13 - Acusaciones e investigación.
Una vez, existió una reina en la antigüedad, muchos la llamaban Diosa por su belleza e inteligencia. Siempre trataban de hacerla caer, los rivales, los envidiosos, los que ansiaban por su inteligencia, los que la deseaban y no podían tenerla.
Se decía que salía con cualquier hombre que considerara digno, no importaba su clase social, su físico, o los esfuerzos por sorprenderla. Eran pocos, pero salía con aquellos que podían igualar su intelecto o incluso sobrepasarlo.
Pero ella era un enigma, no se sabía cómo podría responder a una pregunta, no se sabía cómo reaccionaría a cualquier comentario, no se sabía siquiera si ella te pondría atención.
Ella tenía la costumbre de hacer una cosa cuando se sentía acorralada; decir un secreto más grande, para tapar sospechas de uno más importante.
Fantasía. Pura y solamente fantasía.
Shin Yuna dejó el libro fantasioso en su estante, sin darle mucha importancia a la historia. Le gustaba leer a veces, pero desde hace ya tiempo que no ha podido concentrarse en sus lecturas, terminando por leer libros enteros sin que la historia se haya quedado en su mente; leer automáticamente, pero sin entender.
Solo esa historia de una reina pudo entenderla un poco, y porque se puso unos audífonos con música relajante.
Pocas veces eran las que podían estar en la biblioteca de su colegio, pero había aprovechado el almuerzo de las doce para merodear en distracción por ahí.
Su pasatiempo reciente era observar a todo el ser llamado Hirai Momo, analizándolo de una manera casi acosadora, pero no podía olvidar la escena en aquel almacén, no podía simplemente ver a esa chica desconocida como alguien que no era Momo.
Se habían dispuesto a saber si Momo tenía un familiar, y ella lo supo aquella vez que Jihyo preguntó por accidente a Momo. Una hermana muy parecida a ella, pero que murió hace ya años.
Pero Shin Yuna no era Shin Yuna sin hacer suposiciones; ¿Será que en realidad no murió? ¿Cómo se llamaba? ¿Y si esa psicópata era la hermana de Momo? Era imposible. Un muerto no revive, pero Yuna estaba empezando a sentir que estaban jugando con ella.
Sentía que alguien estaba controlando eso, que estaba jugando con sus pensamientos. Se sentía sofocada, cada vez más atrapada en un juego al cual no tenía puntos a favor y ni siquiera sabía jugar.
Entonces fue que investigó a Momo.
No fue mucho lo que encontró, solo fue una cosa... Una maldita cosa que para ella fue toda una confirmación en grande.
Momo se inscribió en el colegio un mes después de mudarse, misma fecha que empezaron los asesinatos. Cuando ella llegó a la cuidad, ese asesino también. ¿Coincidencia? ¿Casualidad? ¿Pista? Yuna no estaba segura, pero iba a averiguarlo.
Un secreto importante se tapa con uno más grande. ¿Eso podría ser verdad, o el libro de fantasía se me metió en la cabeza? Ya lo verá.
— ¿Entonces no eres autóctona? — en el aula, el maestro Felix tuvo que salir por un llamado del director Yang, así que todos se habían propuesto a hablar. Eso fue lo que Momo le preguntó a Sana una vez que ésta le habló sobre su país natal.
— ¿Qué mierda es eso? — Sana preguntó, frunciendo el ceño y casi mortificada por la palabra desconocida.
— Persona autóctona es que reside en su lugar de nacimiento — Dahyun le respondió, con su vista atenta a el libro de colorear. Momo le había dicho que coloree algo para ella, para guardarlo y colocarlo en su habitación. Ella quería hacerlo de la mejor manera posible, que se vea bonito.
— Ah, no. Yo nací en Japón — Sana informó, luego frunciendo el ceño y mirando a Momo de forma incrédula — Creí que tú también — Momo tenía rasgos japoneses.
— Mi familia nació allá, es japonesa, pero yo nací en un pueblo pequeño de Corea — Momo aclaró rápidamente.
— ¿Entonces no hablas japonés? — Sana preguntó desilusionada. Ella llegó a pensar en poder hablar japonés con alguien nuevamente, aparte de su familia. No lo había probado por no acordarse, y al parecer no lo probará porque Momo no sabe el idioma.
— ¿Me has visto hablando alguna vez japones? Solo sé algunas palabras — recordó un momento, solo se sabía las básicas de saludos — ¿Entonces tu familia siempre ha sido cristiana? En Japón es más popular el sintoismo o otro poco el budismo — llena de curiosidad, preguntó, notando a Yuna sentarse a un asiento detrás de ellas.
— Mi madre solamente estaba en la religión del sintoismo — Sana recordó cuando se lo hablaron, ella no recordaba que haya pasado, pues tuvo muy poca edad.
— ¿Y qué es eso? — Dahyun preguntó, alzando un segundo la vista para verlas a ambas.
— Se podría considerar una religión indígena de Japón — Momo le respondió, alzando los hombros de manera despreocupada, inclinándose para ver cómo iba el colorear de su novia.
— Es una religión que adora las fuerzas de la naturaleza — Sana desvió la mirada al techo, pensando — Amm... Se basa en el respeto a las divinidades llamadas kami — Dahyun un poco curiosa asintió, mientras que Sana se devolvía al tema de antes — Mi padre es el de religión cristiana, y cuando yo era pequeña nos mudamos aquí, así que, como Corea era más cristiana, prefirieron inculcarme eso, aunque no funcionó mucho — soltó una pequeña risa, llevando su vista a Dahyun — ¿Tú sí eres cristiana, no?
— Ehh... Creo en Dios, solo eso — Dahyun no se consideraba parte de la religión, así que se encogió de hombros.
Sana asintió, recostandose en su silla. Solo de reojo pudo darle un vistazo a una cabellera perfecta detrás de ellas, alguien que había puesto mucha atención a su plática.
— ¿Ocurre algo, Yuna? — preguntó a la chica, viendo curiosa su expresión de seriedad.
— ¿En serio seguirás fingiendo? — la pregunta de Yuna la desconcertó, porque la había dicho tan ruda como si estuviera enojada, o por lo menos frustrada.
— ¿Uh? — Sana soltó sobresaltada.
La atención de los demás rápidamente se fue a ellas, como cada de las pocas veces que habían peleas entre el grupo. Cuatro personas entre todas suponían lo que estaba a punto de suceder; Yuna había tocado fondo.
Ellos estaban cayendo en la locura, pero Yuna no soportó la sensación sofocante y abrumadora.
— ¿Seguirás fingiendo que confías en Momo? — Yuna preguntó con una mueca, viendo de reojo como la mencionada se giraba para fruncir el celo confundida.
— E-Emm... ¿De qué hablas? — Sana tartamudeó, tragando saliva mientras veía a Yuna bufar con incredulidad, como si no creyera que ella sigue en una etapa de negación absoluta.
— No te hagas, Sana. Los seis sabemos muy bien que Momo tiene mucho que ver con los asesinatos — apuntó a los otros cuatro, escuchando los murmuros y jadeos de los demás por los que estaba diciendo; lo que estaba diciendo cuando Momo estaba afectada.
— Yuna, espera — Seungmin se acercó, intentando detener sus ataques, ataques que empezaron a salir por la frustración y desesperación de la chica.
— Confirmamos que no. No sé por qué lo sacas ahora — Sana murmuró, agachado la cabeza cuando las lágrimas se estaban haciendo presentes en su rostro ansioso.
— Creer en eso es una estupidez — Yuna fue dura, no importandole el estado decaído de Minatozaki — Sabes bien que el uniforme que vieron los testigos es el mío, y sabes bien lo que vimos en ese almacén — eso impactó en todos, haciendo que la observaran como si fueran visto a un fantasma.
— Espera. ¿Estuvieron en ese lugar? — Nayeon les preguntó, incrédula. Era una pregunta que todos tenían revoloteando en mente.
— Sana encontró los patrones antes y nos dijo, entonces fuimos al edificio — Minho explicó, restregando su rostro fuertemente, estaba estresado — ¿Les vas a decir que encontramos, Sana? — él se unió a Yuna con sus ataques, decidiéndose por eso cuando se dió cuenta que esa era una manera de sacar la verdad.
— Están suponiendo mucho — Sana dijo, negando con la cabeza, una lágrima ya deslizándose por su mejilla hasta el mentón.
— Lo niegas solo porque no quieres creer que tu amiga es una psicópata — Yuna la apuntó acusatoriamente, luego llevando su vista a una desconcertada Momo — Nos encontramos a Momo matando a tres hombres. Sabes muy bien que era ella — lo ultimo se dirigió a Sana.
El salón pareció quedarse en un silencio sepulcral, parecía haberse quedado todo estático, sin saber cómo reaccionar a sus palabras tan aseguradas.
— ¿Q-Qué? Pero yo-... — Momo fue la primera en hablar, tratando de negar todo, pero fue interrumpida.
— Ni te atrevas a negarlo — Minho se acercó — Eras tú, nos viste, y te reíste — su dedo tocó el pecho de Momo, en un empuje casi brusco que la hizo hacerse para atrás y tocarse la zona al sentirla arder.
— Esperen, Momo no pudo hacer eso — Jeongyeon fue la que se metió, negando y con una sonrisa sin gracia, incrédula también. Igual que los restantes.
— ¿Es por eso que me hacían preguntas aquel día? ¿Creen que fui yo? — Momo frunció el ceño, cuestionando enojada por todas las acusaciones de parte de sus compañeros.
— ¡Fuiste tú! — Yuna en voz alta lo aseguró, haciendo a Minho asentir — Deja de fingir, que los seis lo sabemos. Lo vimos, Hirai — no podía creer el descaro de Momo al negarlo, cuando claramente ella era.
Yuna lo sabía. Yuna lo aseguraba. Yuna estaba desesperada.
— Lo único que pude tener que ver yo, fue darle los archivos fotocopiados a Sana — Momo les dijo, mientras los demás estaban confundidos porque no sabían de que archivos hablaba, esa información no se la habían dado a ellos. Se lo ocultaron. De pronto Momo recordó su rutina, su horario del día del asesinato triple — Ese día estaba trabajando horas extras — en eso salió Rosé a confirmarlo.
— Eso es cierto — todos posaron sus miradas en ella, porque Rosé no era alguien de mentir, ni siquiera por un amigo. Directa y sincera — Nosotros preguntamos a su compañera y nos dijo que siempre se quedó, incluso su jefe la compensó — recordó, Sana asintiendo porque ellas fueron juntas.
— ¿Fueron a preguntar en serio? — Momo tenía una expresión tanto herida como aliviada. Le aliviaba que pudiera sostener su historia, pero mostrandose herida porque habían desconfiado de ella.
— Era alguien muy parecida a ti, creímos que eras tú de verdad — Rosé le aclaró, encogiéndose de hombros con una mirada serena.
— No es por nada, pero, ¿no les parece curioso que las mismas fechas en que se mudó sean en las que el asesino apareció? — Yuna aún no estaba convencida, no estaba teniendo respuestas, y solo la hacía frustrarse más.
— ¿Les tenemos que recordar que uno de las víctimas de el asesino, o asesina, fue el padre de Momo? — Bae Joohyun salió a decirlo, sin entender del todo pero recordando el dato del por qué habían estado cohibidos con Hirai.
— Sí, y también fue el detective del caso — Yuna mofó estresada — Si es la asesina, ¿quién nos dice que tendría compasión por su padre? — sus palabras hicieron a Momo levantarse de su asiento, furiosa por sus acusaciones tan seguras.
Incluso le recordaba al detective Min Yoongi.
— Yo no soy ninguna asesina, Shin — Momo tenía la voz tensa, respirando pesado y hablando entre dientes — No mataría a mi propio padre — negó, sintiendo a su novia posando una mano en su hombro para calmarla.
— ¿Qué nos asegura aquello, ah? — Yeji preguntó ofensiva, después de haber estado callada todo el transcurso de la discusión — Recuerdo bien el graffiti, las manos rezando dibujadas son la marca del asesino. Sabes dibujar — eso hizo dudar a todos, pues sí era cierto.
— Esas las hice yo, y no son iguales, las puse referente al colegio — Dahyun rápidamente salió en defensa. Incrédula de todo. Dahyun no dejaría que acusen así a su novia.
Pero algo estaba mal.
— El detective Min también te tiene como sospechosa, y es por algo — Yuna seguía acusando, y fue que Momo quebró.
— Mi padre fue asesinado hace poco, mi madre se esta volviendo una maldita drogadicta, pronto no voy a tener que comer, mi puta vida se está yendo a un maldito abismo como para que vengas con estupideces — sus palabras estaban llenas de un dolor inexplicable — Tú, el detective Min y quién sea, se pueden joder mucho a la mierda — y eso fue lo último que dijo Momo antes de huir del salón, apartando al maestro Lee que había entrado hace segundos, habiendo escuchado todo lo que dijo Hirai Momo hacia toda el Aula de los Fenómenos.
— ¿Me pueden explicar qué acaba de suceder? — preguntó al ver a Dahyun también salir a por su novia. Nadie podía contestar, porque nadie entendía bien lo que acababa de suceder.
Dahyun corrió por los pasillos, importandole poco los blancos que por ahí rondaban ya que era hora del almuerzo. Algunos intentaron decirle que debía volver a su clase, pero ella solo siguió buscando desesperada. No quería dejar sola a Momo.
En los casilleros, los mismos que se encontraban cerca de la salida de el colegio, se encontraban un grupo de los blancos. Lo tocó preguntar.
— Disculpen, ¿han visto a alguien de la Clase Roja salir? — a su pregunta, ellos la vieron de arriba abajo, como dándoles la respuesta con la mirada — Además de mí — aclaró rápidamente.
— Una chica, salió corriendo — una joven le dijo, apuntando hacia la salida, donde Dahyun volteó y asintió.
— Gracias — y volvió a correr.
Pero las cosas no fueron como cuando Momo fue interrogada por el detective Min, porque esta vez no pudo encontrar a Momo por más que buscó en su casa, ni en la casa abandonada donde dibuja, ni en su trabajo. Había desaparecido.
Bien. No hay de qué preocuparse (sí lo hay).
[ . . . ]
Pareció que todos se pusieron de acuerdo para ocultarle lo que ocurrió al maestro Felix, pues sabían que un adulto haría las cosas muy diferente a ellos. Aparte de que el docente podría decírselo al detective, y ahí éste hacer acusaciones falsas hacia Yuna y otros más. Simplemente lo escondieron.
Sana se decidió por contarles por el grupo del aula, pero del otro donde no estaba el profesor, así todos pudieron estar al tanto del tema específicamente a como ocurrió.
Oh, sorpresa.
Todos sospechaban de Hirai Momo. Aún si Sana les dijo sobre que estaba en el trabajo ese día. Aún si les afirmó que Momo no era, nadie creyó del todo en sus palabras. No podían hacer eso.
Era otro día, Momo estaba inusualmente callada, sintiendo las miradas perforarle la piel. Estaba tranquila, pero sabía que todos se preguntaban el por qué tenía una partitura en su labio.
No sabían si preguntarle, no sabían si preocuparse, no sabían si tenían el derecho de acercarse, no sabían nada. Se mira como un fuerte golpe. ¿Se accidentó? ¿La golpearon? ¿Qué ocurrió? Solo Dahyun lo sabía y porque había preguntado con preocupación, en el camino de sus casas al colegio.
La madre de Momo la había golpeado en medio de un arranque de ira, ayer cuando llegó y Momo la vió con un amante. La mujer vuida en busca de consuelo en amantes, se había enfurecido al ver a su hija interrumpiendo en casa, cuando en realidad debía estar en el colegio.
Fue cuando Momo se fue de casa a un lugar aleatorio donde no la encontraran, y después Dahyun no pudo encontrarla en todo el día.
Hasta esa mañana, cuando la vió esperando fuera de su casa para irse juntas, que se preocupó tanto al ver su labio en tonos morados y la herida muy roja.
Las clases siguieron con normalidad, con la diferencia que Momo no le dirigió la palabra a ninguno más que a su novia en el almuerzo y en sus ratos de colorear.
Solo una vez a Rosé, y porque fue un pedido de ayuda hacia un problema de matemáticas. Luego de eso, a Momo le gustaba hacer como si no estuvieran ahí. Los demás entendían lo que sucedía.
Momo les estaba dando el castigo por desconfiar.
Era entendible que desconfíen, pero eso no hará sentir menos traicionada a Momo. La chica suspiró, mirando como Dahyun se mordía la lengua al estar concentrada en colorear un nuevo dibujo para su habitación -el anterior lamentablemente se perdió con el drama del día anterior- . Dahyun se esforzaba mucho porque quedara de lo mejor, sacándole punta a los colores a cada momento y volviendo a su arduo trabajo.
Momo dirigió su vista a Sana, quien estaba recostada en la mesa, probablemente compensando las horas de sueño que no pudo obtener durante la noche. Su cabello le tapaba casi todo el rostro, pero Momo pudo ver como sus cejas estaban fruncidas aún si dormir es para descansar en paz.
Les quitaría la tortura ahora, los haría confiar en ella de nuevo, con el pequeño plan que elaboró antes de dormir.
Su mano se alzó, llevando sus dedos hacia el rostro de Sana para apartar los mechones de cabello que le estorbaba ver su expresión de inquietud entre sueños. Solo la removió por el hombro, haciendo que despertara desorientada y restregandose los ojos.
Como el primer día, era como un gatito levantándose de una larga siesta. Pero en el primer día Sana estaba risueña, ahora parecía haber salido de prisión.
— Quiero que vuelvan a confiar en mí — confesó, dejando a la desorientada Sana aún más desorientada. Su habla fue lo suficiente alta como para que los demás le pusieran atención, pero ella solo dirigió su atencion a Sana, con una expresión de pena.
— ¿Ah? — Sana volvió a restregar su cara, queriendo quitarse el sueño y hacer a su cerebro reaccionar a su entorno. Ni siquiera se había acordado que estaba en el colegio.
— Y para eso tengo que demostrarlo — Momo prosiguió con lo suyo, volteando para ver a Dahyun siendo expectante curiosa a lo que decía.
— ¿De qué hablas? — Minho le preguntó. Todos ahí estaban confundidos por su repentino hablar, después de haber sido ignorados todo el día. Momo los miró y suspiró.
— El patrón dice que el siguiente asesinato será en dos días, en uno de los terrenos que usan como basureros — Momo recordó, había visto el mapa y el polígono. De igual manera, eso ya era de conocimiento general.
— Ese patrón ya no sirve — Rosé negó, después de analizar un poco — El asesinato once debió hacerse hace algunos días, y no ocurrió ni en la fecha ni en el lugar que el polígono indicaba — eso era cierto. Más bien, no ocurrió para nada. No hubo noticia de un asesinato causado en esos días.
— Intentarlo valdría la pena — Momo insistió, buscando que aceptaran para comprobar que debían confiar en ella.
— Están siendo vigilados por la autoridades — Seungmin soltó el dato, recordando cómo muchas autoridades hicieron acto de presencia en los puntos, por si acaso podían atrapar al criminal. No se pudo, en realidad.
— No desde que el crimen número once no sucedió, ayer fue allá para ver y lo verifique. Está desolado — eso los hizo mirarse entre sí para ver quién aceptaba o se negaba primero.
— ¿Quieres que vayamos de nuevo a unos de los puntos? — Sana preguntó, con el ceño fruncido.
— Conmigo — Momo aclaró rápidamente, bajando la mirada para hacer una pequeña mueca con los labios — Si aparece, podrían saber que no soy yo porque me mantendré junto a ustedes — Sana en ese momento se ilusionó, teniendo la esperanza.
— ¿Y si no aparece? — Yuna preguntó, desde su mesa. Estaba serena, al igual que Momo. Cuando ambas se vieron fijamente, pareció tardar una eternidad el silencio, pero tan solo fueron unos segundos de Momo viéndola fijamente.
— Tendré que vivir así — Momo alzó los hombros.
Vivir siendo culpada, vivir siendo de quien más desconfíen, vivir sin su amistad realmente, vivir sin su buena compañía. Podía hacerlo si fallaba.
Dahyun solo rezaba a Dios que Momo no fallara, que Momo pueda comprobar aquella inocencia, que los demás puedan llegar a confiar en ella, porque así Momo lo necesitaba.
A veces rezar nunca es suficiente, pero era la última de sus esperanzas, de las pocas que le quedaban.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro