Capítulo 29: Suzaku, la última bestia
En el tejado del Castillo Laberinto, el grupo miró hacia la torre impresionantemente alta con una gran cúpula redondeada en la parte superior, que se cernía siniestramente sobre todo el castillo como un hongo venenoso que se alzaba sobre ellos.
–¡Vamos, deprisa! –Suspiró Yusuke mientras el rayo amarillo caía detrás de ese mismo edificio– Ahí esta.
–El último debe estar escondido en esa torre. –Comentó Hiei.
Yusuke apretó el puño –¡Ahora vamos a subir, muchachos! –Dijo con voz severa antes de correr hacia adelante.
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Keiko estaba acorralada contra la pared. Ahora tres de los humanos Makai avanzaban hacia ella. Con un grito, se agachó para esquivar las manos de Iwamoto cuando intentaron alcanzarla y corrió por donde había venido, pasando por una hilera de arbustos bien cuidados. Unas manos salieron disparadas de detrás de los arbustos. Quienquiera que fuera le tapó la boca para amortiguar sus gritos y la arrastró hacia adentro, quedando fuera de la vista de los demás. Keiko estaba pataleando y gritando, pero en cuanto vio quién era la persona, comenzó a calmarse un poco.
Keiko levantó la vista aterrorizada y vio a alguien a quien reconoció vagamente –Pero ¿quién eres tú?
Su salvadora eran la bonita figura de cabello azul que había estado en el techo con Yusuke y parecía conocerla, Chihaya, Kuronue y Aqua. Kuronue presentaba una figura enigmática, un contraste entre su nuevo estatus como rey de Benwick y su esencia rebelde e indomable. Su cabello, oscuro como la medianoche, estaba recogido en una alta cola que emergía de su sombrero de ala ancha, un accesorio gastado y desgarrado que hablaba de aventuras pasadas. A pesar de los estándares reales, mantenía su vestimenta de ladrón con orgullo, desafiando las expectativas de la realeza. No llevaba camisa, en su lugar prefería un chaleco de cuero negro que permitía que sus largas alas negras tuvieran libertad. Sus brazos estaban envueltos en correas de más cuero. Sus pantalones eran ajustados, más parecidos a leggings que a pantalones, y estaban medio cubiertos con botas resistentes hasta la rodilla. Una larga franja de tela azul claro fruncida y atada en una cadera cubría el resto, y el conjunto estaba rematado con un collar: una joya de color rojo sangre en un simple engaste de plata. Era un hombre que llevaba su pasado consigo, cada elemento de su atuendo era un recordatorio de quién era y de dónde venía, incluso cuando el peso de una corona descansaba sobre sus hombros.
Aqua lleva su cabello negro con un sutil degradado marrón cae desordenado, enmarcando unos ojos rojo marrón intensos que parecen brillar en la penumbra. Su atuendo consiste en una chaqueta corta de cuero reforzado con detalles en plata, dejando ver una camisa oscura sin mangas que permite la movilidad de sus brazos fuertes. Sus pantalones, ajustados y hechos de un tejido resistente, están decorados con correas y pequeños bolsillos para herramientas. Lleva botas hasta la rodilla con protección metálica, ideales para movimientos rápidos y letales, y un cinturón con una hebilla de murciélago adorna su cintura.
–¿Estás bien? –Dijo con seriedad mientras soltaba a Keiko– ¿No te lastimaron, Keiko-chan?
–Sí... –Dijo la chica morena antes de volverse hacia la otra mujer de piel almendrada y cabello largo y negro– No, estoy bien.
–Está bien, Keiko-san. No estamos aquí para hacerte daño. –Le aseguró la reina de Benwick– Sin embargo, ¿estás herida de alguna manera?
–Uh, no, no lo creo... –Respondió la chica morena con voz temblorosa mientras la Parca sacaba su comunicador– Pero explícame qué está sucediendo.
La chica no respondió. Sacó lo que parecía un espejo compacto, lo abrió y comenzó a hablar –Lian-chan, contesta. ¡Es una emergencia!
–¿Yusuke? ¿Hime-chan? –Llamó Botan– Habla Botan. Contestad.
–¿Eh? –Tarareo Keiko interrogativamente mientras se acercaba al comunicador y se preguntaba con quién estaban hablando.
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De repente nos interrumpió el sonido del espejo comunicador que sonó en el bolsillo de Yusuke y el de Himemiya.
–Soy yo. –Gruñó, sacándolo de su bolsillo.
–¿Qué pasa? –Dijo antes de sacar el compacto y contestar. Yuichiro y Shirayuki se pusieron a su lado para mirar la pantalla.
Botan apareció en la pantalla, pero no estaba sola –¡Ah, por fin, Yusuke!
–¿Qué ha pasado? ¿Estáis con ellas dos? –Preguntó la albina Santidad.
–Sí. Estamos a su lado. –Respondió rápido Chihaya.
–Estoy en tu escuela con Keiko-chan. –Dijo la Parca, pero sus palabras no lo afectaron tanto como la visión de la persona a su lado– Estamos roeados por los poseídos por los Makaichu.
–¡¿Qué?! –Exclamó Yusuke en estado de shock, dejando de correr, con los ojos pegados al espejo.
–No cabe duda de que buscan a Keiko-chan. –Explicó Botan, tratando de mantener su voz lo más tranquila posible para no asustar a la niña a su lado– ¡Están buscando a Keiko-chan, Yusuke!
El pobre chico sintió que se le helaba la sangre, lo último que quería era que su amiga de la infancia estuviera en peligro –¡¿Qué dijiste?! –Casi gritó en pánico.
Kazuma hizo una mueca –Son unos seres despiadados. –Gruñó, apretando los dientes.
–Chihaya, Kuro, Aqua, ya sabéis que haced. –Les ordeno la Santidad después de guardar el compacto.
–Entendido. –Asintieron los tres al mismo tiempo.
–Por favor, solo consigan la flauta cuanto antes. –Se congeló cuando un crujido de arrastrarse vino detrás de ella y, de repente, el arbusto se abrió para revelar el rostro de uno de los maestros de Yusuke. Y eso fue lo último que vio antes de que la pantalla se volviera borrosa y lo dejará con un final en suspenso que sucedería en los momentos más intensos de la historia de una película.
–¡Aquí están! –Lo que parecía ser un Iwamoto poseído se abalanzó sobre Keiko. Lanzó un poderoso puñetazo, mucho más poderoso de lo que se suponía que un humano normal sin entrenamiento y energía espiritual podía lanzar y las chicas apenas tuvieron tiempo de agacharse y salir del camino, su puño impactó la pared y dejó grietas en ella y el espejo de comunicación se apagó.
Botan, Chihaya, Kuronue, Aqua y Keiko habían podido escapar de Iwamoto, pero él había logrado destruir el dispositivo de comunicación. Y una vez más estaban huyendo.
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–¿Botan? –Gritó Yusuke– ¡Responde! ¿Oye, Botan?
La única respuesta fue estática y ruido blanco.
–¿Qué pasa? ¿Por qué no contestan? –Cuestionó Kuwabara.
Yusuke miró hacia la torre –¡Tenemos que volver pronto o Keiko...!
La diosa reencarnada le agarró la parte inferior de la cara con un agarre de hierro y lo mantuvo a distancia. A pesar de todos sus esfuerzos, no había podido hacer nada más que aflojar su agarre, incapaz de levantar la voz. Entonces la Santidad volvió sus ojos rosa black baccara y él dejó de moverse de inmediato. Su intensidad lo había atravesado como una espada que brilla al sol, fría y calculadora, lista para atacar y cortar cualquier cosa. Sabía que su ira no estaba dirigida a él, pero aún estaba paralizado. El tiempo de juego había terminado.
–Yusuke, aceptamos los riesgos. Deja a Keiko y el Ningenkai en manos de Botan y los demás. No puedes dar marcha atrás. Debes concentrarte en tu oponente, Suzaku, el último de los Cuatro Shiseiju, y derrotarlo junto con su flauta. Eso es lo único que puedes hacer para salvarlos. ¿Está claro? –Preguntó Himemiya con autoridad, soltando al chico.
–Ella da un poco de miedo cuando está enojada. –Kuwabara estaba temblando.
–Pero... –Intentó protestar Yusuke en cuanto se liberó del agarre de Himemiya. Su cuerpo todavía temblaba de rabia y preocupación. Normalmente habría accedido a cualquier cosa, pero cuando Keiko, algo en su interior se negaba a ceder.
De repente, el sonido seco de una bofetada resonó en el aire. Himemiya, con su cabello blanco ondeando por el movimiento, le había dado un golpe con el dorso de la mano izquierda. La expresión de la chica era intensa, casi feroz. Sus ojos ardían con un fuego tan abrasador que Yusuke, en un acto reflejo, dio un paso atrás.
–No juegues con sus manos. Cálmate. Concéntrate. Mantente enfocado. O morirás. –Dijo Himemiya con firmeza, su voz cortante como un cuchillo.
Yusuke la miró fijamente, confundido y molesto, pero algo en el tono de la peliblanca lo detuvo. Su tono y expresión seguían siendo duros, pero había algo más profundo, algo vulnerable. Ella estaba tratando de decirle algo, como si estuviera rogándole en silencio que entendiera. Él estaba estupefacto, pero la bofetada había hecho lo que se suponía que debía hacer: calmarlo, aunque fuera un poco.
–Y déjanos todo lo demás a nosotros. –Añadió Himemiya, su tono más suave ahora, y le dedicó una pequeña sonrisa. Su mensaje era claro: no estaba solo en esto.
Yusuke, aunque todavía frustrado, dejó escapar un suspiro y asintió –¡Lo mismo para ti! –Exclamó, señalándola con un dedo acusador– No te relajes solo porque estoy aquí.
Himemiya soltó una risa breve, casi burlona, y luego se giró hacia los demás –¡¿Quién lo haría?! –Respondió con confianza, mirando de reojo a Shirayuki y Yue, quienes habían estado observando en silencio. Hiei observaba el alboroto con un leve interés. Kurama tenía una leve sonrisa, pero no dijo nada.
Shirayuki se encontraba a un lado, con los brazos cruzados. Sus ojos rojos brillaban bajo la luz tenue, llenos de determinación. Aunque su expresión era serena, había un ligero movimiento en sus dedos, como si estuviera conteniendo las ganas de intervenir. Cuando Himemiya les dirigió una sonrisa, Shirayuki simplemente asintió.
Yuichiro estaba con una sonrisa tranquila que contrastaba con la tensión en el aire. Su cabello plateado caía en cascada sobre sus hombros, y su mirada observaba a todos con una calma que parecía inquebrantable. Sin embargo, sus orejas de zorro se movían ligeramente, atentas a cualquier sonido extraño. Su voz era suave, pero su tono firme cuando finalmente habló:
–Haha-ue tiene razón. Mantener la cabeza fría es lo único que puede mantenernos con vida. –Sus ojos dorados con un rosa degradado en la parte superior de cada iris rasgado se fijaron en Yusuke, como si intentara medir cuánto control tenía sobre sí mismo.
Himemiya, ya más relajada, tomó la iniciativa una vez más –Bueno, ahora que todo está claro, ¡vamos! –Dijo con firmeza antes de correr hacia el edificio de la torre a toda velocidad. Su cabello blanco se alzó con el viento mientras ascendía, irradiando confianza y determinación. Los relámpagos seguían resonando en el aire, pero no caía agua de esas nubes oscuras.
Yuichiro y Shirayuki intercambiaron una mirada breve antes de seguirla. Yuichiro, con su agilidad natural, corrió con la gracia de un zorro cazador, mientras Shirayuki desplegaba sus alas negras y murmuraba para sí misma –Keiko... aguanta un poco más.
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El rey niño miraba en su pantalla a Botan, Chihaya y Keiko corriendo mientras Kuronue y Aqua desplegaban sus alas negras por sus vidas con desesperación.
–Botan, Chihaya-sama, Kuronue, Aqua protejan a Keiko de cualquier peligro.
–Entendido.
–¡Ay! –Koenma gimió– ¡Esos sujetos son tan viles y malvados!
Jorge parecía confundido –Ciertamente.
–No me atrevería a verle la cara y pedirle disculpas a Yusuke si algo terrible le pasaba a Keiko. –Koenma lo fulminó con la mirada– Tenemos que conseguir la flauta lo antes posible. ¡Vamos, muchachos! ¡Consiganla pronto! Esta misión es muy peligrosa. –Buscó frenéticamente entre el bosque de pilas de papeles en su escritorio el control remoto. Quería ver el progreso de Yusuke. Ogri le dijo a su maestro que era propenso a perder cosas y que sería más rápido simplemente presionar el botón debajo de la pantalla. Y cuando el principito encontró el control remoto por fin, el oni ya había cambiado de canal.
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Murugu voló en círculos alrededor de la torre y retomó su posición sobre el hombro de Suzaku. Su espejo mostraba a Hiei, Himemiya, Yuichiro, Shirayuki, Kurama, Yusuke y Kuwabara corriendo hacia la torre. Maldijo a la mujer. Sin ella habrían perdido la presencia de ánimo y habría sido mucho más interesante. Ella era mucho más resistente y serena de lo que había anticipado al principio. Romperla iba a ser muy divertido. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que había sentido este tipo de emoción. Y era la primera vez que miraba a una chica humana.
–Parece que su expresión ha cambiado, ¿verdad? –dijo el pájaro con una mirada maliciosa de reojo
Sonrío Suzaku –Así es. –Suzaku fijó sus ojos en el espejo– Ya perdieron el control de la situación. Quiero ver su expresión cuando le muestre el cadaver de Keiko y Himemiya, reina del Sur y Santidad sea mía.
Murugu se río entre dientes.
–Para esa ocasión especial, debemos evitar que Yusuke y los demás entren al salón antes que llegue la chica. –Suzaku de repente se puso pensativo
–Sí. Los hombres cultivados podrán detenerlos. –Dijo Murugu con picardía.
Suzaku se echó a reír –Sí, también lo pensé.
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Yusuke estaba haciendo todo lo posible para no preocuparse por Keiko. Él y los otros se detuvieron en la base de la torre que estaba iluminada por los destellos de los relámpagos.
–Esa torre se ve muy tenebrosa. –Dijo Kuwabara nervioso.
Kurama fijó su mirada en la meta –El enemigo debe estar en el piso superior.
Yusuke dio un paso adelante hacia la puerta –¡Vamos!
El grupo notó cerca de la torre, a solo unos metros de distancia, dos túneles a cada lado de la torre y de ellos emergieron. Oyeron el sonido de gemidos y gruñidos sobrenaturales. Criaturas humanoides, que parecían hombres vegetales, su piel era verde moteada y frondosa, su cabello parecido a una hoja era de un color amarillento enfermizo estaban emergiendo de las dos entradas a ambos lados de la torre.
–¿Pero quiénes son esos? –Preguntó Kuwabara, medio sorprendido y medio conmocionado por la repugnante vista y el hedor– Urameshi, son muchos. Y no tenemos tiempo. Nos vamos a tardar una eternidad en vencerlos. –Dijo mientras más y más cosas salían de los túneles, había un pequeño ejército de esas criaturas contra solo ellos siete.
–Es verdad. Pelear con ellos es imposible. No podemos avanzar así. –Comentó Kurama, molesto.
–No sienten el dolor ni las heridas. Esos sujetos son como zombies. –Añadió Hiei, sonando bastante molesto.
–Tsk, entonces pretenden retrasarnos mientras terminan su pequeño montaje. –Shirayuki sonrío con sorna, con los ojos cerrados. Ya había visto a través de los planes de ese tipo.
La horda de enemigos surgió en una oleada aparentemente interminable. Bloqueaban por completo la única entrada a la torre y el silbato Makai.
Kuwabara estaba empezando a entrar en pánico –Quien este al mando de estos tipos, es un sujeto vil y despiadado. Y por su culpa, Keiko esta en grave peligro.
–¡Son demasiados! –Gritó Yusuke, precipitadamente– ¡Los voy hacer pedazos a todos de un solo golpe con mi bola espiritu! ¡Ya verán!
Yusuke levantó el puño y lo echó hacia atrás para desperdiciar su energía, pero Kurama lo detuvo.
–¡Yusuke! –Gritó Su Santidad en tono de advertencia. Una vez más, su tono había sido tan imperioso que lo había dejado paralizado– Te lo dije, no juegues con sus manos. –Terminó suavemente.
–Lily tiene razón. –El zorro puso una mano reconfortante sobre el hombro del chico– Cálmate Yusuke, por favor. –Dijo con seriedad.
–Pero tememos que acabar con ellos. –Yusuke le grito irritado.
Kurama negó con la cabeza –No desperdicies tu poder espiritual. –Señaló el pelirrojo– Mientras más impacientes seamos, peores resultados tendremos.
Yusuke estaba demasiado impaciente para pensar con claridad –No va a haber otra forma de pasar, si no golpearlos a todos juntos.
–Si la hay. –Dijo Hiei en voz baja.
–Hiei, ¿estás seguro? –Preguntó Kuwabara.
Hiei asintió. Se abrió paso entre el grupo –Miren esa ventana. Justo allá arriba. –Asintió hacia la torre, más específicamente hacia una ventana que estaba más o menos a la mitad de la cima– Uno de nosotros puede entrar por ahí.
–Por favor Hiei, debes estar bromeando. ¿Cómo vamos a alcanzar esa altura? –Señaló Yusuke molesto.
–Sí, claro. Sigue soñando, enano. –Kuwabara estuvo de acuerdo con Yusuke.
Shirayuki, que ya había desplegado sus alas negras, dejó escapar un suspiro audible. Sus ojos rojos brillaban con un destello de impaciencia mientras se alzaba del suelo con un batir elegante. –No tenemos tiempo para esto –murmuró, mirando a Yusuke por encima del hombro. Aunque su tono era sereno, había una leve tensión en su mandíbula, reflejo de su creciente irritación por la discusión.
Mientras tanto, Yuichiro cerró los ojos, ignorando el alboroto a su alrededor. Su forma humana comenzó a desvanecerse lentamente mientras una luz brillante lo rodeaba. Su cabello plateado se alargó, y sus orejas y cola de zorro desaparecieron, dejando en su lugar una figura etérea y divina. Al entrar en su forma de dios, su presencia se volvió imponente, casi irreal, como si la misma naturaleza lo reconociera como algo superior. Su expresión se mantuvo calmada, pero había un destello de concentración en sus ojos azules con una estrella de seis puntas.
–Yue, ¿estás listo? –Preguntó Himemiya, su madre, con voz suave pero firme. Estaba parada a su lado, mirando hacia la ventana con determinación. Aunque su rostro parecía tranquilo, sus manos apretaban su capa con fuerza, traicionando su nerviosismo.
–Por supuesto, madre. –Respondió Yuichiro, inclinando la cabeza con respeto. Su voz, aunque serena, llevaba un aire de solemnidad. En su forma de dios, no podía mantener activa su parte yokai, y eso significaba que tendría que depender completamente de sus habilidades divinas. Extendió un brazo hacia Himemiya, quien lo tomó sin vacilar.
En un movimiento fluido, Yuichiro alzó a Himemiya en sus brazos, su figura radiante alzándose hacia el cielo. Shirayuki los siguió, sus alas batiendo con fuerza para mantener el ritmo. Ambos se movían con gracia, como si hubieran practicado esta coordinación mil veces antes.
Himemiya bajo de Yuichiro y ascendió hacia la ventana sin que los chicos la notarán a ella o a los dos niños.
–Se me ocurre una gran idea. –Respondió Hiei, informándoles de su plan mientras un rayo enorme volvía a estallar. Para alguien que es tan directo y siempre se lanza a las peleas, tiene un buen cerebro cuando quiere usarlo. El plan de Hiei tiene sentido y funcionará.
–¡No nos vayas a fallar, Kuwabara! –Dijo Yusuke con un tono cortante, el plan claro en sus mentes incluso sin la necesidad de hablar de ello.
–Sí, lo voy a hacer. ¡Muy bien! –El pelirrojo juntó todas sus fuerzas y luego corrió hacia adelante. Pronto los demás estaban pisándole los talones– Urameshi, no tuvimos ninguna práctica en carrera, así que no sé qué vaya a pasar. ¡Pero estoy listo!
–De acuerdo. ¡Yo también!
–¡Estoy listo! –Gritó, empujando a los Youshoku Ningens de su camino de izquierda a derecha, luego se detuvo y se puso en posición, con las rodillas ligeramente dobladas para soportar mejor el peso. Kurama lo siguió, luego Hiei y por último Yusuke. El zorro saltó y aterrizó sobre los hombros de Kuwabara, manteniendo el equilibrio. Hiei siguió su ejemplo y aterrizó sobre los hombros de Kurama.
–¡Aquí voy! –El detective se abalanzó hacia adelante, rebotando en la espalda de cada hombre como escalones, dio un último salto, saltando hacia arriba y hacia la ventana, haciendo que su torre se desequilibrara. E incluso antes de que Yusuke llegara a esta ventana, Hiei y Kurama habían saltado graciosamente y aterrizado... y Kuwabara, desequilibrado debido a la repentina pérdida de peso, simplemente cayó de bruces contra el suelo de piedra.
–¡Confiamos en ti, Yusuke! –Gritó Kurama mientras hincado en el suelo.
Yuichiro, por su parte, no mostraba signos de duda. Su expresión seguía siendo estoica, aunque en su mente se repetía una y otra vez –«No puedo fallar. Madre confía en mí, y Shiyu está aquí para apoyarnos.» –El peso de su responsabilidad era enorme, pero no dejó que eso afectara sus movimientos precisos.
Yusuke estiró desesperadamente sus manos hacia la ventana, jadeando por el esfuerzo. El borde parecía más lejos de lo que realmente estaba, pero su determinación era inquebrantable. Himemiya, al verlo, no perdió tiempo. Con un movimiento elegante y decidido, desató su látigo, que se desplegó con un sonido seco en el aire. Con precisión impecable, envolvió el látigo alrededor de la muñeca de Yusuke y tiró con fuerza, asegurándose de que no cayera. Su otra mano se aferró al borde de la ventana para anclarse mientras lo ayudaba a subir.
–Veo que eres más rápido que nosotros. –comentó Yusuke, jadeando ligeramente mientras lograba llegar al alféizar y se dejaba caer de rodillas dentro de la torre. Su tono era una mezcla de sarcasmo y alivio, aunque una pequeña sonrisa cruzó su rostro.
Himemiya, aún sujetando el látigo con elegancia, alzó una ceja mientras lo observaba con una mirada crítica –Vosotros estaráis perdidos, sin nosotras no estamos cerca de ustedes. –respondió con calma, aunque su voz tenía un tinte de burla. Su tono era firme pero no carente de gracia, como si disfrutara de demostrar su punto.
–¡Sí! ¡Lo logro! –Gritó Kuwabara mientras Yusuke entraba.
Se volvió hacia todos ellos con una sonrisa –¡Kuwabara! ¡Kurama! ¡Hiei! Gracias. Prometo que no voy a fallarles.
–¡No vayan a fallar! ¡Cuídense! –Gritó Kazuma mientras agitaba el puño en el aire.
Les dio un último pulgar hacia arriba. Himemiya enrollo su látigo con movimientos fluidos y seguros, mientras avanzaba con elegancia por el pasillo. Después de eso, Yusuke se fue.
Kurama, Hiei y Kuwabara se enfrentaron al enjambre de humanos cultos que los rodeo aún estaban en la plataforma.
–Bueno, ahora me divertiré. –Comentó Kazuma en voz alta antes de ir por una de esas cabezas de vegetales y golpearla con fuerza. Los puños de Kuwabara volaron, el látigo rosa de Kurama cortó en todas direcciones y la katana de Hiei atravesó figura tras figura.
Yuichiro, que estaba a unos metros de distancia, alzó una mano hacia el cielo, una serie de cristales translúcidos comenzaron a formarse a su alrededor, y con un movimiento de su mano, los cristales salieron disparados en todas direcciones. Cada uno golpeó con precisión, atravesando a varios enemigos y desintegrándolos en un instante.
Shirayuki, que estaba a su lado, observó la escena por un momento antes de avanzar, su expresión seria pero serena. Sus manos se alzaron, y el aire a su alrededor se volvió notablemente más frío. Con un elegante movimiento de sus dedos, creó un torrente de agua que se arremolinó a su alrededor como si tuviera vida propia. La corriente de agua se convirtió rápidamente en afiladas lanzas de hielo que Shirayuki dirigió hacia los enemigos restantes. Los proyectiles impactaron con una precisión letal, dejando a los infectados completamente congelados en cuestión de segundos. Con un gesto de su mano, los bloques de hielo estallaron, desintegrando a los enemigos.
Las piernas de Yusuke y Himemiya subieron rápidamente la escalera de caracol mientras la mente de Yusuke se concentraba en las cosas principales que eran importantes para él.
–«Keiko, voy a salvarte.» –Pensó Yusuke mientras pensaba en Keiko, que estaba tratando de escapar de los humanos infectados con la ayuda de Botan, Chihaya, Kuronue y Aqua.
La puerta se vislumbraba. Tenía que ser la guarida de la última Bestia. ¡Estaba cerca, muy cerca!
Atravesó la entrada y llegó a una enorme cámara circular. Lo primero que notó fue el enorme espejo elíptico que había al otro lado de la habitación, y la escena que vio lo hizo detenerse en seco, con una expresión de horror en su rostro.
–¡Oh, no! ¡Keiko! ¡Botan! ¡Kuronue! ¡Chihaya! ¡Aquamarine! –Gritó, observando a las tres mujeres correr y los dos chicos volar por el patio de la escuela e intentar escapar de sus perseguidores, casi siendo atrapadas. Entonces, bajando la vista, el chico vio una figura sentada en una silla, frente a él, y tocando una monstruosa flauta traversa.
El rostro de Yusuke se endureció. Podía oír los siniestros sonidos de una melodía que se tocaba con lo que debía ser el silbato Makai. El instrumentista salió de entre las sombras, todavía tocando.
La persona se levantó y se acercó, revelándose. El demonio tenía la apariencia de un joven apuesto, cabello rubio, con dos largos flequillos teñidos de rojo que caían sobre fríos ojos amatista, vestía una bufanda rosa y una camisa roja antigua con un cinturón de túnica púrpura alrededor de su cintura y pantalones blancos holgados, un círculo dorado con una gema verde en la frente.
Himemiya, que había llegado detrás de Yusuke, frunció el ceño. Su mirada era intensa, y sus manos descansaban listas sobre el mango de su látigo –Ese sonido... –Murmuró, su voz tensa– Así que tú eres el responsable de esta locura.
El demonio dejó escapar una risa breve, pero profundamente desagradable, mientras inclinaba ligeramente la cabeza hacia un lado –¿El responsable? Tal vez. Pero más bien diría que soy el autor de una obra maestra. Todo esto –Dijo, extendiendo los brazos hacia el espejo– es arte. Un arte que no podrías comprender.
Yusuke dio un paso adelante, la ira brotando de él como una ola –¡Deja de hablar estupideces! ¿Qué demonios les estás haciendo? ¡Deja de tocarlos con tu maldita flauta!
Suzaku bajó la flauta y sonrío –Que linda canción, ¿no es cierto? –Se burló– Pienso tocarla como un requiem para tu novia. –El líder de las Bestias Santas habló con frialdad mientras su pájaro verde volaba sobre él– Soy el líder de las cuatro bestias, Suzaku.
Un pájaro verde y amarillo voló para posarse en su hombro izquierdo, tenía ojos rojizos con lo que parecía ser sombra de ojos azul y una larga cresta azul que parecía cabello.
–Y yo soy Murugu. –Se presentó el pájaro con aire de suficiencia, revelando una voz femenina áspera y extremadamente irritante. Yusuke y Himemiya no dijeron nada, pero los miraron furiosos, lo que hizo que Suzaku sonriera.
–No vas a tener oportunidad de ver estas imagenes tan seguido. –Suzaku señaló con el pulgar por encima del hombro la pantalla que tenía detrás– Observa como persiguen a tu novia y queda arrinconada.
Murugu se río de alegría, haciendo que la ira del Tantei se disparara por las nubes.
–Pero como cada especie, también tiene su propia colección de bellezas como esa chica tuya en tu equipo. Himemiya, creo que se llamaba. Bueno, ella es bastante extraordinaria, ¿no? Y más tu otra amiga. Creo que era Shirayuki, ¿no? –Añadió Suzaku con aire de suficiencia mientras su sonrisa se endurecía.
–Dame la flauta de los insectos en este momento. –Gruñó Yusuke– Si lo haces, solo te dejaré gravemente herido. –Amenazó mientras su mirada se endurecía.
El rostro sereno de Suzaku contrastaba con la expresión de terror de Keiko detrás de él –¿Y si es lo contrario? –La respuesta solo enfureció aún más a Yusuke.
Yusuke lo fulminó con la mirada –¡Entonces te matare! Gruñó, perdiendo la calma de inmediato.
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De vuelta en la escuela, Keiko, Chihaya, Kuronue, Aqua y Botan huyen de las personas infectadas que habían bloqueado la única salida que tenían de la escuela. Por supuesto, podrían haber usado el talento de Water-Bender, pero Botan y Ruby tampoco quieren exponer lo sobrenatural a la morena, y debido a eso, desafortunadamente tienen que hacer un plan a la antigua usanza.
Al final los chicos encontraron un lugar seguro donde podían tomar un pequeño descanso y tener algo de tiempo para pensar qué hacer desde donde estaban ahora.
–Explíquenme qué está sucediendo. –Preguntó Keiko a las chicos mientras caían de rodilla– Iwamoto-sensei también cambió y me atacó. –Dijo mientras miraba fijamente a Botan, quien se estremeció un poco por la sorpresa.
–Bueno, es... –La Parca estaba a punto de responder y la chica morena lo interrumpe.
–Parece que estabas hablando con Yusuke. Explícame dónde está. ¿Y qué está haciendo? –Keiko le suplicó a la chica peliazul que le diera información, claramente queriendo saber cómo estaba Yusuke y asegurarse de que estaba bien. Teme que se meta en problemas de nuevo y no quiere perderlo como la última vez en ese accidente automovilístico.
–No es momento de preocuparse por él. –Dijo Kuronue con voz tranquilizadora– Mientras este con Hime, estará bien. Por el momento eres tú quien debe preocuparse de sí misma.
–¿Qué? –Preguntó Keiko con curiosidad.
–Sí. Y aunque te lo dijera, es una larga historia. –Añadió Botan con un sudor pequeño y nervioso que le caía por el costado de la cara– Te prometo que te lo platicaré en cuanto salgamos de aquí, ¿de acuerdo?
–Está bien, pero ¿cómo vamos a hacerlo? –Preguntó Chihaya– Todo el edificio está rodeado.
–Hmm... –Murmuró Keiko pensativa– Tal vez deberíamos intentar al menos pedir ayuda.
–Buena idea. –Asintió la peliazul. Los tres Kuran-Sakurai suspiraron, pero también siguieron el plan.
Habían lograron entrar al edificio tan silenciosamente como pudieron y, para su suerte, no fueron detectados. También lograron encontrar un teléfono que usar, pero, para su desgracia, no funcionaba.
Keiko apretó con fuerza el teléfono contra su oído, esperando inútilmente escuchar algún sonido. Pero la línea permanecía muerta, ni siquiera el más leve tono de estática. Bajó el aparato, frustrada, y miró al resto del grupo –No funciona el telefono. –Informó con un tono serio, tratando de mantener la calma.
–Nos quieren aislar del exterior por completo. –Dijo Botan, su tono firme pero cargado de preocupación. Sus ojos escanearon el lugar, como si esperara que algo surgiera de las sombras en cualquier momento.
Keiko frunció el ceño, sintiendo un nudo formarse en su pecho –¿Estás segura? –preguntó, dirigiendo su mirada a Botan con la esperanza de que hubiera alguna forma de que esto no fuera cierto– ¿Ahora qué haremos? –Su voz tembló ligeramente, aunque intentó ocultar su miedo.
Desde un rincón, Chihaya dejó escapar un suspiro, con una mezcla de cansancio y resignación en su rostro. Estaba sentada en una silla rota, con las piernas cruzadas y la mirada fija en el suelo –Por eso odio estas películas de zombies. –Comentó con un tono seco, pero la preocupación se reflejaba en sus ojos, traicionando su intento de parecer despreocupada.
–Esto no es una película, mamá. –Intervino Aqua, su hijo, quien estaba cerca de la ventana, observando con atención la calle vacía más allá. Su voz era tranquila, pero había un filo de tensión en ella. Sus alas, un híbrido de murciélago y algo casi etéreo, se agitaron ligeramente detrás de él mientras mantenía su postura alerta– Esto es real, y no podemos quedarnos aquí esperando a que algo peor ocurra.
Kuronue, que estaba de pie junto a Chihaya, colocó una mano firme sobre su hombro, transmitiendo una sensación de seguridad –Aqua tiene razón. –Dijo con su voz profunda y calmada, aunque su mirada reflejaba la misma preocupación que los demás– Si nos están aislando, es porque están planeando algo. Y no podemos esperar a que nos atrapen como ratas en una trampa.
Chihaya alzó la vista hacia su esposo, notando la determinación en sus ojos. Aunque sus palabras eran lógicas, el temor por sus hijos y el resto del grupo pesaba en su corazón –Lo sé. –Dijo en un susurro, apretando los labios– Pero también sé que cualquiera de nosotros podría salir lastimado si nos apresuramos.
–Tal vez haya otro maestro por aquí. –Adivinó Botan antes de que ella y los otros se dirigieran hacia dicha dirección.
–Disculpe... –La morena abrió la puerta corrediza en silencio y miraron a su alrededor con cautela. Tan pronto como abrieron la puerta, vieron una figura sentada en el escritorio– ¡Ahí está Takenaka-sensei! –Gritó al instante y corrió hacia el profesor con los otros chicos justo detrás de ella– ¡Takenaka-sensei, tenemos problemas! Hay muchos hombres allá afuera... –Justo cuando su mano tocó la espalda del señor Takenaka, el profesor se inclinó hacia delante y terminó cayendo de bruces. Los chicos jadearon de horror tan pronto como vieron la expresión en blanco en su rostro con una marca roja brillante en su mejilla.
–¡Está inconsciente! –Informó Aqua a las chicas y a sus padres mientras examinaba al hombre.
La morena estaba ocupada tratando de despertar al hombre...
–¡Yukimura! –Gritó el infectado Iwamoto con una sonrisa demente y una mirada enloquecida en sus ojos. Keiko gritó de miedo, pero Chihaya entró rápidamente en acción y le lanzo una patada en el rostro y derribo. Ruby la recogió sin dudarlo y se la arrojó a la cabeza del hombre infectado, lo que lo hizo gritar de dolor y lo distrajo lo suficiente como para escapar.
–¡Por aquí! –Exclamó Chihaya antes de agarrar a Keiko por la muñeca y salir corriendo de la habitación con Botan, Aqua y Kuronue no muy lejos detrás. Mientras corrían frenéticamente por sus vidas, Suzaku solo pudo reírse divertido mirando la pantalla mientras Yusuke y Himemiya hacían todo lo posible por no explotar.
~
–Dime Yusuke. –Dijo la Bestia Santa con suavidad y una risa burlona escapándose de sus labios– ¿Qué se siente ver a tu novia ser la victima principal en una película de terror? Santidad tienes la mejor de la suerte de tener al demonio más poderoso como su futuro marido. –En respuesta, ambos chicos apretaron los dientes– Es realmente bueno. Su actuación es bastante realista. No pasará mucho tiempo antes de que Lillianne me pertenezca. ¿No piensan lo mismo?
Yusuke apretó los puños, haciendo que sus manos se volvieran blancas mientras su ira alcanzaba su punto máximo.
–Nunca... te lo perdonare. –Prometió en un tono bajo y amenazante, pero su enemigo no estaba impresionado.
–¿Ah, sí? –Suzaku preguntó con el ceño fruncido.
Yusuke lo fulminó con la mirada –Solo dime algo... ¡Dime por qué quieres a Hime!
Suzaku dejó escapar una risa baja y fría mientras hablaba, su tono lleno de satisfacción y prepotencia. Se paseaba lentamente por la cámara, con la flauta en una mano y una expresión casi encantada en su rostro, como si disfrutara de su monólogo tanto como del caos que había provocado.
–La telepatía es una rareza aquí en el Castillo Laberinto. –Dijo, girando ligeramente para mirar a Yusuke y Himemiya con un brillo peligroso en sus ojos amatista– Con Genbu fuera de escena, Lillianne será el reemplazo perfecto una vez que gobierne la Tierra y el Mundo Espiritual.
Himemiya tensó los músculos al escuchar ese nombre, un atisbo de furia cruzando por sus ojos plateados. Suzaku lo notó y sonrío aún más ampliamente, como si estuviera disfrutando de su reacción.
–Sus habilidades van mucho más allá de esa roca inútil. –Continuó Suzaku, ignorando deliberadamente el peligro que representaba la mujer frente a él– Pero con el tiempo, estoy seguro de que encontraré otros usos para sus talentos. Todo lo que necesita es la educación adecuada.
El sonido de su voz y la sonrisa enfermiza que apareció en sus labios fueron suficientes para encender la furia en Himemiya. Su paciencia, ya al límite, finalmente se rompió. La sangre pura de Izanami, la madre de todos los vampiros, comenzó a hervir en sus venas. Un aura oscura y peligrosa comenzó a rodearla, el aire de la habitación volviéndose frío como el hielo.
–¿Lillianne? –Preguntó Himemiya, su voz baja pero cargada de ira, como el preludio de una tormenta– ¿Es eso lo que crees? Que puedes jugar con su alma como si fuera una herramienta para tus juegos enfermos?
Suzaku no respondió de inmediato. En cambio, dio un paso más cerca, con la confianza de alguien que creía tener la ventaja –Oh, pero eso es exactamente lo que haré. –Respondió, su tono burlón– Su alma es un regalo, un talento tan raro que sería un desperdicio dejarlo sin usar. Y tú, Himemiya, eres simplemente la envoltura que la contiene. Nada más.
Esas palabras fueron la chispa final, sus ojos brillando con un resplandor sobrenatural y una ráfaga de fuerza invisible cortó superficialmente su hombro. La sangre comenzó a manchar su túnica, y Suzaku apretó los dientes, sorprendido por la ferocidad del ataque.
Yusuke, que había estado observando con una mezcla de asombro y preocupación, apretó los puños –¡Hime, espera! –Intentó intervenir, pero se detuvo al ver la intensidad en su mirada. Ella estaba completamente enfocada en Suzaku, como si el resto del mundo hubiera desaparecido.
Suzaku se recuperó rápidamente, limpiando la sangre de su hombro con una mueca –Interesante. –Murmuró, su tono ahora más frío y calculador– Parece que la sangre de la anterior reina no es solo una leyenda. Pero no te equivoques, Himemiya. No me subestimes.
Ella no respondió. En su lugar, extendió ambas manos, y las sombras en la habitación comenzaron a moverse, como si estuvieran vivas, convergiendo hacia ella. Suzaku frunció el ceño, evaluando sus opciones mientras la verdadera batalla entre ellos comenzaba.
Yusuke echó hacia atrás el puño y corrió hacia la Bestia Santa. Usando los reflejos de su entrenamiento con Genkai, Yusuke se lanzó hacia Suzaku y dejó volar sus puños.
Por un momento, Suzaku pareció quedar muy sorprendido –«Es veloz.» –dijo, bloqueando cada golpe.
La ráfaga de golpes se movía más rápido de lo que el ojo humano podía ver, pero ninguno de ellos parecía acertar –«Se esta defendiendo con una sola mano.»
Una pequeña pausa después, Yusuke conectó otro golpe, pero poderoso, pero en lugar de alcanzar la cara de la Bestia Santa, golpeó la larga bufanda flotante. El matón adolescente gruñó con frustración antes de mirar al demonio rubio rojizo, que flotaba en el aire para ponerse fuera de su alcance.
Himemiya, aún con las sombras agitándose a su alrededor, observaba la escena con una calma inquietante. Aunque su cuerpo estaba inmóvil, su mente trabajaba rápidamente. –«Está probándolo.» –Pensó mientras sus ojos brillaban con un resplandor plateado– «Suzaku lo está midiendo, buscando debilidades. Esto no puede prolongarse, o nos desgastará.»
–¡Estupido! –Declaró el chico– No podrás cambiar de direción.
Himemiya finalmente dio un paso adelante. Su voz, tranquila pero cortante, rompió la tensión –Sigues subestimándonos. Un error que no deberías cometer, Suzaku.
El demonio giró su atención hacia ella, sus ojos dorados brillando con una mezcla de curiosidad y desprecio –¿Oh? ¿Y qué piensas hacer tú, niña? ¿Recitarme poesía?
En lugar de responder, Himemiya extendió sus manos. Las sombras a su alrededor se agitaron con mayor intensidad, alzándose como serpientes negras que se retorcían y crecían. El ambiente se volvió frío, y por primera vez, Suzaku perdió su sonrisa.
Yusuke miró de reojo a su compañera, sorprendido por la magnitud de su poder –¿Qué demonios estás haciendo, Hime...?
–Lo que tú no puedes hacer solo. –Respondió ella, sin apartar la mirada de Suzaku. Sus palabras eran firmes, pero no carentes de una leve carga emocional. Era claro que le preocupaba la situación, pero no dejaría que el miedo la controlara.
Las sombras se lanzaron hacia Suzaku como un torrente oscuro, obligándolo a moverse con rapidez para evitarlas. Ahora era él quien estaba a la defensiva, su agilidad puesta a prueba mientras las sombras lo acorralaban.
Yusuke no perdió el tiempo. Usando la distracción que Himemiya había creado, reunió toda su energía en su mano derecha, concentrando el poder en un solo punto brillante. Su expresión era de pura determinación –¡Toma esto, infeliz!
Suzaku, mientras tanto, esquivaba las sombras, pero su mente analizaba frenéticamente la situación –Esto no es energía espiritual normal... estas sombras... ¿qué son?
Himemiya movió sus manos en un gesto fluido, y las sombras se cerraron alrededor de Suzaku, limitando su espacio. Por un segundo, el demonio pareció dudar, y en ese instante crítico, Yusuke se lanzó hacia él con su ataque concentrado.
–¡Reigan! –La enorme explosión de energía azul salió disparada y se dirigió directamente hacia Suzaku, pero él no se movió ni se estremeció de miedo.
Dos lunas crecientes chocaron sobre la cabeza de Himemiya antes de que levantara su dedo índice derecho para tocarlas
–¡Crescent Beam! –Bajó su brazo derecho para apuntar a Rando mientras su brazo izquierdo descansaba sobre su codo, luego disparó un rayo de luz desde su dedo índice.
El ataque de Yusuke se lanzó hacia Suzaku, mucho más fuerte de lo que la bestia había esperado. ¡Un disparo perfecto! Suzaku gritó para aumentar su poder y golpeó el arma espiritual con su mano desnuda. Murugu chilló y se alejó del peligro.
–¡¿QUÉ?! –Yusuke exclamó estupefacto al ver como su bala espiritual atravesaba el techo en lugar de su objetivo original.
La fuerza de la explosión fue suficiente para abrir un agujero considerable en el techo de la torre de vigilancia.
Himemiya apretó los labios, sus ojos fijos en Suzaku mientras el polvo comenzaba a asentarse tras el último ataque. Las sombras a su alrededor ondulaban, inquietas, como si sintieran el peligro que se avecinaba. Yusuke, jadeante pero aún determinado, levantó los puños, ignorando el dolor que se extendía por sus músculos después de haber usado tanto poder espiritual.
–Sois muy poderosos. –Admitió Suzaku al chico que se había quedado congelado por la sorpresa, volviendo al suelo.
Yusuke se quedó mirando asombrado –«Esquivo nuestros ataques.»
Suzaku sopló con calma el humo de su mano y mantuvo su agarre en el silbato Makai –Me hubierais lastimado de gravedad, si hubieras tenido puntería con tu técnica. –declaró, evaluándolos con una mezcla de respeto y diversión mientras soplaba el humo de su mano– Aún no se me quita lo entumido del brazo.
Himemiya respiró hondo, sintiendo la presión del momento. La energía de Suzaku no solo era amenazante, sino asfixiante. Su corazón latía con fuerza, pero no lo dejó mostrar. Su voz interior la mantenía firme –«Mantén la calma. Esto no ha terminado.»
Yusuke apretó los dientes, sus manos temblando por la rabia y la impotencia –«No puedo creerlo. Mi Reigan se volvió más poderoso a partir del entrenamiento con Genkaí, pero él lo esquivo.»
–Suzaku-sama, ¿quiere que sostenga la flauta Makai por usted? –Murugu flotó cerca de la cabeza de su amo
–No, está bien. –Suzaku miró hacia el enorme agujero en el techo. Un relámpago cruzó el cielo– Ya entiendo su poder. Podré acabarlos con una sola mano. –Respondió la Santa Bestia con confianza.
–Eso es lo que crees. –Espetó Urameshi, enojado por la arrogancia del otro.
Suzaku miró hacia arriba mientras un rayo brillaba en el cielo –Creo que este agujero me servirá mucho.
–¿Qué? –Gruñó el detective y la Santidad. Suzaku cerró los ojos y luego levantó la mano derecha hacia el cielo.
–¡Aquí viene! –Dijo Murugu emocionada antes de volverse hacia el chico y la Santidad– ¡Usará el Ankoku Raijin-Ken, Suzaku-sama! ¡Van a morir! ¡Los va a matar!
–Se burló mientras reía de alegría. Más relámpagos estallaron como bombas en la guerra mundial. El rayo cayó una vez más, pero esta vez fue directo a Suzaku y lo cargó. En la luz brillante, Yusuke y Himemiya se pusieron un brazo sobre la cara para no quedarse ciegos.
A su lado, Himemiya permanecía firme, pero su rostro reflejaba tensión. Sus labios se apretaron mientras sus ojos intentaban ajustarse a la luz. Su cuerpo estaba preparado para moverse en cualquier dirección, pero la energía que sentía frente a ella era abrumadora, una fuerza que no podía ignorar –«Esto no es magia común. Este poder... es puro y salvaje. Si no hacemos algo rápido, esto nos superará.»
Los rayos parecían fluir hacia la mano extendida de Suzaku, envolviéndolo en un haz de electricidad. No, se estaba formando una bola en su mano.
–¿Cómo? –Exclamó el chico mientras reunía el coraje para abrir los ojos nuevamente, solo para presenciar al Shiseiju sosteniendo una bola de energía que estaba hecha de nada más que el propio rayo.
–No puede ser... –Murmuró Himemiya, sus ojos abiertos de par en par mientras su mente analizaba rápidamente lo que estaba presenciando. Su corazón latía con fuerza, pero no era el miedo lo que la invadía, sino la presión del momento– «Él está controlando una energía que debería ser indomable. Incluso para una Shiseiju, esto es más que impresionante.»
Yusuke, al darse cuenta de lo que sucedía, sintió una mezcla de asombro y frustración. Retrocedió un paso instintivamente, apretando los dientes mientras trataba de procesar la escena.
–¡No es posible! –Gritó Yusuke con incredulidad– ¡Está sosteniendo el trueno! –Dijo, principalmente para convencerse a sí mismo a pesar de que sus ojos solo veían lo que estaba frente a ellos.
El demonio abrió los ojos, y su mirada estaba cargada de una arrogancia inquebrantable. La electricidad iluminaba su rostro, reflejando la expresión de un depredador al acecho.
–¿Están listos? –preguntó Suzaku antes de atacar a los dos chicos. Yusuke saltó rápidamente, pero el enemigo no lo dejó escapar, por lo que él también saltó– ¡Ankoku Raijin Ken!
Tanto la bestia como el detective saltaron al aire al mismo tiempo, sus movimientos sincronizados como si estuvieran siguiendo un guion invisible de pura rivalidad. Suzaku, con una sonrisa cruel, levantó su mano derecha y lanzó su ataque Suzaku lanzó su ataque. Un rugido eléctrico llenó el aire mientras un rayo de energía pura se dirigía hacia Yusuke con una velocidad y precisión imposibles.
Yusuke logro esquivar el ataque en el último segundo, girando su cuerpo en el aire para evitar el impacto directo. Sin embargo, el rayo no era un simple proyectil; parecía casi vivo. La energía chisporroteaba y se movía como si tuviera voluntad propia, rodeándolo, buscando su objetivo con insistencia.
Antes de que Yusuke pudiera reaccionar o comprender completamente lo que estaba sucediendo, una sombra se interpuso entre él y el rayo –¡Yusuke, cuidado! –Gritó Himemiya, apareciendo junto a él con un movimiento fluido y decidido.
Con un empujón firme, Himemiya apartó a Yusuke del camino, enviándolo fuera del alcance del rayo. El tiempo pareció detenerse mientras ella enfrentaba el ataque. El rayo impactó directamente contra ella, envolviendo su figura en una tormenta de electricidad que chisporroteaba y rugía con una fuerza aterradora.
Yusuke, todavía recuperándose del empujón, abrió los ojos con horror –¡Hime! –Gritó, su voz llena de desesperación al ver cómo la tormenta la envolvía por completo.
–¡Sí, sí! ¡Suzaku-sama, logró vencerla! –Dijo Murugu emocionado.
Sin embargo, algo inesperado ocurrió. La energía que debía destruirla nunca llegó a causar el daño que Suzaku había planeado. Himemiya, en el centro de la tormenta, brillaba con una luz plateada que parecía repeler la electricidad. Su postura, aunque tensa, no mostraba signos de debilidad.
–¿Cómo...? –Exclamó Suzaku, sus ojos entrecerrados mientras intentaba comprender lo que estaba viendo.
Himemiya levantó la cabeza, su mirada fija en Suzaku, llena de determinación. La energía de la tormenta se disipaba lentamente a su alrededor, como si no pudiera tocarla realmente. La luz de la luna que la rodeaba parecía actuar como un escudo impenetrable.
–Mientras el mal maligno siga existiendo en los tres mundos... ¡Seguiré luchando! –Dijo con voz firme, su tono resonando con una autoridad que parecía calmar incluso la furia de los relámpagos.
Yusuke, todavía aturdido, la miró con una mezcla de asombro y gratitud. –«Ella se lanzó sin dudarlo... y lo soportó. ¿De dónde saca tanta fuerza?» –Pensó, apretando los puños mientras sentía una nueva ola de determinación.
~
Mientras tanto, en el mundo espiritual, la tensión en la sala era palpable. Koenma estaba sentado en su escritorio, tamborileando con los dedos sobre una montaña de papeleo mientras observaba el combate a través de una pantalla flotante. Sus cejas estaban fruncidas, y su chupete se movía de un lado a otro en su boca con impaciencia.
A su lado, Ogri observaba con su habitual calma, aunque sus ojos mostraban una pizca de preocupación.
–¿Viste eso, Ogri? –Preguntó Koenma, señalando la pantalla con un gesto rápido.
Ogri asintió lentamente, sus manos cruzadas detrás de la espalda –Así es, Koenma-sama. Es impresionante.
Koenma soltó un suspiro, dejando caer su peso contra el respaldo de su silla –Detesto estas cosas. Son horrorosas.
–A mí tampoco me gustan. –Respondió Ogri con una voz neutral, aunque sus ojos se desviaron un momento hacia Koenma, observando su reacción con curiosidad.
Koenma se encogió de hombros, señalando la pantalla nuevamente, donde Yusuke y Himemiya enfrentaban a Suzaku con una ferocidad creciente –No soporto verlos. Me dan escalofríos.
Ogri ladeó la cabeza, como si considerara sus palabras –¿Los combates o las decisiones difíciles que vienen con ellos?
Koenma frunció el ceño y evitó la pregunta directa, tomando un bol de palomitas de maíz de su escritorio y metiéndoselas a la boca sin pensarlo. Ogri lo observó con una leve expresión de incredulidad.
–¿Cómo puede comer en una situación como esta? –Murmuró para sí mismo, pero lo suficientemente alto como para que Koenma lo escuchara.
–¡Tengo que estar listo para animar! –Replicó Koenma, tragando con rapidez y señalando la pantalla con su bol ahora vacío– ¡Vamos! ¡Pelead, Yusuke, Himemiya!
~
Suzaku se acercó lentamente a Himemiya –Estás protegida por un poder espiritual más fuerte de lo que pensé. Es la primera ves que un humano no muere con mi gran poder. –elogió a la Santidad, genuinamente impresionado a pesar de la sonrisa burlona en sus labios.
–Es una engreída. –Chilló Murugu, señalándola con una de sus garras– Actúa como si estuviera por encima de nosotros, pero no es más que otra humana tonta.
Himemiya giró ligeramente la cabeza hacia Murugu, sus ojos plateados brillando como si fueran capaces de atravesar el alma misma. No dijo nada al principio, simplemente la observó con una mezcla de desprecio y compasión.
–¿Engreída? –Repitió finalmente, su tono suave pero cargado de una fuerza silenciosa– No lucho para demostrar superioridad. Lucho para proteger lo que es justo. Si eso te hace sentir inferior, tal vez deberías replantearte a quién sigues.
Murugu retrocedió un poco, sus alas dejando de batir por un instante –¡Tú no me das órdenes! –Respondió con un chillido más agudo, claramente afectada por las palabras de Himemiya.
Suzaku levantó una mano hacia Murugu, haciendo un gesto para que se calmara. Sus ojos seguían fijos en Himemiya, estudiándola como si fuera un enigma que no lograba descifrar del todo.
–Eres interesante, lo admito. –Dijo Suzaku, inclinando ligeramente la cabeza– Pero el interés no será suficiente para salvarte. Ningún humano puede enfrentarse al poder de una Shiseiju y salir con vida.
Himemiya alzó la barbilla, su postura irradiando confianza y una serenidad que contrastaba con la furia eléctrica que la rodeaba –Entonces, demuestra tu poder –Respondió, sus palabras cargadas de desafío– Pero ten en cuenta que no soy solo una humana. Soy Himemiya, Reina del Sur y la Guerrera Legendaria.
Las palabras resonaron con tal fuerza que incluso Yusuke, a unos metros de distancia, sintió cómo la piel se le erizaba.
Suzaku soltó una carcajada profunda, sus ojos brillando con un placer oscuro –Perfecto. –Dijo, extendiendo ambos brazos hacia el cielo mientras la electricidad comenzaba a acumularse una vez más a su alrededor– Entonces luchemos, reina.
Yusuke, que había permanecido en silencio hasta ese momento, se adelantó un paso, su expresión endurecida.
–No la subestimes. –Dijo, su voz cargada de una confianza renovada– Porque si lo haces, será lo último que hagas.
Suzaku desvió la mirada hacia Yusuke, arqueando una ceja.
–Oh, ¿ahora tienes valor? –Preguntó con una sonrisa burlona– Esto se pone cada vez mejor.
Himemiya lanzó una mirada rápida a Yusuke, una pequeña sonrisa asomando en sus labios. No necesitaba palabras para entender que el chico había recuperado su espíritu de lucha.
Suzaku comenzó a reunir su poder una vez más, levantando ambas manos hacia el cielo como si estuviera convocando una fuerza primordial. Relámpagos zigzaguearon desde las nubes oscuras, convergiendo en sus palmas con un rugido ensordecedor. Su sonrisa permanecía fija, cargada de confianza y crueldad.
–Esta vez, no habrá error. –Declaró Suzaku, con una voz que resonaba como un trueno. La esfera eléctrica en sus manos creció hasta un tamaño alarmante, emitiendo un brillo que iluminaba la torre por completo.
Yusuke dio un paso al frente, con los puños apretados y sus ojos ardiendo con determinación.
–¡No me importa cuán fuerte creas que eres! –Gritó, apuntándolo con un dedo acusador– ¡Voy a derribarte!
Himemiya lo miró de reojo y sonrió apenas, aunque su expresión seguía siendo seria –Yusuke. –Dijo, sin apartar la mirada de Suzaku– No te precipites. No subestimes el poder de este ataque.
–¡No estoy subestimándolo! –Respondió Yusuke, con la voz llena de furia– Pero no voy a quedarme de brazos cruzados mientras este tipo actúa como si ya hubiera ganado.
Himemiya, aún enfocada en Suzaku, sintió una chispa de orgullo al escuchar la determinación de Yusuke, pero sabía que su ímpetu podía costarles caro. Sin girar completamente, habló con un tono firme pero lleno de preocupación.
–Yusuke, calma. Este no es el momento para actuar por impulsos.
Sin embargo, el chico no parecía dispuesto a escuchar. Su expresión estaba llena de desafío, y la rabia en sus ojos lo impulsaba a seguir adelante.
–¡No me importa lo fuerte que sea este tipo o su pájaro demente! –Exclamó Yusuke, ajustando los zapatos en sus manos como si fueran armas improvisadas– ¡No voy a dejar que sigan burlándose de nosotros!
Suzaku, al otro lado de la sala, observaba la escena con una sonrisa burlona en el rostro. Se cruzó de brazos, inclinándose ligeramente hacia adelante, como si disfrutara de un espectáculo diseñado únicamente para su diversión.
–Me habeis dejado impresionado con su espíritu de batalla. –dijo con voz tranquila, aunque cargada de malicia– Pero en cuanto den un paso más, lo harán más cerca de la muerte con el próximo golpe que os de.
Murugu, volando en círculos alrededor de Suzaku, soltó una risa aguda.
–¡Sí, sí! ¡El gran Suzaku-sama los aplastará como a insectos! –exclamó, apuntando con una garra hacia Himemiya y Yusuke– ¡Y cuando lo haga, será tu querida novia la primera en caer!
Las palabras de Murugu hicieron que Yusuke apretara los dientes, su mirada ardiendo con una mezcla de furia e indignación.
–¿Por qué no descansas y ves como matan a tu novia? –Añadió Suzaku con confianza, disfrutando del efecto que sus palabras tenían en el detective– Esperare con vosotros dos mientras vemos la función.
Yusuke dio un paso al frente, ignorando completamente la barrera de poder que Suzaku representaba.
–Sigues soñando. Ella no es fácil de atrapar. –Espetó, su voz cargada de desafío– No va a ser la proxima victima de un estupido guión que alguien escribió, solo para divertirse. –Afirmó, quitándose los zapatos para usarlos en sus manos como guantes improvisados– Y lo mismo digo... ¡Vamos, acércate! ¡Atrévete! –La vista frente a Suzaku lo hizo reír con incredulidad junto con su pájaro hembra verde.
–Tonto. ¿qué crees que estas haciendo? –Se burló el Shiseiju, negando con la cabeza mientras su sonrisa se ampliaba.
Murugu revoloteó más alto –¿Piensas que las zuelas te van a aislar y prevenir que te afecte el poder del trueno? –Se río con desprecio– Eres un tonto. Es como defenderte de un cañon usando papel.
Yusuke, sin embargo, no mostró ningún signo de duda. Se inclinó ligeramente hacia adelante, su cuerpo tenso como un resorte listo para actuar.
–¡No esten tan seguros de eso! –gritó Yusuke furiosamente, sus ojos fijos en Suzaku mientras apretaba los "guantes" improvisados.
Himemiya lo observó con una mezcla de incredulidad y admiración. Aunque sabía que Yusuke podía ser impulsivo, su determinación era inquebrantable, y eso era algo que no podía ignorar.
–Yusuke… –Susurró, preparándose también para el próximo movimiento.
–El hombre es una criatura miserable... Yusuke Urameshi, siento pena por ti. Frente a los poderes invencibles, el hombre pierde la fe y actua como un idiota. La Santidad debe estar avergonzada de relacionarse con criaturas como tú. –Dijo con condescendencia mientras convocaba otro rayo a su mano.
Himemiya tomó una posición de batalla junto a Yusuke, lista para apoyarlo si la situación lo requería. Sabía que no podían permitirse ningún error.
–Sea lo que sea que estés planeando, más te vale que funcione. –Dijo, lanzándole una mirada rápida a Yusuke.
–No te preocupes. –Respondió él, con una sonrisa desafiante– Esto apenas comienza.
–¡Prepárense! –Advirtió el demonio rubio antes de saltar al aire con el rayo cargando en su mano.
~
Keiko y Botan miraron impotentes a la masa de humanos Makai que los habían acorralado en el pasillo. No tenían adónde correr.
–Estamos rodeados. –dijo Botan temblorosamente mientras miraba a la gente frente a ella.
Keiko mantuvo la vista al frente. Los Makai se acercaban –Me siguen a mí, ¿no es así? –Dijo con un tono serio– Entonces... llamare su atención. Así puedan escapar mientras los distraigo.
Botan estaba sudando, pero sonrío –Claro que no. No puedo irme de aquí sola. No quiero perder así y dejarte con ellos. Tengo que protegerte, ¿entiendes? Prefiero pelear contra ellos que retirarme como si fuera una cobarde.
–Estoy de acuerdo en que serías una distracción maravillosa, pero también tienes que seguir con vida. –Le dijo Chihaya mientras su mirada seguía fija en las personas infectadas.
Los ojos de Keiko estaban abiertos por la adrenalina –Sí, yo estaba pensando exactamente en lo mismo. –Concordó.
–Nos vamos a llevar muy bien. –Dijo Kuronue y miró a su alrededor. Un extintor de incendios le llamó la atención– Creo que estamos pensando lo mismo, ¿no es así?
–Bien. Ahora yo intentaré llamar su atención. Aqua interviene, ganándose asentimientos de los otros chicos.
–¡Uno, dos, tres! –Contaron antes de poner en marcha su plan.
Keiko, Chihaya, Kuronue y Aqua se movieron hacia la izquierda, Botan se lanzó hacia la derecha y agarró el arma. Los de la izquierda comenzaron a golpear a los Makai mientras estos intentaban atrapar a Keiko. Sin embargo, debido a su gran número, no pasó mucho tiempo para que los dos quedaran atrapados en el agarre del zombi humano.
–¡Tomen! –Botan apuntó la boquilla del extintor y disparó contra los zombis, empujando a las personas hacia la pared, lo que le dio a Keiko y a los Kuran-Sakurai la oportunidad de escapar en medio del caos.
~
Suzaku se lanzó hacia Yusuke con una velocidad vertiginosa, el rayo que sostenía en la mano brillaba con una intensidad cegadora. Su sonrisa maliciosa estaba fija mientras gritaba –¡Ha llegado tu hora, Yusuke Urameshi! ¡Descansa en paz!
El rugido del ataque resonó en la torre, y los relámpagos danzaron en todas direcciones mientras Suzaku desataba toda su furia.
–¡Ahora es mi turno! –gritó Yusuke, arremetiendo directamente hacia el ataque de Suzaku.
En un instante, las manos de Yusuke atravesaron la Tormenta del Tormento. El impacto fue brutal, y los rayos chisporrotearon alrededor de su cuerpo como serpientes vivas. Pero, de alguna manera, su energía espiritual comenzó a brillar con una intensidad que anulaba el poder de Suzaku, creando un aura azul brillante que lo envolvía como una armadura.
Suzaku retrocedió instintivamente, su expresión de arrogancia transformándose en una mezcla de sorpresa y frustración.
–¿Qué pasa? –Jadeó Suzaku. De alguna manera, Yusuke lo había obligado a retroceder con su energía espiritual, anulando el ataque y lo estaba obligando a retroceder.
En ese momento, Himemiya avanzó, situándose al lado de Yusuke. Su presencia era como un faro en medio de la tormenta; su cabello ondeaba con un brillo plateado mientras extendía una mano hacia el cielo.
–No estás solo en esto, Yusuke. –Dijo con firmeza, sus ojos rosados black baccaros brillando con resolución– Este no es el final, ni para ti ni para mí.
~
Botan dio un salto atrás, sus ojos se agrandaron al ver a Iwamoto, su rostro lleno de horror y sorpresa. Un jadeo escapó de sus labios mientras miraba al infectado frente a ella. Su cuerpo se tensó, sabiendo que ahora no era solo un peligro físico, sino una amenaza mucho más siniestra.
–¡Vamos de aquí! –Gritó, tomando un objeto que había en su mano, girando sobre sus talones con rapidez. El miedo era evidente en sus ojos, pero también una determinación a proteger a todos los que estaban allí.
–¡Botan, resiste! –Keiko agitó la mano y golpeó a Iwamoto con el tipo de poder que normalmente reservaba para las manos errantes de Yusuke.
~
–¡Toma!
Cuando el rayo desapareció, un rayo de luz plateada salió de un orbe y atravesó la sala con una velocidad impresionante. El ataque chocó contra Suzaku, quien apenas tuvo tiempo de levantar su mano para defenderse. Aunque logró desviar parte del impacto, la fuerza del ataque lo empujó varios metros hacia atrás, haciéndolo resbalar sobre el suelo de piedra.
Murugu gritó alarmada mientras volaba a su alrededor –¡Suzaku-sama, cuidado! Esa humana está más fuerte de lo que pensábamos.
–«Eso es imposible.» –Pensó el rubio, incrédulo, pero el dolor en su mejilla le decía lo contrario. Solo cuando tocó el suelo y lo utilizó para hacer una voltereta hacia atrás para volver a ponerse de pie.
Yusuke, que había estado observando la escena con asombro, dejó escapar una risa entrecortada –Eso fue increíble, Hime. –Dijo, su energía espiritual aún brillando a su alrededor– Pero no creas que voy a quedarme atrás.
Himemiya le dirigió una mirada breve pero cargada de complicidad –No esperaba menos de ti, detective.
–Concentro el poder espiritual en el puño y lo usó como un muro protector, y los zapatos como una cortina para ocultar el poder espiritual.
~
El hombre corpulento se desplomó en el suelo. Keiko miró su mano en estado de shock.
–¡Sí! ¡Eso es, Keiko-chan! ¡Lo lograste! ¡Eres genial! ¡Sí, sí! –Aplaudió Botan.
Keiko no pareció captar lo que había dicho Botan –Qué horror. Golpee a un maestro.
–¡Vámonos! –Chihaya afirmó firmemente antes de que el grupo comenzara a correr por sus vidas mientras que Kuronue y Aqua desplegaron sus alas y siguieron al grupo.
~
–Quiero que vuelvas a escribir la historia. –Yusuke y Himemiya se pararon desafiante frente a Suzaku, con la mano extendida y la energía espiritual lista para atacar– De ahora en adelante, solo vas a ver mi contraataque.
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