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Capítulo 7: Destino cruzado

El grupo habitual de estudiantes deambulaba por las puertas de la escuela secundaria Sarayashiki, charlando alegremente y sonriendo.

Al menos, hasta que Yusuke se honro con su presencia.

Los estudiantes vieron a Urameshi y reaccionaron en consecuencia. O bien se alejaban corriendo como pequeños ratones asustados o susurraban detrás de sus libros o entre ellos. Ya fuera el matón de puño de hierro Yusuke, el mero nombre Urameshi avivaba el miedo en todos los que lo oían.

~

–Urameshi Yusuke, reportarte a la dirección de inmediato. Takenaka te esta esperando. ¡Urameshi! ¡¿Oíste?!

El chico que llamó el hombre exasperado por el altavoz se encontraba en ese momento en el tejado. Sólo vino a la escuela porque no tenía nada mejor que hacer.

Mientras miraba las nubes, Keiko, mirándolo fijamente, abrió la puerta y vio su figura.

Keiko anunció detrás de él –¡Sabía que estarías aquí!

Yusuke se giró para ver a una joven de su edad parada junto a la entrada de la escalera con los brazos cruzados y una mirada severa –Ah, eres tú.

–¿Otra vez faltando a clases? –Lo regañó Keiko.

Yusuke perezosamente sacó una galleta y la arrojó al aire, sólo para que Keiko se la arrebatara en el último segundo.

–Deja de jugar con eso. No deberías estar faltando. –Keiko frunció el ceño.

–¿Por qué siempre me estás molestando? –Se burló Yusuke.

La voz de Keiko era tan firme como el cemento seco –¡Cuida tus modales! ¡Si sigues faltando, no vas a pasar el tercer grado! ¡Por favor, si hasta sigues llevando los zapatos de calle! –Parecía que él no respetaba el código de vestimenta, ella sólo podía gemir.

Yusuke simplemente bostezó en respuesta.

–El Sr. Takenaka te está buscando. ¡Te presentas my rara vez y cuando lo haces, te mandan a llamar los maestros! Seguramente hiciste algo malo. Como sea, si no vas con él, seré yo quien reciba un castigo como representante de los alumnos. –Keiko se giró para mirarlo– ¡¿Entendiste?!

Keiko había estado tan alterada que no se dio cuenta de que Yusuke se había deslizado hacia atrás y le había levantado la falda –Son blancos.

¡Bam!

Se escucho el sonido de una bofetada, dejando una marca roja, enviándolo al suelo en un estado de vértigo.

A pesar del dolor, Urameshi estaba mareado y orgulloso de sí mismo.

–¡Yusuke, pervertido! –Gritó la chica morena mientras el chico tropezaba mientras bajaba las escaleras, riendo y luciendo esa huella de mano roja en su rostro como una insignia de honor.

~

Ella caminó pisando fuerte hacia las escaleras con lava corriendo por sus venas.

En serio, pensar que este era el mismo chico con el que decidió ser amiga hace dos años. Incluso hoy en día, ella todavía no podía creer cómo había podido permanecer a su lado durante tanto tiempo, y mucho menos ser capaz de tolerar su comportamiento.

Si bien no era menos difícil comunicarse con su hermana, Yusuke era una historia diferente.

–¡K-Keiko!

Se detuvo en seco y vio a Mio y Natsuko asomándose por detrás de la pared –¿Terminaste?

–¿Pero por qué están escondiéndose? –Keiko parpadeó confundida.

–Porque tenemos miedo de Urameshi-kun. –Mio tartamudeó mientras Natsuko miraba a su alrededor de izquierda a derecha.

Natsuko asintió con la cabeza –¡No entiendo cómo puedes hablar con alguien así!

–¡Si te sigues acercando a Urameshi-kun, vas a tener mala fama en la escuela, Keiko! –Añadió Mio, un poco temblorosa.

Keiko frunció el ceño –No lo creo. –Se encogió de hombros– Si es una verdadera molestia, pero él no es tan malo.

Natsuko se inclinó hacia delante con un secreto –¿Qué acaso no has oído el rumor, Keiko? ¡Es el blanco de los chicos malos!

–¡Además, si ellos lo enfrentan van a llamar a 2,000 chicos malos! –Mio tenía una mirada de terror mientras añadía.

Sin embargo, en lugar de tener miedo, Keiko se limitó a reírse de lo absurdo de todo aquello –¡No es verdad! ¡Eso es imposible! ¡Él no puede hacerle nada a dos personas, mucho menos a dos mil! No tiene tantos enemigos.

Mio negó con la cabeza –Aun así... –Ella replicó.

Natsuko se cruzó de brazos –¡Yo le tengo miedo! –Dijo obstinadamente.

~

–¡Kuran-san! –La voz de un hombre sonó cuando se abrió la puerta del salón de clases– ¿Vas a almorzar temprano en mi clase?

–¡Um, ohayou, Hanazono-sensei! –Dijo con la cara enrojecida por la vergüenza y por el ketchup.

–No me digas 'buenos días'. –Lo regañó, sosteniendo un paquete de papel engrapado– ¡Obtuviste un 27 en el examen de matemáticas! ¡Si tienes tiempo para comer, úsalo para estudiar!

–Lo siento, señor, lo estaba acortando esta mañana, ¡así que me salté el desayuno! –La clase volvió a reír. Ya sea por su pésimo puntaje, su endeble coartada o el hecho de que aún no se había limpiado la boca, nadie puede decirlo. Quizás fue un poco de todo.

–Aquí están los resultados del examen del mes pasado. –Dijo Hanazono– Son muy decepcionantes. ¡Especialmente matemáticas! Por eso, van a obtener algo de ayuda de los estudiantes de 8⁰ y 9⁰ grado de la clase A. Entonces ustedes lo intentarán una vez más.

–¿Quieres que te ayudemos? Podría enseñarte algo... Si quieres... –Dice Yue, con timidez, Aqua asciende. Suena nervioso, pero honesto.

–De acuerdo, si no es un problema para ti y a ti, nii-san, por supuesto... –Shirayuki acepta la oferta.

–No, para nada. –Se apresura a decir.

~

Yusuke se dirigía directamente a la puerta principal. El asistente personal seguía intentando sin descanso llamar su atención y eso lo estaba volviendo loco.

–¡Urameshi! ¡Urameshi! ¡Ven a la dirección de inmediato!

Yusuke puso los ojos en blanco –Takenaka es muy insistente.

–¿En serio? ¿Te dio la billetera? ¿15.000 yenes? –Dijo un chico de 3er grado con incredulidad ante todos los billetes que vio que su amigo sacaba de una billetera que no era la suya.

Yusuke reconoció esas voces. Eran un par de perdedores de su año que no se molestaban en hablar en voz baja. Tal vez ese era el momento perfecto para darles una paliza.

Siguió las voces hasta la fuente y encontró a los chicos detrás de un edificio.

–Ese chico quiso pasarse de listo conmigo, –Sacó un cigarrillo del bolsillo y se lo metió en la boca mientras explicaba lo que había pasado– ¡pero basto decirle que yo era primo de Urameshi!

El otro chico se río entre dientes mientras sacaba un encendedor y sus propios cigarrillos –¡Qué osado! Urameshi te va a matar, si se entera. –Encendió la punta del cigarrillo de su amigo.

–¡No te preocupes! –Dijo el segundo chico, mientras inhalaba la nicotina– Escucha, un idiota como él es fácil de manejar.

Compartieron una gran risa, solo para que uno de ellos la interrumpiera con un grito de horror.

–¿Hm? ¿Qué pasa? –Su ​​amigo se puso pálido y dejó caer el cigarrillo de su boca. No tardó mucho en descubrir por qué: Yusuke Urameshi se alzaba sobre los dos chicos agachados y parecía tan enojado como una colonia de hormigas a la que le pisaron la colina.

La mirada fulminante de Yusuke hizo que los dos se pusieran de pie de un salto, su miedo los paralizó lentamente hasta la médula.

–¡U-Urameshi-kun, eres tú! –Tartamudeó el joven ladrón mientras Urameshi seguía avanzando en su dirección, acorralando a la horrorizada pareja– ¡Lo siento! –Dijo con voz chillona mientras le tendía la cartera.

Yusuke golpeó la pared con la mano y retiró su otra mano hasta formar un puño –¡Eso a mí no me interesa!

Al oír el alboroto, apareció una figura imponente.

–¡Eh, vosotros! ¡¿Qué están haciendo aquí?! –Era un hombre corpulento de mediana edad con anteojos, traje y ojos pequeños y amenazantes.

De mala gana, Yusuke se alejó de los chicos y se quedó mirando la figura adulta. Era el señor Iwamoto, posiblemente el profesor menos favorito de Yusuke, avanzó a grandes zancadas y Yusuke retrocedió a regañadientes.

El maestro se giró para mirar a la pareja que aún tenía la espalda contra la pared –Ya no teman. –Aseguró Iwamoto a los más pequeños– ¿Qué les hizo este sujeto?

Aunque estaban a salvo, los dos estudiantes mantuvieron la cabeza gacha.

–No, nada...  –Respondió uno dócilmente, justo antes de que el profesor viera la billetera que yacía en el suelo.

–Ya veo. –Sonrío el señor Iwamoto– ¡Amenazas y robas a tus compañeros de escuela! ¡Eres una basura!

–¿Qué dices? –Resopló Yusuke. No tenía sentido negar nada. Este profesor había estado antagonizándolo a él desde que ingresaron a la escuela, por lo que defenderse no tendría sentido.

Con una mueca de desprecio, Iwamoto señaló con un dedo acusador a Yusuke –¡Una basura como tú no necesita venir a la escuela! ¡Lárgate de aquí!

–¡No se meta en lo que no le importa! –Se burló Yusuke– Yo puedo hacer lo que me plazca.

Con una última mirada sucia a los otros adolescentes, se alejó, pero no sin que Iwamoto lo fulminó con la mirada, pero Yusuke a la parte posterior de su cráneo mientras se marchaba.

~

A Yusuke no le importaba lo que dijera Keiko sobre fumar, estaba a punto de fumar otro cigarrillo. Se dirigía directamente a la puerta como Iwamoto y Dios sabe cuántos otros profesores y estudiantes querían que hiciera. De todos modos, no era como si quisiera ir a la escuela...

–Nunca me dejan en paz. –Exhaló antes de meterse otro cigarrillo a la boca.

Entonces, ¡ZAS!, recibió un golpe en la nuca. Un hombre corpulento, con traje beige y corbata con estampado de rombos, lo derribó por detrás.

–¡Ay! Duele. ¿Quién me golpeó? –Enfadado, Yusuke se dio la vuelta, listo para golpear a la persona responsable, pero se detuvo solo para descubrir quién era en realidado– ¡Takenaka! –Trató de hacerlo pasar como una broma ante la mirada severa del director.

El director le dirigió una mirada severa –"Señor" Takenaka, no lo olvides. –Se apresuró a arrebatarle a Yusuke el paquete medio vacío de Camels– ¿Fumando fuera de la escuela? ¿Qué clase de estudiante eres?

–¿Y qué? –Se burló Yusuke mientras se daba la vuelta– ¡No me molestes!

El consejero no cedió –Es la primera vez que vienes a la escuela en 10 días, ¿y ya piensas irte? ¿Qué eres, el director? ¿Eh? ¿Yusuke?

–Si me voy, es porque me corrieron. –Yusuke se apartó, pero solo para que Takenaka le revolviera el cabello.

–Debió ser porque hiciste algo malo, ¿no? –Dijo Takenaka, juntando los hilos.

Yusuke se burló –¡No hice nada! –Lo siguiente que supo fue que Takenaka lo estaba arrastrando de la oreja hacia el edificio.

–No importa. Vamos a la dirección. –Dijo el hombre antes de empezar a guiar al adolescente de vuelta a su escuela– ¡Te puedo ofrecer una taza de té, si quieres! No vas a salir, ¿me entendiste?

~POP~

El director se detuvo y miró hacia atrás, solo para encontrar la oreja de Yusuke, pero no el resto de él.

Él jadeó y cayó de trasero horrorizado. Mientras todo era observado por Himemiya a lo lejos.

–Es un juguete. –Dijo el propio adolescente, ahora encaramado en lo alto de la verja de la escuela– Oiga, ¿quiere dejarme en paz, por favor?

–¡Espera! ¡Yusuke! –Takenaka se obligó a levantarse, pero el dolor de espalda lo derribó en el acto.

Yusuke saltó de la cerca y se dirigió hacia su casa, ignorando los llamados de Takenaka.

~

La campana sonó indicando el final de las clases, Shirayuki suspiro, con una sensación extraña, que es como una mezcla entre alivio y preocupación.

Shirayuki podrá ser buena en otras materias, pero las matemáticas no eran lo suyo y a pesar de su belleza vampira se había convertido en la obsesión de todas las chicas del campus.

–Un 27 no es el fin del mundo. –Comentó Yue al ver la calificación que saco.

–Pues habla por ti. Tus notas son excelentes. –Le restrego sus logros mientras se encaminan juntos al pasillo.

–No es verdad, solo es suerte. –Dijo con voz falsa fingida por su ofensa.

–A veces envidio esa enorme cabeza y inteligencia tuya. –Le dijo lo que sentía en ese momento mientras Yue terminaba de guardar todo, y se puso el bolso al hombro.

–Yo soy pésimo en inglés. –Le recordo Aqua a los otros dos– Por eso tomo asesoría con la cría de zorro. –Señaló a Yoko jr.

–Eso es porque sus abuelos y su madre son extranjeros. –Señaló el origen del albino zorro– Siendo esa la razón de porque es el príncipe de Sanabara. –Se burló del título que le dieron en la Academia cuando saco los resultados más altos junto a su madre.

–Si mi inglés es fluido es por ojii-chan y haha nada más. Mientras que obaa-chan y mi bisabuela son occidentales. –Recalco su hogar de origen– El resto se debe a que estudio todos los días sin excederme en el proceso.

~

–¡Cuando tengo ganas de ir a la escuela todos me molestan y me quieren dar sermones! ¡Estoy harto de eso! ¡Esto es un fastidio! –La ira de Yusuke estaba a punto de estallar.

Lo único que él quería era que lo dejaran solo, pero el universo decidió bailar sobre sus nervios.

Él odiaba esto.

Él odiaba todo.

Yusuke podía oír a su madre Atsuko bostezar mientras abría la puerta de su pocilga de casa. Al entrar, se podía ver que en la cocina había bolsas de basura apiladas en un rincón y botellas de cerveza de distintos niveles de vaciado cubrían la mesa y la encimera. Más allá, en la sala de estar, Atsuko estaba en camiseta y bragas, sentada en su futón, frotándose los ojos con el cigarrillo todavía humeante en la boca. Al tener el doble de edad que su hijo, fácilmente podría pasar por su hermana mayor. Yusuke miró hacia el horno: 12:52 PM.

–Vaya, ¿apenas te levantaste?

Atsuko simplemente inhaló el humo tóxico y luego lo exhaló –Dame mi café.

Yusuke gruñó molesto pero de mala gana se dirigió a la cocina.

–Una madre modelo. –Dijo con sarcasmo mientras vertía una taza de agua en la cafetera.

–¿No deberías estar en la escuela? –Atsuko frunció el ceño.

–Me salí porque me hicieron enojar. –Respondió mientras encendía la estufa.

Atsuko tiró el cigarrillo a la basura y apartó sus largos mechones de pelo castaño –Si ya no piensas ir a la escuela, déjala. No es gratis, Yusuke. ¡Yo abandoné mis estudios cuando tenía 14, por ti!

Yusuke suspiró molesto –¡Uf! ¿Ahora tú también me vas a sermonear? ¿Por qué no me dejan en paz? –Le espetó.

No quería iniciar ninguna discusión. Sin inmutarse por su ira, su madre simplemente tomó el control remoto que tenía cerca, presionó el botón de "encender" y encendió el televisor. La oscuridad dio paso a una repetición de Ultraseven.

Atsuko, despreocupada, cambió de canal –Deberías vivir solo si tanto detestas los sermones. Pero no puedes, ¿verdad?

El temperamento de Yusuke aumentó una vez más.

~

No importaba a dónde fuera Yusuke en Juuban, la gente huía como conejos asustados. Una de esas chicas entró corriendo en un McDonald's cercano y el personal que trabajaba allí cerró inmediatamente las puertas. Pedir comida china tampoco era una opción: el gerente del Dragon's Palace lo recibió con una mirada sucia y un cuchillo de carnicero listo. A este ritmo, se dijo a sí mismo, voy a comer basura para el almuerzo. Por supuesto, el joven matón sabía que su comportamiento estaba justificado.

Yusuke pateó con fuerza una lata vacía y eso hizo que la gente a su alrededor se dispersara.

–¡Hoy no es mi día! ¡Rayos! ¡Estoy muy molesto!

De repente Yusuke se tensó. No todos se pusieron a cubierto del infame luchador callejero. Pronto, tres chicos salieron de sus escondites y se pararon a unos tres o cuatro metros de distancia frente a Yusuke y a cada lado: uno tenía la cabeza rapada y una cadena de hierro, otro era corpulento y sostenía una piedra del tamaño de una pelota de béisbol en su mano izquierda, y el tercero tenía el pelo rubio oscuro y empuñaba un tubo de acero. Los tres llevaban uniformes de su (posiblemente antigua) escuela.

–Urameshi... –Gritó una voz ronca y gruñona desde atrás. Pertenecía a otro chico: copete de greaser color rojo óxido, pómulos altos, ojos grises estrechos y el mismo uniforme escolar que los otros tres. El (autoproclamado) segundo punk más duro de la calle por debajo de él. Y como siempre, estaba listo para la acción, especialmente cuando se trataba del propio Yusuke Urameshi, su archienemigo y su saco de boxeo favorito.

Yusuke respiró profundamente –¡Eres muy insistente, Kuwabara! ¡Diario vienes conmigo!

Furioso, Kuwabara se lanzó hacia adelante y agarró a Yusuke del cuello –¡Cállate! ¡Pelea con el líder de la secundaria Sarayashiki! ¡Conmigo! ¡Voy a hacer que lamas la suela de mi zapato, ¿escuchaste?!

Yusuke no se echó atrás. No. En cambio, se inclinó un poco hacia delante con una sonrisa maliciosa en su rostro. Una sonrisa que hizo que Kazuma sudara un poco.

–¿Ah, sí? –Dijo Yusuke con una sonrisa burlona– Pues no estoy de muy buen humor. ¡Así que te daré una paliza! –Lanzó un gancho derecho a la cara de su agresor, seguido rápidamente por dos rápidos golpes de izquierda mientras se tambaleaba por el golpe inicial, luego un recto de derecha y una patada lateral.

Kuwabara cayó con fuerza, sin siquiera conseguir un solo golpe. La pelea desequilibrada solo duró unos seis segundos.

Los matones de Kuwabara se quedaron paralizados, y el único movimiento que hicieron fue dejar caer un arma improvisada.

Okubo levantó una mano en señal de defensa propia –¡Es muy fuerte!

–¡Es un demonio! –Rogó Miyamoto.

Yusuke se río entre dientes antes de dar un suspiro de alivio. Golpear a Kuwabara aparentemente había sido la salida que necesitaba –Ya me siento como nuevo.

Silbando una melodía alegre, volvió a meter las manos en los bolsillos y se alejó tranquilamente mientras Kuwabara todavía estaba en el suelo sufriendo agonía.

Una vez que se fue, Komada fue el primero en acercarse con cautela a su líder herido.

–Kuwabara-san, le aconsejo que debería dejar de provocar a Urameshi. No le conviene. –Sugirió con cuidado.

–Usted tiene cero victorias y 156 derrotas. –Declaró Miyamoto.

Al no escuchar a ninguno de los miembros de su pandilla, Kuwabara envió un único elogio silencioso a Sawamura.

–¡Cállense! –Kuwabara mientras su cuerpo se levantaba. Se giró para mirar con frustración al chico vestido de verde que se encogía en la distancia– ¡No pararé hasta ganar! –Y después de declararlo, su cuerpo se rindió en ese momento.

–¡Kuwabara!

Después de haber vencido a Kuwabara en otra pelea callejera, Yusuke caminó por la calle sintiéndose un poco más feliz, aunque la anterior sesión de palizas mejoró su estado de ánimo, todavía se sentía tan perdido y confundido como siempre.

Más adelante, un niño pequeño estaba haciendo rodar una pelota de goma roja por la acera, peligrosamente cerca de la calle. Dos autos pasaron volando por detrás del niño desprevenido. Si hubiera estado a unos cuatro pies a su derecha, habría sido un vagabundo de la calle. Probablemente no lo sabía de todos modos.

De la nada, un balón de fútbol rebotó y chocó suavemente contra sus pies.

~

Yue, Shirayuki y Aqua no tardaron mucho en llegar a casa. Abre la puerta con el juego de llaves y entraron en el recinto del santuario. Se quitaron los zapatos y los calcetines, los dos menores masculinos se subieron las perneras de los pantalones antes de poner sus pies helados en sus zapatillas.

–¿Haha? ¿Oji-san?

–¿Mamá?/¿Haha-ue? ¿Oyashi/papá?

–¿Hay alguien aquí? –Llamaron para ver si alguien estaba en casa, pero nada.

–Okari nasai-nya. –Los recibio Tama mientras hacía la limpieza del templo.

–Hola, Tama-san. –Saludo Shirayuki sacándose el bolso y lo puso en su sitio.

–Tama, ¿nuestros padres no están? –Preguntó Aqua sacándose su bolso y se sento en el sofá de la sala de estar.

–No. La señora no ha vuelto ni Kuronue-sama ni Chihaya-sama no han vuelto de sus trabajos. Es más, Chihaya-sama llamo diciendo que tenía guardia esta noche así que no volverá hasta mañana en la mañana. –Informó Tama a los tres niños mientras Yue fue a la cocina para sacar un vaso del estándar y una jarra de jugo del refrigerador para servirselo en el vaso y tomarlo.

–Entiendo.

–¿Queréis comer o tomar algo? Aunque veo que Yoko jr-sama ya os adelanto. –Ve al niño zorro tomando de su vaso.

–Si no le molesta, nos gustaría cenar para luego ponernos a estudiar. –Dijo Aqua.

Mientras Tama sirve la cena, los tres se fueron escalera arriba a cambiarse de ropa para ponerse ropa de casa. Cuando bajan ya cambiados, ven a Yue con el pelo atado en una media coleta baja, ya que solo se ata el pelo cuando hace sus deberes del templo o cuando están en clase de gimnasia. Sin decir nada, toman su lugar en la mesa mientras Tama viene con una pequeña bandeja con los tres platos de comida. Los deja en la mesita y les hace una seña para que coman. Le hacen caso y toman sus palillos y empiezan a comer.

Cuando terminan, llevan sus platos a los trates para que Yue los lave mientras Aqua los seca y Shirayuki los guardaba. Esa era la dinámica del templo. Ayudar cuando los adultos no están o Tama esta ocupada en otras tareas como limpiando, lavando su ropa o guardandola en su sitio, etc.

Al terminar, se van a la sala para acomodarse y empezar a estudiar.

–Bien. Empecemos. Primero empecemos con matemáticas y luego con inglés. Por cierto, ten Aqua. –Le da un ejercicio en japonés al Kuran hanyou mayor– Trata de traducirlo a inglés. No importa si te equivocas, yo lo corregiré luego. Y si puedes con la elección de música en inglés como apoyo de concentración, úsalo. –Le aconsejo que lo hiciera y así lo hizo.

Aqua saco el ipod con la música que Yue le quemo para mejora en su pronunciación y se puso los cascos mientras sacaba hojas para escribir, lápiz y goma de borrar para resolver el ejercicio.

–Bien. –Se viro a Shirayuki– Mientras lo resuelve, veamos lo que se te dificulta.

Shirayuki siguio el ejemplo de Aqua y se acerco a su bolso, buscando los materiales de estudio. Saco un libro de matemáticas, hojas para escribir, lápiz y goma de borrar.

–¿Qué tema necesitas repasar?

–Eh... Muchos. –Dice apenada por su falta de estudio, y querer convencerlo de que necesita más sesiones de estudio– Ecuaciones de segundo grado, números reales, números complejos, probabilidades y combinatorias...

–Está bien. Empezaremos por números reales, ¿te parece?

–Claro, lo que tú digas. –Le contesta. Estaba decepcionada. No es para nada lo que esperaba de una sesión de estudio. ¡Estudiar es lo último que haría con un chico tan atractivo como él!

–Dime. ¿Qué sabes sobre los números reales?

Esto no le estaba gustando nada. Suena como una lección –Ehh... Están los números positivos, es decir los que están entre el cero y el infinito, y los negativos, que son los que están entre el cero y el... ¿infinito negativo?

Yue se ríe, mostrando sus perfectos dientes blancos. Al parecer no existe nada llamado "infinito negativo", pero igual le había entendido.

–También incluyen las fracciones y los decimales. –Continúa, orgullosa de recordar tantas cosas.

–Bien. –Aprueba, aún sonriendo– Pero no olvides que también incluyen los irracionales, que son...

–¡Los que no pueden ser representados por una fracción! –Completa Shirayuki, haciéndolo sonreír nuevamente.

–Correcto. Ahora, dame un ejemplo de una operación entre números enteros.

–«Esto parece una lección de primaria.» –Piensa Shirayuki. Intenta recordar. Números enteros... Ah, sí. Los que son positivos o negativos perfectos– Cien más cien, que da doscientos.

–¿Uno un poco más complicado?
–Lo mira sin comprender. ¿Qué es más complicado que eso?– Uno con números negativos y positivos. –Le explica.

–Oh. Ehh... Menos trescientos más cuatrocientos, que da cien positivo.

Cuando Aqua termina, se quita los casco y llama su atención –Yoko, termine. –Le pasa la hoja– Tu quemado sirve muy bien. Pero se que sigo teniendo errores. –Dijo modesto.

–Eso lo sé. Yo también cometí errores cuando empecé a estudiar tanto la lengua humana como la extranjera. –Dijo mientras hojeaba su trabajo. Su rostro permaneció impasible al ver su gran proceso había logrado, pero aun se equivocaba en unos probervios y líneas de tiempo, pero había progresado mucho desde que comenzaron a estudiar y mejorar su pronunciación.

Después de unos momentos, la suave voz de Yuichiro se escuchó a través de la niebla –85.

–¿Qué?

–Tu nota. –Repitió Yuichiro– Tu nota es de 85 puntos. –Afirmo– Ya has mejorado mucho, pero si quieres ir a América deberás estudiarla como una segunda lengua. –Le recomendo.

–Quizás lo haga... –En su voz se oía algo dudativo.

–Pero no estas seguro de seguir este juego por siempre. Y más cuando eres el heredero a la corona de Benwick o tu hermana, Shiyu. Eso ya lo sé.

–Nii-sama... –Shirayuki dejo lo que estaba haciendo y vio con preocupación a su hermano y mejor amigo.

–Tomátelo con calma. –Lo tranquilizo– Al igual que tú, yo también tengo dudas sobre mi destino y lo que quiero hacer con mi vida.

–Sí, gracias. –Sus músculos se relajaron al escuchar sus palabras– Yue. Shirayuki. –Les agradecio a ambos.

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