Capítulo 9: la casa de fuego
-deja ver si entendí bien- le dijo Suzanne a Abel -un demonio y una vampiro fueron asesinados por una especie de asesino en serie que ya ha matado a una bruja y a un trasformador
-así es y según las noticias que recibió tu abuela es que encontraron un arma que es exclusiva de los vampiros- le contestó Abel sentado en una de sus sillas
-no sabía que así son los vampiros- le contestó Suzanne
-en realidad no lo son- le empezó a decir Abel -los vampiros están divididos en dos nacionalidades, los franceses y los ingleses. Los primeros son tolerantes y hasta respetuosos con las demás razas de la comunidad, en cambio, los ingleses tienen desdén con los demás y hasta nos consideran inferiores
-espero que pronto lo capturen- le dijo Suzanne -me gustaría que cambiemos de tema. ¿Tendrás algo para el ardor?
luego de haberle preguntado, Abel le pidió ver su marca y esta obedeció, para después, alejarse y sacar de un estante un pequeño frasco y dárselo a su sobrina
-está preparado con flores y hierbas de México- le dijo Abel -los brujos mexicanos son expertos en plantas y herbolarias, más específico, los brujos del Sur, te va a servir mucho para aliviar el ardor aunque no te lo quitara de inmediato ya que termina hasta que el pentagrama este terminado
-muchas gracias y también me gustaría decirle a mi mamá sobre lo que sé- le respondió Suzanne -y creó que necesitare tu compañía para que no ocurra nada malo
-no te preocupes, te acompañare, aunque dudo que tu mamá me reciba de buen agrado- le contestó Abel
luego de un breve viaje a través del portal, sobrina y tío llegaron nuevamente a Hyde Park y se empezaron a trasladar a la casa de Suzanne y cuando estuvieron a punto de llegar, Suzanne sintió un nerviosismo, el cual, logró calmar cuando Abel puso sobre su hombro su mano
la primera en entrar fue Suzanne y vió que su mamá estaba preparando la cena mientras su hermana Kate estaba sentada y platicando con su madre
-que bueno que llegas Suzanne- le dijo Kate cuando se dio cuenta de la presencia de su hermana
-¿cómo te fue con tus amigos?- le pregunto Diana
-bien- le respondió tímidamente -mamá, me gustaría decirte que traje a alguien. Está esperando afuera
cuando escucho eso, Diana asintió y le dijo que pasara por lo que Suzanne abrió la puerta y después, Abel Seymour entro y al ver su presencia, Diana y Kate se estremecieron
-¿porque lo invitaste Suzanne?- preguntó Kate bastante consternada
-sabías que él es nuestro tío- le cuestiono Suzanne a su hermana y ésta prefirió guardar silencio
-debí de suponer que lo harías Abel- le dijo Diana bastante molesta -siempre has hecho tu voluntad
-en realidad fue Suzanne la que me busco. Por cierto, escucho nuestra plática anterior- le respondió Abel de mala manera
Suzanne pudo ver la expresión de su madre y vió que no parecía externar ninguna emoción hasta que los ojos de madre e hija se vieron enfrente
-no sé porque no quisiste decirme lo que soy- le dijo Suzanne tranquilamente -y la verdad no me interesa saber porque me lo escondiste
-lo de que eres una bruja tenía pensado decirtelo, pero lo que no iba a permitir, y eso lo acorde con tu abuela, de que te fueras al aquelarre- le respondió Diana dirigiendo sus palabras hacia Abel
-te juro que no voy a intervenir Diana, pero esa decisión es de Suzanne- le contestó Abel a la mujer
Suzanne sintió como una carga de incomodad le llegó repentinamente y hasta llegó a sentir que su madre y tío la estaban observando como si esperaban a que les diera una decisión en ese instante, incluso, sintió como su hermana, la que nunca llegó a pensar que supiera sobre Abel y el romance que su madre había tenido con un brujo, la miraba para saber qué decisión tomaría
pero cuando iba a hablar, las luces de la casa empezaron a parpadear con mucha velocidad hasta que estas se apagaron, todos se miraron extrañados y hasta pensaron, incluyendo Suzanne, que aquello se trataba de un truco por parte de Abel, pero la joven vio también la confusión en el rostro de Abel, quien, sacó su varita en caso de que eso se tratara de un ataque
pero entonces, una fuerza sobrenatural rompió una de las ventanas de la casa, y cuando entró, empujó a los allí presentes sin lograr ver quien era, Suzanne incluso se sintió un poco lastimada pero al ponerse de pie, vio que una figura humana, cubierto con una túnica negra que ocultaba su rostro gracias a una capucha y una máscara había agarrado a su hermana Kate, mientras que éste la amenazaba con un cuchillo que ponía en su cuello
al percatarse de aquello, Suzanne trató de acercarse, pero una fuerza la obligó a retroceder y se dio cuenta que fue gracias a un conjuro que Abel invoco con su varita, y este, estaba enfrente preparándose para enfrentarse ante aquel desconocido
-¡baja tu varita brujo inmundo!- le ordenó aquella figura a Abel -¡o la mato!
Abel no tuvo remedio que bajar su varita mientras contemplaba la mirada angustiosa y desesperante que se empezaba a formar en el rostro de kate, mientras que su captor empezaba a retroceder y lo que ocurrió después fue demasiado rápido para Suzanne
Kate mordió uno de los dedos de su captor, obligando a este a soltarla, y apenas lo hizo se dirigió con su madre y cuando aquel hombre misterioso se dispuso a agarrar a Kate, Abel logró agarrar su varita e invocar una protección para que este no entrara, rápidamente, Abel le empezó a lanzar hechizos con formas de bolas de fuego al Destripador, pero este, logró sacar una espada tan espléndida que hizo que muchas de las bolas de fuego desaparecieran apenas tocaban la espada
luego, Abel invoco con su varita un hechizo con forma de látigo de color verde y empezó a enfrentarse con aquel desconocido mientras se protegía con su espada
Suzanne no pudo saber cuánto duró aquel enfrentamiento, pero lo que sí pudo ver fue que el látigo impacto sobre el pecho del Destripador haciendo que este retrocediera y cayera al suelo, pero apenas se levantó, sacó de su bolsillo algo redondo y la tiró al suelo, de aquello numerosas llamas de fuego aparecieron y consumían rápidamente lo que estaba a su alrededor
-¡corran!- les ordenó Abel mientras trataba de invocar un escudo y se llevaba a Kate hacía el exterior
Suzanne llevaba a su madre, quien casi no podía caminar debido a que se había lastimado el tobillo, pero mientras se dirigían a la salida, se empezó a escuchar un fuerte crujido y Diana empujó a su hija hacía adelante mientras que una parte del techo caía en media de las dos mujeres
-¡mamá!- gritó Suzanne mientras el temor de que muriera allí se hacía cada vez más latente
pero Suzanne sentía que la llamas, en vez de consumir su carne, la acariciaban suavemente como si de simple seda fuera y recordó uno de los síntomas
"resistencia y atracción al fuego". Las palabras de Abel Seymour retumbaron en la mente de Suzanne por lo que, con un poco de dificultad, pero sin mostrar miedo alguno, la joven logró traspasar el velo de fuego que dividía a ella y a su madre
Suzanne logró ver a su madre, quien se encontraba en el suelo hecha un ovillo mientras tosía y con algo de dificultad, logró cargarla en su manos y poder salir con ella
cuando salieron, escucho la voz de Kate y de su tío, quienes estaban escondidos en un callejón y la joven se fue directamente con ellos y apenas llegaron, Suzanne acostó a su madre en el suelo y así pudo ver que el rostro de su madre estaba sucio con manchas negras y los ojos cerrados
Suzanne intentó despertarla, pero Diana no respondía a los movimientos de su hija y después de su otras hija, parecía que Suzanne y Kate no comprendían lo que estaba pasando, pero Abel comprendió lo que pasaba por lo que se acercó a sus dos sobrinas y ambas comprendieron lo que pasó
su madre había muerto y no tardaron en hacerse sonar los llantos de dolor de ambas hijas
-es mejor irnos- les dijo Abel a sus dos sobrinas
-no podemos dejarla aquí- dijo Suzanne en medio del llanto
-nos la llevaremos, pero no podemos seguir aquí- les contestó y después, Abel invocó el portal y rápidamente, las dos jóvenes, cargando el cuerpo de su madre y siendo acompañadas por Abel entraron al portal y desaparecieron
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