
Sindarín
Dalls y Chaz estaban entrenando.
Bueno, eso era lo que Chaz se repetía constantemente para evitar que su amiguito ahí abajo, se animara con cada roce. Pero, la visión del cuerpo bronceado de Dalls bañado con una fina capa de sudor, su olor a menta, la forma en la que sus músculos se tensaban y se relajaban con cada movimiento y demostración de los ejercicios que él trataba de enseñarle, el movimiento ondulante de su cabello castaño atado en una cola de caballo, sus bellísimos e hipnotizantes ojos verdes con pequeñas manchas doradas, esa sonrisa exhibidora de dientes perfectos con la evidente protuberancia de sus colmillos exquisitos, el sonido de su voz baja y gutural... Dios, nada le ayudaba a concentrarse. Todo en él era perfecto, incluso su cornamenta, la cuál deberían asustarle o, al menos, intimidarle, generaban el efecto contrario en Chaz, quien pensaba que eso lo hacía más delicioso y exótico de lo que ya era.
Finalizando su hora de entrenamiento, y tortura, matutino Dalls golpeó el brazo de Chaz suavemente con el dorso de su mano.
—¡Ey! Debes dejar tu timidez a un lado —le reprendió mientras le sonreía —, estamos en confianza, yo sé que no sabes luchar, pero relájate un poco, estás demasiado tenso —puso sus manos sobre los hombros de Chaz y le dio un ligero apretón, generando el efecto contrario al que quería conseguir.
—Ja ja, sí, lo siento, me cuesta un poco las habilidades físicas —contestó a duras penas, mientras aguantaba la respiración.
Definitivamente eso no iba a funcionar, llevaban varios días entrenando, pero la aparentemente nueva timidez de Chaz no iba a dejar que su intento de relación con él fluyera, ni que tuviera algún tipo de avance en el combate cuerpo a cuerpo.
—¡No te preocupes! Ya te soltarás, vamos por una bebida, debes estar cansado —tomándolo del brazo, prácticamente lo arrastró en dirección a la cantina. Chaz lo siguió con un paso robótico, mientras sentía como sus entrañas se apretujaban y su corazón revoloteaba.
¿Qué diablos tenía el chico alce que lo hacía balbucear incoherencias y comportar como un idiota? Chaz siempre había sido un player, un seductor innato, ¿por qué no podía usar sus habilidades de seducción? ¿Acaso el cristal inhabilitaba su mejor dones?
Entraron a la cantina, Chaz fue a sentarse a una de las mesas, al momento Dalls se acercó a él con una jarra de cerveza y dos vasos. Chaz se bebió de golpe el vaso que le ofreció Dalls. Tal vez un poco de licor le podría ayudar a tranquilizarse.
Por suerte para él, así fue.
Cuando terminaron la primera jarra de cerveza, Chaz se sentía más ligero, menos tenso y podía pronunciarle más de veinte palabras. Empezaron a hablar de muchas cosas, principalmente sobre las diferencias entre sus mundos. Chaz le habló de la tecnología y de los medios de transporte que existían. Dalls lo miraba con curiosidad y genuina atención, se sentía intrigado por cada palabra que pronunciaba el humano, con ganas de saber más de ese extraño mundo del cuál provenía él. Eran una versión extraña de Jane y Tarzán.
Y Chaz hizo su mejor interpretación de Jane.
En la tercera jarra de cerveza, los dos ya hablaban estupideces, se burlaban de la rigidez de algunos de los miembros de la guardia, imitaban las órdenes de Miiko, las exigencias de Kal y balbuceaban cosas incompresibles que nadie más, de los que se encontraban en la cantina, entendían, pero curiosamente, entre ellos sí.
+ + + + + + +
Kal iba a salir del C.G., para entrenar afuera con mayor libertad y sin ningún elfo encima reprendiéndola por cualquier movimiento que hiciera. Sin embargo, antes de llegar a la puerta se topó con Meg, quien entraba desesperada con el Kappa, que se suponía estaba cuidando, entre sus brazos.
—¿¡Qué pasó!? —Le preguntó Kal mientras corría hacia ella.
—¡Estábamos jugando..! —Meg hablaba entre lágrimas mientras corría en dirección al edificio, Kal le seguía el paso — ¡no sé qué pasó! Solo me giré un segundo y luego estaba en el piso y no se movía.
—¡Ay, Meg! ¿No te hablaron de su agua?
—¿Qué..?
—No importa, sígueme —Kal tomó el Kappa en sus brazos y corrió hacia la enfermería, con Meg siguiéndola lo más rápido que podía.
Ellas entraron a la sala de las puertas, en donde se encontraba Miiko con los jefes de guardia.
—Que bueno que lleg.. —empezó a hablar Miiko en cuanto las vio entrar, pero cuando se percató del Kappa, inmediatamente se alteró —¿¡PERO QUÉ HAN HECHO!?
—En vez de perder el tiempo, empiecen a preparar el maldito bálsamo —habló entre dientes Kal mientras se dirigía a la enfermería.
Miiko sacudió la cabeza y empezó a repartir ordenes.
—Ezarel, prepara el bálsamo especial. Nevra, busca a Ykhar y pídele que estudie nuestras opciones en este caso, si ves a Kero, pídele lo mismo.
Ezarel y Nevra se retiraron, junto a Miiko, quien se dirigió a la enfermería. Meg se quedó sola con Valkyon, ella intentó limpiarse torpemente las lágrimas que rodaban por sus mejillas.
—Te juro que fue un accidente —sollozó ella —..., solo me distraje un segundo...
—Ya, ya —él le limpió las lágrimas con dulzura —. Sé que eres incapaz de hacerle daño.
Kal salió de la enfermería.
—Si quieres sentirte menos miserable, ve por la sirena. Su poción podrá ser de ayuda.
Meg asintió y fue en busca de Alajea.
Ezarel entró a la enfermería con algunas pociones.
—Esto servirá por ahora —habló mientras le entregaba tres frascos a Ewelin —. Lo estabilizará, mientras conseguimos los ingredientes para el bálsamo especial, nos dará cerca de una hora.
Ewelin vertió las pociones en un pequeño cuenco, lo revolvió, musitó un encantamiento en latín y luego procedió a vertirlo con delicadeza sobre la cabeza del Kappa.
—¿Qué pasa con el chiquitin? —Preguntó Alajea entrando a la enfermería seguida por Meg, quien por suerte la había encontrado rápido.
—Está herido —le respondió Kal mientras la agarraba del brazo y la llevaba hasta el Kappa —. Tu poción le ayudará por ahora.
—Tiene razón —dijo Miiko frunciendo el ceño, mientras miraba a Ezarel quien asintió frunciendo el ceño, ¿cómo pudo olvidar eso?
Alajea se acercó al pequeño y vertió unas cuántas gotas sobre la cabeza del Kappa. Tras algunos minutos, que se sintieron horas, el Kappa abrió los ojos. Se pudo sentir como todos soltaron el aire que estaban conteniendo, el ambiente en la enfermería se relajó visiblemente.
—Esto y la otra poción que le dimos, servirá mientras preparamos el bálsamo —afirmó Ewelin.
—¿Cómo así? —Preguntó Meg consternada— ¿Aún no está curado?
—No, Meg, esto solo le sirve como una especie de parche, aún hay que preparar el bálsamo —le respondió Kal arrodillada ante la camilla, mientras le acariciaba la nariz/pico al Kappa.
—Esto nos dará unas tres o cuatro... —empezó a hablar Ewelin, cuando Meg la interrumpió.
—¿Días?
—Horas.
—De veras que lo siento —se lamentó —, yo no quería...
—Cálmate, Megara —la reprendió Kal mientras se sentaba por completo en el suelo —. Aquí nadie va a culparte —lo dijo con un tono amenazador —, y si lo hacen, él único culpable sería el tarado que no te dijo que esta criatura no puede perder su agua. Así que deja de llorar de una vez por todas y mejor ayuda a buscar los ingredientes para el bálsamo.
—Se llama Elliot —susurró Meg mirando el suelo —¿qué ingredientes necesitan?
—Ezarel os dará una lista a todos con los ingredientes que deberán buscar —respondió Miiko—. ¡Hagan todo lo que sea necesario por conseguirlos lo más pronto posible!
Ezarel pasó por cada uno diciéndoles los ingredientes que les correspondía. Cuando llegó donde Meg le dijo:
—Necesito un pez libélula, puedes conseguirlo en el mercado o tu familiar puede encontrarlo en la playa. También necesito un recipiente con boquilla.
—¿Acaso no hay de sobra en el laboratorio?
—Un idiota me los ha roto todos —respondió entre dientes mientras ponía los ojos en blanco.
Menos mal esta vez la idiota no era ella. Meg procedió a salir rápidamente del lugar, por las cosas que le pidieron.
En la enfermería Ezarel se acercó a Kal y le tendió la mano para que se pusiera de pie, ella con un poco de duda aceptó su ayuda.
A pesar de que habían quedado cerca el uno con el otro, el elfo se acercó un poco más a ella.
—¿Qué? —Le preguntó ella a la defensiva.
—¿Por qué sabes tanto? —Le preguntó él a su vez mientras la miraba con los ojos entrecerrados.
Kal se empinó para que sus rostros estuvieran un poco más juntos y habló lentamente, enfatizando cada sílaba de la única palabra que dijo.
—BI BLIO TE CA.
Se alejó medio paso de él y le sonrió con cinismo, sin mostrar los dientes.
—La poción de Alajea no está en ningún libro.
—Pues no, de esa forma no. Dice que para curar superficialmente la herida de un Kappa se puede usar una poción de una criatura de agua. En el libro se puso de ejemplo el filtro de sironomagia, así que pensé que la poción inversa debía servir. ¿Entiendes? —Ella se burló — Una te convierte en sirena, la otra te pone piernas. No es muy difícil de deducir.
—No lo sé. Hay algo en ti que no termina de convencerme —avanzó hacia ella el medio paso que ella había retrocedido.
—Supongo que tu cerebro no procesa bien el hecho de que yo sea tan hermosa como inteligente —ella le sonrió coqueta.
Ewelin se acercó a ellos y alejó a Ezarel, tomándolo por el brazo. Explotando la burbuja en la que ellos se encontraban.
(No pude poner los caracteres del Tengwar directamente en Wattpad, así que tuve que adjuntarlo como imagen, lo que aparece entre paréntesis abajo es la traducción. Solo es para que vean ese hermoso idioma creado por el mejor de los mejores Mi Bebé Tolkien)
—(¿Qué se supone que significa esto?) —Le recriminó la elfa.
Kal la miró sorprendida, escuchando ese idioma hermoso que brotaba de sus labios. Definitivamente, el maldito viejo no había creado ningún idioma nuevo. Se lo robó el desgraciado. ¿El Silmarilion, el Hobbit, el señor de los anillos era real? ¿Todo era real? Tendría que empezar a leer sobre la historia de Eldarya.
—(No es nada. Solo hablamos) —Le respondió el elfo suspirando pesadamente.
—(¿Crees que eso parece nada? ¿Acaso no te das cuenta de lo cerca que estaban?)
—(No hay nada de mal..)
Kal no pudo morderse la lengua por más tiempo e interrumpió.
—(Por favor, no quiero inmiscuirme en peleas de amantes) —cuando la escucharon hablar su idioma los elfos abrieron por completo sus ojos, sin poder evitar la sorpresa reflejada en su rostro —. (Espero no verlos pronto).
Salió de la habitación, con una sonrisa triunfante.
Ay, Kal, tú no aprendes. No debiste hacer eso. Ahora sí es verdad que te encerrarán y no creerán que seas una simple humana víctima del destino. Ella y su soberbia, siempre dañando sus planes y arruinando su vida.
No había llegado a la mitad de las escaleras cuando Ezarel la tomó del brazo.
—Ven conmigo.
Fue la única advertencia que recibió, antes de ser llevaba a la fuerza hasta el laboratorio de alquimia. Una vez dentro el elfo procedió a cerrar la puerta. Kal lo miró enarcando una ceja, él se cruzó de brazos y se acercó a ella.
—¿Entonces? —Le increpó Kal molesta.
—Necesito una explicación. Ahora —Ezarel quedó frente a ella y se inclinó un poco, para quedar a su altura—. No te creo absolutamente nada. ¿Qué es lo que te propones en este lugar?
—¡Agh! Que mal pensado eres, elfo —Kal puso los ojos en blanco y se sentó en una de las sillas del laboratorio —. Yo vi en su biblioteca una copia del señor de los anillos, ¿nunca los has leído?
—No —respondió tajante.
—Bueno, en mi mundo el Sr. Tolkien es una reliquia, un escritor de primera que creo un maravilloso mundo —Kal giró en la silla —. Además él creó un idioma, bueno, en realidad fueron varias ideolenguas.
—Al grano.
—Tú estabas hablando Sindarín, que fue una de las lenguas mejores desarrolladas en sus obras literarias y que es más fácil de aprender. Y hoy descubrí que mi ídolo en realidad no creó nada —se puso de pie —. Sé que no te importa, pero mi corazón está roto por la decepción. Me largo.
Empezó a caminar pero el elfo la tomó del brazo y bruscamente la puso frente a él.
—¿Cuál es tu maldito problema? —Le preguntó ella molesta — ¡Disimula un poco y déjame en paz!
—¿Cómo lo hago si cada que abres tu boca te vuelves más sospechosa?
—¿En serio? ¿Seguro que es eso? Porque —ella miró su mano que aún sujetaba firmemente su brazo —...yo creo que hay algo más, elfito.
—¿Qué más podría ser? —Él la soltó y miró hacia arriba rápidamente.
—Respóndeme con honestidad, ¿te gusto? —Su tono era burlón, Ezarel bufó y Kal continuó hablando — acabo de darme cuenta que tienes novia. Por lo que he visto de ti, no te gusta que te toquen. Pese a que yo te he dicho mil veces que no lo hagas, sigues insistiendo en ponerme las manos encima, aunque tu sabes lo que se siente.
—Ewelin no es mi novia.
—¿Ella lo sabe? Porque no parece. En fin, no es mi asunto, sin embargo me pone las cosas más fáciles —ella le sonrió de forma maliciosa y se mordió el labio inferior —. Dejaré que me toques, ya que te gusta hacerlo —él empezó a negar con la cabeza —. Pero, yo también te pondré las manos encima cada que tú lo hagas. Y me debes varias.
—¡Estás malinterpretando absolutamente todo!
—Claro que no, lo entiendo perfectamente. Si realmente quisieras acusarme, me habrías arrastrado hasta donde se encuentra Miiko y habrías montado tu circo como sueles hacer. Pero ya que preferiste interceptarme solo y encerrarme aquí en el laboratorio —le puso ambas manos sobre su pecho y se pegó a él —... contigo. Creo que esperabas algo más.
—Te lo diré de nuevo, estás loca si piensas que me rebajaría a estar contigo —tomó las manos de Kal y las apartó.
—¡Ay, elfito, elfito! Aún estás en negación —le palmeó el hombro y caminó hacia la puerta. Antes de abrirla se giró hacia él —. Con lo poco que te conozco sé que si no sintieras algún tipo de atracción hacia mi, no me habrías aclarado que esa hermosa elfa no es tu novia, me habrías dicho que no era asunto mío. Además, poco te importó lo que te estaba explicando sobre el Sindarín, que se suponía era la razón por la que estábamos aquí.
—Deja de hablar barbarida...
—¡No, no, no digas más! Relájate, uno no controla quien le atrae, no es el fin del mundo. Por suerte para ti, no estoy interesado en ti o créeme, no habría desaprovechado esta habitación cerrada —le guiñó un ojo y le sonrió con picardia —. Mejor concéntrate en ayudar al Kappa, es la prioridad.
Kal se fue del laboratorio y dejó al elfo con las orejas rojas.
+ + + + + + +
Kal y Meg se encontraban almorzando en la cantina.
—¿Dónde se supone que está Chaz? —Preguntó Meg.
—Según me dijeron, vino temprano y se embriagó. Fui a verlo y está completamente dormido.
—¿Quién se embriaga en la mañana? —Kal se quedó mirando fijamente a Meg, respondiendo su pregunta, Meg puso los ojos en blanco — ¿estaba solo? Chaz nunca bebe solo. Es más, él no hace nada solo.
—Bueno, conmigo no estaba. El muy miserable, ni siquiera me invitó. Me dijeron que estaba con Dalls.
—¿QUÉÉÉÉÉ? —Preguntó sorprendida Meg mientras soltaba sus cubiertos.
—Así como lo escuchas, pero cuando fui a su habitación estaba solo y vestido. Si hicieron algo, fue rápido.
—¿Tú crees que hayan hecho algo? ¿Piensas que el alce es gay también? —Preguntó Meg con picardia y en susurros.
—No lo sé. ¿Quién sabe? ¿Crees que Chaz haya vuelto a hacer el ridículo?
—¿Como esa vez en San Andrés? —Meg soltó una carcajada y Kal se unió.
—Oh, por el bien de todos espero que no.
Meg asintió y siguió comiendo.
—¿Cómo sigue el Kappa? —Preguntó Kal, antes de beber un trago de cerveza.
—ELLIOT —enfatizó —, está excelente. Segun6me dijo Ewelin está respondiendo bien al bálsamo.
—Vaya susto me diste esta mañana. Si algo malo hubiera sucedido habría afectado la relación con la isla de Jade.
—¿La qué?
Kal puso los ojos en blanco.
—Maldita sea, ve a la biblioteca. Ahí no muerden, lo juro. La isla de Jade es en donde se encuentra la tribu de los Kappas, de ahí viene Elliot.
—Oh, ya veo. Bueno, todos los días se aprende algo nuevo. Pero como tú y yo hace mucho que no habl...
—Aquí estoy, soy toda oídos.
—Cuando salí a buscar al Kappa antier, casi muero. Me atacó un perro negro.
—¿Un perro negro? ¿De día? —Meg asintió con entusiasmo — ¿acaso no era el familiar de Nevra?
—¿¡Nevra tiene un perro negro de familiar!? Creí que eran criaturas salvajes.
—Y lo son. Pero él tiene uno, lo he visto por ahí de vez en cuando, incluso no tiene un ojo, igual que él.
—Entonces no, el que me atacó en el bosque tenía ambos ojos.
—Es extraño, un perro negro de día siempre es señal de un mal presagio.
—No sabía que creías en esas cosas.
Kal la miró y entrecerró los ojos.
—Mira en donde estamos, mujer. En este momento creo hasta en el Bloody Mary.
—Bueno, tienes razón —Meg puso los ojos en blanco —. Deberíamos seguir almorzando tarde, me gusta la cantina con poca gente.
—Sí, es más fácil hablar así. Por cierto, ¿te has estado integrando bien? ¿Has descubierto algo interesante?
—Puees, no mucho. Aunque hace poco conocí a una vampira que se llama Kaaren, es hermosa y supremamente cotilla. Es muy agradable, pero ahora está en una misión fuera del C. G. así que debo esperar. Sé que con ella empezaré a enterarme de muchas cosas. ¿Y tú?
Kal se rió.
—Bueno, por algo empiezas. En mi caso, lo que sé está en los libros. Aparte, esta mañana me di cuenta de que los elfos de aquí hablan Sindarín, o sea que Tolkien no creó nada...
—Dime que no lo hiciste, Kal.
—Tú que crees, Megara.
—Noooo —se lamentó —, y, ¿qué te dijeron? Al parecer fuiste convincente, ya que no nos encerraron.
—Claro que sí, fui muy convincente. Bueno, mi verdad lo es.
Meg puso los ojos en blanco.
—¿Cuándo dejarás de ser tan presumida?
—Tal vez cuando me quede sin algo para presumir. De resto, nunca. Moriré con y por ello. Cambiando el tema de forma drástica. ¿Alguna vez has hablando con Nevra?
—No sé a qué te refieres, claro que he hablado con él muchas veces.
—Es que lo he estado analizando y pese a que es muy inteligente y astuto, es bastante fácil envolverlo.
—¿A qué te refieres?
—Anoche hice una especie de experimente con él, por decirlo así. Le dije que le iba a contar una historia de mi mundo, pero que la historia no tenía final ya que éste se había perdido con el paso de los años. Así que empecé a narrarle "La leyenda del hada y el mago", la canción de Rata Blanca, hice un esfuerzo casi inhumano para evitar cantarla.
—Entonces...
—Le corté el final, le pregunté si conocía la historia para que me dijera el final, ya que tal vez podría ser una historia común aquí en Eldarya. Obviamente, me dijo que no y se frustró por completo. Debiste ver su cara, parecía un niño. Fue sumamente fácil llamar su atención.
—Y tu concluyes que...
—Ya sé como ganarme su amistad.
—Creí que ya sabias cómo hacerlo.
—Sí, pero el flirteo será sólo un complemento. La cuentería es la verdadera forma de generar una amistad con él.
—¿Es importante generar vínculos amistosos con los jefes de guardia?
—Bueno, mantienen encima de nosotros de igual forma. Hay que sacarle provecho a la situación . En mi caso me es más accesible Nevra, ya que Ezarel me odia y Valkyon a duras penas habla. Así que me parece que debo empezar con el que es más accesible.
—Y parecido a ti.
—Claro que no. El vampiro pervertido no se parece a mi.
—¿Que no? —Kal sacudió fuertemente la cabeza, enfatizando su negación —. Ambos son descaradamente coquetos. Ambos son sumamente competitivos. El regaño que dieron el día que seleccionaron la mejor guardia fue similar.
—¿Regaño? —Preguntó ofendida Kal.
—Fue el sermón más largo que te he escuchado dar —Meg se rió —. Lo peor de todo es que tú eres una sin vergüenza, ni siquiera eres la jefa de guardia, ¿por qué los regañaste?
—¡Ocupamos el tercer puesto! ¿Cómo es posible que la guardia más fuerte, la que siempre arriesga el pellejo, la primera en la línea de batalla, la guardia de Obsidiana, quedará de última? ¿Y que tu estúpida guardia, llena de ratas de laboratorio, con el tarado de Chaz, quedara de primera?
Meg se encogió de hombros.
—Somos más útiles de lo que crees. En fin, no tenías motivos para gritarles y Nevra hizo exactamente lo mismo con su grupo, los regañó y castigó.
—Yo sí tenía motivos. No permitiré que el grupo al que pertenezco sea perdedor. Nunca.
—Es a eso a lo que me refiero. Nevra es igual, es más apostaría mi riñón a que dijo exactamente esas mismas palabras. Ustedes dos son iguales. Como almas gemelas.
—La verdad está conversación está perdiendo su objetivo. Reposaré mi comida y saldré a entrenar un poco para huir de ti.
—¿Saldrás?
—Sí, creo que será mejor que, cuando entrene y planee mis clases, lo haga afuera. Ensayaré esta semana, si todo sale bien lo convertiré en un hábito.
—Hmm, no vayas muy lejos, puede ser peligroso.
—Tranquila, solo estaré en el umbral del bosque, no me interesa ir más allá.
—Está bien. Iré a despertar a Chaz y luego por Elliot, si me dejan quedarme con él otra vez lo llevaré a mi clase de pintura, tal vez le guste pintar con las mujeres del grupo de apoyo.
Kal sonrió ampliamente.
—Es un niño, amará llenarse de pintura.
Asintiendo y sonriendo, Meg se retiró de la mesa.
Que rápido se habían adaptado todos a ese lugar...
¿Cierto?
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