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Cap. 24 UNA LUCHA POR AMOR


En ese momento salieron de velocidad luz, y ya se encontraban sobre el planeta Kaly. Para cuándo todo alistaron sus armas y equipo, la nave descendió a las afueras del templo.
El lugar se veía sombrío y aterrador, la oscuridad y la niebla casi no les permitían ver nada. Al parecer todo el planeta estaba sumido por una tempestuosa magia negra.

A partir de ahí los grupos se separaron. Alicia, Diner y Maikel fueron en busca de la esfera, mientras que Alina, Cónfer y Lucas se encaminaron para encontrar a Álefer.
Una vez que atravesaron la entrada cada grupo tomó un camino diferente.
Diner encendió el rastreador para localizar la esfera, su energía cósmica los guiaba. Al cruzar por un pasillo y girar en el siguiente, una especie de runa tallada en la pared se iluminó. Y sin que nadie se percatara, de entre la oscuridad de las esquinas y rincones comenzaron a salir unas sombras tenebrosas que tomaron forma de bestias feroces; silenciosamente comenzaron a caminar por las paredes y techo llendo tras ambos grupos.

Cuando la energía cósmica era más fuerte Diner y los demás sabían que estaban cada vez más cerca de encontrar la esfera. Conforme avanzaban, Diner comenzó a sentir una presencia que los seguía, pero al voltear no había nada.

—Alicia —dijo él, haciendo que ella volteara—. Corre, y no mires atrás.

Diner le dió el rastreador, ella conociéndolo, sabía que lo dijo por alguna una razón, así que tomó con fuerza el rastreador mientras asentía con la cabeza.
En ese segundo, Diner sacó su arma, giró rápidamente apuntando hacia arriba; justo cuando una bestia de la oscuridad saltó sobre él.
El disparo lo destruyó en el aire, pero de a poco las sombras se volvieron a juntar para tomar forma nuevamente.

De inmediato Alicia corrió, alejándose para ir tras la esfera, mientras que Maikel y Diner quedarían allí para darle tiempo.
A través de los comunicadores, el grupo de Alina escuchó todo. Cuando pensaron en ir a ayudarlos, una sombra golpeó a Lucas, lanzándolo lejos. De inmediato Cónfer materializó su espada y fue a combatir a las bestias obscuras para protegerlo.
Cuando Alina desvío la mirada, vió que por otro pasillo, más sombras tenebrosas se acercaban.
Tomó con fuerza su arma y comenzó a dispararles. Cuando se quedó sin balas, rápidamente descartó esa arma y desenfundó la pequeña pistola que traía en uno de sus muslos, y continuó disparando.
En el momento que se volvió a quedar sin proyectiles, tenía a ocho bestias sombrías sobre ella. Pensó que era su final, pero no fue así, ya que en vez de atacarla, todas las sombras la envolvieron, cubriéndola por completo.

Cuando Cónfer vió esto, corrió rápidamente hacia ella, gritando su nombre. Al dar el primer espadazo a la gran masa de sombras, éstas se dispersaron, pero Alina ya no estaba, la oscuridad se la había llevado.
Así que ambos jóvenes prepararon sus armas y fueron a buscarla.

Alina no podía ver nada, cuando las sombras la liberaron lo primero que vió fue que se encontraba en otro sitio.
Era un gran salón con antorchas de fuego en los muros, iluminando todo el lugar, y grandes columnas adornadas con espadas y escudos.
Ella se paró en el centro del salón. Luego sintió una presencia detrás de ella, al voltear lo vió, era Álefer, parado a unos metros de ella.
Alina notó algo extraño en él, su mirada no era la misma, y sospechó al instante que algo no andaba bien. Concluyó que Álefer podía estar bajo el control de la reina.

—¿Porqué estás aquí? —preguntó él seriamente.

—Vine por tí.

—Mientes. Me mientes ahora de la misma forma que me has mentido siempre.

—Es lo que tu madre quiere que creas. Está controlándote.

—Dices que vienes por mi, pero en realidad estás aquí por la esfera. ¿O me equivoco?

—Vine a salvarte, si la esfera es destruida serás libre. Recuperarás tu vida.

—Ya no tengo vida... Tú me la quitaste —dijo él mientras materializó su espada y se acercaba a ella.

—Álefer...

—Ahora permíteme devolverte el favor.

—¡Álefer! ¡Espera!

En ese momento él lanzó el primer golpe, pero ella logró esquivarlo. Rápidamente Alina corrió hacia una columna y tomó un escudo para protegerse.
Álefer comenzó a golpearlo hasta romperlo a pedazos, luego al lanzar otro golpe le dió a una columna, destrozándola. Una espada se soltó de la misma, y Alina la tomó con fuerza para defenderse.

—¡No pienso abandonarte Álefer! —gritó ella.

Él continuó segado atacando, pero ella tomaba distancia y se protegía.

—¡Alicia! ¡Apresúrate! ¡No me queda mucho tiempo! —gritó Alina por el comunicado.

—¡Ya casi llego hermana! ¡Aguanta! —contestó Alicia mientras seguía la señal del rastreador.

En un momento Alicia se detuvo, y el artefacto se iluminó marcando que tenía la esfera cerca, pero Alicia solo veía un muro frente a ella. No lo entendía, luego se acercó aún más y extendió el brazo, y su mano atravesó dicha pared. Al parecer era una especie de pasaje secreto.
Alicia se llenó de valor y lo atravesó con su cuerpo completamente. Del otro lado se encontró con un cuarto pequeño, iluminado con antorchas de fuego negro. Y en el centro de la habitación, flotaba suspendida en el aire una esfera brillante, la cual emanaba energía obscura que se podía vislumbrar a plena vista.

Al mismo tiempo, Alina seguía luchando con Álefer. En un movimiento él le quitó la espada, y con sus poderes la lanzó contra un muro haciendo que lo atravesara. Entre los escombros Alina intentó ponerse de pie, pero ya no contaba con las fuerzas.
Álefer cruzó al otro lado, se acercó a ella y tomándola con fuerza la levantó.

—Álefer... Vuelve, este no eres tú —dijo Alina casi sin aliento.

—Tranquila, estás perdonada —dijo él, dirigiendo se espada hacia ella.

En ese preciso segundo Alicia disparó, haciendo pedazos la esfera, la cual explotó provocando que ella saliera despedida, de esa forma atravesó nuevamente aquella pared mágica quedando del otro lado.
Cuando eso sucedió, las bestias creadas de las sombras se esfumaron. De esa forma, Alicia, Diner y Maikel corrieron a reunirse con Lucas y Cónfer.
Diner rastreó el traje de Alina para así encontrarla rápidamente.

Una vez que llegaron al lugar, se encontraron con esa escena.
Por su parte, Álefer recuperó la conciencia, volviendo en sí, lo primero que vió fue el rostro de Alina. Él la miró con unos ojos llenos de amor, y ella viendo que había vuelto en sí, le sonrió tiernamente mientras acariciaba la frente y la cien de Álefer.
Él se sentía muy feliz, hasta el momento en que bajó la mirada, y vió que su espada había atravesado el vientre de Alina.
Notando también como su sangre se deslizaba por la empuñadura y bañaba su mano.
Álefer desapareció su espada, y presionó la herida con su mano. Él se arrodilló en el sueldo, se quitó la máscara arrojándola lejos, y sujetó a Alina con delicadeza mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

—No, no por favor —suplicó él desesperado.

—Tranquilo, no es nada —dijo Alina tomando su mano, mirándolo con ternura.

—¿Porqué? ¿Porqué no te alejaste? —preguntó él llorando.

—Me preguntaste una vez qué era lo que sentía... Pues amor, eso es lo que siento. Siempre fue amor —dijo ella antes de cerrar sus ojos.

—¡Alina! ¡Alina! ¡No! ¡No te vayas! —gritó Álefer.

En ese momento todos corrieron hacia donde estaban Álefer y Alina. Los tres hermanos no sabían que hacer, solo lloraban. Cónfer destrozado se arrodilló junto a ellos y sostuvo a Alina en sus brazos, mientras que Álefer solo miraba sus manos cubiertas con la sangre de su amada.
Entre lágrima Diner observó el lugar, y al ver algo tubo una gran idea.

—¡Un estanque! —de inmediato todos observaron— ¡Son aguas de Azule! Aún no es tarde.

Entonces Cónfer cargó a Alina en sus brazos e ingresó al estanque con ella, esperando que el vínculo se formara y su fuerza vital la curara. Esperó y esperó pero nada pasó.

—¿Qué sucede? ¿Porqué no funciona? —preguntó Diner.

—No funcionará —contestó Cónfer resignado—. Porque Alina no me ama.

—Álefer —dijo Alicia haciendo que él la mirara—. Ella te eligió... Trae a mi hermana devuelta.

De esa forma Álefer entró al estanque, y Cónfer le entregó a Alina en sus brazos.
Estando solos ellos dos en las aguas, Álefer solo podía llorar mientras acariciaba el rostro de Alina.

—Vuelve a mí... Vuelve. Te necesito —le susurró al oído.

En ese instante las aguas se iluminaron, con un esplendor tal, que hizo que todos se cubrieran los ojos. Luego se apagó, volviendo a la normalidad.
Álefer miró el vientre de Alina, notando que la herida ya no estaba. Observó su rostro, y vió como abría sus hermosos ojos azules. Cuando ella lo vió lo primero que hizo fue extenderle una tierna sonrisa.

—Funcionó... El vínculo se formó —dijo Álefer sorprendido—. Eso significa que tú...

—Que te amo —contestó ella —. Y esto significa que tú me amas —añadió mientras sacaba ambas piedras del bolsillo de su pantalón, y se las enseñaba a Álefer, el cual quedó sumamente conmovido.

—¡Escuchen! —exclamó Diner—. Debemos irnos, los sistemas indican que naves Cowanas vienen hacia acá.

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