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5. Discusión de relación.

RELATO POR MILA:

Llevaba más de una hora esperando que Sierra terminara sus razones del porqué también Connor podía ir hasta nuestro lugar secreto. Razones por las cuales ella estaba segura que podría convencernos.

Skyla también se notaba exhausta con tanta patraña romántica, idealista e ingenua de que "todo lo suyo sería de él, así como él era todo de ella," y más bla bla bla patéticos.

¿Cuándo perdimos a Sierra y su personalidad? ¿Qué hizo Connor con mi amiga? ¿habría un antídoto para tanta estupidez?

Su madre oía todo desde su escritorio, en algunos momentos negaba con la cabeza. Seguramente decepcionada con todo el ejemplo de lo que no debe ser una chica cuando está en una relación con un licántropo: sumisa y estúpidamente enamorada.

Pero el momento que me sacó de quicio fue cuando trató de insinuar que yo estaba provocando a su destinado.

Diosa Luna, era mi culpa de que su destinado era un imbécil.

—Espera, espera, espera... ¿Qué yo hice qué? — pregunté tratando de darle otra oportunidad de explicar mejor sus idioteces y acomodando mis lentes prestados, porque no estaba dando crédito de lo que oía.

—Tú gruñías para provocar a Connor en la cascada. Hasta te saltaron los colmillos y esa mirada de auténtica loca que tienes. — sentenció Sierra y sacó todos sus dientes a relucir, como si tuviera colmillos para amenazarme.

Si, definitivamente ya no quedan neuronas sanas en Sierra luego de aceptar su vínculo entre destinados. Hecho corroborado.

Traté de tomarme un respiro, porque todas sabíamos que podría darle unas buenas nalgadas a la rubia celosa, ya que era la más fuerte de las tres. Además, ésta no había logrado su transformación, lo que le restaba aún más fuerza y agilidad.

—Yo gruñí para sacarlo de allí a patadas y lo haré la próxima vez que lo vea en mi Cascada. — amenace golpeando la mesa. El sonido retumbó por toda la biblioteca, que por suerte estaba vacía. Sin embargo, oí un buen regaño de Parisa, que hasta el momento se mantenía a parte de la discusión.

—¿Qué cascada, niñas? — interrumpió Parisa, colocando un libro antiguo en el medio de la mesa y ordenando con su mirada para que Sierra y yo volviéramos a nuestros asientos.

Luego fue el turno de Skyla de tratar de hacer entender a su futura cuñada, que nadie en su sano juicio se aproximaría a Connor. Ya que él y ella, en un arrebato de locura debido a las constantes maratones de sexo, se habían marcado la última semana de celos en el año anterior.

En toda la secundaria fue el chisme del año. Lo que me hizo recordar la cara de desesperación de mi hermana, por perder la Corona de diva.

Es decir que, en las tradiciones de los licántropos, intentar separar a dos destinados era como uno de los pecados capitales más terribles. Nadie podría intervenir en los designios de la Diosa Luna, y menos con el futuro del líder de una manada.

— En el día de hoy, van a aprender que la mentira es la peor forma de perder a lo que quieren conservar, mis niñas. — sentenció la Bruja abriendo el libro y señalando que faltaba unas páginas de hechizos en el Libro de los hechizos del corazón.

Si, ese era el único libro que ni en mis peores pesadillas lo leería. Hojearlo era una deshonra a mis principios de independencia.

— ¿Quién estaría tan desesperada? — pregunté tratando de controlar mi risa irónica, no mirar hacia Skyla que también trataba de respirar profundo y no ganar otro regaño de la Bruja de la montaña, Parisa.

—Alguien que se hace la víctima para esconder sus engaños. Mis niñas, para saber mentir, deben hacerlo veinte veces más luego de la primera, pues sino todo caerá como un castillo de arena.— continuó la Bruja, mientras hacía que las luces parpadearan y la habitación cayera en una penumbra. Pronto haciendo gala de su forma más dramática mostró en la llama de una vela quién fue la bruja descorazonada.

Sierra solamente comenzó a llorar, mientras su madre le quitaba el anillo que la protegía desde niña cuando la llama de la vela la apuntó.

Rezaria a la Diosa para que también regresara sus neuronas.

¿Entonces con sólo encender una vela la Bruja logró ver tan acertadamente que Sierra estaba utilizando magia prohibida para mantener un vínculo que jamás existió con el futuro Alfa de los Remus Wolfs?

Claro que no. Pero el toque dramático era lo suyo.

Parisa estaba al tanto de la situación gracias a Velika y Connor, quienes advirtieron sobre los "incidentes" en la cascada y con sólo escuchar los lamentables argumentos de su hija, entonces lo dedujo por sí sola.

En nuestra frente comenzó a preparar una nueva poción, de las que nos hizo tomar apuntes y advertir de sus efectos.

-Ahora ya sabemos porque Sierra está siendo castigada por la Diosa y su loba no puede transformarse. - dedujo Skyla, entre tanto Parisa asentía callada mientras esperaba que las últimas gotas se destilaran.

-Sky, Mila, por favor... ¿Mamá por qué estás haciendo esto? - gruñó la pequeña mentirosa.

- ¿Cómo tú logras ver lo que realmente estabas haciendo? ¿o hasta cuándo podrías ocultarlo? -dije indignada por toda la situación, mientras la rubia seguía tratando de convencer a su madre de no revertir todo lo que había causado.

Skyla si bien no dejaba escapar ninguna emoción detrás de su mirada fría, estaba preocupada por lo que vendría después.

La marca de la media luna que tenía Sierra en el cuello debía ser retirada lo antes posible.

¿Y qué implicaba eso? Utilizar una poción tan fuerte como para hacer que un licántropo perdiera su capacidad de transformarse, desconectando su animal interior y posiblemente causando algunas complicaciones.

Si realmente Sierra y Connor estuvieran destinados, esto nada afectaría a su vínculo. Sólo sería un mal trago.

Sin embargo, si no fuera así, tardarían algunos días de recuperarse de una resaca intensa y dolorosa: la desvinculación.

- ¿Por qué solamente Sierra debe beber esa poción? ¿Y Connor qué? - reclamó Skyla, arqueando su ceja y señalando el frasco de cristal con el líquido azul brillante.

- Buena observación, mi niña. También deben llevar al lobo Remus su dosis.- prosiguió Parisa mientras caminaba alrededor de la mesa. -Pero hay un pequeño detalle que ustedes no han tomado en cuenta. Por lo que entendí, cuando estaban en la cascada el lobo de Connor reconoció en Mila una conexión. Tan fuerte que logró ver a su destinada bajo el estúpido hechizo de Sierra.-

-¡Claro que no! - reclamé.

-Ya veo que Sierra no es la única que reniega a su destino.- bufo la Bruja, mientras acomodaba sus lentes.

- ¿Connor y Mila destinados?- se burlaba Skyla. -¿Es un chiste? -

- Sólo el tiempo puede ser el que muestre su verdadero destino, niñas tontas. - y le entregó a su hija el frasco con un brebaje de color azul.

Las tres nos enderezamos rápidamente en nuestros asientos. Con un cabeceo y una mueca de hastío comenzó a pronunciar un antiguo conjuro.

Sierra obedeció a su madre sin chistar, bebiendo el contenido del frasco,mientras Sky y yo salimos de allí.

Nos dirigimos rumbo a la casa de la pelirroja, ya que se suponía que debíamos hacer que Connor bebiera la otra mitad de la poción antes del anochecer. No obstante, su madre, la Luna de los Remus se encargó de hacerlo.

Luego comenzamos a escribir los ensayos para adjuntar a nuestras solicitudes de la Universidad. Y antes de dormir llamamos a Sierra para saber cómo estaba llevando la desvinculación en su casa, castigada por un mes por su madre.

Sky logró dormir abrazada a su viejo oso de peluche, pero yo seguía despierta pensando en lo angustiada que se sentía Sierra por no ser la destinada de su primer amor.

Si, era tonta e ingenua, pero se trataba de mi mejor amiga.

Si bien nunca lograría comprender su obsesión por Connor, sé que ella tenía muchas expectativas de un día pertenecer a una manada. Ya que Sierra jamás conoció a su padre, un licántropo desconocido y que nunca asomó su hocico por el bosque luego de su nacimiento.

Tal vez eso explicaba su comportamiento totalmente egoísta y a veces un poco obstinada tratando de aferrarse a Connor.

Tal vez la rubia solamente quería tener una familia y pertenecer a una manada.

Tal vez sólo estaba colocando sus expectativas en algo que jamás funcionaría.

¿Por qué estaba tan segura que quería a Connor para toda su vida? ¿Por qué poner en una sola persona tantas ilusiones y la posibilidad de ser feliz?

¿Por qué creía que Connor era el ideal al fin de todo?

A mitad de la madrugada mis pies me llevaron hasta la cocina, para buscar un vaso con agua, mientras observaba por la ventana los hermosos jardines de la Mansión de los Remus.

La luna brillaba con toda su belleza, encendiendo cada pétalo de las flores de luna en los canteros. Afuera soplaba una brisa tímida, que apenas movía las hojas de los árboles alrededor de la mansión.

Todo parecía tranquilo, pero mi instinto me decía para que me preparara para una nueva amenaza.

Estaba allí sólo de camiseta y un short muy corto que tomé prestado del vestidor de Skyla, parada al lado del ventanal. Perdida en mis recuerdos e intentando comprender las razones de Sierra.

No era fácil encontrar un sentido, pero ya me sentía culpable por toda la situación.

Hasta que sentí los brazos de Connor abrazándome por detrás.

-¿También estabas buscándome? ¡Qué linda!.- dijo tratando de sonar como un lobo seductor, pero para mi era tan idiota como siempre.

Al darme vuelta y empujarlo lo más lejos posible, sentí como logró otra vez sujetarme de los brazos y ambos caímos en el suelo.

Infelizmente, aquel estúpido lobo estaba sobre mi, aplastandome con todo su peso.

-Ups, yo estoy bien, ¿y tú?- ironizó

-Connor, basta de estupideces. No soy Aimé, no voy a acostarme contigo.- y le pegué tres cachetadas.

El solo rio y sacó de su bolsillo del pantalón deportivo mis lentes. En seguida los limpió en mi camiseta, utilizando la costura, levantando la tela mientras no sacaba sus ojos pervertidos de mis senos.

Y finalmente me los colocó en mi frente, se puso de pie y antes de salir de la cocina murmuró:

-Muy pronto rogaras para no me aparte de tu lado, lobita.- y desapareció por los pasillos oscuros de la Mansión.

¿Acaso la desvinculación con Sierra lo estaba haciendo delirar?

¿Tan rápido ese estúpido licántropo se había olvidado que estaba jurándole amor eterno a mi mejor amiga y ahora pretendía encontrar a otra para revolcarse?

¿Y por qué de todas las perras y lobas que puede tener en su cama justamente estaba probando su suerte conmigo?

Diosa Luna, ayúdame a resistir al asesinato masivo de lobos imbéciles como Connor y Emerec.

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