Eran las diez y media de la mañana y Jean, junto con su hermana, oían la discusión que se estaba llevando dentro de la biblioteca en donde los patriarcas y matriarcas de las familias más importantes de vampiros franceses discutían sobre los hechos que habían ocurrido

-en nuestros almacenes están en orden nuestros tesoros- dijo lady De la Fontaine -y usted lo sabe monsieur Lombard

-los únicos que se han negado en revisar sus hogares son los vampiros ingleses. Sin lugar a dudas entre ellos está el culpable de esta crisis- dijo a todo pulmón lord Delacroix

-no arreglaremos nada peleando por algo que, al parecer, es evidente- les dijo Jacques Lombard a todo pulmón -mi intención es que junto con el aquelarre mágico ingles y los transformadores ingleses presionemos a los vampiros ingleses y aclaren todo esto

-¿qué hay de los demonios?- preguntó lady Leblanc

-seamos realistas Alizee- hablo Madeleine - con Agares Koresh no tendremos su apoyo

mientras tanto, en el exterior de la biblioteca, Jean y Juliette siguieron escuchando hasta que el mayordomo de la familia, Pierre, apareció acompañada de una mujer que no tardó en ser identificada por los dos hermanos

Margaret Seymour era un mujer ya madura pero que aparentaba ser una joven doncella, su pelo era rojo y bastante largo y bien peinado, traía puesto un vestido de estilo medieval de color rojo bermellón, tenía en su cuello un collar con forma de gota con una gema roja

-Principal- dijo Jean mientras este y Juliette se levantaban en señal de respeto -no sabía que se presentaría y menos en dos ocasiones

-yo tampoco lo pensaba, pero ocurrió un suceso relacionado con mi aquelarre y es necesario que vuestro padre y los demás vampiros franceses- les comunico Margaret

-la anunciare Principal Seymour. ¿Podría esperar aquí?- le dijo Pierre y Margaret Seymour solamente asintió mientras que Pierre entraba discretamente

luego de unos breves segundos, Pierre abrió totalmente las puertas y Margaret entró tranquilamente seguida por un Jean y una Juliette bastante tímidos al ver las miradas de los presentes posadas en ellos

-nos sorprende su visita Principal Seymour- le respondió Madeleine

-lamentablemente no son para vagas cuestiones sin importancia- les dijo Margaret mientras estaba en el centro de los allí presentes -digamos que en un barrio londinense fue atacada una familia de tres mujeres

-y eso en que nos incumbe- le cuestiono lady Leblanc

-dos de las muchachas eran mis nietas, su casa fue atacada y lamentablemente murió su madre- les empezó a decir Margaret -si no hubiera sido porque mi hijo Abel estaba con ellas, mis nietas hubieran muerto y lo que sobresale es que quien las atacó tenía un arma sacra y por ende, podría tratarse el Destripador

todos los presentes se miraron sorprendidos por aquella declaración y eso debía sobre el nuevo ataque del Destripador

-no sabía que tenía ya nietas Principal- le dijo uno de los presentes

-es una larga historia que prefiero omitir por el momento- les dijo Margaret -no quiero que cuestiones internas familiares sean lo primordial sobre esto

-¿se encuentran sus nietas aquí?-  le preguntó Jacques a la Principal

-están en territorio del aquelarre. A la madre la enterramos de acuerdo al ritual del Fuego- les contestó Margaret a los presentes

luego de mucho deliberar, se acordó que los Lombard irían al territorio del aquelarre acompañados por la Principal y después de un viaje a través de un portal invocado por la Principal, ella y los Lombard lo atravesaron

al llegar, vieron un arco de piedra seguido por un sendero de tierra iluminado por antorchas de colores rojos en la orilla del camino y después de caminar por el recto sendero se alcanzaron a vislumbrar las numerosas casas del aquelarre, las cuales, eran de madera oscura, algunas eran sencillas mientras que otras, como la cabaña donde vivía la Principal Seymour, eran grandes y de dos pisos

en el centro de todas las casas y en un amplio y circular terreno se hallaba una gran fogata encendida

-el aquelarre mágico ingles preferimos las antorchas- le empezó a decir Margaret a los Lombard mientras se dirigían a la cabaña de Abel Seymour -mientras ustedes los vampiros se ocultan en sus casas durante el día, este terreno está hechizado para mantenerse siempre oscuro

luego de caminar, llegaron a una cabaña sencilla y fue Margaret quien tocó tranquilamente la puerta y esta, fue abierta por un joven hombre que tenía puesto un jubón rojo, pantalones azul fuerte y una capa a su espalda

-veo que llamaste a los vampiros franceses- le dijo Abel a su madre

-era necesario Abel. Vienen a tomarle la declaración a Suzanne y Kate- le respondió Margaret a su hijo

cuando Jean escuchó los nombres de las jóvenes que sufrieron el ataque, no pudo evitar sorprenderse y sobretodo, sentir miedo, ya que con eso se comprobaba que Suzanne era una bruja aunque ella sabría que él era un vampiro, pero mientras intentaba formular una excusa para poder escapar de la situación, Abel Seymour les dejo pasar y no tuvo otro remedio que aguantar lo que estaba por venir

dentro, estaban las dos hermanas, sentada en una silla distinta, Jean vió que Kate tenía en sus manos una taza que salía por el aire hilillos de humo mientras que Suzanne tenía puesto una capa que le cubría el cuerpo

-Suzanne. Kate- les habló Abel a sus sobrinas y estas solamente alzaron la vista -ellos son los Lombard, Jacques y Madeleine, ellos son sus hijos. Gustav, Juliette y Jean- les presento Abel

Jean alcanzó a ver la expresión de sorpresa cuando Suzanne y Kate los vieron y más a Jean, aunque ninguna decidió hablar ya que seguramente estaban concentradas en lo que acababa de pasar

-podrían describir lo que pasó o lo que recuerden- les dijo Jacques a las dos jóvenes siendo Kate la primera que hablo

Kate les dijo cómo iba vestido, también dijo cómo la había tomado de rehén hasta que esta se tuvo que defender y de cómo el duelo entre esa persona y Abel culminó con su casa incendiándose mientras que Suzanne corroboro todo lo que su hermana dijo

-¿están seguras que no vieron su cara?- les cuestiono esta vez Gustav a las dos

-completamente- le respondieron al unísono

Jean logró ver como su madre y la Principal se retiraban sigilosamente por lo que este también salió para saber que iban a decir

-¿que pasara después?- preguntó la Principal a Madeleine

-su testimonio es demasiado débil para poder identificar al Destripador- le contestó Madeleine

-lamentablemente su madre esta muerte y perdieron su casa- le dijo Margaret -puedo darle asilo a Suzanne pero no sé qué haré con su hermana

-no estarás pensando en enviarla con nosotros- le contestó Madeleine y aquello le causó risa a Margaret

-claro que no. Sabemos muy bien la cierta despectiva que tienen a veces con los humanos- le respondió Margaret -tratare de hacerme cargo de las dos, aunque tarde o temprano tendrá que irse y según tengo entendido, Suzanne ya ha avanzado en sus síntomas

Margaret y Madeleine se dispusieron a irse pero cuando esta última vió a su hijo, recargado en la pared, por lo que le dijo a la Principal que la esperara dentro

-ocurre algo- le cuestiono Madeleine a su hijo

-no pasa nada. No podía soportar el olor a incienso- bromeó Jean a su madre

-tu la conoces verdad- le dijo Madeleine -la conociste cuando te fuiste a Londres con Noah y tu hermana verdad

-cómo llegaste a esa conclusión madre

-no me fue difícil ver como se asombraron al verse y enterarse que ella es una bruja y que tu eres un vampiro

-en realidad ya tenía mis sospechas sobre eso- le dijo Jean mientras Madeleine lo miraba un poco confundido -el novio de Calvin me ayudó y me dijo sus sospechas

-debería impresionarme y regañarte- le dijo Madeleine -impresionarme porque con eso también confirmó que ambos se enamoraron y regañarte por haber hecho un trato con un demonio

-¿que hago entonces?- le preguntó Jean

-te diría que hablaras con ella- le dijo -está pasando por un momento en donde perdió prematuramente a su madre así que mejor intenta hablar con ella cuando tengas tiempo

Jean solamente le sonrió a su madre y esta le devolvió la sonrisa para volver a entrar a la cabaña mientras que el joven veía el firmamento lleno de estrellas que había en el suelo, parecía que todo era tranquilidad hasta que una voz femenina le hablo y Jean no se sorprendió en ver quien era

-¿puedo acompañarte?- le pregunto Suzanne a Jean