Capítulo 4: Dos disparos
Varias semanas habían pasado desde ese día. Todos los días buscaban el paradero de Koragg y Necrolai, pero no lo encontraban o la en entrada del submundo y asegurar de que la seguridad del cristal de plata. Algo que Himemiya quería asegurar al regresar a casa fuera lo más suave e indoloro posible. Una vez instalada en casa, podría volver a concentrarse en su pueblo y súbditos, e haciendo todo lo posible para mantener una apariencia de estudiante seria, siempre obteniendo los mejores puntajes en cada prueba y representante de las escuelas. Y más en esta salida que hizo la escuela hacia un jardín botánico.
Varios uniformes de estudiantes de diferentes colores de sus respectivas escuelas ya estaban emparejados como compañeros caminaban por las instalaciones para dibujar la flor que les oriento su maestro de clases. Algunos hablaban de los diferentes significados de las flores a medida que las pasabamos o otros no tanto, y solo en sus cosas o en los planes que harían en fin de semana.
–Y el Statice simboliza el recuerdo, siempre me ha gustado ese, es como... mientras tengas una florecita, recordarás todas las cosas que necesitas recordar, siempre guardo una en mi cuaderno cuando estudio. –Ella sonrío ampliamente, sus labios rosados se extendieron y mostraron sus blancos nacarados.
–Vaya, tú y Shuichi habrían hecho la mejor pareja para esto, ambos aman las plantas. –Sonrío su compañera y ella se sonrojó profundamente, girando la cabeza para ocultarlo.
–Sí... pero son chicas con chicas y chicos con chicos. –Tosió mientras intentaba ocultar su vergüenza.
–Bueno, estoy seguro de que serías más estimulante mentalmente que Takashi. –Se río cuando el pobre niño olió otra flor y tuvo otro estornudo sobre Kurama– Dios mío, ¿tal vez deberíamos interrumpirlo para salvarlo de un destino mocoso? –Se río mientras arrastraba a Maya con ella hacia Kurama y Takashi.
–Hola Mukai, Kitajima. –Kurama saludó con una sonrisa y su habitual movimiento de cabeza.
–¿Salud? –Preguntó mientras Takashi estornudaba de nuevo.
–Odio las flores... –Siseó Takashi mientras se sonaba la nariz con un pañuelo de papel demasiado usado.
–¡Vamos chicos, ya quiero ir a ver las Statices! –Ella tiró de sus manos y noto que la sonrisa de Kurama se suavizaba un poco en las esquinas para luego cambiarla a una mueca al ver una cabellera semilarga de color blanco con un tinte rosa hasta la espalda baja con un flequillo corto hime, portando limpiamente y planchado su uniforme escolar similar al de un traje formal, una camisa blanca de manga larga, una falda corta negra de tablones, un lazo azul en el cuello, un corsé con botones a juego negro con un lazo atapado atrás, medias largas negras y botas marrones. Por sus rasgos faciales, era fácil deducir que era extranjera. Su vista fue de perplejidad. Sus ojos esmeraldas se abrieron tanto de la sorpresa que estaban a punto de salirse sus orbes. Shuichi no podía contener su sorpresa, algo bastante inusual en él. Era bien conocido por su templanza, hasta que ella se la quito. La miró mientras se presentaba, aunque no la escuchó. Estaba tan absorto en sus propios pensamientos que no salió de su ensimismamiento hasta que la vio pasar a un lado de él.
–Yue. Shiyu-chan. Aqua-chan. –Llamo a su hijo y sus sobrinos que vestían los clásicos uniformes de marineros. Sus palabras parecían abiertamente apropiadas y tenían una punzada de acento, aunque era bastante difícil identificar un área específica.
Su voz era suave y elegante. Un aire de tranquila confianza fluía con cada sonido que hacía. Su aroma floral fluyó a través del cabello. No fue abrumador sino más bien dulce. Pero lo que más le llamó la atención fueron sus ojos. De ojos tristes, fríos, opacos y gélidos de sus inusuales rosa black baccara con las pupilas rasgadas, ya que él los recordaba con un brillo de alegría y felicidad.
Hubo un pequeño tirón en el corazón del joven largamente olvidado y el único sentimiento que quedó en él fue algo que nunca antes había sentido en toda su vida.
Confusión. Confusión total y absoluta.
Y más al verla entrar junto a esos niños al mismo lugar que ellos. Los Statices no estaban lejos de donde estaban y se detuvieron poco después de que Maya comenzará a arrastrarlos. Los dejó ir y se inclinó sobre la barandilla con el ceño fruncido mientras miraba un montón de follaje verde sin flores.
–Awe, no están en flor. –Hizo un puchero mientras soltaba la barandilla y se apoyaba en ella, dándonos una sonrisa avergonzada– Perdón por hacerte perder el tiempo. –Ella suspiró mientras su cabeza se inclinaba hacia atrás, un ceño fruncido estropeaba su rostro.
–Que aburrido. –Segundo Shirayuki, estando de acuerdo con Maya.
Himemiya se puso de punclillas delante de ella –Si cierras los ojos y dejas que Yoko-chan haga su "abracadabra", ¿dejarás de estar triste?
–Sí.
–Bien. –Se giro hacia Yuichiro– Onegai.
Yue asintió sin decir nada mientras Shirayuki cerraba sus ojos tapando su cara con sus manos. Yue posa su mano sobre la hoja para que hiciera su magia sin darse cuenta de su presencia.
–Listo, Yu. Ya puedes abrir los ojos. –Le dijo Yue a la vampira-quimera.
Al hacerlo, vio florecer los Statices, mucho más grandes de lo que creo que alguna vez llegaron a ser por sí solos.
Yue tenía una amplia sonrisa ladina en el rostro al ver su expresión. Maya se quedó en silencio, muda y sorprendida por las hermosas flores moradas que florecían.
–¿C-Cómo?
Shirayuki lo abraza por el hombro izquierdo haciendo que se sonroje levemente –¡Eres bueno en esto, Yui-chan!
–Bueno, al no ser bueno con el reiki, en algo tenía que destacar por ser el heredero de Yoko-ojisan. –Le dijo burlón haciendo que Yue le vea serio/molesto.
Himemiya se arrodilla a un lado de él y le acaricia una de sus orejas zorrunas –No le hagas caso, solo esta impresionado por tus habilidades. Es todo, Yue. –Lo animo para que no pelearan y Yue cambio su expresión a una relajada.
Himemiya esta sentada allí, con el cabello ondeando al viento, rodeado de enormes flores de color púrpura. Ella estaba sonriendo para sí misma ligeramente y los niños, y Kurama al verla no pudo evitar sentirse cautivado por la chica que no pensó volver a ver en su vida.
Himemiya había cambiado. Se había dejado crecer el cabello y su cuerpo estaba más desarrollado. Era una bella chica y se notaba mucho por su club de fans, mucho más de lo que él la recordaba. Pero lo inquietaba. Maya corrió hacia adelante para olerlas y Kurama siguió sus movimientos sonriéndole divertido.
No pude evitar sentirse como si fuera un voyeur, interrumpiendo su momento. Retorció sus manos nerviosamente y pensó en una manera de disculparse ya que estaba empezando a sentirse consciente de sí mismo.
Pero dejo de sentirse mal una vez que Takashi tuvo otro ataque de estornudos y tanto Maya como Kurama salieron del hechizo bajo el que estaban.
~
Los restos de la antigua fábrica de muñecas se alzaban como un recordatorio oscuro y retorcido de una época en la que este lugar creaba comodidad y calidez. Ahora todo lo que quedaba del lugar era un eco inquietante del frío y lo macabro. El edificio en sí permaneció algo intacto, aunque el interior estaba en gran parte quemado, el exterior permaneció prístino, una fachada que ocultaba el mal que acechaba dentro de sus paredes. La fábrica fue retirada de la ciudad, escondida en lo profundo del bosque en las afueras de la ciudad. El lugar nunca vio muchos visitantes, muy pocos fueron lo suficientemente valientes como para aventurarse en este lugar maldito. Sin embargo, tres jóvenes entraron en la fábrica con la esperanza de encontrar emociones baratas dentro de sus paredes.
–¿Qué tal? Es un lugar genial, ¿no? –Preguntó un niño a su compañero pisando descuidadamente una de las partes de muñecos abandonados tirados por el suelo, emitiendo un crujido que resonó en la fábrica inquietantemente silenciosa resonando en las paredes.
–Este lugar es aterrador. –Fue la respuesta incómoda– Hay muchas partes de maniquis tiradas por ahí. –Terminó débilmente.
–¿Tienes miedo? –Preguntó su amigo condescendientemente volviéndose para mirar a su asustado compañero.
–¿Y-Yo? –Tartamudeó trémulo– ¡Deja de decir tonterías! –Añadió en voz más alta para compensar su aparente falta de coraje.
–Es el mejor de los escondites. ¡Es genial! –Intervino el tercer chico saludando apreciativamente a su alrededor.
–Es una fábrica de maniquí abandonada. –Un niño informó a sus dos cómplices.
El chico, bastante asustadizo, tragó saliva audiblemente y palideció visiblemente. De repente la atmósfera en la habitación cambió. Había tensión en el aire y un repentino escalofrío recorrió el edificio. Si alguno del grupo estuviera espiritualmente consciente, habría sentido la presencia de algo... algo no humano. Un niño jadeó y gritó –¡Ah! ¡Detrás de ti!
Girándose lo suficiente como para darle a cualquiera un latigazo, el otro saltó sudando a borbotones –¿Qué? –medio gritó.
–¡Ja ja! –El que gritó se río doblándose de alegría– ¿Viste su cara? –Él soltó una carcajada.
–¡Maldito! –Chilló obviamente todavía no recuperado del anterior ataque cardíaco que acababa de sufrir.
–No puedes andarte asustando toda la vida. ¿Acaso le tienes miedo a los fantasmas? –Preguntó un matón incrédulo a su amigo.
–¡Este lugar es increíble por tipos como tú! –Continuó el otro, ajeno al objeto de su repentina angustia– Nadie viene por aquí ya que creen en los rumores sobre fantasmas.
–Uh... –Murmuró su amigo débilmente mirando con absoluto horror detrás de su compañero.
–¿Qué? ¿Qué sucede? Trata de imitarme para asustarnos. ¡Eso no funcionara! –Comenzó uno de los chicos.
–No importa. Vamos a traer a algunas chicas. –Fue repentinamente interrumpido por un ruido escalofriante, como clavos afilados arrastrándose por un suelo de baldosas. Los dos se dieron la vuelta a tiempo para ver algo que nunca tendrían el lujo de tener tiempo suficiente para temer.
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Sentados alrededor del aula de secundaria, un grupo de estudiantes de noveno grado se reunieron para chismorrear sobre las últimas noticias.
–¿De nuevo? –Preguntó uno de los estudiantes con escepticismo.
–Mi hermano me dijo que hay muchos que llevan desaparecidos más de una semana. –Respondió el niño mostrando la noticia con algo de orgullo.
–Yo también se de eso. Seguramente se fueron de la ciudad. –Añadió uno de los otros estudiantes– Este lugar es aburrida.
–¿Y si fue algún secuestrado? –Ofreció Tasaka en broma.
–¡Estoy de acuerdo! –Asintió Susume con entusiasmo levantando su mano en el aire y su melena rubia ondulada rebotando de emoción.
–Si que te gusta hablar de cosas raras, ¿no? –Replicó Tasaka con una sonrisa exasperada en su rostro.
–Pero no tanto como a ti. –Fue su respuesta indignada.
Después de escuchar suficiente, la chica se levantó de su asiento y estaba a punto de salir del salón de clases cuando chocó con alguien.
–Lo siento, no estaba mirando hacia dónde iba. –Ella se disculpó algo borde y miró hacia arriba para ver a su compañero de clase, que estaba sosteniendo suavemente su mano cuando chocó contra él.
–Está bien. Fue sólo un accidente. –Dijo mientras todavía sostenía su mano y miraba sus ojos rosa rasgados.
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Una linda chica con un rostro inocente enmarcado por un corto cabello azabache, fijó su mirada violeta claro en la espalda del pelirrojo que se alejaba no solo por su cabello brillante sino también por el hecho de que él era el único en la habitación que vestía un uniforme escolar azul con botones y la chica de su clase.
–¡Minamino-kun! –Ella lo llamó haciéndolo girar levemente para mirarla expectante– ¿Qué opinas tú?
Hizo una pausa para mirarla con sus vívidos ojos verdes ligeramente desconcertantes. Ojos que contenían la sabiduría de siglos, ojos que no pertenecían al rostro fresco de un chico de catorce años. Distraídamente se pasó una mano por el pelo corto contemplando la mejor manera de responder.
–Deben haber huido de casa, ¿no? –Respondió Shuichi simplemente en su suave tono alto.
–No seas aburrido. –Maya insistió frenéticamente meneando su dedo hacia él– ¿No crees que haya un secuestro extraterrestre? O tal vez son de una secta. O una distorsión dimensional.
Shuichi vaciló como si considerara su opinión como una opción viable –Me sorprende tu percepción de la realidad.
–Eres muy ingenuo. Los extraterrestres viven entre nosotros. –Ella persistió con vigor. Su aura pareció cobrar vida mientras hablaba de esto con tanto fuego, determinación y brillo fanático en sus ojos– ¿Y tú que piensas, Tsukikage-san? –Ella le preguntó haciéndola girar levemente para mirarla estoicamente.
–Es tal y como dice. Simplemente se fueron porque esta ciudad es aburrida. –Dijo fríamente retirando su mano suavemente.
Mientras tanto, durante este intercambio, un iracundo Tasaka se irritaba cada vez más.
–No me agrada... ¿Por qué vienen de uniforme si no es necesario? –Exigió desesperadamente, con el ceño fruncido cada vez más profundo mientras observaba a Maya seguir a Minamino y "Tsukikage" por el salón de clases y continuar diciendo tonterías sobre lo sobrenatural.
–Ríndete. Maya-chan solo tiene ojos para Minamino-kun. –Susume se burló y la diversión apareció en su tono.
–¡Bastardo! –Se enfureció arrojando un borrador a la parte posterior de la cabeza de Minamino.
–¡Ey! –Amonestó Susume.
–Sabes, tengo un poco de sexto sentido... –Maya continuó ajena al proyectil que se dirigía hacia la cabeza de Minamino.
Al parecer en el último segundo y con asombrosa destreza, Minamino, sin siquiera darse la vuelta, atrapó hábilmente el borrador ofensivo con un elegante chasquido. Maya y "Tsukikage" al escuchar el sonido hicieron un ruido inquisitivo.
Minamino hizo una pausa para estudiar el objeto en su mano con curiosidad.
–¿Qué es eso?
–No es nada.
Detrás de él, un aturdido Tasaka murmuró mientras que a su lado un Susume igualmente asombrada respiró –¡Increíble!
~
A medida que el día transcurría lentamente, Kurama no pudo evitar pensar en la idea de que tantos estudiantes habían desaparecido recientemente. Empezaba a sentir que estas desapariciones no eran de origen natural.
–«¿Más desaparecida...? ¿Acaso...?» –Murmura para sí mismo mientras camina indiferentemente por el pasillo con la luz del sol que mengua rápidamente filtrándose a través de las ventanas mientras pasa– «El miasma de esta ciudad se ha vuelto más pesada últimamente.»
Sus reflexiones cesaron rápidamente cuando sintió una energía demoníaca familiar. Comenzando, miró en la dirección de donde había venido el aura, sorprendido al ver una masa gorgoteante materializarse emitiendo disimulados sonidos borrosos. La masa se congeló en la forma de una cabeza viscosa con cuernos puntiagudos y colmillos desnudos.
–Kurama... –Dijo con voz áspera en tonos aceitosos– Voy a matarte. Esta ciudad será nuestra.
–Hedaki... –Kurama entonó su voz normalmente ligera más profunda y amenazante– ¿Olvidaron que tienen prohibido venir a esta ciudad? –Kurama recordaba bien su último encuentro. Este demonio advenedizo había iniciado una pelea con él con la esperanza de ganar algo de territorio por su problema de no creer que el débil cuerpo humano que poseía Kurama desmentía un peligro mucho mayor de lo que había anticipado. Kurama ni siquiera había tenido que manifestar su propio poder para casi matar a esta criatura. Había decidido perdonarlo, sucumbiendo a su compasión humana. Sin embargo, el demonio juró vengarse de esta "patética excusa de demonio", como lo había llamado. Kurama no pensó nada en esto, incluso con los ojos vendados podría derrotar a este.
–Los mataremos a todos. –El ogro proclamó en su furia– Tenemos un aliado, cuyo poder no se compara al tuyo. Ni el de esa legendaria diosa.
Kurama, que no estaba impresionado, se movió con una velocidad inhumana para aplastar a esta criatura, pero antes de que el golpe pudiera conectar, saltó hacia adelante y se estrelló contra la ventana abierta, afirmando haber visto venir el golpe y riéndose mientras huía sin sentir a Kuroyukihime detrás de él y solo se fue para completar la misión que se le dio.
–«Jamás creí que uno de los que había asesinado vendría a retarme luego de tanto tiempo.» –Pensó Kurama contemplando su situación actual– «Debe estar bajo el mando de alguien muy fuerte. No quiero usar demasiado el poder de la oscuridad, pero si piensa atacar a los humanos y a elegido esta ciudad, le haré frente.» No como humano, sino como el youkai que gobierna esta ciudad. Así como lo hizo en su momento la Legendaria Guerrera.
Estaba tan sumido en sus pensamientos que no era consciente de la presencia detrás de él.
–¿Qué fue eso? ¿Es un... –Maya vaciló en un susurro sacando a Kurama de su ensoñación– ...monstruo?
Maldiciendo su negligencia por haber sido engañado, intentó explicar, pero antes de que pudiera pronunciar las palabras, Maya continuó.
–¡Impresionante! –Continuó más asombrada que asustada– Pude verlo claramente, qué sorpresa. Para ser la primera vez, vi uno muy feo.
–Creo que te equivocas. –Incluso a él su mentira le pareció transparente– «¡¿Lo vio?!» –Gritó en su mente– «Fui muy descuidado. El reiki es mucho más fuerte si estoy cerca de ella.» –Era raro, pero la energía demoníaca que emite un demonio a veces puede ser tan fuerte que puede hacer que quienes rodean a dicho demonio experimenten un aumento de poder de segunda mano. Ese fue claramente el caso aquí.
Naturalmente, Maya no se creyó su mentira –¡No trates de engañarme, lo vi claramente! –Kurama se encogió interiormente ante su persistencia– Justo como pensaba, tienes conexión con lo paranormal. ¿De qué hablaban? –Dijo efusivamente.
Para disgusto de Kurama, ella continuó su perorata –¡Estoy conmovida! ¡Sabía que tú y Tsukikage-san eráis diferentes desde la primera vez que os vi! ¡Siempre quise enamorarme de alguien así! Jamás pensé que resultaría ser mi primer amor. Es un tanto dramático. –Su última declaración lo dejó perplejo aún más que su admisión de haber visto al demonio. Él la miró con descarado asombro por unos momentos mientras un sonrojo se extendía por sus mejillas. Kurama decidió que la mejor manera de tratar de convencerla de que tenía alucinaciones era acompañarla a casa. Entonces él podrá borrar su memoria si continúa examinando el tema. No podía permitir que nadie supiera su secreto sin importar cómo se sintiera.
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Himemiya estaba sentada en el porche mientras observaba a Yue regar las flores del invernadero y los hermanos Kuran menores jugaban entre sí. Estaban disfrutando el silencio de la noche cuando de repente algo rompió el ambiente.
Sus uniformes escolares fueron reemplazado por un hakui (túnica) blanca con sode-kukuri (cordones) rojos a través de las mangas y los hombros abiertos. Se ataban cuerdas llamadas muna-himo a cada solapa y se ataban al frente para mantener la prenda cerrada. El kosode de Himemiya sería muy parecido a un Kendo o Naginata Keikogi moderno, con la manga ajustada un poco como una camisa holgada moderna y extendiéndose ligeramente más allá de la muñeca. Las aberturas en los costados de su hakama y las aberturas en las mangas y los hombros de su hitoe (chaqueta) mostraban el kosode blanco que lucía. Este fue un efecto de moda deliberado. Un nagabakama de color rojo brillante, que incluía una pequeña tabla en la parte baja de la espalda, guantes sin dedos largos hasta arriba de los codos de color rojo, zapatos lace up color rojo. Himemiya luce un obi o cinturón rojo sobre todas sus demás prendas. Su cabello se torno negro con mechones rojos y sus ojos se volvieron rojo sangre.
Yue ahora vestía un traje árabe de color blanco, al estilo de los beduinos jequeses, y similar a las ropas de Lawrence de Arabia, cubriendo todo su cuerpo, a excepción de parte de su rostro, orejas y cola de zorro.
Saltaron de techo en techo hacia donde sentían el yoki en la zona, pero quién sabía que se enfrentaría al Youkai en el cielo.
Habiendo sentido algo, se agachó justo a tiempo cuando una espada rozó una pulgada por encima de su cabeza.
Ella hizo una voltereta hacia atrás mientras los demás lo esquivaban y se pararon frente a su agresor, mirándolo con ojos severos.
–No está nada mal, Jeanne. –Comentó mientras envainaba su espada, luego saltó del techo, y Himemiya y los demás lo siguieron, aterrizando frente a él.
Saltaron, queriendo darle una patada al Youkai, sin embargo, sus propiedades elásticas la hicieron rebotar y se estrelló contra el suelo detrás de ella.
Casi al instante, se levantaron. El Youkai cargó contra ellos. Ella saco su cuchillo karambit y una bolsa de energía plateada se reunió en el aire.
–¡Rapture Talon! –Ella lanzo su karambit mientras la bola de energía se disparaba hacia el Youkai, dejándole una fatal herida, la sangre brota del corte de su pecho. Lo único que quedaba del Youkai yace en el suelo y el olor a sangre seca.
En eso el tintineo de su cascabel suena avisandole del peligro y ella evitó el ataque de un nuevo Yokai que se impulsó a Jeanne, pero eso la puso en desventaja. El Youkai la pateó contra una pared, luego sacó dos tiritas enormes y se las arrojó, pegándola a la pared.
–Qué chica más estúpida. –Se burló el yokai mientras Himemiya gritó mientras luchaba dentro de sus límites.
–¡Haha!/¡Ba-san! –Gritaron al verla en apuros. Se lanzaron al enemigo.
Después de abrir otra cabeza de sapo con una patada bien colocada por enésima vez, eché un vistazo hacia donde estaba la primera rana fea. O al menos donde debería haber estado, ahogado en un charco de su propia sangre negra y viscosa. El pequeño bastardo se había ido. Todo lo que quedó fue un charco oscuro de fluidos corporales y Dios sabe qué más. Las tiritas que confinaban a Himemiya fueron repentinamente cortadas por la mitad, ella aterrizó, sosteniendo su karambit, una hoja de luz blanca que se extendía desde la punta.
Himemiya salto y con ambas manos sostuvo su cuchillo karambit que se convirtió en una espada para acabar de un solo golpe al demonio.
El Yokai desenvainó su espada y bloqueo el ataque de Himemiya.
Ella paró con su karambit –¿Y qué sabes sobre la verdadera fuerza?
Himemiya estaba haciendo lo mejor que podía, pero no era una esgrimista y ciertamente no era rival para él, quien era un espadachín de primer nivel. Ella gritó cuando él le quitó el karambit de la mano.
Kappa, los duendes del agua y uno de los youkai menos de tratar. No eran particularmente fuertes, ni mucho menos, de hecho, los Kappa son simplemente pequeños cretinos lúgubres, neuróticos, feos. Como entrenamiento eran objetivos perfectos. Si hubieran sido moralmente buenos, les habría permitido vivir con la esperanza de corromperlos más tarde una vez que mis poderes se desarrollaran. Si hubieran sido moralmente malos, los habría dejado vivir con la esperanza de joder el mundo. Pero no, estos tipos son tan absolutamente débiles y francamente quejosos, que a menudo son vistos como una vergüenza para todos los demonios. De hecho, me sorprendió la cantidad que encontró en Kioto, ya que la mayoría de su especie habían sido cazadas hasta su extinción en Makai.
Simplemente no se entendía qué estaban haciendo ahí. Normalmente los Kappa no se alejan demasiado de sus ríos o estanques por temor a que el agua que descansa en la hendidura de sus frentes se seque. Estos tipos ni siquiera tenían mucha sangría para el agua. Y con la forma en que estaban atacando a los chicos, para empezar, parecían no tener miedo de perder el agua que había allí. ¿Quizás no eran Kappa?
–¡Eek! –Chilló una voz.
Himemiya se giró justo a tiempo para ver a Shirayuki siendo atacada por un grupo de Toadies que habían logrado trepar a las ramas del bosque y tirar de sus piernas y los extremos de las alas para pesarla. El único problema era que todavía estaba a unos buenos 25 pies en el aire.
Con un destello de youki, Yue invoco su rosa y miles de pétalos de rosa tan afilados como navajas cayeron hacia los aduladores que luchaban con el extremo de las alas de Shirayuki mientras los otros dos se abrían paso a machetazos entre los tres Kappa en su camino, Kuronue corrió hacia los sapos que atacaban a Shirayuki.
–¡Papá! –Gritó la menor Kuran.
Se quedaron instantáneamente congelados en el lugar ante el afilado youki que de repente salió disparado del Death-Sythe gemela que apareció a escena y los acabo de un solo golpe.
–Kuronue-niichan/Padre. –Dijeron al ver recién llegado después de acabar con los Kappa.
~
–No te habías percatado, ¿verdad? –Maya preguntó inocentemente, aunque Kurama pudo sentir un anhelo creciente escondido debajo de sus cuidadosas palabras. Estaban caminando a casa mientras el sol poniente lanzaba rayos carmesí a través del horizonte.
–Ve a casa. –Respondió honestamente. Estaba demasiado absorto en asuntos mucho más urgentes como para prestar atención a los sentimientos de una joven humana. Temiendo su siguiente pregunta, continuaron caminando uno al lado del otro mientras se ponía el sol.
–Aún no me has respondido. –Era difícil no escuchar la nota de esperanza apenas velada por su tono– Dilo sin tapujos, ya me he preparado. –Continuó con seriedad en lo que él estaba seguro que ella creía que era una manera informal.
–Lo siento, pero... amo a alguien más... –La amonestó de espaldas a ella. Los sentimientos eran una carga para él y tenía que proteger a tantas personas como pudiera, incluso si tenía que protegerlas de sí mismo.
Kurama casi podía sentir la decepción y el dolor que irradiaba ella ante su rechazo. Componiéndose rápidamente logró tartamudear –Está bien. Me iré a casa.
Kurama se sentía bastante culpable por romperle el corazón a esta pobre niña cuando lo sintió. Un aura tan fuerte apenas se registra en sus sentidos. Extendió la mano y puso una mano firme sobre el hombro de Maya, sorprendiéndola, mientras se preparaba para el asalto.
–¡No te alejes! –La instó buscando la periferia con su mente preparándose para el ataque– «¿En qué momento llegó tan cerca? ¿Estoy a su nivel? ¡No, esto es malo!»
De repente, un golpe relámpago retumbó contra el suelo donde estaban parados. Abandonando sus mochilas escolares, Kurama levantó a Maya en sus brazos esquivando rápidamente el golpe y llevándolos a ambos a un lugar seguro a varios metros de distancia incluso mientras ella soltaba un pequeño chillido de sorpresa y terror.
De repente apareció una mancha negra. Era un demonio relativamente pequeño vestido con una capa negra ceñida a la cintura con un cinturón fino. Llevaba un pañuelo blanco atado al cuello y un pañuelo blanco a juego le rodeaba la frente. Su cabello oscuro estaba puntiagudo, erizado con una estrella blanca en el centro. Empuñaba una katana mortal en su mano derecha y no había dudas en la mente de Kurama de que sabía cómo usarla. Parecía un poco sorprendido mientras hablaba con una voz profunda y mortal –Hiciste bien al esquivarlo.
Ignorando al demonio por el momento, Kurama preguntó preocupado –¿Estás bien?
Maya tragó saliva y respondió en voz baja –S-Sí... –Ella hizo una pausa para recuperar el aliento y estabilizar su corazón acelerado antes de continuar– ¿Vos estás bien, Minamino-kun? Podes soltarme si queres... –Aunque en su mente sólo pensaba en lo fuerte que era para poder cargarla con tanta facilidad.
–¡No es el momento ni el lugar para preocuparse por algo como eso! –Fue su respuesta siendo un muy buen lector de aura como era. Antes de que pudieran decir más, el Yokai lanzó su segundo ataque. Sin ceremonia, Kurama empujó bruscamente a Maya fuera de la línea de fuego. Agachándose solo por un segundo, Kurama tomó una brizna de hierba y manipulando su energía demoníaca la transformó en una espada real de considerable tamaño y filo para igualar la katana de su atacante.
–¡Ah! –Llegó la voz del enemigo– ¡¿Armas de plantas?!
Parando los golpes de los demonios, Kurama le imploró a Maya que corriera temiendo por su seguridad mientras luchaban. Maya parecía estar en shock después de presenciar el ataque de un demonio, mirándolo sin comprender tal como estaba. Será mejor que se lo lleven. Moviéndose más rápido de lo que lo había hecho en casi dos décadas, saltó increíblemente alto y condujo a su atacante desconocido al bosque, lejos de transeúntes inocentes y miradas indiscretas.
Maya observó todo esto con los ojos muy abiertos, temerosa por su cordura o falta de ella –No importa cómo lo vea, –Murmuró para sí misma– esto tiene que ser un sueño. –Al escuchar el ruido de pasos detrás de ella, se giró sólo para quedar rápidamente inconsciente.
–Jejejejejeh. –Entonó el Slime Ogre encima de un niño humano que poseía su cuerpo– Qué suerte. Kurama hizo mal en dejarla acá sola. –Dijo con maldad levantando a la joven en sus brazos– Va a ser un buen regalo para Yatsude-sama.
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¡Clang!
Kurama estaba rogando cansarse contra un oponente tan hábil. Las espadas ciertamente no eran su fuerte. Las rosas son su arma preferida, ya que puede convertirlas en un látigo con espinas afiladas. Sin embargo, se permitió elogiar su previsión de practicar hace muchos años con otro tipo de armamento. Esta no era la primera vez que su capacidad para planificar el futuro le salvaba la vida. Resolviendo dejarse crecer el cabello para ocultar sus rosas en él si sobrevivía, continuó bloqueando y golpeando con todo lo que tenía. Su oponente era rápido, y necesitó toda su habilidad para igualarlo, pero no sabía por cuánto tiempo podría seguir así.
Hiei continuó sorprendido por este chico aparentemente frágil. Su energía demoníaca era inconfundible y, sin embargo, parecía humano. Además, su arma era muy extraña. Hiei sólo había oído hablar de un luchador que se había hecho un nombre usando plantas como armas, y ese demonio había estado muerto durante más de una década. Por así decirlo, sólo los espíritus zorros usaban ese tipo de armamento. Sin embargo, tenía una habilidad indudable al haber luchado contra él durante tanto tiempo. Era raro que encontrara semejante rival para su habilidad en el Reino Humano. Había más en este chico de lo que parece.
–¡No peleas nada mal! –Su misterioso oponente elogió– ¡¿Por qué alguien tan habilidoso sigue las órdenes de él?!
Esta pregunta inmediatamente tomó a Kurama con la guardia baja –¿Qué? –Exigió todavía preparado para atacar– ¡¿"Él"?! ¡¿Él está en la ciudad?!
Su agresor de repente detuvo su asalto y se detuvo a varios metros de distancia, con la sorpresa evidente en sus rasgos.
–Tú y esa okami... ¿No sois unos de sus seguidores? –Ordenó.
–Enfunda tu espada, yo soy el protector de esta ciudad.
De repente, inclinándose pesadamente y apoyando su mano en su muslo, su oponente cedió.
–¿Sangre?
Kurama de repente se dio cuenta del goteo de sangre bajo su capa que se acumulaba bajo sus pies. Si no estuviera tan concentrado en la batalla, quizás habría notado el olor antes. Con un pequeño sonido de dolor su adversario cayó pesadamente al suelo, su herida más el estrés de la batalla lo hicieron colapsar ya sea por pérdida de sangre o por agotamiento.
–«Yatsude... En mi estado actual... no tengo el poder para derrotarlo. Parece que estoy en problemas.» –Mirando al demonio a sus pies, Kurama contempló qué hacer. No se sentía bien dejarlo aquí, y parecía como si tuvieran un enemigo común. Con diversión, Kurama recordó ese cliché humano que había escuchado una vez: "el enemigo de mi enemigo es mi amigo". Bueno, en cualquier caso, no estaría de más curar a este demonio al menos.
~
En la antigua fábrica en las afueras de la ciudad, un Slime Ogre complacido le presentó a su maestro los dos jovenes que había atrapado.
–Es linda la chica y el hijo de las leyendas, ¿no? –Preguntó con prácticamente un rayo en su feo rostro incorpóreo.
–Sí, bien hecho. –Dijo el canturreo agudo de Yatsude– Esos dos van a ser mi platillo principal... –Extendió una mano con garras hacia ellas– Parece que sus poderes espirituales se van incrementando. –Apenas pudo contener su alegría– Si lo siguen desarrollando así y me los devoro, mi fuerza se va a duplicar. Aunque tengo mucha hambre. –Continuó alcanzando al lamentable ogro que tenía delante– Así que como recompensa... te voy a comer a vos primero.
–P--Pero... E--Esper--... –Suplicó el humilde demonio, pero sus esfuerzos fueron en vano cuando Yatsude lo agarró casualmente y en un repugnante sorbo lo devoró por completo.
–Qué feo... Los hombres y los Yokais tienen gusto a mierda, me quedo con las mujeres.
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Hiei luchó brevemente por recordar lo que había sucedido antes de perder el conocimiento. De repente se sentó muy erguido y de inmediato observó su entorno. Parecía estar en algún tipo de dormitorio bastante corriente. Había una mesa a su derecha, las almohadas quitadas de la cama en la que estaba sentado eran visibles debajo de ella, y una estantería y un escritorio estaban a su izquierda. Directamente frente a él había una ventana debajo de la cual estaba sentado el demonio con el que había estado luchando anteriormente.
–Tienes muy buenas habilidades regenetivas. Me sorprende. –Dijo la suave voz del demonio– No pensé que despertarías en tan solo 4 horas. La herida era muy profunda, así que te di primeros auxilios. –Al darse cuenta de que no estaba en peligro inmediato, se tomó un momento para mirar su pecho. Su herida está curada. Se tomó un momento para luchar por comprender lo que había sucedido.
–Son hierbas medicinales del Makai. –Dijo al ver la mirada de Hiei permanecer en su pecho– Son muy efectivas. Por cierto, hablabas mientras dormías. –Eso comenzó a sorprender a Hiei– ¿Quién es Yukina?
O ignoraba el malestar de Hiei o decidió ignorarlo –Ese Jagan no es de nacimiento, ¿verdad? Parece que te lo ortegaron hace poco y tratas de dominarlo. La determinación que debes tener para usar un Jagan, es enorme. Debes tener alguna razón para hacerlo. Me pregunto si habrá una conexión entre eso y que busques a Yatsude. –Planteó la pregunta con bastante suavidad, pero Hiei no pudo detener su reacción de indignación.
–Estas hablando de más, bastardo. –Lanzó una mirada tan intensa que se sabe que hace huir a demonios débiles. El solo hecho de que este demonio tomó la mirada furiosa sin siquiera parpadear casi hizo que Hiei lo respetara– Estarías muerto si no hubiese tratado mi herida.
Y lo había contemplado. Esta astuta criatura había descubierto más sobre él en cuatro horas que cualquiera que lo hubiera conocido en toda su vida. Había algo en este demonio... Sin embargo, su honor lo detuvo. Este demonio lo había curado aparentemente sin motivos ocultos. Esto era raro en sí mismo, y Hiei sólo brevemente se dio cuenta de que esta podría haber sido la primera vez que alguien le había mostrado amabilidad.
–Como agradecimiento te lo advertire. –Continuó saliendo de la cama y azotándose la capa con un gesto fluido alcanzando la ventana– Tu ingenuidad va a matarte algún día. –Y lo decía en serio. Había una razón por la que esta situación era única para él. Los demonios generalmente no se ayudan unos a otros. Sólo los fuertes sobrevivieron en su carrera. Sin embargo, esta criatura ante él era realmente una rareza. Su tiempo en el mundo humano debe haber suavizado su naturaleza demoníaca.
–¿Aun pretendes pelear? –Preguntó con voz cuidadosamente neutral mientras Hiei sacaba un pie por la ventana– Es muy rápido.
–Cuanto más come, más fuerte se vuelve. –Respondió irritado– Dormir es para cobardes.
Volviéndose hacia él, el pelirrojo le preguntó –¿Me dirías cómo te llamas?
Era una pregunta bastante inocente, pero Hiei dudó antes de responder.
–Hiei. –Dijo antes de desaparecer en la noche.
–«Conque, Hiei del Makai... He oído sobre él.» –Se dijo a sí mismo. Era cierto que se sabía que este demonio era particularmente violento y asesino, y aún así debía preocuparse profundamente por esta Yukina para ir con tanta prisa a su inevitable perdición– «Pero contra Yatsude...»
Kurama fue abruptamente sacado de sus pensamientos por el fuerte timbre de su teléfono. Con curiosidad respondió preguntándose quién podría ser. Apenas recibió llamadas sociales.
–Residencia Minamino. –Respondió con su habitual fachada educada.
–Hola, es Tasaka, estamos en la misma clase. –Llegó el familiar tono hosco de uno de sus compañeros de clase.
No tuvo que esperar mucho para obtener su respuesta –Los padres de Kitajima dijeron que no volvió a casa... –El miedo se instaló en la boca de su estómago como un peso que lo inmovilizó momentáneamente– No está en tu casa, ¿no?
Negando cortésmente tal conocimiento y cuidando de transmitir un atisbo de preocupación en su voz, terminó la conversación y colgó el teléfono.
En el peor de los casos, ya sucedió... aquello de lo que él había intentado con tanto esfuerzo protegerla de hecho ha ocurrido. Pensó con desesperación. No había nada más que hacer, tenía que ir a derrotar a Yatsude y salvar a Maya.
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Mientras tanto en la calle de casas, Himemiya camina silenciosamente en la oscuridad, a pesar de la cantidad de postes de luz que hay colocados. Dejó de caminar bajo la luz para ver aparecer su espejo de agua, solo que esta vez para ver la expresión preocupada de Chihaya.
–Lian-chan, ¿está Yue-sama contigo? –Chihaya preguntó preocupada.
–No, ¿por qué? ¿Pasó algo? –Ella preguntó.
–Yue no responde a su teléfono. Tama ha estado tratando de localizarlo, pero no aparece nada. Revisé la escuela, solo para escuchar que salió hace unas horas. –Esta noticia hizo que Himemiya se sintiera mal del estómago debido a la preocupación– Hime, ¿cuándo fue la última vez que te llamó? –Preguntó.
–Desde esta mañana. Me dijo que tenía que terminar un proyecto y por eso llegaría tarde a casa. –Dijo Himemiya, hasta que un pensamiento la golpeó y empeoró la sensación en su estómago– No crees que... –No continuó, pero Chihaya entendió el mensaje.
–Espero que no, pero creo que es posible. –Dijo, no le gustó la idea por la expresión de su rostro a través del compacto– Yue no ha despertado sus poderes aún y, dado que nuestra situación actual en la ciudad se está extendiendo rápidamente, podría ser la mayor posibilidad de que Yatsude se lo llevará.
Hime sostuvo su puño sobre su pecho para calmar su corazón preocupado por su hermana.
–Escucha, Hime, lo encontraremos. Tú buscarás en los alrededores mientras que yo, Tama y los demás buscamos fuera de la ciudad. –Él le dijo, y ella asintió– Bien, solo ten cuidado si alguna vez te encuentras con Yatsude.
Phantomhive cerró el comunicador y lo guardo –«Si intenta siquiera comerse una parte de Yue, está muerto.» –Pensó enojada– «¡Ya perdí dos vidas importantes para mí y no voy a perder otra!»
Se va saltando de tejado en tejado, Hiei usaba su ojo jagan para buscar al Yokai, mientras que Himemiya usaba su compacto para al menos ver una pista de dónde podría estar Yue. Lo único que vio fue una fábrica de algún tipo. Hime se sorprendió al sentir un aura familiar que se acercaba detrás de Hiei y ella.
–Voy con ustedes. –Dijo el pelirrojo mientras miraba para ver también a Hime con él– ¿Qué te trae por aquí? –Le preguntó a ella.
–Mis razones. –Ella dijo.
–¿Por qué cambiaste de parecer? –Preguntó curioso por qué de repente querría pelear, cubriendo su ojo Jagan. Antes no parecía interesado.
–La situación cambió. –Fue la críptica respuesta mientras los tres procedían a saltar de un edificio a otro hacia la fábrica abandonada. Hiei podía adivinar de qué se trataba y despreció su razonamiento.
–¿Es por esa chica? Si que eres ingenuo. –Provocó a su compañero.
–Ambos estamos involucrados. –Fue la respuesta mordaz, lo que efectivamente lo irritó aún más.
–Habla por ti. –Dijo fríamente Hime.
–¿Ahora no queres hablar? No te entiendo. –Advirtió dejando que su tono no dejará dudas sobre lo que les pasaba a quienes lo ponía de los nervios.
–Te explico después de que derrotemos a Yatsude. –Fue su respuesta cáustica e imperturbable.
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Les tomó muy poco tiempo llegar al edificio de la fábrica quemada que también servía como guarida de Yatsude. Hiei parecía saber a dónde iba y, Kurama y Hime lo siguieron en silencio, esperando contra toda esperanza que Maya y Yue estuvieran vivos y ilesos.
–Una fábrica abandonada. –Dijo Himemiya con disgusto, luego miró hacia abajo del suelo para ver maniquíes rotos mientras caminaban por el pasillo.
–Qué mal gusto tiene ese bastardo. –Hiei dijo sarcásticamente– Deja los restos de sus víctimas junto a los maniquíes.
–«¡Kitajima!/¡Yue!» –Kurama y Himemiya pensaron con urgencia como si sólo con su voluntad pudiera hacerlas vivir.
Llegaron a una habitación abierta donde la luna les proporcionaba luz para ver. En eso el tintineo del cascabel de Jeanne advirtiéndole del peligro.
–Ahora me encargo de ustedes. –Dice una voz aguda detrás del trío. Los tres apenas tuvieron tiempo suficiente para esquivar cuando tres de las ocho manos cayeron.
Kurama se tomó un momento para observar la monstruosa apariencia de la bestia ante él. Medía al menos dos metros y medio de altura y vestía sólo una falda de batalla de piel ceñida con los cráneos de lo que estaba seguro eran víctimas anteriores. Tenía un rostro anguloso con simples rendijas en lugar de ojos y cabello largo que colgaba lacio sobre sus anchos hombros. Su piel tenía un tono azul enfermizo. Tres brazos se fusionaron con la piel de cada uno de sus costados y dos brazos sobresalían de lados opuestos de su cabeza.
–¿Volviste? Qué persistente. –Preguntó con arrogancia mientras ninguno de los tres se movía para lanzar un contraataque inmediato.
–Te lo preguntaré una vez más. –Dijo Hiei ansioso por saber si su hermana aún vivía mientras agarraba la empuñadura de su espada– Di el nombre de la doncella de hielo que devoraste.
–Qué se yo cómo se llamaba... Jejejejeh. –Se río claramente en su tono y postura.
–La chica que secuestraste hoy... –Intervino su compañero sin perder tiempo– ¡¿Dónde está?!
–¿Eres uno de sus pequeños amigos? –Preguntó el demonio burlonamente.
–¡Suficiente! –Espetó Himemiya mientras lo miraba, haciendo que todos la miraran– Ahora dime, ¿secuestraste al heredero de Infershia? –Ella preguntó fríamente.
–Jeje, el príncipe del Reino de la Luna y futuro rey del reino de Infershia vampirica está aquí. –Él dijo.
Levantó los restos de una pierna cortada y fresca en sangre. La pierna parecía haber pertenecido a una niña.
–¿Qué pensáis que es esto? –Preguntó sin vergüenza.
El niño se estremeció al verlo y se arrojó sobre la criatura en su ira gritando –¡¡Maldito!!
–«Tonto.» –Pensó Hiei, dejándose incitar de esa manera. Independientemente, se unió a la batalla junto a Himemiya y también les dio a su compañero el respaldo que tanto necesitaba.
Hime ataco al Youkai con su espada karambit, Hiei con su katana y Kurama con su hoja de hierba con ira y atacaron desde diferentes ángulos. Sin embargo, los brazos de Yatsude siguieron bloqueando sus ataques mientras eran empujados hacia atrás más lejos de él.
–¡Es en vano! –Dijo Yatsude mientras los tres cargaban contra él– ¡No importa cuántos vengan, no podrán vencerme! –Luego agarró cada una de sus armas y las arrojó volando.
Hime y Hiei chocaron contra las cajas mientras que Kurama pudo recuperar el equilibrio y mirarlos a los dos. Hiei levantó la vista para ver a Yatsude encima de ellos y, rápidamente Cologne apareció y cargó a Himemiya en sus brazos y saltó lejos, evitando el ataque. Kurama lo ayudó mientras los tres se apartaban del camino para un pequeño retiro escondiéndose detrás de una habitación.
–¡¿Dónde se esconden?! ¡¿Dónde están?! –Yatsude gritó.
En la habitación, Himemiya estaba sobre brazos y rodillas, respirando pesadamente y tratando de calmarse de su ira y recuperando sus fuerzas después del choque mientras Cologne le palmaba la espalda con su pequeña mano. Hiei no fue la diferencia.
–¿Por qué te empeñas tanto en buscar esa chica? –Kurama le preguntó a Hiei antes de mirar a Himemiya quien logró ponerse de pie– ¿Y por qué una legendaria como tú busca desesperamente a ese hanyou? –Se refirió a Yue.
–Yo... –Tartamudeó teniendo flashback de su vida tanto de Lillianne Phantomhive como Himemiya. Primero fue uno del cuerpo de ella siendo la diosa hace 3.000 años atrás sacrificiandose por los 3 mundos, luego la muerte de Kurama dejándola sola con cinco meses de embarazo, luego la invasión a su templo para matarla a ella con Yue en su vientre, pero fueron salvados a cambio de la vida de su abuela que le ayudo a dar a luz a Yue, luego lo del disparo que recibio por la espalda, muriendo en el acto y que Yue perdiera el control, destruyendo completamente el lugar y para finalizar Izanami muriendo en sus brazos por un disparo que era para ella, muriendo en el acto y dispersándose lentamente en cenizas arrastradas por la brisa, dejando cruelmente sin nada atrás– No hay razón aparente. –Fue todo lo que dijo.
–¿Qué hay de ti? –Hiei responde, levantándose y sosteniendo su espada– No pareces uno de esos estúpidos Yokais que tratan de apoderarse del Ningenkai. ¿Por qué estás aquí? –Preguntó, antes de mirar a Himemiya que estaba entre los dos hombres, y apoyada contra la pared– Lo mismo va para ti, guerra legendaria.
Ella lo miró por un segundo antes de volver al suelo. Sin querer contar la historia maldita de su rota familia y de su trágico pasado.
–Eso es porque... –Kurama estaba a punto de responder pero Hiei lo interrumpió.
–No hace falta que respondas. –Él dijo.
Himemiya sonrío levemente –Sin importar el motivo, debemos sobrevivir, ¿no? ¿Estoy en lo cierto? –Ella los miro a ambos.
Hiei se volvió hacia ella, mentalmente de acuerdo. Kurama asintió.
–Solamente hay una forma de derrotar a Yatsude. –Kurama les dijo.
Los dos asintieron antes de sentir que Yatsude venía desde detrás de la pared mientras retrocedían.
–¡Ahí están! –Yatsude dijo estirando sus extremidades y estrellándose contra la pared.
Los tres retrocedieron a una distancia segura del demonio.
–Bueno, estoy dentro. –Himemiya sacó su espada karambit.
–Aquí igual. –Dijo Hiei mientras miraban al demonio frente a ellos.
Todos cargaron en sincronía y lo atacaron con sus armas.
–¡Estúpidos! –Yatsude dijo– ¡¿Un ataque imprevisado en conjunto?! ¡Igual no va a servir!
Todos se pusieron detrás de él mientras Yatsude se inclinaba sobre su espalda para ver a Hiei desaparecer en un abrir y cerrar de ojos y a Himemiya saltando rápidamente sobre él.
–«¿Eh? ¡¡Desaparecieron!! ¿O están detrás?» –Pensó con incredulidad burlándose de su falta de originalidad– «Es un truco... ¡Sólo saltaron dos!»
Justo cuando pensaba, vio una mancha negra saltando en el aire.
Bloqueando sin esfuerzo el golpe de Kurama, dio una respuesta sarcástica –Jejejeh. ¡¡Solo me hace rasguños!! ¡Lo veo todo! ¡Esta arriba! –Levanta su mano hacia atrás para golpear a Hiei que resultó ser el maniquí– ¡¿Un maniquí?! –Dijo en shock.
Teniendo esto como distracción, aprovecharon la oportunidad para atacar: un Hiei sin capa lo atacaba más rápido de lo que podía reaccionar desde arriba, Himemiya a un lado y Kurama en el suelo.
Juntos lo dividieron efectivamente en tres partes: una cabeza, un torso y una cintura.
Cuando su cabeza incorpórea comenzó a caer, accedió a decirles lo que le habían preguntado –Nada mal. Como recompensa se los diré. Ambos se encuentran bien. Además, no me he comido ninguna doncella de Hielo o de la Luna. Si me hubiera comido un solo Yokai de un nivel así... ¡no habría perdido contra ustedes, bastardos! Ni mucho menos con la Legendaria Guerrera. –Y yacía muerto en el suelo frío para nunca más. volver a saciar su hambre.
–«No es este tampoco.» –Sin embargo, no podía negar su alivio de que el Yokai no se hubiera comido a su hermana. Simplemente tendría que comenzar su búsqueda de nuevo.
Himemiya hizo desaparecer su espada e inmediatamente sintió la firma energética de su hijo. Corrió hacia donde lo sintió con los dos siguiéndola detrás de ella. Luego vieron detrás de las cajas mechones de cabello plateado con mechones lila cuando Himemiya miró y vio el cuerpo de Yue tirado en el suelo.
Los ojos de Himemiya se abren al ver su estado. Tenía el pelo corto y desigual, parte de su ropa estaba rasgada y tenía una herida en el brazo izquierdo de la que manaba sangre.
Al lado del cuerpo de Yue estaba Maya, todo se ve bien aparte de los pequeños rasguños que recibió.
–Kitajima-san... Gracias a Dios. –Dijo en voz baja al verlos a ambos bien.
Himemiya pone sus manos brillando en un color azul claro, sanando todo el cuerpo tanto de su hermana como el de Maya de los pequeños rasguños.
Alejándose mientras levantó a Yue en sus brazos y lo cargo contra su pecho.
Kurama levantó a Maya y también la puso sobre su espalda mientras Hiei se quedó cerca pero fuera del sitio con curiosidad por saber cómo les explicaría esto.
Himemiya salió del edificio y camino por el bosque que conduce hacia la ciudad aliviada de que estuviera ileso y agradecida de estar inconsciente.
–Hime, sé que no debo decirte sobre esto, pero...
–Lo sé. –Himemiya lo interrumpió sabiendo lo que diría.
–He descubierto que este atentado contra la corona de Infershia fue obra de Koragg. –Le dijo sereno, pero con un tono de preocupación.
–Él no me sorprende, era algo de que ya me esperaba. Están desesperados por encontrar el Cristal de Plata.
–Aun así no bajes la guardia. –Le recordó.
Gacha la cabeza cerrando los ojos con tristeza reflejados en ellos –Lo sé.
–Dejando eso de lado, ¿qué harás con Koragg y Necrolai? –Le preguntó esperando su respuesta de siempre.
Alza la mirada abriendo los ojos dejándose ver un brillo de determinación –No me agrada que causen problemas en mi presencia. Por eso debo detenerlos antes de que sea demasiado tarde.
A lo lejos ve a Kurama sacado a Maya del edificio aliviado de que estuviera ilesa y agradecido de estar inconsciente para luego irse en silencio. Se tomó un momento para preguntarse brevemente cómo le explicaría los cortes en su único uniforme escolar a su madre, que se castigaba a sí mismo por no cambiarse, pero el tiempo había sido esencial. Ella estaba recostada contra su espalda mientras él buscaba en sus bolsillos la semilla de la planta que la haría olvidar. Haciendo que floreciera, dejó que el polen creará una neblina a su alrededor mientras ella recuperaba lentamente la conciencia.
–¿Eh? ¿Minamino-kun? ¿Qué? ¿Por qué estás aquí? –Preguntó atontada, con el cuerpo medio dormido y la mente nublada por los efectos del polen- Ah, ya veo. Se trata de un sueño.
–Sí, un sueño. –Reiteró Kurama apaciguando– Cuando despiertes lo olvidarás.
–Huele bien. –Dijo adormilada antes de volver a quedarse dormida sin sueños.
–Olvidarás todo sobre mí...
–Polen de flor Mugen... ¿Tratas de borrar sus recuerdos? –Declaró Hiei aparentemente materializándose desde la misma oscuridad.
–Es por su bien. –Kurama dijo.
Hiei miró al pelirrojo –No me dijiste tu nombre. –Dijo a su pesar. Sin lugar a dudas habían trabajado muy bien juntos, y sus estilos de lucha se complementaban mutuamente– Trataré de recordarlo.
–Kurama. –Dijo dicho demonio mientras miraba hacia la brillante ciudad frente a ellos sin saber que Himemiya los había escuchado y solo se fue.
El aturdido Hiei mantuvo su rostro pasivo. De hecho, ese fue el primer nombre que le vino a la mente cuando vio el ataque de su extraña planta. Pero se pensaba que el legendario Rey de los Ladrones había muerto hace catorce años... espera, este cuerpo humano parece tener esa edad. ¿Es posible que haya reencarnado...?
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