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C L I C H É

Caminaban por el lugar, dando vueltas, conversando y viendo criaturas extrañas.

—Si pudieran acostarse con uno de los tres jefes de guardia, ¿a quién elegirían? —preguntó Chaz.

—¿Solo piensas en sexo? —dijo Kal al mismo tiempo que Meg decía:

—Me acostaría con Valkyon.

—Buena elección —dijo Chaz.

—Ustedes son desagradables, pero si no vamos a hablar de otra cosa, también elegiría a Valkyon —continuó Kal.

—Me encanta que te hagas rogar —dijo Chaz sarcásticamente.

—Solo quería poner seriedad a la situación, pero es difícil ir en contra de la corriente. Retomando, él es enorme, parece que puede durar mucho tiempo, agarrarte como un vil muñeco y revolcarte por toda la habitación —finalizó Kal con un gruñido.

—Delicioso —murmuró Meg sonrojándose y fingiendo que babeaba.

—¡Kal'hal! —una voz a sus espaldas los sobresaltó, cuando se giraron para ver quien era, se pusieron completamente rojos, Valkyon se estaba acercando a ellos.

—Eh..., ¿sí? —consiguió hablar Kal.

—Algunos de la guardia están reunidos, si gustas puedes ir a ver el entrenamiento y empezar a relacionarte con ellos.

—Ehmmm, sí, claro, ¿dónde están?

—En el jardín de la música.

—Okay, okay, ya voy para allá.

—Vale —Valkyon se retiró del lugar, volviendo sobre sus pasos.

—Mierda, mierda —murmuró Meg —, ¿ustedes creen que nos escuchó?

—No lo sé, espero que no, eso sería demasiado incómodo.

—Demasiado.

—Por cierto, ¿dónde diablos está el jardín de la música? Es más, ¿qué es eso? ¿Un jardín? ¿Un bar? ¿Un parque? ¿Un estadio? Espero que sea un bar.

Meg y Chaz se encogieron de hombros.

—Le preguntas a las personas equivocadas —dijo Chaz.

—Tienen razón, los veo luego —dicho esto se alejó de ellos.

Meg y Chaz continuaron caminando y volvieron a la guardia, en el camino se toparon con Ezarel.

—Tú, como te llames —dijo mirando a Chaz.

—¿Yo? —preguntó el señalándose.

—Sí, ve a la sala de alquimia, ayuda a desempacar y organizar las cosas en los estantes, ya hay dos ayudantes allá. Te dirán qué y cómo hacerlo.

—¿Yo también puedo ir? —preguntó Meg.

—Hmmm —el elfo la miró de arriba a abajo —, ya son muchos y eres muy pequeña —después de decir eso, se fue del lugar.

—Supongo que aquí me separo yo —dijo Chaz.

—Tranquilo, ve.

—Bien, ¿dónde es la sala de alquimia?

—Debe ser esa que tiene el símbolo de un tubo de ensayo con unas plantas.

—¡Já, eso tiene sentido! Nos vemos Meg.

—Vale.

Chaz se alejó dejándola sola, ella se quedó un momento ahí, de pie y luego decidió dirigirse hacia la biblioteca, en donde tal vez, podía sacarle más información a Kero o ayudar en algo.

Cuando entró a la biblioteca se encontró a Kero con un niño, que lloraba desconsolado, con lo que alcanzó a escuchar, al parecer, había perdido su familiar.

—Hmm, ¿hola? —habló ella dubitativa —¿qué sucede?

—Oh, es el jovencito que robó la comida, la estaba guardando para su familiar —respondió Kero.

—¡Quieeero que vueeelvaa! —lloriqueó el niño.

—¡Aw, por favor, no llores! —Exclamó Meg mientras se acercaba a él y se arrodillaba poniéndose a su altura —estoy segura de que lo vamos a encontrar.

Eso pareció calmar al niño.

—Tu ropa es extraña, ¿quién eres?

—Megara, pero mis amigos me llaman Meg, ¿te gustaría llamarme Meg?

—¡Sí, Meg me gusta!

—Excelente, eso quiere decir que seremos amigos, ¿me puedes decir tu nombre?

—Yo soy Mery, vivo en la ciudad junto a mi madre y... —se interrumpió y sus ojos se volvieron a llenar de lagrimas —, mi..., mi... ¡QUIERO QUE VUEEEELVAA! —Soltó en llanto.

—Escúchame, Mery —Meg le puso una mano sobre el hombro —, yo soy tu nueva amiga. Los amigos nos ayudamos. Así que, si tú me prometes dejar de llorar, yo voy a ayudarte a encontrar a tu familiar. ¿Tenemos un trato? —Le tendió la mano.

Mery cogió la mano de Meg.

—Pero, y ¿si le asustas con tus ropas extrañas? —Meg se rió.

—Te aseguro que mis ropas no lo van a asustar, ¿bien? —El niño le sonrió.

—Eres muy amable por ofrecerte a ayudarlo, Meg —dijo Kero, mientras que ell se ponía de pie —, lo voy a llevar a su casa. Antes debes saber que su familiar es un Cryslam, es como bola de lana con alas, para atrapar a un familiar necesitarías un cebo, pero como el de Mery ya está domesticado con un helado esquimal te bastará.

—Lo entiendo, yo también amo el helado.

—¡Oh, no vayas a probarlo! Y, normalmente su familiar se esconde en la madriguera, se encuentra en el exterior del C.G., estoy casi seguro de que lo encontrarás ahí.

—Muchas gracias, Kero. Adiós, Mery. Te llevaré a tu familiar en cuanto lo encuentre.

—Adiós, Meg —respondió él mientras salía de la habitación con Kero.

Bueno, ahora solo debía saber donde se encontraba la madriguera y como llegaba a los exteriores del C.G.

+ + + + + + +

Kal se encontraba dando vueltas en un lugar con muchos arcos, ¿dónde diablos estaba el pinche jardín de la música? Tenía que hablar con alguien, pero la gente de ahí la miraba raro y se alejaban de ella.

—¿Estás perdida, niña con gran sentido de orientación? —Kal no quería girarse cuando escuchó esa voz.

—¿No tienes nada mejor que hacer que estar siguiéndome? —contraatacó mientras lo desafiaba con la mirada.

—¿En serio piensas que perdería el tiempo siguiendo a una niñata arrogante?

—¿Entonces por qué siempre estás en dónde yo estoy?

—¿Tal vez porque tú eres la que me sigue?

—¡Esto es ridículo, tu pregunta es ridícula, tú eres ridículo! —Exclamó exasperada — pero, me puedes servir de algo, ¿dónde y qué es el jardín de la música?

—Con temor a que no me creas —respondió él llevándose las manos al pecho —, el jardín de la música es un jardín donde algunas veces se toca música.

—Eres un idiota.

—Tu pregunta es idiota.

—¿Dónde está?

—Llegando al Quiosco Central, hacia la izquierda en esta dirección.

—Muchas gracias —respondió entre los dientes mientras se cruzaba de brazos y se retiraba del lugar.

—Espera, te acompañaré, así evitaré que huyas o te pierdas más.

Era la excusa más patética que había escuchado, pero se mordió la lengua para no decirlo. Mientras caminaban hacia el jardín, Kal intentó entablar una conversación real, algo que no fuera una discusión.

—Entonces, ¿hace mucho que eres jefe de guardia?

—Eh, sí.

—Hmmm, interesante.

Fracasando notoriamente.

—Y, ¿es un trabajo difícil?

—Claro.

—Hmmmm, ya.

Kal era una persona muy impaciente.

—Siempre creí que si los elfos eran reales, serían unos bellos amantes de la naturaleza que danzaban entre los árboles, con flores en sus largos cabellos y les gustaba dar amor, ¿por qué no eres así?

—Pffs —bufó él, claramente molesto por lo que le acababa de decir —, ustedes los humanos y sus estúpidos clichés, no por ser elfo quiere decir que voy a bailar en el bosque.

—Pues, respondes a cuatro de cinco clichés. Primero, eres un alquimista, cliché. Segundo, tu cabello es laaaargo, cliché. Tercero, eres arrogante, cliché. Y, cuatro, si no estoy mal, vi que tu arma era un arco — se puso frente a él y se empinó para intentar estar más cerca de su rostro —. C L I C H É — cuando vio que la respuesta del elfo fue simplemente una respiración fuerte y unas mejillas sonrojadas por el enojo, decidió dejarlo, mientras se reía de forma sutil, se dio la vuelta y caminó delante de él.

Recordando que no sabía hacia donde iba y que él probablemente quisiera apuñalarla, decidió hacerse a un lado y dejar que él caminara delante.

Kal reconoció el lugar en cuanto llegaron, era hermoso, con una bella fuente con forma de piano, muy grande, podría meterse ahí, además había un grupo de al menos quince personas entrenando entre ellas.

(Imagen del juego)

—Bueno, muchas gracias, señor elfo —dijo ella de forma burlona mientras sonreía ampliamente —, lamento las incomodidades presentadas. 

Se alejó del elfo y se acercó al grupo que entrenaba. Algunos se detuvieron y se giraron hacia ella. Kal se detuvo y dudo un poco en seguir avanzando, había olvidado que en ocasiones se le activaba la timidez, dio un paso hacia atrás de forma involuntaria.

Abofeteándose mentalmente, recobró el valor y se acercó a ellos.

—Buen día, mi nombre es Kal'hal, soy nueva en la guardia. Valkyon me pidió que viniera a verlos y empezara a entrenar con ustedes —habló fuerte y claro, algunos que la habían ignorado al principio se giraron hacia ella.

—¿Con esa ropa? —preguntó una chica sátiro, con lindo cabello castaño.

—No tengo nada más.

—¿Tienes un arma? —preguntó otra chica pero con cuernos de cabra.

—No creo que nadie me vaya a dar un arma.

—Entonces, ¿vienes aquí sin ropa de entrenamiento, sin armas y sin ningún conocimiento del tema a pedirnos entrenar como si nada? —habló un chico muy alto de forma sarcástica, sus orejas eran puntiagudas igual que las de Ezarel.

—Vaya, vaya —habló Kal en el mismo tono mientras se acercaba a él con sus brazos cruzados —, al parecer ya encontré al listo del grupo.

Los que estaban al rededor de ellos, se rieron de lo que dijo Kal, el de orejas puntiagudas gruñó molesto acercándose a ella de forma intimidante, pero se detuvo a unos centímetros de distancia. Kal no se movió, se quedó firme en su lugar.

—Además —continuó hablando —, hay algo que se llama combate cuerpo a cuerpo. No necesito un arma por ahora —el de oreja puntiagudas bufó y se retiró, alejándose de ella —. Así que..., ¿quién es el mejor peleador aquí?

Se giró para ver a todos los integrantes del grupo, habían varios sátiros, algunos con cuernos extraños, otros con orejas puntiagudas, la única especie que reconocía era los sátiros, los demás no le sonaban de nada, tal vez los de orejas puntiagudas también eran elfos.

—De este grupo —habló un chico con cuernos de alce, sus cuernos eran enormes lo hacían lucir unos veinte centímetros más alto que ella. Él se acercó a Kal —, soy yo.

—Genial, entonces te seguiré, sigan entrenando —se acercó al chico por completo y le dijo: —te veré un momento mientras luchas y luego, me gustaría practicar contigo, para avanzar un poco más rápido.

—Me parece bien, eres decidida y astuta —dijo él mientras le daba la espalda y se dirigía a luchar con otro sujeto.

Kal se recostó en el tronco de uno de los árboles, lo suficientemente lejos como para no interrumpir con su presencia, pero lo suficientemente cerca para poder ver todo con muchos detalles. 

Los chicos empezaron a luchar, ella analizaba cada uno de los movimientos del cornudo, era bueno en el combate, usaba todo su cuerpo. Kal notó con preocupación que usaba mucho sus cuernos, eso sería un problema para ella. Primero, hace cerca de tres años que había dejado de entrenar todo lo que requería lucha —artes marciales mixtas, boxeo, jiu-jitsu, capoeira y Akido—, esperaba que todo eso no se le hubiera olvidado, y, segundo, nunca había combatido con alguien que tuviera cuernos, ¿quizás era similar a luchar desarmada contra alguien con un cuchillo? Mierda, quizás esto le iba a costar más de lo que pensaba.

Después de unos minutos el cornudo logró someter al otro chico, se detuvo y se giró hacia ella.

—¿Te sientes preparada? —le preguntó con su voz gruesa. Kal tragó entero, sacó de uno de los bolsillos ocultos de su pantalón una whiskera, gracias a Dios siempre la tenía encima y, por suerte, la había llenado antes de comerse la torta con Meg y Chaz. Le dio un largo trago al whiskey, quemándose la garganta, lo puso en el suelo y se acercó al cornudo.

—Adelante, guapo —se paró frente a él —, antes de empezar quiero decirte que no tienes que controlarte conmigo solo porque soy mujer, puedes atacarme, resistiré. Hace mucho que no entreno así que probablemente me des una paliza, de nuevo, no te preocupes por ello, me haré más fuerte. Y, como favor único e inicial, no uses tanto tu cornamenta, nunca he peleado con alguien como ustedes.

—Espera un momento —intervino el de orejas puntiagudas de hace un rato —, ¿tú eres uno de los humanos que interrumpió anoche la Sala del Cristal?

—Sí, ¿tienes algún problema con eso? —preguntó molesta y poniéndose a la defensiva mientras daba unos pasos hacia él.

—Vaya carácter —masculló él mientras ponía los ojos en blanco y se alejaba.

Kal volvió a su sitio, en frente del cornudo, se puso en posición de combate, puntualmente de boxeador, se movía de adelante hacia atrás rápidamente, con los pies bien anclados a la tierra.

—Vamos, niño bonito, no tengo todo el día.

—Está bien —él se puso en posición, sin embargo no hizo nada, se quedó ahí parado.

—Vamos, ¡atácame! Yo me defenderé.

—No me siento bien atacando a alguien que no conoce nuestro entrenamiento.

—Está  bien, está bien, entonces lo haré yo y luego no tendrás más opción que atacarme.

Cogiendo desprevenido al cornudo, le lanzó una patada a la cara, golpeándolo con el empeine lo lanzó al suelo. Él la miró sorprendido mientras se tocaba la mejilla y escupía un poco de sangre.

—Vaya, al parecer aún tengo el toque —dijo Kal mientras sonreía con suficiencia, algunos de los combatientes se detuvieron y se giraron hacia ellos. 

—Okay, okay —dijo él mientras se ponía de pie —, vamos a luchar, niña.

—¡Al fin!

+ + + + + + +

Meg salió de la biblioteca un poco desorientada, debía ir a la madriguera, pero antes debía conseguir un helado esquimal, ¿cómo lo conseguiría? ¿Purreru le regalaría uno? No tenía dinero, qué diablos iba a hacer.

—¿Qué haces tú por aquí? —la voz de Valkyon la sobresaltó haciendo que diera un pequeño grito.

—Ehmm, es-estoy buscando al familiar de Mery.

—¿Sigue perdido?

—Ejem, pues sí —si no fuera así, no lo estaría buscando.

—Hm, no creo que lo encuentres por aquí.

—Ah, vale —Meg se sentía demasiado incómoda y lo poco conversador que él era no ayudaba mucho.

—¿Sabes dónde debes ir?

—Sí, Kero me ha hablado de una madriguera en el exterior —Valkyon la observó de arriba a abajo y alzó una ceja, Meg se sintió más pequeño de lo que ya era.

—Pareces perdida, te acompañaré.

—Está bien.

Bueno, al menos sería acompañada por un hombre de ensueño, quizás podría saber un poco más de él, también esperaba que no hubiera escuchado nada de la conversación que ella y sus amigos habían tenido hace un rato y si era así, ojalá no quisiera hablar sobre eso.

Salieron de la Sala de las Puertas, caminaban lado a lado, en silencio, Meg sentía que el objetivo principal de él al acompañarla era vigilarla. 

—Espera, antes debo conseguir un helado esquimal.

—Yo me encargo — cuando llegaron al  mercado, Valkyon entró a la tienda de Purreru, no tardó más de cinco minutos, cuando salió con, efectivamente, un helado, el cual se veía delicioso, pero no debía probarlo, según las palabras de Kero.

Cuando iban por el Sendero de los Arcos, apareció Mery.

—¿Me has traído a mi amigo? —Preguntó emocionado.

—Lo siento, aún no —cuando vio la carita triste del niño, añadió: —, p-pero, te lo traeré rápido.

El niño se despidió y se retiró del lugar. Ella y Valkyon continuaron su camino, se encontraron ante una puerta inmensa, ambos salieron. A las afueras del C.G., el lugar era hermoso y enorme, habían grandes llanuras, un frondoso bosque al final del camino y notó que el lugar estaba en un acantilado dominado por el mar. El lugar era tan diferente a todo lo que había conocido, sin embargo, a la vez era similar.

Siguiendo a Valkyon identificó la madriguera de la que Kero hablaba.

—No está por los alrededores. Deberías mirar dentro de la madriguera —dijo él.

—¿Tu crees? —Valkyon asintió, algo dubitativa Meg se agachó, sin embargo, se quedó ahí, sin moverse, temerosa de lo que podría encontrarse.

—¿Tienes miedo o algo?

—Sí, un poco. No sé qué me encontraré ahí dentro.

—Entonces, ¿qué piensas hacer?

—Respirar profundo —después de decir eso, entro a gatas  a la madriguera, por suerte para ella no era muy profunda, así que fue fácil registrarla. No había nada. Saliendo de nuevo dijo: —. Que pena por Mery, su familiar no está aquí.

—Bueno, viendo el estado de la madriguera , hace mucho que ningún familiar viene por aquí.

—¿Cómo lo sabes?

—La tierra y el suelo están secos. Y no hay palos de esquimales tirados en el suelo.

—Oh, lo último tiene más sentido para mi, les gusta mucho al parecer —Meg se puso de pie y se limpió las rodillas —, y, ¿qué hacemos ahora?  

Valkyon solo se quedó mirándola. Incómoda ella se removió en su lugar mientras se sonrojaba.

—¿Valkyon?

—Creo que el familiar no está por aquí.

—Quieres decir que de verdad... ¿se escapó? —él solo asintió.

Juntos volvieron al C.G., Meg se sentía decepcionada por no haber podido ayudar a Mery.

—Espera, veré  cómo va tu amiga —Meg siguió a Valkyon a un lugar hermoso donde supuso era el Jardín de la Música —¿Dónde están Kal'hal y Dalls? —preguntó Valkyon con una voz fuerte, haciéndose escuchar por toda la zona.

—Ellos fueron a la enfermería —respondió un sátiro.

—¿Por qué?

—Bueno, ambos se dieron una buena paliza. 

Maldiciendo entre los dientes Valkyon se retiró del lugar con Meg pisándole los talones. Siguió a Valkyon hasta un lugar que supuso era la enfermería, en el lugar estaba Kal sin camisa con un vendaje al rededor de sus costillas a su lado había un hombre con cuernos de alce, que sostenía dos bolsas de hielo a cada lado de su rostro.

—¿Qué pasó? —Preguntó Valkyon cruzándose de brazos.

—Bueno, le di una paliza a su ego —respondió Kal burlona, mientras el de los cuernos la fulminaba con la miraba.

—Dijiste que no entrenabas hace mucho tiempo —dijo el sujeto, aparentemente llamado Dalls

—Y era cierto.

—Pero nunca dijiste que eras tan buena.

—Bueno, tú no preguntaste y yo no iba a alardear antes de tiempo.

—Me quebró una muela, Valkyon.

—¡Y tú usaste los cuernos! —exclamó Kal mientras alzaba los brazos y mostraba varias heridas, algunas superficiales, otras profundas.

—Kal'hal, te dije que fueras a ver —intervino Valkyon —, sin embargo, me impresionas, ¿estás muy herida?

—No te preocupes, estoy bien —dijo ella mientras se ponía de pie.

—¿Qué te paso en el abdomen? —preguntó Meg.

—Unas cuantas patadas, mañana tendré unos lindos cardenales.

En la habitación entró una mujer alta y esbelta, era hermosa con cabellos largos y blancos.

—Deberán tomar esto para el dolor —dijo tendiéndoles unas pequeñas botellitas, de color verde brillante. Dalls recibió el frasco y lo bebió en cuanto lo destapó. 

—Oh, no, no —dijo Kal poniéndose de pie y alejándose de la joven —, gracias, pero el dolor te hace fuerte y yo tengo mi medicina —de su bolsillo oculto sacó su whiskera.

—Por un demonio, Kal —dijo Meg claramente molesta mientras se acercaba a ella —, no puedo creer que aún tengas esa cosa, dijiste que la habías botado.

—Por favor —Kal empezó a alejarse de Meg —, solo un idiota botaría una reliquia familiar.

—Ni siquiera lo conseguiste de forma honrada.

—¡Claro que sí! Mi abuelo se despertó y me dio su bendición para que yo lo tuviera.

—¡Oh, por favor! Dame esa cosa.

Meg perseguía a Kal por la habitación, mientras que ella se alejaba bebiendo su whiskey.

—Primero muerta.

—Me gustaría ver eso —dijo Ezarel interrumpiendo en el cuarto.

Kal sobresaltada se puso rápidamente la blusa, haciendo un gesto de dolor por su movimiento brusco.

—¡Bébete la poción! —la regañó la mujer guapa.

—No lo haré, estoy bien así, gracias.

—Déjala que sufra, tal vez así aprenda a comportarse —dijo el elfo de forma burlesca.

—Acabas de corroborar mi teoría sobre que eres un mocoso malcriado, elfito. Ahora ya entiendo la inexistencia de tus modales.

El elfo simplemente bufó mientras ponía los ojos en blanco. Kal guardó de nuevo su whiskera en el bolsillo.

—Kal'hal Cut Rawson —amenazó Meg mientras se acercaba a ella —, ¡dame eso!

—Te dije que no —alegó ella mientras se escondía tras Valkyon —, es lo último que tengo de la Tierra y de mi familia, no te lo daré.

—Oh, por favor, maldita cobarde, sabes que no es por eso.

—Tal vez —le respondió ella sonriendo.

—¡Aghh, eres exasperante! —dijo frustrada Meg mientras salía del lugar.

—¿En serio te asustó esa pequeñita? —preguntó Dalls.

—Bueno, es una pequeña fierecilla y conoce mi punto débil, así que, ni modo —se encogió de hombros —¿ya podemos volver a entrenar?

—No hay más entreno para ustedes por hoy —dijo la joven de cabellos blancos.

—Tiene razón —asintió Valkyon —, deberán descansar.

—No tengo problemas con eso —dijo Dalls recostándose en la camilla, mientras volvía a ponerse los hielos en cada lado de la cara.

—Pero, apenas empezamos a entrenar —Kal se giró hacia Valkyon —, además me está yendo bien y es muy emocionante.

—No, debes descansar.

—¿Ves? —Se dirigió hacia Dalls — todo es tu culpa, cornudo llorón.

—¿Disculpa? Pero si no te das cuenta, ¡me diste una paliza!

—Y no pudiste afrontarlo como un niño grande.

—Eres imposible —masculló él cerrando los ojos.

Valkyon salió de la enfermería.

—¿Por qué no te bebes la poción? Mañana estarás mejor y podrán seguir golpeándote—dijo el elfo.

—Tú, elfito, no te metas. No voy a beber nada y mañana seguiré pateando traseros —después de decir salió de la enfermería mientras volvía a sacar su whiskera.

Desde la enfermería escucharon a alguien gritar:

—¿¡Kal!? ¿¡Qué mierda haces con eso!? ¡Dijiste que lo habías botado!

—Púdrete, Chaz.

—¿Qué te parecen los nuevos, Ewelin? —preguntó Ezarel.

—No lo sé, apenas los vi, pero parecen buenos, solo muy jóvenes aún. Y, creo que no han asimilada del todo su situación.

—También creo que no han asimilado la situacion.

—Desháganse de esa chica, antes de que nos mate a todos —susurró Dalls.

+ + + + + + +

Meg caminaba por el C.G., se encontró con Kero y aprovechó para decirle lo sucedido.

—Meg, ¿encontraste al familiar de Mery? —Preguntó Kero mientras sonreía, ella negó con la cabeza —Oh, ya veo.

—¿Ustedes tampoco  lo han visto?

—No, temo que esta vez sí escapó, de forma definitiva.

—Pobre, Mery...

Y justo, como si lo hubieran invocado, apareció él.

—¿¡Han encontrado a mi amigo?! —Preguntó emocionado, con una gran sonrisa.

—Ehm..., Mery, esto... —empezó hablando Kero.

—No, lo siento mucho —Meg se agachó para poder hablar con Mery frente a frente —, no estaba en la madriguera, ni en ningún otro lado.

—P-pero, ¿lo van a encontrar?

—Creo que no, lo siento.

—M-mi aaaamigooooooo —el niño empezó a llorar.

—Mery, yo...

—¡Todo esto es tu culpa! ¡Lo asustaste con esas ropas extrañas! ¡TE LO DIJE!

—Mery —lo reprendió Kero —, está muy mal decir eso.

—P-pero mi.... desaparecióóó.

—Meg no ha hecho nada mal, te ha ayudado a buscarlo. 

—Yo..., lo siento.

—No te preocupes, tranquilo —Meg le puso una mano en el hombro —, tal vez haya algo más que hacer, ¿cierto, Kero?

—Mmm, tal vez, ¿Mery, te gustaría tener un "nuevo" amigo?

—¿Un amigo nuevo?

—Sí, sería igual al anterior, podrás jugar con él, acariciarlo.

—¡Y dormir con él!

—Todo igual que con el anterior.

—¡Me encantaría!

—Muy bien, vuelve a casa y te llevaremos a tu nuevo amigo en cuanto lo tengamos.

—¡¡Gracias!! —Exclamó Mery mientras se iba.

—Mi familiar hace poco me trajo un huevo de Cryslam, como no he tenido tiempo, no lo he vendido en el mercado, por suerte para nosotros. Así que acompáñame a la biblioteca lo pondré a eclosionar, no tardará más de 10 minutos.

—Vale.

Meg siguió a Kero a la biblioteca y tal como él dijo, no tardó más de diez minutos en salir el Cryslam del huevo. Corroboró lo que decía Kero, era una bola de lana con alas, hermoso y encantador.

—Awww, me encanta —dijo Meg mientras lo cogía en brazos.

—Recuerda que es para Mery —dijo Kero mientras reía.

—Lo sé. Lo iré a buscar, gracias Kero.

Meg salió en busca de Mery, sin embargo, fue él quien la encontró a ella.

—¡Es mi aaamigo! —Exclamó Mery sonriendo.

—Sí, es tu nuevo amigo —dijo ella entregándoselo —debes alimentarlo con helado esquimal, solo con eso, te daré este que tengo.

—¡Graaaaciaaaas!

—De nada —le acarició la cabecita. 

—¡Oh! Encontré esto mientras buscaba a mi amigo. Quería quedármelo, pero estoy seguro de que los demás estarán contentos si se los das ¡ten!

El niño le tendió un pequeño trozo de cristal azul, similar al de la sala en la que aparecieron.

—¿En serio? Gracias, eres muy amable.

—Deberías dárselo a los hombres de la guardia, creo que están buscando cosas como estas. Pero no les digas que te lo di yo, estoy seguro de que les parecerás menos rara si dices que lo encontraste.

—Eres muy amable, Mery, pero en realidad yo no soy tan rara como parezco —le susurró lo último mientras le sonreía.

—Gracias de nuevo por ayudarme. No olvides darle eso a los guardias.

—Eso haré, cariñito, gracias por confiármelo. Recuerda no volverle a dar pan a tu familiar, solo helado esquimal.

—Sí, Meg. Adiós —el niño se despidió y se fue corriendo en dirección a su casa.

Meg se quedó apreciando el bello cristal durante unos segundos, pero su maravilla se vió interrumpida por unos gritos.

—¡Kal, ven acá y dame esa cosa, maldita sea!

—Métete en tus asuntos.

—¡Quieren callarse! —Les regañó Meg mientras guardaba el cristal — ¡compórtense!

—¿Puedes creer que nos mintió? —preguntó ofendido Chaz bajando su tono de voz.

—Ay, por favor, le miento a todo el mundo, ¿por qué serían la excepción?

—Eres una desgraciada alcohólica, ¡somos tus mejores amigos!

—Pffffffffffffffffffffffssssssssssssss ¿cómo les ha ido? —Cambio el tema.

—Excelente —dijo Meg emocionada —, miren lo que me dio un niño —les enseñó el cristal.

—Es uno de los fragmentos del gran cristal —dijo Chaz mirando maravillado la pieza.

—Es hermoso, pero, si es como la Perla de Shikon deberías deshacerte de esa cosa antes de que te contamine.

—¡Agh! —Se quejó Meg mientras blanqueaba los ojos —no todo es como en tus munequitos. Sin embargo, el niño me dijo que se lo entregara a los guardias, fue muy insistente.

—Pues hay que entregarlo —dijo Kal.

—No, tal vez debemos quedarnos con él —continuó Chaz.

—Obvio no, estúpido. Estamos en su territorio, literalmente, pueden hacer los que se les venga en gana con nosotros, ¡cualquier cosa! Sin embargo, nos están dando una especie de oportunidad, así que lo que debemos hacer es ser buenos, mezclarnos, ganarnos su confianza y conseguir que nos regresen a casa. ¿Cómo creen ustedes que reaccionarán si se enteran que tuvimos en nuestras manos una parte del cristal, que aparentemente es la fuente de sus vidas, y que nunca lo entregamos? ¡NOS DEGOLLARÁN EN PÚBLICO! 

Meg y Chaz miraban fijamente a Kal, sintiéndose niños pequeños regañados por su mamá.

—Además —continuó ella —, tú dices que el niño fue muy insistente en lo de entregárselo a los guardias, puede que sea una prueba.

—Bueeeno —dijo Chaz —, después de esa retahíla, creo que tiene razón, hay que entregarlo.

—Sí, pienso lo mismo —asintió Meg.

Caminaron en dirección a la guardia, Meg divisó a Valkyon a los lejos.

—Deberíamos dárselo a Valkyon.

—Ehmmm, sí, al fin y al cabo es de la guardia —respondió Chaz encogiéndose de hombros.

—¿Qué le vas a decir, Meg? ¿Que un niño te lo dio?

—No, él me dijo que no dijera que había sido él, sino que yo lo encontré.

—Okay, y cuando te pregunten dónde lo encontraste, ¿qué dirás?

—No lo sé, que lo encontré mientras caminaba tirado en el suelo.

—Parece muy simple. Tal vez funcione.

Caminaron hacia Valkyon, quien simplemente se quedó viéndolos, sin decir una palabra.

—Eh, ¿Valkyon? —habló Meg —, es que encontramos esto —le tendió el cristal.

—¡Vaya! —Valkyon se vio sorprendido, ¡epa, una reacción! —¿Dónde lo han encontrado?

—Ehmm , estaba.... cerca del muro, cerca de..., las puertas —Valkyon arqueó las cejas y los miró a los tres, después se centró solo en Meg que aún tenía el cristal en su mano —¿Valkyon?

—Tenemos que ir a ver a Miiko.

—¿Seguro? ¿Tan pronto?

Valkyon ya se estaba yendo.

—Maldita sea —masculló Chaz —, nos van a mandar al calabozo. Todo es tu culpa, Kal.

—¿Y esta vez por qué sería mi culpa?

—Por darnos argumentos muy convincentes.

Intentaban seguirle el paso al pensativo y demasiado callado Valkyon, pero caminaba muy rápido y las piernas cortas de Meg, no ayudaban mucho. 

Mientras caminaban por el mercado, Meg distraída se chocó con Ezarel.

—Oye, mira por donde andas —gruñó el elfo.

—¡Tú debes mirar también! —se metió Kal, mientras apartaba a Meg.

Antes de que el elfo le contestara a Kal y empezaran otra discusión sin sentido, Meg volvió a adelantarse.

—Lo siento, Ezarel, estaba siguiendo a Valkyon y no vi por donde andaba.

—Es cierto que ese diablo anda rápido —intervino Nevra, ni siquiera lo habían visto.

—Sí, un poco —sonrió Meg.

—¿A dónde van con tanta prisa? —preguntó el elfo.

—Vamos a ver a Miiko —dijo Valkyon ¿en qué momento volvió? —Han encontrado un trozo del cristal.

—¿Ellos? ¿En serio? —miró con desagrado a Kal — ¿Cómo?

—No les he preguntado, es más importante llevárselo a Miiko. Luego miramos los detalles —dijo Valkyon mientras reanudaba su marcha, los tres continuaron su camino siguiendo a Valkyon, pero, esta vez se les unieron Ezarel y Nevra.

—¿No tienes algo mejor que hacer? —Le preguntó Kal a Ezarel —¿un árbol donde danzar, un jardín donde recoger flores o algo por el estilo?

Nevra ahogó una risa y miró hacia otro lado.

—Kal, deja al elfo en paz —la regañó Meg, mientras la alejaba de él. Chaz se acercó a ellas.

—¿Cómo irá a reaccionar Miiko? 

—No lo sé —respondió Kal —, es una arpía.

—En realidad, es una kitsune —interrumpió el elfo.

—Busca tu propia conversación.

—¡Agh, ya todos nos dimos cuenta de que te gusta el elfo, pero déjalo estar! —Dijo Meg sulfurada.

—Retráctate, renacuaja. Primero muerta.

Continuaron su camino, hasta que llegaron al pasillo, estaban ante la puerta de la Sala del Cristal. Los tres jefes de guardia entraron primero. Una vez todos dentro, Miiko los miró.

—¿Otra vez ellos? ¿Qué hicieron ya?
















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