Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XV. Tumba sin nombre.

⋅ ⋅⋅⋅⋅⋅⋅ ⊱∘──────────────∘⊰ ⋅⋅⋅⋅⋅⋅ ⋅


   En el centro del pueblo cinco calles se encontraban, Octubre y Lilith jugaban con un balón con los niños . No tardaron en incluir a las niñas que miraban sentadas en la sombra. Los adultos observaron esta acción de mala gana, pero estaban todos demasiados ocupados con los preparativos del Día de Serendipia como para perder el tiempo con algo así. Los niños se mostraron extrañados, pero esto rápidamente quedo atrás, ilusionados formaron equipos mixtos encabezados por las dos jóvenes del Bloque Negro. Meena las observaba desde El Viejo Molino, el hostal donde se hospedaban, el cual era justamente lo que su nombre indicaba. Estaba sentada sobre la barandilla del pequeño balcón, casi en el vacío. Las aspas giraban frente a ella. Wilhelm apareció a su lado y comenzaron a comparar Apis con poblados de sus propias tierras. Wilhelm mencionó que le recordaba a Borgoña, un encantador pueblo de Lutecia.

   El sol comenzó a bajar mientras las farolas se encendían suavemente. Esa fue su señal. Lilith y Octubre no tardaron en aparecer en la pequeña habitación que los cuatros compartían. Se vistieron con sus mejores disfraces de pueblerinos, el arsenal escondido entre las telas. Emiko y Ana María habían vuelto al barco, donde comenzaron a ayudar a Yong y a Farkas con sus tareas.
   Ese mismo día, Farkas y Yong habían recorrido Apis reparando y actualizando las máquinas que ayudaban a los trabajadores. Todos habían adorado al heredero al trono, enamorándose de su sonrisa y simpatía. Pero el atardecer no tardó en llegar y tuvieron que marcharse para prepararse para la noche.

   Al día siguiente, Farkas y Kaira recorrerían las escuelas entregando materiales nuevos y pasando el día con los niños. Solo tenían apenas dos días en Apis y demasiadas tareas, secretas o no.

   Ya casi estaban listos. La noche ya había caído y el barullo iba en aumento en la calles. Meena luchaba con su arco, Marina le había agregado un nuevo mecanismo el cual le permitía plegarse en tres para poder ocultarlo entre las ropas. Tardó en entender su sistema, pero aprendió a abrirlo y cerrarlo con apenas un golpe seco. Ocultó su carcaj dentro de un bolso de mercader que Wilhelm cargaría y se dirigieron al exterior. No creían necesitar el arsenal, pero si así fuera, estarían más que preparados.

   El pueblo entero bailaba en la calle, todos vestidos con disfraces que representaban la primavera, con su flora y fauna, mientras una hermosa carroza de hierro blanco y madera oscura avanzaba con la familia real.

   En pocas horas habían embellecido el pueblo entero, llenándolo de bellas luces de calidad, banderines de colores, flores, cintas de seda, música y un bufé que ocupaba toda la plaza. La carroza real saldría desde Cuenca de las Abejas Obreras, daría la vuelta por todo el pueblo y regresaría a la plaza, donde ocurriría la gran cena, extendiéndose hacia el césped y campo abierto.

   Desde que las cosas habían cambiado en Serendipia el festejo se había vuelto más justo, a pesar de que Sauro y Grimn intentaron parar esto. La familia real ya no cenaba recluida en su castillo, sino que abrían las puertas de sus fortalezas y junto con la plaza principal se celebraba la gran fiesta. Las mujeres ahora acudían al festejo, pero se retiraban a medianoche. Por más que lo negaran, el cambio había comenzado, no iban a poder impedirlo.

   El carruaje de hierro blanco avanzaba, con cinco corceles de cabello corto. En él, la familia real llevaba unos trajes especiales para la ocasión, repletos de colores primaverales y flores. Tenían la cara pintada con puntos y líneas blancas, formando hermosos patrones. El Bloque Negro había imitado estos mismos dibujos en sus rostros para mezclarse mejor con la multitud. El cabello de Kaira fue convertido en la obra de arte principal cubierta de flores blancas de los ciruelos. Las abejas luminosas no se despegaban de ella. Habían tenido que renunciar a la pintura blanca en su rostro, ya que no se apreciaba por la palidez de su piel, esta fue remplazada por pintura dorada.

   El grupo de cuatro comenzó a avanzar trabajosamente, la carroza a pocos metros, la multitud por todos lados. Meena tomó disimuladamente un ramo de margaritas amarillas de un carro repleto de estas. Esperó el momento y con fuerza lo arrojó, mientras gritaba:

   —¡Pyar!

   Kaira se dio la vuelta y sorprendida tomó el ramo entre sus manos, con una sonrisa que aumentó el amor de Meena. Esta la observó, su auténtica felicidad que tanto le encantaba y se despidió con una reverencia y un guiño. Kaira se sentía en un sueño, se aferró a las margaritas mientras veía al grupo desaparecer entre el resto de la gente.

   Una joven de muy baja estatura, piel bronceada y cabello ondulado azul, apareció a su lado con una máscara de plumas cubriendo su rostro. Cortó el avance del Bloque Negro, junto con niñas con la misma mascara. Todas llevaban vestidos blancos e interpretaban una danza tribal, tradicional para celebrar las cosechas exitosas.
   Octubre sonrió de oreja a oreja al verla y le extendió la mano a la joven. Automáticamente la aceptó y comenzaron a bailar animadamente. Las niñas se alejaron, siguiendo la carroza real. Mientras la danzante pareja avanzaba sin problema, la multitud se apartaba instintivamente. Wilhelm, Meena y Lilith los siguieron confusos. Minutos después se encontraron en un callejón, lejos del barullo y a pocas calles del campo abierto.

   La joven se arrancó su bella máscara revelando sus pecas doradas. Octubre la tomó entre sus brazos y comenzaron a girar riendo.

   —¡Ruby! —reía Octubre—. Que alegría verte.

   El resto se sumó al festejo riendo ante el ingenio de la pequeña joven.

   —Menuda entrada. —La felicitó Wilhelm.

   —Es talento nato —bromeó Ruby mientras uno a uno los saludaba. Se giró a Meena y observándola entera con una sonrisa le dijo con dulzura —: ¡Cada día estás más bonita!

   —Al igual que tú, gnomo —respondió con una sonrisa de lado Meena.

   —¡Oh! —rio Ruby, mientras le daba un rápido abrazo—. Cuanto me alegra volver a oír eso después de tanto.

   Llegó el turno de Lilith, quien se había quedado ligeramente apartada no queriendo interrumpir los reencuentros.

   —Lilith. —Ruby sonrió con suavidad, dándole un abrazo. Luego se apartó ligeramente, la tomó de los hombros y en un compasivo susurro le preguntó—: ¿Cómo te encuentras?

   —Bien... gracias —respondió, luchando para que su sonrisa no desaparezca.

   Continuaron su camino. Llegaron hasta un pequeño cerco de madera, meramente simbólico, dejaron el pueblo detrás. Se adentraron en las calles de tierra y pronto se encontraron rodeados de campo. Llegaron hasta un árbol de olivas donde un carruaje los esperaba. Ruby se subió en el asiento al frente, tomando las riendas. Octubre a su lado sostenía un farol. Meena fue la primera en acomodarse en la parte de atrás, luego Wilhelm, quien le extendió la mano a Lilith. Mientras ésta subía, una voz la interrumpió:

   —¿Puedo ir contigo? —le susurró Freyja, con el rostro serio.

   Lilith se dio la vuelta, ignorando el ceño fruncido de Meena. No dijo nada, solo le extendió la mano. Se acomodaron al final del carro, con los pies colgando hacia el suelo. Le dieron la espalda al resto.

   Hora después llegaron al pequeño molino. Sus aspas giraban lentamente durante todo el año gracias al agua que fluía en un pequeño arroyo a su izquierda, activando el molino de agua y produciendo energía para las estudiantes. Al otro lado del arroyo estaba Murmure Silva, de inmensos árboles, con flores y frutas. Hogar de la mayoría de los panales de abejas. En el otro extremo del bosque se encontraba la costa de Apis, donde el vacío mar abierto anunciaba a los Serendipios un viaje sin destino otro que la muerte.

   Lilith paseó la mirada por cada ladrillo y cada teja, mientras Ruby guiaba al burro hasta la parte trasera del molino. Después de tantos años había vuelto a su hogar, y no había rastro alguno de este. Las náuseas amenazaron con regresar, hasta que Freyja comenzó a hablarle de estrellas y deseos. Juntas ignoraron la construcción mientras se perdían entre las constelaciones.

   Las antiguas ruinas de su casa habían sido aprovechadas para crear un pequeño salón de paja, conectado al molino, una construcción nueva.

   Una vez dentro de este, Ruby les mostró rápidamente el salón donde cada día sus alumnas se sentaban en el suelo. Entre los cojines, sobre alfombras, aprendiendo cómo ser una buena ama de casa, mientras intentaba enseñarle en secreto cómo ser libres. Lilith prefirió no entrar, no veía rastro alguno de su hogar ni de sus recuerdos y para su sorpresa esto no hizo más que angustiarle. Prefirió esperar fuera, con las manos en los bolsillos caminó hasta estar frente al ciruelo de su infancia, que había aumentado al doble su tamaño.

   Con un largo suspiro se sentó donde su madre solía hacerlo, mientras todos ingresaban en el salón, excepto Freyja, quien se mantuvo caminando junto al arroyo dándole su espacio a Lilith pero manteniéndola bajo la vigilancia de su mirada. Mirando las estrellas, Lilith abrazó sus piernas y apoyó la espalda en el tronco del árbol. A la lejanía pero en susurros, oyó a su madre y una suave voz desconocida que le murmuraron al unísono:

   "Una tumba sin nombre... mi niña vuelve a casa."

   Lilith no se sobresaltó, pero su rostro se transformó en la pena que solo el cansancio del dolor constante le daba. Reprimiendo el llanto observó las miles de abejas que iluminaban las praderas, formando sus propias constelaciones. Respiró ruidosamente cuando el grupo salió del salón y ella finalmente se sumó, Freyja le siguió. Entraron al molino donde todo el espacio era ocupado por una inmensa cocina. El olor a panecillos dulces estaba impregnado en la sala y los hornos cubrían las paredes.

   —No tenemos mucho de ella... —comenzó a decir Ruby, mientras apoyaba el farol en una mesa torcida, refiriéndose a la primera guerrera de la rebelión: la Última Bruja. Cuando todos entraron atrancó la puerta, volvió a tomar el farol y subiendo la circular escalera de piedra, continuó—: Sabemos que no siempre fue la guerrera en la que se convirtió.

   —¿Y qué era? —preguntó Octubre, caminando a su lado.

   —Una panadera —soltó Ruby—. Sabemos que tenía una familia amorosa, quienes se dedicaban a las harinas. Hay pocos registros, pero parece que las tribus de cada comarca vivían en paz, vidas simples y lentas, al menos así fue en la Primera Era... Ella nació al inicio de la Segunda Era. Pronto comenzó a esparcir su bondad por las aldeas. No había nadie en la tribu que no hubiese recibido su ayuda y apoyo (y sus hogazas de pan) cuando más lo necesitaban. Todos le decían: kuraq ñaña (Hermana mayor).

   Llegaron hasta arriba de todo, donde solo había un escritorio en el centro. El resto eran libros aplicados hasta el techo, cubriendo parte de los ventanales que daban la vuelta entera a la habitación circular. Ruby le extendió el farol a Freyja, después metió las manos debajo del escritorio, golpeó algunas esquinas hasta que pudo sacar la madera que servía de mesa. En el compartimiento secreto había miles de papeles amarillentos con listas de nombres, leyendas, canciones y anécdotas de los libros que contaban la vida antigua de Serendipia, la verdadera vida, cuando todo estaba bien.

   —Ya conocemos el resto: las mujeres abastecían las aldeas gracias a sus habilidades para controlar los cuatro elementos; los hombres: nómades y portadores de inventos y progreso... sabemos que había excepciones, pero eran permitidas, incluso creemos que alentadas. Solo querían la paz...

   »La conexión con los animales y las magníficas bestias era innegable. Guiaban el destino del pueblo hacia el camino correcto, comunicándose con las mujeres —contaba Ruby, mientras les alcanzaba pilas de papeles al resto del grupo. Volvió a poner la tapa, y les indicó que colocaran los papeles sobre ésta. Mientras rebuscaba continuó—: Pero parece que Knglo estaba celoso de Makra y Durga y su conexión con las aldeas y la devoción de estos, logró poner a Egot de su lado. Tiraron de los hilos, los hombres no tardaron en cuestionar las cosas. No querían ser inferiores a las mujeres. A pesar de que los trabajos de ambos grupos se congeniaban mutuamente, ellos querían dirigir. Entre estos hombres... uno resaltó más que el resto.

   Apartó del resto un manojo de papeles, atados con una tira de cuero. Con una sonrisa de ilusión desató las listas y comenzó a mirar entre los miles de nombres.

   —¿Y eso qué es? —susurró Lilith.

   —La lista de las familias, los linajes a través de las Eras —respondió mirándola de reojo mientras su sonrisa desaparecía, tragó saliva. Insegura, continuó—: Kuraq Ñaña fue borrada de la historia, cada uno de estos libros que ven son textos prohibidos que algunas ancianas lograron rescatar antes de La Gran Quema de Manuscritos. La borraron de la historia.... pero se les pasó un detalle: borrarla de los documentos de los antepasados, de los linajes. Conseguimos obtener su nombre.

   —Eso sí que es un avance —murmuró Wilhelm, distraído observando los libros forrados en cuero, la mayoría arruinados por la humedad.

   —Cressida no nos mencionó que tenías el nombre... —dijo Meena, con los brazos cruzados. Observaba disimuladamente como Lilith y Freyja susurraban cosas por lo bajo, no le gustaba nada. Kaira le había contado durante el viaje las cosas que se decían de la médica. Meena creía que era una mala influencia y no le gustaba que fuera cinco años mayor que Lilith, por lo que se lo contó a Will, quien estuvo de acuerdo en que deberían vigilarle.

   —No, porque lo obtuvimos anoche —rió nerviosa Ruby, mientras apartaba un papel del resto y lo acercaba a su rostro para leer mejor las letras pequeñas. Resoplando sacó unos lentes diminutos de su bolsillo, se los colocó y continúo leyendo. Levantó la vista un segundo y le alcanzó un pequeño cuaderno a Lilith—. Hazme el favor, lee esto mientras busco a sus descendientes.

   Lilith trató de ocultar el temblor de sus manos que la torturaba hace más de dos horas, abrió el pequeño cuaderno y frunció el ceño al ver una lengua desconocida: "Rekjo, wawqinkunamanta sullk'a."

   "Rekjo" murmuró por lo bajo, Lilith. Pestañeó y por una milésima de segundo pudo volver a ver su rostro. Lo reconoció enseguida, era aquel hombre que había visto al tocar las ruinas de las estatuas en La Piedra Blanca de los Dioses, Rekjo era aquel hombre de impresionante fuerza que las había destruido. Fiel seguidor de Knglo.

   —Oh, lo siento —dijo Ruby riendo, interrumpiendo sus pensamientos. Con amabilidad le sacó el libro y se lo cambió por uno idéntico pero mucho más pequeño. Luego explicó—: El primero estaba escrito por la lengua madre, la que se perdió luego de que los invasores llegaran. —Levantó la mirada, vio la confusión en los rostros.— Ya llegaremos a eso, no se preocupen. Lee ese, es la misma historia, pero traducida a la lengua muerta de los colonizadores.

   Lilith sabía el antiguo idioma de Serendipia gracias a que Jolly le había enseñado. Las brujas tenían la buena costumbre de guardar la historia en ellas, pasándola de generación en generación. Probablemente una de estas era responsable de la traducción de la leyenda que Lilith sostenía en sus manos. En cuanto Jolly había conocido a Lilith, insistió que cuando ella no estuviera alguien debería mantener la lengua muerta, viva. Y Lilith era la indicada.

   —"Rekjo, minimus ex fratribus suis. Amavit iuvenem pistorem, eius amorem repudiavit." —comenzó a leer el primer párrafo. Luego frunció el ceño ante lo que leía.

   Suspiró y tradujo para el resto:

   —Rekjo, el menor de sus hermanos. Enamorado de la joven panadera, su amor rechazado. —Frunció el ceño aún más, concentrada. Todos la miraban atentos, excepto Ruby. El temblor en sus manos se hizo más evidente, Freyja se acercó más a ella y se apoyó en su hombro, ojeando el libro. Más calmada, prosiguió—: Encabezó la masacre, con la fuerza de mil guerreros luchó por el poder. Los hombres, con el corazón maldito por los Tejedores, lo siguieron. El alma pura de Hermana Mayor no podía ver a su pueblo caer. Para sorpresa de todos: encabezó la Resistencia, dejando atrás su inocencia e ingenuidad.

   »Sin embargo, desde entonces ya mucho había llovido. Las mujeres estaban siendo oprimidas, asesinadas. Las Diosas perdían poder mientras lo contrario les sucedía a los Dioses. Mientras tanto, Rekjo, el demonio, se hizo con el poder y un dulce niño nació de su unión forzada con la hermana de la panadera.

   »El niño no pudo ver su décimo amanecer. Fue asesinado a sangre fría, por su padre. Quien acusó a Hermana Mayor de haber matado a su único primogénito, para un oscuro conjuro del Arte Oscuro. Pronto la resistencia la dejó sola, aceptando el destino y el odio no tardó en sembrarse entre ellos. —Lilith no pudo evitar pensar en la rebelión anterior a ellas, la de Jolly, y como habían acabado de la misma manera, la historia parecía encaprichada en repetirse.— El pueblo le creyó, y la rebelde no pudo contra eso. La leyenda dice que la multitud la tomó y arrastró hacia la hoguera, la primera de muchas, liderados por Rekjo, pero ella se mantuvo serena. La luz de la Luna le iluminó en el momento que comenzaban a amarrarla, dándole las últimas fuerzas, y su cabello se tornó morado.

   »Con su blanca daga se liberó de sus atacantes y se dirigió directo hacia Rekjo. Antes de que los opresores supieran que pasara, su daga ingresó en el frío corazón del guerrero, rompiéndose en añicos al instante.

   »De los brazos la tomaron, con una soga al cuello la sostuvieron, mientras por el quebracho la arrastraban. En un sereno llanto observó a Rekjo caer de rodillas, mientras sus súbditos intentaban socorrerlo.

   »El calor no tardó en llegar. Ella aceptó su destino, sabía que estaría bien. Habían perdido, pero el demonio con la fuerza de mil guerreros, había muerto. El fuego llegó a su cuerpo desnudo, al instante fue devorada por el rojo ardiente.

   »Muchos dicen que la vieron desvanecerse entre las llamas, volviéndose parte del fuego, escapando entre las chispas que se dirigían a la Luna. El fuego se extinguió de golpe, pero ella ya no estaba. Ni su cuerpo ni su alma, llevando consigo la poca esperanza de las mujeres de no renunciar a su libertad.

   »Algunas bestias lograron escapar antes de ser esclavizadas, muchas fueron masacradas. Me pregunto si algún día volverán, cuando las mujeres vuelvan a cantar. Como las llamas danzarán y las bestias regresarán."

   —¡Aquí está! —gritó Ruby. Todos se sobresaltaron y la miraron espantados—. Oh, lo siento. Ya he leído la historia miles de veces y ya no me afecta tanto... pero aquí, miren.

   Todos se inclinaron sobre el papel.

   —No logramos aún encontrar el linaje de Lorenza... Pero los Tábido-Vetusto eran primos lejanos de Rekjo —comentó mientras su dedo subía desde Sauro hasta el más antiguo de sus antepasados.

   —¿Tiene algún descendiente del que tengamos que preocuparnos? —preguntó Octubre inclinado sobre la mesa, siguiendo con la vista la columna de Rekjo.

   —Uno solo, pero no tengo el placer de conocerlo —respondió la joven, señalando el final de la lista—. Parece que no tuvo hijos, al menos no registrados aquí. Ahí, Sigmund es su nombre. Agares.

   —El verdugo del Palacio de los Zorros —dijo de repente Freyja, todos le observaron—. El padre de Grimn, el Centinela.

   Ruby abrió la boca sorprendida, con una expresión graciosa. Tomó una pluma y agregó el nombre de Grimn Agares a los papeles robados y un par de aclaraciones.

   —¿Y Kuraq Ñaña? —preguntó Will.

   —Se llamaba Aela —anunció Ruby distraída. Todos se enderezaron, excepto Lilith, con la vista clavada en el papel pareció encogerse. El reloj de su daga Aela parecía sonar más fuerte que nunca en la funda en su muslo. Ruby levantó la vista y notó que todos observaban a Lilith. Fue ahí que recordó, se puso recta y dijo—: Ya creía yo haber oído ese nombre en algún otro lado...

   Ruby abrió la boca para decir algo más, pero la cerró, con gesto preocupado.

   Todos miraron a Lilith mientras sacaba la daga de debajo de su falda. Observaron su mármol blanco, sus grietas doradas. El nombre de Aela grabado en el mango. No quedaba duda, aquella daga había acabado con la vida de Rekjo. Lilith pudo sentir el calor de la sangre de Rekjo Agares correr por sus manos, pero estas estaban completamente limpias.

   Meena suspiró, abrumada por la cantidad de información nueva. Definitivamente les servía para que el pueblo las escuchara, pero necesitaban algo más. Tomó el papel del escritorio y observó el linaje de Aela, con el cejo fruncido leía los nombres, acercándose cada vez más en el tiempo. Levantó la vista y notó que Ruby la observaba, nerviosa, pero la ignoró y siguió leyendo.

   —Lilith —dijo de pronto Ruby—. ¿Cómo se llamaban tus padres?

   —¿Qué? no lo sé, no lo recuerdo. —Negó con la cabeza mientras sostenía con fuerza la daga. Por alguna razón Freyja pareció preocuparse, con suavidad le quitó Aela de las manos a Lilith mientras esta le preguntaba a Ruby—: ¿Por qué?

   Will comenzó a ponerse nervioso, algo no estaba bien, la acción de Freyja solo se lo confirmaba. Observaba a Meena leer, luego la respiración acelerada de Ruby, para volver a la lista en manos de Meena. Octubre se acercó a la lista que Meena leía, quería saber qué sucedía, el aire estaba pesado allí dentro de repente.

   —Tu padre se llamaba Behemot —comenzó a decir a Ruby, mientras de refilón veía como Meena se acercaba al final de la lista—. Cuando Aela murió no tardaron en llegar hombres de otras tierras, a conquistarlas y llamarlas suyas. Los colonizadores que mencioné anteriormente... antepasados de tu padre y la mayoría de la población de Serendipia. Los pueblos originarios fueron masacrados, solo quedaron algunos... el linaje de Aela pudo perdurar en el tiempo, hasta llegar a tu madre.

   —Selene —dijo Meena, leyendo en voz alta el nombre de la madre de Lilith, luego leyó el último nombre de la lista—: Lilith.

   Una cruz al lado del nombre de ambas indicaba sus muertes.

   Lilith caminó hacia atrás, con la respiración agitada tropezó. Freyja la atrapó con el rostro serio. Wilhelm se hizo camino y abrazó a Lilith, esta lo aceptó al principio, pero terminó por rechazarlo con un gruñido agresivo.
   Una visión cubrió su mente: Una bella mujer entre las llamas, con el cabello más largo que había visto jamás; cobrizo a la luz del sol, morado bajo la luz de la Luna, repleto de perfectos rizos. Una suave piel aceitunada, repleta de pecas doradas, unos labios rojizos y los ojos de Lilith, los ojos de su madre. En el fuego, aceptaba su destino.

   —¡No! —gritó. La visión desapareció. Wilhelm se acercó a ella, pero ella dio otro paso atrás—. ¿Dónde está mi madre?

   Ruby no respondió, Lilith se acercó a ella y la empujó con furia. El resto intervino, pero Ruby no se defendió. Intentaban sostener a Lilith, pero esta se liberaba fácilmente, se acercó para volver a atacar a Ruby, pero Freyja la tomó del brazo suavemente. Lilith se frenó, y arrugando su nariz preguntó una vez más:

   —¡¿Dónde está?! —Las lágrimas le nublaban la vista, los sentimientos la mente.— ¡Quiero verla!

   —Enterrada debajo de la tumba de tu padre, en el Descanso de los Robles. En una tumba solo con el nombre de Behemoth G. Khan.

   Lilith se dio la vuelta y se marchó atormentada, Freyja la siguió con tranquilidad, dirigiendo una mirada de desaprobación al grupo. Will intentó seguirla, pero Meena lo detuvo, negando con la cabeza mientras le lanzaba una mirada furiosa a Freyja.

   —Lo siento —dijo Ruby, en un susurro segundos después—. Tenía que saberlo... pero era muy riesgoso enviarle un cuervo a Cressida con un contenido tan peligroso. Es mejor que crean que ha muerto cuando era niña, en el mar.

   Silencio. Ruby resopló, maldijo por lo bajo y dijo:

   —No es mucho, pero es suficiente para que las oigan. —Dentro del libro que Lilith había leído metió las dos hojas con la información de los linajes de Aela y Rekjo.— Con esto al menos no podrán negar que ella existió y luchó por algo. Servirá para convencer a la gente de Apis, pero deben encontrar los templos para que las comarcas más grandes los escuchen.

   Will continúo observando la oscuridad, por donde Lilith había desaparecido. Con la mirada perdida en los papeles, Octubre susurro:

   —¿Crees que el linaje de Lorenza es importante?

   —Probablemente —dijo Ruby lentamente—. Tenemos la teoría que en su momento fue una debutante, pero siempre nos han dicho que era de Vulpes... no me convence. Eso no explica por qué no hay registros.

   —Hay que buscar en el Palacio de los Zorros —dijo Wilhelm de repente.

   Will y Meena se marcharon al poco tiempo. Sin rastro de Lilith. Meena logró convencer a Wilhelm de darle su espacio, con paso pausado se dirigieron de vuelta al pueblo.

   Octubre se quedó con Ruby, tomaron la carreta y se dirigieron a la pequeña casa donde todas las maestras vivían. Era pequeña y siempre faltaba comida, ya que no tenían ayudas del reino a pesar de que trabajaban cada día. Ninguna había logrado casarse, algunas tenían sus amoríos. Pero nadie quería hacer pública su relación con una de ellas, su trabajo estaba mal visto por la mayoría de los Serendipios.

• ──────  ────── •

   —Tenías razón después de todo... —susurró Lilith a Freyja, mientras ambas caminaban por la pradera, camino al cementerio.

   Freyja levantó la mirada con el rostro serio, pero no le dijo nada. Simplemente la observó detenidamente, Lilith se removió inquieta ante esto.

   —Siento que estoy condenada a la infelicidad desde que nací. Las Diosas no ... —se interrumpió. Pestañeó repetidamente y continuó—: No importa que tanto me esfuerce, siempre algún tormento me persigue.

   —¿Y por qué huyes? —soltó Freyja. Frenó su avance y tomó del brazo a Lilith para que hiciera lo mismo. Freyja sonrió lentamente y se acercó a ella—. ¿Quién te metió en la cabeza que debías huir de tus instintos?

   Lilith no respondió, el corazón le latía con fuerza. Una urgencia ardía en su pecho y recorría su piel, una urgencia que jamás había sentido en su vida.

   —Déjame mostrarte lo que puedes hacer si te dejas llevar —susurró Freyja. 


⋅ ⋅⋅⋅⋅⋅⋅ ⊱∘──────────────∘⊰ ⋅⋅⋅⋅⋅⋅ ⋅

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro