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Capítulo 7

Capítulo 7


Y los días pasaron, se convirtieron en semanas, las semanas en meses, y los meses en un año, la humanidad estaba bajo el continuo ataque de esas criaturas, que parecían no acabarse nunca, los pocos sobrevientas, lo estaban gracias a que se mantenía ocultos, refugiados tras las murallas de sus hogares, en ese tiempo descubrieron que las criaturas eran más propensas a atacar de noche, al parecer no les gustaba el día. La rutina era la misma, había días en que salían en busca de comida, regresando antes de que el sol se ponga. Se calculaba que tal vez el mundo entero estaba siendo atacado por esas bestias, y no era cosa de dudar y aun así Aome seguía tratando de buscarle fin a esta guerra que ella misma había iniciado, su carácter se había endurecido, se volvió desconfiada y fría porque aun así, después de tantas muertes la humanidad seguía siendo la raza más traicionera y letal, los saqueadores abundaban y eran peligrosos, Aome lo sabía lo vivió en carne propia, un grupo de ellos, irrumpió en su casa una noche, lastimaron sus pequeños, dejan inconsciente a Houjo, y mataron de la manera más horrenda a Kaede, pero ella y Ayame fueron abusadas y golpeadas hasta que los malditos se hallaron satisfechos, las dos pudieron morir esa noche, sino hubiera sido por Houjo que reacciono y logro matarlos, luego de eso Aome aprendió a luchar gracias aquel general del ejército de nombre Kai, le había tomado mucho cariño a la azabache y a sus compañeros, le enseño todo lo que sabía, y lo que no también, podía armar y desarmar un rifle en tan solo segundos, se convirtió en una excelente peleadora de cuerpo a cuerpo, derribando a hombres mucho más grandes en musculatura, fue una de las primeras en tomar la iniciativa, seguida de Ayame, ambas practicaron arquería hasta convertirse en quizás las mejores, de toda la región, no abandono su promesa, día tras día se preocupó por cuidar de los suyos, ahora en compañía de su pequeño hermano Souta, luego de que su madre y su abuelo habían muerto a causa de las aves. Houjo también hizo lo suyo, decidió unirse a la rebelión del ejército y buscar sobrevivientes en otras partes de Japón y el exterior.

Se convirtió en una luchadora.

Una guerrera.

Una sobreviviente

-"Higurashi"- llamo un muchacho de unos 25 años de edad, vestido completamente de negro, la susodicha lo miro por encima de su hombro, dándole a entender que lo escuchaba-"El general solicita verla, en su despacho lo antes posible"- finalizo y recibió solo un cabeceo en respuesta.

Giro sobre sus talones, caminado a paso lento, pero firme, la mirada de algunos se posó sobre ella, aquellos que la conocían no trataban de cercarse, la azabache era muy agresiva, con casi todos los hombre, muy pocos corrieron con la suerte de que les hablase, o sonriera. Algunos la veían como una mujer altanera y amargada, creyéndose la dueña del mundo, otros como algo imposible de conseguir, porque ahí estaba ella con sus 27 años encima y se veía más joven y madura tanto intelectual como facial, gracias al entrenamiento su cuerpo había cambiado, con las piernas y brazos más firmes, el busto prominente sin exagerar e incluso su cabello había crecido hasta por encima de su esbelta cintura despertando el deseo de cualquier hombre e mujer, en toda su forma era perfecta y al mismo tiempo imperfecta.

Balanceando sus caderas de un lado a otro, como si fueran olas en el mar, podía hechizar a cualquiera en ese lugar, a veces sonreía o les guiñaba un ojo, con eso bastaba para ponerlos como locos.

Llego al despacho y no se molestó en tocar la puerta o pedir permiso, el general estaba de espaldas, mirando a través de un ventanal pero supo de inmediato quien era-"Aome, recibí noticias de Houjo, estará llegando a Japón dentro de un mes"- este dijo sin más, la conocía lo suficiente para saber que no le gustaban los rodeos o suspensos, tanto como a él no le gustaba perder el tiempo-"Y ahí algo más un equipo ira mañana al lugar del incidente"- no la vio pero se imaginó que su noticia la había sorprendido-"...Necesito que los acompañes, ya has estado allí antes, será más fácil encontrarla"- se giró para encontrarse con una mujer de mirada seria-"¿Cuento contigo?"

-"Los guiare, pero quiero el mando"-

-"Aome, sabes que no puedo darte eso"- intento pero esta lo corto.

-"De otra forma no iré"- los marrones veían decididos a los contrarios, una silenciosa lucha se desato por vario minutos. Ninguno de los dos quería dar el brazo a torcer.

El general suspiro derrotado, pero luego una sonrisa en su boca formo-"Hubieras sido mi perfecta hija..."- dijo luego de un breve silencio, mirando con añoranza y orgullo a la mujer enfrente

Aome se cruzó de brazos y sonrió abiertamente-"Lo sé...y tú... hubieras sido un padre muy manipulable..."

Kai rio aún más y volvió a su postura inicial-"Será mejor que te vayas, el atardecer se acerca..."-sintió que la puerta se habría-"Envíales mis saludos a los niños..."-luego de decir eso la puerta se cerró, sabía que había sido escuchado, no necesitaba que ella le respondiera.

...

El día siguiente llego, Aome estaba lista a punto de ir hacia el monte kuruziwa, acompañada por 10 hombres, los cuales ella misma había seleccionado como los mejores.

El helicóptero llego en tan solo minutos, era la forma más rápida de llegar, ya que la mayoría de las carreteras estaban destruidas, a causa de las pelas. Tal como ella suponía el lugar estaba en ruinas si encontraban algo intacto sería un verdadero milagro.

-"Revisaremos las cabañas primero"- ordeno con firmeza, siendo aceptada por los demás, movieron algunos bloques de madera y piedras, sin hallar nada de valor. Excepto que Aome si había encontrado algo, el muñeco de colección de Shippo –"Se alegrara de volver a tenerte..."- guardándolo en su bolsillo, continuo buscando-"era de esperarse..."- susurro en desanimo, había encontrado la cabeza de la deidad, pero no el resto del cuerpo-"Aunque para ser sincera, no sabría si me serias de ayuda...te conservare como suvenir"

-"Señora Aome"- uno de los soldados se acercó a ella

-"¿Qué sucede Ginta?"- respondió sin voltear, aun trataba de encontrar el resto de la estatua

-"No, hemos encontrado nada señora"

-"Ya veo... iremos a la cueva"- respondió, y giro sobre su cuerpo, sujeto con firmeza en rifle que consigo cargaba-"¡Estéis todos atentos, esas cosas podrían estar aquí!"

Marcharon todos atentos ante cualquier sonido y movimiento de entre los árboles.

-"Es aquí"- dijo la azabache mirando a su alrededor, aun había parte del equipo sobresaliendo en la tierra-"es un fortuna que no se halla derrumbado por completo"- comento mirando un pequeño orificio, era bastante ancho para que ella o alguno de sus hombres que para por ahí-"Ginta, Hakaku y Hakudoshi vendrán conmigo, los demás revisen el perímetro, cualquier cosa grande que vuele. Dispárenle"

-"¡Entendido!"- respondieron fielmente todos.

Ya en la cueva, la morena se encontró con una gran sorpresa-"No- no puede ser no está"- se alarmó, miro a todos lados y no había pistas ni de Midoriko ni del misterioso cuerpo que estaba dentro del ataúd, incluso los monstruos parecían a haber desaparecido-"Tengo un mal presentimiento..."-noto lo que parecían ser unas huellas que iban desde la tumba hasta la salida-"Será mejor largarnos de aquí"-dijo a los demás quienes solo la siguieron sin perder la guardia, si ella estaba asustada debía ser algo grave.

Lo que parecía ser un ciempiés gigante, salió de la tierra atacando a los soldados, de inmediato el fuego empezó, las balas chocaban contra la criatura que parecía no ser afectada-"¡Retrocedan!"- la azabache grito a todos, emprendió carrera al helicóptero. Hakudoshi era el piloto-"¡muévanse maldición!"- de a uno los mercenarios subieron.

"¡Vamos despega esta maldita cosa!"

No les tembló el pulso para volver a dispar, dándoles de lleno en la cabeza de aquel ser, no lo mataron pero les dio el tiempo suficiente para estar en el aire-"¡Hakudoshi sácanos de aquí!"

-"¡No debemos dejar que vaya a la ciudad!"- dijo uno mirando a la azabache, la criatura atravesaba sin problema alguno los árboles y rocas.

-"¡¿Señora Aome que quiere que hagamos?!"- Ginta pregunto y en su vos se notaba el miedo y la preocupación.

Ni si quiera lo dudo-"Elimínenlo"- no dejaría que ese monstruo se acerca a su familia, no pudiendo hacer algo al respecto, mucha gente ya había muerto.

Aquella escena era como las de las películas de ciencia ficción, en un momento él se abalanzo tratando de derribarlos, fue en ese instante donde los proyectiles que la nave tenía le dieron en el tórax, partiéndolo a la mitad, cayo dejando una gran mancha de sangre y restos por el suelo.

Algunos gritaron entusiasmados, otros simplemente se quedaron callados mirando con horror.

-"Hakudoshi aterriza, llevaremos parte de esa cosa"- el albino capto las ordenes de inmediato.

-"¿Cómo es posible que algo así existe?"-Ginta indago, mirando la criatura.

-"No lo sé"- respondió Hakaku

-"Es obra del señor, nos está advirtiendo que nuestro tiempo ha terminado y que la hora de las bestias ha llegado..."- dijo uno desesperado agarrándose de la cabeza, tenía el cabello rojo.

-"¡Deja de decir tonterías, es solo algún tipo de desastre nuclear, tal vez radiación o experimentos de la NASA!"- otro lo corto, también desesperado su nombre era Renkotsu.

Sujeto con fuerzas una gran cruz que llevaba en el cuello-"¡Es obra del señor, todos vamos a morir!"

Lo sujeto por el cuello con fuerzas-"¡Cállate juro que te golpeare!"- amenazo salido de sus casillas, otros dos los separaron

-"¡Oigan, oigan tranquilos!"

-"Muchachos basta"

-"¡Silencio los dos!"- la azabache los callo alzando la vos, y mirando duramente-"¡Ya ha muerto mucha gente, y ahora queréis matarse entre ustedes!"-los encaro aunque fueran un poco más alto y musculosos que ella-"¡Habérmelo dicho antes los hubiera arrojada a esta criatura!"- pateo un trozo de carne.

Se acercó a la azabache de manera intimidante, pero esta ni se inmuto mantuvo su cabeza en alto-"¿Quién rayos te crees para hablarme así mujerzuela?"- mascullo entre dientes Renkotsu-"Crees que acostándote con el general, te da el derecho de venir a mandarme"

-"¡Renkotsu!"- advirtió Ginta a su compañero, para que este no cometiera una estupidez.

-"Cállate Renkotsu"- grito otro.

Aome torció la boca en una sonrisa altanera y escalofriante "Déjame decirte algo cariño..."-llevo la mano derecha a la mejilla de contario, este no se lo impidió-"Llámame una vez más 'mujerzuela' y pondré tu cabeza dentro del escorpión"- finalizo con voz dulce, sin quitar los marrones de Renkotsu.

-"Esto no me agrada"- pensó Hakaku, mirándolos, conocía el temperamento de Renkotsu, pero más conocía las habilidades de la azabache, en ese momento temía más por el que por ella.

Rio con vos ronca, y seguidamente mascullo-"mujerzuela".

Ella se movió tan rápido que apenas lograron ver los movimientos, en cuestión de segundos logro derribarlo y hacerle lo que le había advertido.

Ginta sonrió altanero-"Se lo merece"

-"Te lo advertí"-le dijo otro mirando como este salía con cara de pocos amigos, cubierto de sangre y restos de carne.

Aome corto un trozo de la cabeza del animal, la cual serviría para que los científicos de la base experimentaran con ella, tal vez lograran encontrar el motivos de tan grande mutación animal. Como dijeron sus hombres tal vez fue la NASA y sus experimentos raros, o la radicación de las plantas nucleares o tal vez la contaminación... por más que pensaba, y le daba vueltas al asunto, cualquiera podía ser una respuesta válida y errónea al mismo tiempo.

-"Será mejor irnos a casa, no quiero que otra de estas cosas aparezca"- dijo otro, su nombre era Zuikotsu, pasando la vista a su alrededores, los demás asintieron para seguidamente emprender el viaje de regreso.



Continuara...

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