Capítulo 24: Las 4 bestias sagradas
El sol que entraba por la ventana y el agudo sonido del despertador despertaron a Himemiya del sueño más profundo que jamás había tenido con algo pequeño y peludo saltando sobre su pecho. Gimió mientras abría los ojos. Se quitó la manta del cuerpo, deslizó las piernas por el borde de la cama y se levantó. Se quedó helada al darse cuenta de que todavía llevaba puesta la chaqueta de Kurama. Sus mejillas ardían cuando saltó de la cama y se la quitó para colgándola sobre el respaldo de la silla de su escritorio. Golpeando con la mano el despertador, se dirigió al baño. Entró al baño y cerró la puerta. Abrió el grifo de la ducha, se desvistió de la ropa del día anterior antes de empezar a ducharse y corrió la cortina, entró, dejando que el agua tibia corriera sobre ella mientras comenzaba a lavarse el cuerpo y el cabello. Enjuago el champú del cabello, pasando sus manos por su cabello para evitar posibles nudos y enredos. Tomó su gel de baño de flores de cerezo y su esponja vegetal, enjabonó la esponja, restregándose la piel.
Una vez que terminó, cerró el agua, salió, envolvió una toalla alrededor del cuerpo, se limpió el vapor del espejo del baño, tomo su lavado facial y reventó dos granos que estaban listos. Se puso crema para manchas en las que no estaban y esperaba que para mañana cuando se despertara ya hubieran desaparecido más o menos. Tomó su cepillo de dientes y comenzó a cepillarse los dientes.
Abrió la puerta, salió para ir a su habitación, abrió el cajón de su ropa interior, sacó un sostén y bragas al azar, y luego se movió a un cajón diferente, sacó un par de medias negras. Se vistió con el uniforme escolar que colgaba en la parte posterior de la puerta. Se acababa terminar de poner las medias cuando una pequeña maceta blanca apareció en el alféizar de la ventana, encima de la cama. Las flores de lavanda violeta y las flores de manzanilla blanca se erguían orgullosas, y su dulce aroma se extendía por toda la habitación junto a la rosa azul que le regalo, la cual olía como él.
Giró sobre sus talones, se alejó de las flores y se dirigió hacia su tocador. Se sentó en su taburete, tomó su cepillo para el cabello y cepillo su largo cabello blanco con reflejos rosados. Sacó su secador de pelo y lo enchufó, después haberse secado y exprimido el exceso de agua de su cabello con una toalla.
Empezó a desenredarlo con cuidado y luego agarró el secador. Su pelo era tan suave y sedoso después de tantos cuidados que le daba para tenerlo en ese estado vivo y saludable. Si quiera, podría utilizar la peineta y volver a tener el largo correcto de su cabello, pero lo descartó de inmediato después de usarlo una vez cuando le cortaron el cabello en la batalla que hubo contra la restauración de sus armas espirituales, y de que una de sus sirvientas usará la peineta para volverlo al largo que lo tenía. Y que actualmente es hasta debajo de la cintura. No tardó mucho en secarse el pelo. Apagó el secador y lo dejó a un lado junto al cepillo que utilizó. Tomo su kit de maquillaje y se maquillo con la menor cantidad posible para cubrir sus ojeras y las imperfecciones de su rostro. Sabía que no debía hacerlo, pero no le importaba. Quería que al menos pareciera que no le pasaba nada malo. Sabía que su familia podía ver a través de esa fachada, pero en ese momento no le importaba nada.
Agarró su mochila y se la echó al hombro mientras bajaba las escaleras y vio a Tama ya levantada y preparando el desayuno para todos. El aroma del té recién preparado llenaba la cocina mientras Himemiya sostenía la taza con ambas manos, dejando que el calor calmara el frío de la mañana. Sus ojos se movían rápidamente por los documentos y reportes frente a ella, absorbiendo cada detalle sobre de Sanabara, INFINITY, Infershia, y los asuntos de sus aliados en el Makai. Aunque su rostro estaba sereno, por dentro su mente trabajaba a toda velocidad, resolviendo problemas antes de que se convirtieran en crisis.
La Santidad bajó su taza al escuchar el suave sonido de pasos en las escaleras la hizo levantar la vista. La puerta de una de las habitaciones se cerró, seguida de otra, y pronto el bullicio familiar llenó la casa. Una leve sonrisa se dibujó en sus labios al ver a Tama, sirviendo los platos con una eficiencia que solo ella podía manejar. Tama tarareaba una melodía suave, sus orejas catunas moviéndose ligeramente cada vez que alguien se acercaba.
Primero llegó Yuichiro, con su cabello plateado despeinado y los ojos dorados degradados en rosa brillando de curiosidad, aunque todavía algo somnolientos. Llevaba su peluche favorito bajo el brazo, pero intentaba parecer serio, como si ya fuera un adulto.
–Buenos días, mamá. –Dijo con una ligera inclinación de cabeza, tratando de mantener la compostura, aunque el hambre lo delataba.
Shirayuki y Aqua llegaron detrás de él. Shirayuki, con su elegancia innata, tomó asiento con la gracia de una dama noble, mientras que Aqua bostezó ruidosamente, frotándose los ojos y lanzando una sonrisa traviesa a Tama. Ambos tenían la piel pálida y los ojos carmesí, pero sus personalidades no podían ser más diferentes.
Finalmente, Kuronue y Chihaya entraron al comedor. Kuronue, saludó con un asentimiento mientras tomaba asiento junto a Himemiya. Había una confianza relajada en sus movimientos, pero sus ojos escaneaban el lugar con el instinto protector que nunca lo abandonaba. Chihaya, lucía impecable como siempre. Su cabello largo y oscuro caía en suaves ondas mientras se sentaba al lado de sus hijos, revisándolos con una mirada maternal que delataba su preocupación constante.
–Espero que hayan dormido bien. –Dijo Himemiya mientras tomaba otro sorbo de su té y cerraba uno de los informes. Su voz era tranquila, pero cada palabra llevaba un peso de autoridad que hacía que incluso los más pequeños se enderezaran un poco en sus sillas.
Yuichiro miró a su madre con admiración, aunque intentaba disimularlo –¿Puedo ayudar hoy con algo? Quiero aprender más sobre el trabajo en INFINITY.
Shirayuki frunció el ceño, fingiendo desinterés –Él solo quiere estar cerca de Hime-basan todo el tiempo.
Aqua río entre dientes –¿Y quién no? Hasta Tama parece estar más activa cuando tía Hime está cerca.
Tama bufó suavemente, aunque una sonrisa juguetona apareció en su rostro mientras servía un plato más de comida –No digas tonterías, Aqua. Siempre soy eficiente.
Himemiya no pudo evitar reír suavemente ante el intercambio. Kuronue cruzó los brazos, una sonrisa apenas visible en sus labios –Es bueno que estén aprendiendo a bromear. El humor es importante cuando se lleva una vida tan complicada como la nuestra.
Chihaya asintió, tomando un sorbo de sangre tibia de su copa especialmente preparada –Y hablando de complicaciones, Lian, ¿has pensado en cómo manejar los asuntos en Infershia y el Makai al mismo tiempo?
–Siempre lo hago. –Respondió Himemiya, su tono era calmado, pero había un brillo de determinación en sus ojos– Por eso me aseguro de estar al día con cada detalle, aunque eso implique sacrificar horas de sueño. Mi prioridad es mantener a todos ustedes seguros.
Los gemelos intercambiaron una mirada de admiración hacia su madre, y Yuichiro la miró fijamente, como si tratara de absorber toda la fortaleza que ella irradiaba. Kuronue, siempre el pragmático, añadió:
–Sabes que no tienes que cargar con todo sola. Aquí tienes a un equipo más que dispuesto a ayudarte.
Himemiya lo miró directamente a los ojos, una conexión silenciosa pasando entre ellos. –Lo sé, Kuro-niichan. Pero mi deber como reina, CEO y madre es asegurarme de que todo esté en orden. Y cuando no lo esté, sabré que tengo a los mejores aliados a mi lado.
El desayuno continuó con conversaciones más ligeras. Yuichiro contó una pequeña anécdota de algo que había soñado, mientras Aqua y Shirayuki discutían sobre quién era el mejor estratega entre sus ancestros vampiros. Tama intervino con sus comentarios sarcásticos, manteniendo el ambiente animado.
–Está bien, entonces podemos irnos. No queremos llegar tarde.
–Tama, ¿podrías peinar correctamente el pelo de Yue? –Le preguntó Chihaya a la sirvienta gata.
Tama, con sus orejas felinas moviéndose levemente ante la petición, dejó su plato sobre la mesa con un suspiro teatral.
–Siempre soy yo la que tiene que lidiar con estos pequeños desastres. –Dijo, pero había un toque de cariño en su tono mientras se acercaba a Yuichiro, quien intentaba escabullirse.
–¡No necesito que me peinen! –Protestó el pequeño zorro-dios, dando un paso atrás y cubriendo su cabeza con las manos.
–Oh, claro que sí, jovencito. –Respondió Tama con una sonrisa afilada, extendiendo las manos para atrapar al niño.
Himemiya observaba la escena con una leve sonrisa mientras tomaba el último sorbo de su té –Yoko-chan, no hagas esto más difícil. Tama-chan solo quiere que estés presentable.
Kuronue, sentado tranquilamente con los brazos cruzados, miró la escena con diversión –Deja que lo atrape, Yue. Si corres, solo será peor.
Aqua, siempre dispuesto a bromear, añadió con una risa –Deberías rendirte. Tama siempre gana.
Yuichiro miró a su madre con ojos suplicantes, pero al ver su tranquila mirada de "haz caso", soltó un largo suspiro y dejó caer los brazos. Tama aprovechó la oportunidad y comenzó a peinar su cabello plateado con movimientos precisos pero cuidadosos.
–Ves, no es tan malo. –Dijo Tama mientras trabajaba.
–Dices eso porque no eres tú la que tiene que soportarlo. –Gruñó Yuichiro, aunque permaneció quieto.
Shirayuki, con una elegancia innata, se inclinó ligeramente hacia Chihaya –¿Por qué no dejar que lo haga solo? Quizá sea hora de que aprenda.
Chihaya negó con una sonrisa paciente –Porque su idea de "peinarse" es pasar los dedos por el cabello y decir que está listo.
Yuichiro miró a su madre con sus grandes ojos dorados con un rosa degradado en la parte superior de cada iris rasgado, que destellaban una mezcla de súplica y desafío. Pero la tranquila mirada de Himemiya, esa que parecía transmitir paciencia infinita y un toque de autoridad divina, fue suficiente para que el pequeño zorro-dios cediera con un largo suspiro de derrota.
Dejó caer los brazos, resignado, mientras su cabello plateado brillaba bajo la luz matutina. Tama, siempre rápida y eficiente, se acercó con un cepillo en mano, moviendo su cola felina con satisfacción.
–Sabía que lo entenderías, pequeño. –Dijo con un tono burlón mientras comenzaba a peinar su cabello con movimientos precisos pero cuidadosos. Sus manos eran expertas, desenredando con delicadeza cada mechón mientras murmuraba algo sobre "príncipes que no saben cuidar de sí mismos".
Yuichiro frunció el ceño, sus orejas de zorro moviéndose nerviosamente. –Esto no es necesario... Podría hacerlo yo mismo si me dejaran.
–Claro, y aparecerías en público con el cabello como si hubieras salido corriendo de un tornado. –Replicó Tama, rodando los ojos mientras su cola se agitaba ligeramente, divertida.
Aqua, observa la escena con una sonrisa torcida, sus colmillos apenas visibles –Deberías rendirte, Yoko. Tama siempre gana, ¿no lo has aprendido aún?
–Silencio, Aqua. –Murmuró Yuichiro, aunque una leve sonrisa traicionó su fachada molesta.
Shirayuki, con su habitual elegancia, se inclinó sobre la mesa y añadió con suavidad –Es mejor aceptar la ayuda. Un cabello bien cuidado refleja disciplina, ¿sabes?
Yuichiro resopló, sus orejas inclinándose hacia atrás, pero no protestó más. Himemiya, que observaba la escena mientras terminaba su taza de té, no pudo evitar una sonrisa de orgullo. A pesar de las constantes travesuras de su hijo, Yue siempre demostraba su lado obediente cuando más importaba.
Tama terminó de peinar a Yuichiro, dándole un ligero golpecito en la cabeza –Ahí tienes, ahora luces como el príncipe que eres.
El niño se miró en el reflejo de la ventana y, aunque intentó fingir indiferencia, una pequeña sonrisa de satisfacción apareció en su rostro –Supongo que está bien.
Himemiya dejó su taza sobre la mesa con un movimiento elegante pero decidido, poniéndose de pie. Su porte, digno de una reina y líder nata, atrajo la atención inmediata de todos en la habitación. Tama dio un paso atrás tras finalizar su tarea, admirando con orgullo su obra: Yuichiro, con su cabello plateado perfectamente arreglado, parecía un pequeño príncipe listo para enfrentar cualquier desafío.
–Gracias, Tama-chan. –Dijo Himemiya con voz suave pero firme, una mezcla de autoridad y aprecio. Luego, su mirada se posó en Yuichiro, quien jugueteaba con las mangas de su chaqueta. Una sonrisa cálida cruzó sus labios– Y tú, pequeño zorro, ahora estás listo para enfrentar el día.
Yuichiro, aunque intentó mantener su típica expresión seria, no pudo evitar que sus orejas de zorro se movieran ligeramente hacia arriba, traicionando su orgullo.
Himemiya enderezó su postura, emanando una energía que hizo que todos en la mesa se detuvieran y la observaran –Está bien, chicos, apúrense. Tenemos una larga jornada por delante, y no podemos permitirnos perder el tiempo.
La autoridad en su tono hizo que incluso Aqua, que estaba a punto de lanzar otro comentario sarcástico, se enderezara en su asiento.
Kuronue se levantó, estirándose –Es hora de movernos. Shirayuki, Aqua, no se queden atrás.
Los gemelos asintieron y siguieron a sus padres hacia la salida, mientras Tama recogía los últimos platos y se aseguraba de que todo estuviera en orden antes de partir.
La familia se movió en un ritmo fluido, cada uno ajustando lo necesario antes de salir del templo. Yuichiro, ahora con el cabello perfectamente peinado, se unió al grupo, murmurando algo ininteligible, pero no podía ocultar la leve sonrisa de orgullo que se formó en su rostro. Himemiya los observó con un brillo en los ojos, su corazón lleno de orgullo y amor. Se pusieron los zapatos y Himemiya cerró la puerta detrás de ella, despidiéndose de Tama mientras salía del templo, los cinco se dirigían a la escuela mientras Chihaya se dirigía a su trabajo en el hospital.
Una suave brisa se deslizaba a través de la habitación y alborotaba las puntas del cabello de los chicos. Vestían su uniforme escolar y Himemiya llevaba el cabello suelto como siempre. Su labio partido por fin se había curado, al igual que sus moretones habían desaparecido, y en su piel ya no habían manchas de color amarillo, verde, azul y morado. Un aire dulce se arremolinaba a su alrededor, los últimos rayos del invierno se desvanecían dando paso a la primavera. Había podido salir de la casa vestida solo con un suéter grueso y sin abrigo. Finalmente, un poco de calor acompañaría los días.
El grupo descendió por el sendero que conectaba el templo con la entrada principal del pueblo. Los rayos del sol se filtraban entre los árboles, pintando sombras danzantes en el suelo mientras los murmullos de la familia llenaban el aire.
~
Las actividades de Kurama se limitaban a los confines de su ciudad, pero estaba seguro de que su supervisión no era particularmente estricta y estaba dispuesto a vivir con esa sentencia. Debido a la escuela, no tenían muchas oportunidades de viajar en primer lugar.
Aparte de su confinamiento, la vida progresó como de costumbre, y sus compañeros de clase no sabían en absoluto que compartían el espacio del aula con criminales previamente buscados. Kurama tuvo la suerte de tener un asiento en la esquina trasera junto a la ventana. El asiento en sí era ideal para los estudiantes que amaban holgazanear, pero Kurama no era ese tipo de estudiante. Tal vez no aprovechaba la última fila tanto como lo harían otros estudiantes de secundaria, pero apreciaba la vista del patio de la escuela. Tenía el punto de observación perfecto para cualquiera que jugara afuera, ya sea para su clase de gimnasia o simplemente para quemar energía durante sus descansos. Las clases ya habían terminado por el día, por lo que el patio de la escuela estaba lleno de estudiantes jugando, pero Kurama todavía estaba en su escritorio leyendo un libro para una clase posterior. Este era su patrón habitual. No era miembro de ningún club, pero siempre se sentía más productivo con su tiempo en la escuela, especialmente con los recursos a su disposición. El aula también estaba más tranquila, pero eso cambió cuando los gritos se hicieron aún más fuertes, sacándolo de su lectura.
Los gritos se hicieron aún más fuertes hacia un grupo de estudiantes afuera, también con sus camisetas puestas y otros estudiantes vistiendo un atuendo deportivo distinto, apiñados unos con otros con una pelota naranja a sus pies.
Kurama vio tras la ventana del aula quienes eran y al ver que eran la Clase especial de la escuela de Kuronue, los gritos se hicieron aún más fuertes, y él vio a Himemiya y a los chicos en el grupo de estudiantes apiñados allí. Se veía hermosa con su camiseta sin mangas, acompañada del número 12 y el nombre Sanabara en el pecho y una falda de color blanca con detalles en negro y rojo, medias largas negras, tenis deportivas, su sello rosario y lleva guantes negros. Su cabello estaba en una coleta alta.
Era un grupo compuesto por estudiantes tanto de la clase de Sanabara como de la de Meiou, y parecía como si estuvieran dividiendo los equipos para un partido de tres contra tres entre las dos clases. Kurama sonrío levemente.
Dos de los compañeros de clase de Kurama se encontraban en su asiento, charlando animadamente entre ellos, pero su conversación se detuvo en cuanto uno de ellos notó la presencia de Kurama. Ambos, con curiosidad y entusiasmo, se giraron hacia él. Habían estado observando por la ventana, pero ahora sus ojos se fijaron en él con una mezcla de admiración y expectación.
–Oye, Minamino, ustedes dos... ¿son amigos de verdad? –Uno de los chicos se acercó a su escritorio, adoptando un tono más serio pero con evidente fascinación. Los rumores sobre los estudiantes de Sanabara siempre estaban a la orden del día, pero escuchar algo más directo siempre les emocionaba. Sabían que Kurama no era como los demás chicos de la escuela, y la figura imponente de su familia solo alimentaba la intriga. Sin embargo, su pregunta estaba dirigida a algo más, algo que los chicos ya habían escuchado a menudo.
–¿Siempre fue así Himemiya? –El chico hizo un gesto hacia la ventana, donde se veía el auto de Himemiya estacionado, junto con Yuichiro, Shirayuki, Aqua, y Kuronue. Todos ellos, estudiantes destacados de Sanabara, eran conocidos por su aura intrigante y a menudo rodeados de misterio. Además, su estatus social como aristócratas, vampiros, y otras criaturas sobrenaturales sólo añadía un aire de misterio a la academia.
Kurama, acostumbrado a las preguntas curiosas, simplemente se encogió de hombros. Aunque sabía que había mucho que ocultar sobre la verdadera naturaleza de su vida y la de los demás estudiantes de Sanabara, no podía simplemente ignorar a sus compañeros. No era fácil contener la fascinación por todo lo que les rodeaba.
–Sí, supongo que sí. –Kurama respondió con calma, sin desvelar nada más, consciente de que las preguntas que seguían no tardarían en llegar.
–Oye, una cosa más. –El chico que antes se había levantado de su escritorio se acercó a Kurama, mirando a los demás compañeros que ahora se mantenían en silencio, atentos a la conversación– He escuchado rumores de que muchos de ustedes no son como los demás... quiero decir, no son solo humanos, ¿cierto? ¡Es decir, ustedes siempre están rodeados de los vampiros puros y esas criaturas raras! ¿Cómo es que logran convivir con todos esos tipos? No es común ver a alguien como Shirayuki Kuran o incluso a Yuichiro por aquí, ¿verdad?
Kurama parpadeó un momento ante la naturalidad de la pregunta. No era una sorpresa que los estudiantes de Sanabara causaran tanto revuelo, pero la curiosidad genuina en los ojos de sus compañeros de clase le hizo sentir una ligera incomodidad. Después de todo, no podía revelar que la escuela de Sanabara albergaba secretos mucho más grandes que simplemente una mezcla de razas de diferentes especies, incluyendo a seres sobrenaturales y cazadores de vampiros que coexistían en un equilibrio precario.
–No es como si tuviéramos alguna opción. –Kurama dijo con una sonrisa que ocultaba algo más profundo– Sanabara tiene su propio sistema. Si no estás dispuesto a aprender a convivir con todas estas diferentes razas, te resultaría difícil. Pero, como siempre, la gente aquí sigue las reglas. –Se detuvo un momento, como si pensara bien sus palabras antes de hablar– Y bueno, todos somos... muy buenos amigos.
El chico que había preguntado asintió lentamente, pero claramente no estaba satisfecho con la respuesta, su rostro reflejaba una mezcla de duda y fascinación. La atmósfera en el aula había cambiado un poco, y Kurama sabía que no solo sus compañeros, sino también otros estudiantes curiosos, podrían haber escuchado la conversación. Aunque los estudiantes de Sanabara siempre intentaban mantener un perfil bajo, los rumores sobre las razas híbridas, los aristócratas vampiros y las diferentes criaturas que asistían a esa escuela se expandían como fuego.
Finalmente, otro compañero, un poco más callado y cauteloso, se inclinó hacia adelante.
–¿Así que... todo lo que estamos viendo aquí es solo para que todos los demás sigamos creyendo que no hay nada raro, cierto? –El chico parecía querer indagar más, aunque su tono denotaba que no quería presionar demasiado.
Kurama se inclinó hacia atrás en su silla, sonriendo sutilmente mientras se cruzaba de brazos.
–Digamos que la magia de Sanabara está en lo que no vemos, no en lo que nos muestran. Lo importante aquí es que, aunque todos tenemos nuestros secretos, todo tiene su lugar. –Kurama pausó un momento, observando a los chicos que lo miraban con ojos brillantes– Y nadie se ve afectado por eso... si mantienen la calma.
El chico se quedó pensando por un momento, claramente tratando de entender lo que Kurama quería decir. La realidad era que los estudiantes de Sanabara, con sus distintas razas y habilidades, convivían en un ambiente tenso pero controlado, bajo la supervisión de figuras poderosas como Himemiya, quien, por su parte, mantenía el equilibrio entre ellos y las fuerzas externas.
Kurama sonrío, ya no fingiendo que seguía leyendo su libro. Observó cómo Himemiya y su equipo celebraban alegremente juntos y chocaban los cinco con el tirador. Siempre era agradable ver a Himemiya, Kuronue, Aqua, Shirayuki y Yuichiro interactuando bien con los demás. A diferencia del antiguo Kurama, Kuronue y a la 107 Lillianne nunca habían tenido prejuicios contra los humanos. Los veía como una especie más débil, pero no necesariamente inferior. Le llevó un tiempo adaptarse a su limitado conocimiento humano, pero cuando comenzó la escuela secundaria, su falta de prejuicios le permitió adaptarse muy bien. Kurama miró a su compañero de clase que le preguntó sobre su relación con Himemiya y los demás; el chico también había estado viendo el juego y, por un breve momento, Kurama se preguntó si algo sobre su herencia demoníaca hacía que Himemiya y él fueran más atractivos para los humanos.
~
–¡Excelente, Anne, Yue! ¡Espera! ¡Quédate ahí!
Zhivago rodeó a su nuera y su nieto con una mirada profunda, asegurándose de que estuvieran en la mejor posición para continuar con el entrenamiento. Himemiya y Yue estaban sentadas en el suelo de su cueva en posición de loto, sus ojos cerrados, con el rostro desencajado por la intensa concentración que requería la técnica.
–No fallaré. –Dijo con firmeza, la determinación brillando en sus ojos.
–Pueden lograrlo. ¡Superen sus límites! –Dijo Zhivago con voz alentadora, su tono lleno de confianza.
La tercera sesión de entrenamiento estaba resultando ser la más difícil hasta el momento. Ahora que Himemiya y Yue habían dominado la conexión con las personas mental básica con las personas más cercanas a ellos, estaban trabajando en expandir su alcance y fortalecer su poder mental. A medida que el esfuerzo aumentaba, se podía ver cómo aparecían gotas de sudor en sus frentes, y su respiración se había vuelto superficial por el esfuerzo. Cada segundo exigía más de su energía.
–¡Bien, ahora suelten! –Dijo Zhivago.
Yue dejó de concentrarse, exhalando profundamente –Mire, oji-chan. ¡Esta vez no me desmayé! –Exclamó, sus ojos brillaban de emoción. Él la observó en silencio, admirando su progreso.
–Realmente estáis haciendo un gran progreso. –Sonrío cálidamente Zhivago– Pero creo que es hora de que descanses un momento.
Himemiya negó con la cabeza, mirando a su mentor con firmeza –¡No, Zhivago-tousan! ¡Todavía podemos seguir! ¡Podemos superar nuestros límites, como usted dijo!
Zhivago observó a su nuera con preocupación. Sabía que ella y Yuichiro estaban empujándose demasiado. Aunque eran fuertes, temía que sus cuerpos no pudieran soportar el esfuerzo excesivo.
–Estoy bien, oji-chan. –Insistió Yuichiro, levantándose con dificultad– Sólo un poco más y podremos lanzar la red más lejos...
Zhivago levantó una mano –Todavía no. –Dijo con firmeza– El esfuerzo excesivo es simplemente contraproducente. Además, hay algo importante que quiero discutir con ustedes. ¿Volvemos al jardín? Prepararé té.
Himemiya miró a Yuichiro y luego a Zhivago, suspirando en silencio –Está bien... –Dijo, aunque a regañadientes. Ambos se pusieron de pie y siguieron a Zhivago fuera de la cueva, cruzando la cascada mística que los rodeaba. A medida que se adentraban en el campo de flores que tanto les gustaba, las plantas parecían animarse al verlos regresar, formando una cómoda silla de flores y enredaderas a su alrededor. La enredadera florida les ofreció tazas de té caliente, la mezcla especial que preparaba el propio Zhivago.
Himemiya vació tres tazas de un solo sorbo antes de recordar el propósito de su visita al jardín.
–¿De qué quería hablar? –Preguntó, finalmente, mirando a su suegro con interés.
Zhivago permaneció en silencio por un momento, tomando un sorbo de su té antes de hablar –Parece que estamos haciendo progresos en la expansión de sus parámetros, especialmente después de tu tiempo con Genkai. Pero antes de continuar, quiero saber más sobre tu experiencia individual. Lo que realmente estamos trabajando es en la conexión mental, o técnica Tsunagu.
–Tsunagu. –Repitió Himemiya, reflexionando sobre la palabra.
Zhivago asintió –Es un método especializado, pero la forma en que se manifiesta es única para cada persona. Quiero saber, cuando entran en la mente de alguien, ¿cómo se ve todo eso en su cabeza?
Himemiya nunca antes hablado de eso, pero ahora que lo mencionaba, recordó claramente las imágenes –El mundo en mi mente es oscuro, como un vacío. Pero dentro de ese vacío, hay puntos de entrada. Como un corredor, con puertas. Hasta ahora hay cuatro, cada una correspondiente a una persona.
–¿Y de quién son esos? –Preguntó Zhivago, interesado.
Himemiya concentró su mente, y las puertas aparecieron ante ella –La puerta de Yue es la más grande, porque nuestra conexión es la más fuerte. Es celeste, y tiene un brillo similar al de su poder. Shirayuki es rosa, suave y cálida, mientras que la de Aqua tiene un tono azul profundo, similar al de sus ojos. Y la puerta de Kuronue... es un color púrpura oscuro, con un toque de algo metálico. Son tan distintas, pero cada una refleja su esencia.
Zhivago observó en silencio, pensativo
–Ya veo. Estas puertas indican una conexión fuerte, una que te tomas muy en serio. Me alegra saber que no abusas de esa confianza.
Yuichiro, que había permanecido en silencio durante la conversación, miró a Zhivago con seriedad –Pero no siempre es tan simple, ¿verdad? –Intervino con una pregunta que llevaba mucho tiempo guardada– Hemos llegado a un punto donde el poder mental y las conexiones entre nosotros no sólo nos fortalecen... también nos hacen vulnerables.
Zhivago lo miró con intensidad, reconociendo el cambio en su tono –Es cierto, Yue. El poder mental es una herramienta poderosa, pero también puede ser un riesgo si no se maneja con cuidado. Cada vez que conectas con alguien, compartes parte de ti mismo, y esa vulnerabilidad puede ser explotada si no tienes cuidado.
Himemiya frunció el ceño –Pero eso también es parte del proceso. Si no nos abrimos a esos lazos, no podemos avanzar. El amor, la confianza... esas son las claves. Y si nos mantenemos cerrados, nunca superaremos nuestras limitaciones.
Zhivago asintió lentamente, sabiendo que su nuera tenía razón –Lo que dices es cierto. Pero también debemos ser cautelosos. Hay un equilibrio entre abrirte a los demás y protegerte a ti mismo.
Yuichiro, cruzando los brazos, reflexionó por un momento antes de hablar –Es un riesgo que debemos correr si queremos ser más fuertes. Pero, ¿cómo sabemos cuándo es suficiente? ¿Cuándo estamos forjando un lazo y cuándo estamos siendo imprudentes?
Zhivago suspiró, mirando a ambos con pesar –Esa es la verdadera pregunta, Yue. El poder mental puede crear vínculos profundos, pero también puede dejar heridas que no se curan fácilmente. El desafío es aprender a controlar ese poder sin perderse en él.
Himemiya se levantó lentamente, la determinación volviendo a brillar en sus ojos –Lo entiendo, Zhivago-tousan. Pero no quiero vivir con miedo a lo que pueda pasar. Superaremos esos límites, aunque cueste. Y lo haremos juntos, sin importar lo difícil que sea.
Yuichiro la miró con una mezcla de orgullo y preocupación –Tienes razón. No dejaremos que el miedo nos controle. Pero debemos ser conscientes de lo que está en juego. No podemos permitir que nuestra ambición nos haga perder el camino.
Zhivago asintió con satisfacción, sabiendo que ambos habían comprendido la lección –Bien, eso es lo que quiero oír. Ahora, sigan adelante con el entrenamiento. Pero recuerden, siempre hay más en juego que solo la fuerza. El corazón y la mente deben trabajar juntos.
Con esa reflexión, el trío regresó a la cueva, listos para continuar con su entrenamiento, pero ahora más conscientes que nunca de la importancia de mantener un equilibrio entre el poder y la vulnerabilidad. Sabían que aún les quedaba un largo camino por recorrer, pero juntos, estaban listos para enfrentarlo.
~
Himemiya se movió en su asiento en el tren, gimiendo de incomodidad mientras despertaba de un sueño profundo. Era el último viaje en tren de ella y Yuichiro desde las afueras de la ciudad. Habían terminado oficialmente con su entrenamiento a partir de esa mañana.
Todo salió perfecto para Himemiya y Yuichiro, ya que el año escolar estaba a punto de comenzar. Entre el año escolar anterior y el entrenamiento de verano, sentía que apenas había tenido la oportunidad de respirar. Durante el año escolar anterior, todos los fines de semana los pasaba en Infershia y todos los demás días los pasaba en la escuela, con los Kuran-Sakurai y los Kuran-Kiryuu. Himemiya había recibido los reportes e informes y estados de cuenta de la empresa por parte de Hikaru mientras revisaba los informes de sus soldados cuando estuvo en Infershia.
Bostezó y se estiró sobre el asiento. Arrugó una de sus sudaderas para usarlas como almohada mientras Yoko dormía en su regazo. Había podido pasar tres meses seguidos con su suegro y de su familia, aunque no tengan ningún lazo consaguineo, los unía un lazo muy fuerte, así que sí, los extrañó en cuanto se fueron. Riéndose para sí misma, recordó cómo fue su última despedida.
《Flash Back》
–Vamos, hijo mío. –Dijo Himemiya suavemente, extendiendo una mano hacia él. Yuichiro asintió y la siguió sin vacilar.
El trayecto por el palacio era solemne. Las columnas y arcos que sostenían los altos techos estaban decorados con intrincados grabados que narraban las glorias pasadas del clan. Los sirvientes se movían con diligencia a su alrededor, pero se detenían momentáneamente para inclinarse en señal de respeto cuando Himemiya y Yuichiro pasaban. Las pisadas de ambos resonaban en los relucientes pisos de madera, que brillaban como espejos bajo la tenue luz que se filtraba por los ventanales.
Finalmente, llegaron a un conjunto de puertas gigantescas al final del pasillo. Estas puertas, más imponentes que cualquier otra en el palacio, estaban bañadas en oro y adornadas con esculturas de guardianes celestiales que parecían cobrar vida entre remolinos de nubes y flores talladas. Su mera presencia parecía irradiar poder y autoridad, como un umbral hacia algo trascendental.
Himemiya detuvo su paso frente a las puertas, tomó su bastón ceremonial y lo agitó ligeramente. Con un suave crujido, las puertas comenzaron a abrirse, revelando una habitación bañada en sombras. La única iluminación provenía de candelabros colgantes y una ventana alta, situada justo detrás del majestuoso trono. La luz de las velas proyectaba destellos dorados sobre las paredes, llenando la sala con una atmósfera solemne y casi mística.
Yuichiro entró detrás de su madre, sus ojos ajustándose a la penumbra. Aunque podía sentir el peso de las expectativas que descansaban sobre sus hombros, se mantuvo firme. Este no era solo un paso hacia sus deberes como príncipe; era el inicio de un camino que lo llevaría a enfrentar tanto los retos de su linaje como los de su destino.
Himemiya se detuvo frente al trono, su porte sereno y elegante irradiando calma, pero sus ojos denotaban una mezcla de alivio y determinación. Habían pasado seis meses desde que ella y Yuichiro habían permanecido en Infershia para entrenar bajo la estricta tutela de Zhivago. Ahora, el tiempo había llegado. Debían regresar al Ningenkai, y cumplir con las responsabilidades que también les correspondían.
Zhivago, sentado en el imponente trono, una silla magníficamente tallada con intrincados diseños que parecían contar historias ancestrales, levantó la mirada hacia ellos con una mezcla de orgullo y expectación. El respaldo del trono estaba decorado con filigranas doradas, mientras que los cojines de seda roja y negra acentuaban su opulencia, parecía menos majestuoso frente a la imponente figura del anciano regente. Su mirada, penetrante y sabía, observaba a los dos con intensidad, como si estuviera evaluando el resultado de su arduo entrenamiento.
–Anne, Yoko. –Su voz grave resonó en la sala– Los seis meses han pasado más rápido de lo que esperaba. Aunque para ustedes, imagino, se sintieron como una eternidad.
Himemiya inclinó levemente la cabeza en señal de respeto, su larga cabellera plateada cayendo en cascada sobre su hombro. A su lado, Yuichiro, mantenía una expresión firme, aunque aún se podía percibir un dejo de cansancio en sus ojos. Ambos habían sido sometidos a un riguroso entrenamiento, perfeccionando sus habilidades divinas y demoníacas bajo la estricta supervisión de Zhivago.
–Fue una eternidad y, al mismo tiempo, un abrir y cerrar de ojos, Zhivago-tousan. –Respondió Himemiya con suavidad, su tono reflejando tanto gratitud como cansancio– Pero sabemos que era necesario. Ahora estamos más preparados para enfrentar lo que venga, tanto aquí como en el Ningenkai.
Zhivago asintió lentamente, sus dedos tamborileando en el reposabrazos del trono. Detrás de Himemiya, Akiko se mantenía cerca, sus colas de zorro agitándose levemente, una muestra de su inquietud. Aunque no había participado directamente en el entrenamiento, había sido una espectadora constante, observando cómo Himemiya y Yuichiro se forjaban bajo la presión.
–No cabe duda de que ambos han avanzado enormemente. –Zhivago continuó, su tono ahora más suave– Pero recuerden, el entrenamiento nunca termina. Especialmente para aquellos que tienen responsabilidades tan grandes como las suyas.
Yuichiro asintió, su postura firme mientras daba un paso adelante. Durante esos meses, había aprendido a mantener la compostura, incluso cuando las palabras de Zhivago eran duras o desafiantes.
–Lo entendemos, oji-chan. Estos seis meses han sido... reveladores. Estoy listo para enfrentar lo que el Ningenkai requiera de mí. –Su voz tenía un matiz de determinación, aunque un observador atento podría notar el rastro de duda que aún luchaba por desterrar.
Akiko, que hasta entonces había permanecido en silencio, dejó escapar una risa ligera, su mirada traviesa fija en Yuichiro.
–Y aún así, tienes esa mirada de "déjenme dormir un poco más". –Comentó burlonamente, moviendo una de sus colas con gracia mientras se cruzaba de brazos– Aunque debo admitir, estás mucho más elegante y disciplinado que hace medio año.
Yuichiro se llevó una mano al cabello, revolviéndolo un poco en un gesto casual, pero la sonrisa que apareció en sus labios dejó entrever su afecto por la presencia de Akiko.
–Gracias por el cumplido, Akiko. Aunque tú no tuviste que soportar a oji-chan corrigiéndote cada cinco minutos.
–Oh, créeme, Yui. –Respondió Akiko con una sonrisa pícara– Si alguna vez me sometiera a su entrenamiento, probablemente no sobreviviría ni una semana.
Himemiya lanzó una mirada de advertencia, pero sus labios se curvaron levemente en una sonrisa. Zhivago, en cambio, dejó escapar una carcajada profunda, algo raro en él, pero que rompió momentáneamente la solemnidad de la situación.
–Akiko, al menos eres honesta. –Dijo Zhivago, recostándose en su trono– Aunque no estoy seguro de si eso es algo bueno viniendo de un demonio zorro.
El ambiente se suavizó por un instante, pero luego volvió a cargarse de solemnidad cuando Himemiya alzó la voz nuevamente.
–Tou-san, aunque aún hay mucho por aprender, confiamos en que estamos mejor preparados para cumplir con nuestras obligaciones en el Ningenkai. –Sus ojos brillaban con determinación, pero también con un dejo de tristeza. Sabía que el tiempo en Infershia había sido un respiro de las responsabilidades humanas, y que regresar significaba sumergirse nuevamente en los retos del otro mundo.
Zhivago asintió, levantándose de su trono con un movimiento fluido y sorprendentemente ágil para alguien de su edad. Su figura parecía aún más imponente de pie, y su mirada recorría a ambos con una mezcla de orgullo y severidad.
–Infershia siempre estará aquí para ustedes, pero ahora es momento de que cumplan con lo que les espera fuera de estas tierras. –Se detuvo por un momento, como si buscara las palabras correctas– Anne, Yoko... no olviden lo que han aprendido aquí. La fortaleza no solo está en sus poderes, sino también en sus decisiones.
Ambos asintieron, conscientes del peso de esas palabras. Himemiya respiró hondo, girándose hacia la salida mientras sus pasos resonaban en la sala. Yuichiro la siguió de cerca, con Akiko caminando a su lado. Las puertas del salón se abrieron, revelando un camino iluminado por la luz de un sol pálido, como si el mundo mismo reconociera que estaban listos para enfrentarlo una vez más.
《End Flash Back》
Al haber entrenado con su familia, se habían vuelto más fuertes. Podía notar los cambios que habían ocurrido durante su tiempo lejos. Sus músculos estaban más fuertes, pero era la confianza que tenía en su conciencia espiritual lo que más la emocionaba. Era casi como un reflejo ahora, una nueva parte de ella que podía doblar a voluntad. El Reigan de Yusuke y la espada de Kuwabara también se habían vuelto más fuertes.
El tren llegó a la parada de Sarayashiki, despertó a Yuichiro y ambos saltaron de sus asientos, ansiosos por estirar las piernas. Ambos agarraron sus respectivas mochilas.
–Es bueno estar en casa.
–Yo también. No puedo creer que finalmente hayamos terminado con el campamento de entrenamiento para abuelas malvadas.
Himemiya se río entre dientes –Es una forma de decirlo.
Yuichiro se puso de puntillas esperando a que se abrieran las puertas del tren. Necesitaba salir a caminar para tomar el aire fresco y el sol. Las puertas se abrieron de golpe y ambos reservaron una cafetería en el puesto de café más cercano. Himemiya tomó dos cafés y sostuvo la bandeja mientras Yuichiro arrastraba sus maletas. Ellos charlaron sobre el próximo año escolar, de cómo estarían todos y lo que les depararía el futuro. Ya era principios de julio y solo les quedaba un mes para que comenzaran las clases.
Acababan de llegar a la puerta de entrada cuando empezó el gran debate sobre si ir directo al hospital para que Chihaya los vea o curarse por su propia cuenta como siempre.
Himemiya abrió la puerta principal y ambos adolescentes se quitaron los zapatos. Yuichiro se quitó la mochila y la dejó junto a la mesa cuando una voz detrás de él lo sobresaltó.
–Ya era que volvieran.
Él saltó, poniendo su mano sobre su corazón –¡Ba-san! Me asustaste.
La niña mayor puso los ojos en blanco, se acercó y le alborotó el cabello de sus cabellos –¿Cuándo fue la última vez que se lavaron y cortaron el cabello?
Himemiya se encontraba de pie junto a Yuichiro, quien estaba sentado en el borde del sofá, mirando a Chihaya con una mezcla de incomodidad y gratitud. La vampira pura sangre los observaba en silencio, sus ojos analíticos recorriendo cada centímetro de sus figuras. No solo estaba preguntando cómo estaban, estaba evaluándolos. Cada herida, cada golpe, cada marca tenía su atención.
Chihaya se acercó un poco más, su mirada fija primero en Himemiya, luego en Yuichiro. Himemiya llevaba una túnica ligera, aunque las mangas remangadas dejaban entrever rasguños en sus brazos, además de un vendaje alrededor de su muñeca izquierda. Sus cabellos plateados estaban algo desordenados, y una ligera sombra de fatiga nublaba sus ojos normalmente brillantes. Yuichiro, por su parte, vestía una camiseta gris ajustada y pantalones oscuros. Su hombro derecho tenía un vendaje que se asomaba bajo la tela, mientras que un hematoma fresco se extendía desde su pómulo hasta cerca de su mandíbula.
Yuichiro evitó la mirada de su tía, inclinando la cabeza para mirar sus piernas, donde algunos hematomas aún se destacaban contra su piel pálida.
Antes de que alguno pudiera responder, Kuronue entró en la sala. El demonio murciélago, con sus alas plegadas y una expresión de mezcla entre preocupación y exasperación, los miró con las cejas levantadas. Detrás de él, Shirayuki y Aqua, sus hijos y primos de Yuichiro, se asomaron con expresiones igualmente tensas.
Kuronue se cruzó de brazos, apoyándose contra el marco de la puerta mientras miraba a Yuichiro y Himemiya con una mezcla de reproche y curiosidad –Entiendo que ambos estuvieron entrenando con Genkai y Zhivago-tousan, pero sinceramente, ¿qué tipo de entrenamiento los deja en este estado?
Himemiya, que estaba sentada en el sofá con la espalda recta, le devolvió una mirada calmada, aunque un leve cansancio se percibía en sus ojos plateados –El tipo de entrenamiento que nos hace más fuertes. Sabías que no sería fácil desde el principio, Kuronue.
Yuichiro, sentado a su lado con un vendaje que cruzaba su hombro y un corte aún visible en la mejilla, levantó la vista hacia su tío –Fue intenso, sí, pero nada fuera de lo que esperábamos. Ojii-chan y Genkai-baasan no nos dan tregua, pero es porque quieren que alcancemos nuestro máximo potencial.
Kuronue dejó escapar un suspiro, moviendo ligeramente una de sus alas plegadas –Lo entiendo, sobrino, pero hay una diferencia entre exigirse y acabar al borde del colapso. –Frunció el ceño, sus ojos de zafiro brillando con frustración.
–Oji-san, no te preocupes tanto. Esto no es nada comparado con lo que aprendimos. ¡Puedo sentirme más fuerte cada día! –Exclamó Yuichiro, algo exasperado, aunque su tono carecía de malicia real. Él también sabía que el murciélago demonio tenía razón, pero el orgullo aún le pesaba.
–Cálmense. –Dijo Aqua, alzando una mano antes de que la discusión escalara. Su mirada se suavizó mientras se dirigía a Himemiya– ¿Qué tan graves son las heridas?
–No tan graves como parecen. –Himemiya forzó una sonrisa, aunque era evidente que estaba cansada– Yue y yo sabemos cómo cuidarnos, Aqua. No es la primera vez que lidiamos con algo así.
Shirayuki se adelantó, pasando junto a Kuronue y Aqua para examinar más de cerca los vendajes de su tía –Sí, pero cada entrenamiento desgasta. No puedes esperar recuperarte al cien por ciento si no te tomas el tiempo para hacerlo. –Sus dedos delgados tocaron uno de los vendajes de Himemiya, ajustándolo ligeramente– Al menos permitamos que ka-san los vea para que sanen más rápido.
Himemiya asintió ligeramente, sabiendo que no tenía sentido discutir cuando Shirayuki usaba ese tono calmado pero implacable –Está bien.
–Bien. –Shirayuki se irguió, su expresión volviendo a su habitual serenidad.
Aqua se dejó caer en una silla cercana, mientras observaba cada herida visible –Lo importante es que están bien y aquí.
Yuichiro sonrío débilmente, aliviado de que la conversación estuviera perdiendo su tono acusador –Lo intentaremos. No prometo nada.
–Siempre tan testarudo. –Kuronue sacudió la cabeza con una mezcla de fastidio y cariño, aunque una pequeña sonrisa se formó en sus labios.
Chihaya puso los ojos en blanco mientras veía a su esposo convertirse en masilla en las manos del Nephalem. Cualquier preocupación que él pudiera tener sobre las niñas se desvaneció con su disposición alegre –Vamos, niña, vamos a arreglarte el cabello.
Himemiya dejó que Shizuru la guiara hasta el baño y la sentara en la silla que había colocado frente al lavabo. Se relajó y dejó que Shizuru le aplicara champú y acondicionador en el cabello. Mientras la niña mayor trabajaba, Himemiya cerró los ojos y dejó que su mente divagara.
La última vez que había estado en casa había sido la última vez que había dormido profundamente. No solo los tres meses anteriores la habían pateado el trasero, sino que en casa de Genkai, los sueños habían regresado con toda su fuerza. Siempre los mismos. La voz que la llamaba.
–Hija.
–Hija.
–Vuelve a casa.
–Eres lo suficientemente fuerte para luchar contra esto.
–Pelea.
Himemiya se sobresaltó cuando su corazón empezó a latir con fuerza.
–Bueno, te iba a pedir que te sentaras. ¿A dónde fuiste? –Chihaya le frotó el hombro con gentileza, intentando calmarla.
Himemiya parpadeó rápidamente, como si intentara organizar sus pensamientos –Yo, eh... Solo necesitaba un poco de aire fresco. –Su voz era más baja de lo habitual, casi tímida, algo raro para alguien como ella.
Chihaya arqueó una ceja, claramente no convencida –¿Aire fresco, después de lo que pasaron en el entrenamiento con Zhivago-sama y la maestra Genkai? Lian, no soy tonta. Te conozco.
–Es cierto, ba-san. –Intervino Yuichiro desde el otro lado de la sala, aún apoyado contra el marco de la ventana. Había estado observando la interacción en silencio hasta ese momento. Su mirada estaba llena de preocupación, aunque trataba de mantener su tono ligero– Haha-ue, lo que sea que esté pasando, puedes decirnos.
Himemiya suspiró y se dejó caer en una silla cercana. Por un momento, se quedó mirando el suelo, las manos entrelazadas frente a ella. Finalmente, habló.
–No quería preocuparlos... pero es que... He tenido este extraño sueño desde hace un tiempo. Desde que mis poderes han vuelto lentamente. No sé. Ni siquiera puedo decirte qué creo que puso en marcha, pero puedo decirte que lo que sea que venga, es grande. –Se pellizcó el puente de la nariz, cerrando los ojos como si tratara de aclarar su mente– Sé que parece una locura, pero... no he podido dormir bien desde entonces.
Chihaya estaba apoyada contra el mostrador, limpiando las tijeras de peluquería, la observó en silencio. Había aprendido a leer entre líneas cuando se trataba de su hermana, y aunque Himemiya intentaba sonar tranquila, la tensión en su voz y su postura la delataban.
Con un movimiento ágil, Chihaya cubrió a Himemiya con una capa y seccionó su largo cabello plateado. El suave clic de las tijeras al abrirse y cerrarse llenó el aire mientras ordenaba sus pensamientos.
–No suena como una locura. –Respondió Chihaya finalmente, cortando con precisión un mechón rebelde– En todo caso, suena como una advertencia. Los sueños no siempre son solo sueños, especialmente en nuestra familia.
–Sí... pero esta vez se siente diferente –Murmuró Himemiya, su voz casi un susurro. Sus ojos se encontraron con los de su hermana en el espejo frente a ellas– Es como si algo estuviera tratando de alcanzarme, de advertirme. Pero no puedo entenderlo del todo.
Chihaya dejó las tijeras sobre la mesa por un momento, colocándole una mano en el hombro –Entonces tal vez deberíamos enfrentarlo juntas. No tienes que cargar con esto sola.
Yuichiro, quien había estado escuchando desde el sofá, levantó la mirada de los informes que estaba leyendo –¿Es algo que podamos investigar? Tal vez oji-chan o Nori-senpai, Shizuka, Akiko-neesan, tengan una idea de lo que significa.
–Podría ser... –Respondió Himemiya, pensativa– Pero hay algo más. No es solo un sueño recurrente. Siento que está conectado con nosotros, con nuestra historia, con todo lo que somos.
Kuronue entró en la habitación en ese momento, rascándose la cabeza y dejando escapar un bostezo exagerado –¿Y qué es eso de un sueño ominoso? Porque, ya sabes, los sueños raros generalmente significan problemas en nuestra línea de trabajo.
–Gracias por el voto de confianza, oji-san. –Comentó Yuichiro con sarcasmo.
–No es falta de confianza. –Dijo Kuronue con una sonrisa tranquila– Es solo que si algo está revolviendo los poderes de Hime, probablemente signifique que todos vamos a tener un viaje interesante pronto.
–Eso no es muy alentador, Kuronue. –Dijo Chihaya, arqueando una ceja.
–Bueno, si algo viene, prefiero estar preparado. –Respondió el murciélago demonio con un encogimiento de hombros.
Shirayuki y Aqua, quienes habían estado observando desde la puerta, intercambiaron miradas. Shirayuki, con una expresión seria, fue la primera en hablar –Tía Hime, ¿has intentado meditar sobre ello? Quizás puedas desentrañar más detalles si profundizas en esos sueños.
Aqua añadió con un tono más relajado –O tal vez no sean solo sueños. ¿Y si estás captando fragmentos de algo real?
Himemiya suspiró profundamente, dejando caer la cabeza hacia atrás –Eso es lo que temo. Pero no quiero involucrarlos a todos si no estoy segura.
–Ya estamos involucrados, Haha-ue. –Dijo Yuichiro con suavidad, poniéndose de pie y colocándole una mano en el hombro– Siempre hemos estado contigo, y no vamos a detenernos ahora.
Chihaya se agachó frente a Himemiya para quedar a la altura de los ojos de la chica sentada –No te preocupes, no estás sola. Cuando estés lista. –Se quedó en silencio mientras terminaba de cortar prolijas capas en el cabello largo de Himemiya. El silencio se transformó en uno de comodidad y camaradería mientras Chihaya secaba y peinaba el nuevo corte de Himemiya– ¿Qué opinas?
El cabello de Himemiya, que había comenzado a rozar la mitad de su trasero, ahora terminaba en su cintura con largas capas cortadas a lo largo. Chihaya lo había peinado hacia atrás para que flotara a su alrededor –Guau. Gracias. Me encanta.
Chihaya sonrío y la empujó fuera del baño –Ahora es tu turno, Yue. –Llamo al chico y él se dejó cortar el cabello sin decir nada.
~
Himemiya se dejó caer en la cama, gimiendo por el cansancio de sus músculos. Enterró la cara en la almohada, respirando profundamente mientras se acurrucaba en la cama. Le dolía todo. Había pasado el último mes poniéndose al corriente con la escuela y el trabajo. Dejó que sus ojos se cerraran, agradecida por la oportunidad de una siesta después de la escuela.
Hija.
El fuego y las explosiones estallaron a su alrededor. Su piel ardía como si estuviera en llamas. Todo ardía intensamente y le dolía. Sangraba por algún lado. Le ardían las venas y sentía como si su sangre estuviera hirviendo.
Hija.
Una mano le echó el pelo hacia atrás, sobre la oreja.
–Ella nunca tuvo una oportunidad. Espero que tú sí la tengas.
Los ojos azules la mantuvieron clavada en el lugar, con todo su cuerpo temblando de miedo.
–Por favor, sólo quiero ir a casa.
–Sólo quiero ir a casa.
–¡Ayúdame!
–YO SOY.
Himemiya se sentó erguida, aspirando aire para sus pulmones. Un sudor frío le corría por la espalda y la hacía temblar violentamente. El fuego que había estado ardiendo dentro de ella en su sueño se había calmado y la había dejado fría y vacía. Se pasó una mano por el cabello sudoroso, miró hacia afuera, agradecida de ver que el sol comenzaba a ponerse. No había dormido tanto tiempo y podría darse una ducha antes de volver a la cama. Tropezando por el pasillo hacia la cocina, agarró un vaso de agua, saltó y casi lo dejó caer cuando sonó el teléfono.
–¿Hola?
–Lo haré. En cuanto llegue a casa lo haré.
–¿Eh? ¿Kei-chan?
–¿Quién más podría ser?
–¿Qué estás diciendo? –Himemiya se colocó el teléfono entre la oreja y el hombro y se incorporó hasta el mostrador. Levantó un pie y dejó que la otra pierna colgara, apoyándose en los gabinetes.
–Voy a invitar a Yusuke a una cita.
Himemiya estaba tomando un sorbo de agua cuando Keiko hizo su revelación. Inhaló con fuerza y luego tosió, ahogándose con el líquido –¡¿QUÉ DIABLOS?! –Se calmo para alterar a su familia– ¿Estás loca?
–¡No! Solo... Eso era lo último que esperaba que dijeras. ¿Estás segura de que estás lista?
–Estaba preparado. La pregunta es ¿está preparado Yusuke?
Himemiya suspiró, frotándose la sien con una mano mientras sostenía el teléfono con la otra –Creo que está listo.
–¿Has tenido noticias de él? ¿Te ha dicho cuándo volverá a casa?
–No.
–Espero que sea pronto. Pasaré por aquí mañana antes de que empiece la escuela para que podamos caminar juntos. Hablaremos más sobre ello, ¿de acuerdo?
–Sí, claro. Mira, Kei-chan, no te preocupes, ese idiota llegará pronto a casa. Todo estará bien, ¿de acuerdo?
–Está bien. Gracias, Hime.
–Sí, adiós. –Antes de que Keiko pudiera decir otra palabra, Himemiya colgó. Suspiró y saltó del mostrador, encaminándose hacia la ducha. Necesitaba relajarse y descansar todo lo que pudiera. Mañana era sábado y mientras Keiko y sus amigas estaban en la escuela, Himemiya y Chihaya tenían trabajo que hacer.
~
–Pero ¿cómo que todavía no regresa? –Preguntó Keiko por las X veces en estos últimos seis meses.
–Han pasado seis meses desde que se fue. Dijo que iba a la montaña a entrenar. –Dijo Atsuko en un tono tranquilizador.
–No puedo creerlo.
Atsuko se enroscó un mechón de pelo en el dedo. No parecía preocuparle el rostro irritado de Keiko.
–De vez en cuando llama por teléfono. Así que creo que sigue con vida. Algún día regresará. No sé cuánto tiempo piensa quedarse por allá.
–Ya estoy muy preocupada por él. –Dijo Keiko un poco decepcionada mientras miraba hacia abajo con una expresión triste en sus rasgos– Tal vez Yusuke nunca vuelva. –Ese pensamiento la lastimó profundamente, no es de extrañar por qué. Había estado haciendo esto durante mucho tiempo y después de cada incidente, su conflicto dentro de su corazón solo se hacía más grande mientras que su confianza en ser capaz de encontrar una oportunidad para estar en una relación con Yusuke solo disminuía.
–No, no te preocupes. –Exclamó alegremente mientras agarraba a la morena por el hombro– Regreso a la vida después de su muerte, ¿cierto? Así que va a estar bien. –Sus palabras enfurecieron un poco a Keiko por dentro, pero no dijo nada y simplemente se despidió de Atsuko y salió del edificio, sintiéndose más molesta de lo habitual.
–Al menos debería decirnos dónde está... –Dijo Keiko frustrada– Siempre se va sin decir nada... –Pero su estado de ánimo cambió rápidamente como una moneda al ver una figura familiar caminando hacia ella. Vestía una camiseta blanca sucia y unos vaqueros azules. Su cabello era más largo y estaba hecho un desastre y parecía un poco musculoso, pero a pesar de todo eso, sonrío ampliamente al mirar a su mejor amiga de la infancia.
–¡Hola Keiko! ¿Cómo estás? –Saludó Yusuke a la chica que tenía una expresión de sorpresa en su rostro.
–¡Y-Yusuke! –Keiko corrió hacia él y se arrojó a sus brazos, con lágrimas de alegría brotando de sus ojos.
~
Los ojos esmeralda brillaron cuando Kurama observó a la chica que estaba frente a él. Estaba vestida de forma elegante y sobrio: un abrigo largo color beige claro, un jersey de cuello alto en tono neutro y pantalones ajustados negros de corte recto, aretes plateados y unos zapatos de tacón bajo. Su largo cabello blanco esta peinado con una trenza decorativa que cae sobre su espalda. Tenía un café en una mano y la otra metida en el bolsillo. Estaba apoyada contra la barandilla que rodeaba el lago y parecía la imagen de la indiferencia adolescente.
–¿Shuichi?
Se giró y miró a Shiori –¿Sí, madre?
–¿No es Hime-chan? –Shiori le sonrío a su hijo, viéndolo levantar una ceja. Había notado lo distraído que estaba desde que entraron al parque. Hoy era martes, así que no era su día habitual para estar allí, pero había decidido que debían salir a celebrar el comienzo del año escolar. Casi todos los sábados desde que había salido del hospital, ella y Shuichi habían dado paseos tranquilos por el parque, paseando por los mercados y disfrutando del paisaje. Había notado de vez en cuando lo distraído que estaba en las últimas semanas, aparentemente buscando a alguien y ahora lo entendía.
Kurama entrecerró los ojos, enfocándose en la figura distante que caminaba con elegancia entre los árboles. La luz del sol que atravesaba las ramas daba un brillo tenue a su largo cabello oscuro, y su porte distinguido no dejaba lugar a dudas. Era Himemiya.
Una oleada de emociones lo golpeó de improviso. Había pasado tiempo desde la última vez que la vio, pero la imagen de ella nunca se había desvanecido de su mente. Sin embargo, lo que más lo desconcertaba era por qué había estado pensando tanto en ella últimamente. No podía negar la intriga ni el magnetismo que sentía cada vez que la recordaba.
–Parece que tienes razón, madre. –Murmuró finalmente, su voz calmada pero con un deje de sorpresa.
Shiori le dio una palmadita en el brazo, complacida –Entonces, ¿no crees que deberías saludarla? Es una buena oportunidad, ¿no crees? –Preguntó, su tono alentador pero con un matiz de picardía maternal– Volveré en unos minutos. –Lo empujó un poco hacia adelante antes de deslizarse en la dirección opuesta. Kurama suspiró. Como si pudiera negarle algo.
Kurama vaciló un instante, su mirada aún fija en Himemiya. Ella parecía absorta en sus pensamientos, deteniéndose de vez en cuando para observar las flores o el agua que corría por el riachuelo cercano. Era como si estuviera en un mundo completamente suyo, un mundo al que él no estaba seguro de tener derecho a entrar.
Pero algo dentro de él le impulsó a moverse. –Quizá sí. –Respondió con un suspiro leve antes de dirigirse hacia ella.
Mientras Kurama se acercaba, Himemiya pareció sentir su presencia, levantando ligeramente la cabeza. Sus ojos se encontraron, y durante un breve momento, el tiempo pareció detenerse. Ella parpadeó, sorprendida al verlo allí, y luego una sonrisa suave curvó sus labios –Hola.
–Hola.
–¿Qué te trae por aquí un martes? ¿No tenéis actividades extraescolares? –Preguntó Himemiya, girando ligeramente la cabeza hacia Kurama mientras caminaban por el sendero arbolado. Su tono era curioso, pero ligero, como si quisiera mantener la conversación en un terreno cómodo.
Kurama esbozó una pequeña sonrisa, siempre sereno y la miró directamente –Has vuelto.
El comentario fue directo, pero cargado de un significado más profundo. Himemiya se quedó quieta por un instante, sorprendida por lo claro y preciso de sus palabras. Luego asintió ligeramente, una sonrisa tenue apareciendo en su rostro.
–Sí, volví hace un mes aproximadamente. –Respondió en voz baja, como si estuviera probando cómo se sentían esas palabras al decirlas en voz alta.
–Es extraño que no te haya visto por aquí. –Sonrío con sorna al notar el rubor que subía por sus mejillas. Él lo sabría, la había estado buscando, aunque quizás no quiso admitirlo ni siquiera para sí mismo. Al principio fue inconsciente: una mirada al pasar, un destello de esperanza cada vez que visitaba el parque. Incluso llegaba a inhalar profundamente, tratando de percibir su fragancia en el aire. Pero había pasado tanto tiempo desde la última vez que la vio, desde que desapareció sin aviso al terminar el año escolar.
Himemiya inclinó la cabeza ligeramente, una sonrisa irónica curvando sus labios –Es extraño, todavía estás respondiendo preguntas con otras preguntas. –Su tono era juguetón, pero no carecía de sinceridad. Se cruzó de brazos, estudiándolo como si tratara de leer más allá de sus palabras– Pero he estado ocupada. –Añadió, encogiéndose de hombros con una indiferencia que parecía ensayada.
Kurama no dejó pasar su respuesta, tan calculada como siempre –Ya veo. –Dijo con su tono sereno– Pasé por la empresa en algún momento de julio. Tu asistente, Hikaru, dijo que estabas de baja prolongada durante el verano. Espero que te haya ido bien el verano.
Himemiya no pudo evitar sonreír con algo de diversión. La forma en que hablaba, tan correcta y elegante, siempre le parecía intrigante –Sí. Estuve con Yusuke entrenando con la maestra Genkai y estuve conviviendo con tu padre adoptivo este verano. Esta viejo, pero sigue estando fuerte para malcriar a Yue. –Respondió, observándolo detenidamente para captar su reacción.
–Ya veo. Si mi padre es así con Yoko, ya debo imaginarme como será cuando mi madre lo conozca. –Himemiya asintió– ¿Cómo disfrutaste tu entrenamiento? Sé que ella puede ser bastante... –Antes de que Karama pudiera terminar su oración, un cuerpo voló entre ellos, casi derribando a Himemiya con la fuerza de su abrazo. Ella se tambaleó hacia atrás, gruñendo mientras se tambaleaba y golpeaba la barandilla en la que había estado apoyada. Un destello de cabello castaño la alertó sobre quién era su agresora y puso los ojos en blanco. Estableciendo contacto visual con Kurama, murmuró una disculpa.
–¡¡¡¡¡HIMEEEEEEEE!!!
Himemiya se atragantó un poco, apartando los brazos de Keiko de su cuello. Sostuvo a la niña a la distancia de sus brazos por los hombros y resistió el impulso de sacudirla con todas sus fuerzas –¿Kei-chan?
–¡Dijo que sí! Está en casa y dijo que sí, y ahora mismo vamos al cine y tienes que venir, y te necesito y sé...
Himemiya interrumpió el discurso de Keiko tapándole la boca con la mano –Ve más despacio. Una cosa a la vez.
Los labios de Kurama se curvaron en las comisuras, la diversión revoloteó en sus ojos mientras observaba la escena que se desarrollaba frente a él. Se aclaró la garganta ligeramente para hacer notar su presencia. Los ojos de Keiko se abrieron y se puso de un rojo brillante cuando se dio cuenta de que ese chico al azar había escuchado toda su crisis.
–Voy a retirar mi mano, pero más despacio. –Himemiya movió su mano y Keiko respiró profundamente.
–Le pedí a Yusuke que saliéramos y él dijo que sí. Recién llegó a casa esta mañana, se lo pedí y dijo que sí. Fue a ducharse y a cambiarse, y necesito que vengas conmigo ahora mismo. No puedo hacer esto sola, por favor, por favor, por favor, POR FAVOR. ¡Puede ser tu venganza por dejarme sola para invitarlo!
Himemiya parpadeó y suspiró. Le dio a Keiko un fuerte abrazo antes de dar un paso atrás y agarrarla por los hombros. La sacudió suavemente mientras hablaba –Vas a estar bien. Quiero decir, vamos, es Yusuke. El chico que ha estado enamorado de ti desde el jardín de infantes. ¿O no?
Keiko frunció el ceño, claramente molesta, y abrió la boca para replicar, pero Himemiya la interrumpió rápidamente –Hime. –Protestó Keiko, su tono más bien una mezcla de súplica y reproche.
Himemiya suspiró, cruzándose de brazos y mirando a su amiga con una expresión resignada –No aceptarás un "no" como respuesta, ¿verdad? –Dijo, aunque en su voz había más de cansancio que de verdadera pregunta. Sabía perfectamente cuál sería la respuesta.
Keiko le dedicó una sonrisa triunfante, inclinándose ligeramente hacia adelante como si su insistencia ya hubiera ganado la discusión –Si ya lo sabes, ¿para qué preguntas? –Replicó, como si fuera lo más obvio del mundo.
Himemiya rodó los ojos y negó con la cabeza, aunque una pequeña sonrisa jugueteaba en sus labios –Bien, bien. –Cedió finalmente– Pero te advierto una cosa: cuando entren, me largo. No me gusta ser la tercera rueda.
Keiko rió suavemente, entendiendo que esa era la forma de Himemiya de aceptar sin mostrarse demasiado complacida –Gracias, Hime. Sabes que no será tan malo.
–Eso está por verse. –Murmuró Himemiya mientras desviaba la mirada, aunque no podía evitar sentir cierto calor ante la insistencia de su amiga.
Se dio la vuelta para darles espacio, pero se detuvo en seco y miró por encima del hombro –¡Ah, y perdón por interrumpir tu cita!
Himemiya balbuceó y protestó. Kurama finalmente se río entre dientes, viéndola ponerse roja como un tomate y tartamudear. Observó cómo sus ojos iban de él a sus pies.
–¿Sería tan malo si lo fuera?
Ella se detuvo en seco ante su pregunta –¿Qué quieres decir?
Se acercó a ella, observando cada detalle de su rostro como si intentara memorizarlo una vez más, aunque ya lo conociera mejor que a sí mismo. Sus ojos se fijaron en los de ella, ese tono tan familiar y tan ajeno a la vez. Había algo en su mirada que le retorció el estómago, una mezcla de nostalgia y tristeza que lo hizo contener el aliento. Ella no lo recordaba, no recordaba lo que habían compartido, y sin embargo, esa chispa seguía ahí, latente, como un eco de algo que ambos habían perdido.
Himemiya sintió cómo sus ojos se abrían un poco ante la intensidad de la mirada de Kurama. Su respiración se aceleró y, casi inconscientemente, se mordió el labio inferior. La sensación de familiaridad era abrumadora, como si él fuera alguien importante, aunque no pudiera ubicarlo en sus recuerdos. Entre ellos, el aire parecía crujir, cargado de una tensión subyacente que no podía ignorar. Era como si el tiempo hubiera decidido detenerse, recordándoles que había algo más entre ellos, algo que ella no podía nombrar.
Kurama tragó saliva, su mente dividida entre la alegría de volver a estar cerca de ella y el dolor de que su conexión no fuera la misma. Se armó de valor, aunque sus palabras salieron más suaves de lo que esperaba –¿Sería tan malo si tuviéramos una cita? –Preguntó, con una mezcla de esperanza y cautela, intentando ocultar la profundidad de sus sentimientos bajo un aire de ligereza.
Himemiya lo miró, sorprendida, y su corazón dio un vuelco. Había algo en la forma en que lo dijo, en el tono de su voz, que la desarmó. Sin entender del todo por qué, su pecho se llenó de una calidez extraña, como si una parte de ella estuviera reaccionando a algo que no podía recordar.
–¡¡Shuichi!!
–¡Hime!
Ambos se miraron y Himemiya retrocedió, alejándose un par de pasos de Kurama y dirigiéndose hacia Keiko –Deberías guardar ese pensamiento. Al menos hasta que te vuelva a ver.
Himemiya lo observó por un largo momento, incapaz de apartar la mirada de él. Aunque su mente le decía que lo conocía apenas de unas palabras cruzadas, su corazón latía como si respondiera a un viejo amigo, o algo más profundo aún. Dando media vuelta, salió corriendo, agarrando la mano de Keiko y haciendo todo lo posible por no mirar hacia atrás.
Kurama permaneció inmóvil, observando cómo Himemiya se alejaba rápidamente, su cabello ondeando detrás de ella como un eco de su partida. Su corazón dolía, pero no con desesperación; era un dolor suave, teñido de esperanza. Había algo en su reacción, en la forma en que lo había mirado, que le decía que no todo estaba perdido. Aunque sus recuerdos seguían siendo un muro entre ellos, su conexión, esa chispa que habían compartido, seguía viva, aunque enterrada bajo el peso del tiempo y el olvido.
–Al menos hasta que te vuelva a ver. –Repitió para sí mismo, saboreando las palabras. Ella no lo había rechazado, no del todo. Había algo en su tono que lo animaba a esperar, a seguir intentándolo. Una leve sonrisa curvó sus labios, suave y melancólica, mientras sus ojos se posaban en el lugar donde ella había estado.
Keiko, siendo arrastrada por Himemiya, la miró de reojo, confundida pero sin decir nada. Sabía que algo había sucedido entre ellos, algo que ni siquiera Himemiya parecía entender del todo. Cuando finalmente se detuvieron a una distancia segura, Keiko suspiró y habló con cautela –¿Qué fue todo eso, Hime?
Himemiya apretó los labios, su mente una tormenta de emociones –No lo sé. –Admitió, con la voz temblorosa– Pero cuando lo miro... siento como si lo conociera de toda la vida. Como si fuera alguien importante.
Keiko la miró con curiosidad, pero no presionó más. En el fondo, tenía la sensación de que ese "Shuichi" era más de lo que Himemiya se atrevía a admitir, y que su historia no había terminado ahí.
Himemiya soltó un largo suspiro, todavía sintiendo el peso de la mirada de Kurama sobre ella, incluso desde la distancia. Era como si sus ojos hubieran atravesado las capas de su mente, buscando algo que ella misma no podía alcanzar. Caminó en silencio junto a Keiko, aferrándose con fuerza a la mano de su amiga como si fuera un ancla.
–Hime. –Keiko rompió el silencio después de un rato, su tono más suave ahora– ¿Estás bien?
–No lo sé. –Admitió Himemiya, finalmente soltando la mano de Keiko para cruzarse de brazos– Es como... como si algo estuviera tratando de salir a la superficie, pero no puedo entender qué es.
Keiko asintió lentamente, mirándola de reojo –¿Crees que tiene que ver con ese Shuichi? Porque claramente él no es un desconocido para ti, aunque digas lo contrario.
Himemiya se detuvo de golpe, haciendo que Keiko casi tropezara con ella –Eso es lo extraño, Keiko. –Dijo en voz baja, girándose para mirar a su amiga– Siento que lo conozco, pero no recuerdo cómo. Es como si hubiera una parte de mí que lo recuerda, pero mi mente no puede alcanzarla.
Keiko frunció el ceño, pero antes de que pudiera responder, Himemiya continuó, con la voz apenas un susurro –Y lo peor es que, cuando lo miro, no siento miedo o incomodidad. Siento... calidez. Como si estuviera segura con él.
Keiko ladeó la cabeza, observándola con preocupación –Quizá deberías hablar con él más a fondo. Quizá... él pueda ayudarte a recordar.
Himemiya negó con la cabeza rápidamente –No puedo, Keiko. ¿Y si todo esto es solo una fantasía mía? ¿Y si estoy confundiendo todo?
Keiko puso una mano en el hombro de Himemiya, obligándola a mirarla –Hime, a veces el corazón sabe cosas que la mente no puede explicar. Si él realmente significa algo para ti, tarde o temprano lo descubrirás. Pero huir no te llevará a ninguna parte.
Himemiya miró a Keiko durante un largo momento antes de apartar la mirada, mordiéndose el labio –Tal vez tengas razón –Murmuró finalmente– Pero ahora mismo, no estoy lista.
Keiko asintió, apretando suavemente su hombro –Está bien. Tómate tu tiempo, pero no te cierres. A veces, las respuestas llegan cuando menos las esperas.
Mientras continuaban caminando, Himemiya no pudo evitar mirar hacia atrás, aunque sabía que Kurama ya no estaba allí. Había algo en esa conexión, algo que no podía ignorar. Y aunque todavía no estaba lista para enfrentarlo, una pequeña chispa de esperanza brillaba en su interior. Quizá, solo quizá, el tiempo le daría las respuestas que tanto buscaba.
Mientras ambas se alejaban del parque, Kurama permanecía en la distancia, observándolas con una mezcla de melancolía y determinación. Sabía que Himemiya estaba luchando con algo más grande de lo que ella misma podía comprender. Pero también sabía que, tarde o temprano, su conexión volvería a surgir. Y cuando lo hiciera, él estaría allí para ella. Siempre lo estaría.
~
Algún tiempo después, Yusuke, de nuevo con su traje verde y el pelo peinado hacia atrás, se volvió hacia Kuwabara, con quien se habían topado en la calle y decidió unirse a ellos.
Yusuke miró de reojo a Kuwabara –Kuwabara, ¿tu brazo ya está bien?
Urameshi se sento con Kuwabara en una playa cercana mientras Keiko pedía batidos para todos.
–Sí, –Dijo Kuwabara sonriendo– la abuela Genkai me lo dejó muy bien con su onda espiritual. Mi brazo es más fuerte que antes. –Levantó un puño gigante– ¿Te gustaría probar su fuerza?
Yusuke se río –¡Ja! Claro que no. No te molestes. ¿Crees poder vencerme después de mi entrenamiento tan pesado y difícil?
–¿Qué clase de entrenamiento tuviste? –Preguntó Kuwabara con curiosidad, lo que valió un gruñido de Urameshi.
El rostro de Yusuke se ensombreció –Uno muy difícil... Cuando pienso en la dureza de ese entrenamiento infernal, me duele la cabeza.
《Flash Back》
Tanto maestra como alumno, estaban parados de cabeza, sostenidos de un solo dedo con energía espiritual.
–Tienes que reunir la Reihado en un solo punto, Yusuke.
Yusuke se balanceó boca abajo sobre el bloque con la púa usando la punta de su dedo. Todo su cuerpo gritó en protesta.
Genkai estaba en su propio bloque sin ninguna preocupación en el mundo –¡Muy bien, suficiente! ¡Ahora permanece en esa posición doce horas más!
–Ay... ¡No puede ser! –Espetó Yusuke.
~
Genkai y Yusuke se enfrentaron en la familiar sala de entrenamiento.
–Este entrenamiento es para atrapar el Reihado de un enemigo. Sino te concentras, te matará. –Dijo Genkai
Yusuke gimió levemente. Genkai disparó un rayo de energía espiritual que lo tiró de espaldas, a varios metros de distancia.
–¡No pararemos hasta que no seas capaz de atrapar el Reihado sin moverte un milímetro! –Le informó Genkai. Yusuke no podía moverse ni decir nada– ¡Ponte de pie!
Genkai le echó encima un balde de agua.
《End Flash Back》
–Me sentaba y meditaba en el fuego, después dormía sobre camas de aguja y...
Kuwabara parecía profundamente perturbado –¡AGH! –Gritó asustado– ¡Ya! ¡Olvídalo! Me da escalofríos solo de escuchar la clase de entrenamiento que tuviste.
–Y tened en cuenta que me sometí a entrenamientos más duro tres años en el Makai... –Himemiya se interrumpió por detrás de ellos, asustando a los chicos. Cuando le preguntaron dónde había estado, respondió que había estado ocupada en otro lugar.
–Pero gracias a ese entrenamiento, tanto Yusuke aprendimos técnicas nuevas. Pero también he estado trabajando muy duro en mi técnica de Tsunagu, así que se equilibró.
Yusuke levantó una ceja –¿Tsunagu? ¡No me habías contado nada de eso!
–No me diste la oportunidad. –Se río Himemiya– Pero también aprendí algunos secretos nuevos.
–¿En serio? ¡Me gustaría verlas! –Exclamó Kuwabara.
–Aquí tienen. ¿Qué quisieras ver? –Keiko eligió ese momento para acercarse con sus batidos en sus manos. Himemiya tuvo la sensatez de mantener su rostro neutral, pero los chicos no.
–Ah... Este... –Murmuró en voz alta– ¡Ah, sí! ¡Decíamos que queríamos ver una película! ¿Verdad, Kuwabara, Hime? –Mintió mientras se giraba nerviosamente hacia Kuwabara y Himemiya, que estaba él en el mismo estado que Yusuke.
–¡Sí, eso es! –Respondió el punk nervioso pero al menos logró seguirle el juego.
–¡Ah! ¡Cielos, que bueno! –Dijo Keiko con entusiasmo– ¡Entonces vamos!
–C-Claro...
Ni Himemiya ni Yusuke ni Kuwabara parecían impresionados, pero nuevamente no pudieron hacer nada.
El grupo comenzó a caminar hacia el cine. Yusuke tiró de la manga de Sakura y le dio un golpecito en la cabeza. Sakura asintió.
–¿Yusuke?
–¡Gracias por reunirte conmigo, chica zorra! –Yusuke sonaba furioso.
–Oh, vamos, Yusuke. Kei-chan te extraña. Quién sabe, tal vez lo disfrutes.
Yusuke gruñó –¿Y qué pasa con esta técnica Tsunagu? ¿Quieres contármelo?
–Tsunagu es mi entrenamiento con el patriarca del clan zorro. Significa conectar. Estoy trabajando en ampliar mi rango de telepatía y fortalecer mi energía espiritual. Las técnicas de Genkai tenían más que ver con mi fuerza física y mis habilidades de lucha, pero las dos están entrelazadas. –Himemiya le sonrío a Yusuke. Había crecido bastante en los últimos seis meses.
Yusuke le devolvió la sonrisa –Bueno, espero que no llegue a eso, chica zorra. No pensemos en eso ahora. Solo quiero relajarme.
Keiko se reía locamente unos pasos más adelante.
–¡Mira Urameshi, lo feliz que se ve Keiko-chan! –Comentó Kuwabara– Ella estaba realmente preocupada por ti.
–Ya veo. –Yusuke se dio la vuelta tímidamente y sus mejillas se calentaron un poco.
Yusuke tomó un sorbo de su batido y no respondió. Irritado, Kuwabara agarró a Yusuke con una llave de cabeza –Eres muy afortunado, ¿eh? –Gritó en sus oídos mientras su puño casi le sacaba la malteada de encima– ¡Me iré antes a casa para que te quedes con Keiko-chan!
–¡Ya cállate! No me molestes. –Se quejó Yusuke, pero se detuvo de repente. Sus ojos se dirigieron a un lugar aparentemente vacío en la calle cercana.
–Hime, ¿ves eso?
Himemiya lo miró –Sí.
–¡Yusuke! –Keiko hizo un pequeño puchero– ¡Date prisa! ¡La película ya va a comenzar!
Himemiya vio la expresión del rostro de Yusuke. Algo andaba mal.
Yusuke se frotó la nuca mientras esbozaba una sonrisa exagerada –Olvide comprar algunas cosas que necesito.
–¿Qué? –Keiko se sorprendió.
–Kuwabara, ¿puedes acompañarme por favor? –Urameshi se volvió hacia mi feo amigo y lo golpeé suavemente en el pecho. Parecía un poco enojado, pero de alguna manera logré hacerle llegar el mensaje antes de volverme hacia Keiko– Keiko, ¿no te molesta entrar sola, verdad? Apártanos algunos lugares.
–¡Yo preferiría ir con ustedes! –Ofreció Keiko, con un pequeño tartamudeo en su voz mientras parecía en conflicto.
–¡No! Es algo que quiero comprar. Es solo para hombres. –Yusuke estaba tratando de ocultar su pánico. Himemiya se quedó en silencio y solo desapareció en un diluvio de mariposas rosas con negro– ¡Espéranos! ¡No nos tardamos nada! –Prometió rápidamente antes de agarrar a Kuwabara por la muñeca y arrastrarlo corriendo.
–¡Los esperaremos adentro! –Dijo ella alzando un poco la voz para que escucharan antes de desaparecer en la siguiente esquina.
~
Mientras tanto, Yusuke había llevado a Kuwabara a un callejón vacío, soltó a Kuwabara y comenzo a caminar tranquilamente.
–Dime que es eso que querías comprar "solo para hombre". ¿Acaso es una revista? –Se río Kuwabara.
–¡Que tonto eres! –Dijo Yusuke con tono sombrío, ganándose una mirada interrogativa de él– ¿No te has dado cuenta?
Himemiya apareció detrás de Yusuke y Kuwabara con un movimiento rápido, casi silencioso, desprendiéndose de una pequeña nube de mariposas etéreas que se desvanecían tras de ella –Nos están siguiendo. –Dijo, su voz apenas un susurro, pero lo suficientemente firme como para captar la atención de ambos.
Efectivamente, detrás de los chicos había una pandilla de no menos de cinco miembros, todos con el mismo uniforme escolar gris y piel a juego. Marchaban en perfecta sincronía, sin expresión, pero con intención.
–No los reconozco. –Dijo Yusuke seguía mirando hacia adelante– ¿Qué podemos hacer?
–No estamos muy ocupados... –Respondió Kuwabara– ¿Por qué no jugamos un poco con ellos?
En ese momento, habían llegado a un terreno baldío.
–¿Saben ustedes quien soy yo? –Se jactó Kuwabara– ¡Soy el número uno de la secundaría Sarayashika, y me llamo Kuwabara-sama!
–No has cambiado nada... –Se jactó Urameshi mientras soltaba una breve risa arrogante.
Los cinco hombres sacaron navajas de bolsillo u otro tipo de armas peligrosas y afiladas que escondían debajo de sus mangas. Ahora que estaban más cerca, los chicos pudieron ver que sus ojos eran de un color carmesí mortal.
–Esto ya se puso feo. –Gritó Kuwabara– ¡Esos sujetos están locos! ¡Ya sacaron las navajas!
El hombre del centro se tambaleó hacia delante –Matar... Matar... Matar... Matar... ¡¡MATAR!! –Repitió y se abalanzó sobre Yusuke con el cuchillo en la mano.
Yusuke esquivó el ataque y contraatacó con una rápida patada que lo derribó. El resto de la pandilla se abalanzó sobre ellos y los cortó con espadas. Kuwabara se defendió de uno, mientras que Yusuke logró hacer un candado a otro.
Himemiya saltó, su ropa cambio y ahora viste un abrigo militar blanco largo con una mariposa estampada en la espalda, y vendajes que utilizaba para vendar la parte superior sus pechos, pantalones blancos metidos en botas negras y vendas envueltas alrededor de sus pechos, botas de tacón de aguja altas sobre la rodilla. Se interpuso en el camino de los dos últimos atacantes que la atacaban. Tomó un mechón de pelo de cada uno de ellos y golpeó sus cabezas.
–¡Hime, agáchate! –Gritó Yusuke. Himemiya cayó al suelo mientras Yusuke lanzaba el cuerpo del hombre que acababa de noquear contra los dos últimos.
–¡¿Quiénes son ellos?! –Preguntó asustado Kuwabara mientras los idiotas zombis se preparaban para otro ataque.
–Preocúpense por eso después. ¡Primero concentrémonos en luchar contra ellos! –Dijo Himemiya, colocándose al lado de los chicos.
Las cinco figuras se pusieron de pie –Matar... Matar... Matar... Matar... Matar... ¡Matar! –Se quejaron todas.
–Hablando de una mente unidireccional. –Suspiró Himemiya.
–¿Qué sucede, Urameshi, Himemiya-chan? –Preguntó Kuwabara.
–¡Demonios! ¡No quería pelear! –Yusuke puso de pie al frente.
La fuerza de su ataque sobresaltó a Kuwabara –¡El puño de Urameshi resplandece!
Yusuke colocó su mano izquierda sobre su muñeca mientras recargaba su energía espiritual.
Todo el lugar estaba bañado por la luz que emanaba de la mano de Yusuke –¡No seré tan violento contigo! –Sonrío mientras sus ojos se fijaban en esos adolescentes.
Los cinco hombres saltaron al aire, a punto de caer sobre los tres adolescentes.
Himemiya recolectaba energía en su dedo índice derecho y la libera en forma de rayo.
–¡Shottogan/Crescent Beam Shower! –Gritó con fuerza antes de dar un puñetazo al aire mientras Himemiya suelta el rayo, el rayo se dividía en múltiples rayos junto a miles de balas espirituales directamente a sus atacantes.
El sonido del ataque y los chillidos de sus objetivos eran ensordecedores. Y luego la luz se desvaneció y los cinco cuerpos cayeron al suelo.
–¡Arrasaron con varios de un solo golpe! –Jadeó Kuwabara– ¡Pareciera que dispararon con una escopeta!
–Bien, creo que ya podemos irnos al cine. –Sonrío Yusuke.
–Sí, seguro. –Kuwabara se volvió hacia Himemiya– Himemiya-chan, ¡esos fueron unos movimientos muy serios! ¿Desde cuándo peleas así?
–Desde que nací, ¿o no estabas prestando atención? –Himemiya puso los ojos en blanco– Es más, con un solo golpe podría patearte el trasero si tuviera que hacerlo.
Antes de que Kuwabara pudiera responder, Yusuke había dirigido su atención hacia la pandilla inconsciente en el suelo –¿Quiénes eran ellos? –Se agachó para inspeccionarlos más de cerca.
Kuwabara giró la cabeza de golpe –¡Espera, Urameshi! –Advirtió en un tono serio– Siento una presencia muy extraña... No es la de un ser humano... –Dijo mientras miraba cautelosamente a su alrededor.
–¡Miren, allí! –Susurró Himemiya. Los tres miraron hacia donde Himemiya les indicó y vieron una figura misteriosa con un sombrero de fieltro y una gabardina larga asomándose por la esquina junto con un pañuelo que le cubre la boca. Los había estado espiando.
Kuwabara señaló –¡Allí está!
La figura chilló y empezó a correr.
–¡Oye! –Gritó Kuwabara mientras Yusuke se ponía de pie y lo siguieron. Siguieron al fugitivo por el estrecho callejón y doblaron la esquina. Estaba a punto de abrirse paso por otro cuando el espía fue noqueado por un bate de béisbol en la parte posterior de la cabeza, enviándolo a estrellarse, su cuerpo tendido, inconsciente y ella se cernió sobre él, girando la cabeza al ver a Yusuke, Himemiya y su alto amigo, Kuwabara, acercándose a ella.
–Hola, Yusuke. Princesa Hime.
–¡Botán! –Exclamó Yusuke, sorprendido de ver a la deidad sosteniendo un bate.
Botan estaba de pie frente a ellos aparentemente vestida para el apocalipsis. En lugar de su kimono rosa, llevaba botas blancas, pantalones rojos ajustados, una chaqueta de motociclista negra y roja y llevaba un bate de softbol.
–¡Nii-san, Yoko-chan, Shiyu, Aqua! –Exclamó Himemiya, sorprendida de ver su familia a lado de la deidad.
Sus uniformes escolares fueron reemplazado por un hakui (túnica) blanca con sode-kukuri (cordones) rojos a través de las mangas y los hombros abiertos. Se ataban cuerdas llamadas muna-himo a cada solapa y se ataban al frente para mantener la prenda cerrada. El kosode de Himemiya sería muy parecido a un Kendo o Naginata Keikogi moderno, con la manga ajustada un poco como una camisa holgada moderna y extendiéndose ligeramente más allá de la muñeca. Las aberturas en los costados de su hakama y las aberturas en las mangas y los hombros de su hitoe (chaqueta) mostraban el kosode blanco que lucía. Este fue un efecto de moda deliberado. Un nagabakama de color rojo brillante, que incluía una pequeña tabla en la parte baja de la espalda, guantes sin dedos largos hasta arriba de los codos de color rojo, zapatos lace up color rojo. Shirayuki luce un obi o cinturón rojo sobre todas sus demás prendas.
Yuichiro ahora vestía un traje árabe de color blanco, al estilo de los beduinos jequeses, y similar a las ropas de Lawrence de Arabia, cubriendo todo su cuerpo, a excepción de parte de su rostro, orejas y cola de zorro.
Aqua lleva un traje negro, guantes y botas blancas y una capa atada alrededor de su cuello.
–¡Es la linda chica del cabello azul! –Murmuró Kuwabara, mirando a la chica de cabello azul con admiración.
La deidad suspiró interiormente, ignorando los comentarios del luchador callejero, centrando su atención en Yusuke y Himemiya.
Botan miró a la criatura que acababa de noquear –Los sujetos de la ciudad fantasma están entrando a la ciudad, ¿o no?
Himemiya fue y finalmente pudo observar detenidamente a la criatura que habían estado persiguiendo. A pesar de estar vestido como si fuera una película de cine negro, no era humano. La piel verde salpicada de manchas moradas era prueba suficiente de ello.
–No pueden ser humanos. –Dijo Kuwabara.
–¿Acaso tú sabes, Botan, quiénes son? –Preguntó Yusuke.
–Son enemigos peligrosos de un lugar al que iremos en nuestra próxima misión. –Comenzó Botan.
Yusuke le lanzó una mirada agitada a la parca y gruñó –¡Ay, por favor! Ya déjame en paz. Apenas regresé de un largo y agotador entrenamiento y me estas diciendo que tengo que ir a una misión. No soy esclavo de Koenma.
Botan miró a Yusuke con enojo mientras se alejaba –¿¡Entonces no te importa lo que le pase a la ciudad!?
El detective giró la cabeza y miró por encima del hombro –¿Qué quieres decir con eso?
Himemiya lo fulminó con la mirada –Cállate y escucha, genio.
–Gracias, Himemiya-chan. –Botan sonrío dulcemente, pero luego se mantuvo firme en la detective mientras le contaba las circunstancias de su estancia en Ningenkai– Ayer llegó una carta a casa de Koenma. Con un desafío de Las Cuatro Bestias Sagradas de la ciudad fantasma.
~
Jorge entró a la oficina de Koenma con una nota en la mano y el sudor visible por cada poro.
–Uh, ¿Koenma-sama? ¡Una carta!
–Estoy ocupado. Tengo mucho que hacer por estar viendo la pelea de Yusuke y Hime, cuando debería estar trabajando.
El príncipe niño estaba inundado de papeleo y no se molestó en mirar hacia arriba.
Jorge le entregó la nota con voz temblorosa –Recibimos una carta de parte de los Shiseiju.
Eso llamó la atención de Koenma –¡¿Qué recibimos qué?!
Tomó la nota y la leyó. Sus manos empezaron a temblar a medida que leía.
–Por su expresión, no me imagino que podrán estar pidiendo esos desalmados.
Koenma se había puesto completamente blanco –Quieren el derecho para emigrar en el Ningenkai bajo la firma y sello de la embajadora. –Chilló.
–¡¿Qué está diciendo, señor?! –Balbuceó Ogri horrorizado.
Koenma dejó la nota sobre el escritorio –Llama a Botan pronto. ¡Yusuke debe ponerse a trabajar de inmediato!
~
Himemiya escuchaba atentamente, pero Yusuke no parecía preocupado –Eso es muy fácil. Koenma solo tiene que ignorar la solicitud, ¿no es así? –Dijo finalmente, pensativo– Y a propósito, ¿qué son los Shiseiju?
La expresión de Botan se ensombreció –Los Shiseiju sagrados son los cuatro peores criminales del mundo de los espíritus. Son crueles y no sienten simpatía por nadie, esas bestias construyeron un fuerte e hicieron que otros renegados vivieran ahí. Como consecuencia de eso, se creo una ciudad sin ley, alrededor del fuerte. Ni siquiera los cazadores del Reikai pueden ir allá. Ese es el lugar al que llaman "la Ciudad de los Fantasmas y Apariciones". –Hizo una pausa y caminó de regreso hacia los humanos caídos que Himemiya, Yusuke y Kuwabara habían dejado inconscientes.
El detective la siguió, con voz y rasgos curiosos –Oye, Botan. ¿A dónde vas?
Botan se detuvo cuando llegó a los cuatro adolescentes inconscientes. Himemiya arqueó una ceja y se volvió hacia Yusuke y Kuwabara, la pregunta de 'qué diablos pasó aquí' brillando en sus ojos.
–Mira los sujetos a los que atacaron. –Respondió ella, señalando a los adolescentes inconscientes.
El detective mantuvo su mirada enfocada hacia abajo como ella solicitó, sus rasgos se tornaron en conmoción y disgusto cuando un gran insecto verde con alas salió volando de la boca abierta de uno de los chicos. Se alejó aleteando mientras Himemiya se estremeció e hizo todo lo posible por no vomitar mientras observaba. Incluso Kuwabara parecía tener dificultades para no vomitar.
–¡Uf! –Dijo Yusuke con asco– Está salido un insecto muy extraño de su boca. –Murmuró con disgusto mientras se volvía hacia Botan en busca de respuestas.
Kuwabara miró, con el rostro enfermo y perturbado por la vista, cubriéndose la boca para contener la bilis que subía de su garganta mientras la deidad explicaba qué eran los insectos.
–Se llaman Makai, parásitos del mundo espiritual. Y les gusta atacar la mente de las personas. Se entierran bajo la piel y luego alimentan el deseo primario de una persona. Las mentes ocupadas por este parásito desarrollan una necesidad de destrucción, poder físico y asesinato. –Dijo Kuronue.
Yusuke todavía parecía enfermo –Entonces tenemos que alertar a la población.
–Eso es imposible. –Dijo Aqua– La gente ordinaria no puede ver a estos insectos. Si ven a alguien con estas características, simplemente lo considerarían un psicópata.
–¡¿Y qué podemos hacer?! –Preguntó Yusuke, irritado por la situación.
–La única forma de salvar la ciudad es matando a los insectos. Y para poder hacerlo, tenemos que destruir la flauta que tiene el enemigo. –Respondió Botan con firmeza.
Yusuke la miró confundido –¿Una flauta?
Botan asintió –Los insectos no pueden permanecer por mucho tiempo en el mundo humano sin esa flauta.
–¡Lo entiendo! –Dijo Yue emocionado– ¡Es como los insectos que se sienten atraídos por la luz! ¡Pero en este caso, un tono de frecuencia!
–Bueno, esencialmente sí. –Asintió Botan.
Yusuke se quedó pensativo –¡Cielos! Botan, ¿será posible que el enemigo empiece a atacar este mundo ahora mismo?
–No, no lo harán de inmediato. –Dijo Botan con una expresión seria– El Reikai ha creado una barrera entre la ciudad de los fantasmas y las apariciones en el mundo humano. Están confinados dentro de un territorio delimitado.
Yusuke inclinó la cabeza hacia atrás para mirar al cielo mientras reflexionaba sobre la respuesta de Botan –Ya veo. Su objetivo es quitar esa barrera, ¿verdad?
–Los Shiseiju entregaran la flauta cuando quitemos la barrera, pero aún así sería el fin de todo.
–¿Qué quieres decir con "el fin de todo"? –Preguntó Yusuke, mirando directamente a Botan, Himemiya, Shirayuki, Yoko, Kuronue y Aqua.
–Pueden matar a todas las personas que viven en esta ciudad en un solo día, Yusuke. –Dijo Botan solemnemente. Yusuke y Himemiya tuvieron una imagen repentina del caos y la devastación que causaría una invasión de esa magnitud.
El silencio cayó entre los nueve, cada uno perdido en sus propios pensamientos.
Imágenes de destrucción y muerte llenaron la mente del chico de cabello oscuro y sus rasgos se volvieron decididos –Entonces, la única forma de salvar la ciudad es...
–Si, necesitas entrar al mundo de los fantasmas y destruir la flauta. Esa es la nueva misión que Koenma quiere que cumplas. –Dijo la peliazul.
–Ah, ya entiendo. ¿Me estás diciendo que debo ir a un lugar peligroso yo solo? –Gruñó en voz alta con irritación– ¡Koenma no tiene una pizca de corazón!
Himemiya gimió y se llevó las manos a la cabeza –Por favor, no me obligues a hacer esto. No quiero ir a otra dimensión.
–Aww. ¿Tienes miedo? –Yusuke se río entre dientes mientras ella le golpeaba los pies.
–No, simplemente no tengo ganas de añadir saltos de dimensión a mi agenda de hoy. Además, conociéndote, ¡simplemente nos perderías y nos enviarías a la dimensión equivocada!
–¿Sabes qué? Ya me harté...
Una voz interrumpió la discusión, deteniendo a Yusuke a mitad de la frase.
–Oye ¿no te estas olvidando de mi? –Kuwabara aparentemente se había recuperado lo suficiente de su ataque de arcadas como para ofrecerse como voluntario mientras Botan agitaba las manos e hacía una mueca tonta.
–Kuwabara, ¿escuchaste lo que dije? Oye, no pasa nada. –Dijo rápidamente Botan mientras se reía torpemente, tratando de ocultar el hecho de que había arruinado todo por completo con su gran boca.
–Te escuché. Y vi los insectos. –Gruñó Kuwabara, extendiendo la mano para agarrar uno de los insectos voladores y aplastándolo con su gran mano– Y no puedo evitar hacer algo para salvar a esta ciudad. Si no hacemos algo para destruir pronto la flauta, mucha gente peligrosa estará merodeando por las calles. ¡Estoy listo para ir a cualquier lugar, llévenme con ustedes!
Botan, Himemiya, Kuronue, Aqua, Shirayuki, Yue y Yusuke lo miraban con incredulidad.
–Creo que realmente esta listo para partir. –Respondió Botan con cansancio.
Kuronue bufó, cruzándose de brazos mientras miraba la escena con desdén –Es un estupido.
Aqua, más contenido pero con una clara preocupación en sus ojos, frunció el ceño –Lo van a matar.
Shirayuki, en cambio, sonrió con una mezcla de ironía y malicia mientras se encogía de hombros –Entonces será un lindo entierro.
Himemiya, que había estado observando la escena en silencio, finalmente no pudo contenerse. Miró a sus hijos y a los pequeños Kuran, todos aparentemente disfrutando el espectáculo de caos frente a ellos. Su sonrisa era tan ácida como divertida cuando habló –Y ahí entran los tres enanos de Blanca Nieves.
Los niños, ajenos a la tensión, soltaron una risita, mientras Aqua y Shirayuki miraron a su tía con expresiones de incredulidad.
Kuronue alzó una ceja, claramente entretenido –¿Nos estás diciendo enanos?
Himemiya le devolvió la mirada con una ceja arqueada –Si el zapato te queda, querido hermano...
La tensión del momento se rompió con la risa de los más pequeños, mientras los adultos intentaban decidir si reírse o seguir discutiendo.
~
Botan los condujo a un viejo almacén. Una vez que abrió la puerta, el polvo voló por todas partes, lo que hizo que los chicos tosieran incómodamente –Vengan, es por aquí. –Bajaron por la escalera oscura y llegaron a un sótano aparentemente abandonado y lleno de telarañas.
–¿Qué lugar es este? –Preguntó el Tantei con sarcasmo mientras él y los reyes observaban a Botan golpear el suelo– ¿Qué vamos a hacer en este almacén? –Volvió a preguntar mientras Kuwabara y los tres pequeños observaban con curiosidad la acción de la chica.
Botan se tiró al suelo y empezó a palpar el suelo, aparentemente buscando algo –Debe de estar por aquí. Yo sé qué está por aquí. –Reflexionó mientras golpeaba suelo sucio con el puño hasta el punto en que finalmente encontró lo que estaba buscando– ¡Aquí está! –Dijo mientras el suelo se abría como una trampilla. Ella extendió la mano y lo levantó con un crujido. Los chicos miraron adentro y vieron que el gas verde cubría todo el lugar.
Yusuke miró hacia el agujero que se arremolinaba con una niebla verde –Que lugar tan feo y tenebroso. –Dijo un poco nervioso.
–Entraremos a la ciudad de los fantasmas y las apariciones, si saltamos por aquí. –Botan se volvió hacia Kuwabara– Pero si tienes miedo puedes irte, este es un trabajo para un detective espiritual, ¿entiendes? –Dijo amablemente.
–¿En serio? Entonces ya me puedo ir. Adiós. –Yusuke se metió alegremente las manos en los bolsillos y comenzó a marcharse.
–Ingenuo. –Murmuró Kuronue.
–Tonto. –Dijo con desdén Yuichiro.
Botan, sin embargo, no iba a permitir que se saliera con la suya. Rápida como un rayo, levantó la pierna y lo hizo tropezar con su bota blanca, provocando un estruendo impresionante al caer –Le dijo con severidad mientras lo hacía tropezar con su bota blanca– No te estoy hablando a ti, le estoy hablando a Kuwabara. –Espetó la chica de cabello azul molesta, ganándose una mirada irritada del detective espiritual que estaba en el suelo.
Mientras Kuwabara, con la confianza de un soldado al frente de batalla, pasaba por encima de la abertura de la trampilla, Himemiya no pudo evitar soltar una pequeña risa. Kuronue, a su lado, estaba claramente entretenido también.
–No. Yo me siento como si fuera un detective del mundo espiritual. –Aseguró Kuwabara con confianza mientras pasaba por encima de la abertura de la trampilla.
–¿Ah? –Los seis lo miraron con asombro, hasta que finalmente saltó al portal con un grito triunfal.
–¡Vamos, Urameshi! Ya no hay forma de regresar. –Y con un grito, Kazuma saltó directamente al agujero que parecía un portal, sorprendiendo y asustando tanto a Botan como a Yusuke. Mientras que la familia Kuran-Himemiya lo ven como si nada.
Botan se acercó al borde del portal y se inclinó para mirar hacia abajo, su expresión de incredulidad hablaba por sí sola –Salto. –Botan parecía sorprendido.
Kuronue, sin perder la calma, comentó con tono burlón –Acaba de sentenciar su sentencia de muerte.
–Aja. –Los Himemiya y los dos Kuran menores asintieron al unísono, como si aquello fuera lo más natural del mundo.
–Se ha ido. –Concluyó Yusuke con un encogimiento de hombros, lo que molestó a Botan.
El detective notó su mirada y refunfuñó –Esta bien, esta bien.
–¡Ah! Se me olvidaba. –Metió la mano en su chaqueta y sacó lo que parecían dos espejos compactos de color violeta, del tipo que una mujer podría llevar en su bolso y se lo entregó al chico– ¡Ta ran! ¡Traje estos aparatos de comunicación del mundo espiritual!
Botan pareció genuinamente impresionada, pero Yusuke no dejó de quejarse mientras le arrebataba uno –¡Sí, pero cálmate! No quiero que estés molestando a cada rato.
Botan, con una sonrisa, respondió –De acuerdo. Mientras tanto, yo y Kuronue nos desharemos de los insectos de este mundo. Buena suerte. Si algo sale mal, por favor avísenos.
–Sí, sí. Ya te entendí. Ya te escuché. –Gruñó Yusuke antes de prepararse para saltar al portal, de repente se detuvo en seco. Su rostro palideció, dejando escapar un jadeo por su garganta– ¡Ah! ¡Oh, no! –Gritó con horror.
–Por fin lo recordaste, ¿no? –Himemiya suspiró.
–¿Y ahora qué te pasa, Yusuke? –Preguntó Botan con cansancio.
–Se me olvidó que deje a Keiko en el cine. –Tuvo una imagen fugaz de Keiko esperando sola fuera del cine. Solo podía imaginar su furia.
–¡Será mejor que estés listo para humillarte cuando regreses! –Lo empujó hacia adelante mientras él protestaba y reía nerviosamente.
–Hime, por favor. Serás la mejor amiga del mundo. –Intentó suplicar él.
Ella le devolvió una sonrisa mordaz –¡Ya lo estoy! –Lo agarró del cuello y lo llevó hasta el borde del portal– Me deberás el tratamiento completo cuando regreses, imbécil. –Himemiya se dio la vuelta y empujó, mirando cómo Yusuke caía al vacío.
–¡Eres una perra! ¡Te haré pagar por esto! –Sus palabras se desvanecieron y el final de su amenaza se escuchó como un eco distante.
–Bueno, eso se encarga de eso. ¿Qué sigue? –Himemiya le sonrió por encima del hombro a Botan. Botan dejó escapar un suspiro, intentando no reírse al ver la cara de enojo de Yusuke cuando Himemiya lo empujó hacia adelante.
Kuronue se río bajo, claramente disfrutando de la escena –Eso fue... satisfactorio.
Aqua y Shirayuki observaban desde el fondo con una mezcla de diversión y resignación, acostumbrados ya a las dinámicas caóticas de su peculiar familia. Shirayuki, cruzando los brazos, agregó con tono mordaz –Bueno, al menos alguien tuvo el valor de mandarlo por las malas.
Botan rodó los ojos, aunque su sonrisa traicionaba que encontraba todo aquello más divertido de lo que le gustaría admitir –Himemiya, en serio, deberías ir con ellos.
Himemiya se sacudió las manos como si acabara de terminar un trabajo sucio y respondió con despreocupación –¿Por qué? No es mi problema. Yo soy una diplomática, no una niñera.
–Sí, una diplomática que no tiene reparos en empujar a un humano al abismo. –Replicó Kuronue, sin molestarse en ocultar su diversión.
–Además, tú sabes cómo es. Siempre encuentra la manera de salir de cualquier lío... aunque tenga que arrastrar a Kuwabara con él. Y si todo sale mal... –Himemiya hizo una pausa, mirando a Botan con una sonrisa astuta– ...pueden llamarme con esos lindos espejitos tuyos.
Botan suspiró, llevándose una mano a la frente –Ustedes siempre encuentran una forma de hacer que todo parezca una comedia.
Yuichiro interrumpió con un tono seco, aunque claramente divertido –Porque lo es. Y francamente, si esos dos no se matan primero, será un milagro.
Aqua miró a Himemiya con curiosidad –¿No te preocupa Yusuke?
Himemiya soltó una carcajada ligera –Por supuesto que me preocupa. Pero si no se las arregla por sí mismo, ¿cómo va a manejar lo que viene después? Esto es solo otra lección.
–Ah, claro, la lección. –Shirayuki arqueó una ceja.
Himemiya sonrío, haciendo un gesto de despedida exagerado –Exacto. Buena suerte cuidando a la ciudad en mi ausencia. –Señaló antes de desaparecer en un diluvio de mariposas rosas con negro.
–Sería bueno que alguien la cuidará mientras no estamos cerca.
–De acuerdo. –Shirayuki y Yuichiro se fueron, siguiendo detrás a Himemiya.
Botan los observó, aún con esa mezcla de exasperación y afecto, y finalmente murmuró –No sé si debería preocuparme o admirarla.
Kuronue se encogió de hombros mientras la seguía –Ambas. Siempre ambas.
~
En otro mundo, donde el cielo se veía más oscuro, tormentosas nubes negras y rojas, relámpagos de vez en cuando, la meseta en la que estaban, la 'ciudad' debajo y el castillo de piedra al frente, Yusuke y Kuwabara aterrizaron sobre sus traseros o cabezas, aterrizando duramente en el suelo.
–Ay, me dolió. –Se quejó el detective espiritual masculino mientras se frotaba la mejilla. Después de que ese pequeño dolor pasó, los chicos miraron hacia arriba y vieron su destino–Ese debe de ser el fuerte del enemigo. El castillo laberinto. –Adivinó Yusuke mientras él y Kuwabara se levantaban del suelo– ¿Seguro que quieres hacerlo? –Preguntó al pelirrojo anaranjado.
Antes de que le respondiera, la tierra comenzó a abrirse y unas criaturas demoníacas se levantaron de la tierra como zombis, sonriendo maliciosamente y riéndose maniáticamente. El olor humano los despertó de su letargo, listos para un regalo, como ellos mismos lo expresaron.
–Pero ¿qué es eso? –Preguntó Kuwabara mientras su voz comenzaba a temblar un poco.
–No están de nuestro lado, eso está muy claro. –Concluyó el detective espiritual masculino mientras miraba a los monstruos con una mirada fulminante. Justo en ese momento comenzaron a atacar a los dos. Uno por uno, saltaron sobre los chicos que pudieron quitárselos de encima. Desafortunadamente, debido a la gran multitud de esas cosas, los dos chicos estaban en inferioridad numérica.
–¡Urameshi! –Gritó Kuwabara, ganándose la atención de Yusuke– Son horribles. Salen de todas partes. ¿Qué vamos hacer? –El chico de cabello naranja entró en pánico antes de ahogarse en la ola de esas monstruosas criaturas.
–¡Kuwabara! ¡Alto! Nunca llegaremos al castillo laberinto, si seguimos atrapados aquí. –Gritó Yusuke justo cuando muchos otros demonios comenzaron a rodearlo, bloqueando su camino y sus posibilidades de salvar a su amigo.
En ese momento, un látigo de agua golpeó a unas criaturas demoníacas mientras que unos cristales azules atravesaba a otras criaturas que estaban sobre Yusuke. El Detective Espiritual se sorprendió por el movimiento repentino. En ese momento, una criatura comenzó a correr en su dirección. Justo antes de que el adolescente pudiera siquiera lanzar un puñetazo, esa figura encapuchada, similar a esas criaturas que intentan comerse a los niños, lo agarró de la muñeca y se arrastró hacia Kuwabara. Las criaturas demoníacas no se rindieron y siguieron atacando, pero cada uno de ellos fueron golpeados por los cristales y el látigo de agua volador.
El rescatador, con un rápido movimiento de la mano, extendió la longitud del látigo de agua y sacó a Kuwabara de la multitud.
–¡Ponte detrás de mí! –Ordenó la misteriosa figura. Los chicos hicieron lo que les dijeron y se cuidaron las espaldas. En ese momento, el látigo de agua comenzó a rodear al pequeño grupo como si estuvieran dentro de un anillo. Los misteriosos encapuchados levantaron las manos mientras le daba forma de tentáculos al anillo de agua y a los cristales de luz.
–¡Guau! –Exclamó el adolescente de cabello naranja con asombro– Pero, ¿quién son estos y por qué nos ayudan contra su propia especie? –Preguntó Kuwabara mientras Yusuke observaba esa figura bloqueando el camino de esas criaturas con su ataque de pulpo.
~
Al otro lado de la ciudad, Kurama sintió un cambio en el aire y frunció el ceño. Normalmente se quedaba después de clase para las actividades del club, pero cuando nadie se puso en contacto con él para ir a Makai, se preocupó. Fingiendo estar enfermo, el pelirrojo salió rápidamente por la puerta de la escuela secundaria Meiou, decidido a rastrear a la Santidad, queriendo asegurarse de que estuviera bien. Corrió junto a una serie de árboles, vio una mancha negra con el rabillo del ojo y se detuvo en seco, gritando –¿Me estás espiando, Hiei?
El demonio de fuego saltó de un árbol cercano y aterrizó en la acera, encarándose con el hombre más alto, con sus ojos rojos llenos de irritación –No te hagas ilusiones, Kurama. –Comenzó– No es como si quisiera hacer esto.
–¿Hacer qué? –Preguntó el kitsune, aunque ya sabía la respuesta.
–Sigue con esta misión. Aún tengo que saldar una deuda con el detective, pero si derroto a las Shiseiju, podré evitar ir a la cárcel, así que acepté.
–Debes haber sido una píldora amarga de tragar para ti, Hiei. Aceptar trabajar junto a tu enemigo. –Respondió Kurama, sonriendo divertido.
Hiei miró fijamente al kitsune –Todavía estoy enojado contigo por interferir en mi pelea con el detective y la bruja de tu compañera, así que si sabes lo que te conviene, borrarás esa sonrisa de tu cara antes de que yo lo haga por ti.
Kurama arqueó una ceja, sus rasgos eran una máscara de calma, no le molestaba la amenaza, estaba acostumbrado a las bravuconadas del Koorime –Entonces, ¿supongo que tu presencia aquí es una señal para que nos dirigimos al Makai?
–Koenma me envió aquí para recuperarte ya que la parca está ocupada informando al detective y a la bruja que tuvo a esa cría molesta sobre su misión.
–Tienen un nombre, ¿sabes? Hiei. –Dijo Kurama mientras miraba a su amigo.
–Por supuesto que sí y estoy seguro de que lo sabes bien, Kurama, dado que pasó la noche en tu habitación la última vez.
Los ojos del kitsune se entrecerraron –Así que me estabas espiando.
El demonio de fuego sonrío, divertido por haber enfadado al espíritu zorro –¿Esta chica es similar a la última que te gustó, Kurama? Espero que por su bien pueda mantenerse alejada de los problemas durante esta misión.
Un destello de ira cruzó las facciones del kitsune y apretó su mano en un puño. El peligro era muy real para la chica, que no era una luchadora, y él se preocupaba por ella. Miró al demonio de fuego y luego suspiró, irritado por haber sido incitado a una respuesta y relajó su rostro y mano, calmado una vez más –Vamos a ocuparnos de este problema antes de que la infestación se propague en el Ningenkai.
Los dos youkai salieron corriendo, en dirección al portal marcado en las direcciones que Koenma le había dado al kitsune y entraron en Makai, aterrizando fuera de un enorme bosque. El kitsune levantó la mirada, observando los alrededores, notando los relámpagos que bailaban en el cielo enrojecido –Un lugar encantador. –Murmuró secamente, volviendo su atención hacia la dirección que señaló Hiei.
–Ahí está... –Dijo el demonio de fuego, con los ojos fijos en un enorme castillo que sobresalía de una formación rocosa. Los edificios se extendían debajo de la base del castillo y el Koorime sonrío– Parece que los ciudadanos de la ciudad de los Fantasmas y las Apariciones se han despertado para saludar a dos invitados no invitados.
Las facciones de Kurama se tornaron sombrías –Yusuke... –Pero, ¿quién era el otro? Sacudió la cabeza y salió corriendo, rumbo a las afueras de la ciudad, con los ojos muy abiertos al ver a varios monstruos pequeños con túnicas atacando al detective y a un humano más grande y frunció el ceño.
–Ghouls... parece que están tratando de hacer una comida con los dos humanos. –Comentó Hiei, usando su mayor velocidad para seguir el ritmo de Kurama.
–Sí... y si no nos apresuramos, se convertirán en la próxima comida de los ghouls.
–Hn... –Sonó el Koorime, liberando su energía youkai, permitiendo que se la percibiera. Una advertencia para todas las bestias de menor poder. Kurama hizo lo mismo, alertando a los ghouls de su presencia.
De repente, se escuchó un fuerte trueno sobre los tres. Todos miraron hacia arriba y vieron que se abría un agujero negro en el cielo mientras un relámpago amarillo brillante salía de ellos. Pronto, dos pequeños orbes brillantes salieron del agujero: uno rojo y otro azul. Volaron hacia el árbol como un rayo. Cuando golpearon la parte superior de una de las ramas, la luz comenzó a volverse más brillante, cegando a los niños y a la misteriosa criatura casi al mismo tiempo que asustaba a los monstruos para que se alejaran de ellos. La luz pronto se apagó y el trío finalmente pudo ver.
–Pero ¿qué significa esa luz? –Exhaló Yusuke mientras la misteriosa figura hacía desaparecer el agua bajo su disfraz. Los tres miraron hacia el árbol.
El espíritu zorro se detuvo ante los dos humanos, voz y rasgos uniformes mientras hablaba –Parece que tienes problemas. ¿Podemos ayudarte? –Sugirió.
–¿Tienen dificultades con esos tipos? Están en problemas. –Agregó otra voz masculina con sarcasmo, parándose a la derecha de Kurama.
Los ghouls huyeron tan pronto como los reconocieron como bandidos de clase alta, justo cuando otro rayo cayó, revelando la identidad de las personas que estaban en el árbol. Yusuke jadeó junto con esa figura encapuchada y encapuchada a su lado mientras Kuwabara parecía un poco perdido. Las dos figuras saltaron de la rama y aterrizaron justo frente al trío.
–Ustedes son Kurama y Hiei. –Exclamó Yusuke en tono de broma.
–¿Qué tal? –Les saludó Kurama cortésmente. Kurama tenía una sonrisa suave, pero Hiei parecía impasible.
–¿Qué es lo que están haciendo aquí? –Preguntó el detective espiritual masculino un poco sorprendido.
–Koenma nos envío porque pensó que no tendrían la fuerza suficiente para vencer a esos sujetos. –Respondió Hiei sin rodeos.
–Koenma nos dijo que si te ayudábamos, podríamos enmendar nuestros errores del pasado. ¿Verdad, Lily? –Respondió Kurama mirando a la chica que apareció detrás de Yusuke y Kuwabara con un movimiento rápido, casi silencioso, desprendiéndose de una pequeña nube de mariposas etéreas que se desvanecían tras de ella.
Ella mantuvo una expresión de piedra. Él sabía por la mirada que tenía mientras los observaba, sabía que debía haber recibido algún tipo de misión especial con respecto a ellos y tenía una idea de lo que era. Se volvió hacia Yusuke nuevamente.
–Todo es gracias a ella, que habló a nuestro favor y se hizo responsable por nosotros.
–Sí, así es. –Dijo la chica saltando en medio de ellos– Así que no hagas que mi elección sea un error. –Sonrío.
–Por supuesto, esta vida es gracias a ti, así que estoy dispuesto a arriesgarla una y otra vez. –Le devolvió una sonrisa encantadora. Hiei chasqueó la lengua. De alguna manera, ese estado de ánimo lo estaba poniendo de los nervios.
Yusuke se río aliviado entre dientes –Bueno, Koenma fue muy amable en sugerir tal idea. –Dijo, volviéndose hacia su amigo– Déjenme presentarlos. Kuwabara, –Señaló al demonio más pequeño y luego al más grande– ellos son Hiei y Kurama.
–Mucho gusto. –Respondió Kurama educadamente, saludando al humano alto.
–Uh, hola. –Respondió Kuwabara antes de volverse hacia la figura encapuchada que acababa de salvarle la vida a él y a Yusuke– ¿Y quién es ese Urameshi? –Le preguntó al detective espiritual con curiosidad.
–Bueno, esa es una buena pregunta. –Dijo Yusuke mientras también se giraba hacia la misteriosa figura.
–Hn, qué grosero de tu parte, Yusuke/tío Yus. –Respondieron las dos figuras encapuchadas antes de quitarse el disfraz y revelar su verdadera identidad.
–¡¿Shirayuki?! ¡¿Yu?! –Exclamó Yusuke un poco sorprendido por la apariencia de su hermana.
–No te sorprendas tanto, Urameshi-san. –La princesa Benwick se burló con expresión inexpresiva– Ya deberías haber reconocido nuestras habilidades.
–Grrr, qué grosera. –Yusuke gruñó en voz baja mientras las venas de su frente comenzaban a aparecer.
–¡Shirayuki-san! –Exclamó Kuwabara felizmente, mientras sus ojos brillaban con estrellas– ¡Vaya, bonito atuendo! –Su frase fue interrumpida por un codazo que lo golpeó en la nuca– ¡Oye! ¿Por qué fue eso? –Gritó Kuwabara enojado mientras miraba con enojo a Yuichiro.
–¡Voy a decir esto solo una vez! ¡Deja de coquetear con mi hermana, ¿entiendes? –Advirtió Yuichiro. Sin que él lo supiera, otras dos figuras también miraban furiosamente al chico coqueto.
–Ugh, pero espera, ¿qué están haciendo ambos aquí? –Preguntó de repente Kazuma, ahora desconcertado, ganándose más dagas de la chica de cabello negro.
–Puedo pedirte lo mismo a ti, Kuwabara-san. –Dijo Yuichiro con severidad y una ceja levantada mientras cruzaba los brazos sobre el pecho.
–Ni siquiera preguntes. –Yusuke suspiró derrotado.
–No sé qué está sucediendo... Pero agradezco mucho la ayuda. –Kuwabara sonrió mientras colocaba sus manos dentro de sus bolsillos.
–Se ven que la necesitan. –Corrigió Hiei en tono de burla, ganándose miradas interrogativas de los chicos mientras los dos niños y Himemiya suspiraban.
–No te dejes engañar por las apariencias. Una vez me enfrente a Yusuke, a esos dos y a esa bruja, y estuve a punto de vencerlos. –Dijo Hiei sin comprender– Kurama y yo somos los criminales más temibles del mundo espiritual, ten prudencia. –Aclaró. Por supuesto, a Kuwabara no le gustó mucho esa actitud.
Kurama suspiró por dentro, sabiendo cómo el demonio de fuego podía molestar a la gente con su arrogancia.
–Hn, si así lo consideras, entonces tienes todo mi permiso para encargarte de ello. –Respondió la chica de cabello negro con frialdad– Ya terminé de limpiar sus desastres. –Señaló a Yusuke y a su amigo de cabello naranja.
–¡Oye! –Se quejó Yusuke, gimiendo como un niño mayormente, haciendo que Kurama sonriera divertido, claramente conociendo muy bien las peleas entre hermanos.
–¿Qué dijiste? Mira, eres muy pequeño, pero también eres bastante engreído. –Gruñó Kuwabara, claramente agitado por el comportamiento enérgico del demonio de fuego.
–Tranquilo, que por el momento no te voy a golpear. –Le dijo Hiei sin rodeos, haciendo que Kazuma finalmente estallara.
–¡¿Qué dices?! ¡No me conoces! –Kuwabara intentó golpearlo, pero Hiei lo esquivó fácilmente, escapándose del camino para quedar justo frente a Urameshi, Kazuma cayó, incapaz de detenerse a tiempo; el demonio de fuego era demasiado rápido para que el luchador callejero pudiera golpearlo.
Hiei ignoró al luchador de cabello naranja, esquivando su ataque, su mirada centrada únicamente en Yusuke.
–De acuerdo, Yusuke. Escucha bien: te voy a volver a desafiar después de esta misión. Así que vete preparando. –Dijo, esta vez desplazándose rápidamente para ponerse frente a Himemiya y los dos pequeños, ignorando el segundo intento del humano de golpearlo y dejándolo caer, una vez más.
Kuwabara se levantó, se dio la vuelta y gruñó enojado –¡Oye, no te atrevas a ignorarme! –Se lanzó de nuevo, levanto el puño y le lanzó un puñetazo a Hiei, quien lo esquivó sin problemas. Kuwabara cayó de bruces, cayendo de nuevo mientras Hiei esquivaba el ataque con facilidad. El adolescente demonio se enfrento a Himemiya, que estaba a lado de Yuichiro y Shirayuki.
–Onna. Tú... –Comenzó, pero se detuvo, confundido, cuando ella puso ambos índices en sus mejillas.
–Hai, hai, yo también te amo, mi lindo Hiei-sama. –Dijo ella sonriéndole dulcemente y soltándolo– Pero parece que realmente no has cambiado, sigues siendo tan pequeño y tan gruñón. –Esta vez, Kuwabara intentó estrangularlo, nuevamente sin éxito. Himemiya se hizo a un lado para que no chocara contra ella, pero se apoyó en una roca detrás de ella mientras Hiei había regresado rápidamente a donde estaba parado al principio.
Kurama quería frotarse las sienes ante el creciente dolor de cabeza que florecía en su mente –Hiei, basta. No compliquemos más las cosas antes de que arreglemos esto. –dijo Kurama tratando de calmar a Hiei.
–Disfruto de la compañía. Ya veremos después qué hacemos. Por ahora vamos al castillo laberinto. –Dijo Yusuke con una sonrisa burlona a lo que Kuwabara fulminó con la mirada a Hiei, quien solo se burló y se dio la vuelta, con las manos metidas en los bolsillos mientras lideraba el camino hacia la entrada del castillo.
Comenzaron a dirigirse hacia el castillo, pero entonces Himemiya detuvo a Kurama. Los demás siguieron caminando.
–Kurama, tienes prohibido volver a decir cosas como las de antes. No digo que no habrá momentos en los que sea necesario, pero eres un demonio, así que no arriesgues tu vida innecesariamente por otra persona. Realmente odio los sacrificios. No necesito ni quiero que otros sean responsables de mi vida. –Su voz era baja, enojada, amenazante.
–Sí. –El hombre miró hacia abajo.
–Mentiroso. –Le tomo de las mejillas y se las estiro para que le dolieran el apretón– Eres del tipo de demonio que hace lo que sea para lograr su objetivo. –Lo solto y se alejó, caminando bajo la mirada triste del zorro. Podría haber dicho eso, pero...
Nadie intentó atacar, ni los bandidos de clase alta, ni la doncella elemental humana que se decía que había luchado con los demonios más fuertes. Parecía que se había ganado una pequeña reputación durante estos seis años en el Makai. Ser famosa tenía sus aspectos positivos, aunque los chicos se burlaran de ella por ello. Eso fue hasta que decidió callarlos con una buena mirada suya. Kazuma y Hiei volverían a pelear, Kurama y Yusuke intentarían callarlos, y ella caminaría detrás de ellos, con los brazos detrás de la cabeza, bostezando e ignorándolos.
~
Arriba en el castillo, las bestias estaban discutiendo sobre los recién llegados y no parecían muy preocupadas por decir lo menos...
–¿Por qué criminales como Hiei y Kurama están con los humanos? Y peor aún... ¡¿Por qué la reina de Infershia y los herederos de Infershia y Benwick están con esos seres inferiores?! –preguntó una voz.
–No son rivales para nosotros, son invitados. Hace mucho tiempo que no los tenemos. –Respondió otro.
–Suzaku-sama, ¿qué hacemos? –Preguntó un segundo monstruo– ¿Y si ella ES la encarnación de la legendaria Doncella de la Guerra humana de la que todos en el Makai han estado hablando?
El maestro estaba oculto por la sombra. Solo su silueta era visible a la luz de las antorchas. Habló con una voz aguda y cruel –Como dijo Byakko, ese grupo improvisado no podrá entrar al castillo. Los traidores lo bloquearan y mataran. Qué lástima, hubiera sido interesante poner a prueba a esa chica y ver si era la verdadera Doncella de la Guerra...
~
El grupo estaba de pie en la entrada, una calavera con colmillos de vampiro tallados en la roca.
–Está es la entrada. –Dijo Yusuke secamente, mirando la cabeza tallada y el túnel oscuro que se encontraba más allá de su borde.
–Parece un túnel enorme. –Murmuró Kuwabara.
Kurama sonrío un poco –Así es. Y espero que tenga final como todos los túneles. –Dijo, recordando sus muchas aventuras de robo en su vida anterior.
–¡Vamos, no sean cobardes! Si no nos arriesgamos, nunca ganaremos. –Comentó el adolescente de cabello naranja, mirando fijamente a su izquierda cuando Hiei resopló.
–Idiota... –Murmuró Himemiya en voz baja mientras sacudía la cabeza con un suspiro.
–¿Acaso no sabes algo llamado estrategia? –Dijo sarcásticamente, provocando la ira del hombre más alto.
–¡¿Qué fue lo dijiste, enano?! –Espetó, haciendo que Yusuke gruñera irritado.
Las facciones de Yusuke cambiaron a una ira controlada mientras apretaba los dientes –Entremos.
Él abrió el camino y se detuvo a mitad de camino cuando miró rápidamente para ver qué había asustado a Kuwabara. Sin embargo, no era el único. Se habían acercado al final del pasillo de entrada y había aparecido la criatura más extraña. Parecía un enorme y monstruoso globo ocular morado con tentáculos móviles en la base y volaba hacia ellos con alas de murciélago. Himemiya, Shirayuki y Yuichiro nunca habían visto nada parecido y, a juzgar por las reacciones de Hiei y Kurama, ellos tampoco.
–Bienvenidos al castillo laberinto. –Dijo ojo murciélago con una voz suave y ligeramente chillona, luego me miró y sus párpados se arrugaron en lo que supuse que era su forma de sonreír– ¡Bienvenida, Reina del Sur! Mis amos están complacidos con tu presencia y se sentirían honrados si aceptaras unirte a sus filas. Saben de tu reputación y te recibirían con los brazos abiertos, solo necesitas dejar atrás a tus inútiles compañeros.
El Ojo Murciélago continuaba flotando en el aire, su mirada fija en Himemiya, que se mantenía serena pero con una chispa peligrosa en los ojos. La criatura parecía ajena al cambio en el ambiente, aún complacida con su intento de persuasión.
–¡Esa cosa está hablando! –Gritó Kuwabara, señalando al Ojo con una mezcla de sorpresa y horror, retrocediendo un paso como si esperara que lo atacara en cualquier momento.
Himemiya lo miró fijamente, y se congeló al sentir su mirada. Abrió más la mirada y sus poderes hicieron un agujero justo en la pared al lado de su cabeza. El estruendo resonó en el pasillo, y un agujero perfectamente redondo quedó donde antes había un muro sólido.
El murciélago parpadeó, mirando el agujero con la boca abierta, y luego a Himemiya, que simplemente lo observaba con una ceja arqueada y la misma expresión de serena superioridad.
–Parece que la Reina del Sur tiene más carácter del que mis amos anticiparon... –Murmuró con un temblor en su voz. Luego, en un intento por recuperar la compostura, añadió– Quizá reconsideren su oferta si...
–Diles que agradezco la invitación, pero no estoy interesada. Y si vuelven a sugerir que me separe de mis inútiles compañeros, –Dijo con una voz dulce pero gélida, tapándose los ojos con la mano, como si fuera incapaz de soportar su "genialidad"– la próxima vez no me limitaré a una advertencia.
Kurama, que había estado observando todo con una sonrisa sutil, entrecerró los ojos hacia el Ojo Murciélago –Deberías reconsiderar el tono que usas para hablar con ella. –Dijo en voz baja, aunque la amenaza era clara.
–Ciertamente. –Yuichiro, estando a su lado, tamborileaba los dedos con desinterés– Ofenderla rara vez termina bien para nadie.
Shirayuki, que había estado observando en silencio, ladeó la cabeza y comentó con frialdad –Ese fue un disparo de advertencia. ¿Quieres probar lo que pasa cuando no está de buen humor?
Yusuke no pudo contener una carcajada –Eso fue impresionante. ¿Crees que puedes hacerme un agujero del tamaño de mi cabeza para cuando Keiko me quiera matar?
–No me tientes. –Himemiya le lanzó una mirada que hizo que incluso Yusuke levantara las manos en señal de rendición, aunque su sonrisa divertida no desapareció.
El extraño globo ocular se puso serio y pareció fruncir el ceño –Qué decepción. Aquellos que entren al castillo, deben pasar por la puerta de la traición.
–¿"La puerta de la traición"? –Preguntó Yusuke, mirando a sus compañeros y de nuevo al murciélago ojo.
El Ojo volo hacia el túnel hacia la pared trasera. Una parte de la pared de ladrillos bajó como una puerta, revelando una palanca detrás de él, que el tentáculo del ojo bajó sin dudarlo, el suelo comenzó a temblar.
–¿Qué es eso? –Preguntó Kuwabara enojado y tenso. De repente escucho los engranajes y las ruedas dentadas moviéndose sobre ellos– ¿Qué estás haciendo? Deja ahí.
–¿Qué...? –Preguntó Yuichiro de repente y luego se detuvo antes de levantar la mirada.
Kurama frunció el ceño, miró hacia arriba y abrió mucho los ojos mientras gritaba –¡El techo!
El techo se derrumbó hacia ellos. Apenas tuvieron tiempo de sostener el techo, pero afortunadamente lograron sostenerla con sus manos para no ser aplastados. Fue un esfuerzo que requirió el uso de los cuatro poderes para mantenerlo al mismo nivel. El peso era insoportable.
–De esa verdad. –Se burló el globo ocular– Esta puerta es muy lista y sensible. Lee la fuerza de quienes la sostienen. Ejerce la presión indicada para las personas que están debajo. Sí, sosténgala cuanto quieran. Si uno de ustedes deja de hacer fuerza, serán aplastados por la muralla.
–Demonios. –Gruñó Yusuke. Sentía como si el peso de la tierra estuviera sobre él. ¿Cuánto tiempo podrían seguir así?
–¡Diablos! –Maldijo Himemiya mientras todos luchaban para evitar que los aplastara.
–La puerta es muy lista, pero también es perversa. –Continuó el globo ocular– Si alguno de ustedes intenta escapar, los demás serán aplastados. Como unos deben confiar en otros, usarán su último gramo de fuerza. De todas las formas, serán aplastados. Solo aquellos que traicionan a los otros, están calificados para entrar al castillo.
Yuichiro, con su cabello plateado y orejas de zorro ligeramente ladeadas hacia atrás por la tensión, levantó la mirada, sus ojos dorados con un rosa degradado en la parte superior de cada iris rasgado brillaban con una mezcla de desafío y furia –¿Entonces es una prueba para ver quién de nosotros es lo suficientemente cobarde para traicionar? Qué truco más predecible.
–Cobarde o astuto. –El Ojo se movió hacia él, su tono burlón era casi insoportable– Adelante señores y señoritas, elijan de qué manera quieren morir. –Después de terminar, se río maniáticamente.
–Esa cosa horrorosa es demonio. –Gruñó Kuwabara con frustración, luchando por mantener su peso, su rodilla derecha amenazaba con ceder– ¡Demonios! –Gritó, su rostro torcido en una mueca de puro esfuerzo. Miró a Yuichiro, quien parecía apenas afectado.
–¿Quién está cediendo? ¡Tienen que cargar! –Ordenó Hiei, su voz cortante como siempre, aunque una vena en su frente indicaba el esfuerzo que estaba haciendoañ.
El chico pelirrojo lo miró fijamente –Que pregunta tan tonta. –Le espetó a Hiei– ¿Quién más que tu haría eso, enano?
–Kuwabara, basta. –Gritó Yusuke enojado.
Hiei le devolvió la mirada, sus ojos rojos brillaban peligrosamente –Si no confías en mí, puedo traicionarlos a todos. –Gruñó Hiei.
Kurama conocía bien a su amigo... conocía su mente –No es momento de discutir, Hiei. –Le advirtió a Hiei.
Yuichiro lanzó un suspiro exasperado, las marcas doradas que recorrían sus brazos brillaron tenuemente mientras mantenía el peso con facilidad –¿Podrían dejar de discutir? Ya es molesto soportar el peso de esta cosa, y ahora tengo que soportar sus quejas.
–Tiene razón. –Shirayuki, con su porte elegante, mantenía la calma. Su cabello negro marrón y liso caía como una cascada mientras sus ojos carmesí analizaban cada rincón del lugar. Sus alas de murciélago, plegadas detrás de ella, temblaban ligeramente por el esfuerzo.
–¿Qué podemos hacer para salir de aquí? –Gimió Yusuke antes de volver a gruñir. Yusuke sintió que sus manos empezaban a resbalarse por la presión.
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