Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 25: Las 4 bestias y el desafío

El equipo sostenía la muralla con todas sus fuerzas, tratando de evitar que los aplastara y nadie se doblegara.

–La puerta es muy lista y sensible. Mide la fuerza de la persona que la sostiene y ejerce la cantidad exacta de presión. –Dijo el enorme globo ocular con alas mientras observaba a los guerreros que luchaban por mantener el techo de ladrillo en alto con todas sus fuerzas– ¡Si uno de ustedes deja de hacer fuerza, todos serán aplastados! ¡Y si alguno de ustedes traiciona al otro e intenta escapar, los otros serán aplastados! Lo mejor sería que usaran todas su fuerza y murieran juntos. Solo aquellos que traicionen a los otros, están calificados para entrar al castillo, ¡de ustedes depende su decisión! –Mientras la criatura murciélago se reía maniáticamente y se deleitaba con el sufrimiento de los invitados. El techo comenzó a bajar solo un poco haciendo que todos los que estaban allí gruñeran o gimotearan debido a la presión. Era difícil decir si se estaban debilitando o el peso se estaba volviendo más pesado, junto con la tensión que los rodeaba a los cinco.

–¡Eres un... ojo maldito! –Gruñó Kuwabara mientras sus brazos temblaban bajo la presión– ¡Oye! ¡Y a ti que no se te ocurra traicionarnos, enano!

El techo presionó aún más.

–¡Ja! –Se burló Hiei– Pronto se terminarán nuestras fuerzas y todos moriremos juntos. Así que... –Dijo con voz apagada.

–¡Cuida tus palabras! –Respondió Kazuma.

–¿Ya quieren calmarse? ¡No es tiempo de pelear! –Les espetó Yusuke a los dos.

El Ojo prácticamente daba volteretas en el aire con alegría, pero atrajo la atención de Yusuke hacia el interruptor de la pared.

–La única forma de salir de esta situación es subir la palanca, para que no nos aplaste esta puerta. –Dijo Yuichiro con la voz tensa por el esfuerzo de mantener el techo de piedra lo más alto que podía.

La mirada de Yusuke se desvió hacia el interruptor y se le ocurrió una idea –¡Hime! ¡Eres la más rápido! ¡Sube la palanca del muro!

–¡No! ¡Hiei-sama debería hacerlo! ¡Es el más veloz de todos! ¡Solo tú puedes salvarnos! ¿Entiendes, Hiei-sama? ¡Contamos contigo! –Afirmó la reina de reiki.

–¡¿Acaso te volviste loca?! –Gritó Kuwabara– ¡Hazlo, tú! ¡Por alguna razón ese tipo no me agrada!

–Pienso que te debería de agradar el más feo. –Sonrío Hiei.

–¡¿A quién le estás diciendo feo...?! ¡Enano! –Gritó Kazuma de nuevo. Pero Hiei lo ignoró y solo la miró a ella.

–¿Crees que puedas confiar en mi? –Dijo Hiei con picardía, mientras su pequeña figura se tensaba contra el peso– Recuerda que quiero deshacerme de ti y de Yusuke. Lo mejor sería traicionarlos a todos.

La mirada de Himemiya se oscureció por un instante, pero no se dejó intimidar. Sus ojos dorados brillaron con un destello de resolución, mientras alzaba ligeramente la cabeza y respondía con un suspiro teatral. Su cuerpo también estaba al límite, los músculos tensos y el sudor resbalando por su frente, pero mantenía esa aura tranquila que tanto desconcertaba a sus compañeros.

–Tu orgullo no te lo permitiría. –Dijo finalmente, su voz cargada de una seriedad que cortaba como un cuchillo. Sus palabras estaban calculadas, y sabía exactamente dónde golpear.

Hiei entornó los ojos y arqueó una ceja, claramente molesto por la insinuación.

–¿Qué estás insinuando? –Preguntó, su tono bajo y peligroso.

Himemiya lo ignoró momentáneamente, mirando la puerta y reajustando su posición para soportar mejor el peso. Se inclinó un poco hacia adelante, dejando que un mechón de su cabello blanco le cubriera parte del rostro, antes de volver a mirarlo con calma.

–Querrás deshacerte de Yusuke y de mí en una pelea justa, ¿no? –Continuó, como si no lo hubiera escuchado– Además, confío en ti, no hay ninguna razón especial para ello.

Las palabras golpearon a Hiei como un puñetazo en el estómago. Su rostro permaneció estoico, pero sus ojos delataron una ligera chispa de sorpresa.

Yusuke sonrío, una sonrisa genuina y amistosa –Es verdad. No serías capaz de eso, preferirías pelear con nosotros. –Replicó Yusuke, con el cuerpo brillando de un tono rojo mientras hablaba– Cuando libere todo mi poder, creo que podré sostener el techo unos segundos más sin que nos aplaste. –Confirmó Yusuke asintiendo y se levantó con todas sus fuerzas– ¡Corre, Hiei!

Hiei salió del túnel más rápido de lo que el ojo podía ver. Yusuke estaba envuelto en energía espiritual roja que utilizó para equilibrar la parte dejada por Hiei, y con la ayuda de Himemiya, incluso logró levantar el techo un poco. Kurama dejó que una pequeña sonrisa se deslizara sobre sus labios antes de volver a poner su atención principal en el techo con Kuwabara, Yuichiro, Shirayuki, Urameshi y Himemiya que hicieron todo lo posible para mantenerlo.

El Ojo se río divertido. Al parecer no había oído ni una palabra de la conversación que se estaba desarrollando, pero se detuvo tan pronto como Hiei apareció frente a la palanca. Sin embargo, algo lo detuvo en medio de la acción y se volvió para mirar a todos que todavía estaban bajo el techo que se estaba reduciendo, con una mirada ilegible en sus ojos rojo rubí.

–¡¿Qué estás haciendo?! –Gritó Kazuma– ¡Date prisa y sube la palanca!

Hiei no hizo nada más que mirar fijamente a sus supuestos "amigos".

El globo ocular flotante voló hacia él –No hay de que preocuparse. Solo tienes que dejar a los otros, y entrar al castillo conmigo. Los Shiseiju tal vez te den la bienvenida por ser un famoso criminal. Vamos a adueñarnos del Ningenkai. No tienes más que pensar, hazlo. –Cada palabra que decía esa criatura comenzaba a hacer que el Imiko se preguntaba qué sería lo correcto que hacer. Parecía en conflicto. No sabía qué hacer realmente. Su mano estaba a solo unos centímetros de salvar a sus aliados, pero su mente estaba nadando en confusión.

–¡Te está engañando, Hiei! –La repentina voz de Shirayuki hizo que el imiko se volviera hacia ella.

–Idiota enano... –Grito Kuwabara entre jadeos– ¿Vas a fallarle a Urameshi y Himemiya-chan? ¡Eres un maldito traidor!

Himemiya, Shirayuki, Yue y Urameshi todavía confiaban en él después de que había intentado matarlos y ahora se atrevería a traicionarlos. Pero Hiei solo lo escuchaba a medias. Sus ojos estaban centrados en la chica humana. Esa mezcla de esperanza y confianza en sus ojos, sí, ella todavía confiaba en él con todo su corazón, el esfuerzo mientras intentaba empujar el techo hacia arriba, también vio la expresión que tenía cuando intentó matarla en ese entonces, tan diferente y tan parecida, se alternaban, se superponían, y algo se rompió dentro de él. Miró hacia abajo, retiró su mano de la palanca y se río entre dientes.

–¡¿Por qué te ríes?! –Exigió Kuwabara enojado mientras el peso sobre él y sus amigos comenzaba a duplicarse.

Hiei sonrío, metiendo una vez más sus manos en sus bolsillos –Todos ustedes son unos tontos... –Respondió Hiei con una sonrisa arrogante.

–¡Maldito...! –Kuwabara rugió de nuevo.

Shirayuki frunció runcí el ceño, algo no le cuadraba: claro, parecía que nos estaba dejando aquí para morir y sin embargo, esa chispa en sus ojos...

La criatura con alas de murciélago estaba sumamente complacida –¡Sí, eso es! ¡Eres muy bueno para morir con ellos! –Dijo con satisfacción mientras comenzaba a reír a carcajadas. El techo se desplomó y Shirayuki dejó escapar un pequeño gemido entre sus dientes apretados.

–¡Hiei! –Por esta vez, la chica Kuran-Sakurai suplicó con un tono que sonaba... desesperado– ¡Vamos, confié en ti! –Esas palabras hicieron que el imiko se detuviera en seco y se volviera hacia el equipo de humanos. Al oír su voz, Hiei le lanzó a la hanyou una mirada con ojos que brillaban con algo inexplicable. Incluso para él mismo.

–Déjame mostrarte. Por aquí. –Murmuró el ojo, medio girándose a Hiei, quien entrecerró los ojos y mostró los dientes. El globo ocular se volvió hacia el invitado que reapareció frente a él, enojado.

Hiei giró la cabeza de golpe, saltó hacia arriba, con la espada desenvainada y cortándole el ojo verticalmente hacia abajo –¡¡No me subestimes!! –El murciélago gritó de dolor mientras comenzaba a agitar sus alas sin control. Extendió la mano, levantando la palanca, impidiendo que el techo se moviera más hacia abajo. Himemiya, Shirayuki, Yue, Kurama, Yusuke y Kuwabara finalmente quedaron libres.

–¡Se detuvo! –Exclamó Yusuke felizmente mientras Shirayuki cerraba los ojos y dejaba escapar un suspiro de alivio. Su cuerpo de repente comenzó a caer hacia adelante, pero fue atrapado por Yuichiro que corrió al lado de su mejor amiga, rápidamente.

–¿Estás bien? –Preguntó el peliplata preocupado mientras le daba algo de apoyo a la temblorosa figura de la purasangre.

–Sí, gracias, Yui-chan. –Dijo mientras se aferraba inconscientemente a su hombro izquierdo. Cuando giró la cabeza en dirección a Hiei, solo para jadear cuando vio una roca increíblemente grande se desplomó exactamente en el lugar donde él se encontraba.

Con un estruendo, una roca gigantesca cayó del techo. Había mucho humo.

–¡Hiei! –Gritaron Yusuke y Shirayuki, haciendo que el pánico repentino llenara sus venas por alguna razón que no podía explicar mientras los demás dejaban escapar un pequeño jadeo de sorpresa. Los demás salieron del túnel juntos y vieron que Hiei estaba bien. Gracias a su velocidad logró esquivar esa roca y pararse sobre ella en lugar de quedar enterrado debajo de ella. El Ojo seguía aleteando y gorgoteando por todos lados mientras goteaba sangre.

–Dile a esos sujetos que esta sea la última vez que envían a un idiota... –Le espetó Hiei amenazadoramente al murciélago moribundo, que por algún milagro sigue con vida, y logró alejarse volando. Yusuke y Himemiya dejaron escapar un profundo suspiro antes de apoyar las manos en las rodillas.

–Urameshi, Himemiya-chan, ¿estáis bien? –Preguntó Kuwabara, preocupado.

–¡Cielos! ¡Creí que me iban a estallar las venas! –Exclamó Yusuke, dándose un golpecito en el hombro.

–Sí, eso no es nada. –Dijo Himemiya tranquila mientras el Demonio de Fuego saltó de la roca para aterrizar frente a ellos.

–Gracias a kami. –Sonrío Shirayuki, tocando su brazo antes de darme cuenta de que me estaba moviendo– ¿Estás bien?

Parpadeó y luego asintió en silencio.

–¡Bien hecho, Hiei! ¡Muchas gracias! –Dijo Yusuke con una gran sonrisa mientras levantaba un pulgar hacia arriba. En respuesta, Hiei parpadeó mirando al Tantei sin comprender– ¡Por un momento me asustaste! Eres muy buen actor. –Le dijo al Demonio de Fuego alegremente mientras se acercaba y colocaba un brazo sobre sus hombros y lo sacudía juguetonamente– ¡Parece que tu naturaleza perversa no ha cambiado nada! –Se frota la nariz.

El demonio de fuego se burló –Hmph. No quise salvarlos. No me malinterpreten. –Dijo mientras comenzaba a alejarse para mantener la distancia del grupo.

–¡Enano! –Gritó Kuwabara con incredulidad, mientras Shirayuki entrecerró los ojos mirando al pequeño demonio y Yuichiro viro los ojos en blanco ante su falta de sinceridad.

–Lo hice porque es mejor que seamos más para combatir contra el enemigo. –Les dijo Hiei mientras se daba la vuelta y señalaba– con un dedo al pequeño equipo– Solo por eso los ayude. –Él se alejó.

–Hiei-sama. –Dijo Himemiya suavemente. Él se volvió hacia ella– Gracias por salvarnos. –Murmuró.

Hiei puso los ojos en blanco –Como sea. No leas nada. –Dijo con su tono habitual de indiferencia, aunque en el fondo, sabía que su brusquedad no pasaría desapercibida.

Kurama apareció detrás de Himemiya –Es su forma de dar las "gracias". Por favor disculpen sus modales. –Explicó con una pequeña risa divertida.

Cerca de ellos, Shirayuki observaba la interacción con una mezcla de diversión y desdén. Sus ojos oscuros, de un matiz casi violáceo, parecían reflejar los secretos que guardaba –Si esto es lo que llamas modales, entonces los yokais murciélagos somos un ejemplo de etiqueta. –Comentó con una sonrisa de medio lado, mostrando un destello de sus colmillos.

Yuichiro, quien había permanecido en silencio hasta ese momento, se adelantó un paso, su figura alta y elegante irradiaba un aura tranquila pero imponente. Sus orejas puntiagudas de zorro se movieron ligeramente, captando los pequeños sonidos a su alrededor –Quizá simplemente no está acostumbrado a trabajar en equipo. –Dijo con un tono neutral, pero su mirada plateada brillaba con un toque de burla.

Himemiya soltó una carcajada suave, relajando los hombros mientras observaba a Hiei.

–Claro. –Yusuke arrastró la palabra con sarcasmo.

–Pero que tipo tan raro. –frunció el ceño Kuwabara.

~

En la sala más alta, las bestias volvían a discutir sobre los intrusos...

–Pasaron por la puerta de la traición. ¿Ahora que hacemos con ellos, Suzaku-sama? –Dijo una de las bestias.

–Eso significa que disfrutaremos más tiempo de su compañía. –Comentó el líder– Que alguien vaya a jugar con ellos.

Una garra hizo hizo un agujero en la pared del castillo –¡Hmph! Hiei nos dijo que rezáramos por nuestras vidas. ¡Voy a ir por él! ¡Él tendrá que rezar! –Gruñó, la voz sonaba enfadada.

–¡Espera! –Interrumpió una cuarta voz, más grave– Déjamelo manejarlo a mí. Soy el jefe de clase más baja de la ciudad. ¡Voy a regresar con siete cadáveres y los colgare como una advertencia del futuro para el Reikai! –Soltó una risa profunda y gutural.

–Solo asegúrate de traer a la chica con vida, si es que realmente es ella. Mostró un ki impresionante. No hay duda de que ella es la que logró levantar la puerta. Podríamos hacer uso de ella.

~

Un grito desgarrador atravesó el aire estancado de la tarde, reverberando como un trino agudo por el callejón. Chihaya viste un mono azul sin mangas con cuello alto y un cinturón marrón a la altura de la cintura, guantes negros sin dedos y botas marrones, que se movía con pasos ligeros y calculados, sintió cómo el sonido le erizaba la piel. Su mirada carmesí se endureció al ver la escena ante ella.

Un hombre infectado, sus ojos desprovistos de humanidad, había atrapado a una figura que se retorcía en su agarre.

Era Tama. La pequeña gata demonio espiritual pateaba frenéticamente, su pelaje rosa brillante manchado de polvo y su expresión reflejando una mezcla de furia y miedo. El hombre la había tomado por sorpresa al doblar la esquina, y su fuerza descomunal había reducido la resistencia de Tama a poco más que un forcejeo desesperado.

–¡Déjala! –Gruñó Chihaya, lanzándose hacia adelante con una velocidad vampírica, pero antes de que pudiera alcanzarlos, Tama decidió tomar cartas en el asunto.

La gata balanceó sus patas traseras con toda su fuerza, apuntando a la rodilla del hombre. Su golpe fue certero, y un crujido grotesco resonó mientras la articulación cedía. El infectado gruñó, soltándola momentáneamente, y Tama aprovechó para deslizarse de su agarre. Su mirada de furia se dirigió hacia el agresor, y antes de que él pudiera recuperarse, lanzó un zarpazo a su rostro, dejando marcas profundas en su piel grisácea.

Chihaya, que había llegado justo a tiempo, se colocó entre el hombre y Tama. Su elegante vestido oscuro ondeó ligeramente con el movimiento. La vampira extendió una mano, y sus largas uñas brillaron como cuchillas.

–Te advertí, pero parece que no escuchas. –Su voz era fría, cargada de desprecio.

El hombre infectado lanzó un rugido gutural y se abalanzó sobre ella. Sin inmutarse, Chihaya dio un paso al lado con gracia inhumana, evitando el ataque con facilidad. Antes de que pudiera girarse para intentarlo de nuevo, Chihaya hundió su mano en su pecho, atravesando su piel como si fuera papel. El hombre soltó un último grito antes de desplomarse al suelo.

Antes de que pudiera reaccionar, un sonido sutil a su espalda captó su atención.

–¡Cuidado! –Gritó una voz familiar.

Kuronue emergió desde las sombras, desplegando sus enormes alas de murciélago mientras aterrizaba junto a ellas. Su mirada sombría y sus colmillos expuestos le daban una apariencia aterradora. En su mano, su guadaña brilló con un destello mortal. Sin perder tiempo, la arrojó hacia un segundo infectado que había aparecido detrás de Chihaya. La hoja cortó el aire con precisión mortal, decapitando al enemigo en un solo movimiento.

–¿Siempre tienes que ser tan dramático? –Preguntó Chihaya, arqueando una ceja, aunque su expresión se suavizó levemente al verlo.

–¿Y tú siempre tienes que ser tan fría? –Replicó Kuronue, devolviendo la guadaña a su mano con un movimiento ágil– ¿Están bien?

Tama bufó, sacudiéndose el polvo de su pelaje –Lo estaría, si no fuera porque esa cosa intentó arrancarme la vida.

–Esa cosa ya no será un problema. –Chihaya cruzó los brazos, pero su mirada permanecía atenta, como si buscara más amenazas en las sombras.

Un sonido distante de pasos llamó su atención, y pronto emergieron nuevas figuras en el callejón. Lito, con su liderazgo habitual, lideraba al grupo. A su lado, Yuuki y Zero caminaban con determinación, aunque los dos parecían ligeramente sorprendidos por la escena que encontraron.

–¿Qué pasó aquí? –Preguntó Lito con voz suave, aunque su tono ocultaba una clara demanda de respuestas.

–Unos insectos de Makai. Parece que están invadiendo este distrito. –Respondió Kuronue con un ligero encogimiento de hombros, aunque su expresión permanecía seria– Pero ya nos encargamos de algunos.

Yuuki miró a Chihaya, notando la sangre en su mano y el cuerpo a sus pies –¿Estás bien?

–Perfectamente. –Chihaya levantó la barbilla, dejando entrever su orgullo vampírico– Aunque hubiera sido más rápido si este fuera el único problema.

–¿Cuántos más hay? –Preguntó Zero, con su pistola ya preparada.

Lito entrecerró los ojos, como si estuviera evaluando el entorno –No importa cuántos sean. Limpiaremos este lugar antes de que la corrupción se extienda.

–¿Eso significa que trabajaremos juntos? –Preguntó Kuronue con una sonrisa irónica, mirando a Kaname con un brillo desafiante en los ojos.

Kaname no respondió de inmediato, pero su leve asentimiento fue suficiente para dejar en claro su respuesta.

–Entonces, será mejor que nos movamos. –Chihaya miró a Tama y luego a los demás, una extraña determinación brillando en sus ojos escarlata– No dejaremos que esto llegue más lejos.

Sin más palabras, el grupo avanzó, dejando atrás el caos en el callejón y preparándose para enfrentar lo que vendría a continuación.

~

El equipo avanzó por un pasillo inquietantemente silencioso, Hiei caminaba en silencio, todavía aturdido por lo que acababa de suceder: Yusuke y Himemiya habían sido sus enemigos hacía apenas ocho meses. ¿Por qué entonces habían depositado tanta confianza en él ahora? ¿Y por qué el tonto muchacho humano parecía tan genuinamente feliz de verlo en primer lugar, saludándolo como si fueran viejos amigos? Eso no tenía sentido.

Himemiya cambio su ropa a una llamativa gabardina roja. Su sostén negro, con un aro café, dejaba al descubierto su abdomen, cintura y ombligo. Completaba el conjunto con unos shorts cortos color café, botas de tacón de aguja altas hasta la rodilla y guantes cortos café sin dedos. Su gargantilla negra, adornada con una cruz de plata y una gema de color rojo sangre en el centro, resaltaba su look. Además, tenía una cicatriz en el pecho que se asemejaba a una estrella.

La prenda ajustada destacaba su figura esbelta y voluptuosa, realzando cada curva de manera impactante e inconfundible. Sus senos se habían vuelto más prominentes y sus piernas se mostraban largas y estilizadas, haciendo que su apariencia no pasara desapercibida.

Shirayuki caminaba junto a Hiei, su porte elegante y calmado contrastando con la tensión que aún parecía envolverlo. Su cabello, una cascada negra degradado marrón que brillaba bajo la tenue luz, se movía al ritmo de sus pasos silenciosos.

Hiei miraba hacia el frente, pero no podía ignorar la sensación de sus ojos oscuros fijos en él. Finalmente, su voz rompió el silencio –Un centavo por tus pensamientos.

Él la miró de reojo, su expresión cerrada como siempre, pero había algo en su mirada que indicaba que estaba reflexionando. Tras un momento, habló con su típico tono cortante –Dijiste que confiabas en mí. De tu familiar no me sorprende, pero de ti...

Shirayuki dejó escapar una suave risa, como el eco de una melodía antigua. Su rostro no mostraba burla, sino una paciencia casi infinita. Se detuvo, sus manos entrelazadas frente a ella mientras inclinaba la cabeza ligeramente–No soy su sirvienta, soy su sobrina... o bisnieta. –Una sonrisa apareció en sus labios al ver la confusión en los ojos de Hiei– Si, lo sé, es confuso de explicar, pero es la verdad.

Hiei arqueó una ceja, como si intentara decidir si valía la pena ahondar en ese tema
–¿Qué tiene que ver eso con lo que dije?

Shirayuki lo miró fijamente, sus ojos rojos marrones brillando con una intensidad que podía rivalizar con los de él –Confío en ti porque, aunque actúes como si no te importara nada ni nadie, siempre demuestras lo contrario en el momento decisivo.

–¿Por qué? ¿No sabes quién soy y lo que he hecho?

Ella soltó una risa musical ante eso, la diversión brillando en sus ojos –¿Sabes con quién estás hablando? Te has hecho un nombre, no hay discusión sobre eso, pero onii-chan, Yui-chan y yo somos básicamente herederos para todos los demonios que algún día nuestra reputación será igual o mayor que las de nuestros padres. Además, acabas de demostrar que eres leal a tus aliados, algo que te coloca en un nivel mucho más alto en la escala de confiabilidad que nosotros dos juntos, dado nuestro historial anterior en ese aspecto. Así que sí, confío plenamente en ti. –Concluyó con una cálida sonrisa.

Se detuvo en seco, estupefacto por sus palabras y la verdad que se escondía tras ellas: Shirayuki sabía quién era él y lo que había hecho y, aun así, lo aceptaba. Más que eso, confiaba en él y, si la forma en que se había precipitado hacia él cuando pensó que la roca lo había aplastado hasta convertirlo en pulpa ensangrentada era una indicación, incluso se preocupaba por su seguridad, aunque él no podía entender por qué: él era imiko , el niño maldito que nadie quería. No merecía su confianza ni su preocupación.

Su boca se abrió por sí sola para decirle eso, pero por suerte para él, un sonido agudo vino detrás de él y se dio la vuelta, agarrando reflexivamente la empuñadura de su espada. Se relajó cuando Yusuke y Himemiya sacaron un objeto redondo y delgado de un bolsillo y lo abrió.

Kuwabara saltó unos treinta centímetros en el aire –¿Qué es esa cosa? ¡No me asusten así! –Preguntó con curiosidad.

–No, Kuwabara, es una granada de mano y está a punto de hacernos volar por los aires a todos. –Dijo Himemiya con sarcasmo. Kurama la miró con una sonrisa divertida.

–Esto me lo dio Botan cuando dejamos el mundo humano. –Respondió Yusuke antes de levantar la tapa del comunicador con solo pulsar un botón, los rasgos de Botan aparecían en la pantalla. Y el de Himemiya a Chihaya seria y molesta con ella.

–Diablos. –Murmuró Himemiya mientras sus ojos se entrecerraban, clavándose en la pantalla. Esa expresión, la intensidad ardiente en los ojos de Chihaya, era inconfundible. Era como mirar un espejo retorcido de sí misma. La determinación de su hermana siempre había sido admirable y, al mismo tiempo, agotadora.

Apoyó una mano en la cadera, exhalando un suspiro que llevaba más frustración de la que quería mostrar –«¿En qué lío te has metido esta vez?» –Pensó, aunque ya tenía una idea bastante clara.

–Date por muerta cuando vuelvas, Lian. –Su tono era una mezcla entre advertencia y resignación, porque sabía que por mucho que lo dijera, Himemiya rara vez escuchaba.

–En mi defensa, culpa a Koenma. –La voz de Himemiya llegó con un tinte de burla y desafío, como si estuviera anticipando las réplicas de Chihaya.

Chihaya entrecerró los ojos, su tono seco pero cargado de sarcasmo –Sí, sí, lo que digas.

Antes de que pudiera añadir algo más, sintió un peso en su hombro. Giró levemente la cabeza y se encontró con Yusuke, quien había decidido apoyar la barbilla sobre su hombro, ignorando completamente cualquier concepto de espacio personal.

–¿Ella es tu hermana? –Preguntó Yusuke, inclinando un poco la cabeza para observar mejor la pantalla Es hermosa. Veo que es de familia.

Himemiya parpadeó, sorprendida por el comentario inesperado. Un leve rubor subió por sus mejillas, pero rápidamente lo ocultó cruzando los brazos con un resoplido de molestia.

–Sí, pero eso lo sacamos de Lian. –Le lanzó una mirada de advertencia a Yusuke, que sólo le respondió con una sonrisa descarada. Era evidente que estaba disfrutando de su incomodidad.

Chihaya, mientras tanto, parecía más relajada de lo que Himemiya hubiera esperado dadas las circunstancias. La mujer en la pantalla levantó una mano en un gesto ligero, casi despreocupado.

–Os dejo, voy a continuar. Botan os dirá el resto.

Con eso, la imagen se desvaneció, dejando tras de sí un leve zumbido en el aire y una mezcla de emociones en Himemiya.

–¿Y bien? –Preguntó Yusuke, aún apoyado en su hombro– ¿Qué crees que esté haciendo?

Himemiya empujó ligeramente a Yusuke para que se apartara, sus ojos ahora oscuros con una mezcla de preocupación y determinación –Algo estúpido, seguro.

–Eso suena como familia. –Bromeó Yusuke, ignorando la mirada fulminante que le lanzó Himemiya.

Botan, que había estado observando desde un rincón con una expresión de ligera incomodidad, finalmente dio un paso al frente –Yusuke, Botan reportándose desde el mundo humano. Cambio. –Dijo mientras sonreía ampliamente a través del comunicador.

–Sí, cambio... –Antes de que pudiera hablar, Kuwabara agarró la mano de Yusuke que sostenía el comunicador y la levantó más alto para que él también pudiera mirar, aplastada contra el rostro de Yusuke, aplastándola.

–¡Hola! ¿Qué tal, Botan-chan? –Preguntó coqueto– ¡Habla tu amado Kuwabara desde la ciudad de los fantasmas, aún protegiendo al poderoso Urameshi y a la pequeña Himemiya-chan y Shirayuki-chan con mi vida! –Declaró con orgullo. Los dos kitsune sintieron una extraña sensación de posesividad que lo invadía con respecto a la reina onmyoji y a la hanyou.

Hiei miró a su amigo y al niño y luego al luchador callejero, su aguda habilidad de observación captó un poco de celos en la mirada intensa de ambos y sonrío, sabiendo que estaba relacionado con la reina de cabello blanco y la princesa de Benwick –«Hmm... Bueno, ¿no es eso interesante?»

Kurama y Yuichiro se calmaron, sacudiendo la cabeza mientras enfocaban su audición, tratando de captar lo que se decía.

–Ah... –La parca sonrío, avergonzada y sabiendo perfectamente lo que iba a pasar. Conocía a Himemiya y, aunque no la conociera, la enorme vena de su frente era suficiente para darle una buena suposición. ¿Y quién dijo que necesitaba ayuda? De ÉL para colmo– ¡Como me alivia escuchar eso!

El ojo de Himemiya tembló de fastidio antes de que darle un fuerte codazo a Kazuma en las costillas, casi rompiéndoselas, lo que hizo que la soltara y se doblara. Luego, cuando estaba doblado, le había dado otro codazo en la nuca, lo que hizo que se estrellara contra el suelo y lo había pisado con fuerza para que se quedara en su lugar.

–Aquí todo esta bajo control. –Respondió la chica parca– Los insectos Makaichu solo pueden vivir en la gente que esta deprimida. Así que tal vez esos horribles insectos Makaichu no encuentran muchos humanos deprimidos donde vivir.

–Eso espero. ¡Pero ten cuidado Botan!

–¡Ah! Sí, lo sé. –Hizo una pausa por un segundo– ¡Y encontré otro yokai de la ciudad de los fantasmas!

–¡Cuidado! Detrás de ti... –Le advirtió Yusuke. Botan blandió tranquilamente su bate de metal detrás de ella y lo golpeó en la frente, noqueando al demonio de un solo golpe.

–¡Tranquilo! –Le tranquilizó la asistente, pero su rostro se ensombreció– Estos monstruos son muy débiles. Los Makaichu son mucho más difíciles de atrapar. Solo he encontrado a quince después de todo un día de cacería. ¿Puedes creerlo? Y eso que Chihaya-chan, Aqua-kun, Yuki-sama y los demás amigos de Kuronue me están ayudando.

–No te preocupes, cariño. Vas a... ¡Ugh! –El sonido de una violenta pelea interrumpió a Kuwabara, el cual erizo la cola de Yue hacia arriba por el susto y a Shirayuki por la forma de ser de esos dos.

–¿Quince de miles? Eso no nos ayuda en nada. –Dijo Yusuke, habiendo recuperado el control del dispositivo e alzo a Yue con su otro brazo para tranquilizarlo mientras Himemiya cargaba a Shirayuki entre sus brazos.

Botan sacudió la cabeza –Cuando viven en la gente, tenemos que luchar contra ellos y no es nada fácil vencerlos. –Razonó Botan mientras derribaba al espía demonio que acababa de ponerse de pie, nuevamente.

–Ya veo. ¡Obtendremos la flauta lo antes posible y los destruiremos! –Le dice Yusuke.

–¡No te precipites! Nos vemos después Yusuke, Himemiya-chan, Yue-chan, Shirayuki-chan. –Explicó la Parca antes de terminar la llamada en ese mismo momento.

Botan cerró el espejo y lo guardó dentro de su chaqueta y en ese momento, apareció un insecto Makai revoloteando cerca de su cabeza.

–¡Ah, te encontré! –Botan sacó un aerosol y aplicó un chorro de agua al parásito. Cayó al suelo, se retorció y luego desapareció– ¡Gracias a mi poderoso pesticida del Mundo Espiritual! –Se dijo a sí misma. Con el bate de softball en la mano, salió del callejón.

~

En el Reikai, Ogre había corrido a la biblioteca y encontró a Koenma subido a una escalera, obviamente buscando un libro.

–¡Acabo de recibir noticias! ¡Y parece que Yusuke y los han pasado por la Puerta de la Traición! –Le informó a su amo.

–Ah, muy bien. –Koenma se alegró de oírlo.

–Koenma-sama, ¿qué es lo que está haciendo allá arriba? –Ogre le preguntó.

–Ah... Yo... Estoy tratando de encontrar información sobre los Shiseiju. –Respondió el principito.

–¿Qué? –Ogre dijo ofendido– ¿Ni siquiera sabe que clase de enemigos son y aún así envíaste a Botan-san, a Yusuke y a los demás a esa peligrosa misión? ¡¿Sabes lo que pasará si Himemiya-sama se entera?! –Exclamó.

–Así es. –Respondió Koenma, deslizándose un poco por su escalera– Y descuida. Himemiya no lo sabrá.

–¡No lo puedo creer! ¡Es un irresponsable! ¡Eso es terrible! –Le reprochó el oni a su patrón.

–¡No tenía otra opción! ¡No podía pedirselo a nadie más! ¡En especial a la actual embajadora! –Se justificó el príncipe del Reikai– ¿O acaso tú hubieras ido en su lugar?

–¡N-no lo creo, señor! –Tartamudeó Ogre con una gota de sudor.

–¿Ahora entiendes? ¡Ayúdame encontrar el documento! ¡Tu busca en esa pila! –Su amo le ordenó que lo ayudara y buscara en otro lugar.

–¡Sí, señor! –Él se apresuró a obedecer.

~

La pantalla se oscureció y Yusuke suspiró, guardando el comunicador en su bolsillo.

Mientras seguían caminando en silencio, Yusuke se detuvo y habló –Kurama, Hime ¿conocen ustedes a los Shiseiju? –Preguntó el detective– No tengo información de su poder, de sus técnicas. Todo fue muy rápido.

Himemiya y Kurama dejaron de caminar y se miraron en un silencio que parecía cargar el aire a su alrededor. Había algo en sus miradas que hablaba más que cualquier palabra: la tensión de un pasado compartido que solo uno recordaba. Kurama, siempre el caballero, dándole el espacio para hablar. Pero Himemiya no dijo nada. En su lugar, abrió la boca como si fuera a hacerlo, pero sus labios temblaron y permanecieron en silencio. Yue, que observaba desde las sombras con los brazos cruzados, decidió intervenir, rompiendo el momento.

–Mejor no. –Su tono fue seco y directo, sus ojos se fijaron en Yusuke con una advertencia muda.

–¿Qué? ¿Por qué no? –Gruñó Kuwabara, frunciendo el ceño. Sus ojos pasaron de Yue, Shirayuki a Himemiya, buscando respuestas.

–Porque no es asunto tuyo, humano. –Dijo Hiei con frialdad mientras miraba a Kuwabara de reojo, sin molestarse siquiera en girar la cabeza completamente.

–¡Oye, que me llames humano me está empezando a cabrear, duende enojado! –Protestó Kuwabara, apuntándolo con un dedo mientras su rostro se enrojecía. Mientras tanto, Shirayuki bajó la mirada, su rostro reflejando una profunda tristeza que trataba de esconder. Sus dedos jugueteaban con los bordes de su túnica, un gesto ansioso que delataba sus pensamientos.

–¿Eh? –Yusuke arqueó una ceja, confundido por la interrupción y por la reacción del grupo. Sus ojos volvieron a Himemiya, buscando claridad.

Himemiya dio un paso atrás, su expresión cambiando a una mezcla de disculpa y autocontrol. Miró brevemente a Yusuke, pero sus ojos pronto se desviaron hacia el suelo.

–Lo siento, Yusuke. –Su voz era baja, casi un susurro, pero cada palabra estaba cargada de una culpa que no lograba ocultar. Se llevó una mano al pecho, como si necesitara calmar el peso que sentía en su interio– La verdad es que no se mucho los detalles.

Kurama entrecerró los ojos, analizándola. Podía ver cómo sus hombros se tensaban ligeramente, una señal clara de que estaba conteniendo más de lo que decía. Algo la atormentaba, algo que no estaba lista para compartir.

Kuwabara frunció el ceño, claramente confundido –¿Cómo que no sabes? Pensé que eras como... la líder o algo así.

Himemiya dio un paso hacia atrás, inclinando levemente la cabeza en señal de respeto. Su cabello cayó alrededor de su rostro como un velo, ocultando las emociones que no quería mostrar.

–Por ello... –Hizo una pausa, levantando la vista por un momento hacia Yusuke, su mirada cargada de algo que parecía un ruego– discúlpame. –Sus palabras eran formales, pero su expresión revelaba un rastro de vulnerabilidad que no podía ocultar.

Hiei observó la escena en silencio, sus ojos rojos analizando cada gesto de Himemiya con una intensidad casi incómoda. Finalmente, habló, rompiendo el silencio.

–Si no sabe, es porque no necesita saber. –Su tono era frío, pero había un trasfondo de protección en sus palabras que pasó desapercibido para la mayoría.

Kurama, que había permanecido en silencio, inclinó levemente la cabeza, su mirada verde fija en Himemiya. Había algo en sus ojos, una mezcla de comprensión y tristeza.

Kurama se metió las manos en los bolsillos –Bueno, yo tampoco sé nada de ellos. –Dijo con suavidad, mirando a Himemiya con una mezcla de seriedad y una protección silenciosa. Sus ojos verdes brillaban ligeramente, como si quisiera transmitir confianza sin decir más. Aunque sus palabras eran tranquilas, había un subtexto de advertencia: había cosas que ella no necesitaba conocer.

Himemiya, sin embargo, no podía dejar de sentir una pesada presión en su pecho. Algo no encajaba. Sentía que había más en esta situación de lo que todos mostraban, pero no podía decir qué. Su mirada se desvió hacia Kurama, buscando respuestas que no llegaron. Aceptó su silencio, pero las preguntas seguían dando vueltas en su mente.

–¿Ah? –Kazuma no entendió de inmediato, sus ojos se abrieron, confundido ante la repentina calma que había invadido el ambiente.

–Sé que son bestias terribles por la forma que el mundo espiritual los aisló en este territorio abandonado. –Explicó Kurama, sus palabras eran lapidarias, pero también mostraban el peso de un conocimiento antiguo. Un conocimiento que él ya había aceptado.

En ese momento, Shirayuki, quien había permanecido en silencio hasta ahora, levantó ligeramente una ceja. Ella, mitad vampira pura sangre, mitad murciélago yokai, sentía la oscuridad en el aire, pero se mantenía pensativa. La tensión en la sala la ponía alerta. Sus colmillos, afilados y visibles bajo sus labios sellados, se asomaban mientras observaba con una mirada fija. Sus alas invisibles, pero presentes, parecían vibrar con una energía sutil. A pesar de ser consciente del peligro, no mostraba miedo. Había algo intrigante en la situación, pero también preocupante.

Yue, quien estaba a su lado, medio zorro, medio dios, también había estado callado hasta ese momento. Sus orejas de zorro se movieron con curiosidad mientras su mirada dorada con un rosa degradado en la parte superior de cada iris rasgado se posaba en su padre –«Chichi-ue es más astuto de lo que parece…» –Pensó Yue, pero no dijo nada. No necesitaba preguntar más, ya lo sabía. La atmósfera de la sala era densa, pero sus reflejos felinos se mantenían tranquilos. La calma externa de Yue contrastaba con la tormenta interna que sentía, como si algo estuviera a punto de estallar, pero él estaba preparado para lo que viniera.

–¡¿Es todo lo que sabe?! –Preguntó Kuwabara, visiblemente frustrado, mientras las tensiones aumentaban en el ambiente.

–Deben ser diferentes a los humanos en su aspecto, así que nos pueden sorprender. –Respondió Kurama con una pequeña sonrisa bailando en sus labios.

–¡Gracias por el cumplido! –Dijo una voz incorpórea, riendo malvadamente, lo que hizo que todos, excepto Hiei y Himemiya, se quedaran boquiabiertos.

–¡Pero ¿qué es eso?! –Exclamó Kuwabara con su boca fuerte. Todos se tensaron, mirando a su alrededor pero sin ver a nadie.

Una carcajada profunda siguió a su frase –Este es el final de todos ustedes. –Con eso, la habitación de repente se iluminó, revelando la amplia puerta de bronce al final del pasillo.

Yusuke y Kuwabara abrieron juntos la puerta de una patada. Detrás de ella había una habitación completamente hecha de piedra, desde el piso hasta los pilares y el techo y parecía estar vacía, salvo por algunas antorchas encendidas a lo largo de la pared.

Shirayuki frunció el ceño al escuchar la voz, su cuerpo se tensó. Podía percibir la energía oscura que emanaba de la figura, y un impulso peligroso comenzó a crecer en su interior. No quería ceder a la tentación de atacar de inmediato, pero su naturaleza de vampira pura sangre y yokai murciélago estaba lista para responder. Desde su espalda, algo se movió, y una ligera sombra de alas membranosas apareció detrás de ella. Aunque las alas eran invisibles para la mayoría, aquellos con una percepción más fina podían sentir la vibración del aire a su alrededor, como si estuvieran listos para desplegarse en cualquier momento.

Yue, a su lado, entrecerró los ojos, la cola de zorro se movía levemente mientras observaba la figura. Aunque no mostraba signos de pánico, algo dentro de él se alertaba. Su rostro mantenía una calma de dios antiguo, pero en el fondo, el instinto de zorro que poseía lo mantenía alerta –«Algo no está bien con esta situación.» –Pensó, y la presión de la oscuridad que se cernía sobre ellos le hizo sentir la necesidad de actuar en cualquier momento.

Yusuke tomó una y la arrojó dentro del parche de oscuridad. Tan pronto como llegó a ese lado de la habitación, jadeo en estado de shock cuando la llama reveló una criatura bastante grande parecida a una piedra.

El suelo tembló y una figura emergió de la oscuridad al final de la habitación: era un demonio de roca, probablemente de diez pies de alto, con púas rocosas sobre su cabeza y hombros, brazos voluminosos y una cola de tres pies de largo similar a la de un escorpión que se movía detrás de él.

–Bienvenidos. –Saludó la estatua.

–¿Qué es esa cosa? –Exclamó Kazuma, sobresaltado.

La criatura, sin embargo, no pareció inmutarse, su enorme figura se movió con una gracia sorprendente –Soy Genbu, el más fuerte de las Shiseiju. –Dijo con orgullo, sus ojos brillando con un fulgor malicioso– Y voy a jugar con todos ustedes.

–Es uno de los Shiseiju. –Dijo Yusuke sarcásticamente.

–Este es el único camino para subir al castillo. Pueden vencerme y subir por su cuenta... –Hizo una pausa, sacudiendo su cola en el aire– ¡O yo puedo llevarlos cuando los mate! –Golpeó su cola hacia abajo, el piso se hizo añicos con el impacto, creando un pequeño cráter detrás– Pueden atacar todos a la vez, es más fácil que hacerlo por separado.

Kuwabara estaba al borde del colapso –¿Alguien puede decirme como vamos a pelear contra esa bestia? –Gritó con miedo.

Kurama no se vio afectado por las amenazas de Genbu, su mente razonó una estrategia y dio un paso adelante, con rasgos tranquilos y decididos –Yo lo haré, muchachos. Himemiya giro la cabeza hacia él en un instante mientras la preocupación comenzaba a apoderarse de ella.

–Kurama-sama... –Llamó en un susurro bajo, captando su atención.

–Estaré bien, Lily. –Le aseguró con calma. Su tono era tan calmado que, aunque Himemiya sintiera la preocupación en su pecho, no podía sino confiar en él. En su mirada había una mezcla de determinación y tristeza contenida. Ella podía sentir que había algo más que no le decía, pero por ahora debía confiar en él.

–¿Estás seguro? –Preguntó Yusuke, mirando al pelirrojo con preocupación. El detective sabía que el espíritu zorro tenía fuerza y ​​astucia de su lado, pero también veía al demonio como un amigo y no quería que fuera demasiado imprudente.

–Si no sabemos que clase de enemigo combatiremos, lo mejor no es hacerlo juntos. –Respondió con confianza y sonrío un poco mientras miraba al demonio de fuego– Además, no puedo permitir que Hiei sea el único héroe en esta misión.

–Hmph... –Dijo Hiei, viendo a su amigo acercarse al demonio de piedra.

–Pueden atacar uno por uno, por mí está bien. –Dijo Genbu mientras Kurama comenzaba a abrirse paso por el área de combate.

Yue, que había estado observando en silencio, se acercó un paso, sus orejas de zorro erguidas, el brillo en sus ojos dorado con un rosa degradado en la parte superior de cada iris rasgado reflejando su naturaleza divina –Hmph. –El sonido salió de sus labios, su mirada concentrada en la figura de Genbu– No subestimen a esa bestia, Chichi-ue. Tu estrategia es buena, pero no te confíes demasiado.

Shirayuki, observó desde las sombras, sus ojos rojos brillando con intensidad. El ambiente pesado y opresivo hacía que sus colmillos, afilados como dagas, se asomaran un poco. Su cuerpo estaba tenso, lista para entrar en acción, pero una parte de ella disfrutaba del desafío –Este tipo de monstruo es mi especialidad. –Murmuró para sí misma, aunque la creciente tensión en su pecho mostraba que estaba más preocupada de lo que dejaba entrever.

–¿No es algo arriesgado? –Gritó Yusuke– Deberíamos buscar la opción de subir sin pelear con él. –Exclamó, preocupado por su amigo.

Hiei vio la preocupación del detective con una curiosidad cautelosa y, a su manera, trató de aliviar un poco la preocupación del muchacho humano –Tú no sabes como es la fuerza de Kurama. –Dijo en un tono serio, lo que lo hizo girarse hacia el chico demonio y mirarlo con curiosidad– No te imaginas por qué lo elegí como compañero, porque no quiero que sea mi enemigo. Él es más despiadado con sus enemigos que yo, y mucho más centrado.

Yusuke miró sorprendido al demonio de fuego y luego al kitsune.

–Pero Kurama no se ve tan fuerte. –Murmuró Kuwabara.

Kurama se colocó frente a Genbu –Bien, estoy listo. –Le dijo cortésmente a Genbu, solo para recibir una risa como respuesta. Cuando Genbu no se movió, las facciones del kitsune se endurecieron– Acércate cuando quieras.

La bestia soltó una carcajada estruendosa cuando él y el demonio se miraron fijamente durante lo que pareció una eternidad.

Yusuke observó a los dos luchadores, frunciendo el ceño al notar que la cola de Genbu se hundía sin esfuerzo en el suelo como si fuera agua.

–¡Oye! –Gritó Yusuke a Kurama– La cola de esa cosa se ve algo rara, ¿no crees?

–¿Qué? –Kuwabara jadeo.

Casi demasiado tarde, Kurama se dio la vuelta. La cola puntiaguda de Genbu sobresalía del suelo detrás de él. Con una velocidad y una potencia notables, se lanzó hacia Kurama.

Kurama sintió el ataque en el último segundo, saltando en el aire para esquivarlo, pero no salió ileso. Kurama hizo una mueca de dolor cuando la cola de piedra atravesó su estómago, desgarrando su chaqueta y camisa del uniforme, la sangre brotó de la herida.

–¡Kurama/Chichi-ue! –Himemiya, Yusuke y Yuichiro gritaron al mismo tiempo.

Genbu se río mientras retiraba la cola –Puedo fusionarme con cualquier clase de roca y moverme con libertad. –Explicó orgullosamente– cuando atravieso las rocas, transportar mi cola es muy fácil.

–E-es un monstruo. –Dijo Kuwabara temblorosamente.

–Eso quiere decir que este lugar es de mi propiedad. –Afirmó Genbu– No tienen a dónde ir. ¡No pueden escapar!

Kurama se puso de pie bastante tembloroso, agarrándose el torso.

–¡Kurama! ¿Estás bien? –Gritó Yusuke preocupado, moviéndose para unirse a la pelea, pero el kitsune lo detuvo.

–Oye. ¿No crees que está en peligro? –Sugirió Kuwabara.

–Descuiden, muchachos. –Les dijo Kurama con su habitual sonrisa tranquila mientras miraba por encima del hombro– Es solo un rasguño. Me tomo por sorpresa, pero estoy bien.

–¿Cuánto tiempo piensas en seguir sintiéndote bien? –Genbu se burló mientras Kurama miraba fijamente al monstruo– El juego apenas comienza. –La criatura de piedra se río burlonamente.

Al igual que su cola, todo el cuerpo de Genbu comenzó a descender al suelo como si fuera un charco.

El espíritu zorro observó, su mente repasando diferentes escenarios mientras pensaba su próximo movimiento.

–¡Todos su cuerpo se esta hundiendo en la roca! –Gritó preocupado Yusuke.

–Pero ¿qué está pasando? –Gritó Kuwabara, enloqueciendo.

Yusuke, Himemiya, Shirayuki, Yue y Kuwabara miraron a su alrededor salvajemente.

–Se oculto por completo. –Dijo Yusuke frustrado.

–No podemos saber por donde va a salir. –Murmuró Kuwabara.

–Kurama, no puedo conectarme con su mente. –Himemiya le dijo frenéticamente–  No tengo idea de dónde está.

–Tranquilízate, Lily. No me rendiré tan fácilmente.

Genbu se levantó de un salto detrás de él, pero esta vez Kurama estaba listo –¡Sorpresa!

–¡O tal vez por detrás! –Murmuró. Saltando del suelo, esquivó el puño de piedra de Genbu desde el frente y giró en el aire para evitar la cola desde atrás, todavía agarrándose el estómago, con rasgos altivos mientras la risa resonaba en la habitación.

–¡Cuidado con la cola! –Gritó Yusuke mientras Kazuma sostenía su cabeza nerviosamente.

–Lo esta atacando por ambos lados. –Exclamó Kuwabara.

Kurama jadeó. La bestia surgió del suelo, a centímetros de su cara, y se vio obligado a hacer algún tipo de movimiento gimnástico a pesar de que estaba herido para esquivar el ataque. Primero esquivó el puñetazo y la cola tratando de apuñalarlo, luego evadió otro puñetazo y un latigazo de la cola. Después de algunas volteretas, aterrizó de nuevo sobre sus pies.

–¿Y ahora a donde se metió? –Preguntó Kuwabara.

El pelirrojo se percata que la roca aparece en frente, tratando de agarrarlo, pero salta hacia atrás y de nuevo atacado por la cola, pero vuelve a salir ileso.

Genbu se retiró a las piedras una vez más, riendo –No podrás ganar huyendo de mí.

Kurama cerró los ojos con una sonrisa –Sí, al parecer tienes razón, pero... –Respondió, metiendo la mano detrás de su cabello, sacando una rosa y sosteniéndola frente a él.

–¿Una rosa? –Murmuró Yusuke, confundido.

Kuwabara negó con la cabeza –Oye, oye. ¿Acaso se la vas a dar de regalo a esa horrible bestia?

Himemiya y Hiei resoplaron; la misma sonrisa burlona en sus labios.

Kurama suspiró ante su modo de pensar tan simple mientras levantaba la rosa –Esta no es una rosa ordinaria... –Respondió, alimentando con energía el tallo, los pétalos brotaron de la rosa. Kurama giró en círculos. La flor se alargó, convirtiéndose en una larga cuerda verde con espinas incrustadas y gritó– ¡Látigo de Rosa! –Los pétalos dieron vueltas y luego llovieron por toda la habitación.

Yusuke y Kuwabara miraron torpemente los pétalos que llovían aparentemente de la nada.

Shirayuki, a pesar de ser una niña, no pudo evitar sonreír al ver los pétalos caer, los ojos brillando con admiración –¡Son las mismas rosas que crea Yui-chan! –Exclamó, sin poder esconder su asombro. Aunque su mente aún era la de una niña pequeña, sus palabras reflejaban una profunda conexión con la magia que la rodeaba, una magia que la vinculaba con el mundo sobrenatural.

–¿Sientes el aroma de las rosas? –Ofreció Yusuke.

–Es tan cursi. Él tampoco me agrada. –Se quejó Kuwabara.

Yusuke puso los ojos en blanco –Kuwabara, no te gusta nadie que se vea mejor que tú, ¿no es verdad? –Lo tomó a broma, aunque tenía razón. O casi. Había funcionado– Y también estás celoso porque él recibe toda la atención de Himemiya cuando tú no. –Yusuke le dio un codazo.

–Cállate.

La expresión de Himemiya se mantenía calmada, sus ojos fijos en Kurama, pero había algo en su postura que delataba una ligera preocupación. Aunque confiaba en él, su mente seguía alerta, observando cada movimiento del pelirrojo y buscando cualquier señal de debilidad. Sin embargo, su confianza en Kurama y su Látigo de Rosa era inquebrantable. Era una criatura noble, de voluntad fuerte, y había sido entrenado durante años. Él no fallaría.

A su lado, Hiei, como siempre, se mantenía en silencio, con los brazos cruzados y una mirada fría. Sin embargo, en el fondo, su mente no dejaba de analizar cada acción, cada movimiento. Aunque no lo demostraba abiertamente, tenía una inmensa admiración por Kurama y su habilidad para dominar su entorno.

–Tonto. ¿Cómo vas a usar tu látigo? Si ni siquiera sabes dónde estoy. –La voz de Genbu resonó en la oscuridad.

–No importa, puedes atacar por donde quieras. –Asintió Kurama. Pero Himemiya notó que su habitual sonrisa serena se había transformado en algo un poco más astuto.

–¡Ha! Que gracioso. –Gruñó Genbu– Te mataré de un solo golpe.

El kitsune cerró los ojos, usando su sentido del olfato para detectar a la criatura de piedra mientras los dos chicos temblaban de nerviosismo. Kurama agarra con más fuerza su arma y sus párpados se abrieron de golpe.

–¡Estás aquí! –Gritó, levantándose, blandiendo el látigo hacia adelante justo cuando Genbu se materializó desde el techo.

Yue mantuvo su mirada fija en el enemigo –¿Papá, necesitas ayuda? –Preguntó, su voz grave pero juvenil. Yue, como su padre, era un ser mitad zorro, mitad dios, y su presencia emanaba poder y confianza. Su cola de zorro se movía suavemente de un lado a otro, mientras sus ojos brillaban con la intensidad de un cazador que había aprendido a ser sigiloso y letal. Él sabía cómo usar su magia, cómo moverse en la oscuridad, y estaba dispuesto a luchar.

Himemiya sonrío ligeramente, aunque en sus ojos se veía una preocupación feroz –Ten cuidado, Yue. –Le dijo, aunque estaba clara la confianza que tenía en él– No subestimes a Genbu.

A su lado, Shirayuki miraba a Yue con admiración –¡Es tan guapo! –Dijo, sin poder contenerse. Ella, mitad vampira pura sangre y mitad murciélago yokai, entendía bien lo que significaba tener poderes sobrenaturales, pero ver a Yue en acción siempre le fascinaba.

Yue, notando la mirada de Shirayuki, sonrió ligeramente, pero rápidamente se centró de nuevo en su objetivo. No podía permitirse distracciones. Mientras tanto, su madre, Himemiya, observaba en silencio, sintiendo la batalla que se libraba tanto dentro como fuera de su familia. Su amor por su hijo y su compañero la mantenía firme, pero también sabía que cada movimiento debía ser calculado, cada decisión debía ser tomada con cautela.

–Ya veo. –Comentó Hiei, mientras observaba a su amigo atacar a la bestia de piedra con precisión experta– Las espinas del látigo de Kurama son navajas que pueden cortar hasta el acero mismo.

–¡Kagon Retsuzanshi! –Más rápido de lo que alcanzaba la vista, Kurama blandió su arma en todas direcciones, dividiendo el cuerpo entero de Genbu en diferentes partes. Genbu quedó hecho pedazos, las partes del cuerpo del monstruo cayeron al suelo. Todos quedaron boquiabiertos.

Kurama aterrizó elegantemente sobre sus pies. Trozos de Genbu cayeron a su alrededor.

–¿Cómo supiste dónde estaba? –Gimió, preguntando la cabeza de la bestia.

–Por el olor. –Explicó Kurama– En un lugar con un aroma tan dulce, el olor fétido de tu espíritu se percibe rápidamente. –Una vez que terminó su oración, la cabeza de Genbu cayó de lado en señal de derrota.

–Bien hecho. Genbu recibió una paliza con un solo latigazo. –Yusuke sonrío.

–Después de todo, ese tipo no era tan fuerte. –Respondió Kuwabara con asombro antes de soltar una pequeña risa.

–Estúpido. –Se burló Hiei– Gracias a que era Kurama, no tuvo problema de golpear a Genbu. En cambio, tú hubieras muerto con el primer golpe sin duda.

Kuwabara levantó el puño hacia Hiei –¡Cada vez que abres la boca, me sacas de quicio!

–¡Ja! –Hiei se burló una vez más.

–Escucha. –Dijo, señalando con el pulgar orgullosamente– Por si no lo sabes, fui el tercer lugar en el torneo para obtener la técnica de la maestra Genkai.

–¿Y qué con eso? –Preguntó Hiei, claramente poco impresionado, sin estar realmente interesado en lo que estaba diciendo Kuwabara.

Kuwabara agarró a Hiei por el cuello –¡¿Qué dices?! –Gruñó mientras levantaba un puño.

–¡Dejen de estar peleando! ¡Voy a calmarlos a los dos! –Dijo Yusuke indignado mientras Kuwabara gruñía de frustración antes de finalmente liberar a Hiei.

–Está bien. –Se quejó Kuwabara– ¡Pero él empezó!

–¡No me importa quién empezó! –Dijo Himemiya en voz alta– ¡Lo terminaré!

Hiei se le acercó directamente a la cara –¿Es así, pequeña? –Dijo suavemente– ¿Al igual que lograste proteger a tu preciada amiga Keiko?

Himemiya cerró los ojos un momento y respiró profundamente, tratando de calmar la furia que hervía dentro de ella. Sin embargo, cuando volvió a abrirlos, estaban llenos de una intensidad fría y letal que hizo que incluso Kuwabara se estremeciera destellaron con furia, y aunque su cuerpo estaba en tensión, la calma de su rostro ocultaba una tormenta que rugía en su pecho. Sus manos temblaron, pero no de miedo, sino de concentración.

Con una respiración profunda, sus dedos se alzaron con determinación, y su energía comenzó a condensarse a su alrededor. La atmósfera se llenó de una presión palpable, casi como si la luz misma se hubiera concentrado en su cuerpo. La esfera de luz que comenzó a formarse a su alrededor era brillante, deslumbrante, como un sol pequeño, pero sin la calidez. Era pura, fría, con la fuerza suficiente para desintegrar lo que fuera que se atreviera a tocarla.

Una esfera de luz deslumbrante apareció alrededor de Hiei. La magia del Clan de las Diosas había sido invocada, y el poder sagrado comenzó a rodearlo, amenazando con consumir su oscuridad. La esfera creció, y la presión luminosa se intensificó. Sin embargo, Himemiya, en el fondo de su ser, sabía que no quería destruirlo, sino demostrarle que no se dejaría quebrar.

Finalmente, la luz comenzó a disiparse, y Hiei, aunque agotado, aún estaba de pie. La miró con una chispa de respeto en sus ojos rojos.

–No está mal para una pequeña... –Dijo, casi divertido, antes de darse la vuelta, fingiendo desinterés, aunque claramente impresionado.

Himemiya dejó escapar un suspiro tembloroso, sus manos aún brillando con las partículas doradas de su magia. Sentía que su corazón latía con fuerza, pero no era por el miedo, sino por la necesidad de demostrar que era mucho más fuerte de lo que cualquiera creía. Kuwabara la miró con asombro, mientras Yusuke simplemente murmuró –Recordatorio: no hacer enojar a Hime.

–¿Todo terminó ya? –Preguntó Yue, su voz suave pero firme. Sus ojos se posaron en Kurama, quien había hecho todo el trabajo. Sonrió con orgullo, aunque ocultaba la admiración que sentía por la habilidad de su padre.

–Todo ha terminado. –Kurama asintió, sin perder la calma– Genbu no era un desafío tan grande.

Himemiya no se inmutó, al contrario se cruzó de brazos, sabía que aún no era el final de Genbu, ¡la Bestia Santa!

Kurama había encontrado sospechoso el modo en que Himemiya actuaba, pero luego lo entendió. Aún no podían pasar a la siguiente etapa, la pelea no había terminado.

Kurama miró de reojo –Esperen, no ha terminado.

Efectivamente, las piezas de Genbu vibraban, se juntaron como un rompecabezas.

El monstruo se río y volvió a colocar su cabeza –No puedes matarme sin importar cuantas veces me cortes.

–Se volvió a unir. ¿Acaso esa cosa es inmortal? –Afirmó Kuwabara, lo obvio.

–No solo puedo ensamblarme de nuevo. –Se burló el monstruo, levantando sus grandes manos hacia el pelirrojo– También puedo desarmarme. ¡Toma esto! ¡Bakuretsu Ganshō Dan! –Sus manos, brazos y cabeza se separaron de su cuerpo y volaron hacia Kurama.

–¡Kagon Retsuzanshi! –Gritó mientras usaba su arma nuevamente, cortando en pedazos cada trozo de roca.

–¡Sí, lo logro! –Gritó Yusuke asombrado– Lo hizo pedacitos.

–¿No escuchaste? –Gruñó Genbu mientras se recomponía. De nuevo. Kurama se volvió hacia el monstruo de roca y lo miró fijamente– No tiene caso.

–¿No morirá ni con golpes como ese? –Preguntó Kuwabara.

–Hay que dejar de jugar. ¡Muere! –Gritó el Shiseiju– ¡Bakuretsu Ganshō Dan! –Como balas de un arma, piedra tras piedra se dispararon contra Kurama, demasiado rápido para que su látigo pudiera defenderse.

Himemiya vio que los ojos de Kurama parpadeaban hacia una extraña pieza roja brillante que latía como un latido de corazón flotando entre el caos. Se arrojó al suelo, evitando los misiles. Las rocas se juntaron en un grupo arriba.

–¡Ahí viene otra vez! –Gritó Kuwabara.

–¡Kurama/Chichi-ue/oji-san! –Gritaron Yusuke, Yuichiro y Shirayuki. Las rocas se lanzaron hacia él nuevamente. Pero esta vez, en lugar de hacer un movimiento evasivo, Kurama se puso de pie.

–¿Por qué te quedas esperando las rocas? –Gritó Yusuke.

Sus rasgos se volvieron determinados y se mantuvo firme, levantando los brazos para defender su rostro y su cuerpo de la roca. Extendió los brazos hacia adelante, tratando de alcanzar esa extraña piedra roja, dejando que la piedra lo golpeara, cortándolo más y se hundió sobre una rodilla, jadeando un poco.

–¿Acaso estás loco? Te dejaste golpear por las rocas. –Se burló Genbu.

Kurama río suavemente levantándose mientras lanzaba una mirada por encima del hombro, tratando de no estallar de risa mientras Genbu comenzaba a reformarse.

–¿De qué te estás riendo? –Continuó la bestia de piedra– Ahora te sentir mejor.

Todo se había puesto patas arriba. Genbu se había recompuesto, pero estaba completamente desparejo. Su cabeza estaba donde estaría su ingle y la bestia de piedra solo podía mirar confundida.

–¿Por qué estas de cabeza? ¡Cielos! ¿Qué pasa? –Ahora finalmente se dio cuenta de que algo no estaba bien.

–¡Bwa Hah Hah! ¡Que cabezota tan grandes tienes! –Gritó Yusuke, riendo histéricamente mientras señalaba a Genbu.

–¡Es tan pesada que tal vez no pueda ni hablar! –Intervino Kuwabara, con lágrimas en los ojos ante la hilaridad que le produjo su visión.

–¿Tomaste mi roca? –Preguntó la Shiseiju con incredulidad.

Kurama levantó en alto el objeto rojo que latía –¿Esta cosa?

Himemiya esperaba que Genbu supiera lo que había pasado, pero él parecía más sorprendido que nadie –Eso es mío.

–Es la roca que funciona como una torre de control, para ensamblar tu cuerpo. –Respondió Kurama con suavidad– ¿Cierto? No la había visto, pero no pudo evitar emitir luz cuando te cortaste en pedazos. –Hizo una pausa y miró la piedra a Genbu– Soy muy bueno para encontrar cosas ocultas. Soy un ladrón de profesión. –Genbu parecía sorprendido.

–¡Espera! –Tartamudeó el monstruo de piedra– No lastimes a la roca. –Exigió, pero Kurama lanzando la piedra roja al aire– ¡Detente! –Gritó Genbu.

–Mira esto. –Dijo con frialdad mientras movía la muñeca y, con un chasquido de su látigo rosa, la roca se partió en dos justo en el medio. Observó cómo el demonio de piedra brillaba y luego explotaba en un destello de luz en pedazos y el kitsune se quedó allí por un momento. La chica corrió hacia Kurama y lo abrazó, sus brazos envolvieron firmemente su cuello.

–Buen trabajo, Kurama. –Dijo Kuwabara con orgullo.

–Muy bien hecho, Kurama. –Felicitó Yusuke.

Kurama la atrapó, sonriendo, con un brazo alrededor de su cintura y el otro sosteniendo su látigo enrollado. Pero luego se estremeció y volvió a caer sobre una rodilla.

–¡Kurama! –Grito Yusuke, acercándose al hombre de cabello rojo.

Himemiya lo sostuvo lo mejor que pudo y soltó un jadeo inaudible. Se había olvidado de sus heridas.

Hiei miró a su amigo con cierta preocupación –No podrás seguir peleando, estas seriamente herido. –Afirmó con tono serio.

La mirada de Himemiya se dirigió al rosario que colgaba de su cuello, el símbolo de su sello, mientras un pensamiento cruzaba su mente –«Tengo que hacerlo. No importa qué pase conmigo.» ¡Ves, eso es lo que pasa cuando no tienes suficiente cuidado. –Dijo en un dulce tono de regaño mientras su energía comenzaba a fluir.

–¿No crees que es tu culpa? Dios, saltar sobre él de esa manera después de todo lo que pasó por ti... ¿Alguna vez escuchaste la palabra 'restricción'? –La culpó Urameshi descuidadamente y en broma. Ella lo miró asesinamente y él se encogió agitando los brazos frenéticamente como para evitar un golpe cuya dirección no conocía y mirando a su alrededor en busca de un lugar seguro para esconderse que no existía. Contra Himemiya, no había lugar seguro en ningún mundo.

–No te preocupes por eso. –Le dijo el demonio pelirrojo, sonriendo tranquilizadoramente, apretando un poco su brazo alrededor de ella, acercándola hacia él, su rostro apenas más cerca del de ella.

Kurama se sintió mal por haber permitido que lo lastimaran y miró al detective –Tienes que disculparme. –Dijo suavemente. Hiei se sorprendió, para que Kurama hubiera resultado herido de esa manera, la bestia debía haber sido bastante fuerte.

–¡No te preocupes, no te preocupes! ¡Deja el resto a nosotros! –Dijo Himemiya alegremente, dejando que su poder como druida emergiera, sintiendo cómo una cálida luz verde se reunía en sus palmas. La energía de Himemiya penetro la herida, cerrando la carne desgarrada y reparar los tejidos.

–Sí, el siguiente será mío. –Respondió Kuwabara con confianza en un intento de demostrar su hombría, esperando secretamente, en primer lugar, que se lastimara lo suficiente para que -su- Hime-chan se encargara de él y, en segundo lugar, que este siguiente no fuera tan monstruo. Yusuke se estaba desesperando, su mejor amigo se puso del lado de Himemiya solo porque quería impresionarla y Himemiya, bueno, solo estaba siendo Himemiya. Él nunca ganaría contra ella, no en ese tipo de pelea. Después de un minuto o dos, la chica ayudó a Kurama a levantarse.

Finalmente, la luz se disipó y Kurama dejó escapar un suspiro largo y tembloroso –Listo. Lo he cerrado, así que debería estar bien siempre y cuando no te excedas. ¡Ahora vámonos! –Dijo alejándose suavemente de Kurama antes de dirigirse resueltamente hacia las escaleras, ignorando el comentario de Yusuke de que ella no era la líder aquí.

~

–Interesante. Significa que yo soy el próximo. –Dijo ansioso para matarlos a todos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro

Tags: #yh