Perro Negro
—Dímelo otra vez —masculló Kal —, ¿por qué tenemos que hacer esto?
—Porque no teníamos nada más que hacer y amablemente nos pidieron el favor —contestó Meg mientras subía las sillas a la mesa.
—Habla por ti, mañana empiezo a entrenar a los reclutas nuevos. Además de los ejercicios con los adultos mayores que hago todos los días, los grupos dinámicos con los adultos, debo reunirme con los profesores...
—Sí, yo también tengo los talleres artísticos y Chaz sus grupos de música, ¡si fueras más ordenada ya lo tendrías todo bien planificado!
Kal le hizo mala cara y empezó a barrer.
—Esto me recuerda nuestra época estudiantil, cuando las monjas nos castigaban y nos ponían a limpiar el Hall —dijo entre risas Chaz mientras se recostaba sobre una mesa y lanzaba un sonoro suspiro.
—Por cierto, ¿empezarán a entrenar conmigo?
—Kal —le contestó Meg con un tono dulce mientras se acercaba a ella para acariciarle el brazo —, ni porque el diablo tuviera la culpa.
—Sí —la secundó Chaz —, prefiero morir a que me entrene una psicótica como tu.
—¡Son unos cobardes exagerados!
—¡Tú estás demente! Casi le ganas a Valkyon pelean...
—¡Ay, por favor! —Exclamó Kal, interrumpiéndolo, mientras sacudía los brazos —¿Casi ganarle a Valkyon? ¡NUNCA! Solo tuvimos una pelea pareja porque él se contuvo. Si me hubiese atacado con su verdadera fuerza, me habría dejado inconsciente segundos después de empezar.
—¿En serio? Entonces deberías dejar de ser tan envalentonada.
—¿Por qué haría eso? Yo soy muy buena, Chaz. Lo único es que no tengo la fuerza "sobrehumana" de ellos. Aunque, siento que cada día me vuelvo más fuerte, a pesar de las palizas que me he ganado.
—Tal vez sea el ambiente —dijo Meg mientras miraba el techo —, yo también me he sentido un poco diferente. Aunque no tengo nada de fuerza.
—Quizás es nuestro lado faery intensificándose —dijo Chaz.
—Eso tendría sentido y es muy intrigante.
—Bueno, ya es suficiente. ¡Ponte de pie! —Le reprendió Kal a Chaz —Se supone que debemos dejar la cantina limpia antes de que sea la hora de comer.
—Aghhhhhhhhh —se bajo de la mesa mientras se quejaba —, ¡en este momento deberíamos estar en cualquier país en latinoamérica! ¡TUMBANDO ALGUNA DISCOTECA CON NUESTROS SÚPER MOVIMIENTOS PÉLVICOS!
—Con tus primos —Kal se sentó suspirando dejándose llevar fácilmente por el comentario de Chaz—, Carlos y Andrés, ¡Dios mío, ¿cómo estarán de sabrositos ahora?!
—¡Ow, yo quiero bailar! —Meg se sentó junto a Kal con una expresión de pesadumbre.
—Estaría alcoholizándome sin ningún problema — se lamentó Kal.
—Estaría en el baño con algún chico —le secundó Chaz.
—Estaría perreando hasta abajo —finalizó Meg. Kal y Chaz la miraron mientras se reían.
—Los tres tendríamos el culo en el infierno —dijo Chaz —. ¡BAILARÉ A CAPELA!
Chaz se acercó a ellas y empezó a hacer twerking en sus caras, mientras tarareaba Bellacoso, ya que no se sabía la letra. Meg soltó un ruidito de júbilo y empezó a nalguearlo.
—¡Sacúdelo, babe!
—¡Que levante la mano todo el que no fornique! —Canturreó Kal, poniéndose de pie.
Entre risas, bailando, cantando, trepándose sobre las mesas, al final consiguieron terminar de limpiar la cantina justo a tiempo. Por suerte para ellos Karuto no los descubrió bailando sobre las mesas.
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Kal regresaba de darse una ducha, muy temprano en la mañana, entró a su cuarto y miró a un Liclión revolcándo su habitación y las pocas cosas que tenía... , otra vez.
—¡Me lleva la cachetada! ¿Otra vez tú? —Ella abrió por completo la puerta y se alejó de su habitación — ¡Ésta será la última vez que te lo paso! ¡La próxima vez me haré un traje contigo, criatura entrometida!
Ezarel se asomó por el pasillo, al escuchar la voz malhumorada de Kal. Vio que estaba alegando con la puerta abierta de su habitación , sospechó que quizás Nevra se habría propasado y entrado a su cuarto, pero no se esperaba que de la habitación saliera un liclión gruñendo.
—¡Ah! ¿Te atreves a hacerte el ofendido conmigo? ¡ES MI CUARTO, criatura estúpida! ¿Quién te envió? —El liclión alzó la cabeza y le gruñó —¿ah, sí? —Continuó Kal, como si entendiera lo que le decía el familiar — pues lo descubriré yo misma y, ¿adivina qué? ¡LE PARTIRÉ LA CARA! —Se inclinó para estar cerca del familiar — ¡Y luego patearé tu lindo y humoso trasero! ¿Cómo te quedó el ojo, vaporcito? —El familiar hizo amague de arrojarse hacia la cara de Kal mientras lanzaba un gruñido furioso, pero ella ni siquiera se movió ante ese posible ataque —¡Cuidado con lo que haces! ¡CU-Í-DA-DO! ¡Ahora vete! —Ella se enderezó —¡Dile a tu amo que me deje en paz! — El familiar la miró unos segundos más de forma desafiante — ¡continúa así y más fácil descubriré de quién eres!
El familiar se alejó gruñendo por el pasillo y Ezarel se acercó a Kal.
—¿No es muy temprano para torturar a un pobre familiar? —Kal miró de reojo al elfo y luego puso los ojos en blanco.
—¿Yo? ¡Mira tu mismo lo que ÉL me hizo a MÍ! — Señaló su habitación.
Él entró a la habitación y miró ropa tirada en el piso, la cama destendida, algunas cosas en el suelo.
—¿Dónde está tu familiar?
—Lo mando a explorar en cuanto me levanto —ella se quedó en el pórtico.
—¿Qué es esto? —Ezarel cogió algo del suelo, era una especie de olla pequeña. Kal se removió incómoda y se acercó a él para quitárselo de las manos.
—No es asunto el tuyo.
—¿Para qué quieres un calentador? —Preguntó él irguiéndose.
—Ya te dije que no es asunto tuyo.
—Esto confirma mis sospechas sobre ti, ¿qué planeas hacernos?
—¡Ay, maldita sea! Es para la cera, necesito calentarla para poder usarla y Purroy, el gato de la tienda de alquimia, me lo recomendó.
—¿Para qué necesitas cera?
—Pues —Kal esquivó su mirada —..., ya sabes, para mi —se rascó la cabeza incómoda —..., depuración personal.
—¿Para qué? —Preguntó él confundido, luego su rostro se iluminó cuando comprendió de lo que estaba hablando —¡Ohh! Pero..., ¿no duele?
—No tanto, una vez te acostumbras —Kal le dio la espalda y organizó su calentador sobre la cómoda, evitando que el viera su sonrojo—, la verdad es que odio el vello corporal. En mi, claro.
—Supongo que también lo odiaría —dijo mientras se acercaba a la puerta —, pero los elfos somos lampiños, ni siquiera nos crece la barba.
Kal lo miró mientras sonreía.
—¡Pero que interesante! Eso no estaba en los libros que leí.
Ezarel le dio una sonrisa sutil, casi imperceptible y salió de su habitación. Vaya forma de componer la mañana. Si él le hubiese dado una guiñadita de ojo, la habría matado..., ¡Espera, ¿qué?! No, no, no, no, no iría por ahí, el elfo era su enemigo, solo se llevan bien cuando estaban planeando hacer alguna broma, de resto NADA QUE VER con el desgraciado. Abofeteándose, no mentalmente, sino literalmente se encaminó a cerrar la puerta de su habitación y buscar en el suelo ropa apta para dirigirse a hacer ejercicio con los adultos mayores. Tenía que recapacitar y olvidar ese ligero pensamiento que había querido formarse.
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Megara salió del C.G. entusiasmada por ir a cumplir su primera misión real, al fin le daban algo aparentemente importante a parte de "ve y busca esta mata rara que nunca antes has visto" o "deja bien limpio mi laboratorio". Ykhar la había buscado en la mañana y le había dicho, en resumen, que buscara un Kappa —que era similar a una tortuga bípeda —pequeño que se había perdido en el bosque, a duras penas comprendió la misión, ya que la coneja hablaba hasta por los codos y divagaba mucho, era muy graciosa, pero pésima concentrándose.
Se suponía que debía pedirle a alguno de los chicos que la acompañaran, pero todos estaba ocupados. Leiftan, amablemente le dijo que si nadie más la acompañaba fuera a buscarlo, pero no lo encontró, así que prefirió ir sola, al fin y al cabo era una tortuga que camina en dos patas, no iba a ser difícil de hallar.
Ante el umbral del inmenso y frondoso bosque se detuvo un momento, quizás sí había sido mala idea no empeñarse en buscar más a Leiftan, podría perderse en el bosque o encontrarse con un animal salvaje o peor ¿y si volvía a encontrarse con el enmascarado y esta vez los descubrían? Iba con su familiar Mini Minina Kitty, esperaba que aún siendo tan pequeña, su instinto estuviera bien definido y la alertara ante cualquier amenaza..., o al menos no la dejara perdida en el bosque. Rezando por un poco de protección, a quién quiera que la escuchase, se adentró en ese lugar que se veía hermoso y tenebroso.
Llevaba un rato dando vueltas en el bosque y no había visto ninguna tortuga bípeda, ¿si era cierto lo del animalejo o habrá sido una excusa barata para deshacerse de ella por un rato? O... ¿para siempre? Maldita sea, esperaba que no fuera así. Quizás debía volver, aunque le chocaba la idea de regresar como un fracaso, ¡eso no era justo! Frustrada empezó a saltar en el lugar en el que se encontraba, tratando de pensar en qué hacer, sopesando que opción era la correcta. ¡Aggh! Que fastidioso era todo, empezó a patear el suelo para liberar un poco de su malestar, cuando el sonido de un chillido estridente y fuerte llamó su atención. Meg llamó a su familiar quien respondió rápidamente a su llamado, acercándose, Meg se inclinó y la acarició.
—Creo que esa es la señal que estaba esperando.
Con determinación se puso de pie y siguió el ruido. Cuando el sonido se intensificó, sus fosas nasales se llenaron con un fétido y nauseabundo olor. Maldición, parece que algo lleva muerto mucho tiempo ahí. Meg se tapó la nariz y siguió acercándose tenía que ver lo que hab... Sus pies se anclaron a la tierra, no pudo dar un paso más. Logró reconocer al Kappa, tenía la forma de un niño de al rededor dos años de edad, fusionado con una tortuga, el pequeño lloraba y gritaba por el temor. Y ella lo entendía perfectamente, frente a él había un gigantesco perro negro que gruñía y rondaba a su alrededor, el animal intentaba acercarse a él, pero parecía que su olor lo alejaba.
Maldita sea, maldita sea ¡MALDITA SEA! ¿Qué podría hacer ella? Asustada sujetó a su familiar y le susurró que fuera por ayuda al C.G. No la iba a involucrar en eso, aún era una bebé, no podía dejar que nada le pasase. En cuanto su familiar se fue, en dirección contraria de la bestia, Meg se ocultó tras un árbol. No podía pensar con claridad, solo quería que el Kappa estuviera a salvo, se sentía tan débil y torpe, sus ojos se llenaron de lágrimas pero inmediatamente se limpió el rostro, este no era momento, ni lugar para llorar. Sacudió la cabeza fuertemente y decidida recogió una rama grande que había en el suelo, junto con una piedra.
Respirando profundamente e intentando sacar valentía de donde no la tenía, salió de su escondite y le lanzó una piedra al perro para llamar su atención. La piedra ni siquiera se acercó al animal, a pesar de que ella había intentado emplear todo su fuerza.
Dios, si salía de esa, tenía que empezar a entrenar pronto.
Pero por suerte, o desgracia, el ruido atrajo la atención del perro, quien olvidó por completo al Kappa y se centró en Meg. Genial, ese era el objetivo, ahora a improvisar e intentar salvar su pellejo.
El animal la miró y Meg pudo notar como él la saboreaba, de su boca chorreaba baba espesa, con los belfos contraídos empezó a gruñirle, mostrando su afilada dentadura. Se acercó a ella lentamente, acechándola. Meg retrocedió con un paso corto y tímido, su cuerpo se sentía entumido y petrificado, se movía con mucha dificultad. Definitivamente, tenía que correr, gritar, pero se sentía incapaz de hacer algo, su cerebro se había desconectado de su cuerpo. Antes de que siquiera pudiera golpearse a sí misma y obligarse a reaccionar de forma acertada, el perro se lanzó hacia ella con un gruñido gutural. Meg gritó y sacudió la rama frente a ella, intentando hacer que el animal se alejara mientras retrocedía.
Lo siguiente que ocurrió, Meg lo presenció en cámara lenta. El perro acercándose cada vez más y más a ella, Meg apretando cada vez más fuerte la rama y de pronto... Valkyon saliendo de entre los arbustos de su derecha. Él apareció ante ella y le arrojó al animal un escudo, el cual golpeó un costado de este, haciendo que se desequilibrara y se fuera hacia a un lado mientras emitía un chillido, en cuanto cayó al suelo, el perro huyó, sumergiéndose en la profundidad del bosque.
A Meg le costó procesar lo que acababa de suceder, ¿realmente Valkyon la salvó o se murió y estaba soñando en el más allá?
Después de cerciorarse de que, efectivamente el perro negro sí se había ido, Valkyon se acercó a Meg. Él le tomó las manos y suavemente le quitó la rama partida que ella sujetaba con fuerza.
—Meg —la llamó con ternura. Por el aspecto pálido y la mirada presa del pánico que tenía él supo que ella se encontraba en completo estado de shock —¡Meg! —La llamó un poco más fuerte mientras subía sus manos hasta sus hombros y la sacudía un poco.
Cuando su mirada se enfocó en él, Meg inspiró fuertemente, como si hubiese estado aguantando la respiración todo ese tiempo, con desesperación miró hacia su al rededor buscando algo, ignorando a Valkyon. Cuando sus ojos violeta localizaron al Kappa, apartó las manos de Valkyon y corrió hasta la tortuga humanoide. Cogió al pequeño en sus brazos y lo abrazó con fuerza, sin importarle su nauseabundo olor. El Kappa no hizo ningún amague de alejarse de ella, ni nada. Era pequeño, pero comprendió que ella solo estaba ahí para ayudarle.
Valkyon se acercó a ellos y puso un mano sobre el hombro de Meg, quien se sobresaltó y se giró hacia él alterada.
—Tranquila, soy yo —le habló con suavidad —. ¿Estás bien, Meg?
Ella asintió fuertemente.
—Sí..., creo..., sin ti, yo...
Su voz temblorosa se fue apagando.
—Tranquila, tranquila —él se acercó a ella y la abrazó. La sostuvo entre sus brazos hasta que Meg se relajó por completo y, tímidamente, se alejó.
—Muchas gracias, Valkyon.
—No debiste salir sola, ¿por qué no me volviste a preguntar como te dije que hicieras?
—Es que estabas muy ocupado, no quería molestarte de nuevo.
—No, no, no vuelvas a salir sola, es peligroso, Meg. Sino hubiese llegado a tiempo, quién sabe que hubiera pasado.
Valkyon tomó al Kappa y lo puso sobre su hombro.
(Imagen de Eldarya y CDM, "edit" hecho por mi en Power Point XD)
—Te está golpeando la cabeza —Meg se rió —¿estás bien?
—Solo revolotea un poco.
Juntos se dirigieron al C.G.
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