Capítulo cuarenta «siesta»
«♪»
Guardó sus cosas metiendo, por vez primera, el pequeño oso que tenía al principio de su cama, aquel que le acompañaba en las madrugadas cuando tenía ganas de presionar algo contra sus brazos. También acomodó su suéter lanudo color crema —cuya gorra tenía adorno de pequeñas orejitas— acomodando, al final, el pequeño traste en el que habían dos sándwiches, sabía de antemano que el mayor tendría comida en su casa, así lo había dicho, pero no estaba de más mostrar un poco de educación llevando algo hecho por él mismo. Miró su mochila azul cielo y soltó una risa mientras se metía a la cama, pues sabía que por más que se preparara siempre iba a estar nervioso, pues cuando se levantaba quería siempre arreglarse lo más que podía y ello causaba un leve retraso en los horarios.
Y esa mañana no fue la excepción, aunque se levantó a la seis de la mañana, desayunó y se ducho —siempre con los patitos de testigos— se tardaba en el espejo, no sabía cómo acomodar su cabello, ni si su camisa se veía mejor fajada o suelta... e incluso no sabía si debía cambiarse de camisa por una simple sudadera. Era tenso porque hasta pensaba demasiado sobre qué calcetines usar, le costaba porque su papá, recientemente, le había llevado de todo tipo, desde unos simples y monótonos colores, hasta otros que tenían dibujos pequeños y, sus favoritos, aquellos que tenían cara de perrito.
Decidió ocupar los blancos sin estampado alguno y se colocó sus tenis negros para tomar su mochila y bajar trotando las escaleras para encontrarse a SeokJin, quien estaba sentado leyendo en el celular un par de mensajes. Su hermano mayor sonrió al verle, como era usual, tan arreglado pero al mismo tiempo con esa simpleza que era característica de su personalidad, aquella naturalidad que era acentuada en su cabello acomodado pero sin producto extra alguno que no fuera el shampoo o el acondicionador.
— ¿Listo? —Preguntó guardando su celular en su pantalón tomando la pequeña mochila de piel sintética ajustándola a su brazo. JiMin asintió y ambos caminaron hacia la puerta soltando un lejano grito a su madre.
JiMin sabía el camino, después de las primeras cuatro veces lo había aprendido rápidamente, así que sentía que podía ir por él solo, pero seguramente SeokJin no lo dejaría y YoonGi le regañaría. Por lo que siempre caminaba tranquilamente acompañado del paso de su hermano. Siendo las siete y media de la mañana el sol recién se asomaba pero no de manera exagerada, sino apenas iluminando parte de algunas casas que, debido a sus cristales, reflejaban la luz hacia ellos. Escuchó el trinar en las copas de los árboles mientras suaves aleteos acompañaban la armonía, ver las calles con un montón de hojas secas acomodadas en las esquinas era su panorama favorito, sin embargo siempre, siempre llegaba un hombre a limpiarlo. JiMin pensaba que, si fuera por él, dejaría las hojas en ese lugar, sin moverlas del reposo donde cayeron al morir lenta y armoniosamente del árbol, le daba un toque de color a las típicas y clásicas casas, al asfalto gris opaco y a la gente que, quizá por las presiones sociales, también era color gris, él sólo pensaba que un poco de vida irónicamente muerta, sería algo que podría alegrar a todo el ambiente, pero nadie parecía pensar igual que él, porque cuando llegaron a la esquina encontraron al hombre uniformado totalmente de azul oscuro con el costal blanco —y sucio— en sus manos mientras que con la otra sostenía torpemente una escoba, dispuesto a quitar las "molestas hojas".
Si JiMin pudiera se llevaría todas a casa.
Atravesaron la gran plaza encontrando con la fuente que recién comenzaba a despertar mientras alguna señora ponía una pequeña mesa y ofrecía pan junto con bebidas calientes, admiró a algunos perros correr libres por aquel espacio que comenzaba a llenarse de vida y luz, perros que seguramente estarían esperando por algún trozo de comida, y es que las últimas veces él había dejado caer accidentalmente un pequeño trozo de pan al suelo mientras que por mera coincidencia algún cahorrito pasaba. Y hoy no fue la excepción, sacó discretamente de su mochila un pequeño bollo, lo partió a la mitad y lo tiró rápido para guardar el resto del alimento, sonriendo al girarse notando al perrito café engullendo el alimento feliz.
— ¿Puedes esperar? —SeokJin le habló.
JiMin realmente quería decir que no, que él conocía dónde vivía YoonGi, que después de tanto tiempo lo había aprendido, pero no quería iniciar una discusión, por lo que simplemente asintió bajando la cabeza.
— Necesito saber si NamJoon me esperará en la casa de YoonGi... —Replicó sacando su celular marcando.
JiMin miró discretamente el camino sabiendo que en dos esquinas más tendría que doblar a la derecha, serían cuatro edificios, deteniéndose en el color beige —cuyo color se estaba desvaneciendo para dejar el simple color del ladrillo—, aquel edificio que tenía un ficus afuera, cuyas hojas eran grandes y desordenadas, un árbol realmente bonito. Tendría que subir las escaleras cuyo barandal era negro, pinchar en el pequeño tablero colocado en la pared el botón que tenía el número doce y luego escuchar al mayor diciendo algún monosílabo para que la puerta se abriera, así el entraría no sin antes limpiar sus zapatos en el tapete enorme de la entrada del edificio, caminaría por el pasillo cuyos focos funcionan menos el último, subiría las escaleras —porque subir al elevador solo le daba miedo— hasta llegar al piso siete, donde se detendría y caminaría hacia la derecha, pasando las primeras tres puertas para, al final, tocar la única puerta que no tenía stickers o algo pegado en la misma, el único espacio que tenía un pequeño cactus fuera.
Sin embargo todo ello tendría que hacerlo sí o sí con su hermano, por lo que simplemente esperó.
— Ya... JiMinnie, vamos. —Habló nuevamente su hermano para tomarle de la mano y caminar nuevamente.
Siguieron los pasos exactamente como él los recordaba, exceptuando las escaleras, pues si tenía a SeokJin se animaba a tomar el elevador. Cuando estuvieron frente a la puerta de YoonGi, JiMin se levantó un poco del suelo, apoyándose en las puntas de sus pies, para tocar el timbre.
YoonGi apareció sonriente aunque con un rostro cansado, no era para menos, la noche anterior platicaron demasiado por teléfono hasta que JiMin, simplemente cayó dormido, aunque YoonGi se mantuvo despierto. SeokJin le sonrió y miró a su hermano adentrarse.
— Vuelvo por ti a las siete... —Asintió.
JiMin le miró y su ceño se frunció en tristeza mientras hacía un puchero.
— No, no de nuevo. —Señaló SeokJin con el dedo a JiMin— lo estás haciendo de nuevo... quita esa carita.
— Jinnie... —puchereó.
— Ok... a las siete y media. —Afirmó.
— Jinnie... —volvió a rogar con sus ojos.
— Detente. —Gruñó tapándose los ojos— no....
— Vamos, ya una vez lo llevé yo hasta la esquina de tu casa... ¿por qué no hoy otra vez? —Preguntó YoonGi levantando los hombros.
— Sí... sí... por favor... —juntó sus manos el menor de los presentes.
— Esa vez fue la única porque la premier era muy noche y no podía venir por ti, JiMin. —SeokJin quitó las manos de sus ojos arrepintiéndose al instante— ¡Por dios quita esa cara!
— Jinnie~...
— Ok... ocho.
— Nueve. —Regateó YoonGi.
— Ocho y media. —Refutó SeokJin.
— ¡Doce! —Gritó emocionado JiMin.
Ambos mayores le vieron, por su lado a YoonGi no le molestaba en absoluto, mientras que el rostro de SeokJin era un poema de confusión, no entendía si su hermano menor comprendía que hablaban de la hora.
— ¿Qué? —Preguntó.
— ¡Doce de... la noche! —Volvió a asentir.
— Me parece bien. —Asintió YoonGi.
— Tú cállate, YoonGi. —Se palmeó la frente SeokJin— es muy tarde.
— Once cincuenta y nueve. —Volvió a mencionar YoonGi ignorando el regaño recibiendo un asentimiento de JiMin.
— ¡JiMin, es muy... —sintió un abrazó por la cintura que le cortó el aliento— noche...
— Hola... —sonrió JiMin saludando a NamJoon.
— Hola, JiMinnie, YoonGi... —asintió sonriente— ¿diez y media...? —habló el recién llegado apegándose más a SeokJin.
— D-diez... —respondió SeokJin tratando de ignorar los brazos de NamJoon.
— Once cincuenta y ocho. —Volvió a hablar YoonGi a lo que SeokJin sólo rodó los ojos.
— Doce... —habló pucheroso JiMin.
— ¡Bien! ¡A las once será! —Suspiró SeokJin.
JiMin y YoonGi admiraron a los dos marcharse tomando el elevador, momento que JiMin aprovechó para besar suavemente la mejilla del mayor recibiendo una caricia y un suave beso en su sien, cosa que le causó una sonrisa tierna. Caminó confiado por la casa, habían pasado algunas veces desde la primera vez que pasaron juntos todo el día, YoonGi había convencido a NamJoon de que podría pasar el tiempo con SeokJin a lo que claramente no negó, mientras que él estaría todo el día con JiMin. La primera vez fueron a desayunar a un restaurante, uno que tenía un balcón muy amplio y en cuyas bocinas —acomodadas estratégicamente en las esquinas— se reproducía el agradable sonido de una guitarra armoniosa, después de allí pasearon por los alrededores con las manos unidas, acariciaron un gato y a un perrito, además de irse a pasear por las tiendas de mascotas, lugar donde se le permitió acariciar a los pequeños y verdes periquitos.
Las demás veces no habían distado demasiado, habían estado llenas de paseos por el parque, caminatas sin rumbo, películas en su sala, comidas cálidas y muchos... muchos besos. JiMin comenzaba a sentir aquella sensación dulce más y más fuerte cada que sus labios se posaban en las mejillas del mayor, además de percibir ese sonrojo colándose por todo su rostro ante aquellos actos siendo correspondidos. Medio mes estaba pasando de las vacaciones entre esos pequeños planes espontáneos y YoonGi pensó que jamás había experimentado unas mejores vacaciones, simplemente ser parte de la vida de JiMin le era suficiente, recordaría con cautela y detalladamente, cada uno de los momentos que vivió junto a él, como aquel en donde encontraron un teatro de marionetas al que entraron sin pensarlo, para luego escuchar la cálida voz de JiMin exponiendo lo que le había gustado y disgustado de la obra. O aquella vez en que unos músicos urbanos habían tomado un pequeño espacio en la plaza comenzando a tocar rítmicamente y JiMin sólo le abrazaba meciéndose con el ritmo para al final alentarlo a dejar juntos unas monedas en la pequeña lata del centro.
También recordaba aquel momento en el que el menor comenzó a jugar con el agua de la fuente mojándole entre risas para luego pedirle perdón al verle con frío, dichos "perdón" estaban llenos de abrazos y suaves besos.
JiMin le estaba matando lentamente.
Tan lento que no podía quejarse, le gustaba demasiado.
— ¿Dormiste bien? —Preguntó estirándose, deseando sólo tomar una siesta.
— Tengo sueño. —Replicó JiMin sonriendo.
— ¿Quieres dormir, MinMin?
— Sí...
YoonGi asintió, su yo del pasado le habría preguntado al menor por qué no se quedó en casa a dormir, pero él sabía, o más bien aprendió, que JiMin también quería estar desesperadamente con él, aún no podría definir con qué intenciones, porque su frío racionalismo le gritaba que sólo había sido producto de una amistad, mientras que su egoísta corazón quería pensar que su fría y tosca personalidad podría enamorar a alguien como JiMin, podría lograr instaurarse en esa parte de su corazón que nadie había explorado. Sus sentimientos siempre se dividían, entre el deseo sentimental y lo que sería mejor para el menor, él no quería aprovecharse de alguien cuyos sentimientos eran tan puros... él no quería ser aquel que lastimara a JiMin, no se lo perdonaría jamás.
— Yoonie... —habló JiMin admirando como el mayor prendía la televisión para buscar alguna película.
— ¿Sí?
— Quiero dormir. —Habló abrazando su mochila.
— Sí... dormirás, veremos lo que aguantemos de una película... ¿sí? —Miró al menor.
— No... —habló firmemente, lleno de esa seguridad que sólo poseía su pecho cuando estaba con el mayor.
— ¿No? ¿Entonces...?
— Quiero dormir. —Señaló el cuarto del mayor.
— Oh... ¿quieres dormir allí? —El menor asintió— ok.
YoonGi llevó al menor hasta la recámara, la cual estaba con un poco de penumbra debido a las cortinas cerradas y a las luces apagadas, miró con tristeza su cama destendida y giró para acariciar el cabello del menor.
— Te vendré a ver cuándo el desayuno esté listo. ¿Sí? —Sonrió paseando sus dedos por las suaves hebras.
— No... —JiMin tomó la mano del mayor apresándola entre la suya— duerme conmigo.
— ¿Qué?
— Duerme conmigo. —JiMin se sonrojó— por favor.
YoonGi asintió nervioso y le dijo que comenzara a acomodarse en la cama, lo que implicaba que se quitara su chaqueta azul marino para poder dormir más tranquilo, mientras él iba a apagar la televisión y a cerrar la puerta con seguro, pues aunque fuera un edificio seguro siempre tomaba precauciones, apagó las luces y caminó hasta la única habitación que estaba con iluminación.
Miró a JiMin acomodándose entre las cobijas de su cama individual, tapándose las piernas y allí logró admirar el suéter lanudo que tenía, sonrió al verle con el gorro puesto admirando las dos pequeñas orejitas que se balanceaban con el movimiento de su portador. Se quitó la sudadera aventándola a la pila de ropa que tenía en una silla y apagó las luces asegurándose de cerrar bien las cortinas para que la luz matituna no les molestara.
— Yoonie... —susurró JiMin.
— Ya voy.
YoonGi se sentó en el borde de la cama y se recostó a su lado sintiendo como automáticamente el menor se pegó a su cuerpo abrazándole y recargando su cabeza en su pecho. JiMin comenzó a sonreír y con su mano buscó entre las cobijas el pequeño oso que había traído colocándolo en el pecho del mayor.
— ¿Qué es... esto? —Escuchó la voz adormilada del mayor, cosa que le causó un sonrojo enorme y unos latidos fuertes.
— Mi... osito... —susurró JiMin levantando su rostro guardándolo en el cuello del mayor.
— Oh... —YoonGi asintió— tengo... sueño... —habló más perdido en el cálido aroma del menor.
— Abrázame... —pidió JiMin pegando más su nariz contra la piel del mayor.
YoonGi soltó un suspiro mientras paseaba sus manos por los hombros del menor terminando por apresarle por la espalda paseando su mano desde arriba hacia abajo creando una arrullo para el menor.
— Te quiero... —susurró adormilado el menor mientras su respiración se pausaba poco a poco denotando que estaba cayendo en el más profundo sueño.
— Yo... también... —repitió YoonGi aprovechando su posición para besar su frente— te quiero, MinMin...
Ambos durmieron siendo calmados por los latidos del contrario, atestiguando la calidez de las piernas del ajeno, soltando suspiros al sentirse tan tranquilo. Para el menor fue la primera vez en mucho tiempo que pudo dormir abrazado a alguien sin que le incomodara del todo, y para YoonGi fue la primera vez en mucho tiempo en la que durmió rápidamente y no despertó por dolores de cabeza.
Ambos ignoraban cuánto bien le hacían al contrario.
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En serio que ya quería escribir esto ;; dklasjdklasjdklsa...
Gracias por leer ;A;)9 les amo demasiado.
Gracias por sus palabras <3 mucho amor para ustedes <3 <3 <3
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