14. Las alucinaciones.
RELATO POR MILA:
Me conecté con Kian.
En la cascada. El venía a reprocharme por salir en las noches sin avisar, como de costumbre.
Pero esta vez no rodeaba mis ojos ni fingía que lo estaba escuchando.
Lo abracé tan fuerte, sin decirle nada.
Sentí su risa. Y sus brazos calmar mi llanto, de la misma forma que lo hacía cuando era una niña.
-Mila, tienes que tener cuidado.- repitió.
-Luchaste hasta el final. Como un héroe. Estoy tan orgullosa de ti.- solloce, sin dejar de abrazarlo. No quería soltar esa alucinación, me negaba a dejarlo allí.
Mi hermano, mi ejemplo.
El más fuerte de todos los guerreros.
El más insoportable, fiel, leal...
Kian seguía sonriendo. Hasta que alrededor de nosotros ya no había nada. Sólo tinieblas.
Me apreté más a él. Yo tenía miedo, pero el ya no.
-No es justo, Kian. No te vayas. Tengo muchas cosas que decir. No es justo. No.-
-Mila, cuídate. Viene por ti.- me advirtió.
-Kian, no te vayas. Dime quién fue. Tú lo sabes.- insistí.
-Fue una traición, Mila. Cuídate.-
Y se desvaneció como las cenizas.
En mi frente sólo vi el polvo esparcirse en la brisa.
Sentí como mi cuerpo ardió, con un dolor inmenso que sólo podía expresar con gritos desgarrando mi garganta.
Desperté con Nova sosteniéndome en una silla. Y sus ojos demostraban una gran preocupación por mis temblores y espasmos. Había experimentado el mismo dolor que se llevó a Kian de este mundo.
Sudaba y me ahogaba en mis lágrimas. Estaba amarrada con sogas y en mi espalda sentía los murmullos de otras personas más.
Según entendí, eran brujas y otros entes mágicos que aseguraban mi conexión con el aura de Kian.
Nova me abrazó por un instante, pero en seguida me recompuse y volví a acomodarme en mi asiento. Hice una señal que ya estaba lista para comenzar nuevamente.
Quería volver con mi hermano. Descubrir quién lo traicionó.
- Ya es suficiente, Mila.- dijo haciendo señales a alguien en mi espalda para desatarme.
-No, hazlo otra vez.- y exhalé lentamente. Aún sollozando, pero demostrando que podía aguantar lo que sea.
Quería probar que era fuerte y tenaz, por mi hermano, por tener certezas y ya no sentir miedo.
-Ya oímos suficiente. Kian logró decir algunos detalles importantes. Su aura debe estar agotada. Dejemos que descanse. Déjalo ir.- murmuró mirándome con preocupación.
-Hazlo otra vez, Nova. Soy la única que puede conectarme con él. Te lo suplico.-imploré mirando a sus ojos azules que examinaban mi cordura. El se paró en mi frente y resopló en resignación.
-Será la última vez, hermosa. Luego debes descansar.- y con sus manos me devolvió al trance que me obligaba a revivir otra vez la llegada de Kian hasta la cascada.
Mi hermano corría detrás de un grupo de Vampiros en su forma lobuna.
Pudo atrapar a uno y lo degolló.
Luego siguió el rastro de los demás. Lo seguían sus guardias, corrían contra la brisa de la noche. Su pelaje gris se movía con su marcha brillando con la luz de la luna.
Se sentía tan seguro y capaz de atraparlos. Les iba a dar su merecido por invadir nuestro territorio.
Percibió un aroma muy familiar desvanecer en el aire, pero Kian logró reconocer.
Al llegar a la cascada una sombra los envolvió, no logró ver, pero si percibió nuevamente el olor.
Sin embargo las llamas lo sorprendieron, sintió como ardía y luego sólo hay vacío.
No hay dolor. No hay sufrimiento.
Kian entendió que significaba su muerte.
Pero ya no vino hacia mí.
Esta vez sólo yo estaba oyendo la caída del agua en la cascada. Y como el agua reflejaba mi imagen en laguna oscura y fría.
Pero no estaba sola.
La luna brillaba en el cielo estrellado. Todas las estrellas titilaban en la inmensidad.
El viento golpeaba en las rocas y silbaba en las ramas de los árboles.
Pero no estaba sola.
Vi la sombra en mi frente. Venía por mí.
Vi sus ojos rojos cuando me golpeó con una espada de plata.
Y caí al suelo.
Pero esta vez vi los rostros de mis padres en lugar de Kian.
Ellos también desaparecieron en cenizas.
De repente no había nada.
Cerré mis ojos y me dejé llevar por las sombras. Por un instante quise ir con Kian, pero alguien me sujetó y me devolvió a la realidad.
Sólo recuerdo que me arroparon en una cómoda cama y perdí la conciencia.
Hacía tres noches que no dormía, estaba tan exhausta. Que cuando desperté sentí que mi cuerpo no quería responder a mis órdenes.
Tardé unos minutos en poder abrir mis párpados y ver la luz penetrar por el cristal y las cortinas de color azul. Afuera amanecía.
Sentí las sábanas tan delicadas abajo de mis palmas y a mi cabello negro desordenado sobre la almohada blanca.
Volvían a mi la fuerza para estirar mis piernas y de rotar mi cabeza.
A mi lado estaba Nova.
Hermoso.
Por la Diosa, ¿cómo podría existir alguien tan perfecto?
Su cabello no estaba peinado perfectamente, pero lucía brillante y sedoso. Sus ojos cerrados ahora me dejaban apreciar sus pestañas arqueadas y tupidas. Su piel tostada de cerca exhibía algunas pecas.
Su nariz perfilada y perfectamente proporcionada con la simetría de su cara.
No, estaba enloqueciendo.
Mila Kai, ya deja de babear por un vampiro. Me reprochaba en mis adentros.
¿Qué podría ver un príncipe en alguien tan lejano a su círculo social y a su raza?
Ay, Mila, has leído demasiado cliché.
Los de su raza buscan chicas deslumbrantes y elegantes, de ese esteriotipo que odiaba ser y me rehusaba desde tuve consciencia que los padrones de bellezas son formas de esclavitud y te llevan a la depresión. Tenía un claro ejemplo con Aimé, mi hermana.
Yo iba tropezando por la vida con mis deportivos y mis gafas de nerd.
Los vampiros tienen siempre tantas candidatas dispuestas a entregar su cuello voluntariamente.
Yo estaba entrenada por mi madana y en especial por mi hermano para asesinarlos.
Definitivamente, el único chico que me arrebataba de mi idealismo de soltería era imposible de alcanzar.
-Recuerdas que puedo escuchar tus pensamientos, ¿verdad?- y su voz ronca hizo que toda mi piel se erizara y una vibración comenzó a surcar mis piernas, en oleadas de goce hasta mi entrepierna.
Por la Diosa, sal de mi mente vampiro.
Su mano estaba aferrada a mi cintura. Y así la dejó mientras me analizaba cuidadosamente con sus ojos azules brillantes, apoyando su cabeza su otro brazo. Su mirada fue por todo mi cuerpo, aún dormido y yo apenas podía sonrojarme con tanto cansancio.
Pero juraría que ahora sus ojos se veían tan claros como un cielo soleado de verano. Casi celestes.
-¿Cómo te sientes, Mila?- dijo, aún observando cada centímetro de mi piel, que se erizaba con sólo saber que él examinaba mis curvas y como mi respiración se agitaba con su cercanía.
Por la Diosa, debía concentrarme para no dejar que mis hormonas me llevaran al impulso de morder sus labios.
-Confundida y en expectativa por un cierto vampiro. - y sonreí tímidamente. Mis manos al fin volvieron a mi control, entonces logré apartar algunos mechones de mi cabello y frotar mis ojos. Lo hacía para cortar con tanta intensidad en nuestras miradas.
Mila Kai, reacciona y deja de babear. Seguía reprochándome.
Por su parte él sonrió insinuantemente, provocando más oleadas de hormonas alborotadas en mi interior.
Su mano lentamente fue subiendo por mi cuerpo, apenas rozando la tela que cubria mi piel totalmente en expectativa por él. Y yo sólo podía estar pendiente de los destellos azules de su iris, que ahora se inundaban en un océano de sangre.
Su contacto me hacia estremecer. Ya las olas de escalofríos se intesificaban.
Y su tacto me quema, como brazas de un placer increíble. Su mano tuvo como destino mi cuello, muy cerca de las arterias que bombean sangre.
-¿Aún te sientes mareada?- preguntó.
- Por ti, si. Me confundes mucho, Nova. - confesé.
¿Cómo era posible que solamente con su mirada abrasadora y su mano adueñándose de mis sentidos, mi aliento y mi piel pueda arrancarme tanto placer?
¿Estaba jugando con mi mente y mi autocontrol?
¿Estaba convirtiéndome en su sierva?
El sonrió maliciosamente y en seguida lamió su labio inferior, y al final me besó la frente.
-Por la Diosa, puedes leer mis pensamientos pero no puedo saber que estas pensando ahora.- reclamé mientras recobraba mi aliento.
-Pienso que la manada de los Remus Wolf se quedará sin su futuro Alfa si el insiste en llevarte de aquí, Mila.- murmuró mientras besaba mis ojos.
-¿Hablas de Connor? ¿Por qué justamente tienes que invocarlo ahora?-
-Porque esta abajo, con un grupo de lobos, furioso y reclamando a su futura Luna.- y besó cariñosamente la comisura de mis labios. Noté que lo último lo dijo entredientes, como conteniendo su carácter.
- Déjame ir a hablar con él y hacerlo volver a su Manada. Veré que puedo decir para que vuelva al bosque y no haga ninguna tontería.- Intenté sentarme en la cama pero Nova me sostuvo.
- ¿Estas segura que puedes hacer ese esfuerzo? Tengo mis métodos de hacerlo entender que...-
- Connor no es un lobo común, es más terco e impulsivo que el resto. Pero no es una mala persona y a pesar de su fama siempre se preocupa por todos.- y me levanté tan deprisa que casi me estampó contra la puerta, pero ahí estaba Nova, mi demonio personal para ayudarme a equilibrarme en mi determinación de echar a patadas a Connor antes de que cometiera alguna estupidez.
Cuando llegué a la entrada de la enorme Mansión con vista al Lago, de hecho allí estaba Connor caminando de un lado a otro mientras Skyla y Emerec trataban de hacerlo retroceder.
Kyle y Sierra solamente observaban su escena en un costado. Porque es cierto que no había mucho que hacer cuando su mejor amigo y futuro Alfa estaba empecinado con algo.
Pero todos quedaron pasmados al verme caminar de la mano de Nova hacia ellos. Él insistió en hacerlo porque aún mis piernas no estaban lo suficientemente fuertes para caminar en línea recta.
Tal vez mi apariencia no era la mejor de todas, pues pasé casi dos días y noches investigando mis alucinaciones y pesadillas para descubrir cómo fueron atacados; quién era esa misteriosa sombra que se ocultaba en las tinieblas del Bosque.
Eso significaba que grité de terror, lloré con el dolor de Kian y senti como era arrastrada hacia la oscuridad tantas veces como la sombra trató de asesinarme con su espada de plata.
Mi rostro estaba marcado por ojeras y mis ojos hinchados. Era casi un zombie.
-¿Mila, qué te hizo? Suéltala, ahora, chupasangre maldito.- bramó Connor avanzando a zancadas hacia nosotros, con sus ojos fulminándonos en rojo.
Pero dentro de mi crecía la furia, se expandía por mis venas, quemaba mis manos y mis piernas. Sentía que el peligro me daba una sobrecarga de energía que demandaba destrucción.
Estaba ardiendo en fiebre.
Si, el peligro era un excelente energizante. La adrenalina me hacía más eficiente, fuerte y descontrolada.
Tyr se transformó a algunos metros al frente y mostró sus colmillos. Estaba tomando impulso para lanzarse cuando caí al suelo ya no soportando el dolor de mis huesos rompiéndose. El lobo de los Remus se paralizó al verme tendida en el suelo.
Oí pasos acercándose a mi y la voz de Nova a mi lado. Pero la intensidad de mis padecimiento no me dejaba detectar nada más que mi agonía.
-Mila, aguanta. Tú puedes.- decía una voz en mi cabeza, alguien que nunca habia escuchado antes. Se adueñaba de mi consciencia y de mis acciones.
Pero ya era tarde, mis pulmones ya casi estaban sin aire cuando dejé de tener el control de mi propio cuerpo.
En ese instante los temblores también cesaron, alguna fuerza extraña me hizo erguir del suelo y hacer frente a un sorprendido lobo negro con ojos rojos.
-Avanzas un paso más y aquí acaba tu prometedor futuro como Alfa, lobito.- gruñía mi loba gris, desafiando a Tyr unos metros adelante.
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