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12 - Pensamientos intrusivos.

La mayoría de las confesiones cristianas actualmente consideran al domingo como el día del descanso, un día sagrado y que habitualmente conlleva la asistencia a misa o al servicio dominical correspondiente.

Domingo.

Momo fue voluntariamente a la Iglesia evangélica, ese domingo por la mañana, con un propósito firme.

Sus ojos veían atentamente el edificio casi majestuoso frente a ella, sin expresión alguna en su rostro. Buscaba mucho algo que le pareciera malo, un indicio de que al entrar todo saldría mal, pero pronto se adentró al ver que todo estaba bien.

No era fanática de la religión, no creía del todo en ello, no podía ver lo bueno en ella.

Inútil, innecesario, perdida de tiempo.

Se repetía en su mente, mientras aún así su cuerpo se adentró a la Iglesia y pasó silenciosamente hacia un asiento. Estaban dando misa, pero ella pudo sentarse, un poco alejada de las personas, escuchando lo que era la homilía. El altar tenía una cruz que parecía burlarse de su inquietud.

Incluso podía intimidarle lo grande que era el edificio. Las cruces parecían estar en las zonas más notorias, mientras sus colores claros la hacían ver más iluminada de lo que realmente estaba.

Momo apenas y sabía que era lo llamado homilía; es el discurso o sermón sencillo que pronuncia en público el sacerdote. Todos le dicen más 'Sermón', pero a ella le gustó llamarlo homilía, le sonaba mejor.

No era tan de mañana, ya pasaría a ser la tarde, así que Momo pudo ver frente a sus ojos como aquello acababa. Sus ojos tranquilos observaron a la gente irse, a otra poca quedarse, pero ella se quedó en su asiento hasta estar segura de quedarse más o menos sola.

No importa si espera un tiempo. Una vez notó que nadie iba a molestarla, se levantó y caminó casi cautelosa. En los segundos asientos más cercanos al altar, sentándose.

Su mente era un lío esos días.

Cuando pidió ayuda a Dahyun, preguntándole qué hacía ella cuando quería relajarse, esta le dijo que le hablaba a ella o iba a la Iglesia y rezaba. Bueno, no lo hacía. Se arrodillaba, juntaba sus manos y solo se tomaba un tiempo para respirar.

No rezaba, no oraba, no rogaba, no pedía nada, no agradecía algo. Dahyun solo se tomaba un tiempo para pensar analíticamente en el aire saliendo y entrando de sus pulmones, mientras relajaba su cuerpo. Kim dijo haber hecho eso cuando quería fingir estar en la religión, fingía que rezaba pero su mente solo pensaba en cosas vagas que la hacían relajar.

Momo no sabía si eso funcionaría a apartar o disminuir su desastre mental, pero aún con curiosidad quiso intentarlo.

Su interior le decía que se veía ridícula, fingiendo algo que no era, pero no le importaba. Sus manos se juntaron, sus dedos se entrelazaron, sus codos se racargaron en los asientos de enfrente, cerró los ojos y tomó un respiro profundo.

Pensó en su padre, pensó en su madre, pensó en su hermana.

Momo poco a poco empezó a lagrimear, sus ojos cerrados dejaron caer gotas lagrimales. No sé inmutó a aquello, dejó que salieran. Sus manos entrelazadas se apretaron entre sí, su mandíbula también.

Piensa en otra cosa. Se ordenaba a sí misma, buscando desesperadamente quitar la imagen de su hermana en su mente. Eso no le había pasado hace mucho, no hasta que el detective Min Yoongi tuvo que mencionar que su hermana estaba muerta -el mismo detective que estaba observando hacia ella desde lejos, sin que ella esté consciente de ello- . Sus dientes chocaron fuertemente entre sí, sus labios se apretaron, pero sus ojos seguían tranquilos y sus manos seguían juntas.

Confiaba en Dahyun.

De pronto su mente tuvo la buena idea. Dahyun. Oh, claro. Kim Dahyun. Su novia. Su querida, dulce, caliente y hermosa novia. Sus pensamientos voluntariamente se fueron hacia esa Kim Dahyun, esa chica.

Dahyun sonriendo hacia ella. Dahyun abrazandola. Dahyun hablándole. Dahyun viéndola. Dahyun acariciandola. Dahyun besandola. Dahyun tocándole.

Oh, sí, Dahyun tocándole. Sus manos acariciando su cuerpo, yendo hacia lugares, apretando, besando, lamiendo y buscando su placer. Dahyun complaciendo sus deseos, siéndole tan fiel y provocativa.

Wow. Esos pensamientos... Esos pensamientos sí le gustaban.

Los pensamientos de Kim quitando cada ropa de su cuerpo, haciéndola vulnerable en el acto. Sus labios besando su torso, mordiendo sus senos hasta dejar rastros, apretando con sus manos hasta dejar marcados sus dedos. El sudor bajando por su espalda, esa misma espalda que chocaba contra la cama y se estremecía ante todo. Sus labios abriéndose soltando suspiros, sus jadeos y gemidos descontrolados.

Momo inconscientemente abrió los labios, suspirando.

Recordaba a Dahyun follandola, dejando besos por su cuello, abrazandola cuando el placer la cegaba tanto, cuando el mismísimo cielo se sentía en ella, cuando sus uñas rasguñaban su espalda.

También se recordaba a sí misma, esa primera noche de sexo, cuando apenas estaban concientes de que iban a follar. Ella la había mordido, reclamado, penetrado, besado tan pasionalmente que se desconocía. No sabía quién era esa Momo sin inhibiciones, pero esperaba poder volver a ella.

Solo sabía que quería hacerlo de nuevo. Quería a Dahyun.

Momo abrió los ojos cuando una mano tocó su hombro, sacudiendo su cuerpo ligeramente. La voz preocupada de alguien le sonaba distante, y ella tenía su mirada perdida.

¿En qué momento se le había descontrolado la respiración? Sus labios estaban entreabiertos, suspirando y jadeando sin ella estar conciente de ello.

Parpadeó, aclarando su vista y llevando esta hacia el hombre que la había removido y seguía preguntándole si se encontraba bien. Le acaban de interrumpir la fantasía sexual que tenía. Claro que no estaba bien. Estaba fastidiada, frustrada, y tan necesitaba de una buena noche con su novia.

Luego recordó que estaba "rezando" en la Iglesia.

— Hey, Hirai — el idiota del detective Min estaba frente a ella, su cabello rojo meciéndose — ¿Estás bien? Estabas llorando — apuntó al hecho, viendo las mejillas húmedas de la chica.

Momo deshizó sus manos entrelazadas, después de decir un corto y bajo 'Amén' por puro fingir.

Aunque si eso servía para tener una noche con su novia... Oh... ¡Gracias, Dios!

Llevó sus manos a su cara y apartó los restos de lágrimas.

— Solo... cosas en casa — respondió rápidamente. Obviamente no iba a confesar que tenía pensamientos sexuales en su intento de rezarle a Dios. No.

— ¿Económicamente? — el detective Min preguntó, sentándose en los asientos de enfrente para verla con curiosidad.

— ¿Por qué le interesa? — Momo preguntó, frunciendo el ceño y quitando toda evidencia de su estado anterior. Pasó sus mangas por su rostro y respiró profundamente, hasta suspirar.

— Vine aquí para la misa y luego te vi llorando. De pronto estabas mal, y solo me preocupé — el hombre levantó los hombros, despreocupado.

— Deje de fingir. Usted no se preocupa por nadie — Momo lo atrapó fácilmente. Él sonrió y desvió la mirada hacia el altar, soltando el aire para luego dejar ir una corta y alegre risa.

— ... ¿Tu madre ya ha conseguido trabajo? — preguntó, mientras Momo se recta, viéndolo casi con desprecio.

— Que yo sepa, no — aún así, Momo le contestó sin preocupación — ¿Le interesa mi madre? Porque créame que no me interesa otra padre — le dijo con desdén, viéndolo hacer una tremenda mueca de asco.

— Iugh, no — rápidamente negó con la cabeza, haciendo sacudir su cabello tintado — No te ves afectada por tu padre, eh — notó, viéndola solo estar sin expresión hacia la estatua de Jesucristo.

— ¿Usted qué va a saber si me afecta o no? — Momo se defendió, enojada de sus palabras — Ni siquiera sabe lo que le afecta a usted — el hombre giró su cabeza.

— Ni siquiera te muestras triste — Min volvió a comentar.

— Después de una desgracia, ¿usted expresó sus emociones al mundo? No, ¿verdad? — Momo se burló, confirmando aquello cuando el hombre pelirrojo apretaba la mandíbula y los puños, levantándose del asiento de madera.

— Ya me voy — anunció en voz baja. Momo solo lo observó hasta que salió de la Iglesia.

Al parecer, dió justamente en el clavo.

Ahí, ella se quedó viendo la estatua por breves segundos, para luego decidir regresar a casa donde una mujer vuida estaría haciendo la comida. No importaba si ese tal detective la seguía todo el tiempo, porque sinceramente pronto no tendría nada que ocultar, y mucho menos a esa idiota autoridad con complejo de rey.

[ . . . ]

El grupo se reunió en un círculo en la mesa, con sus almuerzos comprados para por fin comer. Era el almuerzo oficial de su horario, así que salieron de el aula. Tanto tiempo allí los acostumbra mucho, y es mejor salir por momentos.

Había algunos blancos merodeando por ahí, Momo los veía con curiosidad, no sabiendo del todo por qué estaban fuera de sus clases. Los blancos no podían mezclarse con los de la Clase Roja, aún cuando ni siquiera estaban hablándoles.

Momo veía con atención a cada uno. Nadie le dirigía la mirada a ella, ni siquiera sus compañeros de insignia roja. Ella ha estado distante desde el asesinato de su padre y prefieren apoyarla en silencio.

No iban a admitirlo, pero eran de lo peor con las palabras. Solo Dahyun era la que tenía permitido darle palabras de aliento a Momo, porque sabían que los demás solo hacían desastre.

Momo incluso pudo ver a Cha Eunwoo estar moviéndose emocionado por el lugar, al parecer bastante ocupado y muy entretenido con su trabajo.

¿Qué mierda estaba pasando en el colegio y por qué parecía ser tan importante? Momo se preguntaba, pero no quería hacer la pregunta en voz alta. Se sentía cansada, había despertado de la mierda, dormido en una mala posición que la dejó adolorida.

— Se estará haciendo la celebración del colegio — Sana notó su expresión de curiosidad, pues se lo dijo directamente. Los demás pusieron atención también, viendo como algunos de los blancos parecían hacer algo en la cafetería.

— ¿Cuál? — Momo se esforzó mucho para hacer solo esa pequeña pregunta, y hasta casi gruñó por tener que hacerla.

— Hace, quién sabe cuántos, años, este colegio se inauguró — Sana abrió los brazos, como si mostrara al colegio entero — En unos días se hará la fiesta — alzó los hombros, aunque los demás parecían bastantes felices con esa celebración.

— Y estamos invitados. Todo el colegio debe asistir — Rosé dijo, sonriendo, juntando las manos — Hay comida, así que está bien — eso era lo que más le emocionaba.

— ¿Qué se hace? — Momo preguntó un poco mejor, curiosa y frunciendo el ceño confundida.

— ¿Quién sabe? Nunca ponemos atención, comemos lo que podemos — Beomgyu respondió, encogiéndose de hombros.

Momo llevó su mirada a la única que podría responderle mejor. Después de todo, Dahyun fue una de los blancos y una estudiante ejemplar. Dahyun habrá ayudado en eso los el anterior año, si es que en esas fechas no era una chiquilla emo con complejo de ruda y vándalo.

Dahyun se encontró con su mirada, sin entender su mirada muy fija, pero luego entendió y asintió.

— Hay discursos, noticias, comida — Dahyun chasqueó los dedos hacia Rosé por esto último — También hay decoraciones, hay muchas mesas y sillas — desvió la mirada, pensando un poco — Estarán miembros y asistentes de la Iglesia, los mismos que promueven este colegio. Es como una fiesta formal — Momo asintió lentamente.

— ¿Y los estudiantes también van?

— Realmente no es obligatorio pero beneficia mejor asistir, te promueves como buen estudiante — Dahyun le sonrió. En el fondo esperaba que Momo aceptara ser su acompañante, aunque no se necesitara uno o se fuera en pareja. Solo quería invitarla, porque deseaba que aceptara, deseaba que Momo dijera que quiere su compañía, aunque sabía que lo hacía — Se usa el uniforme, pero una corbata que lo mejore — apuntó a su cuello, mientras que Momo solo asintió.

— ¿Irías conmigo? — Momo soltó la pregunta en cuanto la tuvo en la mente.

— ¿Ah? — Dahyun detuvo todo movimiento de su cuerpo.

— ... ¿Irías conmigo? — a Momo se le hizo difícil repetir la pregunta. Se sentía abrumada, su vida se sentía abrumadora, la estaba destrozando poco a poco, pero no podía desquitarse o enojarse con su bonita novia.

— ¡Claro! — Dahyun rápidamente dió un salto emocionado — Digo, no se necesita, pero por supuesto — dió una de sus sonrisas alegres, haciendo a Momo copiarla más cansada.

[ . . . ]

¿Qué son los pensamientos intrusivos?

Cuando nos referimos a un pensamiento intrusivo estamos señalando a aquellas ideas que parecen estar atascadas en nuestra mente. Cuando se trasforman en pensamientos recurrentes, estos pueden llegar a causar angustia o malestar en la persona que lo padece.

Son esos pensamientos no deseados, que pueden aparecer en la cabeza sin previo aviso y en cualquier momento. Imágenes, sonidos, declaraciones. Muchas formas.

Repetidos. Con el mismo tipo de pensamientos apareciendo una y otra vez.

Y es que, wow, pueden simplemente quedarse y no irse. Dependiendo de la gravedad, de lo tanto que te importe, de lo que te inquiete o ponga nervioso.

Ellos seis vieron algo que simplemente no debieron ver, sus ojos presenciaron lo que fue una imagen sangrienta que no era para ellos. No era para nadie. Pesadillas, sustos, sangre, violencia. Es que todo pasaba por sus mentes.

Si cerraban los ojos, podían ver a esa chica estancar el cuchillo en la cabeza del hombre, atravesando la carne, los huesos, el líquido rojo. Sus ojos brillando como dos focos, tan emocionados por aquel acto.

Mucha sangre. Mucha violencia. Mucha crueldad.

¿Y lo peor? Algunos de ellos todavía no podían quitarse de la mente que esa chica era Momo. Los pensamientos eran sacados cuando sacudían la cabeza, pero entraban de nuevo al segundo, siendo cada vez más aterrador.

¿Se estaban volviendo locos? Mmh. Probablemente.

La paranoia, la ansiedad, el miedo, recorrían sus cuerpos de una forma territorial, no dejando los ir de alguna manera. Cosquillas, estremecimientos, escalofríos. Wow. Era mucho que sentir, mucho que procesar, mucho que sufrir.

Sí, los pensamientos intrusivos eran una mierda.

Sana se levantó con la alarma, después de haber dormido probablemente solo una hora. Sentía como si no hubiera dormido nada aún así, pero se obligó a levantarse para ir a la gran celebración de su colegio.

Por sugerencia de Momo, la corbata blanca que debían llevar fue remplazada por una roja. El director Yang probablemente estará enojado, ya que en ese evento siempre los trataba de hacer pasar desapercibidos, como alumnos más, y con esa corbata roja solo se destacarán como la Clase Roja.

A todos les encantó la idea. No pueden culparlos. Les gustaba tanto ver al director Yang manzanita, era divertido y entretenido.

— ¿Por qué estabas en la Iglesia el domingo? — Nayeon curiosa le preguntó a Momo, una vez que estaban todos los del grupo en mesas con manteles. No habían visto por ningún lado al director Yang, pero esperaban a verlo para que notara las corbatas. Era un pequeño gesto, pero su paciencia también se hará pequeña.

— ... Un asunto privado — Momo respondió al instante. 'Probablemente le pedí a Dios follar duro a mi novia Dae', se escucharía genial, pero no podía decirlo, por lo menos no a Nayeon — ¿Cómo supiste? — alzó una ceja.

— Fui con mis padres a la misa. Iba a ir contigo pero me arrastraron a casa — Nayeon rodó los ojos y luego recibió a una pequeña piedra impactando contra su mejilla, haciéndola quejarse y ver a Yoo reírse. Empezaron a discutir como siempre.

— ¿Seguiste lo que te dije? — Dahyun a su lado había escuchado la conversación. Le habló en el oído, lo suficiente cerca para que los demás no escuchen, pero lo suficiente lejos para que las demás personas no lo malinterpreten.

— Sí — Momo desvió la mirada, con el rosa inundando sus mejillas.

— ¿Y? — Dahyun insistió en saber. No había esperado tanto que rezar le ayudase a Momo, alguien que veía mal a la religión.

— ... Ojalá funcione — Momo se acercó, solo a unos centímetros de el rostro de Dahyun, susurrando provocativamente, su mano por arriba de la falda de Dahyun.

— ¿Mh? — Dahyun se colocó recta, tensa a las caricias en su muslo, conteniendo la respiración por las inesperadas y disimuladas caricias.

Dió un vistazo alrededor, asegurándose que nadie estaba viendo hacia ellas. Afortunadamente nadie parecía interesado en la Clase Roja, y los de esta misma estaban lo bastante entretenidos entre ellos, como para ponerles atención.

— Encontré en qué pensar cuando estoy mal... — Momo se acercó a sus labios, mirando tentadora a estos — Espero realmente que Dios haya visto o escuchado todo lo que estuvo en mi cabeza sobre ti, porque quiero que lo cumpla lo más rápido posible — susurró, su nariz tocando fugazmente la de Dahyun.

— ... ¿Qué... Qué pensaste? — Dahyun apenas pudo hacer la pregunta, tragando fuertemente saliva. Momo sonrió resplandeciente, dulce y suave, como si no le estuviera provocando en medio de la celebración del colegio cristiano.

— ¿Lo averiguas? — Momo susurró, levantándose para irse de ahí a un paso lento, pero que Dahyun siguió con la mirada, en un estado quieto.

— ¿Eh? ¿A dónde va? — Sana preguntó, habiendo notado como de un momento a otro la persona a su lado se levantaba.

Dahyun volvió a tragar saliva, abriendo los labios para soltar el aire retenido. Momo se fijó sobre su hombro, sonriendo a Dahyun y haciéndola una seña para que la siga.

— Creo que al baño. Voy con ella — sus palabras fueron rápidas, apresurada a levantarse para seguir a Momo hacia los baños del lugar. Entrando, la puerta se cerró por el peso de Dahyun recargandose en ella, con Momo acorralandola y reclamando sus labios en un beso dulce y deseoso.

Gracias, Dios.

[ . . . ]

Sana solo observó a Momo irse, con Dahyun siguiendola. Negó con la cabeza, sabiendo que esas dos eran de todo menos disimuladas.

Aún si todo parecía ser normal, Sana seguía pensando que había algo en Momo. Rosé seguía pensando que algo anda muy mal, presentía que se acercaba algo malo. Sana estaba de acuerdo con ella, pero no sabía si pasaría algo malo a Momo, o Momo haría algo malo.

Capaz Momo no tenía nada que ver en su presentimiento, capaz solo estaba paranoica por saber demasiado, capaz ella es la que estaba mal. Sana solo sabe que todo se desmorona, y no sabe cómo pararlo.

Algo malo estaba pasando en la Clase Roja.

Shin Yuna. Incluso si parecía normal, Sana la había notado mirando a Momo de manera insistente, como si quisiera sacarle la información que tiene.

Había secretos que no sabían si querían descubrir.

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