25. En camino a Birmingham
La familia Maalouf no era cualquier familia, tanto para los Guardianes como para los humanos. Eran una de las familias más ricas del mundo, teniendo sus joyas distribuidas en más de sesenta países y con un patrimonio mayor a cincuenta mil millones de dólares, pero son poco conocidos para los humanos. En cambio, para los Guardianes sí eran famosos, más que nada a Nadine, quien era la Líder de la Orden Mágica de los Elementos.
Khaled y Ardeshir también eran conocidos, pero el misterio radicaba en Haidar, el hermano mayor de Nadine. De hecho, pocos eran los que sabían su nombre. Lo único que se sabía de él, con casi completa certeza, era que estaba muy enfermo y, que solo cuando no se sentía extremadamente mal, aparecía en público, y vivía en su casa en Beirut, en el Líbano.
La familia de Nadine no era muy extensa, pero era conocida porque su padre era un Guardián de la Vida, y no había muchos de esos. Así que cada vez que había uno, los Guardianes conocían su nombre, como pasaba en esos momentos con Uriel Lemaire. No fue una gran sorpresa para todos que Nadine se haya presentado como candidata para Líder, porque encajaba perfecto para el cargo. Tenía carisma, emanaba respeto y asistía a todos lados, socializando y haciendo amigos en todos lados, así como también evitando tener enemigos.
Myra se encontraba pensando en todo eso cuando Dominic la llamó.
-¡Myra! -la llamó él; estaba unos metros más adelante. En realidad, todos lo estaban.
Ella maldijo en voz baja y corrió hacia el resto.
-¿Qué ronda por tu cabeza?
Myra se rio, nerviosa.
-Solo pienso en toda la situación. Sabes que Thomas era mi amigo. Se llevaba mejor con Alastair, pero éramos amigos.
-Tu rostro brilla, ¿lo sabías?
Myra se puso roja de la vergüenza. Le recordó a los días en los que Edgar le decía qué chico era el indicado para ella.
«Debe ser capaz de expresar su amor y no debe esconder lo que siente por ti. Ah, y no tiene que ser muy alto».
Myra se reía siempre que le decía eso, pero debía dejarle en claro cómo era ella.
«No te preocupes. Yo sabré cuando me encuentre al hombre indicado para mí. Ahora que lo dijiste, el otro día vi a un chico que medía unos ciento noventa centímetros. Era hermoso».
-Myra, ¿me escuchas?
-Sí, es terrible.
-¿Quién? ¿Alastair?
Myra dudó. No había escuchado nada.
-Sí...
-Es que a veces se queda mirando un punto fijo. Y no suele sonreír.
-Yo también estoy preocupada por él -Myra bajó su mirada-. Siempre intento hacerle reír, que sonría... Necesito su sonrisa.
Los ojos de Dominic se habían llenado de lágrimas.
-Kathryn y yo... -se interrumpió. Ocultó su rostro, lleno de tristeza, detrás de sus manos. Myra lo consoló poniendo su mano en el hombro de Dominic, quien era como un segundo padre para ella, después de Edgar, porque pensar que Iain Barnes era su padre biológico la destrozaba. Él era el hombre que había arruinado su vida, quien había manchado el honor de la familia, que tanto le costó construir a sus abuelos, conocidos por haber sido los principales Guardianes en haber terminado con los Guardianes de la Oscuridad, aquellos que estaban destinados a inclinarse al mal y a ser capaces de decidir quién muere y quién no.
-No... No te sientas culpable. No fue culpa de nadie. Fue el destino. Hay que estar agradecidos de que ustedes están vivos. Y Duncan... Él debe estar con el abuelo Ramsey en este momento. Tal vez estén jugando a las cartas o al ajedrez, no sabemos.
Dominic sonrió de lado; sus ojos expresando el dolor y el terror que sintió cuando la mansión se redujo a cenizas y el mundo comenzó a venirse abajo.
-Sabes... -empezó a decir; sus ojos demostraban la nostalgia que sentía-. Cuando apareciste en casa, habían pasado unas horas desde que mi hijo y mi padre habían fallecido. No te conocíamos, no sabíamos nada de ti y confiamos. Tuvimos la confianza de que ibas a ayudarnos a sobrevivir a la pérdida -dijo, y su rostro mostró una repentina alegría-. Y lo hiciste.
-Guardianes... Guardianes -llamó el líder de los Guardianes del Agua a todos. Myra lo miró y se dio cuenta de que debía ser un Guardián con bastante poder e influencia en el resto. Se comunicaba mediante una especie de megáfono, de forma circular, y hecho enteramente de hielo. Debía servir, porque el otro grupo de Guardianes también estaba escuchando, y estaban murmurando entre ellos mientras lo hacían-. Les informo, nuevamente, que estamos yendo hacia el cuartel de Cannock. Haremos una parada en Stoke-on-Trent, a mitad de camino -dijo, y quitó el megáfono de hielo de su boca, pero eso no evitó que se oyera "Ya pueden seguir hablando, chismosos pirómanos".
Myra vio como casi todos los Guardianes de su grupo se reían por lo que había dicho el líder.
Dominic era uno de los pocos que no se reía. Estaba negando con la cabeza, a medida que veía a todos burlarse de los Guardianes del Fuego, que se estaban por ir a Liverpool.
-¿Siempre existió esta pelea, guerra o lo que sea que sea?
-Si te dijera que no, te estaría mintiendo. Es una pelea sin sentido. Al menos ahora no hay una guerra literal. Desde que estoy con mi esposa, Kathryn, he tenido que alejarme de mis amigos... Hasta de mi familia. Nunca viste mi familia, ¿o sí?
-¿El abuelo de Alastair era tu padre o el de Kathryn?
-De ella. Ramsey era mi suegro.
-Entiendo.
-Yo tengo una hermana, Lillian, y dos pequeños sobrinos, Elijah y Daniel. Nunca los vi. Bueno, una sola vez, pero de lejos. Mi cuñado es el único que puedo considerar un amigo, y solo lo veo de vez en cuando. Hace varios años que no lo veo. A veces pienso qué le habrá pasado, pero me da miedo saber la verdad. Tenía una enfermedad mental, no recuerdo cuál.
-No tenía idea. Es horrible que se peleen por ser elementos opuestos. Tuve suerte de que ustedes me hayan recogido cuando necesité ayuda. Cualquier otro me hubiese rechazado o decepcionado. No les doy las gracias lo suficiente, Dominic. Ojalá algún día pueda compensárselo a ustedes.
Dominic sonrió, y le dio un cálido abrazo. Los Guardianes del Agua y Uriel Lemaire los estaban mirando. Myra se sintió incómoda, pero prefirió sentir el calor de Dominic. Él era como un padre para ella, y eso era lo que necesitaba. Un padre.
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