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Capítulo 28: La batalla de Hiei

-Koenma-sama, lo lograron. -Comentó Ogre al chico sentado en su escritorio.

-¿Ves a qué me refiero? Kuwabara es muy fuerte. Puede ser un detective. -Siguió con la propuesta.

-Ahora solo tienen que vencer a dos Shiseiju, ¿verdad, Koenma-sama?

-Sí, pero no tenemos información sobre ellos. No sé cuál sea su fortaleza. -Miró a su asistente- ¿Qué es ese libro que tienes en la mano?

Se le encendió el foco al ogro.

-Ah, casi lo olvido. Encontré este libro cuando estábamos en la sala de juntas el otro día. Creo que es el libro de las Cuatro Shiseiju. -Dijo con una sonrisa.

-¿Qué es lo que estás diciendo? ¿Por qué no me lo dijiste antes? -Koenma busca la página donde estaba sobre las bestias, pero descubrió que era un libro de cocina y le mando un castigo. Aunque todavía leyó la receta.

~

En el castillo, el pequeño equipo continuó su camino. Yusuke a la cabeza y Kuwabara al final. Hiei estaba a la izquierda, mientras que Kurama estaba al lado derecho con Himemiya a su espalda, descansando y tomándose un tiempo para recuperar fuerzas mientras Yuichiro volaba más adelante con Shirayuki en brazos. Como Hiei no quería parecer un blando débil, Yuichiro fue quien se encargó de la purasangre/murciélago. Aunque eso tampoco lo hizo sentir mucho mejor por alguna extraña razón. No sabía la respuesta a eso, pero tenía la sensación de que tenía que ver con su rival, la hanyou con seguridad.

El grupo subió corriendo las escaleras de caracol hacia la torre del castillo tan rápido como pudieron, esperando encontrarse cara a cara con la Tercera Shiseiju de inmediato. Sin embargo, tan pronto como llegaron a la siguiente entrada, vieron algo que no esperaban en absoluto.

-¿Qué lugar es este? -Exclamó Yusuke con total incredulidad mientras miraba las muchas puertas que tenía esa habitación.

La habitación circular a la que habían entrado en lo alto de la escalera estaba llena de puertas idénticas que podían llevar a direcciones correctas o incorrectas.

-Este debe ser uno de los muchos laberintos del castillo. -Comentó Hiei con voz apagada.

-¿Un laberinto? -Preguntó el detective tensándose.

Himemiya casi se río -En caso de que alguien se haya preguntado alguna vez cómo se ve mi mente durante el tsunagu, esta es la reinvención más cercana que probablemente obtendrán.

-¿Un montón de puertas? ¿En serio? -Yusuke nunca había oído a Himemiya hablar de ese aspecto en voz alta antes.

-Sí, en mi cabeza. Pero ahora mismo solo hay cuatro puertas y todas tienen un aspecto diferente según a quién pertenezcan.

-Bueno, supongo que eso tiene sentido. -Respondió Shirayuki a su declaración débilmente mientras sus ojos cansados ​​​​escuchaban cada puerta- Qué asombroso. -Agregó bromeando sarcásticamente, lo que provocó una pequeña risa de Yusuke, Himemiya, Yuichiro y Kurama.

-También he oído de eso. Los laberintos son trampas mortales. -Comenzó a explicar Kurama, su tono se tornó solemne- Son muy peligrosos. Solo hay una puerta que lleva al salón en lo alto del castillo. Y nadie, desde hace tiempo, ha logrado llegar a él con éxito. Eso significa que no podremos regresarcon vida. Si nos equivocamos de puerta. -Después de la explicación, Kuwabara y Yusuke tragaron saliva nerviosamente y con fuerza.

Yuichiro sonríe -Bueno, eso es como una de las búsquedas del tesoro que solíamos hacer, ¿no? -Dijo mientras movía la cola de emoción- ¡Trampas y acertijos! ¡Es como en los viejos tiempos!

Él se río entre dientes y acarició su cabello, frotando suavemente sus orejas -Realmente lo es, Yuichiro, pero esta vez no hay ningún tesoro esperándonos al final.

-La seguridad del Ningenkai es recompensa suficiente para mí. -Se encogió de hombros, estaba realmente preocupado por su familia y los residentes que confían en su madre.

-Siempre igual. Nunca cambias... -Murmuró Shirayuki en voz baja mientras colocaba perezosamente su barbilla sobre el hombro de su familiar mientras sus brazos inconscientemente se apretaban un poco más alrededor del cuello del Nephilim, asegurándose de que no se cayera. Su pequeña acción hizo que el Nephilim se tensara un poco cuando un pequeño indicio de rubor rosado se reveló en su mejilla. Hiei vio eso por casualidad y no pudo evitar sentir esa sensación de ardor dentro de su pecho. Sin embargo, simplemente lo ignoró con un giro de ojos mental y se concentró nuevamente en las puertas.

-Tienes razón, Yu. -Asintió Yusuke, se volvió hacia Kuwabara- Kuwabara, ¿qué puerta debemos abrir? -Le dijo Yusuke al chico de cabello naranja. Lanzó una pequeña mirada fulminante, pero hizo lo que le dijo.

Nervioso, los ojos de Kuwabara se dirigieron hacia todas direcciones, pero uno en particular captó toda su atención. Algún tipo de energía salió de ese, lo que hizo que Kazuma jadeara un poco -«Que espíritu tan poderoso. Los otros dos deben estar ahí atrás.» -Pensó él.

Himemiya los ignoró y se dirigió a la segunda puerta a la derecha.

-Muy bien, chica zorra esta de acuerdo con Kuwabara. Andando. -El detective aceptó instantáneamente sin dudarlo ni vacilar.

-¿Estás completamente seguro de eso? -Preguntó Hiei descortésmente, aún escéptico sobre la decisión del humano, lo que le valió una mirada fulminante de Kuwabara.

-¿Qué? ¿Quieres decir que no sientes nada? -Exclamó la Santidad, sorprendida.

El pelirrojo se acercó a la puerta elegida -Hime-chan tiene razón. -Respondió con una mirada seria, lo que lo hizo parecer maduro por una vez- Lo creas o no, siento una cantidad enorme de poder espiritual en el laberinto. Confíen en mí. -Asintió, aprovechando la oportunidad para sonar tranquilo, competente y confiable ante la dulce y linda Himemiya. Para demostrar su punto, fue, agarró el pomo de la puerta y abrió la puerta primero, como para proteger a la chica con su cuerpo si la Bestia o cualquier peligro estaban justo detrás de ella, listos para destrozar su tierno y frágil cuerpo.

Por un momento, Kuwabara miró hacia la oscuridad del otro lado. Nada.

Vio un minúsculo ratón blanco parado sobre sus patas traseras en medio del suelo y se tambaleó hacia atrás hasta caer de trasero y grito como un niño pequeño, con el rostro desencajado por el miedo -¡Aaaahhh! Un ratón.

Los dos pequeños y Himemiya se rieron discretamente, pero Yusuke no lo hacía discretamente.

-Nunca te tomas nada en serio, ¿verdad? -Suspiró Yusuke.

La pequeña criatura se escabulló y comenzaron a caminar por el pasillo de piedra hacia lo que había más allá de la oscuridad.

~

De regreso en la torre, las dos Shiseiju observaban cada movimiento de sus invitados.

-No puedo creer que hayan elegido la puerta correcta. -Comentó el líder, impresionado, mirando su «bola de cristal»- Uno de ellos debe tener una gran inspiración. Están usando el pasaje más corto y fácil hacia nosotros. -Hubo una pequeña pausa- ¿Nosotros? Claro que me refiero a Dragón Azul y a mí. -Corrigió su declaración con su voz tranquila de antes.

El único otro Shiseiju restante habló desde las sombras -Descuida, Suzaku-sama. Genbu y Byakko eran bestia menores. -Declaró, levantándose de su posición arrodillada y dando unos pasos hacia la esfera brillante- Yo los matare. No significan ningún problema para mí. -Miró más de cerca para mirar de cerca al grupo a través de la bola de cristal- ¡Es hora de que avanemos juntos al Ningenkai!

-Muy bien. -Convino el genio- Destrúyelos como quieras, pero no hagas daño a la niña. Tráemela. Estoy seguro de que podemos encontrarle algún uso a sus habilidades.

-Por supuesto, maestro. -Respondió Seiryu suavemente antes de alejarse.

Después de que se fue, Suzaku continuó observando a la humana de cabello blanco a través de la esfera, hasta que la vio mirar hacia arriba. Vio la intensidad de su mirada rojo burdeos oscuro, con reflejos aterciopelados y un brillo profundo; vio el poder dentro de su pequeño cuerpo; vio el desafío de su sonrisa. Los sintió. Como si estuviera justo frente a él. Un escalofrío de miedo y emoción recorrió su columna vertebral mientras casi se ahogaba en sus orbes rojos burdeos oscuros con reflejos atercipelados sin fondo antes de que ella volviera a mirar a los que estaban frente a ella. Kurama permanecía cerca de ella, con esa calma imperturbable que siempre lo había caracterizado. Suzaku lo observó con detenimiento, notando cómo los ojos de la mujer brillaban de una manera diferente cuando él estaba a su lado. Había dulzura en su mirada, pero también fuerza. Después de un tiempo, el demonio ahuecó su barbilla en una expresión pensativa. La quería. Su poder salvaje, su belleza, para romper y doblegar su espíritu indomable a su voluntad...

-Esa chica... es interesante. -Dijo con una pequeña sonrisa de anticipación.

~

-Está es la única zona afectada por los Makaichu. -Admitió Botan- Pero son tantos que ya empiezan a dominar a la gente deprimida, señor. ¡Si no tenemos la flauta, toda la ciudad será destruida!

-Lo único que podemos hacer es esperar a que Yusuke y los demás venzan a las Shiseiju. -Koenma miraba su pantalla con tristeza. Pasaban imágenes inquietantes de la invasión de Makai- Botan, tú y el equipo de Kuronue, continúen con el exterminio.

-Entiendo. -Botan parecía decidida- Cambio y fuera, Koenma-sama. -Dijo antes de cortar la comunicación.

~

Al otro lado de la pantalla, en medio de las calles envueltas en penumbra, Kuronue ajustó su sombrero mientras su guadaña brillaba bajo la escasa luz que aún quedaba en la ciudad. A su alrededor, el equipo estaba listo para moverse. Chihaya se mantenía en la retaguardia, su semblante sereno, pero sus ojos reflejaban la atención de un halcón. Takuma descansaba su espada sobre el hombro, intercambiando miradas con Senri, quien mantenía su pistola lista, con un aire de aburrimiento fingido.

-No es común que Koenma pida nuestra ayuda directamente. -Comentó Aido, girando una pequeña daga entre sus dedos con elegancia- Pero supongo que no hay más remedio.

-No es momento para juegos, Aido. -Dijo Rima, su voz tan fría como siempre. Sus ojos azulados brillaban intensamente mientras miraba los restos de Makaichu en el suelo- La situación es peor de lo que parece.

Akatsuki y Ruka caminaban unos pasos detrás, sus movimientos sincronizados mientras analizaban los alrededores.

-La energía de Makai es más densa aquí. -Murmuró Ruka, entrecerrando los ojos- Me preocupa que los Makaichu se estén reproduciendo más rápido de lo que podemos eliminarlos.

-Por eso estamos aquí. -Intervino Zero, recargando su pistola con un movimiento fluido. Seiren lo observaba desde las sombras, casi imperceptible, con su cabello largo cayendo sobre su hombro- No dejaremos que esta invasión continúe.

-Kuronue-sama. -La voz de Yuki resonó con calma, aunque llevaba consigo un toque de urgencia- ¿Cómo procedemos?

Kuronue alzó la mirada hacia las calles cubiertas de niebla oscura. Su sonrisa, aunque afilada, reflejaba la confianza de un líder nato.

-Dividámonos. Chihaya, Seiren y Ruka, vigilen los puntos de entrada de la ciudad. Takuma, Aqua y Senri, encárguense del este. Akatsuki y Rima, vienen conmigo al oeste. Aido, Zero y Yuki, cubran el centro. -Ordenó con precisión- No dejen que ninguno cruce.

El grupo asintió casi al unísono, y en un instante, las figuras se dispersaron por la ciudad, moviéndose con precisión letal entre las sombras.

Kuronue lideraba su grupo con agilidad, su guadaña brillando con cada paso que daba. Akatsuki caminaba a su lado, manteniendo una expresión tranquila mientras sus manos estaban listas para invocar fuego en cualquier momento. Rima iba detrás, sus ojos escaneando cada rincón oscuro, atenta a cualquier movimiento sospechoso.

-¿Alguna señal? -Preguntó Akatsuki en voz baja, sus palabras apenas rompiendo el silencio.

-No aún. -Respondió Rima, aunque sus sentidos permanecían alerta. Kuronue, en cambio, se detuvo de repente, su mirada fija en la esquina de una calle destrozada.

-Pero no tardarán en aparecer.

Como si sus palabras fueran una orden, un grupo de Makaichu emergió desde las grietas del pavimento, sus cuerpos oscuros y retorcidos, con ojos carmesí brillando en la penumbra. La energía maligna que emanaban era densa, casi sofocante.

-Aquí vienen. -Susurró Rima, extendiendo una mano mientras una corriente eléctrica comenzaba a arremolinarse alrededor de sus dedos.

Al otro lado de la ciudad, Zero, Aido y Yuki avanzaban por una calle desierta. El silencio en esa parte del territorio era más inquietante que el ruido de las criaturas.

-Demasiado tranquilo. -Murmuró Zero, con el rifle preparado mientras sus ojos analizaban los tejados- No me gusta.

Aido, que caminaba con su usual aire despreocupado, sonrió con cierta diversión.

-¿Nervioso, Zero? No suelen atacarnos hasta que les damos la oportunidad.

Yuki le dirigió una mirada severa reflejaba No es nerviosismo. Zero tiene razón. Algo no está bien.

De repente, un escalofrío recorrió el cuerpo de Yuki. Alzó la vista justo a tiempo para ver cómo las sombras de un callejón cercano comenzaban a distorsionarse. Makaichu empezaron a deslizarse desde las paredes como una mancha de tinta viva.

-¡Ahí están! -Exclamó Aido, lanzándose hacia adelante con rapidez.

Zero disparó sin dudarlo, derribando a los primeros que se acercaron, mientras Yuki desenvainaba su arma.

-No los dejes acercarse demasiado. -Advirtió Zero, disparando con precisión.

-Eso intento. -Respondió Yuki, girando y cortando con su espada mientras Aido cubría su espalda.

En el este, Takuma, Aqua y Senri avanzaban lentamente por las ruinas de un antiguo templo. La niebla era densa, y la atmósfera estaba cargada de tensión.

-Parece que se sienten atraídos por lugares con energía espiritual fuerte. -Comentó Takuma, deteniéndose brevemente para observar las inscripciones del templo.

Senri, que caminaba a su lado, mantenía una expresión neutra, pero sus ojos estaban fijos en una figura que se movía entre los árboles cercanos -No estamos solos.

De repente, los Makaichu salieron en masa, rodeando el templo. Senri y Aqua levantó su pistola y daga, disparando a los que se acercaban con rapidez.

-¿No estábamos solos, eh? -Takuma sonrió, desenvainando su katana- Perfecto. Me estaba aburriendo.

~

Chihaya, Seiren y Ruka, por su parte, se movían silenciosamente entre los tejados. Chihaya parecía tranquila, pero su mirada estaba fija en el horizonte, como si esperara algo más.

-Hay algo que no cuadra. -Dijo Seiren de repente, deteniéndose en seco.

-¿Qué pasa? -Preguntó Ruka, mirándola con el ceño fruncido.

-Los Makaichu son demasiado agresivos. Es casi como si estuvieran siendo empujados hacia nosotros... como si alguien los estuviera guiando.

Chihaya asintió lentamente, comprendiendo la implicación de sus palabras.

-Entonces debemos apresurarnos. Si alguien los controla, significa que las Shiseiju están cerca.

Seiren tensó la mandíbula, y sin decir más, el trío aumentó el ritmo, desapareciendo entre las sombras de la ciudad, listos para enfrentar cualquier amenaza que se interpusiera en su camino.

~

-Puedes bajarme ahora, Yui-chan. -Pregunto Shirayuki con una suavidad que intentaba disimular el agotamiento en su voz, forzándose a que sonara cálida y cortés, aunque su tono todavía reflejaba un leve cansancio. El brillo en sus ojos parecía opaco, como si la energía le estuviera fallando, pero se mantenía firme.

Yuichiro, que estaba al tanto de las vulnerabilidades de Shirayuki, observó su rostro con una mezcla de duda y preocupación. Como siempre, sentía esa necesidad de protegerla, aunque sabía que no podía hacer mucho más que ofrecer su apoyo emocional.

-¿Estás segura de que ya estás bien? -Preguntó, su voz baja, casi un susurro de preocupación. Aunque se esforzaba por mantener la calma, su mirada fija en Shirayuki delataba que aún no estaba completamente convencido. Sus ojos, siempre tan atentos a ella, recorrieron su figura delicada, buscando alguna señal de que podría estar sobrepasándose.

Shirayuki, a pesar de su naturaleza frágil y enferma, levantó una mano débilmente, como para darle a entender que no quería ser una carga más para él. Sintió el peso de su mirada, cargada de amor y compasión, algo que, en el fondo, le resultaba un poco incómodo, pero a la vez reconfortante. Respiró hondo, tratando de encontrar la energía que necesitaba para levantarse sola, para no depender de él.

Alzó la vista hacia él, con una ligera sonrisa, aunque era más bien una mueca forzada.

-Seguro. -Murmuró Shirayuki, sin embargo, sus palabras parecían vacilar como si intentara convencer más a sí misma que a él, con una leve sonrisa que no llegó a ocultar la vacilación en su voz. La sonrisa era más una mueca, una tentativa de demostrar fortaleza cuando todo su ser pedía descanso.

Yuichiro la observó con ojos preocupados, su mirada se tornó suave, pero también llena de dudas. Él conocía bien la fragilidad de Shirayuki, cómo a pesar de su aparente fortaleza, su salud era frágil, vulnerable. La sangre que él le brindaba cada vez aliviaba, pero no curaba. Sabía que ella deseaba no ser vista como una carga, pero también entendía que su condición no se podía ignorar.

-Si insistes... -Dijo al fin, con un tono que parecía mezclar resignación y tristeza. No estaba convencido de que estuviera lista para caminar sola, pero no insistió más. Con un leve suspiro, se agachó para ayudarla a ponerse de pie de nuevo.

Shirayuki tropezó ligeramente, su cuerpo aún débil por el agotamiento. Yuichiro, con rapidez y destreza, la sostuvo con una mano firme sobre su hombro, mientras su otro brazo se deslizaba alrededor de su pequeña espalda.

-Está bien. No te preocupes... -Lo tranquilizo, a pesar del cansancio que nublaba su mente. Su voz era suave, como un susurro, pero la caricia de su mano sobre las orejas zorrunas de Yuichiro mostró una ternura que contrastaba con el cansancio evidente en su rostro. Aunque su cuerpo se sentía cada vez más pesado, el contacto con él le daba algo de consuelo, algo de paz.

Mientras tanto, Himemiya, observadora y silenciosa como siempre, no pudo evitar sentir una punzada de preocupación. Su mirada se desvió hacia Shirayuki, notando la fatiga en sus ojos, la forma en que trataba de esconder su debilidad. Sabía que el cansancio de Shirayuki podía ser peligroso si no se tomaba en cuenta a tiempo. Pero Himemiya también sabía que, por más que ella quisiera, no podía decir nada. No era su lugar intervenir en todo lo que involucraba a Shirayuki y Yuichiro, aunque la preocupación por la salud de su bisnieta nunca dejara de crecer en su pecho.

Shirayuki, sin embargo, se sentía aún más agotada de lo que quería admitir. Sabía que no podía seguir con esa fachada por mucho tiempo. El silencio de Himemiya y la constante preocupación de Yuichiro le resultaban una mezcla de consuelo y molestia. No quería ser vista como una carga, pero a veces parecía ser la única forma de sentirse un poco más segura en este mundo lleno de incertidumbres.

En ese momento, Shirayuki notó un destello de movimiento con el rabillo del ojo. Giró la cabeza hacia un costado y vio a Kuwabara, quien la observaba con una expresión extraña, algo entre el desconcierto y la preocupación. Sin poder evitarlo, un escalofrío recorrió su espalda.

-¿Sí? -Le preguntó, su tono un poco más áspero de lo que hubiese querido. La irritación se reflejaba en su mirada, aunque también había una ligera sombra de cansancio que no podía ocultar. Levantó una ceja, preguntándose qué le pasaba a ese chico y por qué la miraba de esa manera.

-Uhh, he estado pensando en algo... -Dijo Kuwabara, rascándose nerviosamente la mejilla con su meñique, mirando de reojo a Yuichiro y Shirayuki, como si estuviera tratando de encontrar la manera correcta de preguntar.

-Entonces suéltalo. -Dijo Yusuke con una voz que denotaba su aburrimiento, como si no le importara lo más mínimo lo que Kuwabara tuviera que decir. Su mirada era una mezcla de indiferencia y sarcasmo, completamente ajeno a lo que pudiera significar lo que estaba por venir.

-¿Están saliendo o algo así? -Preguntó con una sonrisa burlona, mirando a Yuichiro y Shirayuki con una expresión de "lo sé todo". Señaló a ambos con el dedo, como si estuviera revelando el gran misterio de la situación- Me di cuenta de lo cómoda que te sientes con él y, además, se llaman entre sí con apodos. -Añadió, como si todo eso fuera una prueba irrefutable de que algo más que una simple amistad estaba en juego.

De inmediato, Shirayuki sintió como si su aliento se atascara en su garganta. Un repentino nudo se formó en su estómago, y tosió levemente, incómoda por la forma en que la conversación había dado un giro hacia algo tan personal. Miró de reojo a Yuichiro, buscando algún indicio en su expresión de cómo debería reaccionar. Él, también desconcertado, parpadeó rápidamente, mirando a Kuwabara con una mezcla de sorpresa y una ligera incomodidad. Incluso sus orejas, normalmente tan calmadas, se tiñeron de un ligero color rosado, delatando que la pregunta lo había tomado completamente desprevenido.

Shirayuki no pudo evitar sentir una mezcla de vergüenza y confusión. A pesar de que sabía que no estaba haciendo nada inapropiado, la manera en que Kuwabara lo había dicho la hacía sentirse como si estuviera haciendo algo indebido. Sin embargo, no iba a dejar que desestabilizara la situación.

-Umm, ¿vale? -Musito Shirayuki, tratando de aligerar la atmósfera, aunque su voz aún reflejaba la incomodidad que sentía por la intervención de Kuwabara. Pensó para sí misma que probablemente todo esto solo había sido un malentendido, y que Kuwabara simplemente no sabía cuándo dejar de hablar, pero no podía evitar sentirse ligeramente avergonzada.

El rostro de Yuichiro, normalmente serio, se tiñó ligeramente de rojo por la inesperada pregunta, algo que rara vez sucedía. Era poco común ver a Yuichiro tan desconcertado, pero, claro, nadie estaba preparado para que alguien hiciera esas suposiciones tan a la ligera, como lo hizo Kuwabara.

-N-No realmente... -Respondió Yuichiro, moviéndose de manera incómoda, claramente sorprendido por la pregunta que no esperaba. Sus ojos mostraban confusión, como si no entendiera por qué alguien haría una pregunta tan directa e imprudente- No estamos saliendo. -Añadió, finalmente recobrando algo de compostura. Su respuesta fue clara, pero con un toque de torpeza, como si aún estuviera tratando de digerir lo que acababa de escuchar- Solo somos amigos, nos conocemos desde que nacimos.

Shirayuki asintió rápidamente, aliviada de que Yuichiro hubiera hablado primero. Aunque su voz era firme, no pudo evitar que su tono reflejara cierta incomodidad -Sí, somos amigos. Nuestro trato es más de hermanos, que de pareja. -Añadió, mirando a Yuichiro con una ligera sonrisa, buscando su apoyo.

-Sí... Digamos que soy su familiar guardián. -Confirmó Yuichiro, asintiendo con un pequeño gesto de la cabeza, su rostro un poco más relajado ahora que había aclarado las cosas.

Kuwabara, al darse cuenta de que había metido la pata, solo asintió con la cabeza, como si todo tuviera mucho sentido ahora
-Oh... Ya veo... -Dijo, algo avergonzado, pero su orgullo no le permitió profundizar en el tema. Se giró hacia adelante, decidido a no hacer más comentarios al respecto, aunque su rostro aún mostraba cierta duda.

Himemiya, que había estado observando en silencio, no pudo evitar sentir una leve mueca de diversión ante la escena. A pesar de que la situación había sido incómoda, no podía dejar de notar lo que para ella era una conexión clara entre Yuichiro y Shirayuki. Sin embargo, se contuvo, sabiendo que era mejor no agregar más tensión a la conversación.

Yusuke, por otro lado, parecía completamente desinteresado, pero su mirada de reojo a Yuichiro denotaba que algo de lo que había pasado no le era indiferente. A pesar de su actitud relajada, siempre había tenido una intuición aguda, y el hecho de que la situación se resolviera tan rápidamente parecía haberle dejado una ligera inquietud.

Kurama, con su habitual calma, había estado escuchando sin decir nada. Su rostro mostraba una expresión neutral, pero sus ojos, como siempre, analizaban cada detalle. Le intrigaba la dinámica entre los dos jóvenes, pero sabía que no era su lugar hacer comentarios.

Hiei, quien había estado de pie, completamente ajeno al drama, simplemente observó todo con una mirada impasible. Como siempre, no entendía por qué los humanos se complicaban tanto con cosas tan simples. Sin embargo, no pudo evitar dejar escapar un leve suspiro interior al ver a Yuichiro algo incómodo. Aunque no lo mostraba, algo en su expresión indicaba que no le gustaba ver a su amigo tan desconcertado.

Después de caminar un buen rato, finalmente llegaron a otra puerta de metal. Era azul y tenía contornos dorados y otras decoraciones. Cayeron rayos como tres veces, creando un efecto dramático y sombras por dos aceptables esculturas de dragones que custodiaban la puerta a cada lado, como si la protegieran de cualquier intruso.

Hiei entrecerró sus ojos -¡Esta puerta es muy llamativa! -Comentó con un ligero dejo de fastidio en su voz.

-Debe ser el salón de Seiryu. -Razonó Kurama con el ceño fruncido- Siento que emana un reiki muy poderoso.

-Sí, yo también lo siento. -Concordó Kazuma.

Lentamente, las puertas se abrieron con un crujido y salió un vapor helado.

Yusuke fue el primero en entrar, seguido por todos los demás.

Estaban en una habitación bastante grande que no se diferenciaba mucho del espacio de entrenamiento de Genkai, pero no había señales del tercer Shiseiju. Todo lo que podían ver era la niebla fría que llenaba el aire.

Las puertas se cerraron tras ellos. Ya no había vuelta atrás.

-Este poder es muy fuerte. -Dijo Kurama en voz baja.

-Ese poder tan grande lo está despidiendo de su cuerpo. -Hiei miró a su alrededor.

Una voz fría y calmada habló aparentemente de la nada -¡Suzaku-sama esta muy molesto porque ustedes por provocar una pelea! Pero el juego terminó.

Kuwabara frunció el ceño -¿De donde proviene esa voz? -Preguntó con un pequeño deje de miedo en su voz.

-Seiryu, ¿juegas a las escondidas? -Gruñó Yusuke con impaciencia y enojo- ¡No nos hagas esperar! ¡Sal de una vez!

Hubo una explosión de luz y una ráfaga de viento helado los azotó. La energía que emanaba de esta criatura era pura maldad.
Y, en efecto, el poder parecía concentrarse en un único punto de la habitación, la energía crepitaba como un relámpago antes de que la niebla se disipara, revelando a Seiryuu, con las piernas abiertas y las manos detrás de la espalda.

Su piel era de un verde pálido, sus ojos feroces y estrechos amarillos, su cabello negro estaba peinado en dos puntas extrañas a los lados de su cabeza, su rostro era estrecho y tenía un bigote fino y una barba en la barbilla que solo resaltaba lo delgado que era. Vestía una túnica de un azul de artes marciales está atada a la cintura con una gran correa blanca, con un dragón delgado azul helado envuelto alrededor de él, el cuerpo iba desde su hombro izquierdo hasta su cadera derecha y su cabeza se apoyaba en su hombro derecho. Para combinar con su túnica, usa una gorra azul oscuro y en sus pies usa un par simple de zapatos negros.

-¿Así esta mejor? -Preguntó Seiryu.

-Es enorme. -Exclamó Kuwabara, sorprendido y asustado.

-Es su última oportunidad para irse. -Dijo con frialdad y una sonrisa confiada pero fría antes de que sus ojos examinaron al grupo y se detuvieron en la Santidad, haciéndola entrecerrar los ojos- Al enfrentarse a mí, no solo morirán, sufrirán. -Soltó una risita siniestra.

-No solo es enorme, también es arrogante. -Comentó Yusuke.

-Supongo que están rogando porque les dé su merecido. -Se burló antes de sonreír de nuevo- Sin embargo, una vez que haya terminado con todos ustedes, me llevaré a la niña conmigo. -Himemiya sintió que su corazón se detenía en ese momento antes de dejar que su mandíbula casi cayera al suelo.

-¿Qué se supone que significa eso? -Preguntó Yusuke enojado.

-Sí, ¿qué planeas hacer con Hime-chan? -Preguntó Kuwabara también, tan enfurecido como Yusuke.

La fría sonrisa de Seiryu hizo temblar a Himemiya -No tengo planes con ella, pero mi amo sí los tienes. -Explicó antes de volver su mirada penetrante en la ojirosa atercipelada- Verás, estaba muy satisfecho con las habilidades que demostraste en tu pelea con Byakko. También podría agregar que yo también estaba impresionado por tus habilidades. Serías una buena incorporación a nuestro grupo y la novia perfecta para mi amo, como él dijo.

De la nada, Kurama, Shirayuki, Yuichiro y Hiei la protegen junto con Yusuke y Kuwabara que estaban al frente.

-Ni lo sueñes, imbécil. -Gruñó Yuichiro mientras levantaba ambos puños en el aire.

-¿Ah, sí? -Se preguntó Seiryu en voz alta- ¿Tanto te preocupas por la futura reina de mi amo?

Yuichiro dio un paso adelante, interponiéndose aún más entre Seiryu y su madre. Sus orejas de zorro estaban erguidas y su cola ondeaba con fuerza tras él. Su aura dorada comenzaba a brillar con intensidad.

-¡Por supuesto que sí! ¡Es mi madre! -Su mirada se endureció, y sus colmillos asomaron ligeramente mientras su energía espiritual aumentaba- Si te atreves a ponerle un dedo encima a Haha-ue... -Levantó una mano envuelta en fuego azul celeste- juro que no quedará nada de ti para contarlo.

Seiryu arqueó una ceja, sorprendido por la declaración de Yuichiro, pero en lugar de molestarse, su sonrisa se ensanchó aún más, como si la revelación lo hubiera divertido. La sorpresa se mezclaba con burla en sus ojos, pero no tardó en recuperar su expresión arrogante.

-Vaya, vaya... eso lo hace aún más interesante. -Su voz era como una daga que cortaba el aire, y el brillo en sus ojos reflejaba su satisfacción por haber descubierto un punto débil- Así que la Santidad es tu madre. Eso explica por qué tienes esa aura tan poderosa... pero aún no lo suficiente para enfrentarme.

Shirayuki, en cambio, se movió con rapidez. De un salto elegante, aterrizó junto a Himemiya, sus ojos carmesí brillando con intensidad. Colocó una mano suavemente sobre el hombro de la mujer, pero sus alas de murciélago se desplegaron ligeramente detrás de ella, como advertencia.

-No permitiré que la toques. -Su voz era suave, pero cortante como el filo de una espada.

-Sí. -Intervino Kazuma- No permitiremos que nos la arrebaten. Es un ser vivo, no un trofeo.

Kurama se mantuvo en posición, con los ojos entrecerrados, observando cada movimiento de Seiryu. Su rostro reflejaba calma, pero la mano que sostenía una rosa afilada dejaba claro que estaba listo para atacar en cualquier momento.

Himemiya, que había permanecido en silencio, finalmente habló con una voz firme que contrastaba con la angustia reflejada en sus ojos rosados -No necesitan protegerme de esta forma. Puedo enfrentarme a él.

Seiryū entrecerró sus ya estrechos ojos amarillos -Muy bien. -Murmuró Seiryu suavemente- Entonces acabaré contigo rápidamente. -Sus ojos se dirigieron hacia la puerta. Su rostro adoptó una expresión de disgusto- A nosotros no nos gustan las visitas. -Dijo en voz alta.

Todos se miraron desconcertados, ¿de qué estaba hablando? Pero entonces oyen pasos fuertes que venían del pasillo detrás de ellos.

Kuwabara giró la cabeza rápidamente -¿Qué sucede? ¿Qué significa ese ruido? -Balbuceó.

Hiei percata su energía espiritual -Viene del mismo lugar de donde llegamos.

Las puertas se abrieron y todos se quedaron boquiabiertos: en el umbral, magullado, gravemente herido y con grandes manchas de pelo quemado de Byakko.

Byakko se apoyó en las puertas, jadeando -Ayúdenme. -Le susurró a Seiryu con voz ronca.

-Es Byakko. -Susurró Yusuke mientras todos observaban al Shiseiju herido tambalearse hacia su camarada.

-Por favor, ayúdame. Seiryu. -Suplicó el tigre mientras extendía una mano hacia la otra bestia- Dame algo de tu poder espiritual. Te lo pagare cuando me recupere.

-¡No puede ser! Esta vivo. -Dijo Kuwabara furioso.

Yusuke negó con la cabeza -Esto es increíble. -Gimió frustrado Yusuke.

Seiryu miró a Byakko con absoluto desprecio -Tonto. Eres una desgracia para nosotros.

-¡Seiryu! -Byakko suplicó enloquecido por la desesperación, pero su camarada no estaba de humor para seguir hablando.

Seiryu cambió de postura, levantando la mano -¡Ya no eres requerido! -Dijo con tono mordaz- ¡No nos sirves más! -Reunió todo su poder en su puño derecho, cubriéndose de una pequeña niebla blanca y comenzó a rodear su figura también.

-¿¡Qué me vas a hacer?! -El tigre blanco volvió a intentar convencer a su camarada, que ahora estaba cargado de energía helada- ¡No! ¡Detente, por favor! -Su súplica cayó en oídos sordos y la única forma en que Seiryu pudo responder a la patética excusa de Byakko fue...

-¡Toma esto! ¡Mato Torei-Ken! -Gritó antes de lanzar su puño hacia adelante, liberando un rayo de energía de hielo directamente hacia Byakko, cuyo cuerpo pronto estuvo cubierto de un espeso hielo, pero aún con vida.

-¿Qué hace? -Jadeó Yusuke mientras Shirayuki sintió que sus ojos temblaban de horror.

-Lo... congelo. -Exclamó Kuwabara en estado de shock.

Seiryu saltó por la habitación y pateó a Byakko en medio del pecho, donde su cuerpo se hizo añicos. Lo único que quedó intacto fue la cabeza desmembrada de Byakko, que rodó por el suelo, no muy lejos de ellos.

Seiryu aterrizó suavemente en el suelo y se volvió hacia el grupo horrorizado como si nada hubiera pasado -No pudieron ver lo que hice, ¿verdad? Reduje 0 grados el aire más cercano a su cuerpo, más de cien veces.

-¿No te da vergüenza matar a gente de tu mismo bando? -Gritó Yusuke furioso, sus suaves ojos marrones ardían de rabia.

-Seiryu... ¡¿Por qué...?! -La cabeza decapitada de Byakko logró decir antes de dejar escapar su último aliento antes de toser sangre.

-No necesito a los débiles. -Dijo Seiryu- Las bestias débiles son basura. -Escupió directamente en la cara del tigre. Byakko gimió una última vez antes de girar la cabeza ligeramente y con una última pequeña lágrima brillando en la esquina de su ojo izquierdo ante la inesperada traición.

El rostro de Kurama se endureció -Ni siquiera sienten afecto entre ellos. El deseo de conquistar son la única cosa que los conecta.

-Fue mi enemigo hace tiempo, pero ahora siento lastima por él. -Gruñó Kuwabara- Derrotare a ese sujeto en el nombre de Byakko.

-Aquellos que abandonan a sus aliados y faltan al respeto a cualquier luchador que luchó de manera justa y honesta con lo mejor de su capacidad... esos son basura. -Corrigió la Santidad, con las llamas del infierno bailando en sus ojos- A ti, ¿debería destruirte? Mi paciencia se está agotando. -Reflexionó. Estaba mirando a Seiryuu como si fuera una basura llena de gusanos y no podría vivir consigo misma si no la limpiaba ahora. Pero se estrelló contra el pecho de Kurama justo cuando despegaba. Apenas había tenido tiempo de saltar frente a ella y atraparla en un abrazo restrictivo. Solo la abrazó con más fuerza cuando ella giró sus ojos aterradores y, sin embargo, interrogantes para encontrarse con los suyos.

-Esta no es tu pelea. Por favor, vigílanos hasta el final. -Pidió el zorro como favor.

-Estoy muy molesto. -Yusuke temblaba de furia- Voy a matarlo.

Hiei dio un paso adelante -Espera, Yusuke. -Miró a Yusuke directamente a los ojos- Guarda la ira para el final. Guárdala para la pelea con Suzaku. -Dijo con voz severa antes de dirigirse hacia Seiryu.

-¿Eres el primero, Hiei? -Seiryu parecía complacido. El demonio de tres ojos miró fijamente a la tercera Bestia Santa, sin pestañear, pero luego su mirada se dirigió a la cabeza de Byakko. Con un movimiento de su mano, arrojó su túnica a un lado y esta aterrizó sobre la cabeza de Byakko en señal de respeto por el enemigo caído.

Seiryu se río con desdén -¿Por que hiciste eso? No me digas que sientes lástima por él. Los sujetos despiadados como tú no son menos salvajes que nosotros, ¿no crees?

Hiei permaneció en silencio. Brillando con energía espiritual azul, asumió una postura de combate: su mano derecha alcanzaba la empuñadura de su katana sin apartar los ojos de Seiryu. Seiryu también comenzó a liberar su propia energía espiritual, esparciendo su frialdad por toda la habitación.

-Nunca había visto a Hiei así. -Dijo Kurama en voz baja. Había aflojado un poco su agarre sobre la chica y ahora sólo su brazo izquierdo seguía (firmemente) envuelto alrededor de su delgada cintura- Antes hubiera tratado a Byakko de la misma forma que lo hizo él, pero Hiei vio lo que hizo Seiryu y parece que no esta de acuerdo con eso. -Su agarre sobre Himemiya se apretó ligeramente, pero sus ojos permanecieron fijos en su amigo de ojos rojos- Parece que Hiei no sabe bien cómo sentirse en estos momentos. Pero de algo estoy seguro, nunca lo había visto rodeado de tanto poder espiritual como ahora en esta batalla contra las Shiseiju.

Seiryu no atacó. Miró a Hiei de manera casi tentadora -¿Por qué un ser tan despiadado como tú se volvería loco? Es posible que te estés convirtiendo en el verdadero tú. Puedes postrarte ante mí, ayúdame a entregarle a la niña humana y él te dará un poder más allá de lo que hayas probado jamás.

-¿Eso es todo lo que tienes que decir? -Preguntó Hiei en tono burlón, lo que le valió un murmullo interrogativo de Seiryu- Serás tú el que clame.

Seiryu gruñó -¡Hiei! ¿Por qué sonríes? -Espetó, finalmente teniendo suficiente- ¡Odio las sonrisas de los débiles como tú! -Rugió, liberando una fuerte ola de poder demonía en forma de ráfaga de humo hacia Hiei, quien bloqueó la oleada de energía con su espada. Había levantó su espada y la cortó, creando una esfera protectora a su alrededor y la ola se dividió en el medio.

Los chicos detrás de ellos se protegieron del fuerte viento con sus manos, Kurama rodeó con sus brazos a Himemiya para protegerla mientras Yuichiro protegía a Shirayuki. Ellos escuchan la energía estrellarse contra las paredes detrás de ellos, viendo que el golpe de viento terminó.

Kazuma miró el agujero con los ojos muy abiertos y saltó hacia atrás con miedo -¿Qué fue eso? -Exclamó, temblando.

Seiryu gruñó furioso. Su mano empezó a brillar -¡Te voy a hacer pedazos! -Gritó, reuniendo su poder en su puño como lo había hecho contra Byakko.

Yue mantuvo la mirada fija en la pelea, sin inmutarse. Shirayuki, por otro lado, sintió cómo su corazón latía con fuerza.

-¡Cuidado! ¡Usara su técnica! -Yusuke le advirtió a Hiei.

-¡Mato Torei-Ken! -Seiryu lanzó su puño helado hacia Hiei.

En un abrir y cerrar de ojos, Hiei saltó para esquivarlo. Dio una vuelta en el aire, sobre la cabeza de Seiryu y aterrizó silenciosamente del otro lado.

Yue susurró suavemente. -Es demasiado lento para él.

Lejos de intimidarse, el Shiseiju se giró para mirarlo y se río divertido -Había olvidado que eres muy rápido, pero veamos cuánto tiempo puedes seguir así. ¡Muere! -Lanzó golpe tras golpe, rápido como un rayo, pero Hiei era más rápido y evadió cada golpe sin fallas. Yue se mantuvo en silencio, observando con sus penetrantes ojos dorados, la cola plateada de zorro moviéndose suavemente detrás de él. Shirayuki se mordió el labio, sintiendo una tensión creciente en su pecho.

-Esto es ridículo... -Susurró la vampira yokai, apretando los puños- Hiei podría terminar como Byakko si baja la guardia.

Himemiya, que seguía en brazos de Kurama, giró el rostro hacia su sobrina. -Shirayuki... confía en él. -Su voz era suave pero firme.

Confío en Hiei, tía, pero... -Los ojos de Shirayuki se llenaron de frustración al ver la pierna congelada del guerrero de tres ojos.

Yuichiro apretó la mandíbula, tratando de no intervenir. -Madre, ¿por qué no hacemos algo?

Porque esto es su batalla. -Respondió Himemiya, aunque sus ojos reflejaban preocupación.

Kurama sintió la tensión en el aire y habló con calma. -No subestimen a Hiei.

Yue entrecerró los ojos, analizando cada movimiento de Seiryu. -Está perdiendo el control... -Dijo en voz baja, más para sí mismo que para los demás.

Hiei daba volteretas, saltaba y rebotaba contra las paredes. Era más rápido que la velocidad de la luz. Hiei estaba jugando con su oponente. Himemiya era la única que se había dado cuenta.

Seiryu disparó su dragón de hielo por todas partes donde Hiei iba. Una vez que el demonio evadió el golpe, se formó hielo en las paredes, el techo y el piso. Shirayuki tragó saliva, mientras Himemiya apoyaba una mano sobre el hombro de Yuichiro para tranquilizarlo.

-El salón se está cubriendo de hielo. -Dijo Yusuke.

-No solo el salón. -Tartamudeó Kazuma con voz temblorosa, la parte superior de su copete también estaba congelada- Todos nos vamos a congelar.

-Rayos. -Exclamó Kurama con preocupación en cuanto vieron que su pierna izquierda había sido golpeada y se había cubierto por una gruesa capa de hielo mientras el demonio seguía en el aire. Hiei colocó ambas manos en el suelo y aterrizó en posición vertical antes de colocar con cuidado su pierna congelada. El hielo había subido por toda su extremidad, pero su expresión dura no había cambiado.

-¿Qué sucedió? -Preguntó Yusuke.

-Haz el favor de no asustarme. -Le regañó Kuwabara.

Shirayuki sintió un escalofrío recorrer su espalda al ver el hielo en Kurama -Esto se está saliendo de control.

-Esperen. Observen bien. Hiei falló por unos milímetros. -Dijo Kurama, frunciendo el ceño.

-¿Qué te parece? -Seiryu sonrío tontamente- ¿Estas listo para pedir perdón, Hiei? Ya es tarde. No puedes cambiar tu destino. Por más que lo intentes. -Comenzó a aumentar su poder de nuevo.

-¡Cuidado, Hiei! -Gritó Yusuke mientras Seiryu preparaba para otro ataque.

-¡Muere! -Gritó Seiryu mientras disparaba otra ráfaga hacia Hiei.

Hiei golpeó el suelo con la punta de su espada y se puso de pie, cargando contra la mano extendida de Seiryu.

-¡Eres un tonto!

Ambos guerreros se volvieron borrosos por una fracción de segundo, ya difícil verlos con claridad. Seguramente no lo suficiente para acabar con la bestia.

-La pelea terminará pronto. -Dijo Yue con certeza, sus ojos brillaban con un leve resplandor dorado.

Himemiya observó a Yue con curiosidad -¿Cómo puedes estar tan seguro?

El zorro divino esbozó una leve sonrisa, mostrando apenas un colmillo -Porque Seiryu ya ha perdido. Solo que aún no se ha dado cuenta.

Sus tres compañeros jadearon. Hiei volvió a ser visible, aterrizando un par de pies detrás de él, su brazo izquierdo y su otra pierna también estaban cubiertos de hielo ahora.

-¡Hiei! -Yusuke lo llamó mi hermano mientras Shirayuki contenía la respiración.

Seiryu parecía ileso y sonrío con satisfacción -¿Qué? Esta vez te salvaste, pero la siguiente será la última. -Hiei respondió con una carcajada, haciendo que la Bestia pareciera confundida y sorprendida- ¿De qué te ríes?

Hiei levantó su mano izquierda congelada
-No puedes lastimarme con un poder tan pobre para crear hielo. -Flexionó ligeramente la muñeca y el hielo de todas sus extremidades se hizo añicos.

Seiryu se quedó boquiabierto -¡Demonios! ¿Qué está pasando? -Exclamó con total incredulidad- Lo intentaré de nuevo. -Apretó los dientes- ¡Te daré el golpe final!

-¿Estas seguro de que podrás?

En ese mismo momento, un único hilo de sangre se deslizó por su rostro por debajo de su sombrero azul, lo que lo dejó completamente en shock.

-No hay otra oportunidad. -se burló Hiei.

Seiryu se tambaleó hacia atrás, gritando. Su cuerpo ahora mostraba cada uno de los cortes que Hiei le había hecho. Literalmente, lo habían cortado en pedazos. Un tornado de energía se arremolinó alrededor de la bestia. Mientras Seiryu se desvanecía en el olvido, solo sus rugidos permanecieron resonando en la distancia.

Kuwabara parecía confundido -¿En qué momento lo cortó? -La mandíbula de Kuwabara cayó al suelo mientras Yusuke se acerco al hombre espadachín.

-Yo tampoco pude verlo, Kuwabara-kun. -Sonrío Kurama para tranquilizarlo- Solo pude notar el primer golpe.

Kuwabara parecía entusiasmado -Ahora tengo una nueva opinión de él.

Con Seiryu destruido, la habitación se descongeló y Hiei guardó su katana con un gesto elegante.

-¡Bien hecho, Hiei! ¡Superaste su poder! -Dijo Yusuke con asombro tan pronto como él llegó junto con los demás.

-Hiei, ¿puedes decirnos cuantas veces lo cortaste? -preguntó el chico pelirrojo con curiosidad mientras sonreía.

-Dieciséis veces. -Respondió Hiei simplemente como si no fuera gran cosa.

-¡¿Dieciséis?! -Exclamó Yusuke con incredulidad- Solo alcance a ver ocho o nueve cortes, pero no vi los demás. -Se quejó, sintiendo que sus celos salían de la punta de su lengua.

-No te preocupes Yusuke. -Respondió Kurama con sinceridad- Yo solo pude ver haz de luz cortando el aire.

-Yo solo vi cuando lo derrotó. -dijo Kuwabara con un puchero triste

-¿Y qué hay de ti, Misaki? ¿Pudiste alcanzar a ver todos los cortes?

-¿Y bien?

-Tal vez si, pero sería un dolor de cabeza tener que explicarles.

-Vaya, sí que eres bueno. Si volviera a pelear contigo, tal vez perdería como lo advertiste. -dijo Yusuke mientras se frotaba la parte de atrás del cabello con nerviosismo.

Hiei miró hacia otro lado -¿Tú crees? -se encogió de hombros, se dio la vuelta para levantar la capa de la cabeza de Byakko, que un momento después desapareció en un pequeño destello de luz verde. Los dos humanos se mostraron sorprendidos.

Kuwabara lo miró con los ojos entrecerrados -Que extraño. -Señaló, un poco desconcertado por el repentino silencio de Hiei- Yo pensé que iba a decir "por supuesto". -Se quejó imitando la voz de Hiei.

-Esta pasando por una etapa de cambio. -una sonrisa cómplice se dibujó en el rostro de Kurama

-¿Qué? -Pregunto Kuwabara, volviéndose él y Yusuke hacia Kurama.

-Creo que ahora Hiei se esta volviendo como vosotros dos, Yusuke, Lily. -Puso una mano sobre el hombro de la chica. Aunque en la mente del zorro, el término «atraído por» podría haber sido más acertado. Yusuke y Himemiya sonrieron, viendo a Hiei ponerse de nuevo la capa.

~

En la cámara más alta del castillo, Suzaku rompió la bola de cristal en la que había estado espiando a sus 'invitados'.

-¡Tontos! Yo solo me encargaré de ellos con nuestras propias manos. -Apretó el puño. Estaba furioso. Entonces, un pájaro entró aleteando y aterrizó en el alféizar de la ventana. Era verde, con dos pequeños cuernos verdes en la cabeza, unos ojos rojos burlones y un pelo azul ondulado.

-¡Suzaku-sama! ¡Suzaku-sama! -Llamó el pájaro con una voz muy femenina.

-Murugu, ¿eres tú? -Preguntó Suzaku irritado.

Murugu ladeó su cabeza emplumada -Por su rostro, imagino que las otras tres bestias fallaron. -Sonrío de esa manera afectadamente tímida y medio sardónica, la punta de su ala derecha ocultando su pico.

Suzaku seguía sin mirarla -Calla, tonta. ¿Encontraste algo sobre Yusuke Urameshi? -Preguntó Suzaku con frialdad.

-¡Ah, sí! Encontré algo muy importante sobre él, pero antes observe lo que está pasando en el Ningenkai. -Los dos se acercaron a un enorme espejo ovalado con un marco muy ornamentado que había al otro lado de la torre. La imagen se movió para mostrar a una joven con cabello castaño hasta los hombros, que la brisa le hacía volar, ojos castaños preocupados y un uniforme azul- Encontré el punto débil de ese chico. Su gran debilidad.

-Te escucho.

Murugu se sentó en el hombro de Suzaku -Ella es Keiko Yukimura, amiga de Yusuke Urameshi.

-¿Acaso es su novia?

-Algo parecido. Algo así como su Talón de Aquiles del chico. -Murugu río con un tono grave.

Los ojos de Suzaku brillaron con un destello dorado, pero su expresión seguía inmutable, hasta que su mirada se dirigió lentamente hacia la figura de Kurama y Himemiya a través de su esfera de observación.

-¿Y qué hay de la chica que osa llamarse "Su Santidad"? -La voz de Suzaku sonaba un poco más curiosa e interesada.

Murugu se removió, batiendo las alas con suavidad. Su mirada descendió hacia Suzaku, casi como si quisiera advertirle.

-La chica es más que una simple sacerdotisa. -Dijo en un tono grave- Himemiya... o debería decir Lillianne Phantomhive von Phoenix, es un nombre que incluso los yokai más oscuros temían en otros tiempos.

Suzaku ladeó la cabeza, sus ojos centelleando con un veneno sutil.

-¿Phantomhive, dices?

Murugu volvió a asentir, descendiendo lentamente hasta el brazo del trono.

-Sí, pero ese no es su verdadero origen. -susurró con una sonrisa que se ensanchó- Su verdadero linaje proviene del clan von Phoenix... ¿te suena familiar?

-Von Phoenix... el clan de onmyoji. -Pronunció el nombre con cuidado, como quien saborea una palabra cargada de poder.

Por un instante, el ambiente se volvió más denso. La mención de ese nombre parecía arrastrar memorias olvidadas. Suzaku, ahora más atento, entrelazó los dedos y apoyó el mentón sobre sus manos.

-El clan von Phoenix... -Susurró con cierta reverencia- Un linaje envuelto en misterio. Sacerdotes, monjes y sacerdotisas con habilidades capaces de someter demonios de clase alta.

Murugu inclinó la cabeza en señal de afirmación.

-Exactamente. Pero ella no es cualquier descendiente.

Suzaku se apoyó en el reposabrazos, recargando la barbilla sobre una de sus manos. Su mirada aguda se posó nuevamente en Murugu.

-Continúa.

Murugu revoloteó y se posó en el aire, sus alas agitándose lentamente mientras dejaba caer su revelación con un tono casi teatral.

-Himemiya... o mejor dicho, Lillianne von Phoenix, es la reencarnación de la diosa Caelen Erasmus Harmonia Di Lillianne.

El trono de Suzaku vibró apenas, pero él permaneció impasible.

-¿Dices que lleva el alma de una diosa?

Murugu asintió con solemnidad.

-Una diosa que cayó en batalla hace milenios, sellada en un cuerpo humano. Esa es su verdadera esencia. No es una sacerdotisa ordinaria, Suzaku. Su poder, aunque sellado, es suficiente para ser una amenaza.

Suzaku dejó escapar una sonrisa lenta y calculadora, sopesando la información. El brillo en sus ojos revelaba una diversión peligrosa.

-Y aun así... ¿tiene debilidades?

Murugu río entre dientes -Por supuesto. Su cuerpo humano la ata a la fragilidad de este mundo. Sufre, siente miedo... como cualquiera.

Suzaku esbozó una sonrisa fría -Entonces, es vulnerable.

Murugu se inclinó ligeramente hacia él-Su mayor debilidad es el lazo que comparte con su familia. Si quieres quebrarla, no es necesario matarla. Bastará con hacerla presenciar la caída de los que ama.

Suzaku dejó escapar una risa suave -Un corazón blando... la debilidad más común de los dioses. -Dijo, cada vez más interesado. Si se trataba de Himemiya, no importaba quién fuera el objetivo, ella arriesgaría su vida para proteger a esa persona. Qué comportamiento tan incomprensible.

-De acuerdo. Haremos que todos los hombres infectados del Ningenkai se reúnan en la escuela. -Suzaku se llevó el silbato Makai a los labios- Vamos a hacer que corra, su sangre roja como si fuera una ofrenda para mí. Voy a hacer que se arrepientan de atreverse a venir aquí. Les voy a enseñar el cuerpo de una chica asesinada. El telón se ha abierto

~

-Botan, nos estamos agobiando. Habla con los chicos. ¡Rápido! -Chihaya se agachó mientras la mujer con la que estaba peleando en ese momento la atacaba con las uñas. Se las arregló para arañar la mejilla de Chihaya, la chica apretó los dientes, mirando a la atacante con furia.

-Eso sí que fue grosero. -Dijo, a la vez que le daba una fuerte patada en el pecho a la mujer, haciendo que volara hacia atrás y cayera al suelo, inconsciente.

Chihaya aprovechó el momento para retirarse de la pelea y se sacó la sangre de la mejilla con la manga de su abrigo. Akemi, sin cambiar de expresión, se secó la frente y roció con un poco de spray el bicho que le había salido de la oreja.

Los chicos llevaban tres días desaparecidos, y ella y Botan habían estado al pie del cañón, cazando humanos infectados sin descanso.

Exhaustas, se habían detenido a descansar brevemente, pero el sonido del espejo de comunicación interrumpió el momento. Un pitido agudo las hizo levantar la mirada. Chihaya miró la pantalla mientras la figura de Koenma aparecía.

-¡Tienes que llegar a la escuela ahora! -la voz de Koenma se escuchaba tensa, como si la urgencia fuera vital-. ¡El líder de las Bestias Santas ha enviado a los humanos infectados tras Keiko Yukimura!

Botan frunció el ceño, con sus cejas levantadas en una mezcla de sorpresa y preocupación. Su voz era baja, pero firme al responder: -¿Cómo sabes eso?

-¡No hay tiempo para explicaciones! ¡Simplemente vete! -la pantalla se apagó de golpe.

Akemi observó a Botan, que parecía reflexionar por un momento, antes de que ambas se pusieran en marcha. La urgencia de la situación se hacía palpable en el aire. Un viento sopló, y la cola de caballo de Akemi se movió con fuerza. Giró sobre sus talones y miró a los infectados corriendo por la calle, su cuerpo tenso y alerta. Agachándose, se subió a un muro del jardín cercano, trepó hasta la cornisa y miró el vecindario. A lo lejos, pudo ver la escuela secundaria Sarayashiki y una multitud de infectados que se dirigían hacia allí.

Tenemos que irnos", pensó Akemi con determinación. Los infectados no estaban lejos, y no podían perder tiempo.

De repente, un par de figuras salieron del horizonte, volando en dirección a la escuela. El murmullo de los batidos de alas llenó el aire, y las sombras que se alzaban sobre los edificios hicieron que Akemi mirara hacia arriba. Aquellas figuras no eran humanas. Era Aqua, una mitad vampiro pura sangre y mitad murciélago yokai, que volaba al lado de su hermano Kuronue, un yokai murciélago. Su presencia era imponente y tan natural como el viento mismo. Akemi sintió alivio al verlos, ya que sabían que sus habilidades de combate serían útiles.

-¡Aqua! ¡Kuronue! -llamó Akemi mientras saltaban del muro y se acercaba a ellos.

Aqua, con su expresión fría y distante, asintió sin palabras, y Kuronue sonrió ligeramente, moviendo su cola de murciélago con agilidad. A su alrededor, los otros compañeros se reunieron: Shirayuki, la hermana menor de Kuronue, se acercaba con una mirada decidida, seguida por los otros chicos del grupo, todos listos para la acción.

-Nos dirigimos a la escuela -dijo Kuronue con tono bajo, pero seguro-. Los infectados ya están cerca, y necesitamos contenerlos antes de que sea demasiado tarde.

En el aire, las alas de Aqua batían con suavidad, como un murmullo constante, mientras los demás se preparaban para un combate inminente. Las emociones se mezclaban entre la ansiedad y el deseo de proteger a Keiko. Aunque todos eran muy diferentes, compartían una misma preocupación.

-Vamos, no perdamos más tiempo -dijo Botan, con su tono firme de siempre.

El grupo comenzó a avanzar hacia la escuela, con las miradas fijas en el horizonte, sin que ninguno de ellos pudiera prever todo lo que sucedería a continuación. Sin embargo, sabían que, juntos, no dejarían que los infectados destruyeran todo lo que habían luchado por proteger.

~

En las profundidades de la ciudad, en Sarayashiki Jr. High, Keiko caminaba por el pasillo con la cabeza gacha y sumida en sus pensamientos. Sin embargo, su camino se vio interrumpido cuando escuchó la voz del señor Iwamoto llamándola.

-¿Yukimura? -Preguntó el hombre sorprendido- ¿Aún no te vas a tu casa?

-No, señor Iwamoto. -Respondió educadamente la muchacha morena.

-El examen distrital es pronto, así que mejor vete a tu casa a estudiar. -le aconsejó el profesor- Yo sé que tus calificaciones estarán en las 10 primeras.

Mientras que Keiko estaba hablando con el señor Iwamoto sobre los exámenes y Yusuke, pero después de eso un insecto se mete en el oído de aquel hombre y lo transforma en otro.

-Me iré cuando todo este listo para el consejo estudiantil. -Respondió Keiko sin comprender.

El hombre la miró fijamente -¿Sabes qué le pasó a Urameshi? Hace tiempo que no se presenta en la escuela.

-No sé nada sobre él. -Respondió Keiko con un poco de firmeza en su tono

-Ya veo. -Respondió Iwamoto, aunque todavía se mantiene firme en su creencia de que Urameshi no es más que problemas- Es mejor que no te involucres con Urameshi. ¿Entiendes? Es mejor para ti. -Dicho esto, se alejó.

-Sí, señor. -Respondió la chica morena con sequedad antes de sacar la lengua. Cuando desapareció por la puerta, no se dio cuenta de un insecto se mete en el oído de aquel hombre y lo transforma en otro.

~

Dentro de la oficina, Keiko terminó de apilar los volantes. Ahora por fin podía irse a casa.

-Bien, he terminado. -Dijo la chica morena, satisfecha con el fruto de su trabajo cuando la puerta se abrió. La colegiala giró la cabeza. El señor Iwamoto estaba de pie en la puerta, pero no lucía como de costumbre. Tal vez fuera un efecto de la luz, pero su piel se veía gris.

-¿Señor Iwamoto? -preguntó Keiko nerviosa- Pero... ¿qué le pasa? -Pero mientras las palabras salían de su boca, supo que algo iba terriblemente mal: sus ojos estaban inyectados en sangre y sedientos de sangre, su piel tenía un color más ceniciento, su boca echaba espuma y sus dientes estaban apretados.

Un gruñido sobrenatural salió de su boca -¡Creí haberte dicho que te fueras a estudiar a tu casa! -Gritó salvajemente.

-Pero... Sen... sei... -Balbuceó. Intentaba mantener la calma, pero el miedo se apoderaba de ella. El maestro levantó el puño, con las venas claramente visibles, lo apretó con tanta fuerza que sus uñas perforaron la piel de su palma y comenzó a brotar sangre. Keiko retrocedió lentamente. De repente, el hombre se abalanzó sobre ella e intentó golpearla, ella gritó, pero logró esquivarlo y escapar. Y mientras huía, todavía podía escuchar la risa fuerte y completamente enloquecida del recién creado zombi.

-¡Si no puedes obedecer a tus profesores, entonces debes morir! ¡Sí, debes morir! ¡Yukimura! -Aullaba, levantando su puño ensangrentado.

La colegiala había logrado llegar a la entrada principal, pero se encontró con otro extraño grupo de personas con la misma tez gris y ojos carmesí.

-«Sus ojos se veían diferentes. ¿Qué le sucedió?»

Keiko se detuvo de golpe. Estaban bloqueando su camino. Uno de ellos sostenía un cuchillo.

-Yukimura...

-Esas personas no son normales. ¿Qué está pasando? -Keiko miró a un lado y a otro y empezó a correr hacia la izquierda.

Corrió hacia la esquina, con la esperanza de poder encontrar algún refugio. Lamentablemente, solo se encontró con el Sr. Iwamoto, quien tenía una gran y siniestra sonrisa en su rostro.

-¡¿A dónde vas, Yukimura?! -Gruñó Iwamoto antes de acercarse a la asustada chica que intentaba escapar una vez más. Por suerte, había una abertura, así que la aprovechó rápidamente y escapó lo más lejos que pudo.

~
Mientras subían otra larga escalera que, con suerte, los llevaría a Suzaku, simultáneamente, Kuwabara y Himemiya se detuvieron en seco, a mitad de carrera y sus compañeros también se detuvieron para mirarlos.

-Kuwabara, ¿también sentiste eso? -La voz de Himemiya era baja y aterrorizada.

-Kuwabara, ¿qué sucede?

-Tengo un mal presentimiento. -respondió Kuwabara con cuidado, con su voz temblorosa, mientras miraba hacia arriba con una expresión asustada y preocupada- Me preocupa la ciudad. Espero que no haya problemas allá.

Kurama frunció el ceño -No podemos saber con certeza como pasa el tiempo, estando en esta ciudad de Fantasmas y Apariciones.

-Vamos. -Hiei miró a Sakura a los ojos. Parecía casi... preocupado- solo debemos vencer a un enemigo y ya.

-Tengo un nudo en el estomago, tal vez Suzaku sea el último, pero tengo el instinto de que debe haber alguien más.

Todos asintieron y reanudaron su carrera por las escaleras, pero Yusuke se sintió inquieto y preocupado, preguntándose si Keiko estaba a salvo.

-Hime. -Yusuke preguntó desesperadamente- ¿Es Keiko? ¿Puedes ver dentro de su mente?

Himemiya se esforzó con todas sus fuerzas -No, creo que estoy demasiado lejos. Más allá de mis límites.

Yusuke cerró los ojos por un segundo -Espero que esté bien.

Tenían que darse prisa. Lo que no sabía es que en ese preciso momento la chica estaba corriendo por su vida, humanos infectados la perseguían con una sed de sangre sobrenatural nacida de la inquietante melodía tocada por Suzaku.

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