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Capítulo 8

Capítulo 8


Ayame, estaba sentada en uno de los escalones de la entrada, con su arco a un lado vigilaba que ningún ave se acercara a los niños, mientras tanto Shippo de 7 y Rin ya de 11 jugaban en la calle corriendo tras un balón.

Ese era uno de sus momentos favoritos, a pesar del mal estado en que se encontraba la ciudad, aún tenían el ánimo para sonreír de fingir por un momento que todo esto no estaba pasando, pronto los demás niños que vivían, en la misma zona comenzaron a llegar acompañados de sus padres u algún adulto que los vigile.

La pelirroja reconoció a unos cuantos, la mayoría eran vecinos de Aome y otros, eran refugiados que encontraron algo de paz en el medio del caos.

Aunque el asentamiento de refugiados más grande se encontraba a pocos metros de la base naval, Aome se reusó a vivir allí, ya azabache era terca, testaruda, sabía que en estos días era el lugar más seguro del mundo, pero también expondría a sus hijos a una vida milicita y llena de ataques.

"Quiero que mis bebes puedan tener una vida normal, ya encontrare el momento para prepararlos, pero Ayame... no quiero arrebatarles su niñez."

Ayame tenía dudas sobre esa decisión, pero Aome era Aome, la mujer con más huevos que cualquier trio de soldados de la región.

Unas cientos de risas y chillidos se apoderaron del aire, captando la distraída atención de la mujer, esta sonrió sincera al ver como los niños estallaban en festejos, para el grupo ganador y otros bufaron en desacuerdo.

Halagos y regaños.

Luego llegaron los aplausos por parte de absolutamente todos los adultos.

-"Señora Ayame"

-"Oh, Hakaku ¿cómo estás?"

-"Estoy muy bien señora Ayame-"

-"Solo Ayame. ¡Vamos Hakaku!"-esta lo interrumpió mostrando cierto aire de regaño en sus palabras y postura –"¿Cuantas veces tendré que decírtelo? no me gustan las formalidades, y además... me haces sentir como una anciana"- esto último lo dijo con cierto aire desanimado, mientras sus labios se curvaban disgustados.

El soldado sonrió avergonzado.

-"Disculpe"

Ayame suspiro antes de volver a sonreír.

-"No te preocupes, solo trata de recordarlo"- ella respondió, con un nuevo aire de alegría.

-"Lo are. Ayame"- recalco este el nombre sonriendo-"Estoy aquí hoy porque la señora Aome, llegara tarde y debo cuidarlos hasta su regreso"

-"Oh. ¿Ha tenido noticias nuevas?"

-"No realmente, solo son asuntos que debe atender en la base como nueva Capitana"

La risa de la pelirroja salió a flote-"Así que finalmente lo convenció"- formulo entre risas.

-"Si, mi capitana es... magnifica"- agrego con aire satisfactorio y orgullo Hakaku-"No hay nadie como ella..."

Ayame confirmo aquellas palabras, con un leve cabeceo.

Su mirada esmeralda se abrió camino, entre las muchedumbre, poco más alejado se podía ver a los jóvenes entrenando con sus arcos y armas, algunos con espadas, como lo hacía Souta, ya todo un adolescente con un valor admirable al igual que su hermana; a veces la misma Ayame los envidiaba porque a pesar de su gran conocimiento con las armas, sentía que su valor estaba muy lejos de todos ellos, a veces el miedo le ganaba, la tentaba a tirar la toalla, ¿Por qué seguir luchando por un mundo que estaba cada vez peor?... pero siempre había alguien, un cable a tierra por así decirlo, aquella persona, no permitía que decayera, encontraba nuevas fuerzas en sus palabras, aquella valentía que parecía perdida, la recuperaba con solo oírla.

Estaba en deuda con Aome, le había salvado la vida tantas veces, que ya había perdido la cuenta, Ayame no sabía cómo devolverle todo lo que había hecho por ella, hasta que encontró esta manera, cuidar a sus hijos, era cuidar el corazón de Aome, sabía que su motivo de lucha eran esas pequeñas personitas. Ella estaba dispuesta a dar su vida, si de protegerlos se tratase, la pelirroja estaba dispuesta a todo.

El rugido del motor de una moto la hizo desviar la mirada, a lo lejos pudo identificar la silueta de un hombre, en cuyas gafas oscuras se reflejaba la brillante luz del sol.

La pelirroja sonrió y Hakaku permaneció tranquilo.

El recién llegado agito la mano al airé, con una sonrisa traviesa cursando su rostro-"¿He tonta que tal las cosas por aquí?"

La sonrisa de la pelirroja se esfumo.

- "¿Qué tal si te doy un golpe?"

El soldado ahogo una risa.

El recién llegado sonrió aún más colocándose a su lado-"Vamos cariño..."- el motor se detuvo- "¿Dónde está tu sentido del humor?..."- se bajó mientras se quitaba las gafas y dejaba ver unos ojos de color gris, brillando con diversión.

-"¿Cuándo llegaste?"- pregunto ella levantando una ceja, mientras inspeccionaba al muchacho de arriba hacia abajo.

El seguía luciendo igual de guapo.

-"No me has visto durante meses y cuando finalmente lo hago, es así como me recibes"- respondió con tono ofendido mientras mostraba una triste mirada.

Ayame se reprocho mentalmente y luego sonrió feliz-"Eres un tonto... pero te extrañe"- finalmente dijo mientras el joven la recibía entre sus brazos y le daba un fuerte y ansiado beso en los labios.

-"Akira"- susurro la pelirroja con las mejillas coloradas.

-"Ayame..."

-"¿Ahora si responderás mi pregunta?"

-"Llegue anoche"

-"¿Porque no me avisaste?"-inquirió con las cejas fruncidas- "Podría a verte esperado..."- reprocho.

Él se encogió de hombro, sujetando el rostro de la muchacha entre sus manos-"Quería darte la sorpresa"- dejo un pequeño beso en la frente-"¿Hakaku que haces aquí?"

-"¡Señor!"- saludo este, llevando la mano derecha con los dedos juntos hacia su sien-"Estoy aquí para cuidar de ellos, señor"- respondió con firmeza.

El aludido dio como respuesta un leve movimiento de cabeza- "¿Qué ha pasado en todo este tiempo?"-inquirió con seriedad- "Y por cierto ¿Dónde está Aome?"- paso la vista a su alrededor, sobre todo en el campo de entrenamiento.

Ayame imito su gesto, encontrándose a los lejos con la figura de Souta luchando con otro joven -"Los ataques han aumentado con lo días, no hemos podido acabar con esas aves, se reproducen como las ratas..."-respondió afligida-"y Aome fue al lugar del incidente, cree que aún puede a ver una pista que solucione todo esto..."- dio un suspiro mientras recordaba como la azabache se mantenía por las noches en vela tratando de hallar la respuesta a las desgracias, como los ojos de la joven se volvían cada vez más fríos, mirando repetidas veces aquella fotos que fueron tomadas desde un principio, y siempre obteniendo el mismo resultado: Nada.

-"Temo que no hemos encontrado nada"- en realidad, si habían hallado algo, una criatura monstruosa y que jamás habían visto, pero su superior fue muy clara cuando le dijo, que nada debía decirle a la muchacha, levantar temor en estos días, no era necesario.

Akira observo perspicaz la postura del joven, percibiendo de ante mano que algo estaba ocultando, sin embargo, entendió que no era el lugar, ni el momento adecuado para preguntar.

-"¿Por cierto, como esta Houjo?"- pregunto una pensativa muchacha.

-"Esta bien, en estos momentos se encuentra apoyando a la región del sur, estará aquí en un par de días".

-"Al sur"- Ayame murmuro, mientras que Hakaku se mostró sorprendido.

El rostro de Akira se ensombreció-"Esto que está pasando"-comenzó a decir en voz baja, para que nadie más lo oyera-"Lo es por igual en todo el mundo, criaturas saliendo de la nada en cada lugar al que fuimos, ciudades enteras fueron arrasadas, esos monstruos son diferente"-los ojos de Ayame se aguaron-"Y descubrimos que con cada día que pasa se acercan mas a Japón, si no hacemos algo al respecto la humanidad desaparecerá"-apretó el puño, con aire de impotencia.

Hakaku ato un par de clavos sueltos, así que de eso se trataba, por esa razón aquel escorpión estaba aquí.

-"Solo un milagro podría salvarnos"- en el mismo instante en que Ayame dijo eso, Akira la abrazo.

-"Tranquila"- cepillo la melena roja con sus finos dedos, vio de reojo a los niños-"Ayame debes calmarte o los niños te verán..."

-"Lo sé, es solo que..."- se separó y seco sus lágrimas con ambas manos-"Ya no tengo esperanzas"

-"Ayame escucha siempre hay esperanzas, sin importar lo que pase, ¿recuerdas aquel día en que me encontraron sobre la carretera?"-Ayame asintió-"Ese día creí que moriría, que sería devorado por esas criaturas"-le sonrió con dulzura mientras la veía fijamente a los ojos con un brillo oscuro y melancólico-"Pero luego llagaron ustedes y me salvaron. Te aseguro que mientras siga con vida no te ocurrirá nada, ni a ti, ni a los niños, ni si quiera a Aome"- sonrió al decir esto último.

Hakaku soltó un suspiro.-"Ya lo creo"

-"Eso sería algo interesante de ver..."se animó a decir esta soltando una risilla de complicidad.

-"Si verdad"-Rio rascándose la nuca, para luego quitarse la chaqueta y arrojarla a un lado.

Observo en dirección a los niños como estos parecían divertirse en su juego.

-"¡Vamos Shippo!"- Alentó con sumo entusiasmo la pelirroja, pero se sonrojo notablemente al sentir un par de brazos aferrarse a su cintura.

El joven sonrió dejando un suave beso en la blanca piel de su cuello.

...

La imagen prepotente de aquel sujeto frente a ella, lograba hacerle perder la poca paciencia con la que contaba.

-"¡Inútiles!"-siseó observándoles con desprecio- "¡Debieron hacer algo!"- se escuchó un nuevo grito, llenando el ambiente.

La azabache bufo.

-"¿Hacer algo?"- inquirió Aome con sarcasmo-"Acaso crees que hemos estado de vacaciones todo este tiempo"-escucho la risilla de un soldado tras su espalda.-"¿Qué estuvimos bebiendo piñas en una playa?"- alzo una ceja interrogativa mientras se cruzaba de brazos esperando una respuesta.

Su postura irónica, lo enfureció aún más.

-"Escúcheme no le permito que me hable así. Usted ni si quiera es un soldado"- reclamo señalándola con el dedo, mientras restaba los pasos tratando de intimidarla.

La azabache soltó una carcajada echando la cabeza hacia atrás, seguidamente retomo su postura fría, para colocarse con fiereza frente aquel desagradable hombre-"¡Despierta cada día que pasa personas inocentes mueren! Y nosotros"- señalando a su pequeño grupo de soldados-"Arriesgamos el trasero, para mantener a viejos como usted a salvo"

-"¡Miserable mujerzuela!"- grito este soltándole una bofetada.

La cual jamás logro su cometido, porque Ginta se interpuso protegiéndola con su cuerpo-"Ninguno de nosotros estamos obligados a ayudarlo"- susurro este sujetando con fuerzas la mano en el aire, una mueca de dolor atravesó el rostro del sujeto-"Y si vuelves a intentar golpearla te arrancare el brazo"- estas últimas palabras lograron estremecer al contrario.

-"Ginta"- la azabache susurro, con intenciones de que este lo dejara.

Logro liberarse de un tirón.-"Maldito"- balbuceo este por lo bajo, frotándose la zona dañada.

-"Si es por cuestiones de rango, la mitad de nosotros no somos soldados"- se escuchó la vos perezosa de Hakudoshi, sin perder aquel toque de ironía que lo caracterizaba.

Renkotsu rio, para luego asentir y darle la razón, los demás lo imitaron.

-"Miserables... ¡Le diré al general sobre esto!"- reclamo con indignación, mientras retrocedía asustado por las miradas de aquellos a los que había insultado.

-"¡Ve y cuéntaselo a tu mamacita!"-Yuzen, grito con burla mientras le mostraba el dedo del medio.

Aome rodo los ojos.

Ginta hizo el ademan de intentar golpearlo, a lo que el hombre respondió, al salir corriendo de ahí.

-"Déjalo, la próxima vez no le quedaran ganas de insultar"- farfullo Renkotsu, sonriendo de lado.

-"Pero de qué vas"- murmuro Hakudoshi, arqueado una ceja.

Los demás simplemente comenzaron a reírse.

-"Oigan que yo entendí la lección"- respondió este malhumorado, mientras hacía de sus manos un puño, fuertemente cerrado.-"Los golpeare si no se callan"

Aome suspiro, torciendo una tenue sonrisa-"Ya muchachos, nuestro trabajo ha terminado, pueden hacer lo que les plazca"- murmuro la joven con tranquilidad, por lo que ellos la observaron con cierta sorpresa-"No hagáis travesuras"- se despidió meneando la mano al aire.

Y cuando la joven ya se encontró lejos de su campo de visión se atrevieron a hablar.

-"Creo que es la primer a vez que la veo sonreír con sinceridad"- murmuro Ginta con la mirada serena.

-"Hn, esta me parece más atractiva"

-"¿Qué estás diciendo?"- pregunto Yuzen con aire divertido-"Así que ese es el motivo, te gusta"- sonrió con picardía mientras le guiñaba un ojo con complicidad.

-"¡Renkotsu enamorado!"- grito Hakudoshi, mostrando por primera vez entusiasmo, aunque este solo fuera por el simple hecho de molestar a su compañero.

-"Grr"- gruño con los cerrados, y su molestia siendo cada vez más notable, pero no superaba la vergüenza que se apodero de su rostro. -"¡No me refería a eso!"- bramo.

-"Son unos idiotas"- Ginta digo alzando la voz y con cierto aire de enfado.

-"Oye tranquilo viejo"- murmuro Yuzen enseñando las palmas de sus manos, como signo de tregua-"Solo fue una broma"- murmuro avergonzado, y también algo temeroso, algo le decía que su superior era capaz de golpearlo.

Hakudoshi sonrió-"Sera mejor irme"-siendo seguido por la mayoría.

Renkotsu sonrió victorioso-"Eso huyan ratas. ¿Necesitas un trago?"- inquirió observando al de cabellera gris y negra.

Ginta asintió.

...

-"¡Maldición Ayame, no tienes idea de cuánto tiempo estuve esperando este momento!"- jadeo el joven, observando a la muchacha con un brillo peligroso en los ojos, como quien mira a una presa indefensa.

La nombrada se sintió avergonzada, mordió su labio inferior, ahogando un pequeño gemido, que luchaba por salir de sus labios-"¿Estás listo?"- susurró acalorada, con varias gotas de sudor recorriendo la palidez de su cara.

Akira se relamió los labios, producto de su ansiedad mientras asentía con frenesí. Paso saliva a través de su garganta reseca-"Lo estoy"- respondió con cierto aire de cansancio, sus piernas temblaron agotadas.

-"De-debemos tener cuidado o alguien podría vernos"- murmuro, con labios temblorosos, el joven apretó con fuerzas la mano de la muchacha entre las suyas.

Akira asintió, echando una mirada a su alrededor-"Nada te pasara. Me encargaré de eso"- respondió con seguridad el joven mientras le daba una suave mirada, tratando de tranquilizarla, el peso de su arma se descargaba sobre la espalda.

Ayame sonrió, mientras acercaba su rostro para dejarle un corto beso en los labios.

-"Andando"- dijo al mismo tiempo en que la sacaba a cubierto a través de los autos abandonados, que había por la zona, cerciorándose que ningún enemigo los estuviera siguiendo.

-"Parece seguro"-murmuro la joven, ganándose una negativa por parte de Akira.

-"No lo es"- respondió este apretando con fuerzas aquella arma ente sus manos, dispuesto a disparar.

Su boca paso a ser tan solo una línea, cuando de la nada Shippo soltó delante de ellos, disparando contra el cuerpo del joven soldado.

Este cayó de espalda, tosiendo con exageración.

-"Akira"- Ayame chillo, haciendo un rápido movimiento para tomar el arma y deshacerse de pequeño enemigo, quien caso pasos más adelantes.

-"Me estoy muriendo"- logro articular mientras tocia sin parar, cubriéndose con ambas manos la mancha rojiza sobre sus prendas-"Ya veo la luz. Oh la muerte"

Ayame rodo los ojos, ahogando una risa

-"¡Amada mía véngame!"- fueron las últimas palabras que se escucharon por parte del joven, entes de morir, echando la lengua hacia afuera.

La pelirroja se echó a llorar dramáticamente sobre el cuerpo de su novio-"¡No mi amor!"

-"¡He, ganamos!"

-"¡Si, viva!"

-"Shippo ya levántate, el juego término"

-"¿Termino?"- susurro el niño mientras se sentaba sobre sí-"Pero tía Ayame sigue viva"- afirmo observando como esta reía sin tapujos, mientras era abrasada y besada sobre el suelo por parte de un resucitado Akira.

Los demás niños del vecindario, se le fueron encima de la bella pelirroja, Akira por su parte, hacia pucheros y trataba de alejarlos del cuerpo de su novia.

-"No, fue una guerra justa"- se quejó Souta, uniéndose al grupo, mientras abría los brazos mostrando las manchas de pintura roja que adornaban su delgado cuerpo-"Es como nadar en un estanque de pequeños bebes pirañas"- bromeo sonriendo.

-"Ten"- Akira le arrojo su rifle de Paintball, la cual el menor atrapo en el aire sin hacer el mínimo esfuerzo.

-"Mn, para la próxima nos dividiremos en grupos iguales tío"- dijo Shippo, siendo correspondió por todos los demás niños del vecindario.

-"Miren el sol está apunto de ocultarse"- anuncio Rin con aire temeroso.

Estar afuera de noche significaba, la muerte, a esas criaturas les gustaba la oscuridad.

La sonrisa de Ayame se esfumo, al igual que la de unos cuantos más, de inmediato, las ordenes de resguardase se hicieron escuchar, cada adulto se encargó de llevar a salvo a los niños.

Las puertas y ventanas fueron selladas, los faroles emergencia comenzaron a encenderse de uno en uno, iluminando con tenuidad los refugios y a quienes vivían dentro.

-"Muy bien niños, quiero que estén tranquilos y se limpien"-la joven llevo su mano derecha a la sien-"Yo prepare algo delicioso para cenar"- formulo con una tranquilizadora sonrisa

Rin dio un paso al frente, haciendo de sus manos pequeños puños-"Mamá aún está afuera"- recordó con preocupación.

Ayame asintió-"Lo sé, pequeña, lo sé"- respondió la joven, mientras se acercaba a ambos y los envolvía en un fuerte abrazo-"Les prometo que ningún pajarraco del infierno, le hará daño a su madre. No mientras estemos aquí"

Akira asintió colocando con firmeza una mano sobre el hombro de Ayame-"Así es niños, nada pasara"-la apretó con suavidad, mostrando una sonrisa-"Si su madre no llega un cinco minutos yo mismo iré por ella"- espeto con firmeza.

-"Y yo lo acompañaré"- la voz de Hakaku se hizo escuchar.

Souta asintió, mirándolos con agradecimiento, luego su vista se posó sobre sus sobrinos, quienes aun asustados lograron asentir levemente-"Oigan deben ir a limpiarse, de lo contrario se molestara si los encuentra sucios"- el moreno dijo sonriendo con complicidad, los niños lo observaron, de arriba hacia abajo, él también estaba lleno de pintura y tierra, Souta noto la negativa en el aire-"Yo me bañare después de ustedes o mejor aún usare el otro baño"- respondió sonriendo con aire desinteresado, mientras les guiñaba el ojo.

Escucho a Shippo bufar por lo bajo, para luego caminar a regañadientes hacia el aseo, Rin en cambio sonrió y se alejó canturreando una melodía.

-"Montare guardia en la entrada"- anuncio Hakaku, mientras recargaba su arma al hombro.

Ayame hecho un suspiro, aunque se mostraba tranquila por fuera en su interior se estaba revolcando de la ansiedad y los nervios.

-"¿Necesitas ayuda?"- Souta inquirió, tratando de cambiar el ambiente.

La pelirroja sonrió agradecida-"Ve a bañarte"- le respondió.

Akira hizo un gesto con la cabeza para el joven, quien entendió como una incitación a dejarlos a solas.

-"¿He cocinera qué tienes pensado prepárame hoy?"- Ayame le dedico una fulminante mirada, en desacuerdo con su nuevo apodo, quien comenzó a caminar rumbo a la cocina-"Sabes durante mi exilio solo me alimentaba de MRE"- comento para seguidamente recostarse sobre el marco de la puerta, observo la figura de la mujer moverse con rapidez mientras tomaba los ingredientes para la cena-"Cuanto más comía de esa basura, más extrañaba el ramen que solías prepararme"-la pelirroja sonrió, aunque el joven no pudo verla.

Suspiro al mismo tiempo en que cerraba los ojos y el aroma de las verduras recién cortadas llenaban sus fosas nasales.

Observo con impaciencia la aguja del reloj girar lentamente. Suspiro-"Quieres que te ayude a colocar la mesa"- sugirió, Ayame asintió desde su lugar, mientras colocaba los ingredientes en un tazón. Akira se movió a su alrededor, tomando las cosas para rápidamente colocarlas sobre la mesa-"Seremos varios hoy"- comento distraído, observando los siete lugares-"Creo que cada día más personas aman tu comida"- suspiro aquellas palabras mientras negaba con una ligera sonrisa.

La pellirroja detuvo su acción, giro levemente el rostro para verlo-"¿En verdad lo crees?"- inquirió sonriendo con dulzura.

-"Es un hecho preciosa"- el llevo la mano a su estómago para palparla con diversión-"Tu arte culinario fue lo que me trajo de vuelta a la vida"- respondió este con cierto aire de melancolía.

Durante todo el tiempo que estuvo hospitalizado, pasando de una enfermera a otra, con mínimas esperanzas de conservar su pierna, Ayame fue a verlo todos los días y siempre se encargaba de conversar con él, de contarle parte de su vida, además de que la joven, saciaba su estómago con delicias, que ella misma preparaba.

El verla todos los días junto a él, que para entonces era un completo extraño, ¿Por qué esa muchacha se interesaba por alguien como él?... Después de todo en su vida anterior no había sido ningún santo, no era un hombre que diera gusto de conocer... era un criminal, un ladrón de poca monta, era tan ruin que no le interesaba si sus víctimas eran indefensas, joder en eso entonces era su única prioridad... pero Ayame, ella había visto algo que nadie más vio en su persona.

A veces Akira sentía que no la merecía. No merecía esta felicidad, cuando le había jodido la vida a tantos.

-"Entonces te eh conquistado al gran Akira, gracias a mis platillos"- respondió está sonriendo, mientras arrojaba un beso al aire, para seguidamente volver su concentración a la tarea inicial.

Akira asintió devolviéndole la sonrisa.

Su Ayame era extraordinaria, esta mujer era todo lo que tenía.

Si antes solo se encargaba de cagarla, ahora sería todo lo contrario, cuidaría de ella y de los suyos.

-"¡Muchachos la Cena esta lista!"- grito y su voz lleno por completo la casa, a lo lejos escucho las respuestas de Shippo y Rin, quienes ya habían terminado de ducharse.

-"Hakaku ven a comer con nosotros"- invito el joven Souta, al moreno que vigilaba el exterior, observando por una rendija a través de la ventana.

-"Un momento, veo movimiento en la entrada"

-"¡Es mama!"- razonaron al mismo tiempo los niños.

-"Cerciórate de que sea mi hermana"- Pidió Souta, el otro hizo un ademan con la mano, para darle a entender que no se acercara.

Hakaku suspiro aliviado y su postura se relajó-"Es mi capitana"- anuncio, apartando los seguros de la entrada, se escucharon tres golpes pausados sobre la chapa que cubría la entrada, era Aome reafirmando su presencia con aquella clave interina.

-"Bienvenida Aome"- la recibió Ayame con una sonrisa que le abarcaba todo el rostro, la aludida se dejó envolver por el abrazo de sus hijos.

-"¿Cómo están mis niños? ¿Se han portado bien?"- inquirió mientras revolvía en cabello de ambos con sus manos, su mirada avellana recorrió el estado de sus pequeños, suspiro aliviada al percatarse de que ambos estaban en perfectas condiciones.

-"Estamos muy bien mama"- respondió Rin.

-"Así es Aome no tienes de que preocuparte, se han portado muy bien el día de hoy"

-"Gracias por cuidarlos"- susurro la joven cargando entre sus brazos al más pequeño, aunque ya no tan pequeño Shippo-"Mira"- saco de sus bolsillo trasero aquella figura de acción-"Lo he encontrado para ti"

Shippo abrió los ojos con sorpresa-"Mi muñeco"- balbuceo, para luego tomarlo entre sus manos e inspeccionarlo con mesura- "Ôishi Kuranosuke"

-"Ya está completa ¿cierto?"

-"Si mami"

-"Debes estar hambrienta hermana"-Souta dijo rascándose la nuca-"Ayame cocino como para un escuadrón entero"- comento risueño, mientras hacia un gesto con la barbilla apuntando hacia la mesa.

-"No sé, quejaran de que conmigo pasaran hambre"- agrego igual de risueña esta última.

La cena trascurrió con tranquilidad, procuraron no hacer ruido, con el pasar del tiempo lograron entender el comportamiento de esas alimañas, les gustaba la noche y también el ruido, de inmediato se sentían atraídas hacia la fuente sonora y no ponían reparos en atacar.

Los niños fueron los primeros en ir a dormir y Souta les hizo compañía el resto de la noche, muchas veces se despertaban asustados por los chillidos de aquellos demonios con alas, por eso resolvieron turnarse para su vigilia, aunque la mayoría de las veces lo hacia el adolescente.

Mientras tanto en la sala, Ayame se había quedado dormida entre los brazos de Akira, está la sujetaba con posesividad de sus caderas, mientras su barbilla se encontraba recostada sobre la cabellera rojiza.

Aome observo, con cierto aire melancólico aquella escena, extrañaba tanto a Koga, cerró los ojos y sacudió la cabeza alejando aquellos pensamientos tristes de su mente.

Suspiro.

-"Aquellos seres se acercan cada día más"

Akira asintió.

-"Estaremos preparados, no nos derrotaran tan fácilmente"- murmuro Hakaku en voz baja, haciendo de su mano derecha un puño.

La azabache asintió con convicción-"Si permanecemos juntos, nada podrá vencernos"- reafirmo, con su mirada fija sobre los hombres.

-"Sera mejor descansar"- sugirió Akira, quien incómodamente se ponía de pie, con la joven aun dormida entre sus brazos-"Buenas noches"- se despidió, llevándose a Ayame.

-"Hm. Hakaku ve a dormir. Yo montare guardia un poco más"- sugirió la joven.

El nombrado la observo dudoso, ella parecía exhausta-"¿Está segura? Parece cansada"

Aome sonrió-"Estoy bien. Ve a dormir, no me hagas enojar"- su voz salió en tono de burla.

-"De acuerdo"- se resignó.

-"Usa el cuarto de invitados"- sugirió la joven, recibiendo un cabeceo afirmativo.

Una vez que se hayo sola, se puso de pie y comenzó a recorrer la casa, cerciorándose de que cada puerta y ventana estuviera debidamente cerrada, paso por el cuarto de sus niños, quienes dormían con tranquilidad en compañía de Souta, un poco más allá sus pasos la guiaron a su habitación, se tiro de espaldas sobre el mudillo colchón, ahogando un grito de frustración.

-"¡Maldición!"- bramo, golpeado sus puños sobre la tela.

Bufo mientras de un salto se ponía de pie, camino hacia su placar y rebusco en el fondo de este, hasta hallar lo que con tanta ansiedad buscaba, una botella de Ron River Antoine Royal Grenadian.

-"Vaya, aun estas aquí"- murmuro entre dientes, mientras observaba la etiqueta, su mirada brillo bajo la tentación del alcohol.

La abrió y el olor golpeo de lleno sus fosas nasales, era tan fuerte el componente que incluso se sentía mareada, sin siquiera probarlo, sonrió satisfecha, un trago no le vendría nada mal, de esa forma quizás, podría olvidarse de toda la mierda que estaba pasando.

Ni si quiera necesito de un vaso, basto con acercar sus labios al recipiente para sentir el ador del alcohol recorrer su garganta, y quemar cada celular de su cuerpo hasta hacerla estremecer, gimió y arrugo el gesto, con disgusto pero no basto para hacerla doblegar, al pasar de los segundo ya estaba bebiendo una vez más.

Aome nunca fue devota a las bebidas, era pésima haciéndola, se mareaba e incluso quedaba inconsciente en cuestión de minutos, pero ahora ya no importaba, necesitaba alejar su mente de la realidad quería hundirse en un sueño, donde todo esto no estuviera pasando.

Tocio y jadeo una vez más, limpio con el dorso de su mano parte de aquel liquido escurridizo, no paso demasiado tiempo para que su vista comenzara a nublarse, se movió insegura, casi al ras del suelo, temerosa de irse de boca contra la dureza del piso.

Rio cuando sus manos comenzaron a temblar y un palpitante dolor de cabeza se acentuó en el medio de su cerebro, tropezó con varios muebles, en su trayecto hacia el retrete, su estómago pedía a gritos ser liberado.

Su rostro comenzaba a cubrirse de agua, pero ella no estaba segura de sí era producto de su propia traspiración o eran lágrimas. No sabía, pero podía oírse así misma lamentarse, como un animal herido.

-"¡Ah joder, Maldita sea!"- gimió adolorida, cuando su pierna derecha colisiono contra un pequeño mueble de madre, este tras el impacto cayo aun lado de sus caras, mientras que la azabache, sujetaba con ambas manos su parte afectada.-"¡Estúpida!"- escupió con rabia y tras decir esto arrojo una patada con su pierna sana, varios artefactos salieron volando e incluso rodando a su alrededor.

A pesar de que sus ojos, ahora estaban nublados por completo, producto no solamente de la borrachera, sino también de las lágrimas que caían sin consuelo a través de sus mejillas, Aome logro discernir entre tantas cosas, una pequeña bolita rosa, chocar con la punta de sus dedos.

Ella suspiro mientras la tomaba entre sus manos, esta parecía brillar en un resplandeciente tono rosa a través de su contacto, aquella luz la lleno de paz, por cuestión de segundos pero también trajo consigo cientos de recuerdos, tanto buenos y malos, días pasados en los cuales Kaede aún estaba viva, donde sus hijos podían ir a la escuela sin preocuparse por la noche, días en los que su esposo, Koga caminaba a su lado y velaba por la seguridad de su familia.

Cuando él, le sonreía y sus profundos ojos azules parecían calmar su alma.

Porque se sentía malditamente sola, sin su presencia, sin su calor.

-"N-no hay un momento en que no piense un poco en ti. Q-quiero ver tu rostro, unir mis manos con las tuyas. Sé que nunca volveré a tenerte, te fuiste y no te puedo recuperar..."-balbuceo las palabras, tragándose el agua salada de su propio llanto, escondió su rostro ente las piernas -"N- no puedo hacer esto sola cariño"- sorbió por la nariz-"Necesito ayuda"- cerro los ojos con fuerzas al mismo tiempo en que encerraba la esfera contra la palma de su mano-"Envíame ayuda"- rogo.

La esfera brillo y su luz lleno la habitación por completo, Aome jadeo al sentir como una fuerte oleada de energía le travesaba el pecho, hasta dejarla sin aire, cayó sobre su propio cuerpo, revolcándose de dolor, una extraña sensación de calor se esparció dentro de ella, como aleadas que iban y venían en mayor intensidad y entre sus parpados pudo distinguir como la esfera desaparecía través de su piel, esta vez el dolor fue agudo, tanto que la hizo chillar, su respiración se hizo irregular, y gotas de sudor adornaron no solamente su rostro sino otras partes de su cuerpo.

Permaneció inmóvil por un par de minutos, tratando de recobrar la postura, con los ojos cerrados.

-"Oye ¿Estas bien humana?"

Aome abrió los ojos, como platos, sumamente asustada.

-"¿Q- quienes son ustedes?"- artículo notando las tres presencias masculinas a pocos pasos de su baño.


Continuara...




**¡Saludos Hijos De Hurin!

Bien, este es el ultimo capitulo, lo he actualizado ayer después de mucho tiempo.

**Espero que esta, no tan nueva historia, les guste (? XD si es así no te olvides de votar y dejar tu comentario...

  ¡Namárië!   

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