Louis despierta de la neblina del deseo y el espesor del sueño que le impide levantarse de la cama, de la suave cama calentita y del olor dulce de Harry que lo envuelve en la paz que había estado buscando desde algún tiempo, su mano se encuentra posada en la blanca y suave piel de su cintura, se siente como seda contra su palma y le encanta esa sensación, suspira sobre su desnudo hombro con olor a miel y lo besa antes de abrir un ojo y mirar la espalda llena de lunares que beso la noche anterior, abre los ojos por completo y aleja su mano no sin antes dejar un suele e imperceptible apretón en su cintura, está dispuesto a levantarse de la cama al fin cuando el movimiento lo detiene.

— No te vayas — la rasposa voz de Harry sale en un susurro y su cabello se mueve por la almohada provocándole cosquillas a Louis en la mejilla — quédate...

— Tengo que trabajar — el rizado se gira y hace un pequeño puchero antes de negar.

— Por favor, he pensado que esto podría volver a suceder demasiada veces, quiero vivirlo, sentir lo que sentía antes — una mano se posa en el pecho de Louis.

— Lo sé amor, volveré cuando termine de trabajar, vendré y te besare toda la noche.

— No te vayas — Harry vuelve a susurrar y se acerca más, sus ojos suplicantes y Louis no puede resistirse, lo besa de nuevo y luego otra vez.

— No me iré ¿bueno? Nunca más — Harry asiente en acuerdo y lo besa otra vez por puro capricho.

Es así como se vuelve eterno, como los corazones rotos se recuperan, entre la tristeza y la amargura de la soledad ellos siempre podrán estar juntos.