17. Cuidado con tus pensamientos.
RELATO POR MILA:
Mentiría si dijera que no me afectó.
Que estaba acostumbrada con el carácter de dos vampiros, Skyla y su madre Velika, que adoptaban un perfil desabrido y huidizo cuando pasaban por situaciones difíciles o estresantes.
A veces resultaban frías y aparentemente poco demostrativas en cuanto a emociones.
Muy diferentes a los licántropos, que somos puro temperamento, instintos y hormonas. Algunos más imbéciles que otros, pero al fin esa era nuestra debilidad e insignia entre todas las razas sobrenaturales.
Pero Nova había logrado ser claro en que deseaba mantener cierta distancia conmigo. No me miró de la misma forma que aquella mañana, ni quiso mi cercanía.
Hasta diría que apenas soportó mi presencia.
Apenas soportó los minuto que tardé en curarlo y luego se esfumó.
Tal vez porque Connor lo había amenazado o simplemente ya le resultaba molesta.
Aunque Nova jamás dejaría intimidarse por los caprichos del futuro Alfa de los Remus Wolfs.
Por lo cual me inclinaba por la última opción.
¿En qué mundo alguien tan insignificante como yo puede pretender que Nova le regalara su importante tiempo para estar juntos?
Él debía estar preocupado por las invasiones. Por su Clan y su raza, no tenía lugar para nada más.
Traté de contener mis lágrimas mientras me miraba sentada en la cama y frente al enorme espejo que estaba delante de mí.
Observaba lo corriente y desalineada que era.
Aimé, mi hermana tenía razón cuando me miraba con desprecio. Porque seguramente él, como un príncipe, necesitaba alguien más refinada y estilizada, como las de su raza.
Contrólate, Mila. Sólo está sucediendo lo que ya sabías. Decía mi loba en mi interior.
Me odié por ese día.
No lo oí por el resto de la tarde. Seguramente estaría encerrado en su despacho.
Fue así que algo de dignidad y amor propio vino a mi. Me levanté del pozo de autocompadecimiento y me duché rápidamente.
Traté de buscar más ropas en la mochila que Skyla dejó en mi habitación y vestí algo cómodo para salir a correr.
Kian siempre decía que correr por el bosque lo hacía controlar mejor a su lobo.
Pero yo estaba en medio a una enorme ciudad, solo podía correr por la orilla del enorme lago donde estaba la Mansión del Clan de los vampiros.
También fue algo tedioso convencer al segundo al mando de la seguridad que pretendía salir sola y que no saldría de los límites de la propiedad.
Pero el colmo de todo fue cuando Nova decidió seguirme personalmente en mi brillante idea de hacer ejercicio sola, ya que todos lo informaron allí de mi plan.
-¿Acaso no hay privacidad en un Clan de Vampiros? Yo pensé toda mi vida que era una regla exclusiva de los Lobos.- protesté crujiendo mis colmillos. Seguramente también mis ojos resplandecian en naranja furia ya que el príncipe dibujó una sonrisa lasciva en su rostro.
-No puedes estar sola y no hay negociación acerca de esa regla.- respondió divirtiéndose de mi descontento.
-¿Quién lo dice?- insistí, haciendo emerger mi rebeldía característica.
- Yo lo digo, brujita.- y se adelantó a estirar para correr. No pude evitar que mis ojos se perdieran en lo que la remera ajustada a sus brazos y su abdomen me dejaron babear. En especial por un tatuaje a un costado de su cadera.
Por la Diosa, quisiera estar atada a su cama y a sus antojos.
Pero en seguida me arrepentí de mis pensamientos cuando el comenzó a reír.
Me había olvidado que ese vampiro puede leer mi mente como el periódico.
-Es el escudo de mi Clan, lo hice cuando mi padre me entregó el dominio de esta ciudad.- respondió levantando su remera y dejando a vista el tatuaje.
Lucía tentador y tan hipnótico como la voz de Nova.
No sé cómo mi mano fue hacia su abdomen y se deslizó por el diseño mientras sentía que todo mi cuerpo reaccionaba de forma extraña con el roce de su piel fría.
Extraña y muy placentera.
Por lo cual sólo decidí correr.
Aquí dirán que salí como una loca.
Si, así fue. Huí como una alienada.
Un segundo más que tocara a ese vampiro y me quemaría en brazas entera.
Porque el calor que me envolvía, nunca había sentido antes.
Si, Calor y desquicio.
Oí a mi loba aullar en mi interior y eso fue lo suficiente para saber que con Nova estaba en serios problemas para mantener a raya a mis instintos animales.
Leda, mi loba, podría saltar sobre él. De eso estaba muy segura, ya que estaba muy interesada en conocer con más detalles sobre el tatuaje y hasta donde se extendía.
Corrí como si huyera del mismísimo demonio hasta que de repente al frente tenía un muelle al cual decidí entrar, tratando de despistar a los vampiros que de seguro estaban rastreando mis huellas.
El atardecer era hermoso. No tanto como en el bosque, pero los colores naranjas del cielo y las luces de la ciudad que iban encendiéndose eran algo deslumbrante.
De pronto recordé a la vista del Bosque junto a Tyr en lo alto de la Montaña.
La brisa fresca me ayudaba a apaciguar el incendio de hormonas alborotadas en mi cuerpo. Aunque para estar completamente segura que no perdería mi autocontrol, tome impulso y me tiré al agua.
Si, ya les advertí que a veces no soy muy coherente y precavida.
Nade por casi una hora, mientras la luna subía para reinar en la noche.
Hasta que realmente sentí cansancio y volví como prometí a la Mansión.
En mi habitación me esperaba una impaciente Sierra, con más ropa y una gran cantidad de reproches por no comunicar hacia donde o que pretendía hacer.
Aquí nuevamente quedaba claro que él concepto de privacidad no era una opción en una Manada, y menos con Sierra.
-Tú lugar es en la Manada, no en medio a estos vampiros.- recalcaba mientras me ayudaba a peinar mi cabello húmedo.
-Sólo salí a correr, maldición. No juré lealtad a ningún Clan o me aliste a su ejército.- puntualice mientras me sacaba la ropa mojada y entraba a ducharme nuevamente.
-¿Estás segura que sólo saliste a correr?- insistió mientras alzaba su dedo índice.
-También huía de Nova. ¿Contenta?- admití
-¿Ese vampiro intentó algo contigo?- preguntó llevando su mano a su pecho, dramatizando toda la situación.
-No. Pero me gustaría que lo hiciera.- confesé con una sonrisa pícara.
- Mila, tu destinado es Connor y lo sabes.- amenazó la rubia mientras me tiraba la toalla para que saliera de la ducha.
-Todos están tan seguros de eso. Menos yo. No combinamos en nada. No hay un interés en común entre los dos. Connor y yo no somos compatibles. - murmuré mientras vestía la ropa que ella me alcanzaba.
-Es que tú tampoco colaboras, terca. Tal vez si vamos a la Montaña, a subir hasta la cima...- intentó explicar pero la interrumpió uno de los empleados avisando sobre la cena que estaba lista para las dos.
Sierra lo hizo salir corriendo por sus gruñidos de advertencia.
En el comedor solo estábamos las dos. Discutiendo sobre si ir hasta la montaña era lo mejor.
Traté de agudizar mis sentidos para percibir si Nova estaba cerca, pero nuevamente estaba casi segura que tal vez estaba en su despacho, con miles de responsabilidades y decisiones sobre la gestión de su territorio y de su Clan.
Por la Diosa Luna, Mila, ya deja de tonterías.
-No suena mala idea dar un paseo por el bosque.- dije mientras Sierra abría su boca sorprendida con mi cambio de idea.
-Kyle puede acompañarnos. ¡Quiero que conozcas a mi loba! Podemos hasta cazar.- decía emocionada la rubia aprendiz de Bruja mientras me llevaba escaleras arriba para buscar una mochila con ropa extra para nuestra pequeña excursión nocturna.
Kyle, el futuro Beta de los Remus Wolfs, pasó por nosotras un rato después.
Durante todo el camino hacia la manada la sensación de hormigueo y un vacío en mi pecho ardía como una avivada llamarada.
Sentía que no debía apartarme de él.
Si, Nova era como un desquicio.
Tal vez sólo estaba demasiado encantada con lo diferente que era al resto de hombres lobos y vampiros que solía conocer.
Sólo era una estúpida loba que se dejó caer en las garras de un vampiro tan hermoso y atractivo.
Cuando volví a mí, percibí la mirada juzgadora de Sierra.
Debía tener más cuidado con mis pensamientos.
Ya era muy evidente que me estaba enamorando arriesgadamente de un vampiro muy peligroso para nuestra raza.
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