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☬ III

Capítulo III
El alma y la voluntad forjan a un elegido sin aceptar excusas

Habían pasado tres días desde aquel catastrófico suceso. El país entero sintió el augurio de una noche frívola infinita. 

Para algunos fueron pocas horas, para otros un leve momento, pero para los afectados fueron momentos de eternidad en el infierno mismo. 

¿Cómo no describirlo así? Inundados de fuego mientras los demonios masacraban los cuerpos y devoraban sus almas.

En esos dos días, muchas noticias y especulaciones fueron volando de un lado a otro. Las redes sociales, aplicaciones de videos y canales de televisión estaban minadas con noticias, alarmas y teorías. 

Muchos decían que era un castigo de Dios, otros que el final de los tiempos estaba cerca, algunos que fue una invasión alienígena, mientras que otros afirmaban que eran ataques de seres de otra dimensión.

No importa como haya sido, lo que importaba era que las muertes causadas por el ataque fueron alarmantes. 

En cuestión de pocas horas, el país de los Estados Unidos sufrió una exorbitante cantidad de muertes, cifradas en más de 2,300 personas asesinadas.

Los heridos que lograron sobrevivir seguían en tratamientos y hospitalizados. Sus cuerpos habían sufrido mutilaciones y sus mentes estaban colapsadas. Era normal estar de dos a tres días en coma. 

Algunos ya estaban empezando a despertar, lo primero que hacían era gritar o llorar. Seguido de eso, aún más llanto al enterarse de los fallecidos y de sus familiares caídos. 

Los hospitales y clínicas estaban invadidos por llantos, gritos y lamentos. 

Laurent estaba en el cuarto de un hospital reconocido, recostado en la cama viendo el techo una vez más. Sus ojos estaban algo vacíos, sin mostrar mucha expresión, tampoco se le vió o escuchó llorar al segundo día de haber despertado.

Alguien se había asomado por la puerta mientras tocaba, esperando la confirmación de Laurent para entrar. El joven no habló ni movió la cabeza, solo soltó un suspiro lleno de vacío y tristeza.

La otra persona interpretó el acto como una aprobación, por lo que abrió la puerta y entró sin hablar. 

Era un señor alto, de piel blanca y cabello bien arreglado. Portaba un traje negro de marca, sus ojos eran afilados y de color negro. 

En su mano derecha traía un portafolio y en la otra traía una bandeja pequeña.

—Decidí tráete el desayuno, lo mandé a preparar yo, hijo.

—Cuando mencionas lo de comer, solo me imagino a esas criaturas devorando todo, papá —respondió Laurent con un tono sereno y sin emoción.

—Los traumas por situaciones así son normales y entendibles, pero se que eres un muchacho fuerte, nunca me gustó verte así —el padre de Laurent volvió a hablar, se notaba lo preocupado y lo triste.

—Laura y Sofía no sobrevivieron, por suerte no fue en manos de esas malditas abominaciones —recalcó en un momento de silencio Laurent—. ¿No sientes pena o dolor por ella?

El padre de Laurent dejó la bandeja al lado de un mesón que estaba cerca de la cama, sus piernas se movieron y se sentó al lado de Laurent, dejando el portafolio en el suelo.

—Tengo 45 años, y en esos 45 años he experimentado tragedias, decepciones y partidas de seres queridos —empezó a relatar—. He aprendido a sobrellevar todo ese dolor, he aprendido a superar toda tragedia. Aún así, se me hace difícil cada minuto el no sentir un vacío y tormento por la partida de mi niña. Por Laura no tanto, solo la tenía a mi lado por conveniencia, pero por mi Sofía… 

Los ojos del padre de Laurent se cerraron, su voz también cesó, porque si seguía hablando muy posiblemente iba a terminar derramando lágrimas en frente de su hijo. 

—Ahora me quedas tu, hijo. Eres lo más preciado y valioso que tengo en este mundo, y no me importa que hayas perdido un brazo, me importa que sigas con vida y permanezcas a mi lado.

—Karman también se ha ido… — comentó Laurent.

No es como si él hubiera ignorado cada palabra de su padre, al contrario, sus ojos estaban inundados en un mar de lágrimas. 

El tono que entonó en sus últimas palabras fueron dichas con nudos en la garganta. 

—Karman… él… —el padre de Laurent no sabía qué decir. Apreciaba a Karman, pero apreciaba mucho más a su hijo.

El día después de la tragedia empezó el conteo de los fallecidos, heridos y desaparecidos. 

Aquellos que fueron desaparecidos no habían sido vistos por ningún lado, cosa muy extraña puesto que todo ocurrió en zonas cerradas y pobladas, siendo incapaz de desaparecer fácilmente. 

Las criaturas solo devoraban las extremidades por lo que desaparecer por ser comidos no era una opción. No solo eso, cada criatura que había aparecido terminó siendo asesinada. 

Los cuerpos fueron recogidos e inspeccionados con detenimiento. Al principio fue difícil, ya que los cuerpos eran duros, sus pieles eran gruesas y ásperas. Tuvieron que abrirlos con motosierras de la más alta calidad, y aún así tenían que pasar minutos y los equipos terminaban desgastados.

El que los cuerpos hayan desaparecido fue el misterio más grande en estos tres días, ¿Aún seguían vivos? Nadie lo sabía. 

El padre de Laurent sintió pena y tristeza por Karman, pero aún así pensaba en la posibilidad de que siguiera vivo.

—Recemos a Dios de que aún siga vivo, hijo, de momento es mejor que te recuperes. Volveré mañana, es hora de que me vaya —concluyó el padre de Laurent.

Laurent no dijo nada, solo se acomodó un poco en la camilla y cerró los ojos.

Su padre le echó un último vistazo mientras agarraba el portafolio y se marchó. Tenía mucho trabajo por hacer, incluyendo publicar la nueva fecha de inauguración de su nuevo negocio en Boston.

Debido a todo el suceso, la inauguración se canceló y su plazo de nueva fecha fue pospuesta hasta nuevo aviso. 

El padre de Laurent solo vino a ver que su hijo se había recuperado bien, para así tomar las riendas de su empresa nuevamente con calma y sin preocuparse.

Laurent iba a estar en el hospital unos días más, puesto que había perdido mucha sangre y su cuerpo había sufrido lesiones graves. 

Por suerte, todos aquellos que sufrieron daños y lograron sobrevivir al último momento, fueron sanados de repente. Claro, la recuperación de un miembro cortado no estuvo dentro de la recuperación, pero aún así toda herida interna o sangrado había cesado.

El frío de la habitación era insoportable, una habitación pequeña con una camilla adentro, acompañado de una mesa en medio y un dispensador de agua potable. 

La habitación parecía lujosa, con sus paredes bien adornados y su piso de cerámica, parecía mármol.

En la mesa habían tres bandejas tapadas, contenían comida caliente, desprendían un olor provocativo.

En la camilla había un cuerpo de una persona, cuya altura ronda los 1,76cm, de piel blanca y cabello semi largo y negro. 

De pronto, sus ojos se abrieron abrumadoramente y su cuerpo casi saltaba de la camilla. Se despertó desorientado y con una sed abismal. 

Rápidamente se levantó de la camilla y con las piernas moviéndose de un lado a otro, encontró el dispensador de agua. La máquina tenía un botellón de agua encima, y sin dudarlo, el joven levantó el botellón y empezó a beberse el agua que contenía.

El chorro de agua caía en su boca, recorriendo cada rincón de su garganta y fluyendo hacia el interior de su cuerpo. Si bien se estaba quitando la sed, también se estaba empapando todo.

Después de que él botellón llegó casi a la mitad, el joven cesó y lo bajó. Ya no se sentía sediento, ahora solo tenía hambre, su estómago gruñía sin parar, podía sentir como en su estómago se formaba un vacío que devoraban todo en su interior.

Pronto no quedaría nada de él si no comía algo. 

Su nariz olfateó un olor en la habitación, posando su mirada en la mesa el joven fue guiado hasta la mesa donde estaban las bandejas. 

Sus instintos primitivos habían tomado control de su cuerpo, sentándose y arrasando con todo lo que hubiera en la mesa.

Arroz con pollo, carne asada y frutas adornaban la mesa, cayendo ante el paladar del joven. 

El joven no era otro más que Karman. Quién no sabía dónde estaba y tampoco sabía cómo había terminado allí. Solo estaba dejando que sus deseos primitivos hicieran lo suyo. 

¿Modales? Nadie tenía modales cuando llevaban días sin comer y tomar agua. A Karman no le importó mucho eso, solo siguió comiendo bruscamente.

Poco después, solo restos de huesos y granos de arroz regados por la mesa quedaron visibles. 

Karman quedó lleno y se quitó la sed que tenía, se recostó en la silla y luego soltó un suspiro lleno de satisfacción. 

Nunca había comido así en su vida, mucho menos había actuado de tal manera. 

De pronto, un dolor azotó su cabeza y los recuerdos lo invadieron sin filtro alguno. La noche en la que estaba observando la luna, las criaturas apareciendo, la explosión, las muertes, su enfrentamiento con la criatura, Laurent tirado en el suelo…

Todo lo recordó de nuevo. Fue abrumador y revolvió su estómago, causándole náuseas y casi vomitando lo recién comido.

Karman tosió varias veces para calmarse y miró sus manos. Intactas, sin cicatrices y sin manchas de sangre; después se tocó la cabeza, no había ninguna herida. Después inspeccionó sus costillas, sus piernas, todo estaba bien.

—¿Solo fue un mal sueño? —murmuró Karman mientras se sobaba la sien de su cabeza—. No, para nada fue un sueño, ¿Dónde carajos estoy? 

Karman se levantó lentamente y sintió su cuerpo algo pesado, se dió cuenta que en sus piernas habían grilletes sin cadenas, trabajan con alguna especie de magnetismo que atraían los grilletes al suelo metálico.

Debido a la confusión, la sed y el hambre que tenía Karman, se movió sin pensar mucho, por lo que no se percató de los grilletes. 

La puerta gris que estaba enfrente en ese momento de Karman, se abrió lentamente hacia un lado. El frío que había en la habitación disminuyó un poco, y pronto una figura apareció.

Era un señor, posiblemente de unos 40 años. Traía una bata blanca larga y usaba lentes, también traía una especie de tableta transparente. 

La piel del señor era blanca, con cabello castaño y ciertas canas a su alrededor. Su mirada era seria y profunda, contestaba con su tono de voz.

—Sujeto número 6 del planeta CV-2 ha despertado, sin señales de anomalía —indicó el señor mientras anotaba y configuraba cosas de la tableta transparente—. Sus signos vitales están estables, mejor de lo normal podría decir… su cerebro trabaja bien.

Karman lo observó y escuchó sin entender nada, lo estaba analizando. ¿Acaso el lugar donde se encontraba era un hospital? Pero ¿En dónde estaba dicho hospital? Karman quería saber las preguntas, por lo que habló después de que él señor terminó.

—Disculpe, Señor, ¿en qué hospital me encuentro? 

El señor no levantó mucho su rostro, solo alzó un poco la vista y con voz serena le contestó:

—Hijo, no estás en ningún hospital. Actualmente nos encontramos a bordo de la nave “Augurio lunar”, estamos transportando a los elegidos a la planta espacial cerca del planeta OV-1. 

Karman se sintió más confundido de lo normal, sin creer o prestar mucha atención a las palabras del señor. 

¿Nave? ¿Estación espacial? ¿Planeta OV-1? ¿Qué cojones era lo que estaba diciendo este tipo? 

Esos eran los pensamientos que le llegaban rápidamente a la mente a Karman. 

—Veo que te estás alterando, no te preocupes, pronto entenderás todo —agregó el señor mientras veía como el pulso de Karma aumentaba de forma rápida—. Eres un elegido, por lo que tú seguridad está garantizada, puedes descansar otro rato, llegaremos en breve.

La actitud del señor era muy casual, como si él ya hubiera vivido cada momento o pasado por una situación similar muy a menudo.

—Espere… ¿para qué fui elegido? ¿Por qué yo fui el elegido? —Karman detuvo al señor que estuvo a punto de abandonar la habitación, mientras le hizo dudosamente la pregunta.

El señor sin voltear a ver a Karman respondió: 

—Tu no fuiste el único elegido, por lo que sentir la presión y la ansiedad de abordar un pensamiento tan absurdo puedes evitarlo en cualquier momento. ¿Para qué has sido elegido?, pronto lo sabrás.

El señor sin decir más se marchó, dejando que la puerta se cerrará y Karman se quedará de pie en la habitación, solo nuevamente. 

Karman se sintió cansado otra vez, por lo que sin pensar mucho se acostó en la camilla y se durmió.

El sonar de una alarma despertó abruptamente a Karman, la puerta se abrió sola y de allí apareció un sujeto armado. Su cuerpo era algo robusto, y estaba cubierto por una armadura negra con bordes grises, y encima llevaba un tipo de bata negra.

Su cabeza estaba cubierta por un casco del mismo color, y en sus manos portaba un arma muy amenazante. Una especie de fusible pero con tubos finos rellenos con un líquido púrpura. 

—Sujeto número 6, salga de la habitación en orden y agruparse con el resto de sus compañeros, el capitán los guiará a su destino. 

El sujeto habló de forma monótona y grave, sintiendo en su tono de voz una intención de intimidación y orden. Karman no objetó nada, aunque se sentía confundido, no dijo nada, solo siguió las órdenes del sujeto y salió de la habitación.

El pasillo era largo y angosto, en cada lado de las paredes había puertas similares a la habitación donde se encontraba Karman. Había otras personas también caminando en filas y sin hacer mucho ruido. 

Solo se escuchaban los sonidos de los pasos de las personas. El ambiente era pesado, nadie sabía lo que estaba pasando, dónde estaban o que iba a pasar. 

Otro sujeto un poco más delgado pero igual armado y equipado estaba caminando al frente, era alto, por lo que su cuerpo desprendía cierta aura de intimidación y se les hacía difícil no seguir sus pasos. 

Pronto llegaron a un pasillo más estrecho, por lo que el sujeto se detuvo y ordenó:

—Pronto estaremos en la estación espacial. Su primer avistamiento con nosotros fue de cierta manera repentina. No hay porque temer y no hay porque querer huir, una vez entiendan la situación serán libres de decidir qué hacer. 

El sujeto era el capitán ya mencionado antes, por lo que su voz era más suave pero más madura. Sintiendo ese tono de mando característico de un oficial de alto rango. 

Nadie habló, nadie preguntó y nadie objetó. La fila se volvió más estrecha para así caminar cómodamente por el pasillo y lograr pasar para el otro lado.

La mayoría de los presentes tenían alrededor de 18 y 20 años, algunos tenían hasta 25 y 30 años. Karman caminaba en la fila y fácilmente contó a unas 30 personas, ninguno era alguien conocido para él. 

Al pasar el pasillo estrecho, las personas llegaron a un salón muy amplio. La cantidad de personas parecía minúscula al estar parado en medio del salón.

El salón era redondo, y en frente de las paredes habían sujetos vestidos de la misma manera que los sujetos que sacaron a las personas de la habitación. Estaban firmemente parados allí, sin moverse ni un centímetro. 

El supuesto capitán que los había guiado siguió caminando y subió al escenario que estaba en una esquina. Allí habían solo dos sujetos parados, eran el capitán recién subido y otro más.

Los dos portaban batas grises, a diferencia de los otros que llevaba puesto batas negras. Posiblemente sea algún distintivo para distinguir los rangos. 

—Por favor organizarse en medio del salón, el jefe de la nave llegará en breve para dar la conferencia para ustedes, aclarando sus dudas y respondiendo a sus preguntas, no entren en pánico y mantengase en silencio por el momento —ordenó el capitán en voz alta y con tono serio.

Así mismo hicieron todos, no hablaron, solo siguieron órdenes. ¿Y como no hacerlo? Habían tantos sujetos armados, fácilmente era su forma de decir “si llegan a formar algún alboroto los encenderemos a balasos”. 

No había otra opción más que hacer silencio y esperar el momento de romper el silencio. 

Un hombre alto y de buen cuerpo apareció acompañado de una mujer sin duda alguna hermosa. 

El porte del hombre era elegante y formal, portando la misma armadura que todos pero la diferencia es que el color era más grisáceo, y su bata era azul oscuro. Su rostro estaba descubierto, por lo que se podían ver sus rasgos faciales.

Cejas finas y largas, ojos de color verdes, serios y atractivos, el cabello era ligeramente largo y castaño; usaba anteojos. 

La mujer no era tan alta, pero si lo suficiente como para lucir su cuerpo fino y sus curvas tan atractivas. Sus atributos estaban bien proporcionados, ni tan excesivos ni tan faltantes. Era simplemente perfecta. 

Mujer de cabello negro y largo, piel blanca y ojos color miel claros. No portaba una armadura, pero si llevaba un vestido largo y de tal fina, adornados de bordes dorados dando a entender que era una vestimenta de marca y costosa. 

Los hombres quedaron cautivados por su belleza.

El hombre caminó lentamente mientras sus manos estaban detrás de su espalda. La mujer calgaba una tableta transparente, de la misma manera que el señor que había aparecido ante Karman. 

Obviamente era una tableta como las que Karman había visto muchas veces, solo que estás parecían ser más avanzadas y sofisticadas. 

—Todos estarán confundidos, ansiosos y temerosos. Quieres saber dónde están, el por qué y el como, y eso es entendible. Yo estoy aquí para liberarlos de toda duda y hacer que sus mentes y almas se tranquilicen. 

Cuando el hombre terminó de decir eso, las personas se miraron unos a otros, temerosos de que su hablaban repentinamente, serían atacados. 

—Ya que nadie quiere hablar aún, les haré el honor de responder a la que vendría siendo la pregunta más atormentada en sus mentes, ¿Dónde se encuentran? —el hombre se acomodó sus lentes y con su tono serio del principio, siguió hablando—. Antes que nada, déjenme presentarme, mi nombre es Argus Von Damie, jefe de nombre de esta estación espacial. Los sujetos armados y equipados con la armadura son soldados de esta nave, ellos protegen la integridad y la seguridad de esta nave, al mismo tiempo nuestras vidas. 

—No hay razón alguna por la cual sentir miedo, no les haremos daño y tampoco los amenazaremos. No están encadenados y tampoco condenados, simplemente estamos cumpliendo con el protocolo escrito para así continuar con su último destino —la persona que agregó las palabras fue la hermosa mujer, cuya voz era tan fina y angelical.

—Ustedes se encuentran a borde de la estación espacial “Augurio lunar”. Una de tantas estaciones especiales que flotan en el espacio cerca de nuestro planeta —terminó de agregar el Argus.

—Nuestra confusión no ha disminuído en absoluto. ¿Cree que todo será facil de entender al saber que estamos en Dios sabe dónde? Estoy seguro que no he leído ni visto ninguna noticia sobre más estaciones espacial rondando nuestro planeta, y mucho menos que se llame augurio lunar. 

Un hombre mayor fue el primero en hablar, sin mostrar temor. Sus palabras eran correctas, nada de lo que había dicho la otra personas era razonable, por lo que objetar su respuesta fue fácil.

—El explicar la complejidad de su situación es un poco tedioso para mí… De momento, conformense con que su planeta no era la única esfera con vida terrestre que había en este espacio infinito —replicó el Argus—. Ustedes están en esta estación espacial para ser evaluados y permitir el acceso a nuestro planeta, mejor conocido como OV-1 (Original Versión número 1). Su planeta podría ser llamado CV-1 (Copia Versión número 1), ¿eso podría aliviar un poco sus dudas?

¿Aliviar la primera pregunta? ¿Otro planeta? ¿Existencia de vida terrestre en otro mundo? 

¿Esas respuestas eran facil de digerir y aceptar?

—Carajo, en verdad existe vida alienígena en otros planetas —habló un joven exaltado. 

—Mierda, ¿o sea que sin alienígenas y nos secuestraron? —agregó otro sacando su conclusión sin pensarlo mucho.

Argus soltó una leve risa, cesando las alteraciones y preguntas en las mentes de todos. 

—No somos alienígenas, somos seres humanos al igual que ustedes. Simplemente que nosotros somos una evolución original y más avanzada —refutó Argus sin odio alguno—. Han vivido en una caja por mucho tiempo, por lo que se les hace difícil entender la verdad, no los culpare por eso. 

—La primera pregunta ha sido respondida, les dejaremos hacer otra pregunta ya que han empezado a hablar, aprovechen la oportunidad que se les da —dijo la mujer, sin preocuparse mucho por los pensamientos de los presentes. 

Los hombres quedaron embobados por ella, por lo que su tono frio y su actitud distante los atraía aún más. 

—¿Que hacemos aquí? —preguntó una joven entre la multitud.

—Si prestaron atención anteriormente, la respuesta se les fue revelada superficialmente —volvió a hablar la mujer—. Siguiente pregunta.

La joven se sintió apenada, al mismo tiempo sintió algo de odio por la forma de hablar de la mujer. 

—Segun ustedes, ahora mismo nos encontramos en una estación espacial, pero anteriormente estábamos en nuestro planeta intentando de sobrevivir ante unas criaturas verdosas —un señor de unos 30 años dirigió la palabra—. ¿Cómo llegamos hasta aquí y, que eran esas cosas? 

Argus asintió ante su forma de hacer la pregunta, formando dos preguntas en una. 

—Fueron transportados a nuestra nave exploradora mediante un dispositivo de conexión de sangre. Las criaturas con las que ustedes lucharon y lograron revelar ese espíritu de guerrero para así ser elegidos son llamados, Skrulls —comentó Argus mientras se acomodaba los lentes—. Son criaturas de bajo nivel que rondan de planeta en planeta intentando sobrevivir. Su planeta fue destruido hace muchos años pero aún así sus números son bastantes, logrando sobrevivir hasta el día de hoy. 

Karman escuchó con atención, enfatizando las palabras “criaturas de bajo que intentan sobrevivir”, básicamente el hombre decía que eran criaturas débiles. ¿Débiles? ¿Para ellos eran simplemente débiles?

Todos sufrieron un infierno intentando solo sobrevivir a ellos. Ante sus ojos, eran criaturas espantosas sin oportunidad de asesinar a uno solo. 

Karman no fue el único que pensó eso, todos pensaban igual, por lo que algunos no tardaron en molestarse e incluso intentar refutar sus palabras. 

—¿Cómo esas criaturas espantosas lograron llegar a nuestro planeta? ¡Responda, señor Argus. 

Una jovencita de unos 15 años se alzó ante todos, moviendo su pequeño cuerpo en medio de todos intentando darse un lugar y ser vista. 

Sus ojos estaban rojos, enfarizando su frustración y tristeza, apunto de derramar lágrimas. 

Los soldados en la sala, incluyendo al hombre y la mujer no sintieron simpatía hacia la joven. Ellos estaban acostumbrados más de lo normal a situaciones cómo estás.

—Creemos que el artefacto que protegía su mundo está empezando a perder su energía, por lo que la barrera protecytor se debilitó justo cuando una nave de los Skrulls rondaba por el lugar, logrando así penetrar la barrera e invadir su planeta —Argus dió la explicación más rápida y la teoría que mejor estaba rondando ante el y su grupo.

La realidad era que ellos tampoco estaban muy seguros, no en ese momento. La investigación del acontecimiento estaba siendo investigado, pero ya habían hecho varias teorías de lo sucedido. 

Nadie estaba aceptando las palabras del hombre, todo parecía irracional y poco creíble. ¿Pero que podían hacer? Los sucesos y el lugar en donde se encontraban ayudaban a respaldar las palabras del hombre. 

—¿Para que fuimos elegidos? ¿Por qué fuimos elegidos? 

La pregunta vino de alguien, un joven cuya apariencia era serena, pero por dentro sentía un odio y frustración. El joven era Karman, quien ya no podía guardar silencio. 

¿Por qué ellos fueron elegidos? ¿Que los hacía diferente de los que no? ¿Para que fueron elegidos? 

El hombre miró a Karman, sus ojos observaron cada rincón de su ser, luego asintió y respondió:

—El porque ustedes fueron elegidos fue evaluado por un método sencillo pero infalible. Mostraron la voluntad y el espíritu de un guerrero más allá de los de su misma especie, por lo que han sido aprobados para formar parte de una siguiente evolución. Han sido aprobados para formar parte de nosotros. 

—Aun sigo sin entender el por qué nosotros y no otros, ¿por qué todos no fuimos elegidos? —Karman siguió insistiendo.

—Aún cuando estuvieron a punto de caer, sus cuerpos intentaron luchar, intentaron vencer a pesar de encontrarse ante las cuerdas de la muerte. Sus sangres fueron el sello final para aprobar ese acto de valentía —recalcó Argus.

—¿Solo eso? ¿Esa es la razón? —Karman no había aceptado la respuesta, no tan fácilmente—. ¿Que hay con lo que lucharon hasta perder sus vidas, con los que lucharon y perdieron partes de su cuerpo, que hay de aquellos que lo dieron todo y terminaron colapsando mentalmente? 

Sus preguntas fueron hechas con un tono de molestia y frustración. Algo que cada persona presente podía sentir y entender. Ellos se sentían igual. 

—¡Asi es! ¡Mi amigo perdió la vida protegiéndome! ¿Por qué él no fue elegido para estar aquí también? —otro protestó detrás de Karman.

—Vi cómo mi hermano perdió sus piernas intentando correr para salvarme, ¿No mereció ser elegido también? —dijo otro.

Argus soltó un suspiro y se acomodó los lentes por última vez. 

—Aquellos que murieron no pueden ser elegidos, es absurdo elegir a un muerto. Aquellos que fueron heridos a tal magnitud merecen un eligió, sin duda alguna, pero no hicieron lo suficiente para ser elegidos. ¿Sus piernas fueron cortadas? Aún tenían sus manos, ¿Sus manos fueron cortados? Aún tenían sus pies. Ustedes, sin embargo, sufrieron lesiones graves, lucharon y lucharon hasta casi morir y aún así sus cuerpos exigían más, justicia, exigía la vida del enemigo. Dieron todo a pesar de estar a punto de morir, eso es ser un guerrero. 

—Aquellos que murieron no pueden ser revividos, pero nunca serán olvidados; aquellos que sobrevivieron y perdieron extremidades fueron sanados y salvados. Sus extremidades no volvieron, pero si sus vidas estarían fuera de peligro. Aquellos que estuvieron a punto de morir y aún así mostrafon valor, fueron sanados, restaurados y elegidos —terminó de explicar la mujer.

—Juicios sencillos pero infalibles. El alma en llamas y la voluntad inquebrantable son las cualidades para ser elegidos, sin poner excusas ante las adversidades. Espero que nuestra respuesta haya cumplido con las expectativas, número 6 —comentó Argus, observando a Karman.

Karman no dijo nada, nadie dijo nada. ¿Cuan absurdo era todo? Ya a estás alturas no sabían si gritar, luchar, reírse, llorar o lamentase. ¿Para que seguir preguntando cosas cuyas respuestas serían absurdas para ellos? 

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