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Capítulo 8: La muerte lo sorprende

Un sonido chirriante llegó a los oídos de Yusuke, su mundo se sintió fuera de equilibrio mientras se volcaba. Algo lo había empujado, pero no sabía qué. Y por un momento, sintió como si estuviera durmiendo, flotando en una neblina sin sueños boca abajo.

Cuando volvió en sí, Yusuke se sintió... bien, para su gran sorpresa. Estaba seguro de que algo lo había golpeado. Fuerte. Pero le costaba recordar. Cerró los ojos y se concentró en traer el recuerdo a la mente.

Pero dejó eso de lado por ahora. Mientras trataba de averiguar qué le había pasado, finalmente se dio cuenta de algo que debería haber sido obvio: ¡estaba volando! Bueno, estaba más bien flotando, pero ese no era el punto. Se congeló en el lugar por miedo a que pudiera liberarse de la fuerza que la sujetaba y caer si se movía, pero luego se dio cuenta de que ya se había estado moviendo antes. Probó con cautela su rango de movimiento y descubrió que podía moverse a voluntad por el aire.

–¡Llamen a una ambulancia!

–Yo... ¡No fue mi culpa! ¡Lo siento!

Himemiya era vagamente consciente de la multitud que se había formado alrededor del chico cuando ella olió la sangre en el aire del chico de cabello negro con gel en la nuca, ahora desordenado y cubierto de sangre, y un uniforme escolar verde.

–Ese chico... –Vio el charco de sangre en la calle, el charco que goteaba de la cabeza de un niño que yacía inconsciente de lado, lo que más le llamó la atención fue el poder que emanaba a su alrededor. Era igualito al de Raizen, el rey de Tourin.

Justo cuando Yusuke pensó que las cosas no podían volverse más extrañas, vio debajo de él, una multitud se había reunido alrededor de la intersección. El Honda se había derrapado hacia el carril contrario en un esfuerzo por evitar chocar contra ellos y el niño estaba parado en la acera llorando desconsoladamente mientras el personal de una ambulancia lo atendía. También estaba el cuerpo de un punk callejero adolescente con un uniforme verde tirado en el pavimento cerca, con sangre supurando de su cabeza.

–Ese que esta tirado en el suelo... ¿soy yo? –Sus ojos se dilataron con total incredulidad.

Yusuke miró sus manos con pánico antes de volver a concentrarse en la escena actual. Bueno, esto es raro. Estúpidamente raro.

Flotó con cuidado y aterrizó frente a lo que supuestamente era su cuerpo, escudriñando el rostro vacío y sin vida que lo miraba fijamente.

Yusuke no sabía qué hacer.

Las sirenas de las ambulancias sonaron. Los paramédicos estaban allí.

–¡Con permiso! ¡Abran paso! –Gritó alguien y todos lo hicieron inmediatamente.

Inmediatamente comenzó a revisar al pequeño mientras su compañero se arrodillaba junto a Yusuke.

–El niño está bien, –Dijo el paramédico que atendía al niño que lloraba– solo presenta algunos rasguños.

El pequeño niño lloraba y sollozaba incontrolablemente.

–Este no va a sobrevivir. –Dijo el paramédico que atendía al estudiante.

Yusuke no podía creer lo que oía.

–¡Qué! –Gritó. Pero nadie pareció oírlo.

–Muy bien, vamos a subirlo a la camilla. –Ordeno otro compañero.

–¡Hey! ¡Esperen! –Gritó Yusuke, pero una vez más sus palabras parecieron caer en saco roto. Hicieron como si no lo hubieran oído y cargaron al "falso" a la camilla.

–Nos llevaremos al niño al hospital para que lo revisen. –Dijo otro médico desde la puerta de la ambulancia.

No pudo evitar mirar con gran confusión cómo los paramédicos llevaban al niño y, su cuerpo a la ambulancia –¡Hey! ¡Esperen!

Los adultos todavía no le prestaban la más mínima atención y eso empezaba a molestarlo de verdad.

–¡Oigan! ¡Esperen un momento señores! ¡Aquí estoy! ¡Ese no soy yo! ¿Qué acaso no me escuchan? ¿Eh? ¡OIGAN! –Yusuke intentó darle un gancho al médico más cercano como el que le había dado a Kuwabara hace un rato, pero para su total sorpresa, el puño atravesó al hombre por completo, haciendo que el joven diera vueltas como un loco en el aire. Cuando se detuvo, estaba boca abajo, viendo cómo se alejaba la ambulancia.

Yusuke observó cómo la ambulancia se alejaba a toda velocidad. Aún no tenía idea de lo que estaba pasando.

«Está bien, Yusuke. Piensa. ¡No es como si esta no fuera la primera vez que te metes en lío!» –Pensó más que nunca.

Hoy empezó diferente.

Primero, se despertó con un sabor horrible en la boca debido a que Keiko lo abofeteó por mirar su lindo trasero, luego dejó la escuela y se fue a casa con su adulta menos a la que llama madre.

Luego le di una paliza a Kuwabara y...

Sus ojos se abrieron de par en par.

Claro, después me encontré a un niño y a esa extraña chica...

~

La pelota había rodado a sus pies y él la había recogido automáticamente.

El muchacho miró fijamente al adolescente sin saber cuál era su reputación.

–Muchas gracias.

El niño intentó alcanzarlo con sus manitas, pero en lugar de entregárselo, Yusuke se agachó para ponerse a su altura –¡Escúchame muy bien, niño! ¡Es muy peligroso que juegues aquí! ¡Pasan muchos autos!

Su manera dura hizo que el niño se sobresaltara e incluso derramara algunas lágrimas.

El adolescente mantuvo su expresión seria antes de cubrirse la cara con la pelota. Cuando la bajó, su expresión se transformó en una mueca de mono.

Esto despertó el interés del niño.

Yusuke levantó la pelota una vez más. Mientras la bajaba, su rostro se contorsionó en otra expresión cómica. De repente, dejó caer esa expresión y comenzó a bailar, haciendo la cara más tonta que pudo (naturalmente, otros peatones vieron sus payasadas y se apartaron un poco).

–¡JAJAJA! ¡Te ves muy tonto! –El niño se rió mientras aplaudía de alegría.

Fue genial mientras duró.

Al final, el infame punk se cansó de su espectáculo –«Mi actuación aun es buena, y hace reír a los niños.»

Yusuke miró al niño y sintió una extraña sensación en el pecho. Por una vez, alguien no lo estaba juzgando.

Yusuke se arrodilló a su altura –Escucha, no te bajes de la acera. Es muy peligroso. –Le dijo mientras le devolvía la pelota– Ahora vete a jugar a otro lado.

El niño no dijo ninguna palabra, simplemente se puso de pie y se quedó mirándolo fijamente.

Yusuke se levantó y comenzó a caminar por la calle. Finalmente llegó al otro lado justo cuando el semáforo se puso en rojo.

–Entonces el rumor que eres un caso perdido era una mentira. –Dijo alguien a sus espaldas. Al girarse vio delante de él a una chica de cabello bastante largo de color blanco con un tinte rosa pálido que se oscurece un poco que se arrastra hasta el suelo con dos mechones largos sobre ambos hombros con un flequillo corto hime, ojos grandes rosa black baccara, portando limpiamente y planchado un suéter top crop con escote en v, hombros caídos y mangas largas lila, un short corto negro, un cinturón, medias negras hasta arriba de los muslos, botines semi-largos marrones, una gabardina lila. Por sus rasgos faciales, era fácil deducir que era extranjera.

–¿Qué quieres decir?

–Solo diré que te volverás más fuerte con el pasar del tiempo, pero no debes olvidar de donde viene esa fuerza. –Dijo antes de girarse haciendo que su pelo vuele contra el viento y se va dejándolo desconcertado.

A mitad de camino del paso de peatones, Yusuke escuchó la pelota rebotar nuevamente y se giró por puro instinto –¡Sigue jugando ahí! –El niño estaba jugando cerca de la carretera otra vez– ¡Por eso no me gusta involucrarme con los niños!

Entonces vio al niño pateando su pelota hacia la calle y se detuvo en el centro.  El niño vio disminuir su velocidad.

El niño salió a la calle a paso lento, sin mirar completamente concentrado en recuperar la pelota.

–¡Oye! ¡Es peligroso! ¡No te bajes de la acera! –Gritó Yusuke, pero el niño no pareció oírlo.

Y en ese mismo momento, Yusuke vio un Honda rojo que venía a toda velocidad desde la otra dirección. Directamente hacia el chico que no lo había visto.

–¡Oye! –Sin pensarlo, Yusuke corrió a la calle y el instinto puro se apoderó de todo su ser y en un segundo se encontró saltando hacia adelante, directamente frente al auto, y empujando al pequeño niño fuera del camino justo a tiempo y todo se volvió blanco.

Después de un minuto más o menos, la blancura se convirtió en una mancha azulada. La mancha se convirtió en el cielo. Yusuke miró a su alrededor, pero algo no parecía estar bien. Podía distinguir sus brazos y piernas, pero en lo que respecta a estas últimas, no tocaban el suelo.

–¡Es verdad! ¡Me atropelló un auto!

Yusuke se quedó congelado.

–¿Estoy muerto? Entonces... ¿qué es lo que soy? –La respuesta lo golpeó como la súper bofetada de Keiko de hoy– ¡Oh no! ¡Soy un fantasma!

Decir esas palabras en voz alta lo hizo todo más real. La verdad la golpeó con fuerza y ​​se estremeció mientras tomaba aire en un esfuerzo por no entrar en pánico.

–¡Lotería! ¡Lotería! ¡Acertaste! –Alguien por fin lo escuchó.

Yusuke volvió a la realidad. Su cabeza se giró hacia la nueva voz que lo hizo sobresaltarse. Flotando justo encima de él había una mujer que casi parecía tener su misma edad, tal vez un año mayor como mínimo montada de costado en un remo largo de madera. Vestía un kimono rosa con una faja blanca y tenía un aire clásico de belleza, aunque el pelo tan azul como el cielo destacaba por ser inusual y moderno.

–No creí que lo entendieses tan pronto. –La niña río de alegría mientras sus ojos rosados simplemente sonrieron al confundido adolescente.

Yusuke de repente tenía docenas de preguntas, pero al ver al extraño se quedó murmurando. Finalmente forzó una –¿Quién rayos eres tú?

–Cuando la muerte es provocada por un infortunado accidente, pocos pueden creer que estén muertos. Aja. –Continuó explicando la extraña.

–¡Te pregunte quién eres!

La chica se apartó y se hinchó un poco –¡Soy Botan-chan, una Piloto del río Sanzu! ¡Es un término budista! Soy como un "shinigami" o dios de la muerte de la cultura occidental y es un placer informarte. –Dijo con la misma vitalidad que había mostrado antes. Yusuke se dio cuenta de que este era solo otro día de trabajo para él, y no el final de todas las cosas. Era curioso, en realidad. Si alguna vez se hubiera detenido a pensar en lo que esperaba de un shinigami, la comodidad y una sonrisa amistosa ciertamente no habrían sido lo que esperaba. No es que no apreciara un poco de simpatía en esta situación.

–¿De qué demonios estás hablando? Preciosa. –Preguntó Yusuke con incredulidad.

–¡Ay, por favor! –Botan Se dio cuenta de que el fantasma con el que estaba hablando la miraba con sospecha– No me veas así. Soy una mensajera del cielo.

–Tal vez me vea bien, pero estoy algo confundido. –Espetó Yusuke– ¿Por qué gritaste "¡lotería!", tonta?

–¿Cómo?

–¡Pues deberías verte más lúgubre!

El rostro de Botan se iluminó. –¡Ahora entiendo qué clase de persona eres! ¡Estás perfectamente explicado en el libro de niveles! –Botan sacó un pequeño libro negro de la manga de su kimono y lo abrió por una página marcada– Me insultas en lugar de que te sorprenda verme.

–¿Perfil? ¿Qué perfil? –Preguntó el chico mientras ella hojeaba el libro.

–Urameshi Yusuke, 14 años. Personaje: grosero y violento, de mal carácter y imprudente. Es de manos ligeras y poco inteligente. Y, además, tiendes a robar en tiendas, y no demasiado bien... vago, usa a los demás, pelea, fuma, toma, apuesta, antisocial... La lista de cosas negativas sigue y sigue... ¿Anda, hasta has hecho esto? Supongo que fue mejor que murieras.

–¡No es asunto tuyo! –Yusuke había tenido la idea de que el más allá sabía sobre su reputación y no estaba de humor para que esta versión súper alegre de la Muerte se lo restregara tan pronto después de su muerte.

Al otro segundo, Yusuke hizo un movimiento para arrebatarle el libro, pero falló el objetivo gracias a los reflejos de Botan, quien solo pudo reírse de su intento.

Yusuke superó el gruñido de su garganta –Demonios... –Se reclinó en el aire– Por cierto, ¿qué pasó con el niño que salvé? ¿Está herido o qué? ¿Valio mi esfuerzo?

–¿Te preocupa? ¿Quieres ir a verlo? –Preguntó Botan tímidamente.

Yusuke dejó que una suave sonrisa se dibujara en sus labios mientras asentía.

~

–¡Tadaima! –Anuncio alguien mientras se quitaba los zapatos en la puerta de entrada siendo oído por Yoko y Tama al momento que sus orejas se crisparon al aire.

–¡Okari nasai-nya, Kuronue-sama!
–Saludo la nekotama al recibirlo en la puerta mientras tomaba su bolso.

Los tres niños alzaron la mirada de su tarea al ver al rey de Benwick entrenando al recinto.

–¿Los ayudas con su tarea? –Yoko asintió a su pregunto– Shiyu, no lograste la nota que querías, ¿verdad?

–No. La nota fue un 27. –Dijo decepcionada por el resultado que obtuvo y no el que esperaba.

–No importa. –Le resto importancia al asunto– Mientras tengas a tu hermano y a Jr., el resto te ira mejor. Recordad divertios también. –Les aconsejo dulcemente a los tres niños y que no se exigieran con el resultado y que se divieran disfrutando su niñez.

–Sí, papá. –Le sonrío Shirayuki.

–¿Y qué tal los idiomas? –Le preguntó ahora a Aqua.

–He mejorado mi habla, pero si quiero tomarlo como segunda lengua debo esforzarme más en la práctica. –Le conto su progreso.

Kuronue lo ve orgulloso –Eso es genial. –Lo felicito.

–Sabe hablar, pero aun se le dificulta escribir y diferenciar del pasado, presente y futuro del preverbo. –Explicó Yue sereno al mostrarle su hoja de simulacro.

–Ya veo. –Dijo algo apenado por su escritura, pero es solo un niño con el tiempo mejorara– ¿Y qué hay de ti, Yu? Y también quiero saber de vuestras madres. ¿Dónde están?

–Bien. –Fue su respuesta sincera– La escuela es normal excepto por las exigencias del rey Enma de querer hacer Reikai Tantei a Haha y desesperado de que acabemos con el asunto de Koragg y Necrolai. Chihaya-basan tiene guardia en el hospital y vuelve hasta mañana en la mañana del hospital y Haha o está en el trabajo CEO/Academia o buscando algún tonto que ocupe el puesto para que el rey Enma la deje en paz con lo del asunto del trabajo. –Resumió lo que conto Tama y lo que dijo en la mañana Himemiya.

–Bien, es bueno saberlo. Así tendrá un respiro Hime. –Se levanta de su asiento– Bueno, os dejo. Iré a darme un baño antes de cenar e hacer estas tareas. –Se dirigió a Tama– ¿Podría servirme en lo que salgo de bañarme? –Le pregunto amablemente.

–Entendido. –Le reverencio antes de salir de la sala e ir a la cocina a servirle. Él sonrío por su amabilidad y con un último saludo, se fue a su habitación para darse un baño y relajarse un poco antes de ponerse a estudiar. Aunque no lo necesitara mucho, le servía para tener un empleo si decidía quedarse en el Ningenkai con ellos.

~

–Tiene algunos rasguños, señora, –Informó el médico– pero en general, su hijo está muy bien. No se preocupe.

La madre abrazó a su hijo –¡Oh, Masaru...!

–¿Y bien? –Le llamo la atención Chihaya a Himemiya al verla en el marco de la puerta.

–Sin comentarios. –Dijo antes de ver a los intrusos y les sonrío de forma burlona antes de irse de la habitación.

Fuera de la ventana, las dos figuras fantasmales los miraban desde lejos.

–Esa chica... –Murmuro al verla Botan– ¿Quién será?

–Él está muy bien. No hay problema. –Yusuke dio una sonrisa satisfecha.

Botan notó que Yusuke sonreía. A pesar de sus afirmaciones de que no le importaba el niño, parecía satisfecho de saber que todo iba a ir bien. Su perfil era perfecto, pero parecía que había una pizca de decencia escondida en algún lugar bajo su imagen de chico malo.

–Está bien, Botan. No hay arrepentimientos, así que puedes llevarme al infierno o a donde tenga que ir.

La Parca demostró una vez más ser todo lo contrario.

Verla reír de nuevo irritó al chico –¡¿De qué te estás riendo?!

–Ay, Yusuke. No entendiste nada. –Dijo Botan, levantando un dedo– No vine a llevarte a ninguna parte. Mi misión es confirmar si estás dispuesto a pasar una prueba para revivir.

–¿Una prueba para revivir? –Yusuke arqueó una ceja– ¿Qué rayos quieres decir con eso?

–De hecho, tu muerte fue inesperada en el Reikai, o Mundo Espiritual, allá donde van las almas en tránsito. –Botan se encogió de hombros felizmente– Es que nadie esperaba que te fueras a lanzar para salvar a ese niño. Temo decir que aún no hay un lugar para ti ni en el cielo ni en el infierno. ¡Nadie lo vio venir y, francamente, todavía no hemos preparado un lugar para ti!

–¡¿Qué no hay lugar?! ¡Le salve la vida a ese niño! ¡Y ahora estoy muerto, ¿no?!

Botan sacó su guía, aunque de mala gana, se detuvo un momento antes de pasar otras dos páginas hacia la izquierda –No pensaba decírtelo para que no te sorprendieras, pero... el chico que salvaste iba a sobrevivir sin un solo rasguño a pesar de ser golpeado por el auto.

–¿Qué? ¡¿Sin un solo rasguño?! –Tartamudeó Yusuke débilmente.

–Así es. –Dijo Botan con naturalidad– Lamento decirlo, pero... ¡tu muerte nada más fue solo un desperdicio!

Sus palabras sorprendieron tanto a Yusuke que cayó al suelo en medio de la risa de Botan.

–¿Sorprendido? Bueno, la verdad yo también. –Ella río más justo antes de que Yusuke regresará y le diera una mirada asesina y un puño en alto.

Botan levantó su libro como escudo –Oye, tranquilo. Cálmate. Quería decirte que tienes una segunda oportunidad. ¡Si quieres puedes hacer la prueba que te mencione para revivir!

Bajó el puño, finalmente comenzando a calmarse.

–Tu caso fue un accidente inesperado que no ocurre todos los días, solo cada cien años. –Continuó Botan.

Yusuke, bastante relajado, se giró para alejarse del siempre burbujeante psicopompo.

–¡Ha! ¡Ustedes son muy irresponsables! ¡No te creo nada! –Yusuke lo miró con el ceño fruncido y se alejó de un salto sin preocuparse.

Botan empezó a seguirlo –¡Puedes descansar en paz si quieres! Pero sería mejor que aceptarás la prueba aunque no tenga caso. –Le aseguró– ¿Qué me dices? No es una mala oferta, ¿o sí?

–No. –Yusuke se cruzo los brazos detrás de la cabeza.

La respuesta sorprendió un poco a Botan. Ella esperaba que la aceptara de inmediato.

Yusuke no tenía ni una pizca de sarcasmo en su voz mientras explicaba –Me gusta ser un fantasma. Ya no habría nada de diversión si revivo. –Al girarse, su rostro mostraba una amplia sonrisa de alivio– Todos deben estar contentos con mi muerte. Si revivo se sentirán decepcionados. Por ejemplo, mi mamá estará mejor si no estoy con ella. ¿O no?

–Eso es muy triste, considerando que solo tienes 14 años. –Botan no sabía qué más decir. Había visto muchas cosas en su trabajo que eran ordinarias o extrañas, pero esto era lo peor.

–¡No tiene caso que haga una "prueba para revivir"!

Pero para sorpresa de Yusuke, Botan simplemente sonrío y comenzó a alejarse flotando –Oye, no tienes que darme tu respuesta tan pronto. Tal vez sea mejor que vayas al velorio y lo pienses bien. Puedo esperar tu respuesta.

El fantasma simplemente se sentó allí, mirando como la parca se encogía hasta convertirse en un punto rosa, y después de eso, nada.

–¡No quiero! –Gritó Yusuke tras ella.

~

–¿Es lo que quieres? –Le preguntó un joven de cabello castaño oscuro que le crece hasta el cuello con su flequillo cayendo sobre su rostro, ojos de color marrón rojizo de nombre Kaname Kuran, un vampiro ancestral de muchos años que fue criado como el hijo de Juuri y Haruka Kuran.

–Es lo mejor. Suficiente con ser la Embajadora y darles una vida a sus residentes. –Aclaro sus dudas.

–¿Para quién? –Preguntó preocupado por su bienestar– ¿Para ti? ¿O para ellos? –Kaname la vio con una mirada triste– Tú sabes que los del Reikai nunca hubieran aceptado este trato de no ser por ti poniéndote como garantía para que nos dejarán habitar en el Ningenkai.

–Soy una Von Phoenix. Y es mi destino ayudar a todo lo que me necesite. –Dijo con una mirada determinada.

–Por parte materna de tu madre humana lo eres, pero también eres una Kuran por Izanami. –Le recordó sus orígenes.

–Sí, pero soy y nací humana en el clan humano.

–¿Piensas ir? –Preguntó si irá o no al funeral.

Himemiya se levantó y caminó hacia la puerta –No lo sé. –Abrió la puerta y se fue, dejando al Kuran solo con sus pensamientos.

~

La noche finalmente había cubierto el cielo y, a esa altura, Yusuke estaba aburrido. Había pasado horas explorando cada rincón del pequeño pueblo en su nuevo cuerpo espiritual y, si bien era entretenido, tenía sus desventajas.

Principalmente, porque como fantasma no podía golpear a nadie, y mucho menos interactuar con nada ni con nadie. Era una mierda, pero al menos era libre.

Y eso era mucho mejor que la vida que tenía allí.

Hablando de eso, Yusuke se cernio sobre el techo de la casa que estaba al otro lado de la calle de la suya. Su madre estaba sentada aturdida dentro, junto al ataúd. Habían llegado estudiantes de Sarayashiki y otras escuelas. La mayor parte de la multitud ni siquiera se había cambiado los uniformes. Era menos una visita y más como un espectáculo retorcido, pero con su cuerpo en ataúd en lugar de un monstruo.

–Los chicos de la escuela. –Dijo el fantasma.

Puede que le sorprenda, pero la imagen no le hizo sentir demasiado feliz, sobre todo cuando vio lo sonrientes y felices que parecían todos los invitados.

–Tontos... ¿Cómo pueden estar contentos con la muerte de alguien? –Si pudiera, los habría estrangulado en el acto. Tal vez perseguirlos hasta la muerte sería suficiente ahora que era un espíritu...

Pero entonces se detuvo cuando miró dentro de la casa, donde estaba su monumento conmemorativo.

Himemiya llevaba una minifalda azul hielo, una camisa de manga corta y una chaqueta vaquera fina. A pesar de ser un funeral, había muchas exigencias de formalidad.

Atsuko no se molestó con tanta formalidad, estaba demasiado aplastada y derrotada por la vida como para tener fuerzas para procesar todo esto, y mucho menos apreciar las bendiciones y la compasión que muchos extraños le enviaban.

De hecho, si no fuera por Himemiya, ella ni siquiera estaría sentada allí.

–¡Keiko!

Pronto se demostró que estaba equivocado. Una voz balbuceó –¡Yusuke...! ¡Yusuke!

Escuchar sus sollozos era una tortura, pero Yusuke sólo podía ver cómo los 'amigos' de Keiko la alejaban.

La puerta se cerró detrás de ellos, pero no antes de que Himemiya vislumbrara a sus compañeros de clase dando vueltas afuera. Sus compañeros de clase, que sonreían. Parecían felices, aliviados. ¡¿No tenían ni una pizca de decencia?!

–Keiko no tiene que llorar así...

–Deberíamos irnos.

–¡Cállense! ¡Quítenme las manos de encima! ¡Que me dejen, te digo!

Dos voces se gritaron una a la otra, lo que atrajo la atención de todos, excepto la de Atsuko. Himemiya giró la cabeza de golpe y vio a un invitado que menos esperaba que viniera.

El muchacho volvió a mirar hacia abajo –¡Kuwabara!

Kuwabara había llegado y su grupo luchaba sin éxito por contenerlo. Su antiguo rival se abría paso entre la multitud en dirección al ataúd, a pesar de que sus tres compañeros se aferraban a él.

–¡Sueltenme! –Gritó Kuwabara cuando su mano finalmente atravesó el marco de la puerta– ¡Oye! ¡No dejaré que mueras hasta que te gane! –Entró a la casa con dificultad.

Sus amigos hacían todo lo posible para sacarlo de allí, mientras todos observaban en silencio y atónitos cómo se desarrollaba la escena.

–¡Kuwabara-san, este es un velorio!

–¡Oye, Urameshi! ¡Yo te iba a matar! –Declaró– ¡¿Estás escuchando?! ¡Oye!

–¡Él ya no puede oírte! –Expresó otro de los pandilleros mientras agarraba con todas sus fuerzas los hombros de su líder.

La mano de Kuwabara se extendió hacia la fotografía en blanco y negro que estaba sobre el ataúd –¡Regresa y pelea conmigo, demonios! ¡No permitiré que mueras! ¡Regresa! ¡Urameshi!

Atsuko parecía no importarle el alboroto. Ella no estaba involucrada.

–¿Ahora con quién voy a pelear? –Preguntó Kuwabara.

–Kuwabara-san...

Sus amigos intentaron razonar pero una vez más, eso no funcionó en la mente de Kazuma.

El adolescente que luchaba por salir levantó el puño y se dispuso a golpear la foto blanco y negro de Yusuke que estaba colgada del ataúd. Quedó a unos centímetros del marco justo antes de que pudiera tocar la capa de vidrio.

–¡Idiota! –Kuwabara recuperó su puño y una lágrima solitaria cayó sobre él– ¡Toma mi mejor golpe!

–Vámonos. –Dijo Okubo mientras él y Komada finalmente ganaban el control suficiente para sacar a rastras a Kuwabara de la casa, a pesar de las miradas críticas de sus maestros y compañeros de clase.

–Perdón por el escándalo. –Se disculpó Komada mientras él y sus amigos abandonaban el lugar.

–¿Quiénes eran esos? –Iwamoto estaba allí junto con su colega con cara de rata, el Sr. Akashi, para gran disgusto del fantasma.

–Son unos perdedores que Urameshi venció. ¡Son tan indecentes! –Resopló Akashi con el ceño fruncido.

–¡Sí, pero no tienen sentido común! –Sonrío Iwamoto– Pero gracias a que Urameshi hizo algo bueno al final. La reputación de la escuela mejorará.

–Pero pudo ser una coincidencia. –Susurró Akashi– Tal vez pateo al niño cuando pasaba el auto. Nadie vio lo que realmente sucedió, Iwamoto-sensei.

–Eso debió ser, Akashi-sensei.

Los dos profesores se rieron, pero Yusuke no. Después de todo, él estaba allí cuando sucedió.

El temperamento de Yusuke explotó.

¿Incluso en su muerte, todavía se burlaban de él?

–¡Uf, malvados! ¡Digan lo que quieran!.. –Intentó agarrar el hombro de Iwamoto, pero alguien más llegó antes.

–Ustedes dos son despreciables. ¿Lo sabían?

Las cejas de Yusuke apuntaron al cielo –Sakurai...

Kuronue no estaba solo. Estaba detrás de Takenaka, que sujetaba con fuerza los cuellos de Iwamoto y Akashi.

–¿Qué crean que sea más indecente, –Gruñó Takenaka– su actitud o sus palabras? ¡Contesten!

Los dos hombres se quedaron sin palabras, al igual que el alma de la que se estaban burlando.

Sin esperar respuesta, los soltó y se dirigió hacia la casa, seguido por la familia Kuran.

Una vez que llegó frente al ataúd de su estudiante, se inclinó respetuosamente ante Atsuko antes de mirar la foto de Yusuke.

–Yusuke, –Takanaka agacha la cabeza mientras empezaba a apretar los puños sobre las rodillas– me sorprendió mucho saber que habías salvado a un niño... Nunca lo espere... Pero no sé... por qué no puedo hablar bien de ti...

Pequeñas lágrimas comenzaron a brotar de las esquinas de sus ojos, algo que Yusuke no esperaba.

–Yusuke, –El hombre contuvo los sollozos– ahora que has muerto, ¡no podrás hacer nada!

Yusuke sintió que su pecho se volvía más pesado al ver el lado vulnerable de su director y maestro. Esto no era algo que nadie, y mucho menos él, pudiera ver todos los días...

–Yusuke... –Atsuko susurro con gravedad. Entonces estalló en sollozos y comenzó a abrazar sus rodillas mientras hundía su rostro en ellas.

–Buenas noches. –Una voz que no reconoció irrumpió primero en la conmoción.

–Hola. –Respondió el pequeño.

A los pocos segundos de que Takenaka se fuera, Yusuke se dio cuenta de que alguien había pasado por su cuerpo. No era otro que el pequeño niño que había iniciado todo, junto a su madre.

Yusuke observó cómo los dos se inclinaban frente al santuario. La mujer levantó las manos para rezar en silencio y su pequeño hijo imitó su gesto.

–Hijo, ahora tienes que decirle algo. –Dijo la madre mientras se volvía hacia el pequeño, quien asintió en respuesta.

El niño sonrío y luego miró el ataúd de Yusuke –Gracias por salvarme la vida.

El rostro de Yusuke se ensombreció al ver a los dos inclinarse ante su madre y luego salir por la puerta principal. Echó una última mirada a su madre y decidió seguir a la chica que había hecho todo por él.

Yusuke flotó alto en el cielo mientras observaba a los dos alejarse.

No me agradezcas. Al final, no te salve de nada... –Gruñó Yusuke. Una vez más, recordó que había desperdiciado su vida sin ningún buen motivo, aunque el niño no lo sabía.

El niño y su madre se marcharon poco después. A poca distancia de la cuadra, el niño preguntó –Oye, mamá, ¿qué está haciendo ese muchacho en esa caja? Esta durmiendo.

–Sí, hijo. –Respondió su madre, intentando tratar la situación con mano suave para alguien tan pequeño.

–Mamá, ¿podemos volver cuando despierte? –Preguntó el niño– Quiero hablar con él cuando despierte. –El niño sonrío radiante, lo que solo hizo que el pecho de Yusuke doliera aún más– Fue muy divertido conmigo.

La madre hizo una pausa y se agachó a la altura de los ojos de su hijo.

–Sí...

Las lágrimas comenzaron a caer de los ojos de la mujer. Se acercó al pequeño hacia su pecho.

Yusuke los había seguido, pensando que nunca volvería a ver al pequeño. Incluso él quería que volviera.

Se dio la vuelta y regresó al velorio, justo cuando una muchacha de cabello negro con tinta roja hasta el trasero junto a unos chicos y niños salían de la casa.

–No sé quién es más idiota... ¿Tú por seguirlo? ¿O él al hacer algo tonto y no tener un lugar todavía en alguno de los dos reinos? –Preguntó sarcástico Kuronue caminando al lado de Himemiya.

–Quién sabe. –Fue su respuesta mientras caminaba a su mano mientras cargaba a su hijo después de que se durmiera por el cansancio.

Se cruzo los brazos detrás de la cabeza –Eres demasiado buena, Hime. –Le dijo burlón por su forma de ser que no recordaba.

–Todos quieren que vuelva aunque no te lo creas. Los vi en sus auras. No había mentira. –Dijo ideando un plan en su cabeza.

Los ojos de Yusuke se suavizaron una vez más, y con un pequeño suspiro, comenzó a moverse...

Él sabía lo que tenía que hacer...

~

Yusuke observó cómo la multitud se dispersaba. Al final, no quedó nadie de visita. Voló sobre la casa mientras niraba la brillante luna llena con las piernas cruzadas mientras su mente intentaba procesar todo lo que había sucedido ese día. Los acontecimientos fueron ciertamente inesperados, pero su despertar probablemente lo dejó más abatido.

Pensar que la gente que él conocía reaccionaría de esa manera sólo por su fallecimiento...

Keiko... su madre... Takenaka... Kuwabara...

Realmente se preocuparon por él...

Bueno, siempre lo había visto, pero supongo que siempre le molestaba, principalmente porque pensaba que solo querían verse o sentirse mejor para el espectáculo.

Pero no podría haber estado más equivocado...

Él no podía hacerles esto... no después de todo lo que habían hecho por él...

La joven parca con kimono rosa hizo su aparición por fin –Hola, ¿ya tienes respuesta?

–Escucha, Botan... –El adolescente la saludó.

–¿Y dime?

–Sobre la prueba para sobrevivir que mencionaste... ¿Qué tengo que hacer? –Dijo Yusuke.

Ante esa pregunta, aparecieron de repente los rostros de sus seres queridos y de otras personas –Pues no lo sé muy bien.

Botan inclinó la cabeza hacia un lado.

–La vas a aceptar, ¿verdad?

Después de una pequeña pausa, Yusuke levantó la cabeza –Sí.

–¡De acuerdo! –Dijo Botan emocionada y alegremente– Sígueme.

Voló rápidamente alrededor de Yusuke, quien agarró con fuerza su remo. Tuvo que hacer todo lo posible para no escabullirse, pero sus esfuerzos pasaron desapercibidos para el alegre Botan.

–¡Oye! ¡Espera! –Gritó Yusuke alarmado– ¿A dónde me llevamos? –Le pregunto confundido.

–¡Al mundo exterior! –Respondió simplemente la parca.

–¡¿Al mundo exterior?! –Pregunto a gritos.

–Así es. Vamos a ver a alguien que te explicará con detalles la prueba. No preguntes y sígueme. –Eso sonó interesante y preocupante a la vez. Mientras agarraba el extremo de madera con todas sus fuerzas, lo único que Yusuke podía pensar era en una pregunta en particular.

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