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Capítulo treinta y ocho «otoño»


«♪»

Entró por los pasillos casi vacíos con una sonrisa emocionada que, de momentos, era opacada por alguna suave mordida en sus labios, acomodó su cabello después de una suave trotada. Aún sentía su pecho agitado, vislumbró aquellas puertas blancas y enormes que tenían un simple letrero que, con una letra y un número, indicaban el salón que era, otros tantos tenían algún letrero más extenso que tendría alguna palabra sencilla que describiría qué hay dentro. Escuchó unas pisadas detrás de él y encontró a su hermano sonriendo junto a NamJoon. Sonrió y caminó hacia ellos.

Ah... seguro te preguntas por YoonGi. —NamJoon asintió.

JiMin iba a asentir sin embargo notó que éste cargaba la chaqueta de SeokJin entre sus brazos, no comprendía mucho dicha acción, pero la parecía un acto tierno, pues su hermano siempre se quejaba de quitarse la chaqueta o saco y tenerlo que cargar. Bajó la mirada sintiéndose tímido ante una situación que sus ojos no alcanzaban a entender del todo, pero soltó una sonrisa —encima de toda la emoción que su corazón ya poseía— al pensar en la felicidad de su hermano.

No sé dónde estará. —Murmuró NamJoon nuevamente, llamando la atención de JiMin— quizá... ¿estará en...?

El menor fruncía y abultaba sus labios un poco porque el mayor no terminaba las frases y eso le ponía extrañamente ansioso. Caminó nuevamente por los pasillos sin prestar atención a los mayores, simplemente sus pies se movieron de forma pacífica entre aquel extenso pasillo esperando que sucediera alguna de las dos posibilidades que su mente lograba formular; que YoonGi apareciera saliendo de un salón, o que NamJoon recordase dónde podría estar. Las clases habían, prácticamente, finalizado, ya no había mucho qué hacer en esos lares, los corredores hacían eco con cada mínimo paso que daba y los pequeños chillidos de sus tenis eran resonados con una mayor eficacia por lo vacío de la institución. Aunque la quietud le encantaba y le ponía pacífico, extrañamente su corazón le llevaba la contraria. La emoción de sus latidos eran transmitidas hasta sus mejillas que, de momentos, amenazaban con colorarse acentuando sus ojos con el rosa que se pintaría en su piel, pues esas emociones y esos sentimientos no eran más que producidos por la última vez que le vio.

Lamentablemente la fiesta había sido el viernes, por lo que no pudo ver al mayor en ese tiempo, así que se puso un poco triste cuando SeokJin le dijo en medio de su desayuno que no podrían salir. Aunque esa tristeza se vio opacada por la visita de su papá, quien nuevamente le llevó libretas, JiMin estuvo feliz de verle de nuevo, sus ganas de contarle todo lo que sentía y todo lo que hizo fueron enormes. Si bien omitió la parte del beso, si contó todo el resto de la fiesta, su padre le había felicitado por bailar en público, y nuevamente soltó aquella frase que tanto conocía y ansiaba que fuera real "en serio, MinMin, tengo que conocerlo... ojalá algún día pueda venir, quizás deberías invitarlo a cenar". Claro que JiMin estaba feliz, pues la idea de que sus dos personas favoritas se conocieran era algo que, estaría seguro, llenaría su corazón de alegría.

Su papá se quedó hasta el domingo, por lo que no ver al mayor había sido un poco más llevadero, sin embargo el lunes en la mañana estaba más que listo. SeokJin le había advertido que quizás YoonGi no iría —pues algunos sólo estarían en la escuela para revisión de calificaciones— sin embargo él no lo pensaba así. YoonGi claramente le había mencionado "duerme bien, para que nos veamos después" lo que significaba que estaría esperándole, siempre cumplía su palabra y eso era algo que la fascinaba al menor, que el mayor jamás, por ningún motivo, fallara a su palabra.

Ya sé... —NamJoon agitó la mano para que el menor le mirase— ven.

Caminó detrás de NamJoon y SeokJin quienes venían conversando de alguna cosa, pensó, que aquellas sonrisas eran las mismas que se dieron cuando él, cansado, se adentró primero a la casa mientras su hermano y NamJoon se quedaban en el coche. Quizás estarían hablando de la misma forma ¿no?

¿Estás seguro, Nam? —La voz de SeokJin sonaba desconfiada.

JiMin frunció el ceño nuevamente, pues él no desconfiaba en absoluto de YoonGi, él le creería cualquier cosa que le dijera, porque siempre fue honesto, así que si el mayor había prometido verse era porque así sería.

Llegaron a un salón con unas puertas un poco más amplias que las normales, tocó un par de veces para inmediatamente abrirla y adentrar su rostro encontrando así lo que ya intuía. YoonGi sentado frente al piano.

Hol--... —NamJoon no alcanzó a finalizar cuando la puerta contigua se abrió dejando paso a JiMin.

El menor sintió que su pecho explotaría, sus mejillas se tornaron rosas y sonrió para, rápidamente, correr la poca distancia hasta el mayor.

¿M-MinMin? —YoonGi también sintió su pecho llenarse de sentimientos que eran tan cálidos y fuertes que podrían haberle destrozado el corazón, de no ser por el abrazo repentino, él también habría corrido hacia el menor.

Yoonie... —Susurró en su oído.

Pensé... que no te no te vería... —sus palabras podrían dar la ilusión de no querer al menor con él, sin embargo la expresividad de sus brazos al apresar a JiMin con una necesidad que quemaba, decían todo lo contrario, estaba tan feliz de haberlo podido ver de nuevo que no sabía cómo expresarse.

Ah... nosotros... iremos... a la... cafetería. —NamJoon habló nervioso entre pausas pues sentía la mano de SeokJin colarse entre sus dedos.

Ajá. —YoonGi seguía perdido en el contacto del menor.

JiMin ladeó un poco el rostro, que aún seguía escondido en el pecho del mayor, y admiró la puerta cerrándose suavemente. Entonces, con el corazón latiendo fuertemente entre su joven pecho y con los pómulos encendidos al igual que sus sentimientos, se levantó soltándose un poco del agarre del mayor y sonriendo muy, muy cerca de él lo volvió a hacer.

Junto sus labios en un suave puchero —imperceptible en realidad— y luego acarició con ellos la mejilla del mayor. Ese suave contacto sólo dejó paralizado un instante más a YoonGi que le apresó nuevamente, para finalmente dejar un suave, muy suave beso en su cuello, uno sin intenciones de llegar a más, uno con aquella devoción propia de los enamorados clásicos que sólo posaban su boca en aquellos lugares sin pretensiones más que la admiración misma de la persona. YoonGi no puso resistirse, pues el segundo beso llegó tan rápido como el primero en aquella fiesta, JiMin no parecía tener problema con ello, sin embargo sus mofletes encendidos, pintados de un color propio de un amor puro, le decían que el menor comenzaba a corresponderle sin saberlo.

Ah... amh... ¿quieres tocar el piano? —YoonGi se separó deshaciéndose de sus inusuales pensamientos.

Sí. —JiMin aplaudió dos veces lleno de emoción.

La siguiente hora fueron llenas de risas y abrazos cargados de felicidad, pues la "práctica" o la "clase" estaba siendo de lo más divertida. YoonGi no podía evitar sentir esos sentimientos, que quemaban su garganta y consciencia, cada que sus manos tenían que unirse para tocar alguna tecla. Sin embargo siempre culminaba con la risa del más joven al notar que sus cortos dedos no alcanzaban con totalidad las teclas que el mayor, con un solo movimiento, ya estaba controlando. Finalmente ambos terminaron sentados en la banca larga, sentados, uno frente a otro mientras el menor unía sus manos comparando los tamaños.

YoonGi sólo atinaba a admirar sus pequeñas risas y su rostro lleno de emoción. La mano que estaba libre la ocupaba para acariciar las mejillas y cabello de JiMin causando que el sonrojo se expandiera hasta sus orejas. Pasaron instantes así, oscilando entre pláticas cortas sobre cualquier tema, desde los colores del salón, o el sonido del piano, hasta llegar a aquellas donde YoonGi le contaba los problemas con su hermano y su pareja, y JiMin le platicaba con detalle la película que vio con su papá. Sin embargo a veces los silencios cómodos les inundaban pues sólo se sostenían la mano mientras miraban el gran ventanal que iluminaba la habitación sin la necesidad de una lámpara prendida. Las cortinas corridas hacían un juego estupendo que al menor le encantaba.

En un instante se levantaron y caminaron hacia aquel vidrio sin barrotes o suciedad sólo para admirar. YoonGi se estiró un poco y abrió una de las ventanas permitiendo que el aroma otoñal, con tintes de pequeñas hojas cafés tiesas, entrara a la habitación haciendo que las semitransparentes cortinas se movieran en armonía con las palabras que el viento susurraba entre las copas.

JiMin sonrió al ver que una cortina semitransparente les separaba, sólo dejaba ver la figura difusa del mayor, sin embargo, su sonrisa se apagó al pensar que aun así, siendo tan borroso e impredecible, le reconocería en cualquier lado, le vería aun sin la necesidad de una claridad explícita, conocía demasiado a YoonGi como para no prestar atención a los mínimos detalles; como la forma en la que sus grandes y pálidas manos se ocultaban entre sus bolsillos o la manía que tenía de poner un pie frente al otro para descansar, así como aquella pequeña costumbre de tocar cerca de si sien, como acariciando su piel con su níveo dedo. Sonrió, pero tímido esta vez, pues pensaba que había algo que realmente le gustaba a tal grado de simplemente notarle cualquier cosa.

"Me gusta." Repitió aquella frase un par de veces en su mente mientras su corazón le hacía una melodía de latidos nerviosos y sus manos comenzaban a sudar por lo mismo. Bajó su mirada admirando sus propios pies mientras aún la cortina de movía con tenuidad, aun sin permitirle ver con claridad al mayor. Sin embargo... no lo pensó, cortó la distancia con dos cortos pasos —que fueron los más difíciles de su vida— hasta mover la cortina.

YoonGi miró a JiMin en el instante mismo que la cortina se removió dejándole ver, en su cabello había atrapada una hoja seca, él también estaba admirando el perfil del menor a través de aquella cortina que, con una difusión sublime, enmarcaba su figura. Sin embargo no pudo decir algo más... pues otro beso cayó en su mejilla a la par que una risa se coló entre sus oídos gracias a la voz cálida del menor.

Se separó y aprovechó para quitar la hojita de entre sus rebeldes mechones, JiMin volvió a sonreír colando sus brazos por el cuello de YoonGi.

Traje... comida... —susurró en el abrazo.

Gracias. —YoonGi no sólo se refería a los alimentos, sino también estaba agradecido de ser parte de la vida del menor, estaba inmensamente feliz de que JiMin le permitiera experimentar cosas nuevas.

É-ésta vez... tú me darás... de comer. —Sentenció el menor separándose para ir por su mochila.

YoonGi soltó una risa y admiró por última vez el paisaje que se colaba por la ventana...

Sí, JiMin sería su perdición.




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(500 comentarios en el capítulo pasado ;; les amo) cortito porque, sinceramente... quiero escribir otrO CAPÍTULO... (perdonen que sea tan corto 77)

PERO ME HABLAN PARA CENAR

DISPENSEN LOS ERRORES

AH!!!!!

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