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Capítulo 19: Combate En La Obscuridad

Himemiya se quedó cerca de Yusuke mientras subían unos cuantos escalones más por las escaleras llegamos a otro templo. Le dio un codazo a Yusuke –¿Alguna pista?

Yusuke frunció el ceño –Ninguno de ellos parece un demonio.

Himemiya se pasó una mano por el pelo –«¿Dónde podría estar Rando? Seguramente está entre la multitud.»

Genkai se detuvo en lo alto de las escaleras –¡La cuarta prueba será un combate cuerpo a cuerpo! –Dijo bruscamente.

Kuwabara trago saliva mientras Yusuke y Himemiya intercambiaban miradas.

–Aquí es la zona de combate. Pelearán hasta que quede solamente uno de ustedes. –Los
condujo a una gran sala.

En el momento en que entró la luz, la gigantesca estatua de Buda brilló con fuerza. Pero, además de eso y de una linterna en lo alto del techo, no había otros muebles ni ventana en el edificio.

Poco a poco todos fueron interviniendo, las puertas se cerraron con un crujido, dejándolos en la oscuridad.

–¡Oye! ¡Así no podemos ver nada! –Gritó Kuwabara.

–¿Cómo podremos pelear si ni siquiera nos podemos ver? ¿Me escuchas? –Preguntó Yusuke.

La luz parpadeó en su visión.

Los chicos, y todos, saltaron cuando la fuente de luz resultó prevenir de una pequeña linterna que encendió. Genkai inhaló tranquilamente el cigarrillo que tenía en la boca y sopló una buena cantidad de humo directamente en las caras de Kuwabara y Yusuke.

Los chicos tosieron incomodamente mientras Himemiya se cubría la cara con la mano justo a tiempo.

–El primer combate se decidiera aquí, en la oscuridad. –Dijo con dureza– Rastrearán energía de su oponente. Se permite que usen sus armas. Ganará aquel que acabe con su oponente y regrese a este lugar.

–¿Qué pasa, Kuwabara? No me vayas a decir que de pronto tienes miedo, ¿o si? –Preguntó Yusuke con una pequeña sonrisa en su expresión, claramente agradándole el sonido de eso.

Himemiya también volvió hacia Kuwabara solo para ver una pequeña gota de sudor nervioso rodar por su frente.

–Tengo un mal presentimiento. –Dijo Kuwabara sombríamente– Es un malestar que no puedo explicar, pero lo he venido percibiendo desde que veníamos caminando hacia acá.

Himemiya presiona firmemente el labio uno contra el otro, transformándolo en una línea recta.

–Siento como si alguna bestia o un monstruo hubiera estado acechando durante estuviera cerca de nosotros. –Kazuma terminó su discurso.

Yusuke entrecerró los ojos antes de volverse hacia los concursantes –Eso refuerza mi idea de que entre nosotros este ese tipo llamado Rando. –Dijo en voz baja. Himemiya le envío a Yusuke un asentimiento en señal de acuerdo.

–¿Qué? ¿Rando? –Preguntó Kuwabara con curiosidad– ¿Qué es eso?

–Es una larga historia. –Respondió en voz baja, manteniendo la información lo más discretamente posible– Luego te doy los detalles. Yusuke se volvió hacia los luchadores– El punto es que... alguno de ellos debe ser Rando.

–Quién quiera que sea viene transpirando un dolor muy desagradable. –Dij Kuwabara a los dos mientras miraba a los concursantes con los ojos entrecerrados.

–¿Cómo cuando te subes al metro lleno de gente? –Terminó Yusuke de la manera más idiota pero dolorosa posible.

–Digamos que sí es igual. –Kuwabara asintió. Himemiya puso los ojos en blanco y se apartó de ellos. Sin embargo, al hacerlo, captó la mirada de alguien por el rabillo del ojo. Miró en dirección a él, pero él bajó la mirada inmediatamente. Era ese jovencito de nuevo. De todos los sospechosos, él parecía el menos sospechoso. Pero al mismo tiempo, algo no cuadraba en él, eso estaba segura.

–¡Antes de definir las combinaciones para el combate, cada uno se presentará! –Ordenó Genkai mientras inhalaba el cigarrillo. Uno por uno, los guerreros avanzaron.

El primero en la fila era un hombre con un parche en el ojo –Yo llamo Musashi. Cuarto grado en kendo y segundo maestro de la escuela Shibatto. ¡Usando la energía espiritual, exterminado bestias!

El segundo hombre era un joven monje que había estado antes, se acercó. Himemiya lo reconoció como la voz tímida de antes –Mi nombre es Shorin, soy aprendiz de artes marciales. Y viajo por todas partes de las regiones para mejor mi técnica.

La tercera persona era el hombre de cabello largo verde que había señalado a Yusuke y Himemiya, antes –Mi nombre es Kibano. Domino múltiples artes marciales y busco los límites de la capacidad física.

El cuarto hombre es bajo y rechoncho con un bigote caricaturesco –Vengo de China. Mi nombre es Chinpo.

El quinto hombre era el tipo calvo con un símbolo tatuado en la frente –Kazemaru, es mi nombre. Por mi cuerpo corre sangre ninja. Soy guardaespaldas y experto en el arte del ninjitsu.

El sexto hombre era un hombre imponente con gafas –Kuroda, asesino profesional. Manejo armas blancas.

Y por último, pero menos importante, los dos chicos adolescentes y la reina de Infershia.

El séptimo hombre era Kuwabara –Yo soy Kuwabara, el rufián número uno de la secundaria Sarayashiki.

El octavo hombre era Yusuke –Mi nombre es Yusuke Urameshi. El rufián ultra super temido de la secundaria Sarayashiki.

El noveno hombre era un cuerpo musculoso y cicatrices que cruzan sus brazos y torso, evidencia de años de combate y entrenamiento duro. Su cabello negro corto siempre está desordenado, y sus ojos oscuros brillan con un destello de ferocidad y competitividad. Lleva un uniforme ajustado de batalla de tonos gris oscuro, diseñado para maximizar su movilidad mientras protege áreas vitales –Soy Renkai. Y provengo de una familia de guerreros.

Y por último, Himemiya –Soy Kaito Jeanne. La imparable y magnífica ladrona de profesión y la reina de los negocios.

Se escuchó un silbido desde arriba. Nueve flechas cayeron del techo y se posaron entre la maestra, la reina y los concursantes.

Genkai no se inmutó. Dio una calada a su cigarrillo –Cada quien tome una flecha. Así se definirán las combinaciones para el combate.

Himemiya intercambió una mirada con Yusuke –«¿Cuál de los seis luchadores era Rando?»

–¡No hay tiempo que perder, los dos primeros dan el paso!

Los primeros luchadores se miraron entre sí antes de salir de la multitud. Kuroda, un asesino profesional, hizo girar con naturalidad un par de dagas en sus manos cuando los dos hombres dejaron de caminar y se volvieron hacia Genkai.

–Espere. Un momento. –Comenzó el sicario con anteojos– Mi trabajo es matar. Soy profesional y no pienso tener piedad ni compasión con ninguno de mis rivales en este combate.

Genkai entrecerró los ojos –Esta es una competencia muy seria. –Dijo con calma– ¡Los que venían con el único propósito de matar quedaron eliminados en la prueba anterior!

–Cuando gane, ¿no le negará los beneficios del campeón a un asesino como yo, verdad? –Preguntó Kuroda.

–No importa quien sea el elegido, si tiene las cualidades. –Le recordó Genkai al hombre– Mis artes ocultas serán suyas. Y no me importa, si sea un ser maligno. O uno de los seres eternos.

«Esta anciana está loca. No debo perder esta pelea.» –Dijo Yusuke, completamente en shock e incrédulo.

–«Será mejor que ganes esto, Yusuke.» –Pensó Himemiya mientras miraba con severidad a sus hermanos.

–Eso me tranquiliza. –Sonrío con picadilla Kuroda– Significa que podré apoderarme plenamente de sus técnicas.

Kazemaru soltó una breve carcajada mientras cruzaba los brazos sobre el pecho –¡Ja! –Kazamaru no parecía intimidado en lo más mínimo– Dicen que eres un hablador, Kuroda. ¿Ya terminaste?

–¿Qué? –Espetó Kuroda mientras se giraba hacia Kazemaru.

Los dos luchadores comenzaron a caminar hacia la oscuridad.

–Apostar mi vida, ese es mi trabajo. –Comentó Kuroda.

–También el mío. –Respondió fríamente Kazemaru.

–Entonces, uno de los dos tendrá que morir el día de hoy. –Respondió Kuroda.

Su figura se hizo más débil y pronto todo su ser desapareció de la vista.

–¡Comiencen! –Les gritó Genkai. En cuanto esas palabras salieron de su boca, se oyó el choque de metal. Hubo gruñidos, gritos y el ocasional destello de luces, pero aparte, de eso, los espectadores solo podían adivinar lo que estaba sucediendo.

–No podemos ver sus movimientos. –Se quejó Kibano enojado.

–Ni siquiera ver quién tiene mayor ventaja. –Añadió Yusuke mientras miraba hacia la oscuridad.

–El sicario está presionando más. –Habló de repente Kuwabara, ganándose la atención del detective masculino.

–¿Qué dices? ¿Puedes verlos, Kuwabara? –Le preguntó al adolescente de cabello naranja, aturdido.

Kuwabara entrecerró los ojos, siguiendo los movimientos de los dos contendientes en lucha –Muy poco, pero sí.

Yusuke observo con curiosidad a Himemiya, preguntándose si ella también podía verlos.

Sus ojos cambiaron de color, adquiriendo un brillo rojo rubí, zigzagueaban por todo el lugar ya que los dos hombres se movían rápido. A través de las visiones de ella y Kuwabara, los dos pueden ver al guardaespaldas esquivando el ataque de Kibano, que era como una mantis, rápido y listo para reclamar su presa en el acto. Después de varios rasguños, Kazemaru saltó hacia atrás para obtener suficiente distancia entre él y el asesino profesional. Su espalda golpeó contra uno de los pilares, acorralándolo. El asesino con dagas se levantó victorioso y estaba listo para lanzarse contra Kazemaru. Sin embargo, inesperadamente, una gran luz azul brillante explotó justo en la cara de Kibano, enviándolo a volar.

Los ojos de Yusuke y Himemiya se abrieron con sorpresa cuando vieron esto.

–«Eso... Eso fue como mi Reigan.» –Yusuke estaba empezando a sudar– «Pero mucho más grande y poderoso.»

Kazemaru salió cojeando de entre las sombras, de regreso hacia el grupo, exhausto y con dolor por las heridas que Kidora logró infringirle. Su túnica estaba desgarrada y se agarraba el hombro. Parecía disgustado.

–El vencedor es Kazemaru. –Declaró Genkai.

El ninja se sentó al pie de una columna junto al grupo –No pensé que tendría que usar esta técnica en el primer combate. –Murmuró bastante decepcionado de sí mismo.

Kibano lo miró un poco aturdido junto con Musashi.

–¿Pero qué fue eso? –Comentó Kibano, con los brazos cruzados.

–Pareció como si disparara una gran concentración de energía espiritual. –Dijo Musashi.

–«¿Una concentración de energía espiritual? Entonces, era como mi técnica.» –Pensó Yusuke.

–El principio es el mismo. –Respondió Botan telepáticamente al detective espiritual.

–«Un momento. Esa voz...» –Dijo Yusuke en voz alta. Himemiya giró la cabeza hacia Yusuke en señal de interrogación, solo para tomar la mano de Himemiya y salieron del oscuro templo por la puerta.

–Urameshi, Himemiya-chan, ¿a dónde van? –Preguntó Kuwabara mientras seguía a Yusuke hacia el mundo exterior.

Yusuke miró a su alrededor y vio a su visitante encaramado en un árbol cercano –Sabía que eras tú. –Frunció el ceño– ¿Qué estás haciendo aquí?

–Es quería ver las cosas de cerca. –Respondió Botan y saltó al suelo– ¡Himemiya-chan! ¡Así que al final viniste después de todo! Yue-chan me dijo que te espera con los demás.

–Entiendo. –Dijo Himemiya– No esperaba verte venir.

Botan parecía seria –Kazemaru expulsa toda su energía espiritual por medio de su mano. Se requiere mucho entrenamiento para poder expulsar tanta energía. Además, todavía tiene guardada un poco de reserva.

–Así que no se compara con Reigan. –Afirmó Yusuke.

–¡Urameshi! ¡El siguiente combate esta por comenzar! –Kuwabara se acercó corriendo por detrás de ellos, solo para mirar a Botan– Oh, y esta chica extraña, ¿quién es?

Kuwabara pareció hacer una conexión en su mente. Agarró la parte delantera de la chaqueta de Yusuke con rabia.

–¡Urameshi, tu tienes una novia llamada Keiko-chan, ¿no lo recuerdas?!

–De qué estás hablando? Ella es... –Protestó Yusuke.

Botan le hizo un gesto con la mano –Mi nombre es Botan. Y asistente del Reikai. Mucho gusto. –Su remo apareció en su mano y se sentó en él– Aunque, Kuwabara-kun, tú y yo ya nos conocíamos desde antes.

–¡Ah! ¡Está flotando en el aire...! –Gritó Kuwabara.

–¿Quieres callarte, idiota? –Espetó Himemiya– ¡Lo has entendido todo mal!

Yusuke se liberó –Ella es mi consejera especial, Hime como mi senpai, me instruye en esto del Reikai Tantei y con ellas trabajo como Detective secreto del Reikai.

–¿Detective? –balbuceó Kuwabara.

–¡Sí! –Resopló Yusuke– Recuerdas que hace un momento dijiste que percibías algo muy raro, ¿cierto? Pues uno de los integrantes del grupo finalista es un ser maligno llamado Rando. Mi trabajo es evitar que los poderes ocultos de Genkai caigan en manos de este monstruo.

Kuwabara miró a Yusuke y a Himemiya de un lado a otro –No se de qué estás hablando. El punto es que esta chica no es tu novia, ¿verdad? –Miró a Yusuke con enojo– Entonces... –Kuwabara se acercó a Botan y la miró con asombro.

–Oh, genial... –Suspiró Himemiya.

La bonita cara de Botan estaba nerviosa –¿Por qué me estás mirando así?

Kuwabara le agarró las manos –Preciosa Botan, ¿quieres ser mi novia? A partir de este momento, mi corazón arde como un...

Genkai le había arrojado su cigarrillo aún encendido directamente sobre el hombro derecho de Kazuma.

Kuwabara miró hacia su hombro, donde había un cigarrillo encendido, y al instante entró en pánico.

–¿Piensan abandonar la competencia? –Genkai los miró con el ceño fruncido desde atrás– Si quieren ser descalificados, quédense ahí.

Los cuatro entraron corriendo hacia el interior en un segundo.

–Koenma envió a alguien. –Pensó Genkai en voz alta– Sin embargo, no habrá tratos especiales. En especial la reencarnación de la Diosa legendaria.

La siguiente ronda finalmente comenzó con Chinpo y Shorin. Una vez que desaparecieron en la oscuridad, Genkai les gritó que comenzaran su pelea.

Por lo que Himemiya pudo captar, apenas se había usado la energía espiritual. No había nada más que puñeta y patadas allí. Entonces logró captar algo. Las puntas de los dedos de Shorin brillaban un poco. Observó cómo la energía envolvía esas pequeñas manos, justo antes de que atacaran el cuerpo de Chinpo en ciertos puntos de presión que se iluminaron por un momento, lo que le impidió moverse.

Al final de esta ronda se escuchó un ruido fuerte.

–Estuvo cerca. –Dijo el niño sin aliento mientras caminaba hacia el grupo.

–Tercer combate. Kuwabara contra Musashi. –Anuncio Genkai.

Las personas mencionadas salieron y se miraron entre sí de manera competitiva. Después de ese pequeño duelo de miradas, los dos comenzaron a caminar dentro de las enormes sombras.

–¡Oye, trata de que no te maten! –Gritó Yusuke a su rival.

–No moriré hasta después de ganarte a ti. –Dijo Kuwabara con una sonrisa burlona antes de darse la vuelta desaparecer en el aire de la oscuridad.

–Vaya, palabras de aliento. –Susurró Himemiya sarcásticamente.

–¿No crees que Kuwabara estará bien? –Preguntó Botan con pura preocupación escrita en todo su rostro.

Yusuke frunció el seño mientras seguía mirando sin rumbo fijo hacia la oscuridad –No puede ganarme, pero créeme Botan, tiene mucho carácter. Confío plenamente en él.

Himemiya se cruzó de brazos –Bueno, quién sabe, él es tan terco como tú.

–¡Cállate, chica zorra!

~

Una vez que estuvieron solos, Musashi le lanzó a Kuwabara una mirada de advertencia –Si estás pensando en huir, muchacho, ahora es el momento. No pienso consentir a nadie en esta competencia. Me interesa ser el ganador.

–¿Bromeas, viejo? –Replicó Kuwabara– No me subestimes. Mis capacidades espirituales son mejores que las tuyas. –Se jactó– Para tu información, yo puedo verte claramente aún dentro de esta oscuridad y... ¿Qué? –La cara de Kuwabara se desvaneció.

Un golpe cayó sobre el rostro perplejo de Kuwabara, tirándolo al suelo.

El niño se levantó lentamente para examinar a su oponente –¡Allí estás!

Musashi sonrío y desapareció de la vista.

–¿Qué pasa? –Musashi le sonrío y luego desapareció entre la oscuridad.

Kuwabara se puso de pie de un salto –¿Por qué desapareció?

Sus ojos iban de izquierda a derecha, pero no podía localizar dónde estaba Musashi.

–Ya sabía que tu sensibilidad espiritual era sorprendentemente alta. –Se oía la voz regodeante de Musashi se oía por todos lados– Pero lo que no sabes, es que estoy entrenado para esconder mi propia energía espiritual.

–«¿Dónde estás?» –Una pequeña gota de sudor rodó por la sien de Kuwabara.

–¡Aún en la oscuridad, no podrás vencerme! –Su voz sonó más cercana esta vez, por lo que Kuwabara miró por encima del hombro antes de darle otro puñetazo a Kazuma, derribándolo como antes.

Los ojos rojo brillante de Himemiya estaban fijos en el campo de batalla envuelto, escuchando los gritos de dolor de Kuwabara y el sonido de los puños golpeando la carne.

–¡Vamos , Kuwabara-kun! –Gritó Botan preocupada.

–¡No seas torpe, pelea bien! ¡No te distraigas! –Gritó Yusuke con irritación.

–¡Cállate! ¡No necesito tu preocupación! –Les espetó Kuwabara antes de recibir otro puñetazo en la cara.

Respiró con dificultad y se secó  la barbilla –¡Mejor preocupate por tu próxima pelea!

–Déjate de hacerte el valiente. –Se río Musashi– Con todos los golpes que has recibido, apenas podrás ponerte de pie.

–Me haces reír. Tus golpes de niña no me hacen nada. –Kuwabara sonrío y escupió a un lado– No es presunción, pero yo he recibido los golpes de Urameshi todos los días y aquí estoy.

–En verdad que no es presunción. –Dijo Yusuke a toda la sala.

Himemiya puso los ojos en blanco y se concentró en la pelea.

–No tengo alternativa. –Suspiró Musashi y sacó la katana de su cinturón.

–¿El sable de madera? –Preguntó Kuwabara sin comprender.

–No es un sable cualquiera. –Gruñó su oponente– Fue hecha de un árbol de más de mil años de edad y pulido con agua sagrada. Es un sable con poderes especiales para acabar con el mal. ¡Es el sable qué elimina las bestias y esos seres de la noche eterna!

–Hn. «Otro ignorante más. Esas armas ya dejaron de hacernos daños desde que me volví la Santidad.» –Se burló Himemiya de su comentario.

La espada de madera brillaba con la luz característica de la energía espiritual. Levantó la espada y luego saltó al aire, solo para enmascarar nuevamente su energía espiritual.

–¡UAAAAHHHH! ¡Shin batto Ryu: Koshi Ken! –El hombre gritó mientras reaparecía sobre Kuwabara y lo golpeó con el arma antes de cortar a Kuwabara furiosamente más de cien veces sin piedad.

Todo lo que podían ver eran los cortes de color verde lima de esa espada de madre mientras escuchaban los gritos de Kuwabara después de cada golpe que venía sin piedad. Los movimiento de Musashi eran rápidos y también lo eran sus golpes. Una vez que los ataques se detuvieron, Kuwabara cayó al suelo luciendo como una persona que acaba de perder una pelea con un gato salvaje y enojado.

Sin embargo, un pequeño trozo cayó justo al lado de la cara de Kazuma. Un trozo de madera que provenía nada menos que de la espada de Musashi.

–¡¿Qué?! Se rompió el sable. No puede ser. –Musashi se sorprendió bastante mientras examinaba su arma, ahora rota– Con que ocultabas energía espiritual extra. –Hecho una última mirada a Kuwabara y luego comenzó a regresar al grupo

Pero ese no fue el final. Kuwabara se puso de rodillas mientras se agarraba a la pieza madera rota. Musashi se detuvo y se volvió hacia Kazuma.

Himemiya se sorprendió un poco cuando vio esa chispa salió en la mano de Kuwabara.

–Todavía puedo seguir. –Dijo pelinaranja mientras luchaba por ponerse de pie.

–¿Aun te quedan fuerzas para poder levantarte? –Preguntó nervioso mientras pequeñas gotas de sudor comenzaban a caer por su frente. Sin embargo, su compasión regresó al segundo– Está bien, tú lo has querido. Acabaré contigo. –Dijo antes de esconderse nuevamente bajo las sábanas oscuras– Con ese pedazo de espada no podrás hacer nada.

Kazuma mira el trozo de espada de madera que tenía en las manos, claramente perdido en cuanto a qué hacer ahora. Como era de esperar, el hombre reapareció sobre el matón de nuevo y estaba cayendo sobre Kuwabara con su espada levantada sobre su cabeza. Pero cuando estaba a punto de realizar su final bárbaro, Kuwabara levantó la pieza de madera en alto e inesperadamente una gran cantidad de energía espiritual salió disparada de la pieza de madera de Kuwabara, formando una espada de energía pura y bloqueó el arma de madera de Musashi.

–¡No puede ser! –Gritó completamente en estado de shock.

–¿Y esto qué es? –Tartamudeó Kuwabara, tan sorprendido como Musashi y, de hecho, el resto de la audiencia excepto a la reina que estaba neutral.

–Creaste una espada con tu energía.

La luz amarilla anaranjada brillante brillo entre la oscuridad.

–La está materializando. –Murmuró Genkai.

–Feh. Parece que para variar la raza humana no deja de sorprender.

Yusuke sonaba casi asustado –¡¿Qué es eso?!

–El espíritu usualmente se encuentra oculto, pero cuando Kuwabara se vio frente al enorme peligro, una gran cantidad de energía se concentró y se materializó en forma de espada. –Explicó Genkai.

Todo se giraron para ver a Kuwabara desviar la espada de Musashi... O más bien, partirla por la mitad...

El cuerpo de Musashi fue arrojado a través de la habitación y terminó estrellándose contra el suelo como un meteorito.

Ahora él fue quien recibió el castigo más corto.

Golpeado hasta quedar regordete, completamente derrotado incluso con su cuerpo para que usó durante tanto tiempo para derrotar a las criaturas malvadas.

Una forma verdaderamente dolorosa y humillante de terminar la carrera de un espadachín experto.

–¿Una espada espiritual? ¿Yo fui capaz de crear esto? –Preguntó Kuwabara mientras miraba su nuevo invento.

–¡El ganador es Kuwabara! –Anunció Genkai mientras Kuwabara cojeando hasta regresar a la luz, con su mano todavía sujetando la pieza de madera.

–Eso si que fue algo inesperado, ¿no lo crees, Yusuke? –Botan le lanzó una mirada a Yusuke, diciéndole claramente que la competencia estaba a punto de volverse un poco más difícil.

Yusuke le di con una sonrisa tímida pero arrogante –Esto se esta poniendo interesante.

Kuwabara se acercó cojeando a ellos –No se te ocurra perder antes de luchar contra mi. –Le advirtió a Yusuke.

–Deja de hacerte el interesante. –Respondió Yusuke con arrogancia, como solía hacerlo mientras veía a Genkai con su cigarrillo en la boca.

Genkai dio un paso adelante –¡El cuarto combate será entre Jeanne y Renkai!

Las personas mencionadas salieron mientras se miraban entre sí de manera competitiva. Después de ese pequeño duelo de miradas, los dos comenzaron a caminar dentro de las enormes sombras.

–Buena suerte, Himemiya-chan. –La animó Botan.

–Demuéstrale de que estas echa, chica zorra. –Le grito Yusuke.

–Aplastalo, Himemiya-chan. –Le gritó Kuwabara.

–Sí, sí. –Les grito devuelta antes de desaparecer.

Himemiya, con una postura tranquila y serena, observa a su oponente frente a ella, Renkai, se erguía como una montaña. Su figura musculosa proyectaba sombras amenazantes bajo la oscuridad. Sus ojos oscuros destilaban una confianza que bordeaba la arrogancia, y una sonrisa torcida cruzaba su rostro. El aire parecía pesado, cargado con la energía de ambos contrincantes, como si incluso el universo contuviera el aliento.

–Eres solo una niña jugando en un escenario que te queda grande. –Dijo Renkai, cruzándose de brazos mientras su voz resonaba con desdén.

Himemiya entrecerró los ojos, pero no respondió de inmediato. En cambio, dejó que una leve sonrisa se dibujara en sus labios, una que no alcanzó sus ojos. Su silencio hablaba más que cualquier palabra.

–Hablas demasiado. –Respondió al fin, su tono frío como una hoja afilada.

Sin más advertencia, Renkai cargó hacia ella, sus movimientos brutos pero increíblemente rápidos para su tamaño. Himemiya reaccionó instintivamente, su cuerpo moviéndose con una gracia que parecía casi sobrenatural. Giró sobre sus talones, dejando que el ataque de Renkai apenas rozara el aire donde había estado. Sus movimientos eran calculados, precisos, pero cada esquiva incrementaba la tensión en su pecho.

Renkai avanza como una tormenta, sus pies impactan con fuerza contra el suelo, creando un eco que reverbera en el coliseo. Sin dudar, lanza un puñetazo directo hacia Himemiya, cuya velocidad supera su fuerza. Ella se desliza hacia un lado con elegancia, su cabello ondeando como un río bajo la brisa.

–¿Eso es todo? –Pregunta Himemiya, su tono frío pero con un toque burlón.

Renkai frunce el ceño, irritado por su aparente calma.

–¡No me subestimes, mujer! –Gruñe mientras, levantando ambos brazos y liberando una onda expansiva de energía negra.

Himemiya se eleva con un salto ágil, evitando la explosión. Desde el aire, concentra su energía espiritual, creando un círculo brillante a su alrededor. Sus ojos destellan con determinación.

–Tú dependes demasiado de la fuerza física, pero eso no te llevará lejos aquí... –Piensa mientras prepara su ataque.

Renkai, al ver que sus ataques no alcanzan, activa su Ki Oscuro. Su cuerpo comienza a rodearse de un aura negra y densa, y su velocidad se incrementa. En un parpadeo, aparece frente a Himemiya y lanza una serie de golpes rápidos, obligándola a esquivar y bloquear con movimientos precisos.

–Así que también tienes algo de habilidad. –Himemiya sonríe apenas, pero su mirada se endurece.

Renkai responde con un rugido, levantando ambos puños –Onda Devastadora. –Una explosión de energía negra se desata en todas direcciones, rompiendo el suelo del coliseo y levantando una nube de polvo que cubre a ambos combatientes.

Cuando el polvo se asienta, Himemiya está de pie, intacta, envuelta en un escudo translúcido de energía espiritual.

–Impresionante despliegue... pero ineficaz.

Himemiya giró a Moonlight sobre una mano para luego alzarlo al aire con su otra mano, concentrando toda su energía en ella. La luz rosada se intensificó en la oscuridad con un resplandor cegador. Blandió su rayo largo en forma de látigo de energía violeta hacia Renkai, golpeándolo con una ráfaga de energía que lo lanzó fuera de combate.

Himemiya descendió del campo de batalla con una elegancia que casi rozaba lo irreal. Guardó su arma espiritual, el destello púrpura del filo desapareciendo como una chispa en la nada, y continuó su camino hacia el grupo que la esperaba. Camina intacta hasta regresar a la luz, sin ninguna herida o suciedad en la ropa.

–¿Qué le estará pasando allá afuera? –Gruñe Kuwabara, frunciendo el ceño mientras se inclina hacia adelante. Su voz reverbera en la habitación, rompiendo el incómodo silencio.

Yusuke le lanza una mirada de reojo, una mezcla de irritación y calma forzada.

–Vamos, Kuwabara, es Hime. No es como si fuera una novata. Ella puede encargarse de ese tal Renkai con los ojos cerrados. –A pesar de su tono despreocupado, Yusuke no puede evitar fruncir ligeramente el ceño. En el fondo, también siente cierta inquietud.

Kuwabara lo señala con el dedo, su tono elevado.

–¡Eso lo sé, Urameshi! ¡Pero no significa que no me preocupe! ¿Y si ese tipo era más fuerte de lo que pensábamos?

Botan, intentando calmar las tensiones, da un paso adelante y sonríe con suavidad, aunque su propia preocupación se filtra en sus palabras –Chicos, no olviden que Himemiya-chan es alguien que siempre encuentra la manera de salir adelante. Si algo la caracteriza es su compostura...

De repente, un sonido metálico, como de pasos resonando en la distancia, llega a sus oídos. Los tres se giran hacia la puerta, su atención completamente capturada. La tensión se eleva como una corriente eléctrica en el aire.

–¿Será ella? –Pregunta Kuwabara en un susurro.

La figura de Himemiya se recorta contra el resplandor del pasillo. Camina con paso seguro, su espalda erguida y su mirada tranquila. Guarda su arma espiritual con un movimiento elegante, como si acabara de terminar una rutina cotidiana. Su ropa está impecable, su cabello perfectamente en su lugar, su porte impecable parece casi inhumano, como si acabara de salir de una pintura.

–¿Eso es todo? –Dice Yusuke, rompiendo el silencio con una sonrisa torcida. Su tono tiene un dejo de admiración.

Kuwabara, por otro lado, abre los ojos como platos mientras señala a Himemiya con incredulidad.

–¡¿Estás diciendo que acabas de pelear con ese tipo y no te tocó ni un solo golpe?! ¡Ni un rasguño! ¡Ni una sola mancha! ¡Ni siquiera te despeinaste, maldita sea!

Himemiya lo mira con una leve sonrisa, aunque su expresión sigue siendo enigmática.

–Fue un combate interesante. Renkai tiene potencial, pero aún le falta equilibrio. –Su voz es serena, casi indiferente, pero sus ojos destellan con algo más profundo, un reconocimiento hacia el esfuerzo de su oponente.

Botan suelta un suspiro largo y audible, llevando una mano al pecho.

–Te dije que estaría bien. Pero, honestamente, Himemiya-chan, ¿es necesario lucir tan perfecta después de una pelea? Me haces sentir mal. –Bromea, pero su tono es cálido.

Himemiya deja escapar una risa suave, apenas audible, mientras da unos pasos más dentro de la habitación.

–Quizá eso es lo que hace que los demás subestimen mis habilidades. –Responde con un leve encogimiento de hombros.

–¡El quinto combate será entre Urameshi y Kibano! –Anunció la maestra.

–Vamos, es tu turno. –Dijo Kazuma mientras señalaba por encima del hombro.

–Cállate. Ya lo sé. –Dijo Yusuke antes de caminar un poco hacia adelante, parándose justo al lado de Genkai.

Kibano y Yusuke se enfrentaron a la arena oculta.

–No me reservaré mis ataques. –Sonrío Kibano antes de caminar hacia la oscuridad, pero Yusuke sin embargo se quedó de pie con los ojos cerrados y una sonrisa bailando en sus labios.

–¿Qué esperas, Urameshi? ¡Andando! –Preguntó Kuwabara con impaciencia, haciendo que Kibano se volviera hacia Urameshi.

–¿Qué pasa? ¿Estas a punto de salir corriendo? –preguntó Kibano bastante aliviado, ya que parecía demasiado confiado, sin duda.

Yusuke abrió los ojos y sonrío con su sonrisa arrogante –No, solo estoy rezando para que descanses en paz.

–¡No sea presumido! –Lo regañó Botan.

Genkai gruñó, ya que tampoco le hizo gracia –Grr... ¡No digas tonterías! –Le arrojó su cigarrillo encendido a Yusuke, quien apenas lo esquivó– Si vuelve a pasar, abandonaras la competencia. –Advirtió, pero Yusuke, siendo Yusuke, ignoró sus palabras como si fuera por sobre su hombro.

–Parece que están muy impacientes por verme pelear. –Dijo Yusuke con seguridad, mientras se quitaba la chaqueta y se la daba a Himemiya sin pensarlo dos veces– Muy bien, aquí voy. –Y con eso, se fue con Kibano.

–Hn. Estúpido. –Murmuró en voz baja, enojada antes de mirar su chaqueta y desearle buena suerte.

Yusuke se puso en posición de combate y comenzó a analizar –Aquí no logro ver nada. Pero seguramente él tampoco me ve.

Se río suavemente Kibano –Te equivocas. Yo puedo verte muy claramente.

–¡Que ingenuo eres! –Resoplo Yusuke– A diferencia de Kuwabara, tu sensibilidad es muy pobre.

Todos miraron hacia atrás al partido con la ayuda de su conciencia espiritual.

O al menos lo intento.

–Ah, este tipo está usando un casco muy extraño. –Gritó Kuwabara frenéticamente.

Himemiya frunció el ceño ante Kuwabara antes de intentar examinarlo de nuevo, pero, por supuesto, los detalles permanecieron fuera de su alcance.

–La batalla en la oscuridad no me afecta en lo absoluto. –Explicó Kibano con una sonrisa en la voz– Y con este casco especial, puedo localizarte con mayor facilidad. Estás generando una gran energía espiritual. –Mientras hablaba, un aura roja comenzó a rodear su mano izquierda– Es gracias a esto que puedo verte mejor. Todo lo que haces me ayuda a localizarte.

Una línea roja salió disparada el punto objetivo.

–El resplandor de tu energía me permite localizarte con mayor precisión. –Afirmó mientras miraba directamente a la dirección de Yusuke.

Kibano se abalanzó sobre Yusuke mientras levantaba su puño que pronto hizo contacto con el izquierdo de mi hermano. Hizo que Yusuke se deslizara por el suelo como un trapeador antes de recuperar el equilibrio y levantarse nuevamente sobre una rodilla.

–Esto será muy sencillo. –Kibano sonrío antes de de patear a Yusuke, haciéndolo volar al menos a tres pies de distancia. Kibano entonces saltó en el aire, preparándose para otro golpe, pero Yusuke afortunadamente se alejó de él antes de que el puño aplastara su rostro, tal como lo hizo con el suelo.

Yusuke miró hacia abajo, solo para ver un gran agujero donde una vez estuvo parado.

–¡No te emociones tanto! –Exclamó Yusuke antes de recoger un pedazo del piso ahora roto y se lo arrojo al hombre, quien lo esquivó con una serie de saltos y volteretas. Cuando Yusuke se enderezo para perseguirlo, Kibano ya había desaparecido de la vista– ¡Ven acá! ¡No seas cobarde! –Gritó Yusuke enojado.

Kibano dejó atrás un fuerte crujido. El sonido le permitió a Yusuke finalmente tener la oportunidad de atacar.

Yusuke se giró hacia un lado y corrió lo más rápido que pudo.

–¡Eres mío!

Justo en ese momento se levantó de un salto y finalmente le dio un puñetazo al hombre de cabello verde.

–¡Bien! –Sonrío Kuwabara.

–Muy pronto para una victoria. –Le dijo Genkai con severidad.

Himemiya vio a Yusuke enviarle un puñetazo, una patada y luego otro puñetazo a Kibano, quien en lugar de angustiarse, dejo escapar una risa petulante.

–¿Qué? –Gritó Yusuke.

Como respuesta, Kibano lanzó una patada hacia el pecho de Yusuke y voló directo hacia los pilares más cercano antes de caer de bruces al suelo. El impacto dejó a Yusuke sin aliento.

–Me rastreaste por medio del sonido. Pero mientras no me localices con precisión, no me harás nada. –Dijo Kibano con tanta seguridad que hizo sentir a Himemiya aún más enojada.

–Los golpes de Urameshi no le hicieron nada. Ese caso le ayuda a bloquear sus ataques. –Gritó Kuwabara enojado

Botan parecía sombrío –¡Esta no es una competencia justa! Solo uno de los dos puede ver a su oponente. Si Yusuke no encuentra la manera de localizarlo, no habrá forma de que gane.

Sus ojos se quedaron fijos en la oscuridad total donde Yusuke debía estar sufriendo –«¿Yusuke, cómo piensas salir de ésta?»

Yusuke miró a su alrededor.

–Ahora terminaré con esto. –Kibano levanto el brazo en el aire. Dobló el codo en un ángulo de noventa grados mientras sostenía el puño con fuerza. De repente, una energía verde vibrante comenzó a fluir desde su brazo y rodeó sus músculos, haciendo que se agrandaran.

–¿Qué hace? ¡Su brazo está creciendo cada vez más! –Exclamó Kuwabara preocupado.

–¡Miren eso! –Exclamó Botan con tono de pánico.

–Atrae la energía que flota en el exterior de su cuerpo y la inyecta dentro de él para incrementar su poder. –Dijo Genkai con frialdad.

Se escuchó otro golpe que le revolvió el estómago y Yusuke gritó. Sonó como si hubiera rebotado en el suelo varias veces antes de detenerse, pero Kibano no tenía intención de mostrar piedad.

–«¿Por dónde viene?» –Preguntó Yusuke con impaciencia mientras miraba a su alrededor y se quedaba quieto.

–¡Este es tu fin! –Se giró hacia la izquierda, mientras Kibano corría hacia mi hermano a toda velocidad y con una enorme y fuerte mano derecha levantada en el aire– ¡Dai Wan Kō Baku Sho! –Gritó el hombre antes de golpear con su enorme codo a Yusuke.

Todos reaccionaron con horror cuando el cuerpo de Yusuke rebotó en el suelo como una pelota de ping-pong. Cuando se detuvo, el cuerpo exhausto de Yusuke yacía en el suelo, inerte y sin fuerzas, apretando los dientes en agonía y con una pequeña cantidad de sangre pintada en la comisura de sus labios.

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