L A N C E

Dayton, Ohio,

Residencia de los Wine.

Al subir me encuentro con un pasillo largo que da a varias habitaciones, escucho gritos provenir del final del pasillo pidiendo ayuda. También puedo escuchar a alguien gritar en el piso de abajo, probablemente Nikolas.

Corro y trato de entrar a la habitación de donde provienen los gritos pero la puerta está sellada por dentro, golpeo dos veces y nadie atiende por lo que decido atravesar la puerta solo para toparme con un amplio cuarto de baño donde se ocultan dos parejas de adultos, una anciana y una niña pequeña llorando a gritos. Todos se encuentran en estado de shock pero trato de acallarlos.

—Tranquilos, estoy aquí para ayudarlos —es lo único que se e ocurre decir.

—Él se volvió loco —explica una de las señoras con los ojos irritados por el humo aferrándose a su enclenque esposo—. Nunca quisimos que le pasara esto.

—Tendremos que conversar luego, la prioridad en este momento es sacarlos de aquí —les explico tratando de acercarme.

Miro a mi alrededor y noto como la mujer en su tercera edad tose desesperadamente, observo la tina de baño así como el lavabo y varias prendas de ropa colgadas en distintos muebles. Tomo algunas y las remojo en agua mientras lleno la bañera, cuando los paños están lo suficientemente húmedos se los paso a las víctimas y les pido que los pongan sobre su nariz y boca para que puedan respirar a pesar del humo.

—Van a tener que seguirme y poner atención, él no debe saber que les estoy ayudando a escapar, ¿okay? —digo acercándome a la puerta para tratar de abrirla pero se encuentra atascada. La golpeo una y otra vez, empujándola para tratar de forzarla pero no funciona. Escucho pasos y de un momento a otro la puerta es derribada acompañada por una hoguera y el golpe me hace volar un par de metros.

Las personas a mi alrededor gritan cuando la figura de Nikolas bañada en llamas entra al cuarto, iluminando todo con fuego y llenando el aura con fuego.

—¡Ustedes no deberían estar aquí! —grita el iracundo modificado, chispas saltan de sus ojos y algunas caen en las personas aterradas que se aglutinan en un rincón temiendo lo peor— ¡Todos ustedes arderán!

Me duele la espalda por el impacto contra el suelo pero no es momento de flaquear, no ahora que hay inocentes Ellos dependen de nosotros en este momento, de nosotros y de nadie más. Me pongo de pie y me lanzo contra él sin tener un plan en mente hasta que veo la bañera llenándose de agua.

Antes de tocarlo, utilizo mi habilidad para atravesarlo cual pared sin quemarme y, en una posición más ventajosa, le pateo por la espalda. Escucho a Lyla y Lark gritar detrás de mí cuando el hombre se levanta y se lanza contra mí, en una zancada inmensa Lyla se aleja arrastrándome con ella y, alongando su brazo, empuja al castaño hacia el rincón donde las víctimas están estos gritan al recibir a Lark de golpe.

La pelinegra se tropieza y ambos caemos, Nicotine bloquea la puerta así que tomo una toalla colgada en una silla y le indico a Lyla que me la de cuando se la pida.

—¡Lark! —llamo la atención del castaño que está al otro lado de la habitación— ¡Apágalo!

Entonces él utiliza su habilidad para cancelar la percepción visual y auditiva de Nikolas, dejándolo temporalmente sordo y ciego.

—¿Qué me están haciendo? —cuestiona el pelirrojo en un grito gutural.

Me acerco corriendo al hombre, con una señal Lyla me lanza la prenda mojada y la uso para envolver al piroquinético en ella, forcejeo con él y lo arrastro hasta la bañera en medio de la habitación, donde lo hundo hasta apagarlo con el agua saliente.

Bufo al notar que se ha desmayado y finalmente lo empujo fuera del agua, su ropa está deshecha en retazos. Conforme sus llamas se apagan, su piel vuelve a la normalidad. Al caer en el suelo, noto que sus manos están cerradas.

—Bueno, ya ha pasado lo peor —explica Lark a los anonadados rehenes mientras Lyla los examina con cuidad, tratando de definir si alguno está herido o con dificultades para caminar.

Trato de ver lo que oculta en sus puños y me tomo con dos bolsas miniatura de plástico vacías.

—Lyla, ¿sabes algo de esto? —le muestro el objeto a la pelinegra quien grita mi nombre cuando siento un golpe en la espalda que me hace chocar contra el lavabo.

La niña llora al ver a la figura de Nicotine gritar con desesperación, como si el mismo fuego dentro de sí le hiciese daño. Los adultos se esfuerzan por cerrarle los ojos pero se preocupan más por mantener los paños húmedos en sus rostros. Yo trato de levantarme pero el golpe contra el porcelanato pero puedo ver pedazos de carne desprenderse y caer al suelo, Nikolas se está consumiendo a sí mismo.

El olor a carne y cabello quemado inunda el lugar y poco a poco el lugar se comienza a derrumbar. Ocasionando que las víctimas se retrajeran en sí mismas, Nicotine se interpuso en la puerta.

—¡Yo no quería esto! —grita Nikolas en su desesperación tratando de quitar el fuego de su cuerpo— ¡Ella me advirtió que ustedes me harían esto!

Lyla me remueve en el suelo pero sigo viendo las cosas moverse más rápido que yo, ella usa toda su fuerza para levantarme, Lark está del otro lado de la habitación tratando de cubrir a la familia con su pequeño cuerpo.

—Morirán conmigo, todos ustedes —exclama el hombre en agonía— No estaré solo nuevamente, ¡moriré de una vez por todas!

Las llamas se incrementan, generando un tornado de fuego alrededor de sí mismo como si estuviese a punto de explotar en cualquier momento sin importarle quienes estén aquí. O, más bien, cumpliendo su cometido: llevarse al infierno a quienes están en esta casa con él. La explosión de su poder es inminente, pienso lo peor mientras todos gritan horrorizados por el destino que nos ha de esperar cuando las llamas se desborden de su volcánico cuerpo.