capítulo 37
Ahora sí tendría el mundo a mis pies. Todas las demás tenían que hacerme reverencia sin objeción alguna.
—¿Cuándo será nuestra boda?— pregunté, emocionada.
-En un mes-respondió. -Mi madre ya aprobó nuestra boda.
-¿La Valide Sultan lo hizo? -pregunté sin creerlo.
Él asintió.
-A partir de hoy iniciarán los preparativos. Mi madre y tu pasarán un buen rato juntas.
-No hay nada mejor que eso.
Podía ganar más su confianza. Pensé.
-Anda, ve con mi madre.
Asentí. Me paré e hice reverencia para después salir.
Caminaba por el palacio con la cabeza en alto junto a una sonrisa en mi rostro. Nada podía arruinar ese día, ni siquiera el hecho que me encontré de frente con la insoportable de Gülfidan la última Gözde de Murad
—¿A qué se debe tu sonrisa, víbora?— me preguntó. —¿El Sultan ya te prohibió ir a sus aposentos?
—Saca todo el veneno que tengas, Gülfidan. Nada podrá afectarme.
—¡Qué raro! ¿Tienes corazón para que algo te afecte?—-Reí.
—Sigue hablando todo lo que quieras, escorpión.-ella sonrió.
-Ya me intriga tu felicidad Gevherhan ¿Qué hiciste?
-No he hecho nada.
-¿Entonces?
-¿No te haz enterado de la nueva noticia?
-¿Cuál noticia?
-Seré la única en el corazón del Sultan Murad.
-Sigue soñando, pequeña.
-No entendiste ¿Verdad? Debí suponerlo.
Ella me miró intrigada.
-Estas frente a la futura Haseki de esta dinastía, cariño.
-¿Qué? -preguntó alarmada. -No puede ser verdad.
-Si no me crees habla con la Valide Sultan, ella nos dio su bendición.
Gülfidan me miró enojada para posteriormente irse. Yo sonreí.
Llegué a los aposentos de la Valide Sultan. Le hice reverencia mientras ella me miraba con seriedad. Creí que estaba enojada. Tal vez y no era de su agrado.
-Gevherhan.
-¿Sí, Valide Sultan?
-Felicidades.
Sonreí. Ella extendió su mano para que la besara, cosa que hice.
-Me alegra el saber que tu serás Haseki - Gevherhan la miró, Mihrimah seguía pasando por su mente, ella era su favorita también.
-Gracias, Valide.
-Gevherhan, querida, desde hoy tienes que comportarte como la esposa legal del sultán, tienes que saber que tiene un harén y tienes otras consortes a las que vera a diario, los jueves serán tuyos, pero tienes que saber que mandaré a otras a sus aposentos, tienes que saber, que Nur, Mihrimah, Sivekar y Muazzez iran siempre a sus aposentos y si te opones, te las veras conmigo- asenti con recelo para luego sonreí a más no poder. Con dedicación y esfuerzo podría obtener todo.
Ya no sería Gevherhan Sultan. Sería Gevherhan Haseki Sultan. El mundo me pertenecería. Tenía todo, el amor del Sultan y la Valide Sultan. Todo era mío.
Todas ya sabían la notícia, Mihrimah se encerró en sus aposentos y no salió de ahí hasta el día de la boda, todas intentaron hablar con ella, pero era en vano, estaba destrozada.
Para Sivekar todo fue normal, ya no esperaba sentir el amor del sultán, sólo esperaba a que este muriera y poner a su hijo en el trono claro sin lastimar a alguien.
Nur, ella sintió todo perdido, ya no tenía probabilidades de que el la Amara, ahora sólo tenía a sus hijos y el que venía en camino también.
A Muazzez no le fue bien, una semana antes de la boda perdió a su bebé, ya no tenía nada más que sus hijos vivos y dudaba que con la nueva Haseki iba a dejarla tener más.
-Muazzez lo siento- dijo Sivekar tomando su mano
-No lo sientas, ya nada importa, ya no duele, ese iba a ser mi último hijo con el sultán y se ha ido- sollozo y Nur la miró con pena
—Allah sabe lo que hace— dijo Nur pasandole agua
— ¿pero por que yo? ¿ que hice? No he matado a nadie, no he maldecido a nadie, no he cometido adulterio— gritó y ambas la abrazaron
Una semana después...
Las criadas me vestían, peinaban y maquillaban para mi gran noche. Ya era la Haseki del imperio. El mundo estaba a mis pies. Incluso de nada sirvió el atentado que sufrí un día antes. Sabía que Sivekar estuvo detrás de todo eso pero no importaba. Yo me había levantado de entre los muertos. Además, tarde o temprano la eliminaría.
—Está lista, Haseki Sultan —me avisó una criada.
Sonreí. Me levanté de la silla donde me encontraba y caminé hasta un joyero de donde saqué cuatro bolsas de oro.
—Gracias por su servicio —dije entregándole una bolsa a cada criada.
—Gracias, Sultana —dijo otra.
Volví a sonreír y Ayşe, Özlem y Melek me abrieron las puertas para salir.
Sin nada más que hacer, salí de mis aposentos rumbo a los del Sultan. Mi hermoso vestido rojo hacía notar más mis facciones. Sólo esperaba y pudiera darle muchos más hijos a su majestad.
Caminé con la cabeza en alto. Al llegar, los guardias abrieron las puertas. Una vez que entré, hice reverencia y con una sonrisa en el rostro me hinqué a besar la vestimenta del Sultan. Él tomó mi mano hasta hacerme quedar a su altura y seguidamente me tomó del mentón.
—Mi bella Gevherhan.
—Mi amado Sultan —le sonreí.
—Ahora eres Haseki, cariño. Tienes el mundo a tus pies.
—Lo único que importa es ser la dueña de su corazón y la única en sus pensamientos.
—Te amo, Gevherhan.
—Yo lo amo más, Sultan. Dígame ¿Por qué yo? ¿Qué hice para merecer ser su Haseki?
—Oh, Gevherhan. Quisiera también tener la respuesta pero simplemente puedo decirte que te ganaste mi corazón.
Sonreí. Murad me acercó a él y me besó. Un gran beso lleno de pasión que fue el causante de consumar nuestro amor.
Desperté al sentir la mano del Sultan en mi espalda desnuda.
—Su majestad —le sonreí.
—Gevherhan ¿Cómo amaneciste?
—Bien al usted estar a mi lado.
—Me alegra —dijo para después darme un beso en la frente. —Necesitas arreglarte.
—¿Para qué, mi Sultan?
—Serás presentada delante todo el harem como mi Haseki.
—Me hace muy feliz.
—Ve a tus aposentos y cuando termines vuelves. Te tengo una sorpresa.
Me puse el vestido que me trajeron los sirvientes y después salí de los aposentos. Estaba muy feliz. Era la segunda mujer más poderosa. Las demás me envidiarían.
—Sultan —dije haciéndole reverencia. —Estoy de vuelta tal como me lo pidió.
—El verde te hace lucir mas hermosa —dijo refiriéndose a mi vestido.
—Gracias, majestad.
Él se paró de su cama y caminó hasta llegar a lado de mi donde se encontraba una pequeña mesa y encima estaba un cojín tapando algo con una tela roja.
—Esta es tu sorpresa —dijo quitando la tela.
Al quitar aquella tela vi la corona más hermosa que había visto.
—Esa corona le perteneció a mi abuela.
—¡Es hermosa!
Él sonrió.
—Escuché que su abuela era muy hermosa y su sólo susurrar destruía a sus enemigos.
—Ahora esa corona te pertenece.
—¿En verdad?
Él asintió.
—¿Sabe? De donde vengo hay un dicho.
—¿Cuál es?
—Detrás de un gran hombre hay una gran mujer.
—¿Eso quiere decir qué me protegerás?
—Lo protegeré hasta de la muerte misma. Seré su sombra.
—Allah mediante así será.
—Amén.
—Ve al harem. En un momento te acompaño.
Asentí, hice reverencia y salí.
Caminaba con felicidad por los pasillos del palacio. Quien me veía se detenía a hacerme reverencia. Cuando estaba por llegar un eunuco me anunció.
—¡Atención! —gritó. Sonreí. —¡Gevherhan Haseki Sultan está aquí!
A paso lento ingresé al harem. Una gran sonrisa dibujada en el rostro era suficiente para humillar a Nur, Sivekar, Muazzez y Mihrimah quienes me miraban con odio y tristeza.
Llegué frente a la Valide Sultan a quien le besé su mano. Ella sonrió, feliz por mi logro.
—¡Atención! —gritó otro eunuco, llamando la atención de todos. —¡Su majestad el Sultan Murad Khan!
Todos hicimos presencia ante su mención. El Sultan caminó hasta llegar con la Valide y conmigo. Él besó la mano de su mamá y después besó mi frente con una sonrisa en su rostro. Todos nos miraban espectadores.
Murad tomó mi mano y la elevó hasta la altura de mi pecho.
—Miren a su Haseki Sultan —le dijo a todo el harén .— Sonreí. Las demás me miraban con enojo y pude notar que Mihrimah quería llorar.
"No todo era color rosa"
1) Gevherhan sacó su víbora interior
2) Mihrimah está destrozada
3) Muazzez sigue sufriendo
4) a Nur no le importa lo que haga el sultán
5) Sivekar se dedicará a sus hijos
6)venganza...
7) la frase
¿Que les gusto más?
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