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Cap. 1 UN NUEVO ORDEN


A partir de la recuperación del planeta, las personas instauraron un sistema democrático para conservar el orden. Muchos fueron los que estuvieron en contra de la revolución que habían llevado a cabo los desechados, pero cuando conocieron las verdaderas intenciones de los Cowanos, todos decidieron apoyar al nuevo gobierno, el cual estaba conformado por un concejo de líderes. Se trataba de un concejo de hombres y mujeres en cada ciudad, los cuales fueron elegidos por la propia gente. En cada uno de esos consejos también se encontraban varios Cowanos, los cuales habían ganado la confianza de las personas en base a sus actos, y al ser Diner quien había logrado jaquear los sistemas y darles la victoria a la gente, lo habían colocado en un puesto de alta importancia sobre los consejos. Su palabra y opinión eran muy respetadas, ya que lo consideraban un fuerte aliado, mientras que Alina y Lucas fueron llamados héroes por haber arriesgado sus vidas por la conquista.

Cónfer se volvió la mano derecha de Diner, como sub director en el concejo de la ciudad, en poco tiempo ellos se habían vuelto tan influyentes y amigos de todos. Una de las primeras órdenes que fueron dictadas, fue de despertar a todas las personas que seguían en el hipersueño. Fue un momento de gran alegría para muchos, ya que las familias volvían a reunirse después de tanto tiempo, sin embargo muchos lloraron la pérdida de sus seres queridos. Los directivos eligieron el sector más hermoso de la ciudad y lo convirtieron en un santuario para recordar a los que murieron por la invasión, construyeron grandes lápidas de mármol, donde colocaron los nombres de todos los fallecidos por la invasión.

Luego del gran funeral, Alina y sus hermanos fueron llamados por Diner a la central de mando, al llegar, estaba Diner y Cónfer esperándolos. Los cuatro hermanos se acercaron a la mesa mientras Diner les decía.

—Lamento molestarlos, chicos. Sé que era un día importante.

—No hay problema, Diner, si nos llamaste seguro es por algo urgente —contestó Maikel.

—Cuéntanos Diner ¿Qué sucede? —prosiguió Alina.

—Tenía pensado decírselos unos días después del funeral pero el tiempo apremia.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Alina.

—El asunto es que en éste momento nos encontramos al descubierto —dijo Cónfer—. No tenemos con que proteger al planeta de un nuevo ataque. Diner y yo estuvimos hablando, y conocemos a nuestra gente, ellos jamás aceptarán una derrota como esta. Volverán, y si no estamos protegidos les aseguro que nos erradicaran de la faz de la tierra.

—¿Y qué es lo que proponen? —preguntó Alicia.

—Existe un dispositivo que puede crea un campo de protección alrededor del planeta. Si lo obtenemos podremos evitar que ingrese cualquier nave enemiga a nuestra órbita, incluso protegernos de su más avanzado armamento —contestó Diner.

—haber recuperado el planeta no significará nada si no tenemos con que protegerlo —dijo Cónfer.

—¿Dónde conseguimos ese aparato? —preguntó Alina.

—En un planeta llamado Walpor. Es un lugar donde consigues lo que sea en el universo. En este caso lo que necesitamos es algo muy difícil de obtener, sólo las grandes potencias del universo las tienen, pero allí podemos conseguirla.

—Los mayores comerciantes de tecnología se encuentran allí —prosiguió Diner—. Sin embargo Cówan tiene una asociación con ellos, y la noticia de lo acontecido aquí seguro ya llegó a sus oídos. Así que tendremos que negociar con los traficantes, son los únicos que pueden adquirir un escudo planetario de forma rápida, y que no tienen lazos con el reino Cowano.

—Ahora háblales del pago —dijo Cónfer.

—¿Piden demasiado? —preguntó Lucas.

—No es eso. Ningún mineral en este planeta sería de su interés. Para un encargo tan difícil sólo hay una cosa que los traficantes no rechazarán, sangre de una bestia llamada Licran, los cuales existen en un único lugar del universo, el planeta Alenír. Tendríamos que dirigirnos hacia allá primero, capturar a la bestia y extraer su sangre, luego viajar a Walpor y negociar con los ilegales.

—¿Por qué tengo el extraño presentimiento de que será más difícil de lo que dices? —añadió Alina.

—Porque lo será —contestó Diner—. El animal tiene la habilidad de hacerse invisible, eso lo vuelve imposible de atrapar, pero ahora que contamos con magia Váizon eso podría darnos ventaja.

—¿Cómo? ¿Acaso tú?... —le preguntó Alina a Cónfer, molesta.

—No hizo falta, él vio todo por las cámaras —contestó Cónfer.

—Yo también me sorprendí bastante cuando Diner me lo contó —admitió Alicia.

—¿Ya lo sabías? —preguntó Alina sorprendida.

—Lo supe hace poco —contestó Alicia.

—Esperen ¿Me perdí de algo? —dijo Lucas.

—Yo iba a decir lo mismo —confesó Maikel.

—Hermanos, lo que sucede es que el poder por el que ellos vinieron, el poder por el cual atacaron nuestro planeta, está dentro de mí.

—¿Lo dices enserio? —preguntó Lucas, sorprendido.

—Será mejor si se los muestras —dijo Cónfer.

En ese momento Alina extendió sus manos, y luego de unos segundos ambas comenzaron a iluminarse de un color blanco brillante. Maikel estaba atónito, agrandó sus ojos y observó con fascinación. Lucas de la impresión retrocedió unos pasos pero no sintió temor, se acercó nuevamente a ella y con delicadeza tocó sus manos, al darse cuenta de lo que estaba presenciando soltó una pequeña sonrisa de asombro. Después de unos segundos el brillo se apagó y las manos de Alina volvieron a la normalidad.

—Ahora Álefer sabe que tú lo tienes —dijo Diner—. Es cuestión de tiempo para que vuelva por él. Es crucial que actuemos ahora.

—Tienes razón —contestó Alina—. Pero también sé que esto no me pertenece, la chica que murió robándoselo a Álefer quería devolverlo, y eso es lo que voy a hacer. Luego de asegurarnos que nuestro hogar estará a salvo, viajaré a su planeta de origen y lo regresaré a su verdadero dueño. Eso es lo correcto.

—Por mí está bien —dijo Diner.

—Concuerdo, es lo más sensato que podemos hacer. Cuando ya no lo tengas, Álefer no te perseguirá más —aseguró Cónfer.

—Entonces aclarado todo, los quiero a Alina, Alicia y Cónfer listos mañana temprano para salir.

—¿Y yo qué? ¿Piensan dejarme? —preguntó Lucas cruzando los brazos.

—Necesitamos que te quedes, las personas se sentirán más seguras si ven a su héroe. Tú y Maikel estarán comunicados con nosotros todo el tiempo —contestó Diner—. Ya les dejé órdenes específicas a los consejos en las ciudades, todo estará bien.

—No voy a dejar que mis hermanas vayan solas al espacio.

—No irán solas, Diner y yo nos haremos cargo, conocemos todas las especies y sus planetas, cada ruta y atajo. No tendremos problemas —dijo Cónfer.

—Pueden cuidarse —prosiguió Diner.

—¿Ali? —dijo Lucas.

—Podemos cuidarnos, Lu. Está bien —contestó Alina.

—No te preocupes hermano —dijo Alicia—. Volveremos antes que te des cuenta.

—Si están tan seguras entonces no hay nada que pueda hacer —dijo Lucas aceptando de mala gana.

—Tranquilo, Lu —dijo Maikel apoyando una mano en el hombro de Lucas—. Aún hay bastante trabajo que hacer aquí, mantendré tu mente bien ocupada.

Luego de que la reunión terminara, Alina volvió nuevamente a su casa junto con Lucas, el cual seguía viviendo allí. Mientras subían por el ascensor él le dijo.

—Aun no puedo creer que esto esté pasando, es tanta información para procesar que... ¿Cómo es que tienes tú esa cosa?

—¿Recuerdas lo que te conté cuando éramos niños? ¿Lo de los extraterrestres?

—Sí, nuestros padres dijeron que tuviste una pesadilla y que creías que fue real. ¿Entonces fue ahí?

—No sé con exactitud lo que sucedió esa noche, sólo sé que de alguna forma la chica que lo tenía me lo pasó, para que Álefer no lo tuviera.

—¿Entonces estuvo oculto dentro de ti todo este tiempo? Sin mostrar ni una señal de su presencia.

—Creo que sí la mostraba, pero nosotros no nos dábamos cuenta.

—¿A qué te refieres?

—¿Recuerdas lo que dijo Diner? Esta entidad protege al portador, y es lo que siempre hizo conmigo, mis heridas siempre han sanado rápidamente, y jamás me he enfermado.

—Tienes razón. Ahora entiendo por qué me ganaste en la pelea del otro día, sin esos poderes seguro te habría vencido —dijo Lucas entre sonrisas.

—No me provoques, que todavía puedo ganarte —respondió Alina riendo. 

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