11 - Sospechas y más sospechas.
La pintura se desprendía de las paredes, haciéndolo ver más sucio de lo que estaba. Había diferente tipo de basura, ni idea de cómo terminó allí, pero se veía. Parece haber sido una casa pintada de blanco.
Rosé recuerda que, por ahí, cuando tenía unos siete años, vivía un anciano gruñón que tenía tan solo una hija que se preocupaba por él. El anciano murió hace años, su hija se fue a quién sabe dónde. La casa era tan vieja, se desmoronaba, y entonces fue que ahora está abandonada en un vecindario pobre de la cuidad.
Rosé solo lo conoce porque a unos pocos kilómetros está su hogar, y por ahí su madre la asustaba que no debía acercarse, si no, se la llevaría el Diablo.
Ella lo creyó en ese tiempo, y lo más cercano a un Diablo que puede ver en esa casa, es a Momo sentada en el techo, mirando el atardecer, la libreta en su regazo, su lápiz trazando líneas, y ligeramente inclinada para intercalar mirada entre el paisaje y la hoja.
Momo parecía ir a esa casa abandonada a dibujar, y entonces. Después de el colegio, Rosé y Sana habían seguido secretamente a Hirai, pudiendo ver cómo se dirigía a esa casa, subido al techo y se había acomodado para pintar un atardecer.
— ¿Cuánto debemos ver? — Rosé preguntó, buscando una buena posición para recargarse en la pared y que no le duela la espada. Hace ya mucho estaban ahí, vigilando y esperando algo que no parecía suceder.
— Lo que sea necesario para comprobarlo — Sana respondió, ella estaba más ansiosa y no despegaba su mirada de Momo.
— ¿Nos quedaremos hasta las siete, hasta que se vaya a trabajar? — Rosé preguntó casi incrédula. Ya le había dolido estar ahí, no sabía cuánto aguantaría hasta dejar a Sana sola en su misión.
— ¿Qué hora es? — Sana despegó su mirada de Momo, girando hacia su amiga y viendo a esta sacar su celular para verificar la hora, abriendo mucho los ojos al verla.
— Casi son las cinco. Hemos estado viéndola por cuarenta minutos enteros — informó en un tono quejoso, suspirando a la vez que dejaba caer su cabeza hacia atrás en cansancio.
— Probablemente deberíamos irnos-... — Sana fue interrumpida.
Un ruido las hace voltear a Momo, viendo como ésta daba un pequeño respingo del ruido repentino. Momo sacó su celular de un bolsillo de su falda, viéndolo por unos segundos, luego tocando la pantalla y llevando el aparato a su oreja.
Una llamada. Ambas chicas se callaron para escuchar, viendo a Momo sonreía a cualquier cosa que le dijeron por celular. Pronto Momo soltó una risa y con solo una mano seguía dibujando.
— Dae, sabes que sí puedo... — ¿Dae? ¿Quién era Dae? Sana frunció el ceño en confusión — Sí, Dahyun... — oh, era un apodo para su novia — Nos veremos mañana. Podemos ir al restaurante, comemos algo o lo que quieras... — Sana recordó a Dahyun contándole sobre la cita futura, estaba invitando a Momo por teléfono ahora. Momo sonreía mucho, moviendo su deño meñique por la textura de la funda del celular — Mi padre estará buscando empleo mañana y mi madre dijo que saldría a comer con las vecinas. Podemos ir a mi casa, colorear, comer, ver una película.
Ambas se sintieron más que intrusas escuchando los planes de una cita al parecer íntima, pero no podían dejar de escuchar. Cualquier pequeña palabra podría ser un indicio para sospechar.
— Me gustaría, te tendré del mismo pan con glaseado que te gustó del restaurante. Nos vemos... Te quiero, Dae — una risa después, y Momo apartó el celular de su oreja, viendo la pantalla para luego dejar el celular a un lado, volviendo a su dibujo.
Ambas intrusas observaron cómo volvía a dibujar el atardecer, con una sonrisa ilusionada en el rostro. Rosé y Sana se miraron fijamente, decidiendo que era hora de irse de ahí, justamente para ir a la otra parte de la misión.
Momo no caminaba mucho para ir a esa casa abandonada, ya que estaba cerca de la zona donde estaba el colegio, así que ambas chicas se devolvieron para tomar camino desde su colegio cerrado hasta el vecindario donde Dahyun y Momo vivían.
No podían negar que estaban cansadas, de estar paradas, de caminar, de esperar, pero solo podían suspirar y seguir.
— Es un restaurante con letrero azul, Dahyun lo dijo en medio de clase. Se puede ver en el camino del colegio hacia sus casas — Sana repitió mientras Rosé solo asintió y dieron camino.
Los árboles les daban sombra, tapando a ambas de los rayos potentes del sol. Algo positivo, por lo menos. No había muchos autos circulando, y la gente sólo parecían salir por obligación. Bueno, nadie quisiera salir con ese sol quemando sus cabezas.
A mitad de camino, pudieron ver el restaurante, el letrero azul en grande que decía 'DALKOMHAN' en letras animadas.
— ¿Dulce? — Sana cuestionó el nombre, acercándose al establecimiento junto a Rosé.
— Es un restaurante pero parece más una pastelería — Rosé miró de forma curiosa las afueras del lugar.
— Vamos.
El interior era tan animado como se veía en el exterior. Parecía que el azul los caracterizaba, pues dentro había diferentes zonas y cosas de ese color, en diferentes tonos para combinar bien y hacerlo atractivo.
A unos pocos metros, estaba el mostrador, y detrás de este estaba una chica con el cabello un poco arriba de los hombros, de un azul fuerte y un poco desordenado, llevaba tatuajes de significado desconocido por los brazos y cuello, y un piercing en el labio inferior.
— Disculpe, venimos a preguntar por alguien — Sana fue quien habló hacia la chica, quien detuvo su limpiar del mostrador para verlas de arriba a abajo con una expresión curiosa. Ambas amigas no podían decir que no les intimidaba, pues la chica tenía una fachada de chica ruda, pero la sonrisa gentil que tuvieron sus labios fue muy contrastante.
— ¿Momo? Ella entra a trabajar hasta las siete — la chica les respondió de manera rápida, regresando a limpiar el mostrador pero viéndolas de reojo.
— ¿Cómo sabías que-...? — Rosé fue interrumpida antes de terminar la pregunta.
— Ella habla a veces de su colegio, tienen su mismo uniforme — su dedo hizo una seña hacia sus vestimentas. La falda gris, la camiseta manga larga blanca, y todavía tenían la insignia roja puesta en el lado derecho de sus pechos.
— Oh, bueno — Sana aclaró su garganta, un poco más confiada por la actitud gentil de la chica. Llevo su vista al gafete de la chica, 'Shin Ryujin' — En realidad, sabemos que no estaba, pero veníamos a preguntar de algo de ella — se sinceró un poco, viendo a Rosé asentir.
— ¿Qué cosa? — Shin las alentó a preguntar, de forma rápido acomodando cosas en el mostrador, parecía experta en su trabajo.
— El viernes, ¿ella trabajó desde las cinco hasta las diez? — a su pregunta especifica, Shin detuvo sus movimientos, dejando uno de los panes en una bolsa antes.
Su mirada se alzó para ver a ambas chicas, analizando si debería decirles tal cosa de su compañera de trabajo, pero luego se decidió y sonrió.
— Oh, sí, fue repentino porque Jisu enfermó — Shin apuntó a una chica castaña que estaba de mesera en las mesas del lugar — Si se preocupan porque trabajó mucho, el jefe le dió un día de descanso y un pan en compensación — agregó, soltando una pequeña risa.
— ¿No salió en ningún momento? — Rosé preguntó, entrecerrando un poco los ojos, sintiendo que algo seguía estando muy mal.
— ¿Mh? No, siempre estuvo atendiendo — Ryujin desvió su mirada hacia alrededor, buscando en su mente — ¿Ocurrió algo malo? — preguntó demostrando su preocupación ante la actitud ansiosa de ambas chicas.
— No, no es nada — Rosé se apresuró a contestar de manera más creíble, sabiendo que a Sana no le salían las mentiras, mucho menos estando ansiosa — Gracias por responder — hizo una pequeña reverencia para salir junto a su amiga.
— Que les vaya bien — Ryujin las despidió alegremente, volviendo a su trabajo sin preocupación alguna.
Rosé aún sospechaba que todo estaba mal.
Pero cuando se lo cuentan a los demás, pueden ver como el alivio los inunda de una manera extraordinaria. Parecían felices de que su amiga no fuera una asesina y tenían el derecho de estarlo.
Claramente lo que vieron se quedaría en sus mentes, pero por lo menos podían estar seguros que Momo era la chica dulce con obsesión al rosa, a colorear y a su divertida novia.
Dos del grupo no están del todo convencidos, pero pueden calmarse un poco más, pero también son esos los que hacen un trato silencioso de seguir investigando.
Saben que la asesina es muy parecida a Momo, solo les toca descartar que no sea un familiar de ella, algo muy improbable, porque Momo ha dicho que solo tiene madre y padre.
Lo que hace diferente esa semana, es que el caso del asesino serial se torna muy diferente con este nuevo detective.
La primera cosa impactante, es que el anterior detective fue asesinado al buscar empleo en algún otro lugar. El martes de la semana.
¿Cómo reaccionó Momo?
Ni cómo saberlo, no asistió a el colegio, solo mandando mensajes, informando que solo asistiría el viernes de esa semana para tomar apuntes, ya que tenía asuntos familiares. Todos sabían que eran esos asuntos familiares. El funeral, las emociones, el interrogatorio de un detective, el futuro problema económico. Sería duro.
Y en eso el grupo de seis podía seguir confirmando que Momo no era la asesina.
Al lado del señor Hirai había estado una hoja con el dibujo de unas manos rezando. Al parecer, fue el mismo asesino serial, solo que esta vez lo hizo rápido y no pudo tomarse el tiempo de dibujar en el suelo o pared su símbolo. Entonces dejó una hoja en compensación. Que amable.
La segunda cosa impactante, es que el detective actual dejó salir información del caso a la prensa, no como el detective Hirai que había estado ocultando mucho.
La prensa ahora sabe de los patrones, de las mínimas pistas que tienen (ninguna), y de la más seguridad que se debía tener.
Se especula que el detective Hirai estaba siendo aliado del asesino serial, ayudándolo a hacer sus crímenes, ocultando lo que encontraba, fingiendo ser buen detective. Cuando ya no sirvió, al ser despedido, el asesino lo mató al ser inútil teniéndolo de su lado y sabiendo mucho.
Es una teoría de su repentino asesinato, nada más.
Pero es tan creíble que todos empiezan a creerla cada vez más. En redes sociales ya está sobre el asesinato, también las autoridades están atentas a los cinco puntos que faltan del polígono pentadecágono en el mapa de la cuidad.
Pero el del asesinato de Hirai no estaba en el polígono, así que el detective Min Yoongi (el actual) cree que, ahora que descubrieron su patrón, hará aleatoriamente sus crímenes y no como el pentadecágono.
Y otra cosa, es que el detective Min Yoongi es terco, busca hasta que encuentra, insistente, inteligente, con un aire egocéntrico, y hace acusaciones como presión para sacar la verdad y confesiones.
Justo como ahora.
— ¿Me van a decir que los testigos mintieron? — preguntó el hombre, su cabello rojo tintado pareció dar un salto cuando el hizo la pregunta y nadie del aula les contestaba. A diferencia del detective Hirai, Min Yoongi los interrogaba en grupo, en el aula, y con el maestro Lee afuera sin interrumpir.
Él presionaba para forzar salir a la verdad. Preguntas con trampa y comentarios acusatorios.
Pero Momo no era alguien que se deje llevar por la presión de ese tipo de gente.
— Sí — Momo asintió, totalmente segura. Cuando vino el detective Min, todos se habían puesto silenciosamente de acuerdo a que Momo sea la que de el frente por el grupo, pues ella parecía estar más firme ese viernes.
No quisieron forzarla a dar la cara por todos, ya que había llegado muy distante por la mañana, y bien podría ser por el asesinato de su padre. Pero Momo dió la cara voluntariamente, al parecer.
— Así como ellos pueden mentir, ustedes también pueden — él los apuntó a todos, su voz era bastante defensiva y no perdía tiempo para soltar una sonrisa engreída con cada palabra que soltaba.
— ¿Entonces por qué no los va e interroga también? — Momo preguntó, su rostro sereno y su mentón estaba recargado en su mano, con el codo en la mesa.
— Lo haré — Yoongi asintió, eso sí lo iba a hacer — Confiesen. Los testigos dijeron claramente ver a alguien con su mismo uniforme — se volvió a sentar, agudizando la mirada para ver a todos de un solo vistazo.
— ¿Tiene en cuenta que somos muchísimos en el colegio? — Momo preguntó, frunciendo las cejas y haciendo una pequeña mueca.
— Sí, pero no todos tienen esa insignia color sangre — el hombre apuntó muy de cerca al pecho de Momo, el lado derecho donde sobresalía esa insignia representativa.
— Muchas suposiciones, pocas pistas — Momo dijo, negando con la cabeza a las acusaciones — Nos llevan acusando al grupo desde siempre, sin pruebas, solo homofobia — los demás estuvieron de acuerdo con aquello.
Seis de ellos sabían qué era lo que ocurría. Cuando fueron a aquel lugar, la única que tenía uniforme puesto era Yuna, así que alguien la vió y fue testigo de su huida. Al menos no parecían tener información de sus rasgos, solo que tenía un uniforme con insignia roja.
Eso era por estar metiéndose donde no debían.
El detective Min ladeó una sonrisa, viendo casi psicóticamente a la alumna Hirai.
— Por tu propio padre — dijo, satisfecho de ver la expresión de Momo cambiar a una bastante rígida.
— Por el detective Hirai — Momo corrigió, por primera vez desviando su cabeza a un lado, pareciendo afectada por la mención de su difunto progenitor.
— Quien es tu padre, acusado de alianza con el asesino — Min pareció burlarse, pasándose una mano por su cabellera — ¿Y si eso es verdad? ¿Tú eres la asesina y tuvo una alianza con su hija? — se acercó, colocando sus manos en la mesa de Hirai para intimidarla — Oh, claro. Quiso encubrir los crímenes de su única hija, una psicópata contra religiosos — inclinado, haciendo suposiciones y casi temblando de la emoción.
Pareció un loco, de esos que hacen teorías conspirativas y las aseguran con tanta devoción. Su sonrisa y ojos muy abiertos complementaban esa imagen de loco.
— Yo no soy ninguna asesina — Momo acercó su mano el hombro del hombre, empujándolo para recuperar su espacio personal — Y mi padre tuvo otras razones — con eso desvió la mirada, su comisura de labio moviéndose en una suave mueca.
— ¿Cuáles eran? — Min preguntó ladeando la cabeza — Hicimos el interrogatorio en tu casa y te negabas a hablar... — recordó como la chica solo miraba hacia abajo, perdida. De pronto recordó otra cosa, y sonrió malicioso — Justo como-...
— No tienes derecho a hablar de eso — Momo rápidamente lo interrumpió, no queriendo que sus compañeros se enteren. El detective Min sonrió al tener con qué amenazar.
— ¿Cuáles fueron las razones del detective Hirai para juntarse con el asesino? — volvió a preguntar, inclinándose de nuevo por la mesa, ignorando a los demás estudiantes.
— A follar tal vez — Momo despreocupadamente se encogió de hombros.
El detective Min escuchó unas risas ahogadas, arrugó la nariz y se separó para ver atentamente a Hirai Momo solo expresar aburrimiento.
— Siempre te has quedado callada, fingiendo ser dulce, una chica que no hace nada malo — comentó. Momo solo frunció el ceño, confundida — Tu hermana murió y tampoco alzaste la voz. ¿En serio decías amarla? — bueno, eso ya no los hacía reírse.
Momo se levantó dando un gran golpe en la mesa.
Su expresión fingía ser dura, pero realmente estaba muy herida por lo dicho. Pupilas temblando, puños cerrados, cuerpo tenso. El aula se silenció, mirando a ambas personas viéndose fijamente y esperando algo del otro.
— Mi hermana no murió, fue asesinada por gente como tú — Momo tenía la voz tensa, escupió sus palabras de forma ofensiva.
El detective Min no se inmutó, el caso aquel nunca se pudo solucionar, él lo sabe. Tampoco es como si estuviera a cargo de ese mismo, así que no le importaba qué ocurrió.
— Confiesa, Momo — el hombre se volvió a inclinar, diciéndolo con voz calmada a la chica frustrada.
— Mi padre tenía Alzhéimer — Momo soltó de la nada, soltando un suspiro que pareció relajar todo su cuerpo. Se volvió a sentar, dejándose caer en la silla, sintiendo la mano de Sana entrelazarse con la suya en apoyo.
— ¿Ah? — el detective Min abrió la boca, sorprendido de su confesión. Eso no se lo esperaba.
Momo suspiró de nuevo, llevando su vista a su regazo para pensar en cómo explicar la situación.
— Mi padre desde hace meses tenía algo que lo hacía olvidar, pareció desarrollarlo en mi pueblo, un mes antes de mudarnos, pero al venir aquí pareció solo empeorar — explicó y alzó los hombros, llevando una mano a restregar su ojo, mostrando lo cansada que estaba detrás de su fachada firme.
— ¿Hay pruebas de eso? — el detective Min preguntó, un poco más calmado y viendo curioso a la chica.
— No, no hay nada médico — Momo recordó el por qué y bufó — Le comenté una vez sobre lo que probablemente padecía y solo me gritó, luego lo abofetee. Fue en esta misma aula — eso podían confirmarlo todos en el aula, ellos lo habían escuchado, y presenciado el arresto repentino.
— ¿Abofeteaste a tu padre? — el detective Min casi se ríe, pero solo soltó una sonrisa y luego volvió a estar serio.
— Me dijo que mi voz no contaba porque era una enferma — Momo alzó los hombros, suspirando — Él no quería aceptar el Alzhéimer porque no podría trabajar, y sin trabajo, ¿cómo se mantiene a una familia? Mi madre nunca ha trabajado en su vida — su familia se desmoronaba.
Su estabilidad económica depende de si su madre conseguía un buen trabajo, de si ella sigue de mesera en aquel restaurante, de los ahorros que habían, de lo que les dejó su padre. Todo se cae en pedazos.
— ¿Dices que ocultaba todo porque lo olvidaba? Tenía anotaciones en su libreta — el detective sabía que habían registrado el despacho del difunto Hirai, también su oficina de trabajo, encontrando sus apuntes, antiguos trabajos y lo que tenía de el último.
— Claro, pero incluso olvidaba donde la guardaba — Momo soltó una risa agria — Era severo, de alguna manera lo consumía — las lágrimas bajaban por sus mejillas, apenas controlando esas gotas.
— He terminado — el detective finalizó con el interrogatorio, bastante satisfecho con la información conseguida.
— Voy al baño — Momo huyó de ahí, saliendo rápidamente del salón, ignorando al maestro Lee que intentó detenerla preocupado por su estado.
Ella aún así corrió, hasta llegar al baño de chicas donde se hizo un ovillo en una esquina. Sus manos fueron a tapar su rostro para restregar su piel.
La puerta abriéndose hizo que se escogiera en sí misma, buscando esconderse, pero una cabellera negra, con ese mechón gris resultante, la saludó al alzar un poco la mirada. Una sonrisa suave y esa mirada bonita.
— Momori — Dahyun la llamó, cerrando la puerta para ir hacia ella y abrazarla, buscando hacerle compañía en sus sentimientos descontrolados.
— ¿D-Dae? — Momo cuestionó su presencia, pero después solo se apoyó en su pecho y deseó quedarse allí por mucho tiempo
[ . . . ]
UNOS POCOS DÍAS DESPUÉS.
— Myoui Mina es la mejor bailarina que he visto — Sana emocionada confesó, su celular en manos era sacudido por sus manos entusiasmadas — O sea, mírala — ella puso el celular justo en la cara de Beomgyu.
— Si la veo muy bien. Me la estas metiendo en los ojos — Choi Beomgyu se quejó, a la vez que apartaba la pantalla de su cara y restregaba sus ojos ardiendo por el repentino brillo que no pudieron soportar.
Sana hizo un gesto restándole importancia.
— Era hermosa, talentosa, carismática y, aunque nunca se supo con exactitud, yo sé que era lesbiana — Sana aseguró, viendo un video donde cuatro chicas bailaban una canción ya un poco antigua.
— Para ti todas las mujeres son lesbianas — Minho le dijo, burlesco y comiendo un poco de su pequeño postre.
— ¿Qué mujer no caería ante mí? — Sana cuestionó en un exagerado tono egocéntrico — Mira a Jihyo — apuntó a la chica que charlaba con Nayeon, pero la misma que la volteó a ver con mala cara al escucharla.
— Cuídate, Minatozaki, que sé dónde vives — Jihyo la apuntó con el dedo, amenazante.
— ¿Pero cómo es que descubriste dónde vivo, ah? — Sana contraatacó, sonriendo de lado a su casi novia. Su expresión pícara fue suficiente para que Jihyo la ignorara y se volteara a hablar con Nayeon y Jeongyeon.
— A mí me gusta una de las bailarinas que salían con ella, Lalisa Manoban — Chaeyoung apuntó al celular de Sana, justamente a la chica alta y de nacionalidad tailandesa.
— Shh. Nadie te preguntó — Sana rápidamente la callo, fingiendo estar ofendida — Somos un club de fans de Myoui Mina — volvió a apuntar a la chica de lunares, juntando sus manos para simular rezarle.
— Somos un club de fans de su grupo de bailarinas, Sana — Rosé aclaró, levantándose de la mesa donde había estado recostada, ya que había aprovechado para descansar un momento durmiendo.
— Shh. Vuelve a tu sueño — Sana empujó la cabeza de Rosé hacia la mesa de nuevo.
— Ellas ya no están juntas — Beomgyu comentó, sonriendo divertido como cada vez que Sana hacía y decía tonterías.
— ¡Shhh! ¡¿Me quieres ver llorando?! — esta vez Sana lo dijo más alterada, tomando su celular para verlo como si fuera lo más preciado que tenía.
— ¿No están juntas? — Joohyun, que había estado en silencio, preguntó curiosa. Sana no le contestó, estaba muy ocupada viendo el video, pero Rosé se dispuso a explicarle.
— Hace más de diez años el grupo tenía cuatro integrantes, Myoui Mina, Lalisa Manoban, Kang Seulgi y Song Yuqi — Rosé nombró a las cuatro, alzando los cuatro dedos de una mano — Dios, eran tan hermosas — dió una pausa para decirlo.
— Estás hablando en pasado — Joohyun comentó al notarlo, frunciendo el ceño.
— Es que hace unos diez años, Myoui Mina despareció de la faz de la tierra — esta vez fue Sana quien lo explicó, haciendo gestos lamentables — No se dió un comunicado, ninguna de su amiga dijo algo, no eran tan conocidas, y pues pronto todos se olvidaron de ellas — alzó los hombros, apretando los labios — Las tres restantes solo salieron en algunos vídeos después, para luego tampoco aparecer en redes sociales — buscó algo en su celular y lo enseñó, era una publicación de algún fan, un informe de lo único que se sabía de aquello al público.
— Son el grupo BTGR, puedes buscarlas — Beomgyu le dijo, así que la chica distraídamente empezó a buscarlas.
Mientras tanto Momo y Dahyun hablan animadamente con la Santísima Trinidad (como la pareja las había llamado desde un inicio) y Yuna a un lado escuchandolas felizmente.
Nayeon parecía tener mucho que contar, y entre la anécdota Jeongyeon la molestaba con comentarios y se burlaba de ella, solo siendo defendida en ocasiones por Jihyo. En muy pocas ocasiones. Jihyo se entretenía más riéndose de ambas.
— Jungkook solo está loquito, falta que lo internen — Nayeon se refería a su hermano mayor, contándoles de la vez que lo encontró peleando solo en su habitación.
Cualquiera hace eso, ¿pero peleando a gritos, acusaciones y hasta gruñidos? No. Nayeon tenía que burlarse. De todos modos, Jungkook haría lo mismo si le hubiera pasado a ella.
Así era su relación de hermanos.
— ¿Tú tienes hermanos, Dahyun? — Jihyo preguntó hacia la de mechón gris, quien dejó de tomar su jugo para girar a ver a Park.
— No, siempre fui hija única — alzó los hombros, nunca tuvo una figura de hermandad. Según sus padres, no pudieron concebir uno, ella había sido un milagro porque les era casi imposible naturalmente.
— ¿Y tú, Mo... mo? — Jihyo no pudo detener a tiempo la pregunta, solo al último soltó el nombre con duda. Se silenciaron un momento, pero Momo solo las observó por un momento y luego sonrió.
— Tuve una hermana mayor, decían que se parecía mucho a mí, falleció hace ya años — sonriendo, se encogió de hombros.
A la par que todas ignoraban el verdadero significado de 'Falleció'. Había sido asesinada, pero no se atrevían a sacar el tema. Mucho menos desde que Momo tampoco tocaba el tema. Era privado, y no querían entrometerse.
— ¡Que Beomgyu bese al conserje! — la voz emocionada de Sana les evitó la incomodidad que atravesaría el ambiente. Voltearon a ver como Hyunjin sostenía de los pies a Beomgyu, y Minho de los brazos, llevándola a la fuerza.
— ¡Que lo bese! — no deberían hacer mucho ruido, pero los gritos agudos de Beomgyu se hicieron escuchar como si lo estuvieran torturando.
Oh. Wow...
— ... ¡Dijimos que al conserje, no a Hyunjin!
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