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Capítulo 1

Grecia 1568

Aquella madre e hija se despedían frente al barco que esperaba a su hija camino al corazón del mundo, la gran ciudad, Estambul.

El viaje fue muy pesado, entre olas enormes, vientos que movían todo el barco y aquella preocupación de llegar a una tierra totalmente desconocida.


Palacio de Topkapi


—Vamos muchacha, muévete ! —grita Onur Agha haciendo que todos corran de un lado al otro.

El harem era un caos, desde hace años no llegaba nadie tan especial al palacio. Por así decirlo, desde que murió el sultán Suleiman nadie quiere pisar ese palacio.

En una de las habitaciones se encontraba aquella mujer, la esposa del Sultán Selim, la Haseki sultana Nurbanu.

—Kanfeda veo que esa mujer es muy importante, el harem es un desorden. Aunque todos sabemos de quién es la culpa, sin tan solo Selim viera que solo yo debería gobernar el harem, no sé en que momento se permitió tal cosa en este imperio tan poderoso.

—Ala mediante llegará su momento y usted será la única sultana de este palacio, además recuerde que la señorita Dafne no está casada, como usted.

Unas horas más tarde la llegada de la mujer ya era noticia en todo el palacio, todos ansiosos hacían filas esperando a por esta. Cuando las puertas principales se abrieron hasta los guardias que no tenían permitido mirar a los ojos a las mujeres no pudieron evitar mirar al ángel que entraba por la puerta.


—Vamos muchacha formen fila, ya llegó—. Nuevamente gritaba Onur por todo el harem como pájaro loco.

—Atención, su Alteza Real la Princesa Aurora de Grecia—. Todos en el harem agacharon su cabeza.

Esta entró con tal elegancia que deslumbró a las concubinas. La cola de su vestido rojo rozaba el suelo del harem, su corona pequeña pero visible con diamantes y rubíes hacían frente en su cabeza. Llevaba unas joyas que quedaban mezcladas con el color marrón de sus ojos. Su cabello marrón rizado caía por sus hombros mientras los movía caminando como la reina que es.

—Princesa Aurora bienvenida—dice Mihrimah cuando está hace reverencia ante ella.

—Sultana Mihrimah es un honor conocerla, todos en este mundo hablan de usted. Y estar ante su presencia es un sueño.

—Princesa yo también estaba ansiosa por conocerla. Espero no haya tenido un viaje pesado. Sus aposentos están listos y tiene a su disposición a todos los criados.

—Muchas gracias sultana usted es muy amable. Quisiera conocer al sultán.

—Sultanes—rectifica la sultana.

Ambas caminaron al salón principal, ya que ambos sultanes tenían sus propios aposentos e iba a conocerlos a los dos.

Unas enormes puertas de largos metros se abrieron ante ellas. De espaldas estaba el Sultán mirando por la ventana. Al notar su presencia se volteó y sonrió a éstas.

—Majestad—sonrie Mihrimah y hace reverencia, la princesa la observa y hace lo mismo—. Princesa Aurora, El sultán Selim.

Esta observó todo a su alrededor, una cama gigante a un lado, la mesa del sultán del otro lado, adornos y espejos bañados en oro por toda la habitación.

—Princesa bienvenida, es un placer tenerla en el palacio.

—El placer es mío Sultán Selim, es un honor visitar vuestra tierra después de años soñando con venir.

—Sultan, ¿dónde se encuentra nuestro hermano?

—Ya vendrá—cambia la mirada hacia Aurora y sonríe—. Princesa si quiere puede ir a sus aposentos, El sultán Bayaceto está indispuesto.

Está asiente y hace reverencia pero al voltearse, El sultán Bayaceto entra acompañado de otra mujer, cabello rizado y rubio como la luz del sol.

—Princesa—este sonríe pero cuando la princesa levanta la vista queda callado ante el marrón de sus ojos.

A Bayaceto le llamaba la atención como tan solo de mirarla pudo darle esa sensación de paz y confianza, como si conociera a la menor de toda la vida.

—Majestad, es un honor conocerle.

—Perdon la tardanza tenía asuntos importantes— Selim mira a este de mala manera—. Le presento a mi favorita la Sultana Defne.

—Sultana—hace también la reverencia—. Sultanes quisiera pedir vuestro permiso para retirarme, ha sido un largo viaje.

—Yo también iré— dice Mihrimah.

Ambas salen de los aposentos del sultán. Por el camino la princesa mira el palacio muy sorprendida de las grandes diferencias del suyo y este, las paredes de ladrillos, mármol al igual que el suelo, las telas de seda, candelabros de oro, decoraciones, grandes y caras piedras, era un paraíso.

—Princesa espero le guste su habitación, fueron los primeros aposentos de mi madre la difunta sultana Hurrem y luego pasaron a mí.

—Muchas gracias sultana, son muy bonitos.

—Bien, si necesitas algo avisas a las criadas.

—Sultana aún es pronto, si desea puede estar un poco más y contarme sobre la realeza otomana —Mihrimah sonrió y aceptó. Al fin y al cabo desde que murió su madre la única mujer que la acompañaba y con la que hablaba era con su hija y esta ya se había casado.

—Bien— esta asiente y pasa tomando asiento—. ¿Qué quieres saber?

—Es tan extraño tener sultanes y más tener dos. ¿Cómo ha sucedido esto?

—Lo sé. Hace muchos años mi bisabuela creó está ley, ya que solo tenía dos príncipes y no los quería perder, cómo sabes el nuevo sultán tendría que matar a su hermano. Después de luchar contra toda ley cuando la aprobaron mataron a su otro hijo, así que solo gobernó uno, igual esa ley permaneció. Mustafá debió gobernar junto a Mehmet, pero al fallecer ambos ese puesto quedó para Selim y Bayaceto.

—¿Esto quiere decir que el sultán Selim tiene más derechos?

—No exactamente, pero si tiene más autoridad como hermano mayor.

—Es todo muy raro para mí.

—Lo comprendo, su país debe ser diferente.

—Así es, mi madre es la única reina y mujer de mi padre. Tengo dos hermanos, uno es el primero y el otro es mi mellizo.

—¿Y serás la reina?

—Aún no lo sé, pero mi hermano mayor debería gobernar el país de mi padre donde vivo, Grecia, ya que mi madre cedió su tierra a su hermano mediano.

—¿Es lo que deseas?

—Nunca en mi vida he decidido lo que quiero, desde pequeña estoy comprometida con alguien que no amo. Tampoco quiero ser reina, no es lo que quiero.

—Te entiendo, también estuve casada con un hombre que no amé. Bueno me voy a retirar, tengo cosas que hacer —la sultana se levanta—. Te esperamos esta noche en el harem, habrá una celebración.

Esta asintió y caminó hasta la ventana observando todo lo hermoso que la rodeaba. Mientras en la otra esquina del palacio estaba el sultán Selim, ebrio sobre su cama como siempre.

—Si si, es preciosa. También ví cómo la miraba Bayaceto, pero no lo dejaré. —Hablaba solo, hundido en sus pensamientos, estos que eran los únicos que le destruían.

—¡Agha! —este entra y hace reverencia—. Avisen a la princesa Aurora la quiero ver esta noche aquí. Y que nadie se entere de esto, o tu cabeza rodará. Este asintió, nada le sorprendía, todos los días veía al sultán en el mismo estado.

–-Ahora si Bayaceto, luchemos—comenzó a reír como un demente.

—Princesa no sé preocupe, la sultana Mihrimah estará aquí en un momento— la criada hace reverencia y se marcha.

—¡Atención ! —grita un agha y todos se voltean, Aurora se da la vuelta esperando ver a Mihrimah pero por sorpresa no era ella, era otra chica del harem.

Iba con un gran vestido largo junto a una corona no muy grande pero tampoco pequeña, sus manos enlazadas una sobre otra, paso firme y mirada tan fría como temerosa. Esta camina hasta el centro del harem hasta donde estaba la princesa, quedándo justo en frente de esta.

–-Princesa— dice la sultana frente a esta observándola de arriba a abajo.

—Supongo que usted es la sultana Nurbanu —dice Aurora observando bien a aquella hermosa mujer que parecía querer quemar el mundo en cualquier instante.

—Así es, es un honor tenerla en mi palacio.

—Perdóneme por no reconocerla sultana pero hay muchas sultanas y chicas hermosas.

—No se preocupe, ahora ya me conoce —dice la sultana pero un agha la interrumpe anunciando a la sultana Mihrimah.

—Sultana— hacen reverencia aquellas mujeres.

—Con permiso iré junto a mi nieto— Nurbanu hace una breve reverencia y se retira.

—Princesa— Mihrimah estira la mano dándole una señal a la Princesa para tomar asiento a su lado.

—Estoy ansiosa por conocer más sobre su dinastía.

—Ya veo que conoces a Nurbanu.

—Sí, al principio pensé no reconocerla pero su voz, carácter y belleza me dio pistas para saber quién es.

—Es hermosa sí, pero detrás de su belleza hay mucho más de lo que todos creen.

—He oído mucho sobre la Sultana, dicen que enamoró al sultán Selim y le dió muchos hijos.

—Ya eso no importa, ahora, ¿dime que quieres saber?

—Siempre me dió curiosidad, cómo comenzó el reinado de Sultanes.

—Hace años, mi bisabuela Ayşe Gülbahar Hatun tuvo que permitir que uno de sus hijos murieran por el fratricidio, antes de matar a su último hijo por orden de su otro hijo lo convenció para parar el fratricidio y así permitir que no solo un sultán gobierne si no ambos, así sean de diferentes madres, mientras que ellos sean hijos del sultán tiene derechos al trono. Ya que todos amaban a mi bisabuela, estuvieron de acuerdo con el reinado del sultán Selim I y su hermano menor. Desgraciadamente este fue asesinado de una manera muy cruel, así que solo gobernó uno, pero la ley quedó igual.

—Pero, el Sultán Solimán gobernó solo— pregunta Aurora con curiosidad.

—El gobernó solo porque no tenía hermanos con los cuales competir, solo tenía uno pero nació fuera del palacio y de la familia así que no fue considerado una amenaza y se le permitió vivir pero no como un príncipe.

—Interesante— abrió sus ojos sorprendida por aquellas historias.

—Ahora cuénteme Princesa, sobre su familia.

—No hay nada interesante, la verdad es todo muy diferente, no tienen tantas mujeres como aquí. Mi madre la Reina Aurelia antes era la princesa Aurelia de Rusia, pero mi Padre el Rey Julian de Grecia, cuando la conoció fue como un hechizo y jamás quiso dejarla.

—Entonces eres princesa de ambos países, ¿no?

—Así es ,tengo dos hermanos mayores por suerte, si no yo tuviera que ser la heredera de los tronos y sería todo una locura.

Las horas pasaron mientras La Princesa Aurora y La Sultana Mihrimah hablaban. Más tarde estaban todas en el harem admirando los bailes de las concubinas, en un lado estaba Nurbanu junto a su hija Geverhan y en otro lado estaba Mihrimah junto a Aurora, Ayse y Defne.

—Que hermosos bailes hacen las chicas—le dice la princesa a Mihrimah y ella asiente.

—Princesa, Sultana— una criada hace reverencia ante las mujeres allí sentadas.

—Su Alteza Bayaceto desea ver a la Princesa Aurora— todas miran a Aurora pero la sultana Defne de manera diferente, estaba celosa quizás.

Aposentos de el Sultán Bayaceto.

—Su Majestad, dígame me da curiosidad, ¿porque me llamó?

—Quería hablar con usted sobre las negociaciones del Rey Julián junto a mi imperio.

—Pensé que ya estaba enterado de todo Alteza.

—Así es, pero es diferente hablarlo en persona, además me da curiosidad vuestra familia.

–Y que desea saber, mi sultán— dice Aurora intentando descubrir aquella mirada con la que Bayaceto la ponía nerviosa.

—Todo— dice Bayaceto acercándose un poco a la princesa, sus miradas se cruzaron y sus corazones iban muy rápido.

—Alteza, podríamos vernos en otro momento— la Princesa se aleja de él—si me lo permite deseo retirarme ahora, él asiente y aquella chica sale de los aposentos un poco sonriente, pero no se dio cuenta de algo, ahí estaba Defne desde lejos y vio la gran sonrisa de Aurora.

Aposento de el Sultán Selim

—¿Qué sucede, Gazanfar Agha ?

—La sultana Nurbanu está aquí, ¿le permito pasar?

—Ahora no estoy de humor, dile que venga mañana, ahora retírate.

El agha hace reverencia y se retira dejando atrás a aquel hombre tirado en la cama entre pensamientos que le podrían costar la vida, o la corona.

Ella es muy hermosaLa llamaré cuando tenga oportunidad.

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