores menguando los síntomas. El problema fue que, en algún punto, se acabaron, y su estúpido lobo se aprovechó de eso. ¡Los omegas ni siquiera marcan! Pero hacerle entender eso al irracional es imposible.

—Lo siento por eso, otra vez —murmuró ahora, arrepentido por ese malentendido que no tenía fuerza para desmentir.

Incluso el animal bajó las orejas por la amable advertencia. Imbécil.

Para suerte de su culpa, Tae le restó importancia, dándole pequeñas palmaditas en su coronilla.

—Parecías un cachorro —respondió, girándose al frente para poner atención a la película que llevaba los buenos diez primeros minutos siendo ignorada.

Suspirando, decidió acostarse usando de almohada los regordetes muslos contrarios, apenas cubiertos por la camiseta. La tela acariciaba su mejilla; era tersa y no podía esperar a que terminara en el cuarto de lavado para poder tenerla un rato para sí.

La necesitaba.


¿Qué tal les va pareciendo? 👀, Kook es un omega muy loco JAJAJAJA no debería culpar tanto a su lobo por algo que bien quiere tambien🤭

La demora en subir las partes es porque las ando corrigiendo una vez más, pero sin falta hoy tienen todo el shot 💖

Aprovecho y doy crédito a este anónimo que me dio la idea en una dinámica que se hizo en mi canal 🥰💗 Muchas gracias a esa personita, ame la canción y la inspiración que me dio 👀🌹

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