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Capítulo setenta y uno «esperanza»



«♪»

TaeHyung acarició el cabello de su primo y le sonrió una última vez antes de abrir las cortinas, tomar su mochila e irse corriendo por las escaleras escuchando los gritos de su madre respecto al desayuno.

¡No tengo tiempo! —Gritó y volvió a correr adentrándose a la casa— ah, mamá... hoy regresaré tarde... muy tarde, en realidad.

¿A qué hora es tarde? —Preguntó su madre juntando sus brazos.

Umh... quizás a las siete... —TaeHyung levantó los hombros.

¡¿En serio?! —Su madre puso sus manos encima de sus mejillas, claramente preocupada— ¿Qué harás?

Tendré... un... trabajo... con... unos... amigos. —TaeHyung mencionó cada palabra con cuidado.

Sé que mientes... pero lo dejaré pasar. —Suspiró.

¡Gracias ma! —Sólo admiró la espalda de su hijo corriendo.

Suspiró pensando en la avena, la leche chocolatada y las galletas que se habían quedado. Los nervios llegaron hasta sus manos cuando cayó en cuenta de la presencia de su sobrino en la entrada de la cocina, seguía sintiendo desconfianza, para ella, JiMin era muy selectivo, y cabía la posibilidad de que lo ignorase todo el día, apenas comiera, y eso claramente la pondría triste. Ella conocía las diferentes miradas en la gente menor a su edad, sobre todo los jóvenes y los niños, y sabía que JiMin encontraba la sombra de su madre en ella misma, quizás el parecido hacía que fuera callado, el miedo provocaba que sus dedos se movieran con nerviosismo, quizás por eso no la miraba. Pero aún así... ella era su tía, lo quería mucho, recordaba con añoranza todas esas navidades en las que el pequeño JiMin en su pijama de pingüino iba y le mostraba sus juguetes de madera —juguetes que ella misma conseguía y que eran los favoritos del pequeño con mejillas suaves—, también recordaba con ternura cuando en la infancia, durante vacaciones —aquellos días en los que JiMin iba a la escuela— entraba corriendo con los brazos abiertos para apresar su pierna gritando "¡Tía!" con una de las voces más cálidas que su corazón podía sentir, además de verlo subirse a una silla para mirar lo que había en la mesa, a veces embarrando sus manos con alguna masa para galletas o pastel. Recordaba verlo a él y a su hijo jugar en su patio trasero, ocultándose en ese árbol que, entonces, no era tan grande. Sin embargo, ahora parecía haber una muralla entre ellos, hacía demasiado tiempo que no veía a su sobrino, y le gustaba tenerlo en su casa... pero no bajo esas condiciones.

¿Quieres comer? —Preguntó suavemente, viendo los hombros del menor encogiéndose sin responderle— ¿Qué te gusta, JiMin? —Sonrió— haremos lo que quieras...

JiMin levantó la mirada, juntó sus manos con fuerza en su pecho, llevaba una sudadera crema que hacía un reconfortante contraste contra su cabello reluciente y acomodado. Movió un poco sus manos y lamió sus labios con suavidad antes de hablar dejando fuera los nervios.

Ho-hot... cakes... —afirmó tembloroso— pero... mhh... —removió sus dedos— ¿P-pue... puede... ser... de ave-... avena... y... le-leche... de... coco?

La mujer lo miró sorprendida y JiMin, al encontrarse con el silencio, iba a negar, iba a decir que cualquier cosa estaría bien, incluso tocino o huevo... él lo comería con tal de que no lo contara a su mamá.

No tengo mucha avena... —habló la mujer llevándose la mano a la barbilla— y tampoco tengo leche de coco.

Umh... —JiMin suspiró nervioso.

Iré a comprar... —sonrió la mujer caminando sonriente hasta obtener las llaves que colgaban en un perchero cerca de JiMin, allí miró el perfil de su joven sobrino y mordió sus labios— o... ¿quieres ir conmigo?

JiMin abrió los ojos totalmente sorprendido, sus labios sonrieron con fuerza y asintió varias veces limpiándose sus manos en su propio pantalón, con los nervios quemando su corazón y dudas en su mente. La mujer sonrió con suavidad mirando a su sobrino, era muy de mañana, el frío de la oscuridad seguía presente entre las calles y el joven sólo traía un short —que ocupaba como pijama a veces— y aquella sudadera.

Ve a ponerte unos pantalones... —asintió.

JiMin dio un paso y luego miró a su tía, ella volvió a asentir señalando las escaleras, el menor asintió y esta vez trotó hasta subir a la habitación para cambiar su ropa. La mujer había pensado que, quizás, su sobrino tuviera miedo de que ella se fuera dejándolo solo, poco sabía que JiMin había volteado con la duda en sus ojos, pensaba que ella era igual que su madre, y su madre siempre escogía su ropa, pero una pequeña felicidad inundó sus mejillas cuando ella lo dejó libre. Así, escogió el pantalón que más le gustaba y cambió su sudadera por una playera blanca de mangas largas con letras en los brazos, ambas prendas le gustaban mucho y, pensó, era un día que comenzaba feliz pues saldría con su tía. Bajó y admiró a su tía limpiando unas plantas con un trapo húmedo. Sonrió al verlo pero de inmediato negó.

Te va a dar frío. —Sentenció ella.

Él comenzó a ponerse nervioso.

Ven... —pasó a su lado subiendo por las escaleras.

La felicidad de JiMin parecía apagarse, pensó que al final si escogería su ropa. No obstante pasaron de largo dejando atrás la habitación de TaeHyung, y por ende, el lugar en donde guardaba sus cosas. Siguieron hasta la última puerta en el pasillo encontrándose con la madera blanca pintada que daba alusión a ser de algún cuento, JiMin soltó una pequeña sonrisa al pensarlo. La mujer abrió con lentitud y la luz iluminó el pasillo, entró a la habitación y JiMin la siguió despacio.

Eran paredes color crema, tenía ramos secos de flores colgados encima de un tocador cuyo espejo era redondo y con tintes viejos. A su lado había una lámpara que parecía ser de aquellas que salían en las películas, había un perchero grande del que colgaban elegantes sacos y tres sombreros, a lado de este un enorme mueble blanco con bonitas manijas que parecían estar hechas de flores metálicas. Giró la cabeza interesado encontrando una cama matrimonial cuyo cobertor color verde pastel parecía ser esponjoso, encima de la misma cama habían un par de cortinas acomodadas a los laterales, aquella cama, con dos grandes y rectos tubos sobresaliendo —que terminaban con forma de rosas— parecía ser de aquellas películas viejas que veía con su padre o de los cuentos que leía con YoonGi. La ventana, como en la habitación de TaeHyung, era grande, de esta sobresalían las dos pesadas cortinas color café claro que estaban celosamente posicionadas a los lados permitiendo que el sol abrazara toda la habitación. Se sintió conmovido, no lo pensó, simplemente caminó hasta allí encontrándose que, a lado de la ventana, había una pequeña jarra, un vaso, un largo y delgado florero con tres pequeñas flores blancas, un par de libros y libretas amontonadas en las patas de la misma mesa y una mecedora que parecía estar tejida a mano, pues las puntadas con las que se mostraba el plástico parecía ser cuidado pero no perfecto. JiMin subió las manos hasta su pecho, él quería poder tomar algo allí y mirar la lluvia o los atardeceres, quería que su ventana se pareciera a ella, quería que su cama tuviera cortinas tan bonitas que pudieran moverse con suavidad cuando abriera la ventana, quería todo eso... sintió las manos de su tía en sus hombros y dio un pequeño brinco, sin embargo también sintió la suavidad de algo rozándole el cuello...

Esta bufanda te va bien... —susurró su tía después de haberlo mirado con suavidad, admirando los ojos con brillo que demostraban todos los sentimientos de un joven encerrado.

Umh... —JiMin no sabía cómo sentirse, lentamente su tía lo condujo frente al espejo del tocador y allí admiró los múltiples botes de cremas, los esmaltes de uñas que se mostraban claros, los labiales pálidos y algunos otros accesorios que desconocía. Pero también se admiró, miró su reflejo, la bufanda era negra con puntadas grandes y gruesas que sólo añadían esponjosidad, recordó que quizás esa era como las que usaba YoonGi... y de inmediato le fascinó soltando una sonrisa.

Si te gusta mucho... puedes quedártela. —Finalizó ella.

Gracias... —JiMin sonrió queriendo abrazarla, conteniendo las ganas por la vergüenza.

También... —siguió hablando mientras salía y era seguido por el menor— si te gusta mucho la ventana puedes ir allí. —Sonrió bajando las escaleras, haciendo un ruido seco con sus zapatos café pálido con escaso tacón— Tae me dijo que sueles leer. —El menor se tensó— igual suelo hacerlo, no como antes, pero podríamos estar los dos allí. ¿Mh?

JiMin, de nueva cuenta, acunó sus ojos con sus mejillas por la sonrisa que brindó, asintió emocionado y salieron, por fin, de la casa, dispuestos a comprar cosas para el desayuno.

Durante el viaje el menor miraba las hojas y murmuraba los pasos que daba, los perros que veía o las casas que le eran atractivas. No fue sino hasta que su tía comenzó a contar con él que se animó a hacerlo de manera audible. Llegaron al supermercado y JiMin ya hablaba con más confianza, si algo le gustaba mucho de su tía era que tenía los mismos ojos que TaeHyung, esos que eran inyectados con brillosa bondad y honestidad, fue por ello que logró contar sobre todo lo que pensaba, narrando —tímidamente— sobre YoonGi y como aprendió a cocinar con él, como su papá y SeokJin compraban leche de coco o almendra para él y como no le gustaba, para nada, la carne. Su tía agradecía que el pequeño contara cosas que recordaba, pues había dejado de mostrarse aquellos ojos tristes para soltar pequeñas sonrisas avergonzadas. Rápidamente habían escogido qué comerían —además de llevar un pastel extra que JiMin no había dejado de mirar y que su tía no se contuvo de comprar—.

Es mango... —habló JiMin cuando iban a la caja registradora— me... gusta... el mango. A-además... arriba tiene... umh... flores.

Sí. —Su tía asintió sonriendo mirando la emoción de su sobrino.

¿L-lo comeremos... con Tae? —Preguntó.

Para la merienda estaría bien ¿no? —Colocó con lentitud los productos para poder pagar y salir.

El resto de la mañana fue igual, JiMin susurrando cosas que había vivido e incluso leído mientras hacían los hot cakes y exprimían el jugo para obtener la pulpa fresca de las naranjas. La mujer escuchaba atenta y se sorprendió en demasía cuando escuchó sobre fotografía y poesía de la boca de su sobrino, sorprendiéndose por la facilidad con la que mencionaba a algunos autores, algunas técnicas, mencionándole como, desde el día que había tomado un libro, una cámara, su visión parecía haber cambiado, pues ahora cualquier nube que veía, cualquier hoja que se mostraba —incluso señaló las cáscaras vacías de la naranja— podían ser objeto de fotografías o bien, escribir sobre ello. La mujer halagaba su visión pues ella ciertamente era apasionada de la poesía, pero siempre se sintió limitada para poder escribir, también, por ejemplo, mientras el olor de los hot cakes inundaba la cocina, confesó ser fiel seguidora de la pintura "incluso pintaba" mencionó.

¿P-por qué... ya no? —JiMin se acomodó en la mesa esperando a su tía quien servía su café caliente.

Bueno... ya no tengo tiempo, JiMinnie. —Ella, sin querer, se tensó, no sabía cómo reaccionaría su sobrino ante el apodo.

Umh... —JiMin no le dio importancia— siempre hay tiempo. —Asintió— no... no tener... tiempo... es algo que los... hombres grises... quieren. —Afirmó tomando el pote de miel colocando encima de sus hot cakes una porción del espeso líquido haciendo que fuera en forma de estrella, aunque salió deformada por la caída lenta.

¿Hombres grises? —Preguntó ella conmocionada.

Momo.

¿Qué?

L-lo leí en Momo... —asintió tomando un tenedor partiendo uno de sus hot cakes comiendo con tranquilidad.

No lo he leído. —Levantó ella los hombros suspirando con un poco de tristeza.

Te-tendrás... ti-tiempo... cuando... lo leas... verás que los hom-hombres... grises sólo quieren... nuestro tiempo. —Sonrió— pero... siempre... debemos tener tiempo... para los que... queremos y... para nosotros.

La mujer dejó el tenedor en la mesa mientras veía a su sobrino tomar un trago del vaso de jugo con una mínima sonrisa. Lo miró en silencio pensando cómo su hermana no podía ver todo lo que JiMin era, la inteligencia, la franqueza, lo rápido que entendía y lo diferente que sentía las cosas. Sonrió asintiendo mientras probaba su café para finalizar diciendo

Creo que estás aquí para enseñarme muchas cosas.

JiMin se encogió en hombros por la sonrisa tan franca que soltó, negó con aquellos mofletes inundados en sonrosado color y movió sus manos en su regazo.

To-todos... aprendemos... de todos, tía.

Ella simplemente asintió con una sonrisa mientras en su mente sólo estaba el deseo que proteger a su sobrino de aquellas cosas que su hermana quizás distorsionaba. Miró su café y pensó en preguntar por aquel acosador, sin embargo negó mentalmente decidiendo tomar tiempo, JiMin contaba las cosas con paso lento, sin prisa, así mismo escuchaba y sentía, por ello mismo retenía tanto y podía analizar con la misma intensidad.

Acabaron el desayuno y el menor ayudó a recoger y lavar algunos trastes mientras ella los acomodaba. Al finalizar, mientras platicaban sobre qué prepararían juntos para la comida y la cena, ella soltó sin pensarlo...

Mañana limpiaré el jardín... ¿me ayudas?

JiMin pareció tensarse, negó con rapidez y bajó la mirada.

¿No quieres?

N-no debo...

¿Por qué?

Ma-mamá...

Ella no quiso preguntar la razón por la que JiMin había sobado sus manos, no quiso hacerlo porque sabría que llamaría a su hermana preguntándole por qué...

Ella no está aquí.

Nuevamente la sonrisa renació en los labios del menor con una confianza que le estaba agradando demasiado.

«♪»

JiMin escuchó la voz en la bocina, abrió su boca sorprendido y miró a su primo quien sólo soltó una sonrisa.

Yoonie... —susurró tapando su boca evitando los sollozos.

"MinMin... oh, mierda... ¿cómo estás?" —JiMin, por primera vez, pasó por alto las maldiciones, caminó hasta la cama y allí se permitió llorar.

Yoonie... —sollozó haciendo que le corazón del pálido, del otro lado de la línea, se encogiera— Yoonie...

"MinMin... ¿estás bien?" —Preguntó no queriendo llorar, no frente al menor que tanto extrañaba.

Yoonie... —sollozó una vez más— perdón...

"¿Por... por qué pides perdón, MinMin?"

Mi... mi mamá... —sorbió su nariz mientras sus ojos se inundaban de lágrimas— te... umh... pe-pegó... yo no... no quería... lo siento...

"No fue tu culpa... y... y además... no dolió... no llores, por favor."

En un instante JiMin comenzó a reír suavemente mientras seguía llorando, YoonGi no supo cómo sentirse ante aquellos sollozos que eran acompañados por una suave risa que podía mermar o hacer doler más su corazón.

"¿MinMin?"

Es... es que... —JiMin limpió torpemente sus ojos— sa-sabía... que no... me dejarías... sé... sé que mamá... piensa que lo harás... pero... —hipó— yo... umh... sabía... que no.

"Jamás..." —escuchó un suspiro.

Yoonie... —volvió a llamar.

"¿Sí?"

Pronto regresaré... —afirmó con una seguridad que no sabía si podía poseer— pronto.

"Lo sé, MinMin... lo sé."

Y... —JiMin limpió las lágrimas que no dejaban de caer por sus mejillas— y... comeremos... pastel... cele-cele... celebraremos nuestros... seis... meses... de nuevo.

"Sí, MinMin, lo haremos."

TaeHyung subió sus cejas sorprendido por la cantidad de meses juntos.

"MinMin..." —volvió a llama el pálido— "¿Cómo están tus manos?"

E-están un... un poco... umg... —hipó— ro-rojas... pero... no me duelen.

"Deberías pedirle a tu primo una pomada..."

L-lo haré...

"MinMin..."

¿Sí?

"Cuéntame qué hiciste..." —mencionó sabiendo que su corazón extrañaba tanto la voz y presencia del menor que cualquier cosa que este dijera lo calmaría.

JiMin escuchó la puerta y admiró a su tía con una charola... se asustó por un instante, sin embargo miró a TaeHyung dejando la misma en la mesa mientras salía con la mujer del cuarto. Limpió un poco sus ojos de las lágrimas que seguían acosándolo y sonrió.

Hici-hici... hicimos... —sus palabras eran detenidas por su hipo y los sollozos que, de momentos, lo inundaban— hot ca... cakes... de... ave-avena...

Y así... comenzó a contar todo el día y la noche anterior, relatando la diferencia en los baños, diciéndole que este era más pequeño pero le encantaba o cómo dormía con su primo que enredaba sus piernas en su cadera, o cómo había hablado hoy con su tía. Todo, contó todo... las hojas que vio, los coches que contó, pues ambos pensaban —en silencio— que detallando el día hasta en lo más mínimo era volver al contrario parte de sus recuerdos y daba una sensación de tenerse cerca.

«♪»

Subió con una charola en la que se encontraban dos trozos de pastel, ella comería el suyo mientras veía por la ventana, le gustaba hacerlo porque lo sentía como un momento de relajación. Tocó la puerta de su hijo y cuando este abrió sólo escuchó los sollozos de su sobrino, alarmada cuestionó a TaeHyung.

¿Qué le pasó? —Mientras preguntaba asustada, TaeHyung tomó la charola, colocándola encima de la mesa, avisando con una seña a JiMin del pastel, quien sólo asintió.

Mamá... —TaeHyung pronunció dudoso.

¿Le hiciste algo? —Preguntó incrédula.

No... bueno algo así. —Levantó sus hombros.

¡Tae! —Reprochó.

¿Recuerdas al "acosador"? —Las comillas de la última palabra fueron ejempladas con sus dedos.

Sí.

Lo conocí hoy.

¡¿Qué?!

No es ningún acosador, mamá... —TaeHyung rascó un poco su nuca sabiéndose nervioso— umh... él... —suspiró— él es el novio de JiMin.

¿Novio?

Sí.

Se... ¿De casualidad se llama... Yoon... mmh... algo...?

YoonGi... sí... —TaeHyung levantó las cejas sorprendido— ¿cómo lo sabes?

Estuvo mencionándolo mucho, a él y a SeokJin. —Ella movió una mano hasta su rostro, acariciando con suavidad sus mejillas.

TaeHyung la tomó por los hombros y la abrazó, estaba dispuesto a contarle todo, confiaba en el buen corazón de su madre, confiaba en que ella no diría nada a la madre de JiMin.

JiMin es muy listo... ¿no? —Susurró ella devolviéndole el abrazo— JiMin hizo muchas cosas por sí mismo.

Es buen tipo, mamá... está muy preocupado por JiMin... —se separó— él... no pude evitarlo, quise que se llamaran, quería ver la reacción de JiMin... ha estado llorando pero... —sonrió suavemente— no ha dejado de sonreír un solo minuto.

Si lo dices tú... —sonrió— debe ser verdad... aunque... me cueste asimilarlo. —Soltó una risa— él sigue pareciendo un bebé... —dejó de sonreír pensando en las pláticas que JiMin soltaba mostrando sus intereses y lo que sabía él mismo de la vida— pero no lo es... ¿No es así?

JiMin sabe cómo cuidarse. —Afirmó TaeHyung.

Si tengo la oportunidad... —susurró ella— me gustaría conocer a ese joven... —sonrió— ¿es como JiMin lo cuenta? —Preguntó recordando todo lo que JiMin soltaba de él, lo que enseñaba, lo que hacía, cómo contaba con paciencia.

Es más feo de lo que JiMin dice... pero sí. —Mencionó él haciendo a su madre reír causando que ella misma soltaba un suave golpe en su brazo.

«♪»

Ah... llo... lloré mucho... —JiMin seguía con el teléfono en su oído tallándose con insistencia sus ojos.

"Siempre eres bonito. Siempre te ves bien, MinMin." —Habló YoonGi sabiendo que el menor se refería al disgusto por sus ojos hinchados.

M-mis... ojos... se hinchan... —puchereó.

"Siempre. Te. Ves. Guapo. MinMin." —Replicó haciendo una pausa entre cada palabra haciendo que le menor se sonrojara entre risas.

N-no quiero co-colgar... —susurró triste.

"Ah... es que es noche ¿no es así?" —Se escuchó un suspiro.

No quiero.

"Yo tampoco..." —un "mmh" se escuchó ronco— "pero tienes que dormir... me dijiste que mañana arreglarías el jardín con tu tía."

Sí.

"No debes estar cansado..."

Pero... pero... yo... te extraño.

"Yo también... demasiado, MinMin..." —un nuevo suspiro resonó, JiMin pensó que YoonGi estaba haciendo aquello demasiado, quizás se debía a sus ansias por no llorar— "pero necesitas dormir..."

Yoonie...

"Te quiero." —JiMin detuvo sus pensamientos y palabras, pues era la primera vez que el pálido lo decía antes que él.

¡Y-yo... yo también! ¡Mucho! ¡Mucho! ¡Mucho! —Repitió sintiendo el picor en sus ojos por la injusticia de no verlo.

"Lo sé..." —escuchó la voz de YoonGi inestable... como si... quisiera... llorar.

N-no llores, por favor. —JiMin se recostó en la cama.

"Es... es sólo... sólo..." —Un nuevo suspiro resonó— "sólo quiero saber que estás bien."

Lo estoy...

"S-son... son casi las doce, MinMin... debes dormir."

Quiero dormir contigo. —Afirmó seguro.

"Después... te prometo que después lo haremos..."

¿Cuándo regrese?

"Ese mismo día."

Está bien. —JiMin sonrió y volvió a limpiar sus ojos.

"Buenas noches, MinMin... duerme."

T-tú también, por favor.

"Lo haré..." —sonrió por la respuesta.

D-dile... a Nammie... a Hobie... que los extraño mucho también. —Afirmó.

"Sí, se los diré."

Te quiero...

"Yo también, come ese pastel y duerme, MinMin."

S-sí.

"Te quiero, descansa, bonito."

JiMin comenzó a reír avergonzado y abrazó una almohada contra su pecho queriendo apaciguar todos los sentimientos de su corazón, sin embargo al estar sosteniendo el teléfono con una mano aquella acción no pudo ser realizada con éxito. 

¿S-soy bonito?

"Mucho."

Umh... —JiMin trató de controlar su sonrojo— amh... ¿Hablaremos después?

"Mañana."

¡¿Mañana?!

"Sí..."

E-está bien... —JiMin sonrió— ha-habla... hablamos mañana...

"Si..."

Duerme... a... a ve-veces... no lo haces... —puchereó.

"Lo haré, lo prometo."

Y, unas despedidas más que tenían tintes de no querer concretarse, colgaron el teléfono, JiMin no dejó de abrazar a su primo agradeciendo mientras este pensaba que quizás YoonGi si era la persona cálida que JiMin comentaba —no pudo evitar sonreír cuando escuchó el "bonito" que YoonGi soltó y que fue audible gracias a su grave voz—. Comieron el pastel mientras JiMin no dejaba de sonreír preguntándole a su primo cómo había contactado con su novio y éste le contaba cómo había ido a visitar a SeokJin y "por casualidad" se encontró al pálido chico allí.

JiMin salió del cuarto con una sonrisa, se dirigió al de su tía y se despidió para dormir con un abrazo y un beso corto. La mujer esperaba que al día siguiente JiMin contara todo lo que tuviera que ver con su supuesto novio.

YoonGi, por su parte, se sentó en el sillón con los ojos rojos pero las mejillas encendidas en una felicidad atípica de él. Miró la cajetilla de cigarros en la mesa y negó pensando que había prometido al menor dormir y así lo cumpliría.

Ambos durmieron, en diferente posición, con diferentes sábanas pero la misma sonrisa inconsciente, la del menor sabiendo que YoonGi, a pesar de todo, lo seguía queriendo y lo extrañaba tanto como él, y la del mayor plasmada en tranquilidad por saber el bienestar de su joven pareja. Ambos sintieron una fuerza naciendo... sobre todo YoonGi, quien usaría todas las esperanzas que su novio implantó con unas palabras, para ayudarlo a salir de las garras de su madre.



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 ¿Qué les pareció?

 Espero que la plática entre ambos no los haya decepcionado y hayan esperado algo más meloso, juro que a mí me tocó un poco el corazón JAJAJA quisiera haberlo hecho con más sentimiento pero eso sería cambiar nuevamente tooooodo y creo que es un error del que podría arrepentirme después.

(más de 3,800 palabras... wow... perdón si es largo xD)

Gracias por su apoyo. Gracias por todo. Gracias por leer. 

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