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XXIX: El Bloque Negro.

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   Lilith empujó a Sao y se dirigió a la salida. La capitana se volteó confusa y enfadada, Jolly la observaba con la mirada calma. Cressida se limitó a verla marchar, mientras Octubre y Will intentaban calmar a los presentes. Las abejas se apartaban de todos, temerosas se refugiaron en las grietas de las paredes.

   Una vez fuera, Lilith soltó un grito de pura rabia, mientras pateaba el agua del estanque a la salida del Corazón. La rabia latía con fuerza en su pecho y su mente le gritaba enfurecida por cada uno de los hipócritas que había dejado en la cueva. Les demostraría a todos, ya verían de lo que era capaz. Se dio la vuelta mientras maldecía y se encontró con Freyja apoyada sobre la roca, observándola con el ceño fruncido.

   —¿Qué haces aquí? —preguntó Lilith, calmándose al instante. Con una enorme sonrisa y brillos en los ojos.

   Freyja caminó hasta su lado, sacándose la capucha de la cabeza. Le acarició el brazo y la curva de su rostro, la tomó de la mano mientras la conducía a un pequeño bote a vela que había robado.

   —Te estaba esperando, te tengo una sorpresa —le dijo en un susurro. Lilith comenzó a seguirlo sin ni siquiera pensarlo.

   —¡Ey, tú! —gritó Meena enfadada a sus espaldas—. ¿Qué haces aquí, basura?

   La sonrisa de Lilith desapareció y el estómago le dio un vuelco, el agarre de Freyja en su brazo se intensificó y su rostro se endureció.

   —Espera aquí —le susurró Freyja a Lilith, mientras se acercaba a Meena, quien de pie con los brazos cruzados las observaba desde el estanque.

   —¿Qué crees que haces? —insistió Meena.

   —¿Qué parece que hago, pyar? —susurró Freyja con tranquilidad, estirando los brazos a los costados de su cuerpo, rodeando a Meena.

   El corazón de Lilith se agitaba nervioso en su pecho.

   —Deberías irte —ladró Meena. Lilith observaba a la lejanía, abrazando sus brazos.

   —Por supuesto, no hay nada que desee más ahora mismo.

   —Lilith se queda —declaró siguiéndole con la mirada. Estiró el cuello y gritó—: ¡Paremos esta locura, Lilith!

   —Lilith irá a donde quiera ir.

   —Ella no está pensando con claridad.

   Freyja soltó una carcajada que resonó en la sombría noche, se volteó a Lilith y le gritó:

   —¿Has oído? No confían en tu juicio.

   Lilith bajó la mirada cuando la pena invadió su semblante, Meena resopló y empujó a Freyja. Sao apareció por la oscuridad de las escaleras, al verla, Lilith comenzó a caminar hacia atrás, alejándose hacia la embarcación de Freyja. Meena gritaba:

   —¡Cierra el hocico antes de que rompa cada uno de tus dientes! —empujó a Freyja con los labios apretados, recibió una enorme sonrisa en respuesta—. ¡Eres veneno puro!

   —No estoy obligándola a beberlo... —respondió Freyja con tranquilidad. Soltó una carcajada, se inclinó adelante y con los dientes apretados le susurró a Meena—: Ella solita abrió la boca para mi.

   Meena saltó sobre él enfurecida, cerró el puño y ejecutó el golpe. Freyja se agachó rápidamente esquivándole y le pegó con la rodilla en el pecho. Con los brazos estirados se lanzaron a la pelea.
   Lilith dio un paso al frente preocupada pero las palabras no salieron de su boca.

   Zheng Yi Sao apareció a su lado y la tomó del brazo con fuerza. Lilith soltó un grito de dolor e intentó soltarse.

   —No hagamos esto, Lilith. Regresemos al Olympe de Gouges.

   —¡Suéltame! —grito Lilith enfurecida. Se volteó a Freyja a tiempo para verla caer al suelo con la nariz sangrante. Meena se arrojó sobre su cuerpo golpeando sin cesar—. ¡Meena, no! ¡Detente!

   Lilith empujó a Sao, pero esta no la soltó.

   —¡Ya, déjame!... Sao, te suplico. ¡Va a matarle! —gritó Lilith desesperada mirando el rostro ensangrentado de Freyja, luchando para liberarse. La mirada tranquila de Sao le revolvió el estómago: no iba a detener a Meena. Sorprendida se detuvo, leyó su mirada y susurró—: Eres una hipócrita.

   —Así es como el Bloque Negro hace las cosas, Lilith.

   Lilith se acercó enfurecida y con la mirada en llamas le respondió:

   —Hagámosle justicia al nombre en ese caso.

   Sao frunció el ceño preocupada, abrió la boca para responder. Meena soltó un grito desgarrador, estaba de rodillas y Freyja tiraba de su cabello gritándole amenazas. Zheng Yi Sao soltó a Lilith apresuradamente, corrió hacia el estanque donde luchaban. Empujó a Freyja con el peso de todo su cuerpo, sacó a Meena del medio y desenfundó su machete. Apuntó hacia el frente, donde Freyja le observaba con la respiración entrecortada.

   El seguro de un arma sonó a su izquierda.

   Lilith estaba de pie frente a ellos, con ambas armas al frente le apuntaba a Sao. El rostro enfadado y en calma, la respiración acelerada, la brisa enloquecida. Ambos cañones apuntaban al corazón de Sao, enarcó las cejas, apenada.

   —Se acabó —susurró Lilith.— Estoy harta.

   Freyja se limpió la sangre y caminó hasta estar junto a Lilith, le acomodó el cabello y le sonrió a Zheng Yi Sao. Meena estaba detrás de ella, con las manos en las rodillas respiraba con dificultad y maldecía no tener su arco en ese instante.

   —Mira las cosas que haces por... amor —escupió la mujer, pronunciando la última palabra como lo que era: una mentira.

   Lilith soltó una carcajada, no dejó de apuntarle.

   —Espera a ver lo que puedo hacer por odio.

   Lilith comenzó a alejarse sin bajar sus armas, Freyja le siguió con su sonrisa más ganadora. La mirada de Sao se agitó nerviosa, Meena soltó un suspiro.

   —Espera, Lilith... —dijo Sao con dulzura—. Lo siento mucho, me sobrepasé.

   Lilith sonrió con simpatía y levantó los hombros riendo, ya no le importaba. Se le había agotado la paciencia.

   —¿Lilith? —Sao no podía creer lo que sus ojos eran testigo, podía jurar que no conocía aquella joven que de ella se reía.— ¡¿A dónde vas?!

   —Voy a pintar la ciudad de negro, mamá —respondió Lilith justo antes de echarse a correr.

   —¡Lilith! —rugió Sao cuando la pareja se subió al bote—. ¡Espera! Por favor.

   Meena se quedó de pie, viendo como Sao corría inútilmente hacia la costa ahora vacía. Lilith se sentó y las observó, la burla había desaparecido de su semblante. Su mirada expresaba pena. Freyja apareció a su lado y le besó la frente, manchándola de sangre.

   Meena caminó lentamente hasta estar al lado de Sao, quien se había quitado el sombrero y lo sostenía entre sus arrugadas manos.

   —¿Cómo dejé que esto pasara? —susurró Sao—. La perdí, Meena. Jolly me lo advirtió hace muchos años, que algún día la perdería. Creo que esta es la noche... ¿Cómo dejé que se me fuera de las manos? 


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