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Klingon

—Ehmm, est... —empezó a hablar Meg.

—¿Te comió la lengua los ratones? —Preguntó Miiko impaciente.

—Yo...

—¿Tú?

—Oiga, no la presione. Es tímida —dijo Kal mientras se acercaba a Meg y ponía una mano sobre su hombro.

—He encontrado algo —Meg, rebuscó en su short.

—¿Algo? ¿Me molestan porque encontró "algo"?

—Y, ¿si deja que le muestre lo que encontró? —dijo Kal apretando fuertemente la mandíbula, mientras miraba a Miiko con firmeza.

Meg consiguió sacar el cristal de su bolsillo y se lo mostró a Miiko.

—Supuse que era importante.

—¿Pero qué..?¡Oh! —Miiko se giró hacia Jamón y empezó a hablarle en un idioma que ninguno conocía. Luego se giró hacia ellos —¿Cómo obtuvieron un trozo de cristal?

—Lo he encontrado... —respondió Meg, con un poco más de firmeza, Kal retrocedió unos pasos y dejó que ella se encargara de la situación.

—¿Ah, sí? ¿Dónde?

—Oh, pueees...

—Al menos sabes dónde lo has encontrado, ¿no? —La interrumpió Miiko.

—La verdad es que no lo encontré yo.

Kal y Chaz retuvieron las ganas de golpearse el rostro con la mano.

—¿Tú no? —preguntó Miiko exasperada.

—Me lo dio Mery, me pidió que no les dijera sobre eso. Pensó que ayudaría a que ustedes no me vieran tan... "rara".

Nevra y Ezarel soltaron una carcajada.

—¿Sabes dónde lo encontró? —Preguntó Miiko, ignorando a los chicos.

—No, no le pregunté. Lo siento, no creí que fuera importante.

—Hmmm, ya veo. No podías saberlo.

—Lo dije desde el principio —dijo Ezarel —, ninguno nos será de utilidad.

—¡Oh, ya, Ezarel! No eches pólvora de los arcános al fuego —dijo Miiko.

¿Pólvora de qué?

—Esperen afuera —continuó la kitsune —, tenemos que hablar.

—Afuera, ¿dónde quieres que vayamos? —habló Chaz.

—Ah, bien, Jamón, chicos, vayamos fuera, debemos de hablar de su caso.

—¿Cómo que de nuestro caso? ¿Qué quiere decir? —continuó Chaz.

Todos salieron de la sala, ignorando por completo a Chaz.

—¡Já! Les valemos huevo —dijo Kal —. Debimos de habernos tragado ese estúpido cristal.

—Eso habría sido lo mejor. Es tu culpa.

—Deberíamos ir. Saber qué es lo que dicen de nosotros —sugirió Meg.

—Te sigo —asintió Chaz.

Kal salió primero de la habitación, miró al rededor del pasillo, al ver que no había nadie, les hizo señas a Chaz y Meg para que la siguieran. Caminaron despacio hasta la Sala de las Puertas, les pareció escuchar una voces que provenían de la Despensa. Se acercaron para poder escuchar mejor.

—Me niego a que se queden aquí —se quejaba Ezarel.

—¡Es suficiente! —Exclamó Miiko —. Van a asumir SU responsabilidad. ¡USTEDES insistieron en que se quedaran y se van a quedar!

—¿Bromeas? Fue Kero quien insistió —continuó Ezarel —. No quiero que se queden en la guardia. Así de simple.

—¿¡Tengo que recordarte quién da las órdenes aquí, Ezarel!?

Kal no podía creer que en ese momento Miiko le pareciera alguien agradable. Maldito elfo.

—Antes de preguntarnos si debemos permitir que se queden, la cuestión es: ¿nos serán útiles? —Habló Valkyon —por ejemplo, Kal demostró hoy que tiene mucho potencial para ser una muy buena luchadora y también que tiene buena resistencia.

—Es la primera que deberíamos sacar —refutó Ezarel —, todos vieron como es, no tiene ningún respeto por la autoridad, se enfrenta a todos sin importarle nada y, al parecer pelea bien, no le podemos dar más herramientas. Y, respondiendo tu pregunta, son sólo humanos, no nos servirán de nada.

¿Acababa de describirse a sí mismo?

—Tiene razón —añadió Nevra —, los otros dos no parecen muy hábiles.

—Y débiles —continuó Valkyon.

Kal decidió alejarse de la puerta y sentarse en las escaleras, bebió de su whisky mientras pensaba en lo que harían cuando los echaran de ahí, podrían sobrevivir en el bosque, conocía de supervivencia ya había pasado por eso, pero necesitaría unos buenos libros de botánica y zoología. Chaz se sentó junto a ella, después se recostaron a lo largo de la escalera, mirando hacia el techo. La única que aún seguía escuchando tras la puerta era Meg, quien se sentía incapaz de alejarse, quería saber todo lo que ellos pensaban.

—Por mi, que las chicas se queden en la despensa —habló Nevra, por su tono, Meg sabía que estaba sonriendo.

—¡Solo piensas en eso, Nevra! —Le regañó Miiko.

—Al menos, me serían de utilidad.

—Viendo el aspecto de la pequeña —dijo Valkyon —, solo durará un par de días.

—Ya pertenecen a las guardias. No sirve de nada seguir hablando.

—No sería la primera vez que se expulsa alguien de la guardia —dijo Ezarel.

—¡Siempre con buenas razones!

—La ineptitud es una. Además, son inútiles y probablemente muy estúpidos. No conocen nada de este mundo, me parece que hay razones de sobra.

Meg no lo soportaba más, estaba apunto de abrir esa puerta e interrumpir en la habitación, pero alguien la detuvo.

—No es muy cortés escuchar detrás de las puertas —dijo el rubio que se habían encontrado en la sala del Cristal, el mismo que dijo que debían darles una oportunidad —. Por otro lado, con el ruido que hacen, te entiendo -él le sonrió de forma amable, su sonrisa la tranquilizó un poco.

Kal y Chaz se acercaron a ellos rápidamente. El rubio siguió hablando.

—Ezarel no es un mal chico, es solo que a veces suele ser muy extremo. No hagas caso de lo que dice, al fin y al cabo, él no tiene la última palabra.

—No creí decir esto, pero, es cierto —respondió Meg —, por suerte es Miiko quien decide.

—Veo que ya sabes quién manda aquí —respondió el rubio riéndose.

La puerta de la despensa se abrió, revelando al gran grupo, los cuales se veían sorprendidos al verlos ahí.

—¿Nos estaban espiando? —interrogó Ezarel.

—No. Estaban gritando tan fuerte que todo el mundo los escuchó —respondió Meg, sulfurada —, corrijo, TE escuchó.

Miiko miró al rubio y después a Meg, Chaz y Kal.

—Como supongo que lo han oído todo —habló Miiko —, se los voy a decir. Ellos son SU responsabilidad. Insistieron en que se quedaran en contra de mi voluntad, así que ahora asumirán las consecuencias.

—Lo asumimos —dijo Nevra —, pero no queremos que se queden para siempre.

—Y ¿quién diablos dijo que queríamos "quedarnos para siempre"? Tenemos una vida —continuó hablando Meg.

—Bueno, si todos estamos de acuerdo —añadió Valkyon.

—Bien —dijo MIiko —, devolveremos el trozo de cristal a su lugar —Miiko se acercó a Meg y le habló con suavidad —, ¿puedes dármelo esta vez? —le tendió la mano. Meg se lo entregó rápidamente.

Miiko lo recibió y se dirigió a la Sala del Cristal, todos la seguían. Al final de la fila, estaba Kal, quien volvió a beber otro trago.

En cuanto llegaron, Miiko acercó el trozo al Gran Cristal. Las dos piedras empezaron a brillar de una forma maravillosa. Entonces, sucedió, el trozo que Mery le dio a Meg, se fusionó con el cristal. Los dos se volvieron uno.

En ese momento se apareció ante Meg, Kal y Chaz, una mujer de aspecto fantasmagórico, los tres se sintieron cegados por su belleza. La mujer alzó la mano y los señaló, mientras susurraba unas palabras que no lograron escuchar.

(Imagen original del juego)

Después desapareció.

—¿Qué? —Habló perplejo Ezarel —¿Cómo es posible?Ellos..., el cristal.

Todo el mundo parecía sorprendido. Kal y Chaz se giraron hacia ellos.

—¿Qué era esa cosa? —Preguntó Chaz.

Ellos parecieron sorprenderse aún más. Y los miraron de arriba a abajo.

-Esa "cosa", como tú dices -respondió Miiko -, es el espíritu del Gran Cristal.

-Tendrás que ser más específica -dijo Kal, cruzando los brazos.

-No había aparecido desde que se rompió.

-Sigo sin entender, ¿cómo eso es el cristal? -dijo confundido Chaz, mientras sacudía la cabeza.

-No es realmente el cristal -explicó Miiko -, sino su alma..., así es como lo vemos cuando se materializa.

-Y, ¿no ocurre a menudo? -Continuó Chaz -¿cuando fue la última vez?

-Hace dos años -respondió Nevra -, su materialización, de hecho, es bastante rara.

-¿Cómo rara?

-Aparece antes de acontecimientos importantes. El nacimiento de un hijo real, una conmoción en el maana o...., la llegada de unos pequeños humanos.

-Así que..., ¿es una astróloga de feria? -preguntó Kal.

-¿Una qué...? -preguntó Ezarel.

-¡Una vidente!

-Más o menos -dijo Miiko -, nosotros le decimos oráculo.

Lo siguiente ocurrió demasiado rápido. A Kal se le hizo un nudo en su estómago su corazón palpitó de forma desbocada, por la extrañeza de la situación se giró hacia Meg quien aún seguía mirando el cristal, parecía que el mundo se hubiera detenido para ella. Kal de forma predictiva, cayó de rodillas al suelo, mientras tendía los brazos, justo a tiempo mientras Meg caía en ellos. La alcanzó a atrapar sin dejar que se golpeara.

-Mierda -masculló Kal. Chaz se arrodillo junto a ellas -, tómale el pulso -Chaz puso dos dedos en su cuello.

-Está estable.

-Bien, saca la whiskera de mi bolsillo, destápalo y ponlo bajo su nariz, eso ayudará por ahora.

Chaz hizo lo que le pidió.

-¿Qué le sucedió? -preguntó el rubio acercándose a ellos.

-Esto ocurre a veces.

-Hay que llevarla donde Ewelin.

-No hay porqué, ya está despertando -dijo Kal, mientras veía como Meg empezaba a parpadear rápidamente e intentaba apartar la whiskera de su nariz.

-¡Ey! ¿Todo bien? -Le habló Chaz mientras le sonreía con ternura.

Cuando Meg abrió por completo sus ojos, se sentó de forma abrupta.

-Despacio, Meg.

Ella los agarró fuertemente de los brazos.

-ghaH 'IH rap be' vIlegh HeghDI' jIH (Es la misma mujer que vi cuando morí) -les habló en Klingon, sabía que era imposible que la guardia conociera esa lengua sacada de un antiguo programa de televisión, Star Trek.

-boQqa'pu' Hegh? (¿El ángel de la muerte?) -le preguntó Kal.

-HIja'. 'oH vItu' jatlhqa', ghaH muHlu'nIS chaH. (Sí. Volví a sentirla, la están matando.)

-ghaH HoHDI'? bo? (¿Quiénes la están matando? ¿Ellos?) -preguntó Chaz

-Qo'. ghaH QaD chaH. chaH ghob'e' yIvoqQo' maH ..., DaH. (No. Ellos la protegen. Debemos confiar en ellos..., por ahora.)

Con ayuda de Chaz y Kal, Meg se puso de pie.

-¿Estás bien? -preguntó Miiko acercándose a ella.

-Sí -le respondió -, a veces me sucede. naDev wej 'e' wagh'e' qar jIjangnIS 'e' vIHar. (Creo que no es ninguna coincidencia que hayamos llegado aquí.) -Le susurró a sus amigos.

-Quizás no son simples humanos -dijo Valkyon -. El espíritu no aparece sin razón.

-Hmmm, es cierto -dijo Miiko mientras los examinaba de arriba a abajo -, tal vez ellos...

-Ellos, ¿qué? -preguntó Ezarel desafiante.

-Tal vez tienen sangre faérica.

-Es una buena broma -dijo Ezarel entre risas.

-¡Hablo en serio! Deberían hacer el test.

-¿De verdad estás sugiriendo que pierda inútilmente mi tiempo en "ellos"?

-¡¡NO DISCUTAS MÁS, Y HAZ QUE REALICEN EL TEST!!

Con esto Miiko terminó toda la discusión, mientras salía de la habitación, los demás la siguieron, dejando solo a Ezarel.

-Maldita pérdida de tiempo -masculló Kal mientras se dirigía hacia la puerta.

-Lo mismo pienso -dijo Ezarel mientras la seguía -, no hay ninguna posibilidad de que sean faéricos.

Kal se detuvo antes de llegar a la puerta, el elfo continuó su camino y salió del lugar, los tres supusieron que debían de seguirlo, así que eso hicieron. Antes de que Chaz saliera por la puerta, Kal lo detuvo y le arrebató su whiskera, él solo puso los ojos en blanco mientras salía de la habitación sacudiendo la cabeza.

Llegaron al laboratorio de alquimia, Meg y Kal, admiraron el lugar, era lindo, con estanterías llenas de libros, muchos frascos con líquidos de colores brillantes, tubos de ensayos y mecheros.

Ezarel observaba un libro monstruosamente grande, estaba inmerso en él. Kal se quedó atrás, recostada en el marco de la puerta, observando al elfo leer. Meg y Chaz se hicieron frente a él, pero no muy cerca, para no importunarlo.

Después de leer su bestiario, se acercó a algunos baúles y empezó a sacar cosas raras, después las puso en la mesa y se giró hacia ellos.

-Necesito una cosa más.

-¿Qué cosa? -preguntó Chaz.

-Un ojo de cambiante.

-¿Un ojo? Eugh -dijo Meg haciendo mala cara.

-Oh, vamos, es por el sabor -dijo el elfo sonriendo.

-¿¡Vamos a tener que bebernos esa cosa!?

-Sí, ¿por qué no?

-Eso no tiene gracia, ¿en dónde encontramos ese ojo?

-Creo que Kero tiene uno en los cajones de la biblioteca.

-Está bien -dijo Meg en un suspiro -, iremos por él.

Ella salió de la habitación seguida por Chaz y Kal.

-Saben -habló Kal a sus espaldas -, algo me dice que ese ojo es como la pierna robótica que pide Rocket en la cárcel.

-No creo que sea tan infantil, Kal -dijo Meg mientras entraba a la biblioteca.

-Yo solo digo -Kal volvió a quedarse en el marco de la puerta y dejó que Meg y Chaz buscaran ese "ojo".

Ellos urgaron en los cajones, sacando papeles, volviéndolos a guardar, mirando entre los estantes, debajo de las sillas. En todas partes. Sin embargo, no encontraron nada. Volvieron a dirigirse a la sala de alquimia.

-Pierna robótica -les susurró Kal.

-Ezarel, lo sentimos, pero no encontramos ningún ojo -dijo Meg acercándose a él junto con Chaz. Kal solo volvió a su nuevo lugar favorito, el marco de la puerta.

-¿Ah, no? ¿Están seguros?

-Sí.

-¿Han mirado bien por todos lados?

-¡Claro que sí! -Respondió Chaz -. Hasta hemos dejado un gran alboroto por todo el lugar, aunque tal vez hubiéramos encontrado algo si Kal hubiera ayudado -al decir lo último miró a Kal con los ojos entrecerrados, ella simplemente le sonrió sin mostrar los dientes.

-Sí, ahora tendremos que disculparnos con Kero.

Ezarel no pudo contener más la risa y estalló en carcajadas.

-¿En serio? -preguntó Chaz -No nos digas que...

-¿Cómo hemos podido creerte?

El elfo solo se reía.

-Yo también me pregunto lo mismo -dijo el elfo mientras terminaba de reír.

-jatlh, chaH. robotic 'uS. (Se los dije. Pierna robótica.) -Dijo Kal mientras sonreía.

-¿Cómo sabías que era una broma? -Le preguntó Meg.

-Los primiparos siempre caen.

-Deben reconocer que eso fue divertido.

Kal salió del lugar para poder reírse, de forma silenciosa, afuera. Recordaba cuando hacía que los de primer semestre fueran a buscar cosas inexistentes en lugares muy inapropiados.

-Tal vez algo... -admitió Chaz en voz baja.

-Bueno, muy divertido, pero aún no termino el test, pueden seguir a su amiga y dejarme terminarlo.

-Vale, volvemos en un rato -dijo, Meg mientras salía junto con Chaz del lugar.

Se encontraron con Kal afuera.

-Entonces, ¿son humanos?

-Aún no hemos hecho el test, debemos volver en un rato -respondió Chaz -. ¡Vamos a ver a mi familiar! Ya casi debe eclosionar.

-Es buena idea.

Se dirigieron a la habitación de Chaz. El Molecat aún no había eclosionado, los tres se sentaron en la cama.

-Si no fuéramos del todo humanos -dijo Chaz mientras cogía una almohada -, ¿de qué especie les gustaría ser?

-Hmm, no lo sé -murmuró Kal mientras se recostaba -, es obvio que un minotauro no podría ser. Pero, me gustaría ser descendiente de un hada oscura, estilo Maléfica, con poderes del Fénix como ella.

—Sería genial, tienes la maldad y todo. Yo, descendiente de un Brujo, como Geralt. ¿Tú, Meg?

—Me encantaría ser como una sirena o un hada linda del bosque.

—Aww, ya tienes lo lindo —le dijo Kal con ternura.

—Lo sé, soy adorable.

—Oigan, hoy casi nos echan de este lugar —habló Chaz cambiando el tema que él mismo había puesto —, ¿qué vamos a hacer si nos echan de verdad? ¿Y si el test sale negativo y deciden que al no ser como ellos van a prescindir de nosotros?

—La verdad no sé qué haríamos en ese caso —continuó Meg —. Sin embargo, Miiko dijo que no nos iban a expulsar de la guardia, así que, a menos que hagamos algo muy mal, no nos pueden echar.

—Pero, nosotros no sabemos nada de este sitio —retomó Chaz —, ellos mismos tendrían que enseñarnos todo y, ¿si sabotean nuestro entrenamiento para conseguir nuestra expulsión?

—Por ahora, en los únicos que debemos de confiar es en Kero y en el rubio —dijo Meg mientras se recostaba entre Chaz y Kal —, parece bastante amable y comprensivo. O sea que, todo lo que los demás nos digan tendremos que corroborarlo con ellos.

—También podemos comentar y preguntar a los demás miembros de nuestras guardias.

En ese momento se escuchó un crujido, todos se sentaron mirando el Huevo. Éste empezó a romperse.

—¡Mi familiar! —Exclamó Chaz mientras se ponía de pie y se acercaba a la incubadora.

El huevo se rompió y de él salió un lindo animalejo con forma de gato.

—Awwww —dijo Chaz —, es hermoso. Necesito un trapo, para limpiarlo.

Kal se puso de pie y se quitó las vendas que le cubrían las cosillas, después se las arrojó.

Chaz limpió a su familiar, lo cogió entre los brazos y lo llevó hacia las chicas.

—Awwww —dijeron Kal y Meg al mismo tiempo.

—Es hermoso —continuó Meg —, parece un gatito.

—Yo creí que iba a ser como una gallina gigante o un avestruz. Feo, calvo y viscoso.

—Yo pensé lo mismo, pero solo nació un poquito viscoso.

Chaz se sentó en la cama.

—¡Ay, es invisible! —exclamó Kal, mientras el vientre del animalito se volvía transparentoso y dejaba entre ver la camisa de Chaz.

—¡Ah! ¡Mi familiar es genial!

—¿Qué nombre le pondrás? —Preguntó Meg.

—No lo sé, ¿Kitty?

—Claro, tiene forma de gato, eres tan original —dijo Kal mientras ponía los ojos en blanco —, ¡piensa un poco!

—Bueno, también es invisible.

—¡Vanisher! —exclamó Kal.

—Me gusta tu propuesta, lo voy a considerar.

Los tres empezaron a mimar al Molecat, rascarle la cabecita y la pancita, hablándole de forma tonta y así. Después de un rato Kal dijo:

—Creo que ya es hora de ir al laboratorio.

—Sí, vamos a descubrir si fuimos engañados toda nuestra vida —finalizó Chaz.

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