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Cap. 19 LA DAGA NEGRA


Por su parte, en el reino de Cówan, le acababa de llegar a la reina el informe de que su hijo había escapado. Indignada por todos los problemas que esa chica le estaba causando, decidió armar un maligno plan en su contra, el cual esperaría el mejor momento para ejecutarlo. Mientras tanto, aguardaría con paciencia a que su discípula le trajera buenas noticias.
Por su parte, apenas Núm se enteró de lo ocurrido con Cónfer inmediatamente fue hasta donde Álefer se encontraba para informarle.
Una vez enterado, Álefer sin perder más tiempo, fue por los pasillos de palacio con rapidez para ir por su equipo. Mientras avanzaban Álefer dijo.

-Prepara mi nave, te veo allá.

-Si, majestad -asintió Núm.

-¡No! -dijo una voz femenina, la cual les hizo detener la marcha.

Se trataba de la mismísimo reina, que con delicadeza y elegancia caminó hacia ellos. Se podía escuchar el sonido de las piedras preciosas que colgaban al final de su vestido.

-No irás a ningún lugar hijo mío.

-Cónfer escapó -contestó él.

-Ya tengo personal trabajando en eso. Lo encontrarán y lo devolverán a casa. No debes preocuparte.

-De todos modos iré -dijo Álefer volteando para irse.

-Tienes prohibido dejar el palacio. Mucho menos salir del planeta.

-¿Y desde cuándo tomaste esa decisión?

-No estás bien, hijo mío. Tus múltiples encuentros con esas personas te han afectado grandemente. Solo pienso en tu bienestar.

-¿Soy prisionero ahora? ¿Igual que la tía Londra?

-Cuando recuperes el juicio, y vea que has vuelto a ser el Álefer del pasado podrás recuperar tu libertad.

-No volveré a ser el de antes. Eso no pasará.

-Ya lo veremos -dijo la reina con seguridad-. ¡Guardias! -de inmediato unos soldados del palacio se acercaron a ellos-. Escolten a mi hijo a su alcoba. Desde hoy y hasta nuevo aviso tiene prohibido dejar el palacio.

-Como ordene majestad -contestó uno de los guardias, mientras que los demás asentían con una leve reverencia.

De esa forma llevaron a Álefer hasta sus habitación y los guardias quedaron custodiando las puertas por fuera.

-Si piensa que esto va a detenerme se equivoca -afirmó Álefer mientras caminaba por la habitación.

-Esperaba que dijeras eso -dijo Núm al mismo tiempo que tomaba una capa negra y la máscara de Álefer.

-¿Qué haces, Núm? -preguntò él sin entender.

-En este momento hay un cambio de guardia, así que la mayoría de los pasillos estarán vacíos. Podrá llegar sin problema al área de naves. Allí habrá guardias, pero estoy seguro que aún no sea difundido la noticia de que usted no puede salir. Ahora yo distraeré a estos dos haciéndome pasar por usted, de esa forma me seguirán. Valle con cuidado y escape, en su nave encontrará toda la información del paradero de Cónfer.

-¿Y qué pasará contigo? -preguntó Álefer serio y preocupado.

-Soy un sirviente, simplemente diré que usted me obligó -contestó Núm sonriente mientras caminaba hacia las puertas de salida con la capa puesta.

-Núm -dijo Álefer haciendo que él volteara-. Nunca fuiste un sirviente para mí.

-Lo sé -constestó felíz-. Por eso lo hago.

Núm se colocó la máscara de Álefer, abrió las puertas y salió caminando por el pasillo, así mismo los guardias lo siguieron por detrás.
De esa forma Álefer se escabulló hasta llegar al área de naves que hay en el palacio, y justo como Núm dijo, los guardias de aquella zona no estaban al tanto de la situación del príncipe. Así que con una reverencia lo despidieron mientras él encendía los propulsores y salía del palacio. Una vez fuera, de inmediato saltó a velocidad luz.

Por su parte, en otro lado del universo, Alina y su familia tuvieron que hacer una parada en otro planeta para cargar combustible y revisar la nave.
El lugar estaba repleto de árboles que poseían una altura descomunal. Una gran vegetación cubría todos los alrededores. Era tan poca la población que parecía casi deshabitado.

Mientras Cónfer y Diner se encargaban de la nave, Alicia y Alina caminaron un poco, observando el lugar; hasta que en un momento se alejaron entre sí. De repente Alina comenzó a escuchar la voz de Álefer que la llamaba. Giraba en varias direcciones tratando de vislumbrar su persona pero no tubo éxito. Luego escuchó de nuevo su voz en una dirección, y decidió seguirla. Ella se infiltró entre los árboles siguiendo la voz de Álefer que la llamaba por su nombre.
Caminó hasta un sector donde al parecer fueron talados los árboles de esa zona.
Ella, confundida, no podía entender lo que sucedía. Observaba en todas direcciones pero Álefer no estaba.
Y luego escuchó tras sus espaldas.

-Así que eres tú -Alina volteó y vió a una chica (Era la discípula de la reina)-. La joven que ha estado causando tantos problemas.

-¿Quién eres? -preguntó Alina algo nerviosa.

-La pregunta aquí es ¿Quién eres tú? -contestó ella mientras caminaba alrededor de Alina-. ¿Quién eres para perturbar la mente del príncipe? ¿Qué te ha hecho tan digna?

-No sé de qué estás hablando -dijo Alina mientras deslizaba la mano para tomar su arma.

-Lo entenderás, cuando estés al borde de la muerte.

Alina reaccionó desenfundando su arma pero en un imperceptible movimiento la discípula se la quitó, y golpeándola hizo que Alina cayera al suelo adolorida.

-Deve sentirse frustrante ser normal -dijo ella junto a Alina-. Admito que esperaba más. Los rumores decían que eras una poderosa guerrera. Que decepción.

Alina se puso de pie e intentó luchar con ella, pero la discípula utilizando sus habilidades esquivaba a la perfección los golpes de Alina. Luego volvió a golpearla, dejándola adolorida nuevamente en el suelo.

-¿Porqué haces esto? -preguntó Alina.

-Porque eres un obstáculo en el camino al éxito de mi señor. Él no puede deshacerse de ti personalmente, así que yo fuí enviada para hacer ese trabajo.

-¿Álefer te envió?

-Suplicó que acabara contigo -le susurró al oído.

En ese momento los ojos de Alina se humedecieron, sintió como una enorme ola de tristeza se apoderaba de su pecho, sin embargo ella hacía fuerza para no derramar ningúna lágrima. Solo agachó la cabeza y quedó mirando al suelo.

-Terminemos con esto -dijo la discípula, sujetando con fuerza a Alina poniéndola de pie.

En ese segundo la asesina materializó la daga negra que la reina le había dado.

-Esto te lo envía la familia real -y con violencia lo enterró en el vientre de Alina.

La discípula la soltó, y Alina quedando de pie desvío la vista hacia abajo, y vió como la daga que tenía clavada en su cuerpo se deshizo y entró en su interior, haciendo que automáticamente la invadiera el dolor más grande jamás sentido.

Alina cayó al suelo retorciéndose de dolor. No pudiendo aguantar más, soltó un grito de desesperación, el cual lo escuchó Alicia, quien estaba cerca del lugar buscándola.

De inmediato Alicia siguió el sonido. Y al llegar al lugar, vió a Alina postrada en el suelo y a una desconocida parada a su lado. Sin más, Alicia le apuntó con el arma mientras le gritaba.

-¡Aléjate de ella!

-Y aquí tenemos a la otra. La chica que causó el destierro de nuestro mejor soldado. Estoy de suerte, acabaré con dos problemas en un mismo día.

Cuando la discípula de la reina comenzó a caminar hacia Alicia, ella instantáneamente le disparó. Fueron una lluvia de proyectiles, pero la asesina con sus poderes fácilmente los desvío. Una vez cerca, le quitó su arma a Alicia y la lanzó a un lado. Luego la golpeó en el vientre dejándola inmóvil. De esa manera arrastró a Alicia hasta donde estaba su hermana.
Hizo que Alicia se pusiera de rodillas, y parándose detrás de ella le sujetó la cabeza con fuerza mientras le decía a Alina.

-Mira... Vela morir.

Alina sentía una impotencia y desesperación descomunal, ya que apenas podía mover su cuerpo.
La discípula estaba a punto de romperle el cuello a Alicia, cuando una mano sujetó con fuerza su brazo. Ella volteó, era Álefer, muy molesto.

-Mi señor -dijo sorprendida al verlo.

Álefer la sujetó con fuerza, haciendo que liberara a Alicia, quien calló a un lado.

-Príncipe, mis órdenes fueron claras -dijo ella.

-¿Estás dispuesta a morir por tu lealtad? -preguntó Álefer.

-No me iré sin cumplir con mi misión.

-Mala elección.

En ese momento Álefer apoyó su mano en el pecho de la asesina, y absorbió la magia obscuras que había en ella. Y al mismo tiempo le quitó toda su fuerza vital.
La asesina se deterioró como un cadáver, luego Álefer lanzó su cuerpo sin vida al suelo.

Él intentó acercarse a Alina, pero ésta se arrastraba alejándose de él, e inpidiéndole que la tocara. Ella estaba molesta, ya que recordaba lo que la discípula de la reina le había dicho.

Alicia reincorporándose, fue hasta donde estaba su arma, y tomándola le apuntó a Álefer mientras le decía.

-¡Apártate de ella! ¡Déjala!

-Tiene magia obscura en su interior. Si no la extraigo agonizará hasta la muerte.

-Alicia, no le creas. Dispárale -dijo Alina quejándose de dolor.

-El veneno pronto llegará a su corazón. Yo soy el único que puede salvarla.

Alicia viendo que su hermana ya casi no se movía, bajó su arma y le permitió a Álefer que se acercara a ella.

-Al... -dijo él mientras se agachaba a un lado de Alina.

-No me toques... Aléjate -contestó ella casi sin fuerzas.

-Estás al borde de la muerte y aún así sigues siendo igual de testaruda.

-Déjame en paz -dijo ella casi sin aliento.

-No lo haré. Te dije que jamás dejaré que mueras. No voy a permitirlo.

-¿Así que tú no la enviaste?

-No. Fue obra de la reina. Al, prefería sufrir la peor de las torturas antes de causarte algún daño, tienes que creerme.

En ese momento Álefer extendió su brazo, y guió su mano hacia el vientre de Alina.

-¿Cómo puedo confiar en tí? ¿Cómo sé que eres honesto? -preguntó ella ya a punto de perder el conocimiento.

-Entonces no me escuches a mí, escucha a tu corazón, él conoce mi verdad.

Alina se quedó sin palabras, solo quería ver los ojos de Álefer y no desconectarse de ellos. A esta altura Alina ya no se movía, su respiración era débil, y sentía como sus ojos se cerraban.
Álefer apoyó su mano en el vientre de ella, y de esa forma comenzó a absorber la magia obscura en su interior.
Quitó todo el veneno de su cuerpo que la estaba matando. Al terminar, instantáneamente Alina fue recuperando sus fuerzas. Abrió grandemente sus ojos para ver a su alrededor, y ahí seguía él, arrodillado junto a su lado.
Alina no podía evitar sentir ese gran sentimiento de amor, que explotaba dentro de su cuerpo por el solo hecho de verlo.
Con lentitud se incorporó quedando sentada en el suelo junto a él. No sabía ni que decir.

-Mi vida sería muy aburrida si ya no estás en este mundo -dijo Álefer con sinceridad-. Quédate, y sigue siendo mi tormento.

Alina conmovida grandemente, no sabía que contestar, solo sintió el impulso de acariciar su rostro.
Extendió lentamente el brazo y acercó su mano al rostro de Álefer. Sus dedos apenas rozaron las cicatrices de su rostro que Alicia exclamó.

-¡Tenemos que irnos! ¡Los demás nos están buscando! ¡Vienen para acá!

Álefer se puso de pie, y le extendió la mano a Alina para ayudarla a levantarse del suelo. Ella sujetó su mano y se puso de pie. En ningún momento sus miradas se desconectaron.

-No pueden verlo aquí. Solo se armará un lío grave -advirtió Alicia-. Debes irte.

Ambos entendían la preocupación de Alicia. Observando sus manos, las cuales seguían sujetas a las del otro, con delicadeza y algo de dolor, lentamente se soltaron.

-Al, andando -dijo Alicia jalándola del brazo-. Al, vamos.

Ambas hermanas comenzaron a caminar para volver con el grupo.
Cada dos segundos Alina volteaba para ver si Álefer seguía allí, y así fue, él no se movió de ese punto hasta ya no vislumbrar más a su amada. Una vez que se perdieron entre los árboles, Álefer se fue del lugar.

Las dos hermanas casi llegando a la nave, se toparon con Diner y Cónfer, quienes estaban sumamente preocupados.

-¿Qué sucedió? ¿Están bien? -preguntó Diner.

-Si, Alina se perdió y yo fuí por ella -contestó Alicia.

-Les dije que no se alejaran. Puede ser peligroso deambular por estas zonas.

-Si, lo sentimos -respondió nuevamente Alicia, ya que Alina seguía con la mente en Álefer.

-Está bien. Vámonos. Debemos regresar a casa, todo Cówan ya debe estar buscándonos.

Y de esa forma todo el equipo subió a la nave. Encendieron propulsores, y emprendieron el viaje devuelta al planeta tierra.

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