4. Un par de mentiras.
RELATO POR CONNOR REMUS:
Mi madre me regañaba como si fuera un niño, mientras controlaba de reojo a Mila tratando de despertar a Emerec, aún bajo los efectos del conjuro de la morena.
Veía como ella ponía empeño en que aquel bebiera un poco de infusiones a base de flor de luna, de las que crecen en la cima de nuestra montaña.
Mi hermana por su parte asistía mi patético estado sentada en una butaca al lado de mi camilla, con los brazos cruzados y su sonrisa triunfante de quién sabe algún secreto y lo usará contra mi.
—Connor, ¿me estás escuchando?— repitió mi madre, con cierta tensión en su tono.
— Últimamente Connor está muy distraído, madre.— intervino Skyla, inclinándose al frente y entrelazando sus dedos sobre su regazo. Con su postura pareciera que estaba disfrutando de un gran espectáculo.
—¿Dónde está tu prometida, hijo? Es muy raro que no esté aquí, colgada de tu cuello.— expresó mi madre mientras guardaba sus cosas en su maletín.
—Está con su madre, supongo.— respondí y traté de mirar hacia otro lugar, pero Emerec ahora estaba sujetando a Mila por su hombro, cuando trató de levantarse por sus propios pies de la camilla. Obviamente la recuperación en licántropos era acelerada, pero él estaba muy cómodo con sus manos sobre ella.
También podía oír el corazón de ella acelerarse cada vez que el daba un paso prendido de sus hombros.
Solté un gruñido cuando Mila comenzó a reírse junto a él desde un rincón del consultorio de mi madre.
Luego se fueron juntos, despidiéndose de nosotros.
Mi corazón comenzó a sentir un pesado sentimiento. De los que jamás había sentido.
Mi cabeza o tal vez una especie de celos descomunales y mi lobo Tyr sólo estaban pendientes de escuchar sus pasos alejarse de ese sector.
-¿Vas a dejar que aquel lobo se la lleve?- preguntó Tyr.
-¿Crees que no quiero salir de aquí y arrancar las garras de Emerec por tocarla?- respondí por nuestra conexión mental.
—¿Y qué esperas, Connor?— dijo mi lobo casi aullando por alentarme a saltar de la camilla y salir por la puerta.
—Espero que mi madre deje de mirarme como si fuera a arrancarme el alma. Sólo cállate.— y corté el vínculo, al tiempo que mi madre, la Luna Velika, sacó a mi hermana con la excusa de que llegaría tarde a sus clases y se sentó a los pies de la camilla.
Odiaba el minuto de silencio que se tomaba para mirarme fijamente, era su arma más poderosa a la hora de escarbar hasta obtener la información que necesitaba.
También era parte de su naturaleza vampírica, ella podía leer y controlar las emociones. Un don propio de los grandes y antiguos Clanes, a los que alguna vez perteneció.
—Veo que estás recuperado, ¿no es verdad?— comenzó con su tono dulce y calmo.
—Si, me siento mejor.—
—¿Seguro que te sientes mejor, Connor?—
—Sé lo que intentas hacer, Luna Velika.—
—Entonces deja de tonterías y responde lo que ambos ya sabemos. Hablé con Parisa hace unos minutos. ¿Ahora recuerdas de qué tienes que explicarme, Connor?—
—Es que no sé lo que me ocurre. Tenía todo bajo control hasta ayer. Hasta que escuché a Mila, perdiendo su control a su animal interior. Ella me dejó completamente desquiciado en aquella cascada.—
Continué relatando a mi madre, sin los detalles de mi encuentro íntimo con Sierra, de cómo los ojos de la mejor amiga de mi hermana y que no era mi supuesta destinada, estaban carcomiendo mis instintos animales de llevarla conmigo a un rincón y probar a qué sabían sus hermosos labios venenosos.
En particular mi madre pidió detalles de la cascada, sin expresar ningún otro comentario hasta el final de mi relato.
—¿Estoy en problemas, mamá?— pregunté, mientras me ponía de pie y acomodaba mi camisa.
—Te advertimos acerca de usar los hechizos de Parisa para adelantar lo que el destino reservó para ti. Y que era muy apresurado marcar a Sierra, aún antes de que ella lograra su transformación lobuna. Pero tú, como siempre, quieres hacerlo todo a tu alocado ritmo.— agregó, mientras me ayudaba a peinar los mechones de mi cabello casualmente revuelto.
—¿Y qué debo hacer?— sonreí, pues ese tipo de mimos siempre adoraba desde que era cachorro.
Si, era el consentido de mamá.
—Esperar, Connor. El tiempo y el destino son los únicos que saben cómo y con quién debes estar, mi hermoso y ansioso hijo.—
—Creo que Skyla está sospechando de algo. Seguramente lo usará en su beneficio. No quiero que Mila se espante y traté de rechazarme por miedo.—
—De esa pequeña ardillita me ocupo yo. Ahora vete y deja de buscar problemas con Emerec.—
Salí de su consultorio luego de besar su frente y sus manos, como señal de que todos sus consejos siempre eran muy preciados en mi vida.
Mi madre, al contrario de lo que muchos creían, era la persona más cálida y afectuosa que conocía. Era una madre excelente, aunque las leyendas siempre hacían mención que los vampiros no tenían corazón ni alma.
Para mi sorpresa, en el pasillo afuera del consultorio, estaba esperándome unos maravillosos ojos verdes detrás de unas gafas oscuras. Cruzada de brazos con su hermosa minifalda que dejaban lucir sus piernas torneadas y su piel luminosa.
Por la Diosa Luna, estaba babeando.
Mi corazón comenzó a galopar descarrilado. Como si fuera a provocar un terremoto por todo mi cuerpo. ¿Estaba esperando para saber cómo estaba? ¿ella estaba preocupada conmigo? ¿quería estar conmigo?
Hasta Tyr aullaba de alegría por sentirla tan cerca.
Pero todo mi entusiasmo la hacía retroceder algunos pasos, alejándose de mi. Mila odiaba las exageradas demostraciones de afecto o los abrazos melosos de Sierra, ahora que lo recordaba.
Controlate, Connor. Me recrimine.
Pero ya era muy tarde, quería tenerla sólo para mí.
Por eso la tomé de un brazo y subí las primeras escaleras hasta la primera sala vacía que oí con mi aguda audición. Cerré la puerta, mientras observaba si alguien nos estaba siguiendo.
—¿Qué te sucede, Connor, actúas como un animal fuera de control? — dijo soltándose de mi agarre.
—Tal vez porque lo soy, lobita. ¿Y Emerec?— pregunté tratando de controlar mi rabia, recordando que los dos estaban demasiado juntos hace un momento atrás. Pegándome a la puerta, para evitar que ella saliera de allí, como un maldito lobo posesivo.
—Volvió a la Manada, mi hermano vino a buscarlo. — respondió peinándose su cabello negro y brilloso a un costado.
Pero no podía sentir su aroma, seguramente también usaba la misma pociones que Skyla y Sierra para esconder su rastro.
-Sky dice que tienes mis lentes. Te agradecería si me lo devuelves, por favor.- resopló estirando su mano.
-Si, están conmigo. Espero más que un simple y barato "por favor", porque ayer arriesgué mucho para ir a buscarlos.- mentí, descaradamente. Quería saber si ella también me veía más que el insoportable hermano de su mejor amiga.
Quería mucho más a cambio. ¿Ella también debería sentir la misma atracción? ¿Por qué no estaba nerviosa o intimidada conmigo?
Ansiaba saber por su reacción: si su loba podía conectarse de alguna forma y avisarle que estaba muriéndome de ganas que jugáramos juntos en el bosque, en la mejor versión pervertida de caperucita roja y el lobo malo.
Pero Mila siempre fue diferente a las demás. Esas tonterías nunca funcionaban con ella, no era una tonta o ingenua.
—Te patearé y luego te diré "gracias" cuando te los quite, Connor. ¿Es más que un simple "por favor" para ti?— y volvió a poner en mi frente su mano estirada con la palma hacia arriba, esperando sus lentes.
Sus ojos ya comenzaban a resplandecer debajo de los lentes oscuros, lo sabía. Me auto felicité por sacar a su loba de su escondite y animarla a salir.
—Quisiera que lo intentaras, sería muy divertido.— sonreí insinuando a que arremetiera su mejor golpe. Y caminé hacia ella, sin apartar mi mirada pretenciosa.
Esa era infalible. Las otras chicas sucumbian como lindas mariposas a mi telaraña.
Pero Mila sólo hizo una mueca de disgusto y esquivó mi agarre.
—No me interesa pasar ni un minuto más aquí contigo. Puedes quedarte con ellos, tendré otros hoy mismo. Los pediré a Emerec.— y dio media vuelta, saltó por algunas mesas y salió por uno de los ventanales del salón.
Maldita sea, ella era muy astuta. Y ya sabía cómo enfurecer a Tyr simplemente nombrando a aquel estúpido lobo los Caligos.
Corrí hasta el ventanal para ver hacia dónde se dirigía, pero ya había bajado con su minifalda por el tronco de un árbol y estaba acomodándose esa exquisita prenda en sus muslos. En seguida miró hacia arriba, y me dedicó su mal educado gesto con el dedo medio alzando.
Estaba recordando que Kyle tenía razón, sus caderas eran de infarto.
Lo que me dio la insensata idea de saltar por la ventana, pero a diferencia de ella, lo haría sin descender por el árbol.
Directamente me tiraría al suelo, para ver como saldría corriendo del susto. Esa altura no era nada para Tyr. Sali por el ventanal sosteniéndome con una mano y salté, cayendo justo a su frente.
Suenas flexioné mis rodillas para amortiguar el impacto. Sonreí victoriosamente.
Pero ni así se inmutó. Solo cruzó sus brazos y se fue caminando por los corredores de la secundaria.
Esa chica era difícil de impresionar.
Por la diosa, ¿sería Mila mi verdadera Luna?
¿Qué podía hacer para averiguarlo si ella continuaba usando hechizos y pociones para bloquear su olor?
No había otro remedio que esperar su transformación, por la Diosa Luna.
Acomodé mi miembro que estaba despierto y listo desde que la vi en el pasillo y traté de ir hasta el edificio de la Alianza en el centro de la ciudad.
Necesitaba rever mis estrategias y trucos para esta lobita arisca y rebelde.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro