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1. Cambiando mi destino.

RELATO POR MILA:

La biblioteca era mi lugar favorito en todo el universo, luego estaba mi dormitorio, que sería perfecto si no lo compartiera con Aime, mi hermana.

Allí me perdía entre miles de historias e infinitas posibilidades que obtendría si lograba convencer a mis padres de dejarme ir a la universidad antes del próximo festival de la Luna y sobre todo al entrometido de Kian, mi hermano mayor.

A Aime estaba casi logrando convencerla, pues ella creía que allí podría conocer a su magnífico Alpha, millonario y poderoso. Diosa, era fácil persuadirla con tan poca aspiraciones en su vida.

Skyla ya casi lo lograba con sus padres ya que su hermano, Connor, fue a la misma universidad que las dos ansiábamos ir.

Sierra ya había sido derrotada y convencida por su pareja a permanecer en la manada y asumir su rol de Luna. Por lo cual ya la habíamos perdido para la fuerzas oscuras de la conexión de parejas y los maratones de sexo animal con el hermano de Skyla.

En fin, en la biblioteca había una parte que sólo estaba reservada a los seres sobrenaturales, resguardada por la bibliotecaria, una Bruja muy audaz, poderosa y malhumorada, la madre de Sierra, Parisa.

Mi amiga y yo estábamos empeñadas en "atrasar" nuestra transformación, pero luego de días encerradas allí, entre libros y hechizos, descubrimos que eso sería sumamente peligroso para nuestra salud y hasta causarnos daños irreparables. Algo que frustraría nuestra llegada a la universidad si pretendíamos salir de los límites de la manada y demostrar que podíamos cuidarnos solas.

El desespero era nuestro principal enemigo, pues ya casi faltaba un mes para mi noche designada al encuentro con mi animal interior, y un poco menos a mi mejor amiga.

-Niñas, lo que el destino tiene reservado para ustedes, tarde o temprano será.- rezongaba Parisa, mientras nos traía más libros y elementos para los hechizos.

-Lo dice la Bruja que renegó su destino entre las grandes profecías y ahora está aquí con nosotras en una biblioteca de una secundaria- murmuraba Skyla, mientras hojeaba otro libro y peinaba un mechón de su cabello rojizo detrás de su oreja.

Pero claro, que la bruja malhumorada lo oyó y pronunció un rápido conjuro para que la pelirroja se mordiera la lengua.

-Recuerden que puedo oír hasta el ronquido de la moto de Kian, que está aparcando en la entrada, esperando a Aimé y Mila para llevarlas de regreso a su manada. Es mejor que dejen esos libros y vayan a esconderse como de costumbre en el fondo de la biblioteca, mocosas atrevidas.- nos advertía Parisa, mientras nos quitaba nuevamente los libros que ponía en su carrito y arreglaba sus lentes.

Le tiré un beso al aire y junté tan deprisa mis cosas en mi bolso como un relámpago en una tormenta de primavera. Skyla que era más ordenada y rápida ya estaba atándose el cabello para comenzar con nuestra huida.

Porque se suponía que una loba de la Manada de los Caligos Wolf debía estar ya en camino a hacer la patrulla por los límites de nuestro territorio, para evitar que los Remus, la manada de Skyla, se atrevieran a romper nuestros acuerdos.

Luego las dos nos rociamos con uno de los hechizos que nos enseñó Parisa, el cual escondía nuestro olor y fuimos a nuestro escondite secreto: el último pasillo, debajo de una estantería había una salida secreta que solamente se utilizaba en caso de que nuestro territorio fuese atacado.

Caminando por ese oscuro pasillo subterráneo, el cual terminaba en el borde del bosque, con Skyla recordábamos todas nuestros planes fallidos y frustrados por nuestros padres de escapar de nuestro destino. Se nos estaban agotando las ideas y el tiempo.

Por eso recurríamos a los hechizos y los consejos del corazón frío y oscuro de Parisa, la bruja más poderosa que conocíamos hasta el momento. Debía haber algún hechizo o conjuro para ayudarnos a atrasar un par de semanas la transformación o ocultarnos de nuestras parejas destinadas.

También teníamos esperanzas que nuestra transformación llegara tardíamente, como ocurría con algunas "afortunadas" como Sierra, pero aún así ella había encontrado a su compañero de vida, echando por tierra que la Diosa solamente revelaba su designio a los transformados. Por lo cual eso nos dejaba a cada minuto con menos esperanzas.

-Oye, ¿y tu motocicleta? ¿Cómo harás para buscarla?- preguntó la pelirroja mientras acomodaba su chaqueta de cuero.

-Kian seguramente pedirá para que alguien vaya a buscarla. Pero si por casualidad el universo me sonríe y él la deja allá, tendré una excusa para no ir al entrenamiento de mañana y buscarla personalmente. - respondí señalando la salida del camino y subiendo por la raíces de un enorme árbol que llevaba en ese bosque por tantos siglos como nuestros antepasados.

-Por la Diosa, Connor es capaz de hacer lo mismo con mi automóvil.- se quejó mi mejor amiga, trepando por las raíces, detrás de mi.

-Además, no es mala idea caminar hasta la cascada de la montaña para leer estos libros.- propuse mostrando los libros que escondí de Parisa en mi bolso y la pelirroja aceptó sonriendo y alzando sus manos.

Tendríamos un par de horas más, hasta que una de las patrullas, tanto de mi manada como de la suya pasaran por allí y nos viéramos obligadas a despedirnos.

La caminada hasta la cascada, límite acordado entre las dos manadas, solamente tomaba un par de minutos. A medida que nos acercábamos oíamos la abrumadora caída de agua y los gemidos de una mujer que más que escandalosa, era desvergonzada.

Las dos nos miramos y ambas acordamos en tratar de avanzar sin hacer tanto ruido, como nos habían enseñado en los entrenamientos para que los bulliciosos amantes no percibieran que tenían espectadoras curiosas y con las cámaras de su celular preparados.

Nunca dije que era una buena chica o que era la más obediente y sumisa, ni mucho menos que sabía utilizar las redes sociales para hacer virales de las idioteces de mis hermanos. Lo mismo hacía Skyla, en su manada.

Éramos las promotoras del caos en nuestra secundaria, con memes de los profesores y videos furtivos de algunos estudiantes. En mi defensa diré que aprendí que de alguna forma debía vengarme de las estupideces de Kian y la rivalidad de Aimé, como también de las tradiciones sofocantes de mi manada.

Pero a medida que la pelirroja y yo nos adentrábamos entre los arbustos, avanzando cuidadosamente por las sombras de la tarde en el Bosque oscuro y frío, reconocíamos las voces de ambos amantes ruidosos y pasionales que invadieron nuestro lugar.

Pronto la decepción se adueño de nuestros corazones al darnos cuenta que Sierra había enseñado nuestro lugar secreto al enemigo, Connor, su compañero de vida.

-¡¿Esto es una broma?!- gritó Skyla, mientras tiraba un par de piedras al agua, haciendo que la pareja calenturienta se separaran y trataran de vestirse rápidamente.

-¿Sky? ¿Qué.. qué haces... por aquí?- trató de decir su hermano mientras se abotonaba su jeans y Sierra buscaba sus bragas entre las piedras de la orilla de laguna.

-Excelente pregunta, Connor. ¿Y tú, Sierra? -pregunté enmarcando mi ceja, con tanto disgusto por saber que ella había arruinado nuestro secreto de infancia, el único lugar dónde podía venir a oír mis pensamientos mientras evitaba ser encontrada por Kian o mis abrumadores padres.

¿Acaso era tan difícil guardar un secreto de su pareja? ¿qué clase de demencia era emparejarse con un lobo?

-No me mires así, Mila. Este lugar también es mío, maldita sea.- respondió la híbrida aprendiz de bruja, mientras alzaba su dedo índice.

-Y de Sky y MÍO, por eso juramos no mostrarlo a nadie. ¿O no lo recuerdas, traidora?- bufé, y al mismo tiempo sentí que mi voz se escuchó ronca y retumbó por las rocas de la cascada, produciendo un eco ensordecedor, provocando que una extraña electricidad se adueñara de mi cuerpo.

A lo que Connor respondió gruñendo, mostrando sus colmillos y resplandeciendo sus ojos en rojo. Pero su actitud no era ofensiva, no estaba protegiendo a su amada Luna o a si mismo, lo que más me dejó furiosa.

Porque ahí estaba él futuro Alfa de los Remus Wolfs, al lado de su futura luna y sonriendo maliciosamente, como si estuviera a punto de saltar sobre mí y no para combatir.

Claramente su actitud también estaba sorprendiendo a su lujuriosa destinada a su lado y a su hermana.

Por alguna razón el no dejaba de mirarme fijamente y yo sólo quería sacarlo de allí arrastrándolo por todo el bosque hasta echarlo a patadas a su territorio, mientras exhalaba furia por toda mi piel.

-Mila, tus ojos están naranja, casi rojos. Como los de Connor- murmuró Skyla a mi lado, mientras trataba de tomar mi mano e interrumpir mi lucha de gruñidos y miradas con Connor.

-Amor, ¿qué haces? ¿qué esta sucediendo contigo, Connor Remus?- decía Sierra, mientras trataba de empujar a su novio hacia ella y con sus manos desviar su mirada.

Sin embargo, Skyla fue la única que logró romper esa extraña conexión interponiéndose entre los dos.

Simplemente decidí irme.

Me di media vuelta y salí hacia el sendero que conducía a mi manada, los Caligos Wolfs.

Mi celular sonó un par de veces, con mensajes de Sky y Sierra.

Pero seguí caminando, sin mirar atrás y evitando los aullidos de la patrulla cuando me encontraron a mitad de camino.

Por supuesto que no demoró mucho cuando Kian apareció, en su forma lobuna, con su enorme lobo gris. Y por nuestra conexión me ordenó regresar a casa y encerrarme en mi cuarto.

Mal sabía el idiota de mi hermano que justamente eso quería hacer.

Estaba totalmente decepcionada de las idioteces que sucedían cuando una de mis amigas encontró su destinado.

Estaba harta de buscar soluciones para evitar en caer en la misma fosa de estupideces cuando encontrara mi compañero de vida en algunos días.

Estaba furiosa con mi condición dentro de la manada, del porqué debía informar constantemente dónde estaba, con quién, qué estaba pensando y por qué quería escapar de todo eso.

Las lágrimas comenzaron a inundar mis mejillas cuando me desplomé en mi cama.

¿Tendría alguna posibilidad de cambiar mi destino?

Así quedé dormida hasta el otro día.

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