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16. Los susurros de las sombras.

RELATO POR NOVA:

En la tarde acordamos con las dos manadas de licántropos salir en dirección al extenso y frío Bosque de la Montaña.

Llevaba conmigo más de cuarenta hombres y equipos de combate para cazar a los malditos rebeldes que se burlaban de nuestro territorio y de mi Clan.

Skyla y Sierra dieron instrucciones precisas de algunas entradas a los pasadizos de la Alianza. Por lo cual fue algo fácil idear planes y ataques sorpresas.

Antes de irme fui hasta el dormitorio donde estaba durmiendo Mila.

Necesitaba verla y confirmar que estaba bien. Solo quería saber que ella podía encontrar la paz que estaban arrebatandole día a día.

Primero le quitaron a su hermano y luego a sus padres.

Yo sé que podía protegerla de cualquier tipo de ataque. Nadie en su sano juicio vendría de forma directa hacia mi dominio.

Observé  sobre una de las mesas auxiliares que la vela negra aún no se consumía con el hechizo, por lo cual la fascinante cachorra estaba muy débil para despertar.

Ella dormía profundamente, con su cabello negro extendido sobre la almohada y sus manos inquietas a un costado de su cuerpo.

Sin dudas se debatía por alguna pesadilla.

El hechizo de medianoche ayuda a su alma a descansar mientras su cuerpo se recupera. La transformación fue demasiado para ella y su loba Leda.

Agradecía a la posibilidad de que Emerec accedió a dejarla en mi dominio y no con la Manada de Connor.

Pero trataría de cumplir con la promesa de darle su espacio, a regañadientes y atormentado por la sola posibilidad de que Mila prefiriera estar con el lobo negro.

Si, ya es demasiado obvio para esconderlo.

Me fascina esa híbrida, su naturaleza, sus habilidades, su cabello negro como la noche, sus ojos verdes y sus piernas son como un imán para mis impulsos más salvajes.

El aroma de su sangre me tiene rendido a sus pies.

Me acerqué a la cama y me senté en los pies pues quería saber si entre sus sueños estaba presente, pero sólo la oí llamar por Tyr mientras la observaba atentamente dormir.

Por lo cual me levanté y resoplé con frustración.

Estaba claro que no debería olvidar que entre los licántropos eran muy importantes los predestinados y los vínculos de la Diosa Luna, su deidad.

Mi Clan me advirtió que mi interés en Mila y sus acuerdos con las Manadas de la Montaña eran incompatibles. Tenerla o desearla apenas era como una declaración de guerra a los Remus Wolfs, en especial a Connor.

Debería tratar de alejarme de ella. Sería lo lógico y conveniente.

Sería fácil para ella, ya que muy pronto descubriría su lazo con Connor y juntos formarían una unión escrita en las estrellas.

¿Y yo cómo podría alejarme de ella?

¿Hay algún antídoto para el embrujo de sus ojos verdes esmeraldas?

¿Habría otra mujer tan fascinante como Mila?

Mis pensamientos fueron interrumpidos por su amiga pelirroja que estaba observando todo desde la puerta. Tenía su mirada impertinente y altiva, como toda Luna de una manada.

-Mila te nombró hace un rato, muchas veces. También a mi y Sierra. No tardará mucho en despertar. - dijo tratando de hacer que todo fuera menos doloroso.

-¿Acaso Tyr no es el Lobo de tu hermano? ¿Dicen que ambos están destinados?- pregunté como una afirmación. Era evidente que Connor y Mila tenían una conexión y yo estaba perdiendo mi tiempo al tratar de separalos o de cultivar la esperanza de que ella podría elegir otro destino a mi lado.

Tal vez sólo estaba demasiado encantado y muy poco precavido. Resoplé acomodando mi camisa y saliendo de su habitación.

Maldición, Nova. Prometiste no dejarte llevar por sus ojos verdes.

-¿Qué pretendes con Mila?- preguntó Skyla mientras cruzaba a su lado para prepararme para salir hacia las montañas.

-No soy yo quién está jugando con la mente de ella. Sino que tu amiga no pretende salir de la mía.- dije alejándome con las manos en los bolsillos.

-Eres el único que logró deslumbrarla. Créeme que Connor difícilmente pueda superar eso. Y lo digo porque es mi hermano y Mila mi mejor amiga desde la infancia.- dijo cerrando la puerta y dejando avivada mi voluntad de no apartarme de Mila.

Maldición, Mila, ¿qué demonios estás haciendo con mi buen juicio?

En el camino hacia el bosque no podía apartar de mis pensamientos el sonido de sus gemidos cuando caí en la tentación de acariciar su suave y deliciosa piel cuando despertó.

Me encantó ver en sus ojos verdes como se hicieron más oscuros cuando hice erizar su piel.

Tampoco podía olvidar sus gritos de terror y sus lágrimas cuando estaba en trance viendo a sus padres irse a la muerte. Sentí la necesidad de no apartarme de ella en toda mi larga no vida, si ella quisiera.

Su cuerpo y sobre todo su sangre eran difíciles de resistir.

Tenía una fortaleza única en los momentos más difíciles. Porque aún sufriendo por la pérdida, ella encontraba fuerzas para seguir con su misión.

Y su poder cada vez era más extenso y complejo. Seguramente mi madre estaría muy interesada en conocerla, me encantaría que ambas se conocieran.

Cuando llegamos al borde del Bosque, Emerec y Connor nos esperaban con algunas motocicletas, los túneles eran lo suficientemente amplios para recorrer con ellas allá abajo.

Nos dividimos en cuatro grupos de rastreadores, integrados por Lobos y vampiros.

Pasamos largas horas tratando de encontrar algún nicho de Vampiros o rastros de lobos rebeldes.

Mientras que en el Bosque Connor y Kyle cubrían las salidas si aquellos trataban de evitarnosal escapar por allí.

Estábamos llegando a los túneles oscuros que pasaban por debajo de la montaña cuando un grupo de sanguijuelas anarquistas se cruzó en mi frente.

Llevaban una chica amarrada que resistía a dejarse llevar a rastas.

Tratamos de perseguirlos y liquidarlos.

Pero uno en particular llamó mi atención.

Connor tenía razón al observar que algunos empleaban tácticas y movimientos de los soldados de élite de mi Clan, y sobre todo de la Équite de la Corona de Sangre.

Y el que tenía cubierta su cara  con una máscara negra además de ser más hábil y diestro con la espada, luchaba como un guerrero experimentado y con mucha elegancia.

Traté de perseguirlo con la motocicleta cuando sólo quedaba ese maldito anarquista de pie, pero el muy miserable conocía cada rincón de aquella montaña.

Salté sobre él mientras rodabamos por un túnel que parecía una rampa muy profunda.

De repente estábamos intercambiando golpes y patadas cerca de una gran fosa.

Entre ganchos, patadas, empujones y rodillazos nos equlibrabamos por el angosto filo de la roca bajo nuestros pies.

Pero aquel trató de terminar nuestra pelea clavando una espada en mi hombro, cuando me descuide para evitar caer por el gran agujero.

En seguida se perdió en la oscuridad de otro pasadizo, y yo traté de contactar por medio de nuestros intercomunicadores para avisar sobre su huida.

La herida estaba comenzando a cicatrizarse, pero ardía como el ácido.

La espada seguramente era de plata. Y aquí mi intuición me alertaba de que posiblemente entre nuestra raza habían traidores, pues solamente los miembros del Concilio portan espadas de plata.

Al salir de los túneles oscuros y peligrosos, disfruté de la brisa de la mañana siguiente.

Caminé hasta donde atendían los heridos y Emerec observaba con atención a la licántropa que rescatamos en los túneles.

La chica resultó ser la hermana de Mila.

No entendía cómo fue raptada ni cuánto tiempo permaneció en manos de los rebeldes.

La veía muy pendiente de Connor, quien esperaba a su lado para averiguar si estaba aturdida por algún hechizo o por los golpes que presentaba en la cabeza.

Emerec oía atentamente al resto de los equipos, que también encontraron algunos lobos y los llevaron a los calabozos para luego hacerlos confesar sus planes de promover el caos.

Más tarde regresé a mi casa. Jamás estuve tan ansioso de volver a mi hogar como en los últimos días.

Corrí hasta mi dormitorio para ducharme y tratar de conseguir insumos para desinfectar la herida de la estocada de aquel asqueroso anarquista.

También trataba de calmar con agua fría la imperiosa voluntad de ir hacia ella. Volver a sentir su riquísimo aroma.

En seguida esperaba que alguno de los empleados me alcanzara hasta mi dormitorio los vendajes y medicinas. 

Pero al salir del vestidor, la vi parada al lado de mi cama, con una bandeja llena de algodones, pociones y otras cosas más.

Traté de sentarme en su frente y evitar sucumbir por su mirada. Porque su aroma ya me tenía totalmente desarmado.

-Agradezco tu preocupación, pero tengo muchos empleados para ayudarme.- y traté de disimular una mueca de dolor al levantar mi brazo con el hombro herido, cuando trate de vestir una remera.

-Nova, no me iré de aquí. Quiero ayudarte, por favor. Sé lo que hiciste por Aimé, mi hermana.-  y junto sus palmas frente a su pecho, tratando de convencerme.

Mal sabía ella que estaría encantado de concederle cada deseo y capricho que me pidiera con sólo una de sus miradas.

Entonces percibí que estaba usando una de mis camisetas negras que usaba para entrenar y por debajo suponía que llevaba solamente un short corto. Y así tentando a mi bestia.

Con un cabeceo acepté su ayuda, tratando de buscar otro lugar en la habitación para fijar mi visión. Estaba haciendo un esfuerzo inmenso por no tirarla en mi cama y hacerla mía.

Ella comenzó a empapar con medicina los algodones y los vendajes, luego limpió la herida delicadamente. Al ser mitad vampiro el dolor era más llevadero, pero la plata siempre era un problema para cualquier ser sobrenatural.

-¿Cómo te sientes, Nova? ¿Quieres más analgésicos?- preguntó tratando de terminar de pegar los vendajes en mi hombro.

Hasta que oí un jadeo que no logró contener al pasar sus manos por mi pecho.

Ella me deseaba. Pero debía alejarme.

-¿Qué haces aquí, Mila?- pregunté mirándola, tratando de entender que le sucedía conmigo.

Sin embargo recordé  que El futuro Alfa de los Remus juraba por la Diosa Luna que ella era su destinada, según una de las visiones de la Bruja de la Montaña.

Por lo cual traté de alejarme luego de agradecer su ayuda. Salté lo más pronto posible hacia un rincón de la habitación  mientras evitaba mirarla a los ojos.

Ella siguió estática en su lugar, ¿esperando que alguna explicación?, ¿una mirada? ¿una confesión?.

Y aunque quería hacer mucho más que eso, volví a encerrarme en el baño. Huía de mis instintos y de mi mismo.

Mila era mi perdición.

Oí sus pasos alejándose por el pasillo y luego encerrándose en su habitación, al otro extremo del piso.

Volví a salir a mi dormitorio impregnado por su olor y luego a la terraza para evitar dejar salir a mi bestia que reclamaba todo su ser.

Traté de caminar despejando mi mente de mis antojos de ir a buscarla y hacerla mía.

Repetí incesantemente por mi mente los propósitos que tenía para ampliar mis dominios y de centrarme en investigar quién era el líder de esos anarquistas.

Lo cierto es que todo fue en vano.

Mila seguía en cada rincón de mi mente.

Maldición, Nova.

¿Sería posible que justamente la futura Luna de los Remus Wolfs también fuese mi Alma gemela?

Las sombras susurraban mi condena. Estaría atado a ella, esperándola hasta que aquel maldito lobo arrogante ya no estuviera vinculado a ella.

Tal vez uno de los dos podía rechazar al otro.

Los susurros me hacían sumergirme en mis sombras.

¿Qué estaría dispuesto a perder por una eternidad en sus brazos?

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