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Bocones malditos


—¡AMARÍA —Exclamó Kal mientras llegaba al quiosco, Meg y Chaz inmediatamente se tensaron — ESCUCHAR SUS EXCUSAS, BOCONES MALDITOS!

—No dijimos nada malo —se defendió Meg, mientras se iba con Chaz al lado opuesto del que ella se encontraba.

—Dijeron cosas innecesarias sobre mi, no había ninguna razón para que ellos supiera eso, no les sirve de nada. Debieron hablar de mi conocimiento en artes marciales —Kal avanzaba hacia ellos, quienes temerosos retrocedían e intentaban alejarse —,  mi destreza en armas. ¡PERO NO! Solo son una partida de chismosos.

—B-bueno —tartamudeó Chaz —, pero, ¿cómo te fue?

—¿Cómo me fue? —Kal rió con sarcasmo — ¿Cómo crees? ¡Del asco! Me van a echar, básicamente los insulté, me burlé de ellos, le dije a Miiko que su gobierno daba pena, no con esas palabras, pero en resumen fue eso.

—¿Por qué hiciste eso, Kal? —Le recriminó Chaz — solo debías responder sus preguntas.

Kal lo miró fijamente con cara de "¿me estás jodiendo?"

—¿Es que acaso tú me acabas de conocer? —Le preguntó ella apretando los dientes.

—Dejemos de hablar sobre eso, probablemente no suceda nada malo —intervino Meg, sonriendo —, mejor mira lo que encontró Chaz. Muéstrale —lo codeó.

—Ah, sí, mira —sacó una guitarra —, estaba en el laboratorio, Alajea dijo que podía usarla, ya que estaba ahí guardando polvo, solo debo afinarla un poco.

—Una. Guitarra. ¡Já! Debería usarla para rompértela en la cabeza, ¿no crees?

—Kal, por favor —Chaz se escondió tras Meg —, es una cítola, no una guitarra. 

—¡NO ME IMPORTA! Debí arrancarte la lengua cuando tuve oportunidad.

—Si lo haces, no escucharás mi bella música. Por cierto, te dije que no ensuciaras mi pantalón y ¡hasta lo rompiste!

—Mejor empieza a correr...

—¡Kal'hal!

—Ay, no —susurró Kal —, me va a matar el más grande —miró por encima del hombro a Valkyon —¿dime?

—Ven un momento.

Maldiciendo entre dientes, se acercó a Valkyon.

—Si vas a pedir que me disculpe —habló cuando llegó frente a él —, no lo haré, no dije nada que fuera mentira, ni nada malo, fui honesta en las pocas preguntas que me hicieron, cortante, pero honesta.

—No vine a eso, no te preocupes. Vine a preguntarte algo. Si te digo que vayas a ver a Ewelin para que te revise, ¿irías?

—No, estoy bien.

—Eso creí que responderías. Entonces, ¿puedes seguir entrenando?

—Sí.

—¿Lucharías contra mi?

Kal se tensó cuando le preguntó eso, ¿escuchó bien? ¿Le dijo que pelearan juntos? Él le daría una paliza.

—Sí —contestó firmemente a pesar de sus dudas.

—Entonces —Valkyon se hizo a un lado y estiró el brazo —, te sigo.

Kal caminó seguida de Valkyon, en dirección a la fuente de la música.

Meg y Chaz se quedaron en el quiosco, viendo cómo se marchaban.

—¿Crees que sí está en problemas? —Preguntó Meg —¿deberíamos seguirlos?

—Es Kal, ella puede defenderse.

Sentándose sobre el muro del quiosco, Chaz empezó a afinar la cítola, mientras la tocaba ligeramente.

—Suena bonito —le dijo Meg.

—Bastante, es muy..., celta.

Después de un rato tocando la cítola, Chaz ya había reunido un grupo de admiradoras a su al rededor, quiénes escuchaban asombradas la dulce melodía  que sonaba. Meg simplemente lo miraba de forma burlona, si tan solo esas chicas supieran que Chaz es el rey de los homosexuales.

Un hombre con orejas puntiagudas se acercó a Meg.

—¿Ustedes son los humanos que llegaron hace poco? —Meg asintió — ¿Por qué no están con su amiga?

—¿Le pasó algo? — Se sobresaltó Meg.

—No, no, para nada, bueno, aún no. Está teniendo una buena pelea con el jefe de la guardia de Obsidiana.

—¿PELEA? —Preguntó exaltada Meg —¿Dónde?

—En el jardín de la música.

Meg se acercó a Chaz y empezó a moverle el brazo.

—Vámonos, pelmazo, te dije que debíamos seguirla —lo arrastró fuera del quiosco, dejando unos cuantos quejidos de decepción atrás.

Llegaron al mismo tiempo que Miiko, los tres se quedaron con la boca abierta cuando vieron la escena. Kal y Valkyon estaban tirados en el piso, las piernas de Kal rodeaban el cuello de Valkyon y sostenía su brazo izquierdo contra su cuerpo. Valkyon logró soltarse de su agarre y la azotó contra el suelo, haciendo que soltara todo el aire que tenía contenido en sus pulmones. Aprovechándose de eso Valkyon se puso encima de ella y le sujetó las manos por encima de la cabeza.

—¿Por qué no te rindes? —Le preguntó Valkyon con la respiración entrecortada.

—Nunca. Tendrás que dejarme inconsciente —le respondió ella con determinación. Kal consiguió meter las piernas entre ellos, posicionando sus pies en el pecho de Valkyon, lo empujó con fuerza quitándoselo de encima, haciendo un Kip-Up se puso de pie —. Yo no me rindo, Valkyon. No me entrenaron para eso —dijo poniéndose en guardia. 

—Es suficiente —dijo Valkyon poniéndose de pie —, terminamos por hoy.

— Está bien, está bien —dijo Kal mientras caminaba hacia un árbol, se recostó en él y susurró: — acepto tu derrota.

A Kal le costaba respirar un poco y se sentía adolorida en todas partes, esta vez sí debería considerar aceptar esa poción para el dolor. Valkyon se acercó a ella.

—Eres muy buena, no pensé que tanto. 

—He entrenado toda mi vida —le respondió mientras respiraba fuerte —, si no hubiera dejado de hacerlo, te habría ganado sin problemas.

Valkyon se rió.

—O tal vez si no estuvieras tan adolorida del entrenamiento de esta mañana y el de ayer, hubieras tenido un mejor rendimiento.

—Puede ser.

—¿También sabes manejar armas?

—Meh —respondió restándole importancia —, unas cuantas.

—¿Cuáles?

—Cuchillos, espadas, el arco y otras.

—Bien, luego miraremos que tan buena eres en eso —Kal bufó ante su comentario —. Es suficiente por hoy, ve a ver a Ewelin, es una orden y tómate el resto del día, no más entreno. Esa es una orden también.

Kal lo miró con mala cara, antes de que refutara, Valkyon le dio la espalda y caminó hacia Miiko, quien se encontraba junto a Ezarel, Nevra, Megara y Chaz.

—¿Cuánto tiempo llevaban luchando? —Le preguntó Miiko.

—Por hay unos veinte minutos.

Kal salió del lugar, llevándose a Meg y a Chaz con ella.

—Necesito una ducha —les dijo en voz baja cuando se habían alejado del lugar y de los miembros de la guardia —, también necesitamos ropa interior, necesito cambiarme este estúpido traje de baño.

—Primero deberías limpiarte esa sangre en tu cara —le dijo Chaz.

Por otro lado, los miembros de la guardia brillante discutían.

—Debimos preguntarle sobre su entrenamiento —hablaba Nevra —. Al parecer sabe mucho.

—¿Te lastimó Valkyon? —Le preguntó Miiko, mientras le tocaba el rostro — deberías ir a ver a Ewelin.

—Estoy bien, golpea fuerte y sabe pelear, pero no lo suficiente para lastimarme tanto.

—Y, ¿resistió bien tus golpes? —le preguntó Ezarel.

—Demasiado bien —resopló Valkyon —, al principio me contuve, la golpeaba suave, pero me dijo que si me iba a contener, para qué le pedía que pelearamos juntos. Tenía sentido, así que me dejé llevar.

—¿Y? —Insistió Ezarel.

—¿Acaso no viste? ¿No la viste? Está invicta, adolorida, pero invicta. Tiene una resistencia envidiable. Sino detengo la pelea, estoy seguro de que hubiera seguido. Y eso no es todo, según me dijo también sabe manejar armas, no sé a qué nivel, pero algo me dice que también es buena.

—¿Qué piensan de ella? ¿Deberíamos encerrarla? —Preguntó Miiko.

—Puede ser muy buena —reflexionó Nevra —, pero no podrá con todos. No puede ser tan estúpida.

—Es una humana —dijo Ezarel —, es estúpida por naturaleza.

—Yo pienso —habló Valkyon —, que debemos darle una oportunidad, acerquémonos, conozcámosla de verdad, para saber cuales son sus verdaderas intenciones, si es cierto que son humanos inocentes que llegaron aquí por casualidad o..., algo más.

—Puede ser —afirmó Miiko —. Les daremos el beneficio de la duda. No les quiten los ojos de encima.


Una hora después Kal, Meg y Chaz, entraban a la cantina vacía. Después de pedir su comida, procedieron a comer en silencio. Kal y Meg, lograron conseguir ropa interior a buen precio, aunque para ello tuvieron que pedirle maana prestado a Kero. Chaz se sentó en la mesa y empezó a tocar la cítola.

Wild world, suena genial en esta cosa —mencionó él mientras sonreía.

Kal apoyó la cabeza en la mesa y cerró los ojos por un rato, mientras los escuchaba cantar Wild world. Recordó los viejos tiempos,  o sea, hace dos días. Cuando todo en su vida giraba al rededor de las fiestas, de embriagarse. Cuando se sentía feliz por su futura independencia. Pero, las cosas no resultaron como ella esperaba, ahora por su culpa —porque sí era su culpa, si ella no los hubiera convencido de comerse esa torta con marihuana, ellos no hubieran tenido la grandiosa idea de entrar a ese círculo de cetas, es más, ni siquiera lo habrían notado —, ella y sus amigos estaban atrapados en ese lugar extraño, en donde cada segundo que pasaba y cada cosa que hacía generaba más desconfianza entre los jefes del lugar. Tendría que aprender a ser más flexible con su personalidad si quería proteger a sus amigos, no importaba lo que le sucediera a ella, Meg y Chaz eran su principal prioridad. Ellos eran buenos, no tenían porqué sufrir a causa de sus errores.

Cuando Chaz y Meg iban ya en la quinta canción, Kal levantó la cabeza y miró a su alrededor. En su mesa estaba Alajea e Ykhar, mirando a Chaz con fascinación mientras que éste les cantaba suavemente More than words de forma seductora, era una escena que a Kal le generó mucha gracia. 

Mirando a su al rededor, vio que ya habían más faerys en el lugar, algunos los miraban y sonreían escuchando la música de Chaz, otros estaban absortos en sus conversaciones. Sin embargo, le llamó la atención ver que al otro lado de la cantina, en una mesa se encontraba Miiko, Ezarel, Nevra y Valkyon, observándolos. Kal se tensó en su asiento, incómoda miró hacia otro lado, tomó un poco de su whisky, ya casi se iba a terminar, pensar en eso no mejoró su situación, solo generó que su incomodidad aumentar y con ello un nerviosismo que la hizo tamborilear los dedos sobre la mesa y mover los pies de forma brusca.

Completamente decidida se levantó de su silla y se dirigió hacia la mesa de ellos. Cuando estuvo al frente se dirigió hacia Miiko.

—¿Podemos hablar a solas? —Le preguntó Kal, sin determinar a los chicos.

—Claro que no —respondió el elfo.

—Puedes hablar frente a ellos, sin ningún problema —intervino Miiko.

—Lo haré solo si prometen no decir nada —ella asintió y Kal se sentó junto a ella —. Primero, no me disculparé  por lo que te dije esta mañana —Kal hablaba suavemente —, sé que no es algo en lo que yo debo meterme, pero tu sabes que lo que dije no es mentira. Segundo, yo sé cómo soy, lo que he demostrado en cuanto llegué, sé que soy una persona en la que es difícil confiar y creer, puede que pienses que trabajo para tus enemigos, quienes quieran que sean, pero quiero que sepas que aceptaré cualquier decisión que tomes sobre mi, sea expulsarme del lugar o encerrarme, lo aceptaré, no te lo refutaré porque lo entenderé. Pero, ellos —señaló rápidamente a Meg y Chaz, sin verlos, quienes aún seguían cantando animados rodeados por más faerys —son buenas personas, realmente lo son. Así que te pido, de forma atrevida y sin merecerlo, que les des a Megara y a Chaz una oportunidad, ellos no son como yo. Ponlos aprueba, duda de ellos, pero, al final sabrás la verdad, son buenos —suspirando sonoramente finalizó —. Así que, ya dije lo que tenía que decir, piénsalo y me comentas tu decisión.

Kal se levantó, lista para irse, pero Miiko la detuvo.

—Búscame en la sala del cristal en una hora, hablaremos de eso —Kal asintió y se marchó del lugar.


Una hora después Kal se encontraba al frente de la sala del cristal. Respirando profundo, entró. En el lugar solo estaba Miiko.

—¡Heme aquí! —entró ella teatralmente.

—Esta vez, ¿responderás mis preguntas sin evadirlas ni mentir? Serán específicas.

—Yo no mentí antes y haré mi mejor esfuerzo en responder tus inquietudes. Pero no te prometo que te gusten las respuestas.

—No importa si me gustan, me importa que seas honesta.

—Lo seré.

—Bien, ¿has matado a alguien?

—Sí —Miiko la miró un poco sorprendida cuando le respondió, Kal simplemente la miraba sin ninguna emoción en su rostro.

—¿Cuántos?

—Tres personas.

—¿Por qué?

—Eran cazadores. ¿Sabes lo que son cazadores? —Miiko asintió.

—¿Puedes hablarme más al respecto? —Después de unos segundos de silencio tenso, que se sintieron minutos, Kal asintió, recostándose sobre el barandal, empezó a hablar.

—Tenía 16 años, mi padre me llevó a África a cazar leones, nunca en mi vida había sentido tanto asco por alguien. Ese día me sentí horrible, mi padre me llevaba a que matara a unos de los animales más hermosos y majestuosos que hay en el mundo, sentí tanto desprecio que quise dispararle a él. Pensé en hacerlo, aún recuerdo lo que sentía: mis manos temblaban por la ira, él ni siquiera notó que yo le estaba apuntando a la cabeza. Sin embargo, no lo hice. A lo lejos vi a tres turistas asquerosos apuntándole a una leona, sin pensarlo me puse en posición y les disparé a los tres. Las balas les dieron directamente en la cabeza, fueron tiros limpios y fatales.

—¿Qué sucedió después? Me refiero a las consecuencias —Kal se rió sin ganas.

—Mi padre me dio la paliza de mi vida, nunca me habían golpeado así. Me fracturó unas cuantas costillas, pero aún así con el poco aliento que tenía, me puse en pie y le dije: "¿Acaso no viste lo que sucedió ahí? Maté a tres personas que no conocía sin dudarlo, ¿crees que no seré buena para el trabajo familiar? Hoy demostré que estoy más que calificada." Él simplemente se detuvo, me miró por un momento y salió de la habitación. Yo misma tuve que llamar a un médico. Luego él arregló todo, no sé cómo lo hizo y nunca le pregunté.

—¿A qué te refieres con el trabajo familiar, Kal'hal?

—Te lo dije, mi familia siempre ha trabajado en la milicia. Algunos en la marina, otros en la fuerza aérea, en el caso de mi padre en el ejército. Lo que todos siempre han tenido en común, es que trabajan en... pequeñas divisiones, las cuáles se encargan de los trabajos sucios. Son mercenarios, por decirlo así. Yo soy aspirante a las Fuerzas Especiales, para ese trabajo me han entrenado toda mi vida. Por eso sé pelear, sé manejar armas, sé varios idiomas. A pesar de todo eso, cuando entré a la universidad intenté cambiar, dejé de entrenar, intenté convencerme a mi misma que yo no era lo que mis padres querían que fuera, que yo era más, que era buena. Que podía hacer mi trabajo e intentar tener... ¿humanidad? —Kal se rió —. Algo imposible después de matar a tres personas.

—¿Qué hay de tu madre?

—Ella —Kal hizo una pausa, sin saber bien como responder —..., se encarga de sacar información —Kal sonrió —, ¿sabes lo que significa eso, Miiko? 

—Dímelo tú.

—Sabe torturar física y psicológicamente. Es una de las mejores en obtener información.

—¿Algún día pagarán ellos por sus actos?

—No en vida. Mi familia es una dinastía completa, vienen desde..., la época de los templarios. Fueron templarios, a cargo de llevar el castigo divino a los pueblos sin Dios. Fueron la mano izquierda de reyes, los que encabezaron masacres. Tienen dinero para vivir sin hacer nada por generaciones. Nunca pagarán por nada.

—Entonces, Kal'hal. Gracias por tu honestidad, no creo que sea fácil hablar de ese tipo de cosas y más con alguien que no conoces. Pero, quiero que sepas que aquí nosotros no tenemos las manos limpias tampoco. Como has notado, hace unos años Eldarya empezó a decaer, esto nos ha llevado a intentar sobrevivir y, como en toda guerra, hemos tenido que matar o dar la orden de hacerlo. Pese a que tu pasado es complicado, eso no te define. Después de que pelearas con Valkyon, habíamos decidido darte una oportunidad, el beneficio de la duda. En este momento, lo haré con más razón —Kal asintió —. Ahora, ¿puedes hablarme de ese proyecto con los refugiados? Realmente me interesa saber al respecto.







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